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Mensajes del libro «Cristo maravilloso en el canon del Nuevo Testamento, El»
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CAPÍTULO CUATRO

LA MANERA EN QUE SE PRODUCE LA IGLESIA

  Lectura bíblica: Mt. 2:19-23; 3:15; 4:1, 3-4, 12-16; 11:19, 25-30; 12:6, 8, 19-20, 41b, 42b; 13:55-57; 16:18; 18:17; 21:42; 28:19

  Las Escrituras son un relato de una persona maravillosa. Creo que en los tres capítulos anteriores, pudimos ver cuán maravilloso es el Señor Jesús. Esta persona maravillosa tiene por meta producir la iglesia, e incluso Él llega a ser la Cabeza de esta entidad. Él es la Cabeza, y la iglesia es el Cuerpo. Esto es lo que el Nuevo Testamento llama el nuevo hombre. Este nuevo hombre es el Cuerpo de Cristo. Antes de producir la iglesia, Él era Cristo en el aspecto individual, pero después de producirla, esta maravillosa persona llega a ser el Cristo-Cuerpo.

LAS PROFUNDIDADES DE JESÚS

  Los cristianos han visto que el Señor Jesús se encarnó y llegó a ser un hombre, y han visto que Él murió en la cruz por nuestros pecados, fue sepultado, resucitó y ahora está en el tercer cielo a la diestra de Dios. Más aún, ellos creen que Él regresará. Todas estas cosas son ciertas, pero muy básicas.

  Por ejemplo, fuera del hombre podemos ver su nariz, sus oídos, sus ojos y su boca. Podemos ver sus dos hombros, sus brazos y sus manos. Es fácil hablar de todas estas cosas, pero éstas no son su verdadera persona, sino apenas el armazón, la parte superficial externa, la estructura, de su ser. Su verdadera persona es algo más. Es fácil ver su estructura externa, pero no es igual de fácil conocer lo que hay dentro de él.

  De la misma manera, no debemos pensar que es fácil conocer al Señor Jesús. El Señor Jesús dijo en el Evangelio de Mateo que únicamente el Padre conoce al Hijo: “Todas las cosas me fueron entregadas por Mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, y nadie conoce al Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar” (11:27). Sólo el Padre conoce al Hijo, y sólo el Hijo conoce al Padre. No es fácil conocer a Jesús de manera profunda.

  ¿Qué es lo que realmente hay en Jesús? Esto es un océano muy vasto, profundo, insondable, inconmensurable e ilimitado, pero al menos tenemos algunas expresiones en la Biblia. En un libro, en el Evangelio de Mateo, encontramos muchas expresiones acerca de Cristo. Sin embargo, me temo que la mayoría de los cristianos leen este Evangelio con gafas de color, es decir, lo leen conforme al conocimiento tradicional que recibieron en el pasado. No muchos han visto que Jesús es más que Salomón, más que Jonás y mayor que el templo.

LOS DIFERENTES NOMBRES DE CRISTO

  En el Evangelio de Mateo, hay muchos nombres que se atribuyen a Cristo. Por supuesto, el primero de ellos es Emanuel, Dios con nosotros. Ya vimos algo acerca de este nombre en los capítulos anteriores. Más aún, Él no es solamente el hijo de David y el hijo de Abraham; también es llamado el hijo del carpintero: “¿No es éste el hijo del carpintero?” (13:55). También es llamado el que es mayor que el templo (12:6), el que es más que Jonás (v. 41) y el que es más que Salomón (v. 42), el Señor del Sábado (v. 8), la gran luz (4:16) y la piedra rechazada por los edificadores (21:42).

  También le fueron atribuidos nombres con connotaciones negativas. ¿Sabía usted que Jesús fue llamado un hombre glotón y borracho? También fue llamado amigo de pecadores. Hoy nos gusta escuchar esto, pero en esos días no era algo positivo. “Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre glotón y borracho, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores” (11:19). Jesús tuvo toda clase de nombres que no eran muy buenos. Él comía en cualquier lugar con cualquier persona, especialmente con los recaudadores de impuestos y pecadores. Él hizo esto porque Su único propósito era impartirse en el hombre. No importa si se trataba de un pecador, un recaudador de impuestos o un fariseo, Él hacía todo lo posible por impartirse en ellos. Lo que a Él le interesaba no era comer. Comer le brindaba a Él una oportunidad para impartirse en un recaudador de impuestos llamado Mateo. Al parecer Mateo invitó a Jesús a venir a comer con él, y Él fue. Los fariseos lo condenaron por ello, pero a Jesús no le importó. Fue al comer con Mateo que éste fue cautivado y que con el tiempo uno de los principales recaudadores de impuestos llegó a ser uno de los principales discípulos.

  Jesús no era legalista ni religioso, sino que era muy flexible. Siempre y cuando pudiera impartirse en alguien, a Él no le importaba lo que tuviera que hacer. Si tenía que comer, comía. Todo lo que Jesús era, y todos los nombres con que fue llamado tenía como único propósito impartirse en el pueblo escogido por Dios, a fin de que ellos se convirtieran y fueran transformados en Su Cuerpo, la iglesia. Su único propósito era producir la iglesia.

LA MANERA EN QUE SE EDIFICA LA IGLESIA

  Finalmente, en el Evangelio de Mateo, Él dijo: “Edificaré Mi iglesia”. “Y Yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré Mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (16:18). ¿Cuál es la manera de edificar la iglesia? Se edifica la iglesia al entrar Jesús en usted y en mí. Edificar la iglesia no consiste simplemente en traer personas al Señor para que obtengan cierta clase de membresía en la iglesia. No, edificar la iglesia consiste en impartir a Cristo en las personas. Entonces, una vez que Cristo esté en nosotros, Él transformará nuestro ser natural para que lleguemos a ser algo más. Las cosas viejas pasarán, y todas serán hechas nuevas. Nuestro viejo ser es transformado en algo nuevo. Entonces llegamos a ser parte del nuevo hombre, la iglesia. Todo lo que Jesús hizo y todos los nombres con que fue llamado tenía como propósito impartirse en un grupo de personas a fin de que su viejo ser natural pudiera ser transformado en algo nuevo, y de ese modo llegaran a ser la iglesia.

EL DESINTERÉS DE LA RELIGIÓN Y LA POLÍTICA HACIA EL NAZARENO

  En el Evangelio de Mateo, Jesús es maravilloso. Él es el hijo de David, un rey, y es el hijo de Abraham, la primera generación del linaje hebreo. También es Emanuel, Dios con nosotros, y es Jesús, Jehová el Salvador. En el capítulo 1 Él es el hijo de David, el hijo de Abraham, Jesús, Emanuel y Jehová el Salvador.

  Pero en el capítulo 2 de inmediato vemos el desinterés de la religión hacia esta persona maravillosa y la persecución de la política. La religión no le dio importancia, y la política vino a perseguirlo. Jesús es una persona tan maravillosa a fin de producir la iglesia, pero si verdaderamente tomamos en serio el propósito del Señor, nuestro destino hoy será el mismo. Si Él ha entrado en nosotros y nosotros somos uno con Él, experimentaremos lo mismo que Él.

  La influencia de la religión y el poder de la política constituyen casi la totalidad de la sociedad humana. Si tomamos en serio al Señor y Su iglesia, la religión nos mostrará ningún interés y la política nos perseguirá, así como persiguió a Aquel que era llamado el Nazareno. Entonces llegaremos a ser nazarenos. Esto es lo que le ocurrió a Jesús, aun siendo muy pequeño: “Oyendo [José] que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo temor de ir allá. E instruido por Dios en sueños, se retiró a la región de Galilea, y vino y habitó en la ciudad que se llama Nazaret, para que se cumpliese lo que fue dicho por medio de los profetas, que habría de ser llamado nazareno” (vs. 22-23).

  Un nazareno es alguien a quien la religión no muestra ningún interés y la política persigue. Los religiosos dirán que somos muy poco, y los políticos dirán que no somos nada. ¡Alabado sea el Señor! No somos nada y no somos nadie. Eso es lo que significa ser un nazareno. La vida de un nazareno es para la iglesia. La iglesia es producida por un hombre que es llamado nazareno.

CUMPLIR TODA JUSTICIA

  Esta persona maravillosa es despreciada, hostigada y perseguida por los hombres, pero es perfecta a los ojos de Dios. En todo lo que a Dios se refiere, es recto. “Jesús respondió y dijo: Permítelo por ahora, pues conviene que cumplamos así toda justicia. Entonces se lo permitió” (3:15). La justicia sencillamente consiste en estar bien con Dios. Supongamos que usted estaciona su auto en una zona prohibida. Eso es injusticia. Debemos comprender que Jesús es nuestra vida, y que Él es justo en todo. Si no hay justicia, entonces no puede existir la vida de iglesia. Supongamos que usted paga una hamburguesa de cuarenta y cinco centavos con un dólar y le devuelven setenta y cinco centavos de cambio. ¿Qué debe hacer? Puede ser que piense que le salió barata su hamburguesa. Tal vez usted gane veinte centavos, pero en ese caso perderá la vida de Jesús. Jesús es recto en todo. Si usted lo toma a Él como su vida, devolverá los veinte centavos. “Conviene que cumplamos así toda justicia”.

  Quizás usted trabaje en una oficina. Muchos empleados de oficina se llevan a sus casas el papel, los lápices y los borradores para su propio uso. Por supuesto, usted tal vez diga que eso no es nada. Pero si no significa nada, ¿por qué entonces no compra papel, lápices y borradores, y los trae a la oficina para el uso de la compañía? Usted nunca haría eso. Jesús jamás se llevaría nada que es de la oficina. Él es recto en todo. Para Él es apropiado cumplir toda justicia.

UNA VIDA QUE SE ALIMENTA DE LA PALABRA DE DIOS

  En Mateo 4 Jesús fue guiado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. “Después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y acercándose el tentador, le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. Mas Él respondió y dijo: Escrito está: ‘No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’” (vs. 2-4). El tentador habló con Jesús cuando Él tuvo hambre. Pero Jesús le contestó que no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Si deseamos seriamente practicar la vida de iglesia, estaremos siempre hambrientos. Por lo tanto, debemos aprender a alimentarnos de la palabra de Dios. La vida de Jesús es una vida que siempre se nutre de la palabra de Dios. Sólo esta vida es la vida apropiada para la vida de iglesia. Jesús como hombre en esta tierra era bueno para comer la palabra de Dios, y hoy el Jesús que está en nosotros es igual. Si usted dice que Jesús está en usted, pero no come diariamente la palabra de Dios, ése no es Jesús; ése es usted. Jesús vivía al alimentarse de la palabra de Dios.

UNA GRAN LUZ

  Entonces vino Jesús como una gran luz. “El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los asentados en región y sombra de muerte, luz les amaneció” (v. 16). Si somos nazarenos, ignorados por la religión y perseguidos por la política, cumpliendo toda justicia al tomar a Jesús como nuestra vida y alimentándonos diariamente de la palabra viva de Dios, llegaremos a ser una luz. Adondequiera que vayamos, la gente estará bajo nuestro resplandor. Tal vez los hombres estén en tinieblas, pero nuestra presencia traerá la luz. Las personas simplemente verán la luz. A veces, sin nosotros, nuestra familia puede estar en tinieblas. Pero puesto que tomamos a Jesús como nazareno y como nuestra vida interior, y estamos dispuestos a sufrir persecución y a ser justo en todo al alimentarnos de la palabra de Dios, nuestra familia estará llena de luz.

MAYOR QUE EL TEMPLO, MÁS QUE JONÁS Y MÁS QUE SALOMÓN

  Jesús también es mayor que el templo. “Os digo que hay aquí algo mayor que el templo” (12:6). Él es mayor que el templo y más que Jonás. “Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron ante la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar” (v. 41). Asimismo es más que Salomón: “La reina del sur se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará; porque ella vino de los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar” (v. 42).

  Jesús es mayor que el templo con la presencia de Dios, es más que Jonás con el poder de Dios, y es más que Salomón con la sabiduría de Dios. Si tomamos a Jesús como nuestra vida, seremos el templo con la presencia de Dios. Dondequiera que estemos, los demás percibirán que la morada de Dios está con nosotros. También percibirán que el poder de Dios y la sabiduría de Dios nos acompañan. Creo que muchos de nosotros hemos tenido esta clase de experiencia. Tal vez seamos los menores de la familia; sin embargo, toda la familia percibirá que somos muy poderosos, sabios y que en gran medida estamos en la presencia de Dios. Esto se debe a que Aquel que es mayor que el templo, Aquel que es más que Jonás y más que Salomón está con nosotros. Ésta debe ser la vida que caracteriza a los que están en la iglesia. Ellos deben tener a Aquel que es mayor que el templo, a Aquel que es más que Jonás y más que Salomón. Quizás eso no les agrade a otros, pero no podrán negarlo. Tendrán que reconocer que con nosotros está la presencia de Dios, el poder de Dios y la sabiduría de Dios.

  Conozco a un hermano que trabajaba en una compañía telegráfica. Todos los empleados allí lo llamaban Jesús de forma despectiva. Pero un día ellos necesitaron que alguien se hiciera cargo de guardar una gran suma de dinero que era de ellos. Todos estuvieron de acuerdo en que debían confiar su dinero a esa persona que ellos llamaban Jesús. Se dieron cuenta de que él era la persona más digna de confianza de toda la compañía. Es así como las personas de la iglesia deben ser en el mundo. Ellos deben tener la sabiduría y el poder con la presencia de Dios.

LA RELIGIÓN NO CAMBIARÁ

  ¡En nosotros vive una persona tan maravillosa! Él es mayor que el templo, más que Jonás y más que Salomón. Pero a pesar de cuán maravilloso es Aquel que mora en nosotros, la religión nunca cambiará y la política jamás estará de acuerdo. Cuando Jesús vino a Su propia tierra, todos los religiosos se ofendieron. “Venido a Su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estas obras poderosas? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama Su madre María, y Sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? Y Sus hermanas, ¿no están todas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas? Y tropezaban a causa de Él” (13:54-57).

  Además, en Mateo 14 Herodes mandó matar a Juan el Bautista. Debido a esto, Jesús supo que tenía que retirarse. “Oyéndolo Jesús, se retiró solo de allí en una barca a un lugar desierto; y cuando las multitudes oyeron esto, le siguieron a pie desde las ciudades” (v. 13).

  La religión y la política jamás aceptarán al Cristo apropiado, ni tampoco aceptarán a la iglesia apropiada. Éste es el destino de Jesús, y también el destino de la iglesia hoy. El camino de la iglesia no es un camino que tiene la bienvenida de la religión y la política. Al contrario, el camino de la iglesia siempre será ignorado por la religión, incluso por el cristianismo de hoy, y sufrirá la persecución y el acoso de la política. No obstante, esto no detendrá al Señor, pues Él va a edificar Su iglesia, y las puertas del Hades jamás prevalecerán contra ella. “Yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré Mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (16:18).

LOS REQUISITOS NECESARIOS PARA EL EDIFICIO DE DIOS

  Hoy en día muchos hablan de que Cristo está edificando la iglesia. Pero si hemos de conocer la manera en que Cristo edifica Su iglesia, debemos tener una clara comprensión de todo lo que hemos mencionado en este capítulo. Si hemos de permitirle edificar Su iglesia, debemos aprender a tomar a esta persona tan maravillosa como nuestra vida. Todos fuimos introducidos en esta maravillosa persona, y ahora Él ha entrado en nosotros a fin de que vivamos por Él. Sólo de esta manera tendremos la vida que es apta para la edificación de la iglesia.

  Actualmente, casi todos los cristianos no están calificados para participar en la edificación de la iglesia. Están calificados para participar en otras cosas, tales como ciertos movimientos cristianos, grupos libres, organizaciones y denominaciones pero no para participar en la vida de iglesia apropiada. La vida de iglesia apropiada es edificada con aquellos que toman a Cristo como su vida. Ellos viven en la vida de Cristo, y andan por la vida de Cristo. Si hemos de participar en la vida de iglesia, es necesario que esta persona maravillosa sea lo que nos hace aptos. En otras palabras, debemos ser verdaderos nazarenos, personas que verdaderamente cumplen toda justicia y que verdaderamente se alimentan de la palabra de Dios. Debemos también ser una luz que resplandece sobre las personas que nos rodean, y tener a Aquel que es mayor que el templo, más que Jonás y más que Salomón. Ésta es la vida que nos hace aptos para participar en la vida de iglesia.

  Cuando Jesús dijo que edificaría Su iglesia, no lo dijo en el segundo o tercer capítulo de Mateo, sino en el capítulo 16. Fue después que llegó a ser el nazareno, Aquel que cumple toda justicia, Aquel que se alimenta diariamente de la palabra de Dios, la gran luz, Aquel que es mayor que el templo, más que Jonás y más que Salomón. Después que fue revelado de esta manera, Él dijo que edificaría Su iglesia. Quiera el Señor abrir nuestros ojos para que veamos la realidad en el recobro del Señor. Esta realidad no es una nueva manera de reunirnos, sino la realidad de tomar a Cristo como tal persona maravillosa.

“DILO A LA IGLESIA”

  Mateo 18 también nos dice algo acerca de la iglesia. En este capítulo leemos que si tenemos algún problema, debemos ir y decírselo a la iglesia. “Si rehúsa oírlos a ellos, dilo a la iglesia; y si también rehúsa oír a la iglesia, tenle por gentil y recaudador de impuestos” (v. 17). Ésta es la vida de iglesia apropiada. Debe haber un lugar adonde podamos “ir y decirlo”. Muchas personas hablan acerca de la iglesia universal que se menciona en Mateo 16, pero pasan por alto las palabras de Jesús en Mateo 18. Ésta no es la iglesia universal, sino la iglesia local en un lugar específico al cual usted puede ir y contar sus problemas. ¡Alabado sea el Señor! Hay un lugar al cual podemos ir a “[decirle] a la iglesia”. Por lo tanto, vemos que Mateo finalmente llega a ser un libro que trata acerca de la iglesia.

LA PIEDRA ANGULAR QUE FUE RECHAZADA

  En Mateo 21 vemos que Jesús fue rechazado, no como Salvador o Redentor, sino como la piedra de edificación: “Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: ‘La piedra que rechazaron los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo. De parte del Señor fue esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos’?” (v. 42). Muchos cristianos creen que Jesús fue rechazado por el pueblo judío por ser Salvador o Redentor, pero Jesús no nos dice que fue rechazado por ser el Redentor, sino por ser la piedra angular del edificio de Dios. Su propósito principal no era simplemente ser el Redentor, sino ser la piedra angular útil para la edificación de la casa de Dios. Todo el libro de Mateo fue escrito para este propósito. Él dijo que edificaría Su iglesia, pero los religiosos lo rechazaron por ser la piedra angular del edificio de Dios. Por este motivo, ellos jamás podrían ser parte del edificio de Dios, pues rechazaron la piedra angular.

HACER DISCÍPULOS A LOS GENTILES

  Pero, ¡aleluya!, nosotros sí lo hemos aceptado. No sólo lo aceptamos como Salvador y Redentor, sino también como piedra angular. Es por eso que el Señor les dijo a Sus discípulos que fueran a los gentiles y los bautizaran en Su nombre: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones [gentiles], bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (28:19). (En griego la palabra traducida “naciones” es la misma que se traduce “gentiles”). Los religiosos judíos lo rechazaron, y por eso el Señor les dijo a Sus discípulos que lo llevaran a los gentiles. Ellos sí lo recibirían. Después de ser discipulados y bautizados en el Dios Triuno, ellos llegarían a ser parte de la iglesia, en la cual aprenderían a tomar a Cristo como su vida y de ese modo llegar a estar calificados para la edificación de la iglesia. La mayoría de los cristianos ha pasado por alto todo esto, pero el Señor está recobrando todas estas cosas.

  ¡Alabado sea el Señor porque tenemos a esta maravillosa persona en nosotros! Si le tomamos como nuestra vida, Él nos hará plenamente aptos para ser parte del edificio de Dios, puesto que todo lo que Él es, tiene como fin que la iglesia sea producida.

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