
Lectura bíblica: Éx. 25:8, 9, 10a, 11; 26:15, 29; Jn 1:14a; Ap. 21:2, 3; 1 Ti. 3:15, 16; 1 P. 2:4, 5; Ef. 2:15; 4:24
Después de orar-leer los versículos mencionados arriba, podemos darnos cuenta hasta qué grado la iglesia está constituida con el elemento humano. La iglesia necesita de la humanidad apropiada. Muchos cristianos cuando hablan de la iglesia solamente se refieren a la espiritualidad. Pero estos versículos nos muestran cuán necesaria es la humanidad apropiada en la vida de iglesia.
Por los tipos de las Escrituras podemos ver que se necesita de una humanidad apropiada para la vida de iglesia. Ya hemos visto lo que significa el Arca y el tabernáculo: el Arca es Cristo, y el tabernáculo es el agrandamiento del Arca. Por lo tanto, el tabernáculo significa el agrandamiento de Cristo, Su Cuerpo, el cual es la iglesia como Su plenitud. Cuando Cristo, quien es el Arca, es aumentado y agrandado, entonces llega a existir el tabernáculo, esto es, la iglesia. Así como el tabernáculo es el agrandamiento del Arca, la iglesia es el agrandamiento de Cristo.
Esto se puede comprobar por el hecho de que el Arca estaba construida de madera de acacia revestida de oro por dentro y por fuera: “Harán también un arca de madera de acacia [...] La recubrirás de oro puro por dentro y por fuera, y pondrás encima y alrededor de ella una cornisa de oro” (Éx. 25:10a, 11). Encima del Arca, alrededor de los cuatro lados, el oro tenía la forma de una corona. Al usar la palabra corona o cornisa, se entiende que el oro se usaba principalmente como decoración. El Arca no era llamada el Arca de oro, sino el Arca de madera de acacia, debido a que la estructura principal y básica del Arca era la madera. La madera en la Biblia siempre representa a la humanidad, y la madera de acacia tipifica la humanidad de Jesús. El oro, que en tipología representa la naturaleza divina, recubría la madera, que representa la naturaleza humana. Así pues, como el Arca, Cristo representa la naturaleza humana recubierta con la naturaleza divina.
Al contemplar la vida de Jesús en los cuatro Evangelios, vemos a un hombre genuino. Él nació de una madre; Él era un hombre físico, real y sólido. Sin embargo, en los Evangelios alguien preguntó: “¿Quién es este hombre?”. Él era un hombre verdadero, pero tenía algo extraordinario, y esto ciertamente era el oro que lo recubría, es decir, Su divinidad. Él estaba revestido de la divinidad de Dios. Él era humano, poseía humanidad, pero esta humanidad estaba revestida de la divinidad. Un día en la cima de un monte Él se transfiguró, y entonces el resplandor del oro se manifestó. Eso fue el resplandor de Su divinidad; no obstante, aún poseía la humanidad. El hombre Jesús estaba allí con el brillo de la naturaleza de Su divinidad. Jesús era el Arca hecha de madera de acacia y recubierta de oro resplandeciente. El aspecto más interesante de este Jesús no es el oro, sino la madera; no es principalmente Su divinidad, sino Su humanidad. Éste es Jesús como el Arca.
También debemos examinar el tabernáculo, el cual estaba compuesto principalmente de cuarenta y ocho tablas. Estas tablas estaban hechas del mismo material y de la misma manera que el Arca: “Harás además para el Tabernáculo tablas de madera de acacia, que estén derechas [...] Recubrirás de oro las tablas” (Éx. 26:15, 29a). El Arca estaba hecha de madera de acacia recubierta de oro, y las tablas del tabernáculo también estaban hechas del mismo material y de la misma manera; eran de madera de acacia recubiertas de oro.
Sin embargo, debemos notar que en Éxodo 26:15 Dios dice que las tablas del tabernáculo deben estar derechas. Sabemos que el oro es valioso, pesado y brilla; pero en cierto sentido el oro por sí solo no puede estar derecho. A fin de que las tablas del tabernáculo estén derechas, en el sentido de estar verticales, se necesita la madera de acacia. La madera de acacia sí puede permanecer derecha o erguida.
En cuanto al tabernáculo, una vez más vemos que la madera de acacia es la estructura principal. Esto quiere decir que el agrandamiento de Cristo, que es la iglesia, está compuesto principalmente de la humanidad de Jesús recubierta de la divinidad. Necesitamos la humanidad y también la divinidad; pero es la humanidad la que hace que la iglesia permanezca en pie. Al examinar la situación actual, vemos que en muchos lugares las llamadas iglesias cristianas no están derechas, sino que más bien se están cayendo, y algunas ya se han caído. Ellas pueden decir que son espirituales, pero son espiritualmente “caídas”, no derechas. Les hace falta la madera de acacia, la humanidad apropiada de Jesús. Tanto el Arca como el tabernáculo tienen madera de acacia como su sustancia principal. De la misma manera que Jesús se sostuvo por medio de la humanidad apropiada, así también sólo Su humanidad puede hacer que la iglesia permanezca derecha.
En Juan 1:14 la palabra que se tradujo “habitó” también puede ser traducida como “fijó tabernáculo”: “Y el Verbo se hizo carne, y fijó tabernáculo entre nosotros”. El Verbo que era Dios llegó a ser carne y fijó tabernáculo entre nosotros. No podemos separar el tabernáculo de la carne. Si Dios había de fijar tabernáculo entre nosotros, Él necesitaba la carne. Así que Él se hizo carne y luego fijó tabernáculo entre nosotros. Sin la carne, sería muy difícil para Dios fijar tabernáculo entre nosotros. Por lo tanto, en cierto sentido la carne es el tabernáculo y la carne es la humanidad. Claro, aquí la carne no quiere decir la carne maligna, sino la carne apropiada, pura y elevada del Señor. Dios necesitaba esta carne para fijar tabernáculo entre nosotros.
En Juan 1:14 vemos que Jesús es este tabernáculo. Si pasamos del libro de Juan al de Apocalipsis, vemos que Jesús mismo no es solamente el tabernáculo, sino que Él también es la iglesia, la Nueva Jerusalén. “Y vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una novia ataviada para su marido. Y oí una gran voz que salía del trono que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y Él fijará Su tabernáculo con ellos; y ellos serán Sus pueblos, y Dios mismo estará con ellos y será Su Dios” (Ap. 21:2-3). La Nueva Jerusalén está compuesta principalmente de piedras preciosas, las cuales fueron transformadas de entre la creación de Dios. Ciertamente esto representa la humanidad. El tabernáculo máximo y final, la Nueva Jerusalén, que es la consumación máxima y final de la iglesia, está edificada con la humanidad apropiada, o sea, con la humanidad de Jesús.
Leamos 1 Timoteo 3:15 y 16, dos versículos de las Escrituras que son maravillosos y van mucho más allá de lo que podemos entender: “Pero si tardo, escribo para que sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad. E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Él fue manifestado en la carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado entre las naciones, creído en el mundo, llevado arriba en gloria”. La iglesia es la iglesia del Dios viviente. La iglesia no es sólo la iglesia de Dios en los cielos o la iglesia en doctrina, sino que es la iglesia del Dios viviente. La iglesia debe tener a Dios viviendo en ella, y esta iglesia del Dios viviente es columna y fundamento de la realidad.
En el tiempo que se escribió 1 Timoteo, imperaba la arquitectura griega, según la cual se usan columnas o pilares que sostienen todo el edificio. La iglesia del Dios viviente es como esas columnas con una base que sostiene a Cristo como la realidad. La palabra verdad en el versículo 15 también se puede traducir “realidad”. Así pues, para que la iglesia sea tal columna que sirve de sostén para Cristo como la verdad, ella necesita tener la humanidad apropiada de Jesús. Esto lo muestra el versículo 16, donde se nos dice que Dios fue manifestado en la carne. Como hemos visto, la carne es simplemente la humanidad. Esto prueba que para que la iglesia sea una columna apropiada que sostiene a Cristo como la realidad, se requiere de la humanidad de Jesús.
Si leemos detenidamente 1 Timoteo 3:16, veremos que este versículo no se refiere únicamente a Cristo. Este versículo dice que Dios fue manifestado en la carne, justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado entre las naciones, creído en el mundo y llevado arriba en gloria. Aquí parece que el apóstol Pablo cometió un error. ¿Fue Cristo llevado arriba en gloria antes o después de ser predicado entre las naciones? Todos sabemos que Él ascendió antes de ser predicado; sin embargo, este versículo nos dice claramente que primero Cristo fue predicado, después creído y después llevado arriba en gloria. Creo que ahora todos estamos claros. Este Cristo incluye no sólo la Cabeza, sino también el Cuerpo. Como Cabeza Él fue llevado arriba antes de ser predicado a las naciones; pero después que Él sea predicado, Su Cuerpo será llevado arriba en gloria. Por esto podemos ver que la manifestación de Dios en Cristo no es únicamente en Cristo la Cabeza, sino también en Su Cuerpo, que es la iglesia. En Cristo Dios fue manifestado en la carne, y Dios está siendo manifestado en la carne en la iglesia. Esta manifestación no sólo se refiere a la persona individual de Cristo, sino que es la Persona de Cristo más el Cristo corporativo. En lo que respecta a la Persona de Cristo, Él fue llevado arriba antes de ser predicado; pero el Cristo corporativo será llevado arriba en gloria después de la predicación. Por lo tanto, al juntar estos dos versículos, podemos ver lo que es la iglesia. La iglesia es simplemente la manifestación de Dios en Cristo, y esto depende sobremanera de la humanidad de Jesús.
Según nuestro concepto religioso, la palabra carne tiene una connotación negativa. Siempre que hablamos de la carne nos referimos a algo que es degradado. Por supuesto que nuestra carne no es buena, pero la carne de Jesús es mucho mejor que la nuestra. Nosotros no apreciamos nuestra carne debido a que es tan pobre y pecaminosa, pero tenemos otra carne. ¡La carne de Jesús es maravillosa! Ésta es Su humanidad perfecta. Por tanto, para que la iglesia manifieste a Dios, necesitamos la humanidad de Jesús. Necesitamos tomar Su humanidad. Estoy tan contento de que este versículo no dice que Dios fue manifestado en el Espíritu, sino que fue manifestado en la carne.
Dios manifestado en la carne es visto por los ángeles y predicado a los gentiles. No sólo estamos predicando a Cristo, sino a Cristo con la iglesia. ¿Cómo podemos predicar a la Cabeza sin el Cuerpo? ¿Alguna vez ha visto a una persona sin su cuerpo? Si usted viniese a la reunión sin su cuerpo, sería un monstruo. Pero esto es lo que muchos pobres cristianos están predicando hoy en día; predican únicamente a Cristo la Cabeza. Nosotros predicamos a Cristo con Su Cuerpo. Cristo y la iglesia son el gran misterio de Dios (Ef. 5:32). Esto es lo que se debe predicar entre los gentiles. Finalmente este Cristo corporativo será llevado arriba en gloria. Ésta es la vida de iglesia; sin embargo, para esta vida de iglesia necesitamos la humanidad apropiada. Ninguna carne es buena para la vida de iglesia, sea americana, china o japonesa; sólo la carne de Jesús es buena. En la iglesia necesitamos la humanidad de Jesús.
Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad, es decir, Dios fue manifestado en la carne. ¿Se imaginan esto: Dios está manifestado en la carne? Dios no tiene la intención de manifestarse a Sí mismo en los ángeles. Dios no los ama tanto, pues ellos son solamente Sus siervos. Debido a que Dios ama a la iglesia, Él se manifestó en la carne. Esto es Cristo y la iglesia, el gran misterio de Dios.
El siguiente punto que debemos ver se encuentra en 1 Pedro. Allí el apóstol Pedro nos dice que Cristo es la piedra viva y que nosotros somos las piedras vivas. “Acercándoos a Él, piedra viva, desechada por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sois edificados como casa espiritual hasta ser un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo” (2:4-5). Sabemos que en la Biblia las piedras representan el material para la edificación. Cristo es la piedra viva, y nosotros somos las piedras vivas para ser edificados como casa espiritual. Esta casa espiritual es el sacerdocio. Aprecio la versión en inglés King James en este versículo, porque pone una coma después de “casa espiritual”, para mostrar que la casa espiritual es el sacerdocio. “Vosotros también, como piedras vivas, sois edificados como casa espiritual, sacerdocio santo [heb.]”. Esto prueba que el sacerdocio es la casa espiritual y que la casa espiritual es el sacerdocio.
En 1966, cuando abarcamos el tema del sacerdocio (The Stream [El manantial], del tomo 5, núm. 4 al tomo 6, núm. 4), señalamos que en el Nuevo Testamento la palabra sacerdocio tiene dos significados diferentes. Primeramente se refiere al servicio o ministerio sacerdotal, y en segundo lugar quiere decir cuerpo sacerdotal o cuerpo de sacerdotes. En español sólo hay una palabra para designar el sacerdocio, pero en el griego hay dos palabras con significados distintos. En Hebreos 7 la palabra traducida “sacerdocio” significa servicio o cargo sacerdotal, mientras que en 1 Pedro esta palabra significa cuerpo sacerdotal o cuerpo de sacerdotes. La casa espiritual no es un servicio sacerdotal, sino un cuerpo de sacerdotes; es una entidad corporativa. Los sacerdotes edificados juntos son la casa espiritual. Éste es el significado de la palabra sacerdocio en este pasaje.
En el Nuevo Testamento el sacerdocio es diferente del que se menciona en el Antiguo Testamento. En el Nuevo Testamento, los sacerdotes que son edificados juntos son el tabernáculo; son la casa espiritual. En la tipología del Antiguo Testamento es un poco difícil unir estos dos puntos, debido a que el tabernáculo y los sacerdotes son dos entidades diferentes. Pero en realidad estos dos tipifican una sola entidad con dos aspectos, esto es, el edificio de Dios que es el tabernáculo de Dios, o sea, la casa de Dios. Esta casa está edificada con los sacerdotes quienes son las piedras vivas. Nosotros somos el sacerdocio y somos las piedras vivas. Cuando somos edificados juntos, llegamos a ser un cuerpo de sacerdotes, el cual es el sacerdocio.
En Levítico vemos que los sacerdotes vivían principalmente de la ofrenda de harina. Toda su existencia dependía principalmente de la ofrenda de harina. Los sacerdotes son las tablas del tabernáculo que están derechas y subsisten al alimentarse de la ofrenda de harina, la cual representa la humanidad fina de Jesús. Como los sacerdotes de hoy en día, somos las tablas del tabernáculo, pero para estar firmes debemos alimentarnos con la humanidad de Jesús. No basta con alimentarnos de Jesús como el Cordero pascual o el maná celestial. Alimentarnos del maná celestial sólo nos sustenta para mantenernos en el desierto; pero para ser las tablas derechas del tabernáculo, necesitamos la humanidad de Jesús como nuestro alimento diario.
Supongamos que ninguno de los israelitas ofreciera la ofrenda de harina y que los sacerdotes no recibieran nada como ofrenda de harina. Esto haría que los sacerdotes padecieran una dieta de hambre; pues no tendrían una alimentación apropiada. El alimento de los sacerdotes no era ordinaria, sino extraordinaria; su alimento era la ofrenda de harina. Si la iglesia no disfruta suficientemente la humanidad de Jesús, la iglesia local será extremadamente débil. Si todos los miembros disfrutan a Cristo solamente como el Cordero inmolado y como el maná celestial, pero no lo disfrutan como la ofrenda de harina, todas las tablas no permanecerán derechas, sino que se vendrán abajo.
Puede ser que poseamos cierto conocimiento bíblico y algunos dones, incluso podemos tener cierta medida de espiritualidad, pero si no disfrutamos de la humanidad de Jesús, estaremos simplemente caídos. No habrá nada que nos sostenga. Lo único que puede mantenernos derechos es la humanidad de Jesús. En el cristianismo esto se ha perdido y se ha desatendido por siglos. Sin embargo, creo que el Señor lo va a recobrar. Esto es lo que necesitamos en la vida de iglesia. El tabernáculo está compuesto principalmente de las tablas, y las tablas son los sacerdotes, aquellos que solamente pueden existir al alimentarse de la ofrenda de harina. Nosotros somos los sacerdotes, las tablas, los materiales para la edificación de la iglesia local. Así que, tenemos que alimentarnos de algo a fin de permanecer firmes, y este algo es la humanidad de Jesús que es la ofrenda de harina.
Por ejemplo, supongamos que todos los israelitas hayan ofrecido los holocaustos, las ofrendas de paz, la ofrenda por el pecado y la ofrenda por la transgresión, sin presentar la ofrenda de harina. Yo creo que los sacerdotes se morirían de hambre. Ésta es la situación en que se encuentran los cristianos hoy en día. Ellos aprecian la muerte del Señor en la cruz como la ofrenda por el pecado y la ofrenda por la transgresión. Ellos disfrutan la paz con Dios por medio de Cristo como la ofrenda de paz, pero no lo experimentan como la ofrenda de harina. Ellos simplemente no tienen esta comprensión o entendimiento. Por esto entre los creyentes actuales hay poca edificación de la iglesia.
La iglesia es la casa de Dios; es el tabernáculo actual y está compuesto de tablas derechas. Dichas tablas son los sacerdotes, quienes sólo pueden subsistir al alimentarse de la ofrenda de harina. Esto quiere decir que si hemos de ser las tablas que edifican el tabernáculo de Dios, debemos alimentarnos de la humanidad de Cristo. Sin la ofrenda de harina, no habría manera de obtener las tablas derechas para el tabernáculo, y todo el tabernáculo se vendría abajo. Ésta es la situación actual. Tal vez presentemos el holocausto, la ofrenda de paz, la ofrenda por el pecado y la ofrenda por la transgresión; pero si no presentamos la ofrenda de harina, no tendremos nada con que alimentar a los sacerdotes, quienes son las tablas derechas. El verdadero sostén es el alimento sacerdotal de la ofrenda de harina. Sólo la humanidad de Jesús es el alimento sacerdotal que puede sostener a los sacerdotes como las tablas derechas. Todos debemos orar para que podamos experimentar y masticar la humanidad de Jesús. Entonces tendremos algo de Su humanidad que podemos traer a la reunión y presentar a Dios como una ofrenda de harina. Esta ofrenda de harina será la comida sacerdotal para muchos de los sacerdotes entre nosotros, capacitándolos para ser las tablas derechas. Es así que el tabernáculo será edificado y Dios tendrá una morada.
Finalmente, en el libro de Efesios vemos al nuevo hombre. Para ver a este nuevo hombre debemos leer tanto Efesios 2:15 como 4:24: “Aboliendo en Su carne la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en Sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz [...] Y os vistáis del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la realidad”. La iglesia es el nuevo hombre, y como hombre requiere una humanidad apropiada, una humanidad nueva, la cual es simplemente Cristo. Debemos vestirnos del nuevo hombre, es decir, debemos vestirnos de la humanidad de Jesús.
Efesios 2:15 dice que Cristo ya creó el nuevo hombre, y Efesios 4:24 nos dice que nos vistamos del nuevo hombre. Permítanme darles un ejemplo. Cristo ya ha cumplido la redención, pero debemos aplicarla a nosotros mismos. Esto quiere decir que debemos vestirnos de Su redención; de no ser así la redención no tendrá ningún efecto en nosotros. El principio es el mismo con el nuevo hombre. El nuevo hombre ya fue creado, pero necesitamos vestirnos del nuevo hombre y aplicar a nosotros mismos lo que Cristo ha creado en la cruz. La manera de vestirnos del nuevo hombre es simplemente disfrutar la humanidad de Jesús. Al participar de la humanidad de Jesús día tras día, nos revestimos del nuevo hombre.