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Mensajes del libro «Conocer la vida y la iglesia»
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CAPÍTULO VEINTIDÓS

DEBEMOS SER SERIOS Y NO DESCUIDADOS AL LABORAR PARA EL SEÑOR

UNA COMUNIÓN EN CUANTO A LA OBRA EN LAS IGLESIAS

  La iglesia A: Nuestra situación es bastante desolada. No hay un enfoque en la obra. Debido a que nuestra situación geográfica es muy particular y al alto desplazamiento de la gente, hay una gran necesidad por la predicación del evangelio. Sin embargo, el evangelio está siendo grandemente obstaculizado por nuestra inmadurez. Además, los que se han añadido a la coordinación en el servicio de la iglesia están carentes tanto en calidad como en cantidad. También hay problemas en otras áreas. Por ejemplo, estamos limitados por el tamaño del salón de reunión, y a los santos no les es muy conveniente reunirse porque la mayoría son pobres. Toda la iglesia ha estado orando y teniendo comunión con la esperanza de fortalecer las reuniones en los hogares, pero finalmente, es difícil propagarnos. Sin embargo, debemos confesar que el obstáculo principal es que tenemos demasiado del elemento humano y muy poco del elemento de Cristo. Entre nosotros damos demasiado lugar a nuestro yo; no es fácil tomar las medidas necesarias con respecto a la carne, y es difícil que veamos nuestro yo en nuestra comunión con el Señor. Nos arrepentimos delante del Señor y esperamos que mediante la comunión podamos ver cuán natural y complicado es nuestro yo.

  La iglesia B: Nuestra obra se divide en dos aspectos. Por una parte, muchos santos apenas han empezado a reunirse con nosotros y no pueden desarrollar su función apropiadamente, así que nuestra reunión no es como una reunión normal, ni nuestros cánticos son como deben ser. El enfoque de nuestra obra, por lo tanto, recae en la edificación. Por otra parte, con referencia al pastoreo de los santos, nos concentramos principalmente en los de edad avanzada y en los jóvenes. Aunque nuestra localidad es pequeña, hay cuatro escuelas secundarias, un instituto pedagógico y tres escuelas primarias; en todos tenemos hermanos y hermanas jóvenes. Por tanto, tenemos una reunión de jóvenes cada semana.

  Nuestra deficiencia reside en el número inadecuado de servidores y en el alto desplazamiento de las personas. Esto hace que la obra sea difícil en extremo. Además, dado que estamos en la parte oriental de la isla, que relativamente es una región pobre, es difícil que los santos se entrenen porque tienen que encargarse de sus medios de subsistencia. A veces nos es difícil incluso acomodar las sillas. Además, somos muy inmaduros espiritualmente porque cuando la iglesia comenzó, tenía cierto sabor del cristianismo. En cuanto a mí, soy una persona con un alma pequeña y una capacidad pequeña; realmente estoy muy escaso delante del Señor.

  La iglesia C: En general, le prestamos mucha atención al ministerio de la palabra, pero no tomamos muchas acciones porque los santos no pueden mantener el paso. El enfoque de la obra recae en la predicación del evangelio, pero los santos no tienen gran corazón para el evangelio. Entre los santos, la mayoría son militares, y unos cuantos son estudiantes y maestros. No tenemos reuniones en taiwanés para los santos que tienen entre cuarenta y cincuenta años de edad. Hay muy pocos hermanos experimentados, e incluso menos hermanas con experiencia. Por consiguiente, la obra de visitación es muy escasa, y yo personalmente no he descubierto el secreto de la visitación. En cuanto al servicio, es difícil producir servidores. Muy pocas personas asisten a las reuniones, y es aún más difícil introducirlos en el servicio. Éste es nuestro gran problema. Personalmente, siento que la mayor dificultad es que nuestra capacidad es insuficiente y que a menudo actuamos en nuestra carne. Incluso ha habido riñas durante las reuniones de los hermanos responsables.

  La iglesia D: El enfoque de nuestra obra en el pasado consistía en predicar el evangelio, pero el evangelio aún no ha sido ampliamente difundido. Al comienzo ganamos algunos santos taiwaneses, pero como no teníamos un hermano taiwanés que los guiara, los perdimos a todos. En el aspecto de la vida, aspirábamos a tener una vida de avivamiento matutino, pero finalmente no tuvimos éxito. Hay una gran escasez de personas útiles; tenemos aquí poco más de cuarenta santos que se reúnen. Hay también una escasez de dirección por parte de las hermanas. Dado que la ubicación del salón de reunión no es muy accesible, a la gente no le es fácil reunirse. Además, los cuatro hermanos responsables de la iglesia no están abiertos los unos a los otros.

  La iglesia E: De momento hay casi veinte hermanos y hermanas que tienen reuniones de oración en tres casas, pero la iglesia aún no ha sido establecida.

  La iglesia F: La condición de la iglesia aquí es más bien débil y pobre. En cuanto a las reuniones, hay de cincuenta a sesenta hermanos que se reúnen durante la semana, y más de cien que se reúnen el día del Señor. El número total de santos es de doscientos sesenta y seis. Las reuniones de hermanas son relativamente más fuertes. Tenemos reuniones semanales en cuatro lugares diferentes, pero la obra es más bien fragmentaria. Le prestamos atención a la lectura de las publicaciones espirituales, y hay hermanos específicos que son responsables por guiar a los santos en este estudio; por lo cual, ha habido cierto resultado. Hemos tenido la expectativa de guiar a los santos a internarse en el aspecto de la vida, pero nadie se atreve a hacerlo porque ninguno ha manifestado ser más avanzado y apto para llevar la delantera. La mayor parte del tiempo guiamos a los hermanos y hermanas en grupos y laboramos con ellos mediante la reunión de comunión.

  La iglesia G: Tenemos casi treinta santos aquí. Hace dos meses el Espíritu Santo estaba laborando tan poderosamente que algunos hermanos y hermanas, a raíz de que recibieron el derramamiento del Espíritu Santo, salieron a predicar el evangelio y a visitar personas, bajo sol o lluvia. Sin embargo, algunos nos atacaron, en especial las hermanas, diciendo que ésta era la obra de Satanás. Este malentendido causó muchos perjuicios. Aunque la iglesia se ha recobrado, seguimos en la batalla. Alquilamos un salón de reunión, pero debido a que el arrendador es una persona irrazonable, a los santos les es difícil soportarlo. Al mismo tiempo, pocos santos sienten que la iglesia es su casa.

  La iglesia H: Tenemos treinta y dos hermanos en nuestra localidad. La condición de la iglesia es buena, y podemos costear la renta de nuestro salón de reunión por nosotros mismos. Hay siete u ocho santos que se han entregado específicamente al Señor, así que el Señor se ha propagado un poco. Durante las dos conferencias pasadas, varios hermanos de una localidad circundante vinieron a perfeccionarnos. En esa iglesia hay siete u ocho hermanos que son aptos para ministrar la palabra. Gracias al Señor, todos los hermanos y hermanas son aptos para servir a Dios fielmente. Mi mayor defecto es que soy descuidado. Ayer mientras tenía comunión con mi compañero de cuarto, él también me dijo que yo era una persona descuidada. Esta clase de descuido causa que la iglesia sufra. Aunque mi corazón es ferviente, verdaderamente he desaprovechado mucha gracia. Ser descuidado es mi mayor defecto, y el siguiente es que acostumbro ser acomodadizo; por tal motivo, las exigencias que me impongo a mí mismo y a los hermanos y hermanas no son estrictas en lo absoluto.

EL SECRETO DE LABORAR PARA EL SEÑOR: SER SERIOS Y NO SER DESCUIDADOS

  Recientemente, plantamos dos árboles pequeños en la casa de los obreros. A causa de la remodelación del interior, movíamos las plantas una y otra vez. Una vez finalizada la remodelación, pensamos en dos hermanos que se habían especializado en agricultura. Uno de ellos es el hermano que dijo que él es descuidado. En aquel tiempo le dije: “En cuanto al trasplante de los árboles, como usted es el especialista agricultor, eso se lo confío a usted”. Él dijo que él es descuidado y acomodadizo, lo cual realmente es cierto. El hecho de que él sea descuidado y acomodadizo me perturbó en gran manera. Yo soy un completo novato en la jardinería, pero cuando vi la manera en que él movía las plantas, supe que eso no funcionaría. Yo no sabía si debiera llorar o reír.

  Les pedimos a los hermanos que movieran los árboles el año pasado cerca de este tiempo. Sin embargo, algunos árboles se murieron después que los movieron; hasta ahora los árboles siguen en un estado de desolación. Por consiguiente, este año pensé que no era un buen tiempo para mover los árboles. Luego, un hermano trajo a alguien de una ciudad cercana, del cual me aseguró que si yo le permitía mover los árboles, éstos sobrevivirían. Así pues, el trasplante comenzó. Mientras yo le observaba, aprendí el secreto. Los hermanos que movieron los árboles el año pasado, arrancaron los árboles de raíz sin dejar mucha tierra adherida a las raíces. Finalmente, aquel trasplante no fue muy exitoso, porque pocos árboles sobrevivieron. La persona que movió los árboles este año no sólo mantuvo los árboles con vida, sino que hasta evitó que las hojas se les cayeran. Por ejemplo, el árbol de manzanas javanesas no sólo está vivo, sino que sus hojas siguen verdes. Los dos árboles de níspero no sólo están vivos, sino que también son excepcionalmente fructíferos.

  De este ejemplo aprendí que esto no era un asunto de quién es el “experto”, sino del método de trasplante. Los árboles que trasplantó el hermano “experto” se marchitaron; sin embargo, los árboles que trasplantó aquel otro varón no sólo están vivos, sino que también están produciendo grandes cantidades de fruto. Claro, puede ser que también la disciplina del Espíritu Santo haya tenido parte en los resultados.

  Que seamos exitosos en cierto asunto no depende de si sabemos cómo hacerlo. Más bien, depende de nuestra capacidad para captar el secreto de hacerlo todo de una manera práctica y cabal sin ser descuidados. Me turbé y me molesté interiormente cuando vi lo descuidado y negligente que era el hermano “experto”, porque se suponía que era un experto. Él debió haber sabido el secreto de trasplantar árboles, pero dado que él no era serio ni concienzudo e hizo las cosas de manera acomodaticia, no dio resultado. El éxito de todo asunto no depende de si una persona sabe cómo realizarlo; eso es secundario. El punto primordial es que ella sea seria y que no sea descuidada. Esto es particularmente cierto cuando salimos a laborar; no debemos ser descuidados. Si lo somos, no podremos llevar nada a cabo.

  Los hermanos que compartieron antes sirven a tiempo completo, pero todos dijeron que su obra no era buena. Algunos hablaron de una escasez de cooperación financiera de parte de la iglesia, y aunque ésta sea una razón, no es la razón principal. La razón principal yace en el hecho de que la persona misma es incapaz de satisfacer la necesidad. Una persona que se especializa en una profesión debe ser capaz de hacer su trabajo exitosamente, pero si ella es descuidada, su obra no será efectiva aun cuando haya invertido mucho dinero y tiempo para adiestrarse. Si los hermanos son de esta manera en la iglesia año tras año, ¿cómo podrían ellos producir personas?

  Todos nuestros problemas están relacionados con el hecho de que nuestra persona es inadecuada. Cuando se considera hacer cierto asunto, se utiliza el tiempo y el esfuerzo y se gasta el dinero, pero no hay un resultado. Ésta es la situación relacionada con la obra de los hermanos. Ellos “plantan árboles” y le dedican mucho tiempo y esfuerzo, pero de nada sirve. El único punto bueno podría ser que ellos experimenten la disciplina del Espíritu Santo. Mediante la comunión de estos pocos hermanos, el Señor nos ha mostrado que nuestros problemas están relacionados con nada menos que con nuestro descuido. ¿Qué debemos hacer? Este tiempo sencillo de comunión nos ha señalado muchas lagunas y muestra que no sabemos cómo laborar. Si verdaderamente supiéramos cómo laborar, ciertamente nuestras localidades adoptarían enteramente un nuevo aspecto. Estas palabras han puesto en evidencia muchas lagunas, lo cual prueba que no sabemos cómo laborar.

  La comunión de los hermanos responsables en los diversos lugares con respecto a su situación actual, muestra que su descuido, desorden y tendencia a ser acomodadizos han perjudicado la obra del Señor aun cuando ellos hacen un esfuerzo y pagan un precio. Espero que todos los hermanos y hermanas jóvenes aprendan una seria lección en este asunto.

  Por ejemplo, en una ocasión le pedí a un hermano que barriera la habitación. Él fue muy obediente, y tomó la escoba y empezó a barrer. Si este hermano hiciera las cosas con seriedad, sin tomar en cuenta sus habilidades, él habría comenzado a barrer desde las esquinas. Sin embargo, él tomó la escoba y barrió sólo la parte de en medio de la habitación. Cuando le señalé una esquina, él la barrió; cuando señalé la otra esquina, él la barrió. ¿Cómo puede una persona hacer una buena labor con esta clase de actitud? Simplemente con este asunto de barrer el piso, podemos ver si él sabe cómo laborar. A la postre, yo mismo tuve que mostrarle cómo barrer minuciosamente el piso. Esta clase de persona no puede trabajar, y si lo hace, será inútil porque él no sabe cómo comenzar, ni dónde concentrar sus esfuerzos. Limpiar el piso es un asunto simple. Cuando limpiamos el piso, por ejemplo, necesitamos considerar si debemos usar una escoba o un trapeador. Si ni siquiera sabemos cómo hacer una tarea sencilla, ¿cómo podemos manejar los asuntos prácticos de la iglesia y de la obra cuando éstos son puestos en nuestras manos?

  La comunión y los informes de las diversas iglesias muestran que los problemas que ellas tienen no son el verdadero problema. El mayor problema es que los servidores no saben cómo laborar. Si sabemos cómo laborar, nuestras dificultades financieras no impedirán que seamos aptos para “desenterrar” el dinero cuando sea necesario. El dinero no cae del cielo; debe ser “desenterrado” por los obreros. Cuando algunos hermanos salen para laborar en cierto lugar, no encuentran un suministro material; sin embargo, cuando otros van al mismo lugar para laborar, encuentran un suministro abundante. Esto muestra que algunos no saben cómo laborar. Nunca deberíamos creer que el lugar donde estamos laborando tiene poca capacidad financiera. Hay mucho oro enterrado. Si sabemos cómo laborar, podremos “desenterrar” el oro. Cuando removamos todos los problemas, el oro aparecerá de manera espontánea. Tenemos que ver que nuestra persona es el problema. Todos los problemas están relacionados con nuestro propio ser.

APRENDER LA MANERA DE CONDUCIRNOS Y HACER LAS COSAS

  Varios hermanos que sirven a tiempo completo se han trasladado a cierto lugar. Se ha dicho en Taiwán que esta localidad en particular “desperdicia” el mayor número de personas, es decir, que no usan a muchas personas en la obra de Dios. Parece que ellos desaprovecharan su tiempo día tras día aun cuando tienen tres servidores de tiempo completo y uno de tiempo parcial. He considerado a menudo cómo reducir los gastos allí. He estado allí varias veces, y he visto que la clase de vida que llevan los santos es muy cómoda. Allí resulta difícil llevar a cabo cualquier obra. Debemos dejar que los santos vean que hay muchas cosas que recaen sobre nosotros y que no podemos hacer frente a todo; más bien, necesitamos de su ayuda. Cuando los santos están ocupados limpiando el salón de reunión, no deberíamos andar por ahí sin hacer nada. Si hacemos esto, comprobará que no sabemos cómo laborar y que no conocemos a los hermanos y hermanas.

  No deberíamos pensar que dar nuestro tiempo significa que podemos trabajar. Tenemos que aprender muchísimo más antes que seamos aptos para trabajar. En particular, los hermanos jóvenes tienen que aprender. Si un hermano joven que está sirviendo a tiempo completo vive en el salón de reunión, él debería hacerse cargo de limpiarlo, para que pueda decirles a los santos con denuedo: “Queridos hermanos y hermanas, he estado haciendo la limpieza, pero no puedo tomar cuidado de muchas otras cosas, así que por favor vengan y ayúdenme”. Si éste es el caso, nadie en la iglesia diría: “¿Por qué los jóvenes servidores no hacen nada, pero viven del sustento que les provee la iglesia?”. Cuando todos los santos están haciendo algo, y nosotros andamos alrededor haciendo nada, ¿qué clase de sentir tendrán ellos? Cuando ellos asisten a la reunión del día del Señor y ven que estamos leyendo Génesis 28, interiormente quizás se digan: “¿Por qué él no busca trabajo? ¿Por qué está simplemente recibiendo el apoyo financiero de parte de la iglesia?”. Esto muestra que somos inmaduros y que no sabemos cómo conducirnos en la iglesia. Una vez realmente me molesté. En el salón de reunión se hallaban algunos santos limpiando, otros estaban arreglando el área de reunión y otros preparaban los alimentos. Aun cuando todos estaban ocupados, un hermano que sirve a tiempo completo estaba sentado tocando el piano. Todos estaban muy ocupados y sudorosos, pero él estaba cómodamente sentado y tocando el piano por diversión. ¿Puede en realidad una persona así laborar para el Señor? Nunca deberíamos pensar que podemos servir a Dios siempre que no veamos películas, ni juguemos mahjong, ni discutamos con las personas. Éste no es el caso. Si el sudor de los santos no nos afecta, ¿cómo podemos servir a Dios?

  Ni la doctrina ni la teología cuenta; sólo nuestro vivir actual delante del Señor cuenta. Tenemos que tener algún conocimiento básico referente a cómo conducirnos. Cuando las hermanas están ocupadas sirviendo el alimento, ¿deberíamos estar disfrutando de alguna actividad placentera? Cuando los hermanos están laborando y sudando durante la limpieza, ¿no tenemos un sentido apropiado de las cosas? Esto muestra que no tenemos noción alguna respecto a cómo laborar, cómo tomar cuidado de las cosas y cómo conducirnos. Hago mención de estas situaciones a fin de que podamos tener cierta conciencia en torno a estos asuntos. Necesitamos ejercitarnos diariamente. Mi compartir es muy extenso porque espero que no sólo escuchemos cierta doctrina, sino que verdaderamente aprendamos algo. De esta manera seremos útiles.

EN CUANTO AL ENTRENAMIENTO SOBRE EL SERVICIO

  Tendremos un entrenamiento regular para los hermanos y hermanas que funcionan como responsables en las diversas iglesias y en las reuniones de distrito. La inscripción no estará abierta a todos; por lo tanto, les pedimos a los hermanos responsables en todas las iglesias que recomienden a los santos de sus localidades y los inscriban. En cuanto a los requisitos, en principio serán aceptados los ancianos procedentes de todas las iglesias que quieran participar en el entrenamiento. Espero que las iglesias recomienden a quienes estén dispuestos a aprender y tengan gran capacidad para aprender. Los estudiantes universitarios o los que recién se han graduado son los más indicados. Esperamos que ellos tengan el deseo de servir al Señor por el resto de su vida; por consiguiente, quisiéramos animarlos a que reciban primero algún entrenamiento y luego decidan si ellos deberían buscar un trabajo en el futuro. También aceptaremos a los más fuertes de entre los diáconos. Si otros santos quisieran participar, ellos pueden asistir como oyentes a las clases, pero no corregiremos sus errores ni les daremos la oportunidad de ejercitarse. Lo mejor sería si sólo tuviésemos de sesenta a ochenta personas a lo sumo. Les daremos cierta guía para que ministren la palabra, visiten a las personas, tomen cuidado de los asuntos prácticos y lean la Biblia. También les daremos tareas y les exigiremos que practiquen y se ejerciten de manera estricta. Luego, los evaluaremos y corregiremos.

  Además de esto, necesito hacer una declaración respecto a tres asuntos. Primero, el hecho de que aceptemos a los santos en el entrenamiento no significa que ellos se convertirán en obreros. Éste es meramente un entrenamiento para servir al Señor. Aceptar a alguien para que sea entrenado no significa que le reconocemos como un colaborador. Cuando el entrenamiento se acabe, algunos tendrán que buscar un empleo, y algunos que renunciaron a sus empleos para tomar el entrenamiento quizá después que éste termine necesiten regresar a sus profesiones. Segundo, no somos responsables por la vida que lleven los entrenantes después del entrenamiento. Tercero, espero que los salones de reunión en Taipéi se encargarán de acomodar a los que viven en Taipéi. Para aquellos que vienen de otros lugares, confío en que la obra hará esos arreglos. Los que vienen de oyentes deben hacer sus propios arreglos.

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