
En 1 Corintios 1:22-23 dice: “Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos tropezadero, y para los gentiles necedad”. Luego el versículo 24 añade: “Mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios y sabiduría de Dios”. Colosenses 3:11b dice: “Sino que Cristo es el todo, y en todos”. Los judíos pedían señales y los griegos buscaban sabiduría, pero Pablo les dijo claramente que Cristo es el poder de Dios, la sabiduría de Dios y que Cristo es el todo.
A fin de satisfacer las necesidades espirituales de muchos santos, es necesario que veamos la realidad de la iglesia. Verdaderamente, la realidad de la iglesia es una realidad espiritual. La iglesia ha estado en la tierra por dos mil años. Estos dos mil años de historia nos muestran que en el mundo hay diversos entendimientos y que se han hecho muchos comentarios en cuanto a la iglesia. Además, incluso aquellos que están en el cristianismo tienen diferentes entendimientos y han hecho muchos comentarios acerca de la iglesia. Por consiguiente, deseamos regresar a Dios y a Su Palabra para ver lo que verdaderamente es la iglesia y para conocer cuál es la realidad de la iglesia. Si el Señor abre nuestros ojos y nos muestra la realidad de la iglesia, tendremos el sentir que el entendimiento humano en cuanto a la iglesia, incluyendo el nuestro, es enteramente el entendimiento de un indocto y que es totalmente ajeno a la Palabra de Dios. Esto no sólo se aplica a la gente del mundo, sino también a los que se llaman cristianos.
¿Cuál es entonces la realidad de la iglesia? La realidad de la iglesia es la realidad espiritual de Cristo, que no es otra cosa que Cristo mismo. El Nuevo Testamento en su totalidad nos muestra lo que la iglesia es. La iglesia es el agrandamiento del principio de Cristo.
En la Biblia se nos habla de Cristo, los cristianos y la iglesia, pero no del cristianismo. ¿Por qué? Debemos dedicar algún tiempo para considerar estos cuatro asuntos: Cristo, los cristianos, la iglesia y el cristianismo. En la Biblia podemos encontrar los primeros tres términos, mas no lo que hoy en día la gente llama el cristianismo. El término cristianismo no se revela en la Palabra de Dios, sino que es una invención humana. Aunque esta palabra se usa con frecuencia en muchos escritos humanos, como en libros, periódicos, revistas y tratados, no podemos encontrar la palabra cristianismo en la Palabra de Dios.
En términos espirituales, Cristo es Dios hecho hombre. Cristo es Dios mezclado con el hombre. “Grande es el misterio de la piedad: Él fue manifestado en la carne” (1 Ti. 3:16a). En el universo y en el linaje humano hubo una Persona que externamente era un hombre, pero que internamente era Dios. Su nombre humano era Jesús, pero según la comisión que recibió, se le dio el título de Cristo. Así pues, Cristo es Dios que entra en el hombre para realizar lo que Dios desea llevar a cabo y hacer lo que Dios desea hacer. Con respecto a Su comisión, Su título es Cristo. Por ejemplo, yo soy fulano de tal. Mi nombre, como hombre, es Witness Lee. Pero supongamos que me nombraran embajador. En ese caso, mi nombre oficial sería embajador Lee. Sin embargo, Cristo no era meramente un representante de Dios en la tierra, pues para realizar lo que Dios deseaba llevar a cabo y para hacer lo que Dios deseaba hacer, Cristo era Dios mismo en el hombre.
Todos sabemos que Dios tiene un plan eterno. A fin de llevar a cabo Su plan eterno en el hombre, Dios se hizo carne y entró en un hombre. Él llegó a ser un hombre auténtico; externamente era un hombre, pero internamente era Dios. Según Su puesto, este Dios-hombre fue llamado Cristo. ¿Qué es Cristo? Cristo es Dios mezclado con el hombre, es Dios unido al hombre. Él es la consumación de la unión de Dios y el hombre. Si queremos conocer la iglesia, primero debemos conocer a Cristo. Por ejemplo, tenemos cierta clase de agua que llamamos agua de miel. ¿Por qué la llamamos así? Porque hay miel en el agua. Entonces, ¿qué es Cristo? Cristo es Dios mezclado con el hombre. Dios se unió y se mezcló con el hombre, ahora no puede separarse del hombre, y Su nombre es Cristo. Por consiguiente, el principio de Cristo es la mezcla de Dios con el hombre, dos que llegan a ser uno solo. Al igual que el agua se mezcla con la miel y llega a ser una sola entidad, del mismo modo, Dios y el hombre se mezclan juntos hasta ser uno solo. Éste es el principio de Cristo.
¿Qué es un cristiano? Un cristiano es una persona que tiene a Cristo en su interior. La forma griega del sufijo en la palabra cristiano significa hombre. Muchas personas piensan que la palabra cristiano significa algo parecido a discípulo, pero, en realidad, no es así. Un discípulo puede denotar simplemente un aprendiz, pero un cristiano se refiere a un Cristo-hombre. Por ejemplo, supongamos que tengo aquí un vaso que contiene agua. En ese caso diríamos que es un vaso de agua. Originalmente era simplemente un vaso, pero después que le echamos agua, viene a ser un vaso de agua. De la misma manera, anteriormente usted era un hombre, pero ahora usted contiene a Cristo. Como resultado, usted es llamado un Cristo-hombre. Sin embargo, puesto que el término “Cristo-hombre” puede sonar un tanto extraño, los traductores de la Biblia optaron por usar la palabra cristiano. Sin embargo, hoy en día muchas personas tienen el entendimiento equivocado, pensando que un cristiano es un discípulo de Cristo, alguien que aprende de Cristo y hace todo lo que Cristo hizo. En realidad, la palabra cristiano en griego simplemente significa “Cristo-hombre”, una persona que tiene a Cristo en ella. Cristo está en ella, y ella y Cristo están unidos.
Dios está mezclado con Cristo, y Cristo está mezclado con el hombre; éste es un cristiano. En otras palabras, un cristiano es alguien en quien está Cristo. Dios está en Cristo, y Cristo está en el cristiano. Las personas en quienes Cristo está, son cristianos. Una persona que ha sido salva debe tener a Cristo morando en ella. Si no tiene a Cristo, aún no ha sido salva. Si una persona tiene a Cristo en su interior, es un “Cristo-hombre”, un cristiano.
Entonces, ¿qué es la iglesia? La iglesia es una entidad compuesta de todos los que tienen a Cristo en ellos. Yo tengo a Cristo dentro de mí, usted tiene a Cristo dentro de usted y él tiene a Cristo dentro de sí. Cuando se añade el Cristo que está en cada uno de nosotros esto es la iglesia. Aun si no hubieran otros cristianos en Taipéi, excepto algunos de nosotros, entonces nosotros en conjunto seguiríamos siendo la iglesia en Taipéi. ¿Qué es la iglesia? La iglesia es la mezcla de Cristo con todos aquellos que le pertenecen a Él. Colectivamente, ellos son llamados la iglesia. Algunos dicen que ellos van a la iglesia, pero no es acertado decir eso. Ellos no van a la iglesia sino a un salón de reuniones. La iglesia, sin embargo, no es una reunión ni es un edificio. La iglesia es Cristo más todos aquellos que le pertenecen a Él. A una persona que le pertenece a Cristo se le llama un Cristo-hombre, pero cuando se junta a un grupo de personas que pertenecen a Cristo, ellos son la iglesia.
Debido a que la gente desconoce este hecho, piensan que la iglesia es un lugar de adoración. En español, la gente a menudo usa la palabra iglesia para referirse tanto a la iglesia como al lugar de adoración. Esto se debe a la falta de conocimiento de la verdad. Algunos que conocen la Biblia han usado la palabra asamblea para referirse a la iglesia. ¿Qué es la iglesia? La iglesia es un grupo de personas que ha recibido a Cristo y tiene a Cristo morando en cada una de ellas. Por favor, recuerden que Dios estaba en el Jesús nazareno, cuyo nombre era Cristo, y que este Cristo entró en muchas personas. Individualmente ellas son cristianos, y colectivamente son la iglesia. En la Biblia otro término espiritual usado para denotar la iglesia es el Cuerpo de Cristo.
En el Nuevo Testamento, el título Cristo tiene dos significados diferentes o dos usos diferentes. En algunos pasajes se refiere al Señor Jesús mismo, mientras que en otros se refiere al Cristo corporativo. Cristo como un individuo es el Señor Jesús mismo (Mt. 16:16), mientras que el Cristo corporativo denota al Señor Jesús y a aquellos en quienes Cristo mora (1 Co. 12:12). La iglesia es, pues, el Cuerpo corporativo de Cristo.
Supongamos que yo señalara a la cabeza del hermano Huang, y dijera: “Éste es el hermano Huang”. ¿Sería correcto decir esto? Sí, sería totalmente correcto. Supongamos que luego señalara el cuerpo del hermano Huang y dijera: “Éste es el hermano Huang”. ¿Sería eso correcto? Sí, también sería correcto. La cabeza del hermano Huang es parte de dicho hermano, y su cuerpo también es parte de él. Las dos partes juntas son el hermano Huang. ¿Qué es la iglesia? La iglesia es el Cuerpo de Cristo, y el Cuerpo de Cristo es Cristo mismo. Entonces, ¿qué es un cristiano? Un cristiano es Cristo. ¿Qué es la iglesia? La iglesia también es Cristo. ¿Por qué? Debido a que lo que está dentro de un cristiano es Cristo y lo que está dentro de la iglesia es Cristo.
Puesto que el cristianismo degradado no ha visto esto debido a la carencia de luz, muchas personas dicen que la iglesia es una organización de caridad o una misión evangélica. Estos nombres son superficiales y degradados, y no nos muestran el contenido de la iglesia. El contenido de la iglesia es Cristo mismo. Cristo es la iglesia y la suma total de todos los cristianos es la iglesia. Algunas personas creen en Buda y el mundo llama a esto budismo. De igual forma, algunos creen en Cristo y el mundo llama a esto cristianismo. Así pues, el cristianismo se ha convertido en una de las religiones mundiales; se ha convertido en una organización religiosa que no tiene a Cristo.
Aunque el cristianismo no existe como tal en la Biblia, sí existe el cristianismo entre los seres humanos. ¿Qué es el cristianismo? Es una organización religiosa que ha perdido a Cristo y carece de Cristo. Individualmente una persona que tiene a Cristo es un cristiano; y corporativamente, todos aquellos que tienen a Cristo conforman la iglesia. Sin embargo, hoy en día existe un grupo de personas que pertenecen a Cristo de nombre, pero no necesariamente tienen a Cristo dentro de ellos. Como organización religiosa, ellos pueden considerarse parte del cristianismo, pero si no tienen a Cristo en su interior, no son la iglesia. En otras palabras, lo que la gente considera el cristianismo, no es la iglesia. Lo que la gente considera cristianismo es una organización religiosa, una misión evangélica, pero la verdadera iglesia se compone de aquellos que tienen a Cristo en su interior como su vida y su contenido. Todo lo que se halla dentro de tales personas, toda su personalidad, modo de ser, pensamientos, intereses, deseos, sentimientos y contenido son sencillamente Cristo mismo. De manera que cuando los demás tienen contacto con ellas, no tocan solamente su ser externo, sino que tocan al Cristo que mora en ellas. Por ejemplo, usted puede tocar un vaso de agua, pero lo que usted bebe es el agua que está dentro del vaso. La razón por la cual lo llamamos un vaso de agua es que contiene agua. De igual modo, un grupo de personas forma parte del Cuerpo de Cristo porque dentro de ellas mora Cristo como su contenido, y porque están llenas de Cristo.
Pablo dijo que los judíos pedían señales y que los griegos buscaban sabiduría. Los judíos creían en Dios, pero pedían señales. Lo único que a ellos les interesaba eran las señales. Los griegos, por su parte, buscaban sabiduría y sus conversaciones giraban en torno al conocimiento de todas las cosas. Pablo, sin embargo, dijo que los que servimos a Dios no predicamos la religión judía ni la filosofía griega —es decir, no predicamos señales ni sabiduría—, sino que predicamos a Cristo (1 Co. 1:22-23). Por favor, no se olviden que la realidad espiritual de la iglesia es Cristo mismo. Dicho en las palabras más sencillas, los cristianos son los que tienen a Cristo en ellos, y la iglesia es la suma total de todos los que tienen a Cristo en ellos.
Después de escuchar el evangelio, alguien podría decir: “No puedo creer inmediatamente. Primero tengo que estudiar un poco el asunto”. Aparentemente, esto es muy razonable, pero, de hecho, ésta no es la manera de creer en Cristo. Sería muy bueno estudiar por causa de nuestra educación, mas no cuando se trata de creer en Cristo. Por ejemplo, si alguien le diera a usted una naranja, ¿la estudiaría antes de comérsela? Creo que nadie estudiaría una naranja antes de comérsela. Del mismo modo, si usted trata de estudiar la Biblia antes de creer en Cristo, me temo que después que haya estudiado toda la Biblia, Cristo seguirá siendo Cristo, y usted seguirá siendo usted; usted no tendrá nada que ver con Cristo. ¿Por qué ocurrirá esto? Porque aunque usted ha usado su mente para estudiar a Cristo, interiormente nunca ha llegado a tocar a Cristo. Aun si después de un estudio exhaustivo, usted finalmente aprueba a Cristo, y además entiende todas las doctrinas y es bautizado, aún no será un cristiano si es que Cristo no ha entrado en usted. Por lo tanto, usted aún no es una persona salva.
Algunas mujeres ancianas, que viven en aldeas y pudieran ser consideradas analfabetas, pero han recibido a Cristo. Ellas no conocen el libro de Génesis ni tampoco tienen en claro Apocalipsis, pero han recibido a Cristo en su interior y han tenido contacto con Él. Ellas oran todo el tiempo y permiten que Cristo las llene. Por ello, cuando usted habla con ellas, percibe un sabor muy agradable y glorioso porque lo que usted toca no es el cristianismo ni las doctrinas sino a un Cristo vivo. Aunque no son capaces de leer mucho ni oran con elocuencia, cuando uno ora con ellas, percibe cierta dulzura y tiene la sensación de que ellas lo han acercado a Cristo. ¿A qué se debe esto? A que ellas tienen a Cristo en su ser y a que han sido llenas de Cristo interiormente.
Esto es un cristiano, y esto es la iglesia. Ésta es la realidad de la iglesia. Más aún, ésta es la realidad espiritual. La iglesia genuina no es el cristianismo que los hombres ven por fuera. Tampoco son las doctrinas de Cristo que la gente estudia de forma superficial. La iglesia genuina es el Cristo vivo que ha llegado a ser nuestra vida y nuestro contenido. Ésta es la realidad de la iglesia, la realidad espiritual.
Ahora necesitamos ver cómo nosotros, que somos salvos, podemos conocer más de Cristo, ser más llenos de Él y obtener más experiencias de Él. Es importante que veamos que la realidad espiritual de la iglesia es Cristo mismo. Si no conocemos a Cristo, si no le experimentamos ni somos llenos de Él, toda obra que hagamos en la iglesia carecerá de valor espiritual y de realidad espiritual, debido a que toda realidad espiritual es sencillamente Cristo mismo. Todos nosotros tenemos a Cristo y somos salvos, pero ¿cómo podemos ser llenos de Él? ¿Cómo podemos experimentarlo y cómo podemos conocerlo? A continuación, brevemente presentaremos un solo principio.
El primer paso que debe dar una persona para recibir a Cristo es creer. Una vez que cree, es salva. Sin embargo, para que reciba más de Cristo, no sólo necesita fe, sino también amor. Muchos cristianos no saben lo que significa amar a Cristo y muchos otros no se dan cuenta de que si no aman a Cristo, no podrán experimentarle ni ser llenos de Él. En la Biblia encontramos las historias de tres personas que nos muestran específicamente cómo uno tiene que amar a Cristo a fin de experimentarlo y conocerlo. Es muy interesante que las tres son mujeres, y que todas ellas se llamen María. Una es la María que dio a luz al Señor Jesús (Mt. 1:16); otra es la María de Betania, que era hermana de Lázaro y quien ungió al Señor Jesús con el ungüento de olor fragante (Jn. 12:3); y la otra es María Magdalena, que fue a la tumba del Señor Jesús después de Su resurrección y lloró al ver la tumba vacía, y a quien finalmente el Señor se le apareció (20:1). Estas tres Marías amaron al Señor Jesús en tres aspectos: en Su nacimiento, en Su muerte y en Su resurrección.
Aquellos que experimentan al Señor también lo experimentan en estos tres aspectos: en Su nacimiento, en Su muerte y en Su resurrección. Es maravilloso que hay una María para cada uno de estos tres aspectos. El nacimiento del Señor ocurrió por medio de María; antes de la muerte del Señor, encontramos a otra María; y después de la resurrección del Señor, nuevamente vemos a otra María. En términos espirituales, todos somos “Marías”. Así como Cristo fue engendrado de María, Cristo también ha nacido en nosotros. Primero, debemos experimentar la venida de Cristo a nosotros; segundo, necesitamos experimentar a Cristo en Su muerte; y tercero, necesitamos experimentarlo en Su resurrección. Pablo dijo: “A fin de conocerle, y el poder de Su resurrección, y la comunión en Sus padecimientos, configurándome a Su muerte” (Fil. 3:10). Alguien que experimenta a Cristo debe experimentar estos tres aspectos: permitir que Cristo entre en él y nazca en él, experimentar la muerte de Cristo y experimentar la resurrección de Cristo.
Es fácil entender que Cristo está en nosotros, pero puede ser que no entendamos mucho acerca de la resurrección de Cristo. Pero una cosa es cierta: si hemos de experimentar la muerte de Cristo y Su resurrección, tenemos que ser una “María”. Según el relato de las Escrituras, sólo hay una clase de persona que experimenta y conoce la muerte y la resurrección de Cristo. El nombre de tal persona es María. Si no somos una María, aun si somos salvos, no podremos experimentar a Cristo. Si no somos una María, aun si somos salvos, será como si no tuviéramos a Cristo. Para que Cristo nazca en nosotros y nos llene, y para que pasemos por la muerte de Cristo, seamos librados de la vieja creación e ingresemos en la nueva creación, tenemos que ser Marías. El relato que encontramos en las Escrituras es muy significativo. Nada sucede por coincidencia ni por causalidad. El nacimiento de Cristo requería una María, la muerte de Cristo requería una María, y la resurrección de Cristo también requería una María. Aunque las tres eran personas diferentes, todas ellas tenían el mismo nombre. Ésta es una lección que Dios nos da.
Si una persona desea permitir que Cristo nazca en ella, y si desea experimentar la muerte y la resurrección de Cristo, ella debe ser una María. ¿Qué significa ser una María? Cuando leemos las historias de cada una de ellas, simplemente tenemos que inclinar nuestras cabezas y adorar al Señor. Tal vez no tuvieron mucha educación, talento o conocimiento, pero sí amaron a Cristo y tuvieron la experiencia de permitir que Él pasara a través de ellas. La primera María amó al Señor Jesús a tal grado que abandonó su propia posición. Cuando el ángel le dijo que iba a concebir en su vientre y dar a luz un hijo, ella respondió: “¿Cómo será esto? pues no conozco varón”. Entonces el ángel le respondió y dijo: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” (Lc. 1:28-35). Para recibir esta comisión, esta virgen pura tuvo que estar dispuesta a sacrificar su posición. Incluso su prometido la malentendió y quiso despedirla. Esto muestra que esta María había experimentado al Señor Jesús, y permitió que el Señor pasara a través de ella, y menospreció por completo su propia posición.
Todos los que experimentan al Señor deben ser personas que pierden lo que ellas mismas son. Hoy en día algunos cristianos no le permiten a Cristo pasar a través de ellos, porque no están dispuestos a sacrificar su posición. Ellos han sido verdaderamente salvos, pero no permiten que Cristo pase a través de ellos. ¿Por qué no se lo permiten? Debido a que tienen su propia posición y no están dispuestos a sacrificarla o a perderla. Aquel que verdaderamente ama al Señor y desea experimentarlo debe ser alguien que sacrifica su propia posición. María era virgen, pero ella estuvo dispuesta a sacrificar la posición que tenía de virgen. Si ella se hubiese quedado con su posición, la encarnación de Cristo no se habría podido llevar a cabo en ella.
A pesar de que muchos de nosotros somos salvos, Cristo aún no ha podido pasar a través de nosotros. ¿Cuál es la razón por la que no ha podido pasar? La razón es que permanecemos en nuestra posición y no estamos dispuestos a renunciar a ella. Todos hemos oído hablar del gran avivamiento de los hermanos moravos. La única razón por la cual ocurrió tal avivamiento fue que hubo una persona que permitió que Cristo pasara a través de ella. Él era un conde muy joven llamado Zinzendorf, quien amaba al Señor al grado en que renunció a su título de conde y se hizo más corriente que el común del pueblo. Debido a que estuvo dispuesto a sacrificar su posición, Cristo pudo pasar a través de él, llenarlo y obtener una base en él, a fin de convertirlo en un punto de salida. Esto introdujo un gran avivamiento.
El gran problema que tenemos hoy en día es que aunque predicamos a Cristo, muy pocos estamos dispuestos a sacrificar nuestra propia posición. Si un hermano que es jefe está dispuesto a no actuar como jefe debido a su amor por el Señor, estaría sacrificando su posición de jefe. Si alguien no está dispuesto a sacrificar su posición, Cristo no podrá pasar por medio de él. Algunos cristianos son muy espirituales, pero el problema que encontramos en ellos es que desean conservar su posición. A pesar de que aman y siguen al Señor, siguen teniendo este problema. Este problema le impide a Cristo pasar a través de ellos. Un hombre debe mantener su posición de hombre; sin embargo, alguien que ama al Señor, debe estar dispuesto a cooperar con el Señor cuando el Señor le pide que sacrifique su posición.
Quizás alguien pregunte: “¿Qué significa sacrificar nuestra propia posición?”. Les daré algunos ejemplos. Supongamos que un santo que es jefe en su trabajo le dice a uno de sus empleados: “Mañana es el día del Señor. Anda y escucha el evangelio”. Esto sería un ejemplo de alguien que no está dispuesto a sacrificar su posición. Supongamos que una esposa le dice a su criada: “Amah Wang, si no crees en Jesús no serás salva”. Aunque lo que le dice es correcto, Cristo no podrá manifestarse en ella porque todavía mantiene su posición. Algunas personas mantienen su posición incluso cuando vienen a la vida de iglesia. Un santo que lleva puesto un traje elegante, tal vez evite estrecharle la mano a otro santo que se gana la vida empujando una carreta y, en vez de ello, únicamente le estreche la mano a otro hermano que es jefe. Esto es tener posición. No estamos diciendo que los que aman al Señor y son conmovidos por el amor del Señor sean personas carentes de ética; al contrario, serán muy éticos y amarán más a sus colegas y a sus criadas. Si el hermano que es jefe es conmovido por el Señor, podría exhortar a su empleado, diciendo: “En la carne soy tu jefe, y tú eres mi empleado; pero de hecho, ambos somos pecadores. ¡Qué triste sería si no recibes al Señor Jesús! Yo oraré al Señor para que con un corazón sincero puedas escuchar el evangelio”. Por favor, tengan presente que esto no es una doctrina, sino Cristo mismo que sale y se expresa de una persona.
A veces las personas están dispuestas a renunciar a todo menos a su posición. Los ricos sólo tienen comunión con los ricos, los cultos con los cultos, los estudiantes con los estudiantes y los que tienen buenos puestos en sus trabajos con otros que tienen buenos puestos. Algunos dirían: “Las aves de la misma especie se juntan”. No obstante, en principio, como cristianos que somos, todos pertenecemos a la misma especie. El problema es que externamente todos tenemos cierta posición, la cual no estamos dispuestos a sacrificarla. Como resultado, el Cristo que está en nosotros no puede brotar de nuestro interior. ¿Cuál es la razón por la cual retenemos nuestra posición y no estamos dispuestos a sacrificarla? Se debe a que no amamos al Señor lo suficiente.
Como seres humanos que somos, debemos conservar nuestra posición; sin embargo, como aquellos que aman al Señor, debemos permitir que la vida desborde y Cristo sea liberado. Por favor, no se olviden que el primer requisito para que la vida se pueda desbordar en nosotros es que estemos dispuestos a sacrificar nuestra propia posición. La razón por la cual sus criadas y sus empleados aún no son salvos es que ustedes no están dispuestos a despojarse de su posición. Como seres humanos que somos, tenemos nuestra propia posición; sin embargo, como aquellos que aman al Señor, no tenemos posición. ¡Cuán hermoso sería si por causa del Señor, los santos más adinerados en la iglesia tuvieran comunión con los santos más pobres! Si usted, siendo una persona de una alta posición social y de buena familia, invita a algunos de los santos más pobres a su casa para tener comunión, ¡qué hermoso sería! No estamos diciendo que usted tenga que hacer esto para ser cristiano; más bien, lo que queremos decir es que aunque usted sea salvo, Cristo no tendrá libertad ni podrá pasar a través de usted a menos que pierda su posición. Que el Señor tenga misericordia de nosotros y nos muestre que la iglesia es Cristo mismo y el rebosar de la vida de Cristo.