Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Cristo todo-inclusivo, El»
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
11 12 13 14 15 16
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

CAPITULO CATORCE

ENTRAR EN LA BUENA TIERRA

  Lectura bíblica: Jos: 1:1-6; 4:1-3, 8, 9; 5:2, 7-9, 10-12, 13-15; 6:1-11, 15, 16, 20; Col. 2:12; 3:1-5; Ef. 6:12, 13; 2 Co. 10:3-5

  Ahora estamos listos para entrar en la buena tierra. Hemos disfrutado del cordero de la pascua en Egipto, hemos salido de Egipto y cruzado el mar Rojo, hemos disfrutado a Cristo como el maná diario y como la roca de la que fluye agua viva, y hemos experimentado a Cristo como el arca, el testimonio de Dios. En esta etapa, somos edificados como Su agrandamiento y Su expresión, llegando así a ser Su tabernáculo. No sólo tenemos el tabernáculo, sino que somos el tabernáculo. Somos la expansión, el aumento de Cristo. Estamos edificados, apoyados en la base sólida de Su redención y cubiertos con la plenitud de Cristo. Estamos fuertes y sólidos. Somos uno en Cristo, quien es la manifestación de Dios. Además, sabemos cómo disfrutar a Cristo una y otra vez como las varias ofrendas. Por lo tanto, tenemos el sacerdocio y somos sacerdotes. Además, hemos sido formados bajo el sacerdocio para ser el ejército, el ejército divino que peleará la batalla por la buena tierra. Estamos preparados para luchar y vencer al enemigo. Las huestes de Jehová se han preparado al disfrutar todo lo de Cristo.

  Oh, hermanos y hermanas, después de haber pasado por todas estas experiencias, delante de nosotros todavía hay algo más maravilloso: la buena tierra, el Cristo todo-inclusivo. Comenzamos con el pequeño cordero, y finalmente llegamos a la tierra de Canaán, el Cristo todo-inclusivo. ¡La tierra todavía está por delante! Hemos disfrutado a Cristo, lo hemos poseído y lo tenemos; no hay duda de ello. Y aún lo estamos disfrutando. No obstante, en frente de nosotros hay más de Cristo. Un Cristo mucho más grande está esperando que lo poseamos, porque la meta que Dios nos ha puesto delante es el Cristo todo-inclusivo. No debemos detenernos antes de llegar a la meta.

POR MEDIO DE TOMAR LA PALABRA DEL SEÑOR

  Supongamos, pues, que estamos listos para entrar en la tierra. Hemos sido formados como ejército, y ahora somos las huestes divinas y gloriosas de Jehová. ¿Qué debemos hacer? En primer lugar, debemos tomar la Palabra del Señor. El Señor le dijo a Josué: “Ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel. Os he entregado ... todo lugar que pisare la planta de vuestro pie”. El Señor lo ha prometido, pero debemos poseerlo. Nos lo ha dado, pero debemos experimentarlo. Es nuestra porción, pero debemos tomarla. Debemos tener la fe; debemos tener la confianza, la plena seguridad. En el presente no es nuestra posesión, pero el Señor hará que la tomemos y la poseamos. Debemos creerle y darle nuestra cooperación. ¿Lo haremos? Levantémonos hoy y salgamos a poseer la tierra. ¡Alabado sea el Señor, la tierra es nuestra! ¡Tomémosla, no mañana, sino hoy! Nunca diga “mañana”. En nuestra incredulidad siempre decimos “mañana, mañana, mañana”. ¡El “mañana” pertenece al diablo! En la fe no existe el mañana; siempre es hoy. ¡El día de hoy es nuestro! ¡Hermanos y hermanas, debemos tomarla hoy! Esto es lo primero que hay que hacer. Debemos estar firmes en la Palabra de Dios. Debemos tomar la Palabra de Dios e ir a poseer la tierra.

POR MEDIO DE DARNOS CUENTA DE QUE HEMOS SIDO SEPULTADOS

  En segundo lugar, nosotros los que hemos sido salvos y que hemos disfrutado a Cristo, debemos darnos cuenta de que hemos sido crucificados en la cruz. ¡Estamos muertos, y hemos sido sepultados! Tenemos un himno excelente que expresa este hecho:

  Ya sepultado y levantado; ¿Qué más me queda aún por hacer?...

  Hemos sido sepultados con Cristo; ¡hemos sido terminados! ¿Se da cuenta usted de cuán grande es la palabra “sepultado”? Sería bueno escribirla en letras grandes y colgarla en su recámara: ¡SEPULTADO! Cuelgue otra en su comedor, otra en su sala y otra en su cocina. En todos los cuartos: ¡sepultado, sepultado, sepultado! ¡He sido sepultado! Realmente me agradaría ver una casa decorada de esta manera. ¿Qué descanso es estar sepultado! ¿Puede haber mejor descanso que ése? Por eso el pueblo de Israel fue guiado a cruzar el Jordán en esa forma. El Jordán fue su sepultura.

  Cuando los hijos de Israel salieron de Egipto, cruzaron el mar Rojo, el cual representaba el bautismo. De nuevo ahora, en el Jordán, pasaron una masa de agua. Era para recordar el mar Rojo. Cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador, la iglesia nos bautizó, es decir, fuimos sepultados. Pero, lamentablemente, no mucho después, se nos olvidó; nos salimos de la tumba. No digo que fuéramos resucitados, sino que nos salimos de la tumba. Algunos incluso se esforzaron por regresar a Egipto. Ahora, debido a que hemos experimentado tanto a Cristo, a que lo tenemos como el centro del testimonio de Dios y hemos sido edificados en el tabernáculo como la expresión de Cristo, debido a que tenemos el sacerdocio y el ejército de Dios y estamos listos para tomar posesión de la tierra, Dios nos dice que hagamos un memorial para que recordemos que hemos sido sepultados. De aquí en adelante, nunca debemos olvidar que hemos sido sepultados.

  El mar Rojo y el río Jordán representan la misma cosa: la muerte de Cristo. En el mar Rojo el ejército de Egipto fue sepultado. Todo lo de este mundo y todos los poderes de este mundo fueron sepultados allí. ¿Se da cuenta de cuántas cosas y cuántas personas fueron sepultadas con usted cuando fue sepultado en el bautismo? En la tierra de la cual vengo, cuando un hombre moría y tenía que ser enterrado, la gente lo sepultaba con todo lo que tenía. De la misma manera, a los ojos del Señor, cuando fuimos sepultados, todas las cosas que amábamos, todas las cosas que constituían nuestro mundo, fueron sepultadas con nosotros. Todo el ejército mundano, todos los poderes mundanos que antes nos tenían en cautiverio fueron sepultados. Esa es la realidad del mar Rojo. Ahora al llegar al río Jordán, Dios nos lo quiere recordar una vez más. No sólo las fuerzas mundanas fueron sepultadas, sino también nosotros mismos. ¡Nosotros hemos sido sepultados!

  El paso del río Jordán es un cuadro hermoso y glorioso. El arca con el sacerdocio entró primero al río y allí, en el corazón del río, se quedaron el arca y el sacerdocio. Esto tiene mucho significado. El arca, como hemos visto, es Cristo el Señor, el testimonio de Dios. Cristo con el sacerdocio entró al mismo corazón del río de muerte. Después le siguió todo el pueblo. Todo el pueblo bajó al fondo de ese río y pasó ese mismo lugar. Luego el Señor les pidió que escogieran doce personas, una de cada tribu de las doce de Israel. Cada uno tomó una piedra del fondo del río donde se había parado el arca y la llevó al otro lado del Jordán, es decir, a la buena tierra. Esto representa la resurrección. Todos los que entraron en la tierra de Canaán eran personas que habían sido resucitadas. Eran nuevos, no los viejos. Eran los resucitados, y no los naturales. Sólo las personas resucitadas pueden entrar y poseer al Cristo todo-inclusivo; El no es para el hombre natural. Sólo en la posición de resurrección podemos disfrutar a Cristo como el Cristo todo-inclusivo. Hermanos y hermanas, ¡hemos sido resucitados! ¡Hemos sido sepultados y resucitados! ¡Ahora estamos en Cristo!

  Después de esto, Josué hizo algo para recordarles este hecho. Tomó más piedras, una por cada una de las tribus, y las colocó en el mismo lugar donde se había parado el arca. Las sepultó allí como un memorial de la sepultura de los israelitas mismos. A los ojos de Dios, todos los hijos de Israel fueron sepultados en el río Jordán. Esto significa que a los ojos de Dios todos hemos sido sepultados en la muerte de Cristo.

  Después de que todo esto se cumplió, el arca con el sacerdocio salió del Jordán. Después de que todos fuimos sepultados, Cristo salió de la muerte. Cristo fue el primero que entró a la muerte, pero fue el último que salió de la muerte. El fue el primero en entrar y el último en salir; nosotros fuimos los últimos en entrar, y los primeros en salir. Cristo consumó la muerte y esta muerte nos cubre a todos. ¡Todos estamos muertos! ¡Todos hemos sido sepultados con Cristo! Podemos decir: “¡Aleluya, hemos sido sepultados! ¡Ahora estamos en la posición de resurrección! ¡Ahora estamos en Canaán! ¡Ahora estamos en Cristo, la buena tierra!”

POR MEDIO DE APLICAR LA MUERTE DE CRISTO

  En tercer lugar, creyendo que hemos sido crucificados con Cristo y sepultados, debemos aplicar esta muerte a nosotros mismos. Por lo tanto, debemos ser circuncidados. Esto es la aplicación de la muerte de Cristo a nuestra carne. Si nos damos cuenta de que hemos sido sepultados y resucitados con Cristo, debemos dar muerte a nuestra carne, es decir, aplicar la muerte de Cristo a nuestros miembros carnales. Esto es la circuncisión; esto es lo que debemos practicar diariamente. Todos los días debemos tomar la posición de que estamos muertos y sepultados, y aplicar la muerte de Cristo a nuestros miembros. No sólo necesitamos aplicar Su muerte a toda nuestra situación, sino que también momento a momento debemos aplicar Su muerte a nuestros miembros carnales, llevándolos a la muerte.

  En el segundo capítulo de Colosenses se nos dice que hemos sido sepultados y resucitados con Cristo y luego en el capítulo tres se nos dice que nuestra vida ahora está escondida con Cristo en Dios. Sobre esta base, se nos dice después en Colosenses 3:5: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros...” Si nos damos cuenta de que hemos sido sepultados y resucitados con Cristo, debemos aplicar por fe Su muerte a nuestros miembros carnales en una forma práctica.

POR MEDIO DE DISFRUTAR EL PRODUCTO DE LA TIERRA

  En cuarto lugar, inmediatamente después de aplicar la muerte de Cristo a nuestros miembros, basados en el hecho de haber sido sepultados y resucitados con El, disfrutamos algo de vida. Disfrutamos el producto de la tierra, el Cristo todo-inclusivo. Cesa el maná, y el producto de la tierra toma su lugar. El Cristo grande reemplaza al Cristo pequeño. Anteriormente disfrutábamos a un Cristo pequeño, el maná. Pero para este tiempo, el Cristo pequeño ha cesado. Ahora probamos al Cristo más grande, más rico y más completo; ahora disfrutamos la tierra, el Cristo todo-inclusivo.

  Hermanos y hermanas, ¿están disfrutando ahora el maná, o la tierra? ¿Qué es lo que están disfrutando hoy? Indudablemente todos estamos disfrutando a Cristo, pero ¿qué clase de Cristo disfrutamos? Quizás haya algunos que sólo están disfrutando a Cristo como el cordero de la pascua. Probablemente, la mayoría de nosotros lo estamos disfrutando como el maná diario. Pero el producto de la tierra es mucho mejor que el maná. ¿Cuál es su experiencia? Quizás algunos de ustedes digan que es muy difícil responder. A veces disfrutan a Cristo como el maná, y en otras ocasiones parece que lo disfrutan como el producto de la tierra. Si lo disfruta como el producto de la tierra o no, depende en gran parte de su sepultura. ¿Hasta qué punto se ha dado cuenta de que ha sido sepultado y que ahora está en resurrección?

  Quisiera poner un ejemplo. Supongamos que muy temprano esta mañana me encontré con cierta persona que es sumamente peculiar. Esta persona siempre me hace experimentar la vida de resurrección. El Señor creó a esa persona y en Su sabiduría soberana la ha puesto delante de mí. El sabe por qué la necesito. Para poder tratar con él necesito el mismo poder de resurrección día tras día. Supongamos que temprano esta mañana esta persona se comportó en una manera muy extraña y me perturbó grandemente. Yo estaba sumamente descontento con él y surgió mi ira. Después, al regresar a mi cuarto, sentí condenación en mi conciencia y confesé esto delante del Señor. Le dije: “Señor, ¡perdóname! Fallé; he sido vencido. Pero, te alabo, Señor, soy limpio por Tu sangre preciosa”. Después de confesar y ser perdonado, fui nutrido; disfruté algo de Cristo. ¿Qué clase de disfrute fue éste? Fue el disfrute de Cristo como un poquito de maná. Disfruté el maná.

  Supongamos ahora que otro día esta misma persona me dio problemas de nuevo y fui perturbado por él. Pero esta vez tomé la posición de resurrección. Dije: “Señor, ¡he sido resucitado! Basado en la resurrección, ejercito mi espíritu para dar muerte a mis miembros”. Luego, en vez de enojarme con él, estaba muy contento en el Señor. Pude decir: “¡Aleluya! Te alabo Señor por mi amado hermano peculiar!” Apliqué la muerte del Señor a mis miembros que siempre se enojan con otros, y gané una experiencia y un disfrute fresco de Cristo. ¿Qué clase de experiencia es ésta? Esta experiencia fue muy distinta de la de Cristo como el maná. Esta fue una experiencia de Cristo como el producto de la buena tierra. Las dos fueron experiencias de Cristo, pero de Cristo en diferentes aspectos. En la primera, disfruté a Cristo como el maná pequeño, y en la segunda, como el rico producto de la tierra.

POR MEDIO DE PELEAR LA BATALLA

  En quinto lugar, no sólo necesitamos recordar que hemos sido sepultados, que estamos en la posición de resurrección, y que debemos aplicar la muerte del Señor a nuestros miembros en una forma práctica, sino que también debemos recordar que hay principados malignos en los lugares celestiales. Debemos pelear la batalla contra el enemigo. Aunque estamos disfrutando una porción del Cristo todo-inclusivo, el enemigo y sus fuerzas malignas están usurpando y ocupando la tierra. Usted y yo tenemos que pelear la batalla para tomar posesión de toda la tierra. Hermanos y hermanas, tan pronto como disfrutamos a Cristo en tal manera, en nuestro espíritu nos damos cuenta de la realidad de las fuerzas malignas que están en los lugares celestiales. Estas fuerzas malignas esconden al Cristo todo-inclusivo de los ojos de los hijos del Señor. Muy pocos en el pueblo del Señor conocen en su experiencia a Cristo como Aquel que es todo-inclusivo, debido sencillamente a las acusaciones de las fuerzas y poderes malignos que están en los lugares celestiales. Hasta el día de hoy, las fuerzas malignas todavía tienen velado al Cristo todo-inclusivo. Por lo tanto, debemos pelear la batalla. Hay una guerra espiritual sumamente real, en la cual debemos participar. Al disfrutar algo del Cristo todo-inclusivo, tendremos la carga por esta lucha y por esta batalla. Para eso hemos sido formados como ejército. El conflicto está delante de nosotros.

  Es en esta etapa que se nos da la visión de Cristo el Señor como el príncipe, el capitán glorioso, del ejército de Jehová. El irá a la vanguardia en el ejército; irá delante de nosotros y peleará la batalla por nosotros. Necesitamos tal visión. ¿Cómo pudo Josué recibir esta visión? Simplemente porque tenía la gran carga por la batalla que tenía delante de él. Inmediatamente después de que él y el pueblo de Israel disfrutaron del producto de la buena tierra, se dio cuenta de que delante de ellos estaba el enemigo y la fortaleza de Jericó. Josué tenía una vista clara de la situación, y tenía la carga de pelear la batalla. Creo que por esta causa fue al Señor en oración, y en esa ocasión el Señor como Príncipe del ejército de Dios se reveló a Josué. Josué recibió tal visión, y así recibió la fe y la seguridad de que el Señor estaba con él. En ese momento sabía, sin lugar a dudas, que el Señor mismo, como Príncipe del ejército de Dios, iba delante de él. Nosotros también necesitamos tal seguridad.

  Algunos pueden testificar por experiencia propia que inmediatamente después de disfrutar algo del Cristo todo-inclusivo, se han dado cuenta de la necesidad de la guerra espiritual. Han visto que el enemigo y sus fuerzas malignas que están en los lugares celestiales todavía usurpan la buena tierra del Cristo todo-inclusivo y la velan de la vista de los hijos del Señor. ¿Quién peleará la batalla para descubrir la tierra? Si disfrutamos a Cristo en tal manera, espontáneamente iremos al Señor con una carga por la batalla. Será entonces cuando El nos dará una visión de El mismo como capitán. Nos mostrará que El está a la cabeza del ejército y que irá delante de nosotros para pelear la batalla. Entonces podremos seguir adelante con toda seguridad.

COMO PELEAR LA BATALLA

  Llegamos ahora al último paso. ¿Cómo pelearemos la batalla? De cierto ésta no es una batalla que se pelee con armas carnales. Nuestras armas para esta batalla, en términos figurados, son cuernos de carnero. Vamos a una batalla, pero vamos con instrumentos de paz; vamos con cuernos de carnero. Los cuernos de carnero son un símbolo de pelear una guerra con instrumentos de paz. No son espadas hechas de hierro; son cuernos de carnero. No pueden matar; son solamente instrumentos de paz. Pero son armas para la batalla. Son trompetas para tocarse, que declaran y proclaman el evangelio de paz. Tal es el arma que debemos usar para pelear la guerra espiritual. ¡Peleamos proclamando a Cristo!

  ¿Cómo se tocaron las trompetas y se peleó la batalla? Fue verdaderamente extraño. Una parte del ejército iba delante, seguida por siete sacerdotes que llevaban el arca. En la parte de atrás, estaba otra parte del ejército. En otras palabras, adelante y atrás estaba el ejército, y en medio estaba el arca con los sacerdotes que tocaban los cuernos de carnero. Todos marchaban alrededor de la fortaleza de Jericó, y los sacerdotes tocaban las bocinas de cuernos de carnero al ir marchando. Era un cuadro glorioso. El pueblo de la ciudad tuvo pavor de ellos y cerraron las puertas de la ciudad por fuera y por dentro. Nadie salía ni entraba.

  Día tras día, el ejército de Dios, de seiscientos mil hombres, marchaba alrededor de la ciudad, tocando los cuernos de carnero. Primero pasaba una división, luego los sacerdotes que tocaban las trompetas, después el arca, y finalmente el resto del ejército a la retaguardia. En esa forma pelearon la batalla. Probablemente hubo algunos en Jericó que se reían de ellos y los menospreciaban. Nunca habían visto una exhibición tan fuera de lo mundano. Una vez al día le daban la vuelta a la ciudad, día tras día, por seis días, repitieron el mismo procedimiento. Cuando llegó el séptimo día, como se les había instruido, le dieron vuelta a la ciudad siete veces.

  En esto debemos notar que Josué mandó al pueblo, diciendo: “Vosotros no gritaréis, ni se oirá vuestra voz, ni saldrá palabra de vuestra boca, hasta el día que yo diga: Gritad; entonces gritaréis”. No era sino hasta que oyeran el sonido prolongado de los cuernos de carnero al final de la última vuelta que el pueblo debía gritar. Antes de aquel momento, tenían que guardar silencio. ¿Qué significa esto? Significa que si vamos a testificar del Cristo victorioso, hay muchas ocasiones en que debemos guardar silencio; debemos permitir que el sacerdocio toque la trompeta. Necesitamos el sacerdocio, y ahora usted entiende el significado del sacerdocio. No debemos hablar a la ligera. No digan: “¡Nosotros estamos en el terreno de la iglesia! ¡Somos la iglesia local! Somos esto y somos aquello”. Si dicen estas cosas a la ligera, no hay sacerdocio alguno. Debemos dejar que el sacerdocio toque la trompeta y emita el sonido. No debe haber otra voz. Luego, cuando sea tiempo, en el tiempo señalado por el Señor, usted y yo debemos gritar. Debemos orar y alabar al Señor con voz fuerte, y el enemigo caerá delante de nosotros. Esta es la manera de pelear la batalla.

  ¿Es esta clase de batalla un trabajo arduo o un disfrute? Ciertamente no es un trabajo sino un disfrute. Incluso es un descanso y una satisfacción. Es una guerra, una lucha, una batalla, y aún así, es un disfrute, un descanso y una satisfacción. Es en esta forma que poseeremos al Cristo todo-inclusivo.

  Pero debemos recordar bien que usted y yo como individuos separados nunca lo podremos hacer. Siempre debemos mantener nuestra posición como ejército. Como individuos, nunca podemos comprender al Cristo todo-inclusivo. Sólo con todos los santos podemos comprender la anchura, la longitud, la altura y la profundidad del Cristo todo-inclusivo. Para tomar posesión de la buena tierra, debemos estar formados y unidos con los santos como ejército de Dios.

  Debemos recordar también que nuestros enemigos no son carne ni sangre; no son personas. Son las fuerzas espirituales, los principados, las potestades en las regiones celestes. Hay muchas personas que están en contra de nosotros y se nos oponen, pero ellos no son nuestros enemigos. Nuestros enemigos son las fuerzas malignas que los rigen, o sea, las potestades malignas que están detrás de ellos. No peleamos contra las personas, sino contra las fuerzas malignas que están detrás de las personas. Si somos fieles al Señor, y tomamos la posición de resurrección y somos formados como ejército para pelear la batalla para El, debemos estar listos para oír muchos informes y rumores malignos acerca de nosotros. Debemos estar preparados para enfrentar oposición considerable. Todo el pueblo de Jericó hablará acerca del pueblo de Israel. Pero, alabado sea el Señor, cuando oigamos esos rumores podremos regocijarnos, porque son señales de que vamos a ganar. Son señales de que el enemigo está temeroso y de que su derrota es inevitable. Jericó ciertamente caerá delante de nosotros. ¡Aleluya! Realmente me da temor cuando salgo y nadie habla de mí ni se divulgan informes malos. Pero me alegro si hay rumores, crítica y personas que hablan de mí. Cuanto más oigo esto, tanto más regreso al Señor y le alabo, diciendo: “¡Aquí están las señales, Señor! ¡Aquí están las señales de que ganaré la batalla!” No hay que temer las habladurías, los rumores absurdos, los informes malos. Todos ellos son señales de que la victoria es nuestra. ¡Alabado sea el Señor!

  Nuestro enemigo no está en la tierra, sino en los lugares celestiales. Por lo tanto, no debemos usar armas carnales. No debemos discutir con la gente; no debemos rebajarnos a su nivel y tomar parte en sus tácticas. No, nuestras armas son espirituales. ¿Cuáles son? Son las trompetas de cuernos de carnero. Toquemos las trompetas; toquemos los cuernos de carnero. Declaremos la victoria de la cruz, la victoria del Cristo victorioso. Debemos proclamar a Cristo, es decir, al Cristo que disfrutamos, al Cristo que es conquistador de todo enemigo. Esta es nuestra arma; no tenemos otra. Esta es la manera de poseer a Cristo, quien es todo-inclusivo. Esta es la manera de tomar la buena tierra en fidelidad, descanso y disfrute.

  Ciudad tras ciudad, lugar tras lugar, debemos tomar posesión del Cristo todo-inclusivo. Esté en paz y bien descansado. No se preocupe; el Señor peleará la batalla. La batalla no es nuestra, sino del Señor. Lo único que hay que hacer es tocar la trompeta. No hable a la ligera. En el momento oportuno alabaremos y gritaremos, y caerán las murallas de Jericó. El destino de Jericó está decidido; seremos victoriosos y tomaremos posesión de ella.

  Hermanos y hermanas, ésta es la manera. ¡La victoria es nuestra! Tomen la posición de resurrección, recordando que han sido sepultados; apliquen la muerte de Cristo a todos sus miembros terrenales; disfruten a Cristo con los santos en toda Su plenitud y declaren y testifiquen en fe todo lo que es el Señor. Entonces el enemigo será vencido por completo y su fortaleza será derribada. Venceremos al enemigo y tomaremos la tierra pacíficamente en descanso y satisfacción. El enemigo será nuestro pan; participar en tal guerra será nuestra satisfacción total. La batalla es del Señor. No hay nada que nos quede por hacer sino proclamar y disfrutar la victoria.

  ¡Cristo es el victorioso!     Dilo con fervor. ¡De la muerte y del pecado     Cristo es Vencedor!

  ¡Aleluya! ¡Victorioso!     Dilo por doquier; Sobre todo enemigo     Vencedor es El.

  ¡Cristo es el victorioso!     ¡Fuera enfermedad! Su victoria en el Calvario     Puedes reclamar.

  ¡Cristo es el victorioso!     Hazlo todo en El; Por doquiera que El te mande,     Ora con poder.

  ¡Cristo es el victorioso!     Fallas o temor No podrán cubrir con sombras     Tu cabal visión.

  ¡Cristo es el victorioso!     Su voz sonará: “¡A lo alto, vencedores,     Con el Rey reinad!”

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración