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Mensajes del libro «Cristo maravilloso en el canon del Nuevo Testamento, El»
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CAPÍTULO NUEVE

LA INVESTIDURA DE CRISTO

  Lectura bíblica: Hch. 1:9-11; 2:22-24, 32-36; 3:13-15; 4:10-12; 5:30-32; 7:55-56; 10:36b; He. 1:2-3; Fil. 2:9-11; Ef. 1:20-23; 4:7-12

  Nuestra carga en estos capítulos es continuar viendo la maravillosa persona de Cristo. En los capítulos anteriores vimos a Cristo en los cuatro Evangelios. Esto nos llevó de la encarnación a la resurrección de Cristo. Vimos cómo Cristo fue Aquel que se encarnó y finalmente llegó a ser el Resucitado. Ahora queremos continuar viendo la maravillosa persona de Cristo en Hechos y en las Epístolas.

LA ASCENSIÓN DE CRISTO

  Después de los cuatro Evangelios tenemos el libro de Hechos. En el primer capítulo de Hechos, el punto principal es la ascensión de Cristo. Aquí vemos cómo los discípulos vieron a Cristo ascender a los cielos: “Habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, mientras Él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué os quedáis mirando al cielo? Este Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, vendrá de la misma manera que le habéis visto ir al cielo” (vs. 9-11).

  Muchos cristianos saben que Jesús ascendió a los cielos después de Su resurrección, pero no muchos conocen el verdadero significado de la ascensión de Cristo. Todos sabemos el significado de Su crucifixión y Su resurrección; sin embargo, sería muy difícil para nosotros explicar el verdadero significado de la ascensión de Cristo. En la Biblia la ascensión de Cristo reviste gran importancia. En todos los versículos ya enumerados, encontramos algunos puntos principales en cuanto a la ascensión de Cristo. Si los juntamos, podremos ver el significado de la ascensión de Cristo.

SU EXALTACIÓN

  En primer lugar, la ascensión de Cristo significa Su exaltación. Después que Cristo fue resucitado, Dios le exaltó hasta lo sumo. Los hombres lo mataron e incluso lo pusieron en una tumba, pero Dios lo levantó. Más aún, no sólo lo resucitó del sepulcro, sino que lo exaltó hasta lo sumo. “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Fil. 2:9-11). Mediante Su ascensión, Cristo llegó a ser Aquel que está sobre todo. Él fue exaltado por encima de todo principado, autoridad, poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra. Esto no es sólo en este siglo, sino también en el venidero: “Que hizo operar en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a Su diestra en los lugares celestiales, por encima de todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero” (Ef. 1:20-21). Esto significa que en todo el universo, nada está por encima de Cristo. Todo está por debajo de Él; ¡Él está por encima de todo! ¡Aleluya! Todos debemos ver que Cristo es Aquel que está sobre todo.

SEÑOR Y CRISTO, PRÍNCIPE Y SALVADOR

  Otro punto es que al ser exaltado por encima de todo, Él fue hecho Señor y Cristo: “Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo” (Hch. 2:36). Él además fue hecho Príncipe, que significa Líder y Autor, y fue hecho Salvador: “El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. A éste Dios ha exaltado a Su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados” (5:30-31). Cuando fue exaltado, el Señor Jesús fue hecho el Señor, el Cristo, el Príncipe y el Salvador. Por supuesto, podemos afirmar que Él ya era el Salvador. ¿Por qué entonces fue hecho el Salvador cuando fue exaltado? Debemos comprender que antes de Su ascensión Él ya era el Salvador pero no de manera oficial. Él fue hecho el Salvador oficialmente cuando fue exaltado. Por medio de Su ascensión, Él fue hecho el Señor, el Cristo, el Príncipe o el Autor, y el Salvador.

NOMBRE SOBRE TODO NOMBRE

  Cuando el Señor ascendió y fue exaltado hasta lo sumo, a Él le fue dado un nombre que es sobre todo nombre, un nombre en el cual toda rodilla se doblará y toda lengua confesará. Éste nombre es Jesús. Algunos quizás argumenten diciendo que el nombre Jesús le fue dado en el momento de Su nacimiento. ¿Por qué le fue dado el mismo nombre en Su ascensión, el nombre en el cual toda rodilla se doblará y toda lengua confesará? Nuevamente, el nombre que le fue dado a Él en Su nacimiento no fue tan oficial. En Su ascensión el nombre Jesús fue hecho más oficial. Antes de Su ascensión, en el sentido oficial, “Jesús” no era un nombre que estaba por encima de todo otro nombre. Fue por medio de Su ascensión que Dios declaró a todo el universo que el nombre de Jesús es un nombre sobre todo nombre: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Fil. 2:9-11). Ésta es una especie de declaración, anuncio y proclamación a todo el universo. Todo el universo tiene que saber que Dios oficialmente ha hecho el nombre de Jesús un nombre que está por encima de cualquier otro nombre.

OBTIENE LA POSICIÓN REQUERIDA PARA RECIBIR LOS DONES

  El cuarto punto es que en Su ascensión Jesús obtuvo la posición requerida para recibir todos los dones de parte del Padre y para dar dichos dones a Sus creyentes. Esto tiene como meta la edificación de Su Cuerpo. “A cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual la Escritura dice: ‘Subiendo a lo alto, llevó cautivos a los que estaban bajo cautiverio, y dio dones a los hombres’ [...] Y Él mismo dio a unos como apóstoles, a otros como profetas, a otros como evangelistas, a otros como pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del Cuerpo de Cristo” (Ef. 4:7-8, 11-12).

  Antes de la ascensión del Señor, Él podía dar los dones, pero en cierto modo, Él no tenía la posición oficial para hacerlo. Pero por medio de Su ascensión, Él oficialmente obtuvo la posición para recibir todos los dones de parte del Padre y para entregar estos dones a Sus miembros con miras a la edificación de Su Cuerpo.

CABEZA SOBRE TODO

  El último punto que debemos ver en cuanto a la ascensión del Señor es que todas las cosas fueron sometidas bajo Sus pies, y Él fue dado por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia: “Que hizo operar en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a Su diestra en los lugares celestiales, por encima de todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo Sus pies, y lo dio por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es Su Cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo” (1:20-23).

LA INVESTIDURA DE CRISTO

  Cuando examinamos todos estos puntos que hemos mencionado, vemos el verdadero significado de la ascensión de Cristo. La ascensión de Cristo es en realidad la investidura de Cristo. Cuando un presidente de los Estados Unidos es elegido, él no toma oficialmente posesión de Su cargo sino hasta el día de Su investidura. Según la asamblea legislativa, él debe ser investido. Antes de su investidura él ya ha sido elegido presidente, pero este hecho aún no es oficial. Es sólo el día de su investidura que él oficialmente llega a ser presidente de los Estados Unidos.

  El día en que Jesús nació, Él ya era nuestro Salvador, pero aún no lo era de manera oficial, pues no hubo ninguna ceremonia de investidura. Incluso después que Cristo fue crucificado y resucitado de los muertos, esto no se anunció a todo el universo. Fue hasta el día en que Jesús fue exaltado por la diestra de Dios al lugar más encumbrado del universo que Dios hizo esta declaración. Fue entonces que Dios invistió a Cristo en Su cargo.

  Antes de este día de investidura, e incluso antes de los cuarenta días en los cuales el Señor estuvo con Sus discípulos después de la resurrección, Jesús tuvo una ascensión secreta. En la mañana del día de Su resurrección, Él fue al Padre. Juan 20 nos dice que en la mañana del día de la resurrección, María la magdalena quiso tocarle, pero el Señor le dijo: “No me toques, porque aún no he subido a Mi Padre; mas ve a Mis hermanos, y diles: Subo a Mi Padre y a vuestro Padre, a Mi Dios y a vuestro Dios” (v. 17). Luego, en la noche de aquel mismo día, Él abiertamente les mostró a Sus discípulos Sus manos y Sus pies, y les dijo que lo palparan (Lc. 24:39). Por lo tanto, Él debe de haber ascendido de manera secreta al Padre ese mismo día. Es por ello que le dijo a María que les dijera a Sus hermanos que subía a Su Padre. No obstante, ésa fue una ascensión secreta, pues nadie lo vio ascender.

  Sin embargo, cuarenta días después, Jesús ascendió públicamente. Aquello fue universalmente abierto. Todos los discípulos vieron a Jesús ascender y oyeron a los ángeles declarar que Él regresaría de la misma manera. Fue esta ascensión pública la que constituyó la investidura de Jesús. Por medio de Su ascensión, Jesús fue investido en Su cargo. Luego todo fue hecho oficial. Él llegó a ser el Salvador oficialmente.

UN HOMBRE HECHO SEÑOR

  Ahora entendemos el significado de la ascensión de Cristo: ella fue Su investidura oficial. En primer lugar, Él fue hecho el Señor. Como Dios, antes de Su encarnación, el Señor Jesús ya era el Señor; pero después de Su encarnación, este mismo Dios se había hecho hombre. Dios era el Señor, pero el hombre no lo era. Sin embargo, el Señor se hizo hombre, y este hombre fue crucificado, sepultado y resucitó de los muertos. Fue entonces que el hombre Jesús llegó a ser el Señor. Para que Dios sea el Señor, no se requiere ninguna clase de investidura. Pero para que un hombre insignificante procedente de un pueblo humilde de una región menospreciada fuese hecho el Señor, se requería una verdadera ceremonia de investidura. Él no fue hecho el Señor en Su condición de Dios; como Dios Él ya era Señor. Ahora este hombre de Nazaret fue investido para ser el Señor de todo.

  Pedro, en su predicación en el día de Pentecostés, dijo: “Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo” (Hch. 2:36). Pedro no sólo predicó a Cristo como Salvador, sino también como Señor de todo. Antes de la ascensión, él nunca vio que Jesús fuese tan grande. Pero para el tiempo de la ascensión, él comprendió que el hombre Jesús, a quien había estado siguiendo por tres años y medio, ¡había sido investido para ser Señor de todo!

EL CRISTO

  Pedro también declaró el día de Pentecostés que Jesús era el Cristo. Él fue hecho Señor y Cristo. En Mateo 16 Pedro había dicho que Jesús era el Cristo: “Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (v. 16). Sin embargo, en ese momento, Jesús no era oficialmente el Cristo. La palabra Cristo significa “el Ungido”. El Ungido es también Aquel que ha sido designado. Dios ungió a este hombre, lo cual significa que lo designó. Cristo era el Ungido de Dios y Aquel a quien Dios designó. Esta designación fue hecha oficial por medio de la ascensión de Cristo. Por medio de la ascensión, Dios oficialmente designó a Jesús como Cristo.

  Cristo fue ungido y designado para llevar a cabo el propósito eterno de Dios, que consiste en edificar Su templo, la Nueva Jerusalén. ¡Alabado sea el Señor! Dios designó a Jesús para hacer esto, y esta designación fue hecha oficial mediante Su ascensión. Cuando Jesús ascendió a lo alto, Dios hizo esta designación oficial. Así, Dios le hizo saber al universo entero que éste es Aquel a quien Él designó para llevar a cabo Su plan eterno. De este modo, Jesús llegó a ser el Cristo de Dios oficialmente en Su ascensión.

EL ORIGINADOR

  Pero eso no es todo, pues Él también fue hecho el Príncipe, que significa Autor, Originador. Todas las cosas de la vieja creación se habían vuelto viejas e inútiles para Dios. Pero ahora Dios tiene una nueva creación donde todo es nuevo. Por medio de Su ascensión, Jesús fue investido para ser el Autor y Originador de todo lo nuevo. Él no sólo es el Autor de la vida, sino de todas las cosas.

  Supongamos que nosotros fuéramos a pedirle a Jeremías que nos explique qué significa ser un miembro de Cristo. Él diría que sencillamente no sabe. Si le hiciéramos la misma pregunta a Moisés, también nos diría que no sabe. Asimismo, si le preguntáramos a Adán qué es un apóstol, no sabría de qué le estamos hablando. Esto se debe a que un apóstol es algo nuevo; un evangelista es algo nuevo; y un miembro de Cristo es algo nuevo. Ellos no tenían ninguna de estas cosas en el Antiguo Testamento.

  Son tantas las cosas nuevas en la vida de iglesia hoy. Estas cosas nuevas han sido originadas por Cristo. Dios invistió a Cristo en el cargo de originar tantas cosas nuevas. Efesios contiene muchos términos que pertenecen a muchas cosas nuevas. Elías, David, Moisés y Adán no sabían de ninguna de estas cosas, pero hoy el más pequeño entre nosotros sabe acerca de cada una de ellas. Es por eso que Jesús les dijo a Sus discípulos que el más pequeño en el reino es mayor que los que vivieron en la época del Antiguo Testamento (Mt. 11:11). Nosotros somos mayores que Moisés, David o Elías. Ellos vivieron en los tiempos del Antiguo Testamento antes de la venida del nuevo Originador. Después de ellos, Jesús fue investido como Originador, como Autor, para dar origen a tantas cosas nuevas. ¡Aleluya!

  Un día Andrés trajo a su hermano Pedro al Señor Jesús. Inmediatamente, el Señor Jesús le dijo a Simón que su nombre sería llamado Cefas, que significa “una piedra”. Esto era algo nuevo. En la vieja creación de Dios, todos los hombres eran de barro. Pero en la nueva creación de Dios, Cristo da origen a algo más. Debemos ser una piedra porque Cristo mismo es una piedra. Más tarde, Pedro dijo: “Este Jesús es la piedra menospreciada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hch. 4:11-12). Jesús era una piedra, así que Él hizo de todos nosotros piedras. Esto es algo nuevo. Él es el Autor; es el Originador.

  En el Antiguo Testamento no encontramos ningún versículo que nos diga que debemos recibir a Cristo en nuestro ser como nuestro todo. Pero Jesús vino con algo nuevo; pues dijo que Él es el pan de vida, y que el que le come vivirá por causa de Él (Jn. 6:35, 57). Esto es realmente nuevo. Desde Adán hasta Juan el Bautista, ningún hombre era comestible. Pero ahora Jesús vino y nos dijo que le comiéramos. Él es el verdadero Originador. No sólo Él nos dijo que le comiéramos, sino también que viniéramos a Él y le bebiéramos: “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba” (7:37). Esto también es completamente nuevo.

  El Señor Jesús dio origen a todas las cosas nuevas y las transmitió a la iglesia. Pero la iglesia se degradó y finalmente lo perdió todo. De ese modo, la iglesia en su condición de pobreza regresó a las cosas viejas del Antiguo Testamento, principalmente a las doctrinas y profecías. Pero hoy en el recobro del Señor, debemos regresar al origen. El Señor Jesús es el Autor de Su recobro. Él es el Originador. Nosotros no empezamos el recobro del Señor; ¡fue Él quien lo hizo!

  Hoy el Señor nos dice que regresemos a comerle, a beberle y a inhalarle. Estas cosas no sólo eran nuevas para Moisés y Elías, sino que incluso son nuevas para los cristianos de hoy. En algunos lugares donde hemos compartido de estas cosas, nos han reprendido. Algunos pensaban que era terrible decir que el Señor hoy quiere que le comamos. Pero esto fue algo originado completamente por el Señor Jesús. Él fue y sigue siendo el Originador, y este Originador fue investido en Su ascensión. Él fue hecho Señor, el Designado y el Originador o Autor.

EL SALVADOR OFICIAL

  Fue también por medio de la ascensión que Jesús llegó a ser el Salvador oficial. Dios declaró a los cielos, a la tierra e incluso a los judíos incrédulos que Jesús de Nazaret había sido oficialmente designado por Dios para ser el Salvador de ellos. Por lo tanto, Él fue autorizado por Dios para dar arrepentimiento a Israel y perdón de pecados: “El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. A éste Dios ha exaltado a Su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados” (Hch. 5:30-31). ¡Aleluya! Nuestro Salvador no es un Salvador secreto. Nuestro Salvador hoy es un Salvador oficial. Él fue oficialmente investido ante todo el universo.

CABEZA SOBRE TODAS LAS COSAS A LA IGLESIA

  Jesús fue investido para ser el Señor, el Cristo, el Originador y el Salvador. Más aún, Él fue investido para ser la Cabeza sobre todas las cosas: “Sometió todas las cosas bajo Sus pies, y lo dio por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es Su Cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo” (Ef. 1:22-23). Cristo es Aquel que reúne todas las cosas bajo Sí mismo como Cabeza. Puedo explicarles esto usando mi cuerpo como ejemplo. Aparentemente, mis dos piernas son las que sostienen mi cuerpo, pero si me cortaran la cabeza, mi cuerpo se desplomaría. Así que, no son mis dos piernas las que sostienen mi cuerpo, sino mi cabeza.

  El hombre Jesús fue designado Cabeza sobre todas las cosas. Si extrajéramos a Cristo la Cabeza, el universo entero se desmoronaría. Él reúne todo el universo bajo Sí mismo como Cabeza, y no simplemente para conservar su existencia. No; Cristo es Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia. Él no es la Cabeza sobre todas las cosas para la iglesia, sino a la iglesia. Él está reuniendo todas las cosas bajo Sí mismo como Cabeza a fin de producir y edificar una iglesia que será la morada eterna de Dios.

  En cierta ocasión, después de una reunión en cierto lugar, una señora me reprendió diciendo que yo hablaba demasiado de la vida de iglesia, pero no hablaba lo suficiente de la vida familiar. Yo le dije que ella ya conocía la vida familiar y que no necesitaba que yo le dijera nada al respecto, y que lo que ella necesitaba más era la vida de iglesia. Por muchos años ella había sido miembro de cierta denominación, pero nadie jamás le había hablado acerca de la vida de iglesia. Era lamentable que ella estuviera tan distraída con la vida familiar que no le interesaba en absoluto escuchar de la vida de iglesia. En el recobro del Señor hoy, estamos a favor de la vida de iglesia. Sé que algunos argumentarán diciendo que la vida de iglesia requiere una vida familiar apropiada. En cierto sentido, estoy de acuerdo, pero si usted ha de disfrutar de la vida familiar apropiada, es imprescindible que tenga la vida de iglesia apropiada. Si usted dice que la vida de iglesia requiere la vida familiar, yo le diría que la vida familiar necesita aún más la vida de iglesia. ¿Por qué es tan difícil encontrar una vida familiar apropiada hoy? Sencillamente porque la vida de iglesia se desconoce. Todo el que realmente conozca la vida de iglesia apropiada tendrá una vida familiar apropiada. El Señor Jesús no fue investido como Cabeza sobre todas las cosas a la familia, sino a la iglesia.

RECIBIR TODOS LOS DONES PARA LA IGLESIA

  Alabado sea el Señor por Su exaltación. Mediante Su ascensión, a Él le fue dado un nombre que es sobre todo nombre. Él fue investido como Señor, Cristo, Originador, Salvador y Cabeza de la iglesia. Ahora este Cristo tiene la posición para recibir todos los dones de parte del Padre. En Su investidura como Señor de todo, como Aquel que Dios designó, como Originador, como Salvador y Cabeza de todo, Él está en la posición correcta para recibir de parte del Padre los dones que han de producir y edificar la iglesia. Estos dones incluyen a todos los miembros de Su Cuerpo. En la ascensión Dios no sólo le dio el Espíritu Santo a Aquel que fue investido, sino también todos los dones en calidad de miembros. A Él fue dado todo el pueblo escogido por Dios. Antes de la fundación del mundo, en la eternidad pasada, Dios nos marcó para que fuésemos Sus escogidos, y llegamos a ser los elegidos de Dios. Luego cuando el Señor Jesús ascendió a los cielos, en aquella ceremonia de investidura, el Padre le entregó a Él todo Su pueblo escogido, incluyéndolo a usted y a mí. Por lo tanto, en el día de Pentecostés Él vino para ungir Su Cuerpo, Sus miembros. Veremos algo más acerca de esto en el próximo capítulo.

  Así pues, hemos visto a Jesús, a esta persona maravillosa, Aquel que fue investido en Su cargo como Señor de todo, Aquel que fue designado, el Autor de todo, el Salvador y la Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia. Fue en Su ceremonia de investidura que Él recibió al Espíritu Santo de la promesa, todos los dones del Espíritu Santo y todos los miembros. Luego, diez días más tarde, Él regresó para producir la iglesia y edificar el Cuerpo. Éste es el verdadero significado de la ascensión de Cristo.

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