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Mensajes del libro «Cristo todo-inclusivo, El»
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CAPITULO CUATRO

LA EXCELENCIA DE LA TIERRA: SUS RIQUEZAS INESCRUTABLES

I. EL AGUA

  Lectura bíblica: Dt. 8:7; 11:11, 12; Ef. 3:8; Jn. 4:14; 7:37-39; 2 Co. 6:8-10; Fil. 4:12, 13

  Vamos a seguir considerando la excelencia de la tierra. La tierra es buena en muchos aspectos. Vimos que es buena en su amplitud y en su altitud. Ahora llegamos al asunto más importante: las inescrutables riquezas de la tierra. La tierra es buena por sus riquezas inescrutables. Es buena en su amplitud, es buena en su elevación y trascendencia y es buena en sus inescrutables riquezas.

  En primer lugar, es rica en cuanto al agua. La tierra es buena por las riquezas del agua. Todos nos damos cuenta de cuán importante es el agua para nuestra vida. Creo que podemos vivir varios días sin comer, pero apenas podemos vivir un solo día sin beber. Necesitamos el agua casi más que cualquier otra cosa. Todos los días necesitamos el agua. Si sólo me dieran a beber agua, podría dejar de comer tres días. Pero apenas podría dejar de beber ni siquiera un día.

MANANTIALES, FUENTES Y ARROYOS

  Deuteronomio dice que la tierra es buena en cuanto al agua. Escuche todas las expresiones que se usan: “una tierra de arroyos” —lo cual quiere decir una tierra llena de corrientes de aguas— y una tierra de “fuentes y manantiales” (8:7). ¿Sabe usted qué diferencia hay entre fuentes y manantiales? En la versión de Darby dice que es una tierra de fuentes y hondos manantiales. Quisiera dar un ejemplo: Supongamos que tenemos un pozo. Donde hay un pozo, siempre hay un manantial. Bien abajo, en el fondo del pozo hay un manantial que alimenta al pozo. El agua brota de ese manantial y llena el pozo, y el pozo llega a ser la fuente o las aguas profundas. Luego, de esas aguas profundas, fluye un arroyo. Así que tenemos el manantial, luego el agua profunda que es la fuente, y finalmente el arroyo.

  El manantial, las aguas profundas y los arroyos. Hermanos y hermanas, ¿cuál es el significado de estas aguas? Para saber la respuesta podemos acudir directamente a la Palabra del Señor. El Señor dijo que el agua que El da será en nosotros una fuente de agua que saltará para vida eterna. Estas aguas tipifican varias clases de suministro de la vida de Cristo. La vida de Cristo como nuestra provisión es semejante a las diferentes clases de aguas.

  El Señor nos dijo que del interior de los que creen en El, correrán ríos de agua viva. ¿Qué es esto? Es el suministro de la vida de Cristo como agua viva. Si usted considera cuidadosamente sus experiencias, se dará cuenta de que en un aspecto Cristo es muy espacioso e inagotable, y en otro, Cristo es trascendente y está en los cielos. Luego, si lo considera con más precisión, se dará cuenta de que el suministro de la vida de Cristo es exactamente como agua viva en su interior. Muchas veces tiene sed, pero no una sed física sino espiritual. Cuando se acerca sediento al Señor y tiene contacto con El, experimenta cierta sensación interior. Siente un refrigerio; siente que ha sido rociado. Cuando tiene sed, significa que su espíritu, su hombre interior, está seco. Pero al tener contacto con el Señor Jesús, muy pronto sentirá que ha sido rociado y su sed será saciada. Esa bebida lo refrescará más que cualquier bebida física. Después, si tiene más y más contacto con el Señor, tocándolo momento tras momento, no sólo sentirá que ha sido rociado, sino que también desde su interior fluirá una corriente de agua.

  Tal vez me pregunte qué significa que una corriente de agua fluya desde su interior. ¿No ha tenido usted experiencias así? Cuando está seco y sediento en el hombre interior, se acerca al Señor, tiene contacto con El y siente un refrigerio. Entonces, al tocarlo más, no sólo se siente rociado de agua refrescante, sino que queda lleno, lleno de agua. Creo que al encontrarse con algún hermano, dirá: “¡Aleluya!” ¿Qué es esto? Es una corriente de agua que fluye desde su interior. Más tarde, en la noche al llegar a la reunión, llegará cantando, y llegará rociado. De inmediato ofrecerá una alabanza o una oración, que será como una corriente viva que fluye desde su interior. Todos los hermanos y hermanas sentirán que han sido rociados con su oración. Puede decirles: “Hermanos, ¡Cuán bueno es! Pero esto es sólo un arroyo. ¿Saben que hay un manantial dentro de mí, y no sólo un manantial, sino una fuente de aguas profundas? Estoy lleno de agua, así que algo está fluyendo de mí”.

  Ahora usted puede entender. Tenemos un manantial, una fuente y un arroyo. El manantial es el origen, la fuente es el almacenaje, y el arroyo es el fluir. Tenemos el origen, el almacenaje y el fluir; el manantial, la fuente y el arroyo.

  Creo que usted tiene algunas experiencias de esto, pero es una lástima que tenga poca comprensión espiritual acerca de estas cosas. No puede expresarlo; no puede prorrumpir en una alabanza apropiada de este manantial vivo, esta fuente profunda, y este arroyo que fluye. ¡Oh!, si entendiera esto, creo que su alabanza al Señor en las reuniones mejoraría mucho. Exclamaría: “Señor, ¡cuánto te alabo! ¡Hay un manantial dentro de mí! ¡Y de este manantial brota una fuente de aguas profundas! ¡Señor, cuánto te agradezco! No sólo tengo un manantial y una fuente, sino que de esta fuente fluye un arroyo; y no uno solo, ¡sino que muchos arroyos fluyen de mí! ¡Señor, cómo me riegan y me refrescan! Estos ríos de aguas vivas siempre están fluyendo desde mi interior, y estoy aquí para regar a otros”.

  En esta tierra no sólo hay un arroyo, sino muchos arroyos; no sólo un manantial y una fuente, sino muchos manantiales y muchas fuentes. ¿Qué quiere decir esto? A veces cuando usted se encuentra rodeado de problemas y dificultades, usted se pone en contacto con el Señor y recibe algo de El. Experimenta al Señor que es un manantial, una fuente y un arroyo en su prueba. ¿Qué clase de manantial, qué clase de fuente, y qué clase de arroyo son éstos? ¿Se les puede poner un nombre? Creo que se les puede dar muchos nombres. Algunas veces usted lo experimenta a El como manantial de gozo, otras veces como manantial de paz y otras veces como manantial de consuelo. Otras veces lo experimenta como una fuente de amor, una fuente de gracia o una fuente de luz. En otras ocasiones Cristo es un arroyo de paciencia, un arroyo de humildad, o un arroyo de tolerancia en usted. Por lo tanto, vemos que hay muchos manantiales, muchas fuentes y muchos arroyos. Hay muchas clases de suministración celestial.

  Desde el año 1950 he visitado Manila casi todos los años, quedándome allí varios meses. Los hermanos me han alojado siempre con una familia cuyos miembros son personas de edad avanzada; así que, por supuesto se sienten con más libertad de hablar conmigo que la mayoría de los jóvenes. Un día en 1953, después de que ministré, cuando llegamos a la casa, una de las hermanas mayores me dijo: “Hermano, ¿puede decirnos cómo es posible que tenga tantas cosas que decir? Hablándole con franqueza, cuando vino por primera vez en 1950, me quedé asombrada con los mensajes. En aquel entonces pensé que en la próxima ocasión sus mensajes serían más pobres. Pero noté que la segunda vez que vino, su ministerio fue más rico, y que usted tenía aún más que impartir. Luego pensé: ‘La tercera vez que venga, ya se le habrá agotado; no tendrá nada que decir’. Pero para gran sorpresa mía, la tercera vez que vino su ministerio fue aún más rico que las dos primeras veces. Esta es su cuarta visita, y después de escuchar su mensaje esta noche, no puedo expresar cuán rico es. Puede decirme por favor, ¿cómo consigue todas estas cosas para hablar?”

  ¿Sabe usted qué le contesté? Le dije: “Es muy sencillo, hay dentro de mí un arroyo que está conectado con el manantial celestial. Este manantial nunca podrá agotarse. Cuanto más sale el agua viva, tanto más entra el fresco suministro. Cuanto más hablo, más tengo para decir. Si dejo de hablar, cesa el fluir. Este arroyo está fluyendo todo el tiempo”.

  Una vez se me acercó un hermano y me preguntó: “Hermano, ¿cómo puede retener tantas cosas en su mente? He notado que cuando ministra, no tiene un bosquejo en frente. ¿Cómo es que puede recordar todo?” Le dije: “Hermano, no tengo una mentalidad maravillosa. No puedo recordar tantas cosas. Pero sí tengo un arroyo dentro de mí. Cuando empiezo a hablar, este arroyo fluye de mí”. Luego me preguntó: “¿Cuánto tiene en su interior?” Le contesté: “No sé, hermano; no lo puedo determinar. En más de treinta años, nunca se me ha agotado. Me es un poco difícil repetir un mensaje”. Hay una corriente, un arroyo de ministerio.

  Este es sólo uno de los muchos arroyos. Hay un río de sabiduría, uno de entendimiento, uno de luz, uno de amor, uno de consuelo, uno de paz, uno de gozo, uno de oración, uno de alabanza. ¿Cuántos arroyos tiene dentro de usted? No sé cuántos hay dentro de mí, ni tampoco sé cuánto hay en cada arroyo. Si tan solo mantenemos nuestro contacto con el Cristo vivo, ¡eso es realmente maravilloso! Podemos amar a otros como un arroyo de agua viva que fluye. Nuestra paciencia siempre fluye como un río, y regamos a otros.

  ¡Qué Cristo tan admirable tenemos! ¡Qué fuente tan maravillosa! En un aspecto comprendemos que El es espacioso. En otro, nos damos cuenta de que es trascendente. En este aspecto, que acabamos de describir, El es rico en agua.

VALLES Y MONTES

  Deuteronomio dice que esas aguas brotan en valles y montes. ¿Qué significa esto? Obviamente, sin valles y montes, no fluirá el agua. Si toda la tierra es una llanura, no habrá corriente de aguas. ¿Qué son los valles y los montes?

  En 2 Corintios 6:8-10, Pablo menciona muchas cosas contrastantes, muchos montes y valles:

  “...a través de gloria y de deshonra, de mala fama y de buena fama; como engañadores, pero veraces, como desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, mas he aquí vivimos; como castigados, mas no muertos; como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo”.

  La “gloria” es un monte; la “deshonra” es un valle. La “mala fama” es un valle; la “buena fama” es un monte. Ser “como entristecidos” es un valle, “mas siempre gozosos” es un monte. Ser “como pobres” es un valle, “mas enriqueciendo a muchos” no sólo es un monte, sino una montaña. Algunos pensaban que Pablo era un engañador. Aunque, en realidad, él era “como engañador, pero veraz”; donde hay un valle siempre hay un monte. En estos versículos, por lo menos se encuentran nueve pares, es decir, nueve valles y nueve montes. Estos son los lugares de donde puede brotar el agua.

  Si usted es una persona sin montes y valles, si su vida es simplemente una llanura, estoy seguro de que no habrá agua que fluya en su interior. Cuanto más usted sufra, tanto más tendrá del fluir. Cuanto más usted haya sido humillado, cuanto más se difunda mala fama acerca de usted, tanto más fluirá el agua.

  En los años pasados, muchas veces se me ha dado mala fama. Con frecuencia la gente ha venido a decirme: “Hermano, hay algo de lo cual no quisiera hablar”. Cuando alguien habla de esa manera, indica que ha surgido la mala fama. Cuando oigo esto, alabo al Señor. Le digo: “Señor, te alabo, aquí está otro valle. Aquí está un valle para que algo más fluya de mi interior”. Se me han puesto varios buenos apodos. Recientemente me llamaron sarcásticamente “el defensor más fuerte” de cierta cosa. Me dieron este “título honorable”. Ha habido toda clase de mala fama. Pero, alabado sea el Señor, donde hay un valle tiene que haber un monte. Esto es muy cierto. No le temo a la mala fama. Sé que después de la mala fama vendrá la buena. El agua de vida fluye en valles y montes. ¡Oh, la vida de Cristo es inefablemente maravillosa!

  Cuando Dios le mande tristezas a usted, tenga la seguridad de que después vendrá el regocijo. “Como entristecidos, mas siempre gozosos”. “Como pobres, mas enriqueciendo a muchos”. “Como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo”. Todas estas experiencias son los valles y los montes. El apóstol Pablo dijo: “He aprendido ... Sé estar humillado, y sé tener abundancia” (Fil. 4:11, 12). Había aprendido el secreto. Sabía estar saciado y sabía tener hambre. ¿Cuál es el secreto? ¡Oh, el secreto es que Cristo mismo fluye en mí! He aprendido, se me ha enseñado, he sido iniciado. Yo conozco al Cristo vivo que está dentro de mí.

  Todos los valles son las experiencias de la cruz, las experiencias de la muerte de Cristo, y todos los montes son las experiencias de la resurrección del Señor. Un valle es la cruz; un monte es la resurrección. Debemos ser personas que siempre tienen algún problema, algún valle, pero también personas que siempre están en los montes experimentando la resurrección. Donde hay un valle, también hay un monte. Cada vez que usted experimenta la muerte de la cruz, experimentará la resurrección. Las aguas vivas fluyen de todas estas experiencias.

  Consideremos más atentamente el pasaje de Deuteronomio 8:7. Dice que las aguas “brotan en los valles y en los montes”. No dice “en los montes y en los valles”, sino “en los valles y en los montes”. Primero los valles, y después los montes. ¿Por qué? Porque el primer lugar donde tocamos el agua que fluye es en los valles. Luego, si seguimos la corriente aguas arriba hasta su origen, encontraremos que brota de los montes. Si quiere tener algo que fluya de su interior para regar a otros, tiene que estar en los valles.

  Nunca se me olvidará una historia que oí cuando joven. Me ayudó muchísimo. La esposa de uno de los siervos del Señor murió muy joven y le dejó ocho niños. El también era joven, y este sufrimiento le fue un fuego de prueba. Sufrió pero aprendió algo con ello. Un día, varios años después, otro hermano perdió a su esposa, y en este caso también quedaron algunos niños. A este hermano nadie le pudo consolar; estaba sumamente deprimido por la muerte de su esposa. Luego, el siervo del Señor vino a verle. En cuanto llegó, el hermano deprimido le dijo: “Hermano, ¡siento consolación; siento refrigerio! Usted perdió a su esposa y le quedaron ocho niños. Yo también perdí a la mía, pero sólo me quedaron cuatro. Hay algo que proviene de usted que me refresca y me consuela”.

  Si uno puede experimentar a Cristo en tiempos de pruebas y problemas, ¡cuánto fluirá de su interior para otros! ¡Con cuánta bendición regará a otros! No es en tiempos pacíficos o días alegres que puede hacerse esto. Es en los días de tristeza, en los días de enfermedad, en los días de problemas. En esas ocasiones, es por medio de la experiencia que uno tenga de Cristo que podrá tener la corriente viva que riega a otros. Cada situación de muerte puede producir un fluir más grande de agua refrescante. No sólo en los montes, sino también en los valles; no sólo en los valles, sino también en los montes. Necesitamos muchas experiencias de la muerte del Señor y muchas experiencias de la resurrección del Señor; entonces estaremos llenos de manantiales, fuentes y arroyos.

  Estos versículos realmente son dulces. Es una buena tierra, una tierra de arroyos, manantiales y aguas profundas que fluyen por valles y montes. Es a través de gloria y de deshonra, de mala fama y de buena fama; como engañadores, pero veraces; como desconocidos, pero bien conocidos; como moribundos, mas he aquí vivimos; entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo. Trate usted de experimentar a Cristo y aplique a Cristo cuando se encuentre en cualquier clase de sufrimiento; entonces tendrá algo que no sólo le refrescará a usted mismo, sino que también fluirá de usted para regar a otros. Esta es sólo una parte de las inescrutables riquezas de Cristo; éste es sólo un aspecto de las riquezas de la buena tierra. La tierra es buena en las riquezas del agua: en arroyos, manantiales y aguas profundas, que brotan en valles y montes.

LOS OJOS DEL SEÑOR

  ¿De dónde viene toda esta agua? Brota en los valles y en los montes. Pero, ¿de dónde viene el agua para los valles y montes? Deuteronomio 11:11 y 12 dice que esta tierra “bebe las aguas de la lluvia del cielo”. Los montes y los valles no son el origen. ¡El cielo es el origen! Todas las aguas vivas, todos los arroyos, vienen del cielo. El origen está en el cielo. ¿Por qué proviene del cielo? En el mismo pasaje se nos dice que esta tierra es una tierra que el Señor busca: “Tierra de la cual Jehová tu Dios cuida [en heb., busca].” Dios busca este pedazo de tierra buena. “Siempre están sobre ella los ojos de Jehová tu Dios, desde el principio del año hasta el fin”. Como ya se entiende, cuando usted tiene contacto con Cristo, cuando lo disfruta y lo experimenta de tal manera que la vida de El fluye de su interior, ¡qué sensación tan profunda tendrá de la presencia de Dios! La presencia de Dios será muy real para usted. Se dará cuenta de que usted es una persona a quien Dios busca y de quien El cuida. Experimentará que Sus ojos estarán sobre usted desde el principio hasta el fin del año, simple y sencillamente porque está en Cristo, disfrutándolo y experimentándolo. Debido a que está unido a Cristo prácticamente, no sólo lo experimentará como agua viva, sino que también disfrutará de la presencia de Dios. Los ojos de Dios siempre estarán sobre usted. Lo que Dios busca es este pedazo de tierra buena. Usted tiene que vivir en esta buena tierra y disfrutar las riquezas de la misma; entonces obtendrá la presencia de Dios con los ojos de Dios.

  Cuando una persona no está contenta conmigo, sus ojos se apartan de mí. Con Dios es lo mismo. Pero cuando usted disfrute a Cristo como esa tierra, los ojos de Dios estarán sobre usted desde el principio hasta el fin; usted disfrutará continuamente de la presencia de Dios. La presencia de Dios estará con usted porque experimenta a Cristo como su agua viva, porque está en la buena tierra.

  La tierra es rica en aguas. Es una tierra de arroyos, manantiales, y aguas profundas, que brotan en los valles y en los montes.

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