Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Cristo como la realidad»
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
11 12 13 14 15 16 17 18 19 20
21
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

CAPÍTULO OCHO

EL SUMINISTRO ILIMITADO DE LA HUMANIDAD DE JESÚS

  Lectura bíblica: Gn. 3:15; 22:18a; Gá. 3:16; Ro. 5:15b, 19; 1 Co. 15:21; 1 Ti. 2:5; He. 2:9, 14-18; Ap. 1:13; Jn. 19:5

DOS EXTREMOS

  En el cristianismo hay dos perspectivas extremistas acerca de la Persona de Jesús. Los modernistas hablan mucho de Jesús como hombre. Ellos dicen que Jesús era solamente un judío, niegan Su divinidad y no admiten que Él es el Dios encarnado que se hizo hombre. En otras palabras, ellos no reconocen la encarnación. Por supuesto que ésta no sólo es una enseñanza extremista, sino también la herejía más grande de la tierra y del universo. La mayor herejía es no reconocer que Jesús es Dios quien se encarnó para ser un hombre.

  Posiblemente debido a la herejía de los modernistas, los cristianos fundamentalistas se han ido al otro extremo. Ellos predican y enseñan demasiado acerca de Cristo el Hijo de Dios, y esto no es incorrecto, pero pasan por alto la humanidad de Cristo. Ellos enfatizan la divinidad de Cristo, pero enseñan y predican muy poco acerca de Su humanidad. Ésta es la sutileza escondida del enemigo. Por un lado él no permite que la gente crea que el Señor Jesús es el Hijo de Dios, y por otro lado permite que les prediquemos sobre la divinidad del Señor siempre y cuando Su humanidad sea desatendida. Debemos darnos cuenta de que, aunque Cristo es el Hijo de Dios, todo lo que Él hizo y todo lo que Él es hoy en día depende no sólo de Su divinidad, sino aún más de Su humanidad.

  Hemos mencionado que la estructura básica del Arca y del tabernáculo no era el oro, sino la madera. Esto significa que lo que Cristo es y lo que ha hecho, no depende tanto de la naturaleza divina como de la humana. La humanidad de Cristo es la estructura principal. Si bien Él es Dios, todo lo que Él hizo y todo lo que Él es requiere de Su humanidad.

UNA FUENTE DISTINTA

  Sin embargo, debemos estar claros que la humanidad de Jesús no procede de la misma fuente que la nuestra. La razón es que nosotros nacimos de hombres, y Él nació de una mujer. Nosotros descendemos del varón, pero Él fue la simiente de la mujer. Tanto Él como nosotros somos humanos, pero las fuentes son distintas. Él es un hombre, pero de distinta categoría. Sin embargo, es significativo y maravilloso que estas dos fuentes se relacionan mucho la una con la otra. Sólo el Espíritu Santo puede hacer que entendamos este asunto. La mujer también descendía de nuestra misma fuente, pero Jesús no vino de esa fuente. Jesús vino de la mujer, pero de otra fuente. Esta otra fuente tiene algo que ver con la nuestra; sin embargo, las dos son diferentes.

  Él se vistió a Sí mismo de la humanidad, y esta humanidad es la estructura principal mediante la cual Él pudo derrotar a la serpiente, el enemigo de Dios. Es mediante esta estructura, esta humanidad, que Dios podía traer la bendición a todas las naciones de la tierra. “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú la herirás en el talón” (Gn. 3:15). “En tu simiente [la de Abraham] serán benditas todas las naciones de la tierra” (22:18a). “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su descendencia. No dice: Y a los descendientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: ‘Y a tu descendencia’, la cual es Cristo” (Gá. 3:16). Satanás, la serpiente, fue herido y destruido por esta humanidad, y la bendición de Dios vino a todas las naciones de la tierra por medio de esta humanidad. Aun la gracia con todos sus dones abundó por medio de esta humanidad: “Porque si por el delito de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia de Dios y el gratuito don en gracia de un solo hombre, Jesucristo” (Ro. 5:15b).

SOMOS CONSTITUIDOS JUSTOS

  También por este hombre fuimos constituidos justos. “Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo, los muchos serán constituidos justos” (Ro. 5:19). Por medio de un hombre, Adán, todos fuimos constituidos pecadores, pero por medio de otro hombre, Jesús, todos fuimos constituidos justos. Simplemente por este único hombre todos fuimos hechos justos.

  Apreciamos la obra y las enseñanzas de Martín Lutero. Él fue un pionero en el recobro de Dios al recobrar la enseñanza de la justificación por la fe. En este asunto él peleó la batalla contra la Iglesia Católica diciendo que si el hombre ha de ser justificado por Dios, no será justificado por las obras, sino por la fe. Aunque esto es correcto, hoy en día debemos decirle a la gente que la justificación es Cristo. En la actualidad algunos pastores luteranos enseñan la justificación por la fe, pero ellos mismos nunca han sido justificados. Ellos tienen la doctrina, pero no están en Cristo. Quizás haya una persona que no sabe nada acerca de la justificación por la fe y, sin embargo, cree en Cristo y dice: “¡Aleluya, Jesús es mío, y yo soy de Él!”. ¿No creen que esta persona ya fue justificada? Aun si usted ha leído en un diccionario importante una definición de la justificación por la fe, si usted nunca ha disfrutado la Persona de Cristo mismo, nunca podrá ser justificado. La justificación no es un asunto de enseñanza, sino que es una Persona. Somos constituidos justos no por una enseñanza, sino por una Persona. ¡Aleluya! Cristo es nuestra justificación. Al recibirle a Él, nosotros somos constituidos justos.

LA RESURRECCIÓN VINO POR UN HOMBRE

  En 1 Corintios 15:21 dice que por un hombre entró la muerte y que también por un hombre entró la resurrección de los muertos. La resurrección entró por el hombre Jesús. Ya hemos visto varios asuntos que ahora disfrutamos en virtud de la humanidad de Jesús, esto es, la destrucción de la serpiente antigua, la bendición que vino a todas las personas, la gracia abundante con todos sus dones, el hecho de ser constituidos justos y la resurrección de los muertos. Disfrutamos de todo esto gracias a la humanidad de Jesús.

SATANÁS ES DESTRUIDO

  Por un lado, Satanás ha sido herido y destruido en la cruz; pero por otro, aún sigue causando problemas. Como seres humanos estamos bajo la influencia nociva de Satanás. ¿Cómo podríamos destruir esta serpiente perniciosa? Solamente hay un camino, y ese camino es ¡alimentándonos de la humanidad de Jesús! Si disfrutamos y nos alimentamos de Su humanidad, la serpiente será destruida. En Juan 6:57 el Señor dice: “El que me come, él también vivirá por causa de Mí”. En este versículo la palabra comer es muy singular; es muy distinta de las otras palabras que se tradujeron “comer” en este mismo capítulo. Una versión traduce esta palabra como “masticar”, que significa mascar con delicadeza, comer poco a poco lenta y delicadamente. Debemos comer al Señor y a veces debemos masticarlo; pero no debemos hacerlo de una manera ruda y tosca sino poco a poco. Comer muy rápido afecta nuestra digestión. Por tanto, debemos aprender a masticar la humanidad del Señor; si lo comemos de esta manera, la antigua serpiente de nuevo será clavada en la cruz. Dicha masticación herirá la cabeza de la serpiente. Debemos disfrutar a Jesús como hombre al comer de Él.

LA BENDICIÓN QUE ALCANZA A LOS QUE ESTÁN A NUESTRO ALREDEDOR

  En Jesús todas las naciones son benditas, y a través de nosotros los cristianos y la gente a nuestro alrededor deben ser bendecidas. Pero ¿es ésta nuestra verdadera situación? Dios le dijo a Abraham que en Cristo todas las naciones serían benditas. Así que, por ser cristianos debemos traer la bendición de Dios sobre la gente que nos rodea; sin embargo, muchas veces la gente a nuestro alrededor no son bendecidos sino maldecidos. ¿Es nuestra esposa o esposo bendecido por medio de nosotros o es maldecido? Éste es el verdadero problema. Si nos alimentamos de la humanidad de Jesús, ciertamente traeremos la bendición de Dios a los que nos rodean.

  En 1938 me contaron la historia de una hermana que verdaderamente amaba al Señor. Su marido nos había acusado sobremanera porque ella, desde que se convirtió al cristianismo, había descuidado a su familia. Ella estaba muy ocupada “predicando a Cristo”. El marido, quien aún no era cristiano, era catedrático en una de las universidades más grandes de la China. Me puse en contacto con algunos hermanos y hermanas para indagar acerca de esta hermana, y todos me dijeron lo mismo. La hermana les había dicho que ahora ella vivía para Jesús, y no para su marido ni para sus hijos. Era claro que esta hermana nunca había probado de la humanidad de Jesús. En ese tiempo yo aún no había visto la verdad tocante al disfrute de la humanidad de Jesús, así que le dije a la hermana que debía ser un poco más equilibrada. Ella debía ser tan equilibrada como la harina fina. Pero si hoy en día me enfrentara a ese mismo problema, les diría que se fueran a su casa a orar-leer todos los versículos de Lucas relacionados con la humanidad de Jesús. Entonces ustedes sabrán qué deben hacer y qué clase de esposa o esposo, madre o padre, deberán ser.

  Por un lado, el Señor le dijo a Su madre que Él vivía totalmente para Su Padre celestial; pero, por otro lado, Él fue con Sus padres y se sometió a ellos (Lc. 2:49-51). Ésta es la humanidad del Señor Jesús. Es por medio de esta humanidad que el pueblo a nuestro alrededor puede ser bendecido. Temo que los vecinos que viven a nuestro alrededor no son bendecidos porque nosotros somos como “ángeles”; no tenemos la humanidad apropiada. Todos necesitamos ser humanos, pero no humanos de una manera natural. Necesitamos la humanidad de Jesús. Cuanto más nos comportemos como ángeles, más maldecidas serán las personas a nuestro alrededor; pero cuanto más vivamos como seres humanos apropiados, más bendecidos serán los que nos rodeen.

  En 1938, en China, otra hermana también vino a mí y me preguntó: “¿Qué puedo hacer con mi marido? Él se niega a creer en el Señor Jesús. He orado por él y le he hablado mucho del Señor; pero cuanto más le hablo, más se aleja”. Después descubrí que ella era muy angelical, así que le dije que fuese un poco más equilibrada y fuese una esposa normal para su marido. Le aseguré que si ella era balanceada, su marido se salvaría. No mucho después de eso, recibí una carta de esa hermana en la que me dijo que su esposo había sido salvo.

  Dios no encomendó Su evangelio de gracia a los ángeles; sólo los seres humanos están calificados para predicar el evangelio. El ángel pudo decirle a Cornelio que hiciera venir a un hombre llamado Pedro, pero el ángel no pudo hablar una sola palabra acerca del evangelio (Hch. 10:3-5). Los ángeles no están calificados para predicar el evangelio; sólo el hombre está calificado. Debemos ser humanos para predicar el evangelio, pero no debemos ser humanos de acuerdo con nuestro ser natural; eso es diabólico. Necesitamos otra clase de humanidad, la humanidad de Jesús. Por medio de esta humanidad podemos traer la bendición de Dios sobre todos los que están alrededor nuestro. Si tenemos la humanidad de Jesús, dondequiera que estemos, en la oficina, en las escuelas, en las universidades, los vecindarios o con nuestras familias, podemos ser la causa de que la gente sea muy bendecida. Entonces el evangelio será prevaleciente.

EL SUMINISTRO PROPIO DE LA HUMANIDAD DE JESÚS

  Ahora debemos ver el suministro propio de la humanidad del Señor en Hebreos 2. “Así que, por cuanto los hijos son participantes de sangre y carne, de igual manera Él participó también de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tiene el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a esclavitud. Porque ciertamente no socorre a los ángeles, sino que socorre a la descendencia de Abraham. Por lo cual debía ser en todo hecho semejante a Sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel Sumo Sacerdote en lo que a Dios se refiere, para hacer propiciación por los pecados del pueblo. Pues en cuanto Él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados” (vs. 14-18).

  El Señor Jesús participó de nuestra sangre y carne para destruir al diablo, quien tiene el poder de la muerte. La liberación está aquí, la propiciación está aquí y el socorro también está aquí, aun cuando la palabra socorrer no es la adecuada. En griego esta palabra significa sostener, o sea, ofrendar cierta clase de ayuda o suministrar. Si masticásemos la humanidad de Jesús todo el tiempo, recibiremos cierta clase de ayuda, socorro y suministro. Cualquier cosa que necesitemos, la recibiremos. Jesús es poderoso para socorrer a los que son tentados.

  Los cristianos hoy en día tienen el concepto religioso de que Jesús es el Dios todopoderoso; sin embargo, no se dan cuenta que Él es tan humano, ni saben cómo apreciar Su humanidad. Ahora bien, de todas las ofrendas, la ofrenda de harina es la más importante. Sólo esta ofrenda puede satisfacer a Dios y ser una especie de memorial para Él; además, sólo esta clase de ofrenda puede sustentar la vida del sacerdocio. Necesitamos ver algo de Cristo como la ofrenda de harina. Este asunto ha sido sumamente descuidado en el cristianismo actual. Esperamos que el Señor recobre la humanidad de Jesús en forma apropiada; pues es todo lo que necesitamos hoy en día. Muchos cristianos han orado para recibir el poder de lo alto, pero miremos su situación. Tal vez hace cinco años ellos recibieron el así llamado poder de lo alto, pero ¿cómo viven hoy en día? Ni siquiera este poder los libró de su mal genio. Parece que cuanto más le pedimos al Señor, como el Salvador Todopoderoso, que nos libre de nuestro mal genio, más nos enojamos. El Señor Jesús casi nunca contesta esta clase de oración. Pero si simplemente aprendemos a disfrutar a Cristo como nuestra ofrenda de harina y masticamos Su humanidad durante todo el día, veremos lo que sucederá con nuestro mal genio. Recibiremos el socorro, la ayuda, el sustento y el suministro de la humanidad de Jesús.

DEFICIENTES DE LA HUMANIDAD APROPIADA

  Los médicos dicen que si tenemos cierta clase de enfermedad, eso muestra que estamos escasos del suministro de vida o de vitaminas. Si estamos escasos del suministro de vida, ciertamente nos vendrá alguna enfermedad. En mi país nativo había una aldea donde la gente parecía perder la vista en las noches. Esto se debía a cierta enfermedad. Ellos no conocían nada de vitaminas, así que no comprendían que tenían deficiencias en vitamina A. Pero ellos vivían en la playa y pescaban una gran cantidad de cierta clase de peces. Cuando empezaron a comer el hígado de esos peces, se sanaron. Por supuesto, ahora sabemos que el hígado del pescado tiene un alto contenido de vitamina A. El punto es éste: si tenemos una carencia de vitamina A y perdemos nuestra vista, y después nos arrodillamos a pedirle al Salvador Todopoderoso que nos sane, no funcionará. Cuanto más oremos de esa manera, más perderemos nuestra vista. Simplemente necesitamos comer una gran cantidad de hígado de pescado. Para nosotros en la actualidad, ¿qué es “el hígado de pescado”? Es la ofrenda de harina, que representa la humanidad de Jesús.

  Perder nuestra paciencia con facilidad es una especie de enfermedad que se debe a nuestra escasez de la humanidad de Jesús. Si nosotros masticásemos la humanidad de Jesús como la gente de esa aldea comía el hígado de pescado, espontáneamente seremos sanados. La Biblia claramente establece que necesitamos la humanidad del Señor como nuestra ofrenda de harina, pero no hemos visto esto. Hemos leído las Escrituras por años y aún no hemos visto esto porque simplemente estamos velados por nuestros conceptos naturales. Debemos olvidarnos de nuestros conceptos naturales y venir a la Palabra pura sin ninguna clase de conceptos religiosos. Si hacemos esto, veremos la importancia de la humanidad de Cristo en la Biblia.

UN HOMBRE EN EL CIELO

  En el pasado algunos cristianos trataron de discutir conmigo, diciéndome que es erróneo decirle a la gente que Cristo está en el cielo como un hombre. Ellos afirmaban que Cristo fue un hombre solamente hasta el momento en que fue crucificado y que después que Él resucitó, ya no era un hombre. Ellos eran de los predicadores que dicen creer en la Biblia palabra por palabra; así que les pregunté: “¿Qué piensan de Hechos 7:55-56, cuando Esteban estaba siendo apedreado y él puesto los ojos en el cielo vio a Jesús como el Hijo del Hombre en los cielos? Mi Jesús según la Biblia sigue siendo un hombre en los cielos. Y qué tal de cuando el sumo sacerdote estaba juzgando al Señor y le preguntó si era el Hijo de Dios, y el Señor le contestó que él vería al Hijo del Hombre sentado a la diestra de Dios en los cielos y que él también vería al Hijo de Hombre viniendo en las nubes del cielo” (Mt. 26:63-64). Por supuesto que tales predicadores no tenían nada que decir de estas Escrituras. Hoy debo añadir que por la eternidad nosotros veremos al Hijo del Hombre. En la Nueva Jerusalén, Jesús estará allí como el Cordero; pero para que el Señor sea el Cordero tiene que tener humanidad. Si el Hijo de Dios no tuviese humanidad, nunca podría ser el Cordero. Cuando llegó a ser carne y habitó entre nosotros, Él fue llamado el Cordero de Dios. El Cordero siempre está relacionado con la encarnación. Si Él no se hubiese encarnado como un hombre, ¿cómo podría ser el Cordero de Dios? En la eternidad, por siempre, Él será el Hijo del Hombre.

EL HIJO DEL HOMBRE EN MEDIO DE LAS IGLESIAS

  En Apocalipsis 1:13 Juan recibió una visión del Hijo del Hombre que andaba en medio de las iglesias locales: “En medio de los candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro”. Después de la resurrección y ascensión del Señor, Juan lo vio que andaba en medio de las iglesias locales como el Hijo del Hombre. Todos necesitamos Su humanidad.

  Tengo la plena certeza de que si nosotros usamos nuestro tiempo para disfrutar a Cristo en Su humanidad, todas las iglesias locales serán brillantes y resplandecientes así como verdaderas y reales. Cristo no se reveló a Juan como el Hijo de Dios. Él es el Hijo de Dios, pero no vino así. Él vino en la forma del Hijo del Hombre. Esto nos muestra que el Hijo del Hombre es para las iglesias locales; y todas las iglesias locales necesitan la humanidad de Jesús. Todo el tiempo debemos tomarlo a Él como nuestro alimento, disfrutarle y masticar Su humanidad. Aun debemos orar: “Oh Señor Jesús, Tú eres el Hombre verdadero y Tú eres el alimento del sacerdocio. Tú eres la harina fina con la que hacemos la ofrenda de harina que traemos a la Tienda de Reunión como un regalo a Dios el Padre”. Es preciso ver que hasta el hecho de orar una oración como ésta, hará una gran diferencia, porque redundará en nutrición. Seremos nutridos con la humanidad de Jesús, y este nutrimento absorberá todas nuestras debilidades. La humanidad de Jesús nos hará espiritualmente saludables; si no me creen, practíquenlo y verán. Cuando estén a punto de perder la paciencia, sólo digan: “Oh Señor Jesús, tomo Tu humanidad. Voy a perder la paciencia, pero Señor, tomo Tú humanidad”. Entonces verán lo que sucederá con el mal genio.

LA DIVINIDAD Y LA HUMANIDAD

  Estoy seguro de que todos ya han visto la diferencia entre Hebreos 1 y 2. El capítulo 1 nos muestra que Cristo es el Hijo de Dios; aun menciona que es Dios mismo. Este capítulo nos habla de Su divinidad, pero el capítulo 2 habla de Su humanidad. En el capítulo 1 Él es Dios, pero en el capítulo 2 Él es hombre. Es al final del capitulo 2 que encontramos el socorro, la ayuda, el sustento, el auxilio y el suministro. Esto no proviene principalmente de Jesús como el Hijo de Dios, sino de la humanidad de Jesús. El hombre Jesús es Aquel que socorre, Aquel que da ayuda, Aquel que presta auxilio, Aquel que sostiene y Aquel que abastece. Nuestra ayuda y sostén vienen principalmente de Su humanidad. Quizás Su divinidad baste para socorrer y suministrar a algunos ángeles, pero para poder socorrernos y suministrarnos a nosotros, Él debe poseer Su humanidad. Si vamos a disfrutar Su socorro, debemos alimentarnos de Su humanidad. En esto consiste la ofrenda de harina.

  Muchos de ustedes han estado en el cristianismo por años, pero según vuestro sentir, ¿había alguna ofrenda de harina en el llamado servicio cristiano? En esos servicios ¿había algo que nos alimentara con la humanidad de Jesús? Según mi experiencia, puedo decir que no había nada sino palabras; no había ofrenda de harina. Aun entre las iglesias locales siento que no hay suficiente ofrenda de harina. Debemos buscar al Señor para que, por Su misericordia, a partir de ahora en todas las reuniones, lo que presentemos a Dios sea principalmente la ofrenda de harina. Debemos traer a las reuniones algo de lo que hemos experimentado de la humanidad de Jesús. Entonces nuestras reuniones serán enriquecidas, y nosotros seremos nutridos de una manera sacerdotal para practicar el verdadero sacerdocio.

HE AQUÍ EL HOMBRE

  Finalmente debo decir: “He aquí el Hombre”. Esto es lo que encontramos en Juan 19:5: “Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el hombre!”. En ese entonces Jesús estaba coronado con una corona de espinas, pero hoy lleva una corona de gloria. En ese tiempo tenía un manto de púrpura, pero ahora lleva un manto sacerdotal. Él está coronado de gloria y está vestido del manto sacerdotal para cuidar de todas las iglesias locales. Así que: “¡He aquí el Hombre!”. Todos necesitamos ver a este Hombre, porque este Hombre es nuestro socorro, nuestra ayuda, nuestro sostén, nuestro suministro y nuestro todo. Este Hombre es el alimento que necesitamos en el sacerdocio.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración