Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Cristo y la iglesia revelados y tipificados en los Salmos»
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
11 12 13 14 15 16 17 18 19 20
21 22 23 24
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

Cristo y la iglesia revelados y tipificados en los Salmos

PREFACIO

  Este libro se compone de mensajes dados por el hermano Witness Lee en el verano de 1969 en Los Ángeles, California.

DOS CONCEPTOS: EL CONCEPTO HUMANO Y EL DIVINO

  Todos los salmos contienen las expresiones de los santos piadosos, las cuales se originaban en sus experiencias. Puesto que los escritores eran santos piadosos, ellos hicieron todo lo posible por expresar algo en alabanza a Dios según sus experiencias. Por supuesto, estas expresiones se basaban en el concepto que tenían de Dios. Ellos tuvieron ciertas experiencias, ciertos sentimientos y ciertas impresiones según lo cual expresaron algo, y dichas expresiones ciertamente se basaban en su propio concepto. No obstante, debido a que estaban tan cerca de Dios y estaban abiertos a Él, Dios obtuvo un camino libre para expresar algo en sus palabras. Sin embargo, las palabras de Dios no se basaban en los conceptos de ellos, sino en el concepto divino. Debemos entender que en el libro de Salmos hay dos clases de conceptos: el concepto de los santos y el concepto de Dios, el concepto humano y el divino, el concepto natural y el espiritual. Estos dos siempre se encuentran juntos en el libro de Salmos. No obstante, no debemos pensar que se complementan mutuamente, pues en realidad son incompatibles y contradictorios.

  En la práctica el salmo 1 está diciendo: “Bienaventurado el varón que guarda la ley”. Ésta es la expresión de un santo según su concepto, y su concepto giraba en torno a la ley. Su deleite se hallaba en la ley. Sin embargo, mientras expresaba este sentimiento en el salmo 1, luego, en el salmo 2, Dios, Cristo y el Espíritu de Dios intervinieron, no para decir: “Bienaventurado es el varón que guarda la ley”, sino: “¡Bienaventurados todos los que se refugian en Él”. Mientras el salmista decía: “Bienaventurado el varón que guarda la ley”, el Señor intervino para declarar: “Bienaventurados todos los que se refugian en Él”. Como se puede ver, el salmista estaba expresando algo que era según su concepto, pero debido a que estaba tan cerca de Dios y abierto a Él, en medio de sus palabras Dios pudo intervenir y expresar algo que era según el concepto divino. Fue así como los salmistas escribieron el libro de Salmos. Los salmistas hablaban según su concepto; no obstante, cuando Dios inesperadamente expresó algo en las palabras de ellos, hubo un cambio de concepto. Éste es un principio extremadamente importante en nuestro entendimiento del libro de Salmos.

EL CENTRO Y CONTENIDO

  Ahora debemos considerar cuál es el centro y contenido de todas las alabanzas halladas en los salmos. Desde el punto de vista humano, el centro y contenido es una cosa, pero desde el punto de vista divino es otra cosa. Desde el punto de vista humano, podemos decir que el centro y contenido de todos los salmos son las experiencias que tuvieron los santos con respecto a la misericordia, bondad, amor, fidelidad, poder y gloria de Dios. Ellos experimentaron la bondad de Dios, tanto que en sus alabanzas a Dios incluyeron todos estos aspectos de su experiencia de Dios. Éste es el concepto humano; éste es el punto de vista humano. Sin embargo, conforme al concepto divino y el punto de vista divino, el centro y contenido de todas las alabanzas son Cristo, la casa y la ciudad de Dios. Cristo es el centro, y la iglesia, tipificada por la casa y la ciudad, también forma parte de este centro. Cristo y la iglesia son el centro y contenido de todas las alabanzas halladas en los salmos. Por lo tanto, todas nuestras alabanzas deben contener los sentimientos e impresiones obtenidos a partir de nuestra experiencia; sin embargo, en todas nuestras alabanzas Cristo y la iglesia deben ser nuestro centro y contenido.

  Muchos de nosotros estuvimos en la atmósfera del cristianismo y bajo su influencia por muchos años. Los maestros cristianos siempre declaran que los salmos son muy preciosos y reconfortantes. Si usted tiene algún problema, dicen ellos, lea los salmos, y será consolado. Es cierto que los salmos son un verdadero consuelo, pero si simplemente aplicamos los salmos para nuestro consuelo, erraremos grandemente y estaremos muy lejos del propósito por el cual fueron escritos. El libro de Salmos no fue escrito de esta manera, sino como una alabanza a Dios con Cristo como centro. Cristo mismo les dijo a Sus discípulos que en los libros de Moisés, en los profetas y en los salmos se habían escrito muchas cosas acerca de Él (Lc. 24:44). Es una verdadera lástima que tantos cristianos simplemente apliquen los salmos para su propio consuelo. Son muy pocos los que aplican los salmos a la experiencia que tienen de Cristo.

  Debemos entender que cuando vengamos a las reuniones de la iglesia, debemos alabar. Efesios 5 y Colosenses 3 nos dicen que debemos estar en el espíritu, siempre alabando con salmos, himnos y cánticos espirituales. Tal vez usted diga que ha estado haciendo esto, pero yo quisiera preguntarle cuál es el centro de su alabanza. La mayoría de las alabanzas que yo he escuchado se centran en la misericordia, bondad y benevolencia amorosa de Dios. Hoy uno no percibe mucho de Cristo en las oraciones y alabanzas de la mayoría de los cristianos. Tampoco en dichas alabanzas uno escucha mucho acerca de que la iglesia sea la casa de Dios y la ciudad de Dios. Es imprescindible que seamos transformados con respecto a nuestras alabanzas. Todos debemos venir a la reunión a alabar al Señor, no simplemente centrados en el concepto de lo que hemos obtenido de la bondad y benevolencia amorosa de Dios, sino continuamente centrados en Cristo y en la iglesia como casa de Dios y ciudad de Dios. Hermanos y hermanas, esto es sumamente vital. Es algo más profundo. La gente hoy en día habla mucho acerca de la vida más profunda; sin embargo, yo les aseguro que ésta es la vida más profunda, y que éstas son las alabanzas más profundas.

  Es extremadamente difícil para los santos librarse de sus viejos conceptos. Es bueno que nos acordemos de la bondad y misericordia del Señor hacia nosotros, pero nuestras alabanzas deben centrarse en Cristo y la iglesia. Declaremos: “¡Aleluya, Señor, cuán bueno es que yo esté en la iglesia local! Día a día, estoy disfrutándote como mi consuelo en la iglesia local”. Aunque en esta alabanza se menciona el consuelo, ella se centra no en el consuelo, sino en Cristo y la iglesia. Yo simplemente disfruto a Cristo día a día y experimento el consuelo en la iglesia local. Muchas veces hoy en día los cristianos se olvidan de Cristo y no tienen la iglesia. Lo único que tienen y lo único de lo cual pueden hablar es de su consuelo personal.

  Estoy seguro de que si estamos cerca del Señor y estamos abiertos a Él, mientras alabamos: “Oh Padre, Tú eres tan bueno; te ruego que seas mi consuelo”, el Espíritu de Dios dirá algo, no conforme a nuestro concepto sino conforme al Suyo. Así que mientras nosotros decimos: “Cuán bueno, cuán bueno”, Cristo y la iglesia entonces se introducirán en nuestra alabanza. Todos debemos estar tan cerca de Dios y tan abiertos a Él que el Espíritu pueda fácilmente expresar algo en nuestras palabras acerca de Cristo y la iglesia.

  Esta breve introducción es extremadamente crucial para nuestro entendimiento del libro de Salmos.

LAS SECCIONES DEL LIBRO

  Los ciento cincuenta salmos se dividen en cinco libros, cada uno de los cuales se compone de varios salmos que tienen una característica distintiva en su significado espiritual.

  Libro Uno: Salmos 1—41 indican que la intención de Dios es hacer que los santos que le buscan se vuelvan de la ley a Cristo a fin de que puedan disfrutar de la casa de Dios: la iglesia.

  Libro Dos: Salmos 42—72 indican que los santos experimentan a Dios así como Su casa y Su ciudad por medio del Cristo sufriente, exaltado y reinante.

  Libro Tres: Salmos 73—89 indican que los santos, en sus experiencias, comprenden que la casa y la ciudad de Dios —con todos sus correspondientes deleites— pueden ser resguardadas y mantenidas únicamente por medio de que Cristo sea apropiadamente apreciado y exaltado por el pueblo de Dios.

  Libro Cuatro: Salmos 90—106 indican que los santos, habiendo sido unidos a Cristo, son uno con Dios a fin de que Él recobre Su título de propiedad sobre la tierra por medio de Cristo en la casa y la ciudad de Dios.

  Libro Cinco: Salmos 107—150 indican que la casa y la ciudad de Dios llegan a ser la alabanza de los santos, su seguridad y lo que ellos desean, y que Cristo viene a reinar sobre toda la tierra por medio de la casa y la ciudad de Dios: la iglesia.

  Al examinar los puntos principales de los cinco libros, fácilmente nos damos cuenta de que no sólo siguen una secuencia llena de significado, sino que también muestran de forma consecutiva un progreso o avance hasta alcanzar el punto culminante de la revelación divina que ellos nos presentan.

  El primer salmo de cada libro representa el concepto de ese libro. Por ejemplo, el primer salmo del Libro Uno representa el concepto de la ley. Examinemos el primer salmo de cada libro y notaremos un progreso o avance. Consideremos varios versículos de estos salmos. El Libro Dos empieza diciendo: “Como anhela el ciervo / las corrientes de agua, / así te anhela mi alma, / oh Dios” (42:1). Comparemos este versículo con el comienzo del Libro Uno, y notaremos la diferencia. Hay una mejora adicional al comienzo del Libro Tres: “Ciertamente Dios es bueno para con Israel, / para con los puros de corazón” (73:1). Incluso notamos otro progreso cuando llegamos al comienzo del Libro Cuatro: “Oh Señor, Tú nos has sido nuestra morada / en todas las generaciones” (90:1). ¿Pueden ver la diferencia? Finalmente, el Libro Cinco empieza en el plano más elevado de todos: “Dad gracias a Jehová, porque Él es bueno, / porque para siempre es Su benevolencia amorosa” (107:1). La última palabra —y también la más gloriosa— del libro de Salmos es: “¡Aleluya!”. Me temo que para muchos cristianos las últimas palabras del libro de Salmos sean: “Bienaventurado el varón que guarda la ley”; sin embargo, el verdadero libro de Salmos concluye con esta palabra: “¡Aleluya!”.

LIBRO UNO: LOS SALMOS DEL 1 AL 41

  Puesto que el Libro Uno indica que la intención de Dios es hacer que los santos que le buscan se vuelvan de la ley a Cristo, al comienzo nos presenta un contraste entre los dos primeros salmos. Leamos los salmos 1 y 2. ¿Puede ver la diferencia entre estos dos salmos? Un salmo se centra en la ley y es conforme al concepto humano de los santos piadosos, mientras que el otro se centra en Cristo y es conforme al concepto divino de Dios.

EL SALMO 1: EL CONCEPTO DE LOS SANTOS EN CUANTO A LA LEY

  Sé que usted dirá que el salmo 1 es un salmo excelente, y que todos los cristianos estarían de acuerdo con esto. Sé que todos ustedes lo aprecian; sin embargo, lo aprecian conforme al concepto humano. ¿Realmente creen que el salmo 1 es tan bueno? Es cierto que es bueno según su concepto, el concepto de la ley, el cual es natural y humano.

  El libro de Job viene justo antes del libro de Salmos. ¿Qué diría Job acerca del salmo 1? En el salmo 1 el escritor dice: “Bienaventurado el varón / que no anda / en el consejo de los malvados, / ni permanece en el camino de los pecadores, / ni se sienta en la silla de los que se burlan, / sino que en la ley de Jehová está su deleite, / y en Su ley medita de día y de noche. / Será como un árbol / trasplantado junto a corrientes de agua, / que da su fruto a su tiempo / cuyo follaje no se marchita; / y todo lo que hace, prospera” (vs. 1-3). Job en ese momento de inmediato interrumpiría para decir que el escritor está equivocado. Él diría: “Yo soy alguien que de día y de noche se deleita en la ley de Jehová, pero puedo testificar que nada de lo que he hecho ha prosperado. Todo cuanto hice me trajo problemas. Usted es simplemente como uno de mis tres amigos. Uno de ellos dijo lo mismo: ‘Si te vuelves al Todopoderoso, serás edificado. / Si de tus tiendas alejas la injusticia [...] / Decretarás asimismo algo, y te será establecido; / y sobre tus caminos resplandecerá la luz’” (Job 22:23, 28). El pensamiento y el concepto de los tres amigos de Job es el mismo que el concepto que encontramos en el salmo 1. Job también podría remitir al escritor del salmo 1 a los versículos 7 y 8 del capítulo 10 de su libro, donde dice: “¿Aunque Tú sabes que no soy malvado / y que no hay quien de Tu mano me libre? / Tus manos me han formado y moldeado por completo / y, con todo, me destruyes”. ¿Qué respuesta daría a esto el escritor del salmo 1? Todas las conversaciones que tuvieron los tres amigos de Job con él así como el escritor del salmo 1 siguen en la misma línea: “Si guardas la ley, si no eres una persona mala, si te vuelves al Señor, si haces Su voluntad, prosperarás”. Así que el escritor del salmo 1 vendría a ser otro de los amigos de Job. De hecho, Job tiene muchos amigos; todos ustedes son sus amigos. Al menos una persona en todo el universo estaría en contra del concepto presentado en el salmo 1. Job diría: “No digas esto. No importa lo que hagas, no prosperarás. Tus palabras no funcionan en mi caso”.

  Dios no está a favor de la ley. Ni siquiera la ley en los libros de Moisés está a favor de la ley. La ley está a favor de Cristo. ¡Pobres santos! ¡Pobres santos piadosos! ¡Pobre de nosotros! ¡Simplemente tenemos el concepto humano! Pensamos que si guardamos la ley, que si no hacemos nada malo, que si somos buenos y nos deleitamos en la ley día y noche, entonces todo lo que hagamos prosperará. Éste es un concepto natural y humano, pero no es cierto en la experiencia verdadera. Cuanto más Job se esforzaba por ser recto, más sufría. Hermanos y hermanas, debemos ver esto con toda claridad.

  Estos santos piadosos no tenían un concepto acertado; sin embargo, en su persona ellos estaban muy cerca del Señor y estaban abiertos a Él. Fue por ello que a medida que expresaban sus sentimientos e impresiones, el Espíritu de Cristo intervino para continuar sus palabras, no conforme al concepto de ellos sino conforme al concepto de Dios.

  En el salmo 1 encontramos dos puntos: (1) Bienaventurado el varón que guarda la ley, y (2) el camino de los malvados perecerá. Estos dos puntos caracterizan el concepto humano del escritor. La conclusión del salmo 2 es que bienaventurados son todos los que se refugian en Cristo, y que debemos “besa[r] al Hijo, para que no se enoje”. ¿Ha visto usted la diferencia entre el salmo 1 y el salmo 2? El salmo 1 declara que lo que determina si uno es bienaventurado o perece es si guarda la ley. Si la guarda, será bienaventurado; pero si no la guarda, perecerá. Lo que declara el salmo 2 es completamente diferente, pues lo que determina si uno ha de ser bienaventurado o no, si ha de perecer o no, es si se refugia en Cristo y lo besa. Si uno se refugia en Cristo, es bienaventurado; y si lo besa, lo cual significa que lo ama, nunca perecerá. Así que el concepto hallado en el salmo 1 es la ley, mientras que el concepto hallado en el salmo 2 es Cristo. ¿Ha visto usted esto? Dios no está a favor de la ley, sino de Cristo.

  ¿Qué entonces del salmo 1? Dejémoslo ahí y prosigamos al salmo 2. Si usted decide quedarse en el salmo 1 y aboga por él, se quedará en el concepto humano, el concepto de la ley, y aún no habrá recibido la revelación divina de Cristo. A los ojos de Dios, si usted es bienaventurado, o si ha de perecer o no, no es algo que depende de la ley sino absolutamente de Cristo. Si usted se refugia en Él y lo ama, es bienaventurado. Olvídese de la ley. El apóstol Pablo dice que nosotros fuimos crucificados a la ley. Estamos muertos a la ley (Ro. 7:4; Gá. 2:19). Esto significa que nosotros no tenemos nada que ver con la ley. Yo estoy viviendo con Cristo; no me hable acerca de la ley. Lo que importa no es guardar la ley ni deleitarse en la ley, sino refugiarse en Cristo y besarlo.

  Refugiarse en Cristo es una expresión del Antiguo Testamento; el término equivalente a éste en el Nuevo Testamento es creer en Cristo. Besarlo es un término del Antiguo Testamento; pero el término equivalente a éste en el Nuevo Testamento es amarlo. Jesús le dijo a Pedro: “¿Me amas más que éstos?” (Jn. 21:15). En el lenguaje del Antiguo Testamento esto significa: “¿Me besas?”. Lo que importa hoy no es guardar la ley, sino refugiarnos en Cristo y besarlo. Tenemos que creer en Él y amarlo. Mientras nos refugiemos en Él y le besemos, eso será realmente maravilloso. El salmo 1 está a favor de la ley, pero el salmo 2 está a favor de Cristo; una parte del libro de Salmos corresponde al concepto humano, y otra parte al concepto divino; una parte es la expresión de los santos piadosos, y otra parte son las declaraciones de Dios.

SALMO 2: LA DECLARACIÓN DE DIOS ACERCA DE CRISTO

  Los doce versículos del salmo 2 pueden dividirse en cuatro secciones, de tres versículos cada una. Los primeros tres versículos predicen la oposición a Cristo por parte de los gobernantes del mundo. Esta profecía empezó a cumplirse cuando Cristo fue juzgado por Pilato, y su cumplimiento continuará hasta el tiempo indicado en Apocalipsis 19:19. Cuando Jesús fue traicionado, los gobernantes, los reyes, los jueces de esta tierra, empezaron a oponérsele. Por lo tanto, este salmo dice: “¿Por qué se amotinan las naciones, / y los pueblos traman cosas vanas? / Los reyes de la tierra se alzan, / y los príncipes se sientan para consultar unidos, / contra Jehová y contra Su ungido’” (vs. 1-2). Esto incluye a todos los césares del Imperio romano. También incluye, en los siglos posteriores, a todos los gobernantes, reyes y jueces de esta tierra que se levantan y conspiran contra Cristo. Hechos 4:25-27 hace referencia a esta profecía. Es la predicción de la oposición de los líderes del mundo a Cristo desde Su crucifixión hasta el tiempo en que el anticristo será derrotado por Cristo.

  La segunda sección del salmo 2 es la declaración que Dios hace (vs. 4-6). El versículo 4 dice: “El que se sienta en los cielos se ríe”. Mientras aquellos césares romanos conspiraban contra Cristo, Dios estaba sentado en el cielo riéndose. Mientras los demás gobernantes del mundo conspiraban contra Cristo, Dios indudablemente estaba en los cielos riéndose de ellos y burlándose de ellos. Hitler se opuso brutalmente a Cristo, pero, ¿dónde se encuentra hoy? ¿Dónde están los césares romanos? ¿Dónde estarán los gobernantes que hoy se oponen a Cristo en unos cuantos años? Dios se ríe y dice: “¿Qué están haciendo? La oposición de ustedes sólo puede durar unos cuántos años, los cuales se van volando”. Los jueces y los reyes se levantan y luchan contra Cristo, pero con el tiempo Dios los destruirá. “Entonces les hablará en Su enojo, / y en Su ira ardiente los aterrará” (v. 5). Dios dijo: “Yo he establecido Mi rey / sobre Sion, Mi monte santo” (v. 6). Ésta es la declaración de Dios.

  La tercera sección, los versículos del 7 al 9, es la declaración que Cristo mismo hace. Cristo hizo una declaración; Él dijo: “Contaré el decreto de Jehová; / Él me dijo: Mi Hijo eres Tú; / Yo te he engendrado hoy”. Tanto Hechos 13 como Hebreos 1 nos dicen que estas palabras se refieren a la resurrección de Cristo. Cristo fue engendrado como Hijo de Dios al ser resucitado. Después de esto ascendió a los cielos, donde le hizo una petición al Padre, y el Padre le dio las naciones por herencia. Dios le otorgó los confines de la tierra como posesión Suya, y le dijo: “Tú los quebrantarás con vara de hierro; / los desmenuzarás como a vasija de alfarero”.

  La última sección, los versículos del 10 al 12, es la predicación del evangelio. “Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; / recibid la amonestación, oh jueces de la tierra. / Servid a Jehová con temor / y regocijaos con temblor”. Esto sencillamente significa arrepentirse y creer. “Besad al Hijo, / no sea que se enoje y perezcáis en el camino [...] / Bienaventurados todos los que se refugian en Él”. Los últimos tres versículos del salmo 2 son el evangelio.

  Estas cuatro secciones —la sección en la que se predice la oposición a Cristo, la sección en la que se predice la declaración hecha acerca de Cristo, la sección en la que se predice la declaración que Cristo hizo respecto a Sí mismo y la sección en la que se predice la predicación del evangelio— incluye todo lo relacionado con Cristo. Es necesario que tengamos este concepto de tal Cristo. No importa cuánto el mundo se oponga a Cristo, Dios lo ha designado, lo ha ungido y nos lo ha dado a conocer para que nosotros ahora lo prediquemos. Debemos decirles a las personas que sean prudentes, se arrepientan, teman y se regocijen con temblor, se refugien en Él y le amen. Ésta es la predicación del evangelio.

  ¿Cuál salmo prefiere usted? ¿El salmo 1 o el salmo 2? Cuando recién fui salvo, el primer capítulo de la Biblia que aprendí de memoria fue el salmo 1; pero nadie jamás me habló del salmo 2. El cristianismo hoy todavía tiene el concepto humano, el concepto natural, el concepto de la ley. No obstante, debemos olvidarnos de esto. Debemos aceptar el concepto divino, el concepto espiritual, el concepto de Cristo. Aunque Él está sufriendo oposición hoy en día, Dios ha declarado que Él es el Ungido, que Él ha resucitado, y que Él recibirá por herencia las naciones y las regirá. ¿Qué nos toca a nosotros hacer? Simplemente debemos alabarle, ser prudentes, recibir la amonestación, temer y regocijarnos con temblor, refugiarnos en Él y besarle. Si hacemos esto, seremos bienaventurados y jamás pereceremos.

  Las naciones se reúnen,     En completa vanidad Todo reino y principado     Contra Dios opuesto está. ”Sus cadenas hoy rompamos,     Toda cuerda hay que cortar”. Contra Cristo, el Ungido,     Cada gobernante va.

  Quien se sienta en los cielos     De ellos pronto se reirá, Viendo al hombre en sus fuerzas,     Los aterrorizará. Tiene Dios al Rey ungido     Sobre el monte de Sion Que a los reyes les advierte,     La declaración de Dios.

  Nos declara el Cristo ungido     El decreto de Dios hoy; ”Este día te he engendrado,     Primogénito de Dios. Como Tu herencia propia;     Las naciones te daré. Las destruirá Tu aliento     Excelente ungido Rey”.

  Oh sed sabios e instruidos     Los que en posición están, Sirvan al Único digno,     Témanle y se gozarán. Deben de besar al Hijo,     Y no enojar a Dios; Todos los que en Él confían,     Gozarán de bendición.

  Hemos visto al Ungido,     Te alabamos, Dios de amor; Y besando a Tu Hijo     Nuestra vanidad cesó. No los que la ley hoy guardan,     Sino los que creen en Él Son benditos para siempre     Y al Resucitado ven.

  (Hymns, #1094)

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración