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Mensajes del libro «Cristo y la iglesia revelados y tipificados en los Salmos»
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CAPÍTULO CATORCE

EL AMOR QUE SIENTEN LOS SANTOS POR LA CASA DE DIOS CON CRISTO

Salmos 84

  Lectura bíblica: Sal. 84:1-12

  En el Libro Dos hemos llegado a la cúspide en lo referido a la casa y a la ciudad que sirven como el peldaño que le permitirá al Señor volver a poseer la tierra. Sin embargo, aun necesitamos ver algo más, ya que al final del Libro Dos únicamente hemos visto el lado positivo. Además de éste, hay un aspecto negativo. Después del día, tenemos la noche; por consiguiente, después del Libro Dos tenemos el Libro Tres, el cual nos revela la posibilidad de perder el disfrute de la casa y la ciudad de Dios.

  ¡Cuán maravilloso es estar en la casa y en la ciudad! No obstante, debemos entender que es posible que perdamos este disfrute tan dulce. Incluso hay algo que nos afectará de una manera más personal que esto: en un momento dado Dios nos quitará incluso nuestras bendiciones materiales y seremos despojados. Según nuestras experiencias pasadas, esto es exactamente lo que ha sucedido. Después que vinimos a la iglesia local y la disfrutamos grandemente, la mano de Dios vino a despojarnos de muchas cosas. ¡Cuán contraria es esta experiencia a nuestro concepto religioso! En la religión se nos dice que si amamos al Señor, tendremos salud y prosperaremos en todo aspecto. Hemos enseñado esto a otros e incluso a nuestros propios hijos. No me atrevería a decir que este concepto esté correcto o incorrecto, pero sí diría que es completamente religioso. Si es correcto, es religiosamente correcto. No obstante, según nuestra experiencia, podemos testificar que cuando amamos al Señor, Él empieza a despojarnos gradualmente de muchas cosas. Yo mismo he pasado por la misma experiencia que describe el salmista en el salmo 73. Mientras sufría y era despojado, miraba a otros en el mundo con su prosperidad y le pregunté al Señor: “¿Qué es esto?”. Tarde o temprano, quizás no hoy pero algún día, el Señor empezará a despojar a los hermanos y hermanas —incluso a los más jóvenes— de todas las cosas buenas. El Señor lo despojará a usted. Pero usted no entenderá esto sino cuando entre en el santuario. Él nos despoja para que lo disfrutemos de una manera absoluta. Éste es el primer aspecto que nos presentan los salmos en el Libro Tres. Cuando aprendamos a decir como el salmista: “¿A quién tengo en los cielos sino a Ti? / Y fuera de Ti nada deseo en la tierra”, habremos obtenido un verdadero progreso.

  El segundo aspecto del Libro Tres es que los hijos del Señor debemos continuamente darle a Cristo la preeminencia. Si no le damos la posición apropiada al hombre que está a la diestra de Dios, tendremos problemas con la casa de Dios y perderemos el disfrute de la iglesia local. La diestra de Dios es el primer lugar en todo el universo, y ése es el lugar que debemos darle a Cristo en la vida de iglesia. Esto traerá la restauración, la cual sorberá toda la desolación que haya en las iglesias locales.

UN AMOR MÁS PROFUNDO POR LA VIDA DE IGLESIA

  Ahora llegamos al salmo 84, que describe cómo los santos aman la casa de Dios y desean morar en ella. Ciertamente en esta coyuntura podemos decir como dijo el salmista en el versículo 1: “¡Cuán hermosos son Tus tabernáculos!”. No se nos habla de un tabernáculo sino de muchos. Sin duda alguna estos tabernáculos representan las iglesias locales. Las iglesias locales pueden ser así de hermosos para nosotros; incluso podemos añorarlas. Muchos de ustedes han estado en las iglesias locales por poco tiempo, quizás llevan menos de uno o dos años. Ésta es la etapa de la luna de miel. Pero la luna de miel no durará mucho. Sin embargo, después que acabe toda la desolación y todas las experiencias negativas queden atrás, usted percibirá que la casa de Dios es mucho más hermosa de lo que era cuando usted vino por primera vez.

  Nunca podré olvidar mis primeros cinco años en la iglesia local; fueron una verdadera luna de miel. Me parecía que todos los días eran maravillosos. Sin duda alguna, me parecía que la luna de miel con la iglesia local jamás se acabaría. Pero un día vinieron las pruebas: surgió un verdadero problema, y la iglesia quedó casi totalmente devastada. Después de esto, por espacio de casi diez años, una prueba tras otra sobrevino a las iglesias locales. Pero, alabado sea el Señor, después de todas estas difíciles experiencias, la iglesia local llegó a ser más dulce y más amable para mí que nunca antes.

  El salmo 84 no viene antes del despojo y desolación de la casa de Dios, sino después de esto. Después del despojo y desolación, y durante el período de recobro y restauración, la casa de Dios llega a ser más dulce que nunca antes. ¡Cuán hermosos son los tabernáculos de Dios! Los hermanos y hermanas jóvenes deben tener esto presente: si el Señor se tarda en venir, ustedes verán que de aquí a diez años las iglesias locales serán mucho más preciosas de lo que hoy son para ustedes. No puedo describirles lo preciosas que son para mí. En Juan 2 leemos acerca del mejor vino. Pero yo puedo decirles que, según mi experiencia, las iglesias locales son mejores y más dulces que el mejor vino.

  Si pudiera preguntarles a las hermanas acerca del amor que tienen para con sus esposos, creo que muchas testificarían que el amor que sienten por ellos hoy, después de haber pasado por muchas pruebas y experiencias juntos, es más fuerte, más profundo y más dulce que el amor que sentían en su luna de miel. Con el paso de los años y después de muchas pruebas, ellos han desarrollado un amor que es tan fuerte que nada puede romperlo.

  El amor descrito en el salmo 84 no es el amor de la luna de miel, sino el amor que viene después de haber pasado por muchas pruebas. No es el amor que se describe en Salmos 26:8, que dice: “Oh Jehová, amo la morada de Tu casa, / y el lugar donde habita Tu gloria”, ni tampoco el amor descrito en Salmos 27:4: “Una cosa he pedido a Jehová; / ésta buscaré: / morar en la casa de Jehová todos los días de mi vida, / para contemplar la hermosura de Jehová / y para inquirir en Su templo”. En la vida de iglesia pasamos por un período de luna de miel, después del cual viene un período de muchas experiencias y pruebas. En el salmo 84 encontramos indicios de estas pruebas: “Pasando por el valle de Bacá, / lo convierten en manantial; / ciertamente la lluvia temprana lo cubre de bendiciones” (v. 6). Éste no es el amor inicial, sino el amor que ha madurado a través de muchas pruebas. Se requieren algunos años para llegar a este punto. Recuerde que el salmo 84 no se encuentra en el primer libro de Salmos sino en el tercero, es decir, mucho después de la luna de miel e incluso después de un período extenso de “vida matrimonial”. Es después de pasar por cierto período de pruebas que podemos testificar de lo amables que son las iglesias locales.

LOS DOS ALTARES

  Consideremos ahora los diferentes aspectos de la experiencia del salmista acerca de la casa. El primer aspecto de su disfrute es, poéticamente hablando, los dos altares. “Incluso el gorrión ha hallado casa en Tus dos altares; / y la golondrina nido para sí, / donde poner sus polluelos, / oh Jehová de los ejércitos, Rey mío y Dios mío” (v. 3). Sin duda alguna, nosotros somos los gorriones, somos las golondrinas, pequeñas criaturas, sumamente pequeñas y frágiles. Sin embargo, podemos hallar casa. Ya hemos dicho que en los salmos, siempre que se menciona la casa de Dios, no se presenta ésta solamente como un lugar donde Dios puede morar, sino también como un lugar donde nosotros podemos hallar casa. Éste es el dulce sentimiento que el salmista nos comunica respecto a la casa de Dios. Es un lugar donde los pequeños gorriones pueden habitar. Es un lugar donde la golondrina puede hace nido para sí, donde puede poner sus polluelos. Podemos habitar en la casa de Dios, y este hogar se halla cerca de los dos altares.

  En la antigüedad, tanto en el tabernáculo como en el templo, había dos altares: uno se hallaba en el atrio, y el otro en el Lugar Santo; uno estaba afuera y el otro adentro. El altar que estaba en el atrio era donde se presentaban las ofrendas, el cual ponía fin a todas las cosas negativas; este altar limpiaba, redimía y libraba de todos los problemas. El altar que estaba en el Lugar Santo era el altar del incienso, el cual representa al Cristo resucitado mediante el cual Dios nos acepta. Por lo tanto, estos dos altares representan la crucifixión de Cristo y Cristo en resurrección. Ambos, a modo de tipo, corporifican todo lo que Cristo es y todo lo que Él ha realizado y logrado. Es allí donde hallamos casa; es allí donde encontramos descanso en la casa de Dios. Todos los pequeños que están en las iglesias locales deben comprender y captar el significado de la crucifixión y resurrección de Cristo, junto con todo lo que Él realizó y logró por nosotros. Les repito una vez más que los salmos son un escrito poético y que debemos entenderlos como tal.

  Debemos cuidar de los pequeñitos en las iglesias locales ayudándolos a comprender el valor y significado del primer altar y el significado y valor del segundo altar. Debemos hacer que ellos capten cómo Cristo es el Cristo crucificado en el altar de ofrendas, y el Cristo resucitado en el altar de incienso, a fin de que disfruten de toda la bondad del Cristo crucificado y resucitado. Es allí, junto a los altares, que encontramos un verdadero lugar de reposo, un verdadero nido donde poner a los pequeños. Éste es el primer elemento de todo el disfrute que tenemos en las iglesias locales.

ALABAR Y CONFIAR CONTINUAMENTE EN DIOS

  El segundo elemento es la alabanza: “¡Bienaventurados los que moran en Tu casa; / continuamente te alabarán! Selah” (v. 4). De ahora en adelante, cada vez que nos reunamos, debemos pasar considerable tiempo alabando. Las alabanzas debieran ocupar más tiempo en nuestras reuniones que las enseñanzas. “Continuamente te alabarán”. Aprendamos a alabar al Señor.

  El tercer aspecto del disfrute es que en la iglesia local tenemos al propio Dios en quien confiar: “Oh Jehová de los ejércitos, bienaventurado es el hombre / que en Ti confía” (v. 12). Ciertamente todos podemos confiar en Dios fuera de la iglesia local, pero eso es bastante difícil. En la iglesia local, podemos testificar que es muy fácil confiar en Dios. Si usted no ha gustado esto, no sabe de lo que estoy hablando. Incluso los jóvenes pueden dar testimonio de esto. Venga a la iglesia local y quédese sólo unos dos meses, y verá cuán fácil le es confiar en Dios cuando está en las reuniones. En casa, esto es más bien arduo y difícil, pero en las reuniones es muy espontáneo. En las iglesias locales tenemos a Dios mismo en quien confiar.

  Hay otras bendiciones que provienen de la casa de Dios en este salmo, pero sólo mencionaré estas tres: los altares, donde podemos descansar; la alabanza continua (es alabanza al Señor, pero implica nuestro disfrute); y el lugar donde tenemos a Dios mismo, en quien podemos confiar. Éstas son las principales bendiciones que recibimos al hacer nuestro hogar en la casa de Dios.

LAS CALZADAS QUE CONDUCEN A SION ESTÁN EN NUESTRO CORAZÓN

  El salmo 84 también nos muestra el camino que conduce a Sion. Vamos a Sion, primeramente, al confiar en Dios. “Oh Jehová de los ejércitos, bienaventurado es el hombre / que en Ti confía!” (v. 12). En segundo lugar, las calzadas de Sion deben estar en nuestro corazón: “Bienaventurado el hombre cuya fuerza está en Ti; / en cuyo corazón están las calzadas a Sion” (v. 5). Esto sin duda es muy interesante. Siempre que seguimos un camino para llegar a determinada meta, el camino siempre está fuera de nosotros, pero las calzadas a Sion están en nuestro interior.

  ¿Sigue usted el camino de la iglesia de manera externa o interna? ¿Se encuentra el camino de la iglesia dentro de usted o fuera de usted? Si está fuera de usted, no durará mucho. Las calzadas a Sion deben estar dentro de nosotros. La única manera de andar en la vida de iglesia no es andar externamente sino internamente. Esto no es un asunto externo sino interno.

  A veces las personas hablan del terreno de la iglesia y de la práctica de la iglesia como si simplemente fueran asuntos externos. No estoy de acuerdo con esto. Tales cosas quizás sean externas en cierto modo, pero todas estas cosas externas deben hallarse dentro de nosotros. Si simplemente son cosas externas para usted, tarde o temprano usted se apartará. Es posible que esté en este camino hoy, pero que el día de mañana se extravíe. Alabado sea el Señor, pues las calzadas a Sion están en nuestro corazón. Nosotros seguimos el camino del Señor, andamos por el camino de la iglesia, no externamente sino interiormente. Esto de ningún modo es externo para nosotros sino algo muy subjetivo.

  A veces tenemos el concepto de que el terreno de la iglesia y la práctica de la iglesia no son asuntos de vida. A veces oímos a otros decir: “Hablemos acerca de la vida; por favor, no hable del terreno de la iglesia”. En los primeros días yo mismo tuve este concepto, pero gradualmente fui librado de este tipo de engaño. Nunca diga que el terreno de la iglesia no tiene nada que ver con la vida; es absolutamente un asunto relacionado con la vida. Estoy plenamente convencido de que si alguno de ustedes tiene problemas con respecto a la vida, estará distraído y se apartará del camino de la iglesia. En otras palabras, una vez que se encuentre fuera del camino de la iglesia, errará, al menos hasta cierto punto, en cuanto a la vida espiritual. El asunto del terreno de la iglesia y el camino de la práctica de la iglesia tienen mucho que ver con la vida interior. Cuando nos hallemos de manera profunda en la vida interior, sin duda alguna estaremos en el camino de la iglesia; las calzadas a Sion estarán dentro de nosotros.

  Si adoptamos la vida de iglesia de manera barata, esto significa que la vida en nosotros es extremadamente escasa. Pero estoy seguro de que muchos de nosotros hemos escogido seguir el camino de la iglesia a cierto precio. Personalmente, no me costó tanto aceptar al Señor Jesús como mi Salvador como lo que me costó seguir el camino de la iglesia. Recibir al Señor Jesús como mi Salvador no me costó nada, pero puedo testificar que fue muy costoso para mí seguir el camino de la iglesia. No se imagine que las calzadas a Sion son externas, superficiales y baratas; es más bien todo lo contrario. Es a cierto precio que seguimos el camino de la iglesia y que permanecemos para siempre en las calzadas a Sion.

EL VALLE DE LÁGRIMAS LLEGA A SER UNA FUENTE

  Aquel que sigue este camino pasa por el valle de lágrimas y lo convierte en manantial. Aquí no dice que es Dios quien lo convierte en manantial, sino nosotros. Nosotros siempre tendemos a pensar que todo depende de Dios. Pero no es responsabilidad de Dios convertir el valle de lágrimas en manantial. Si el valle de lágrimas ha de ser un lugar de bendición o no, depende completamente de nosotros, no de Dios. Si usted sigue el camino de la iglesia, vendrá el momento en que afrontará muchas pruebas y problemas. Si se aparta, se encontrará en un verdadero valle de lágrimas; pero si es fiel a cualquier precio, es decir, si dice: “Señor, aun a costa de mi propia vida, seguiré adelante”, entonces convertirá el valle de lágrimas en manantial.

  Quizás piense que cierto hermano es una verdadera ayuda para usted, y disfrute mucho de su comunión. Pero me temo que un día ese mismo hermano vendrá a ser un verdadero problema y prueba para usted. Tal vez haya probado un poco de esto, pero lo mayor está por venir. Más de dos terceras partes de mi vida las he pasado en la vida de iglesia. Bajo la preciosa sangre del Señor que me cubre, puedo decirles que las pruebas más amargas que he pasado han provenido de los queridos hermanos, hermanas y colaboradores. Algunos de los hermanos más cercanos a mí se han convertido en espinos. Tal vez usted diga que cierto hermano es una prueba para usted, pero un día usted será un espino para él. Si en el día de la prueba, usted vuelve la espalda y retrocede, convertirá el valle en un verdadero valle de lágrimas. He visto a muchos que han hecho esto en el pasado. Una vez que se apartan de la iglesia, entran en el valle de lágrimas. Pero también debo confesarles que he visto a muchos también que, a pesar de todas las pruebas, han continuado en la iglesia. Puedo testificar que sus lágrimas fueron transformados en bendición. Las lágrimas fueron transformadas en manantiales, en lluvia que cubre el valle con bendiciones.

  No piense que le estoy trasmitiendo alguna clase de enseñanza. Mi carga al compartirle todos los versículos de estos salmos es mostrarle la actitud que debe adoptar para seguir adelante en la vida de iglesia. No tengo ningún deseo de impartirle ninguna especie de conocimiento acerca de la iglesia. La calzada a Sion atraviesa el valle. Este valle a la postre puede ser un valle de lágrimas o un manantial, un lugar de bendición; todo dependerá de la actitud que usted tenga. Cuando la iglesia es buena y todo marcha bien, podemos alabar al Señor. En estos años aquí en Los Ángeles, la vida de iglesia ciertamente ha sido maravillosa. Sin embargo, es completamente posible que no siempre sea tan buena. Es posible que a veces los hermanos no sean tan amables, por no decir algo peor. De hecho, pueden llegar a ser insoportables en lo que a usted se refiere. Habrá momentos en que los colaboradores no serán tan agradables para usted, y las reuniones no le parecerán tan vivientes. ¿Qué hará entonces? ¿Desistirá y se apartará? Dirá: “¿Cuál es la diferencia entre la iglesia local y las denominaciones?”. De hecho, a momentos quizá la iglesia local no parezca tan buena como las denominaciones. ¿Volverá atrás? Tenga mucho cuidado, pues todo depende de usted. Esto no es responsabilidad de Dios, sino suya. No es Dios quien convierte el valle de lágrimas en un lugar de bendición, sino usted.

EL LUGAR DE LA BENDICIÓN MÁS PLENA

  Cuanto más usted sigue adelante en la iglesia local, más fuerza tendrá. “Van de fuerza en fuerza; / cada uno se presenta delante de Dios en Sion” (v. 7). Ésta no es su propia fuerza, sino la fuerza de Dios. Simplemente siga adelante. No es necesario considerar, vacilar, apartarse. Aun cuando esté frente al mar Rojo, simplemente crúcelo; y si es el río Jordán, crúcelo. Esto es completamente un asunto de fe. No considere la situación. Si lo hace, se sentirá desilusionado. Es posible que esté frente al mar o el río; en cualquier caso, son aguas profundas. Simplemente siga adelante. Alabado sea el Señor, pues a medida que siga adelante, tendrá la fuerza. El Señor está delante de usted. Si continúa avanzando por el camino de la iglesia, usted irá de fuerza en fuerza y se presentará delante de Dios en Sion.

  “Un día en Tus atrios es mejor que mil fuera de ellos” (v. 10). En la Biblia, el número mil representa la medida más plena de una unidad completa. Ezequiel 47 habla de la medida de mil codos, y el milenio abarca un período de mil años. Por lo tanto, la bendición que recibimos al estar en la morada del Señor es la más plena, es la bendición máxima. En ningún otro lugar podemos recibir una bendición tan completa como la que recibimos estando en los atrios de la casa de Dios. Si usted va a una reunión que en su concepto es muy pobre, y le parece que no ha ganado nada de ella, tal vez sienta que le habría sido mejor quedarse en casa. Muy bien, pues quédese en su casa. Tal vez todo vaya bien por algún tiempo, quizás incluso por varias semanas. Pero puedo asegurarle que después de tres meses de estar en casa y de no asistir a las reuniones, usted estará de regreso en el mundo. No me interesa saber cuánto usted gane en su casa; de todos modos, esto jamás podrá compararse con las bendiciones que recibirá en la iglesia local. Incluso si la condición de la iglesia local es bastante pobre, simplemente venga, y recibirá la bendición. De hecho, es posible que reciba alguna bendición en otro lugar, pero no será una bendición de mil por uno. Si usted desea obtener la bendición más rica y completa, si desea convertir un buen día en mil, debe venir a las iglesias locales. “Un día en Tus atrios es mejor que mil fuera de ellos; / prefiero estar en el umbral de la casa de mi Dios, / que habitar en las tiendas de los malvados”. Aquí, en la casa de Dios, disfrutamos a Dios como sol y escudo. El sol nos brinda un suministro y el escudo nos protege. Aquí, en la vida de iglesia, Dios es nuestro suministro y Dios es nuestra salvaguarda. Es aquí que disfrutamos de Su gracia y Su gloria. La gracia es el disfrute interno y la gloria es la expresión externa. En la vida de iglesia tenemos el disfrute interno de la gracia y la expresión externa de la gloria; tenemos un suministro comparable al sol y a Dios mismo como nuestro escudo. ¡Oh, cuán bendita es la vida de iglesia!

  “Oh Jehová de los ejércitos, bienaventurado es el hombre / que en Ti confía!” (v. 12). ¿En dónde confía? En la casa de Dios. El salmista en este salmo tres veces dice: “Bienaventurado”: “Bienaventurados los que moran en Tu casa” (v. 4); “Bienaventurado el hombre cuya fuerza está en Ti” (v. 5); “Bienaventurado es el hombre / que en Ti confía” (v. 12). ¡Cuán diferente es esto del salmo 1, que dice que bienaventurado es el varón que guarda la ley! “Bienaventurados los que moran en Tu casa”. Éstos son aquellos que van de fuerza en fuerza; éstos son aquellos que confían en Dios. ¡Éstas son las bendiciones que nos proporciona la vida de iglesia!

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