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Mensajes del libro «Cristo y la iglesia revelados y tipificados en los Salmos»
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CAPÍTULO QUINCE

EL CORAZÓN DE DIOS ESTÁ PUESTO EN SION CON CRISTO

Salmos 85—89

  Lectura bíblica: Sal. 87:1-7; 89:19-21, 25-27, 29, 36-37

  Antes de llegar al final del Libro Tres, debemos repasar los puntos principales que hemos tratado en el libro de Salmos.

RESUMEN DE LOS PRIMEROS TRES LIBROS DE SALMOS

  Hemos visto que el Libro Uno, los salmos del 1 al 41, indica que la intención de Dios es hacer que los santos que le buscan se vuelvan de la ley a Cristo a fin de que puedan disfrutar de la casa de Dios. Aunque esta frase no es muy larga, es sumamente costosa. No la tome a la ligera. Éste es el resumen de los primeros cuarenta y un salmos. En este resumen del Libro Uno, encontramos tres palabras clave: la ley, Cristo y la casa. Dios ha hecho que Sus santos se vuelven de la ley a Su Ungido, por causa de la casa. Cristo es para la casa; Cristo es para la iglesia. Si nosotros, los santos de Dios, no contactamos la casa, no tendremos un lugar donde disfrutar las riquezas de Cristo. Aunque tengamos a Cristo, sin la casa no tenemos un lugar donde disfrutarlo a Él. La intención de Dios es que, por medio de Cristo, la casa pueda llegar a existir para el disfrute de Su pueblo. La iglesia es, por tanto, el deseo de Dios, Su intención y Su propósito eterno. Así que, en el primer libro tenemos la ley, en el aspecto negativo, y a Cristo y la casa, en el aspecto positivo.

  Puedo testificar que fue después de muchos años de ser cristiano que llegué a saber de qué habla el libro de Salmos. Es fácil entender el libro de Romanos; y también es fácil comprender el contenido del libro de Hechos; pero es posible leer el libro de Salmos varias veces sin captar su mensaje. Necesitamos la revelación divina para ver que la intención de Dios en el primer libro de Salmos es hacer que nuestros pensamientos, nuestros conceptos y nuestro entendimiento se vuelvan de la ley a Cristo a fin de que disfrutemos Su casa.

  También hemos visto que el Libro Dos, los salmos del 42 al 72, muestran cómo los santos experimentan a Dios así como Su casa y Su ciudad por medio del Cristo sufriente, exaltado y reinante. Cuando llegamos al segundo libro, encontramos experiencias más profundas de Cristo; por lo tanto, la casa crece hasta convertirse en la ciudad. Así pues, disfrutamos a Dios por medio de Cristo, disfrutamos la casa de Dios por medio de Cristo y también disfrutamos la ciudad de Dios por medio de Cristo. En el segundo libro vemos al Cristo sufriente, exaltado, reinante y venidero. Es por medio de este Cristo que disfrutamos a Dios así como Su casa y Su ciudad.

  Debemos considerar juntos el primer y el segundo libro de Salmos, y captar el mensaje que ambos nos presentan. En el primer libro Dios nos trae a Cristo, y luego tenemos la casa para el disfrute. El segundo libro sigue este hilo al decirnos que por medio de las experiencias adicionales que tenemos de Cristo, las cuales son más profundas, la casa crece hasta convertirse en la ciudad. Aquí, en la casa y en la ciudad, disfrutamos a Dios con la casa y la ciudad por medio del Cristo sufriente, exaltado y reinante. Estas pocas frases constituyen el mensaje cristalizado del Libro Uno y Dos de Salmos.

  Cada uno de los cinco libros de los salmos sigue el hilo del libro anterior. Por lo tanto, el Libro Tres, los salmos del 73 al 89, sigue el hilo del Libro Dos al decirnos cómo los santos en sus experiencias comprenden que la casa y la ciudad de Dios, con todos sus correspondientes deleites, pueden ser resguardadas y mantenidas únicamente por medio de que Cristo sea apropiadamente apreciado y exaltado por el pueblo de Dios. En los primeros dos libros tenemos a Cristo, la casa y la ciudad; éste es el punto culminante, el disfrute más elevado, de los santos. Pero, como hemos visto, siempre es difícil mantener esta norma tan elevada por tiempo prolongado. La casa de Dios y la ciudad de Dios sufrieron daño y se produjo la desolación. Sin embargo, por medio de esta experiencia los santos descubrieron cómo resguardar el disfrute de la casa y la ciudad de Dios. Cuando a Cristo se le da la posición apropiada en la iglesia, podemos conservar prolongadamente la vida de iglesia en su mejor condición.

  ¿Han dejado estos tres libros una profunda impresión en usted? Sin el resumen de estos tres libros, es difícil captar la esencia de ellos. Resumiendo, en el primer libro tenemos a Cristo en la casa; en el segundo libro tenemos la casa y la ciudad; y en el tercer libro tenemos la desolación y la manera de conservar el disfrute de la casa y la ciudad de Dios por medio de Cristo.

  Recordemos ahora nuevamente los principales salmos en cada uno de estos tres libros. En el Libro Uno, el salmo 1 es un buen salmo en el sentido negativo. Una buena pintura requiere el debido trasfondo. Sin un trasfondo oscuro es difícil lograr que se destaque una figura. Cuanto más oscuro sea el trasfondo, más se destacará la figura principal. Por lo tanto, los principales salmos del Libro Uno son el salmo 1, en un sentido negativo, y los salmos 2, 8, 16, 22, 23, 24, 27 y 36, en un sentido positivo. Por último, debemos incluir Salmos 31:21, que habla de la ciudad fortificada.

  En el Libro Dos los principales salmos son los salmos 45, 46, 48, 68 y 72. En estos salmos vemos a Cristo de una manera más profunda, así como la casa, la ciudad y la tierra. Estos salmos nos presentan las características principales del Libro Dos de manera sustanciosa y adecuada, y nos conducen a la cúspide del disfrute. En estos salmos también vemos el mover de Dios, la victoria del Señor, con todas las alabanzas de los santos. Luego, al final, tenemos el reinado de Cristo sobre toda la tierra.

  En el Libro Tres ya hemos visto que los tres salmos principales son los salmos 73, 80 y 84. En el salmo 73 hemos visto que Dios debe ser nuestra única porción y en el salmo 80 hemos visto que debemos darle a Cristo la posición única. Cuando se cumplen estas dos cosas, tenemos, en el salmo 84, la experiencia más dulce de la casa de Dios. La casa llega a ser para nosotros más dulce de lo que era antes de la desolación. Esto es recobrado cuando experimentamos a Dios como nuestra única porción y le damos a Cristo la posición única. Es por medio de esto que la casa llega a ser más dulce que nunca antes para nosotros.

SALMOS 87: EL CORAZÓN DE DIOS ESTÁ PUESTO EN SION

  Ahora hemos llegado al final del Libro Tres, los salmos del 85 al 89. En el salmo 85 los santos le piden a Dios que los restaure, y en el salmo 86 le piden que los salve; no obstante, en el salmo 87 vemos que el corazón de Dios está puesto en Sion, Su ciudad, con Cristo en ella. Sion aquí no se refiere simplemente a la casa, sino a la casa con la ciudad. A Dios no le interesa la restauración como nos interesa a nosotros; tampoco Dios desea la salvación tal como nosotros. Su deseo, Su corazón, está puesto en Sion, en el cual está Cristo. Sin duda alguna es muy significativo que los salmos 85 y 86 precedan al salmo 87. En el salmo 85 el salmista dice: “Restáuranos, oh Dios” (v. 4), lo cual muestra que el salmo 85 es una oración por restauración. Luego en el salmo 86 el salmista dice: “Salva a Tu siervo que confía en Ti, oh Tú, quien eres mi Dios” (v. 2), lo cual indica que el salmo 86 es una oración por salvación. Éstas son cosas que desean los santos, pero lo que Dios desea no tiene nada que ver con estas cosas; Su deseo se centra en Sion junto con Su Cristo.

  Hoy en día nosotros nos comportamos igual que los salmistas, pues continuamente deseamos ser restaurados y ser salvos. No obstante, Dios nos diría: “No seáis así. Lo que Yo deseo es Sion; lo que deseo es la iglesia. Si me permitís obtener Mi iglesia, no tendréis ningún problema respecto a vuestra restauración; si me permitís obtener Mi iglesia, no habrá nada que os impida ser librados y salvos”. La iglesia es la verdadera restauración, la verdadera salvación, la verdadera liberación.

  En el salmo 87 vemos que Sion ocupa un lugar central en el corazón de Dios. Examinemos más detenidamente este salmo. Los primeros tres versículos son fáciles de entender, pero los siguientes tres versículos son más difíciles. En este salmo hay siete versículos y dos Selahs, uno al final de los primeros tres versículos y el otro al final de los siguientes tres versículos. “Su cimiento está en los montes santos. / Jehová ama las puertas de Sion / más que todas las moradas de Jacob. / Cosas gloriosas se dicen de ti, / oh ciudad de Dios. Selah” (vs. 1-3). Cristo es el único fundamento que Dios ha puesto. Nadie puede poner otro fundamento. Este Cristo, este fundamento de Dios, está en los montes santos, las iglesias locales. Es allí que no tenemos otro fundamento aparte de Cristo. Esto es muy claro. “Jehová ama las puertas de Sion / más que todas las moradas de Jacob”. A los ojos de Dios la iglesia es más amable que cualquier otra cosa. Las puertas son el lugar donde se entra y se sale: esto representa la comunicación, la comunión, entre el pueblo de Dios. El aspecto más precioso de la iglesia local es la comunión. Es muy bueno, muy agradable, que los hermanos siempre entren y salgan en comunión. ¡Qué bendición es tener hermanos que vienen de una iglesia a visitar otra iglesia, que entran y salen en dulce armonía y comunión! Esto es amable a los ojos de Dios. Él ama las puertas de Sion más que todo otro lugar. “Cosas gloriosas se dicen de ti, oh ciudad de Dios. Selah”. ¡Cuán gloriosa es la iglesia local!

NADA SE COMPARA CON SION

  Los versículos del 4 al 6 fueron escritos de forma poética. En estos tres versículos, vemos que la intención de Dios es mostrar un contraste, hacer una comparación, entre Sion y los demás lugares. En el versículo 2 Dios declara que Él ama las puertas de Sion. Pero además de Sion, hay muchos otros lugares en esta tierra. En primer lugar, tenemos Egipto, al cual aquí se refiere como Rahab (v. 4). Las personas de la antigüedad se jactaban de Egipto, pues era un lugar maravilloso. En segundo lugar, se menciona a Babilonia. En la antigüedad Babilonia era sin duda grandiosa. Tercero, se menciona Filistea, y cuarto, Tiro, centros famosos de la antigua civilización. Quinto, tenemos a Cus o Etiopía, que también había alcanzado cierta reputación. Egipto era famoso por sus recursos naturales. Cuando hubo hambre en Canaán, había alimento en Egipto. Babilonia era famosa en cuanto al éxito y gloria humanos; era la continuación de Babel, donde el hombre puso todo su empeño en glorificarse a sí mismo construyendo una torre que llegara al cielo. Nabucodonosor, rey de Babilonia, construyó un imperio grande y poderoso, que era un monumento al éxito y gloria humanos. Filistea era un lugar que geográficamente estaba cerca de la Tierra Santa. Los filisteos, según la Biblia, eran muy astutos. Cuando el Arca de Dios fue capturada y llevada a su tierra, ellos encontraron la forma de manejarla. Ellos eran expertos en tratar las cosas santas conforme a la sabiduría humana. En esta tierra, en todos estos siglos, ha habido muchos “Egiptos”, muchas “Babilonias”, muchos lugares con muchas personas que están cerca de las cosas santas y las manejan con la astucia humana. Ellas se jactan de esto. Tiro, según la historia y el relato bíblico, era un lugar de mucho comercio y mercadería. Ésta era su gloria. Cus o Etiopía, era un lugar de donde las personas continuamente venían a aprender de la Tierra Santa. La reina de Sabá era de Etiopía, y ella vino para aprender algo de Salomón. El eunuco de Hechos 8 era de Etiopía, y también había venido a la Tierra Santa para aprender.

  Así pues, tenemos cinco lugares que representan cinco categorías de pueblos, pero ninguno de ellos puede compararse con Sion. La gente tal vez se jacte de que este hombre nació en Egipto y que aquél nació en Babilonia; que éste nació en Filistea y que aquél nació en Tiro. Pero Dios dice que este hombre y aquél, y tantos otros más, nacieron en Sion. David nació allí; Elías nació allí; Pedro y Pablo nacieron allí; y Martín Lutero también nació allí. Por último, leemos: “Jehová contará / al inscribir a los pueblos: / Éste nació allí. Selah” (Sal. 87:6). ¿Quién es Éste? Es Cristo, la persona única. El versículo 5 nos habla de éste y aquél, que incluye a todos los santos, pero el versículo 6 dice que Éste, que es Cristo mismo, nació allí. Ésta es la gloria de Sion. Sion se jacta en Cristo y en todos los santos. Egipto podía decir que los faraones nacieron allí; Babilonia podía decir que Nabucodonosor nació allí; pero Sion puede decir que David, Elías, Pedro, Pablo y tantos otros santos, y finalmente Cristo mismo nacieron allí. ¿Quién es más grande, faraón o David, Nabucodonosor o Pablo? No hay ningún punto de comparación. ¿Y quién puede compararse con Cristo? Todos los que están en Sion con buena razón pueden jactarse en Sion. Dios, el Altísimo, la establecerá. ¡Aleluya!

  El versículo 7 dice: “Entonces cantando y danzando, dirán: / Todos mis manantiales están en ti’”. ¡Alabado sea el Señor! En Sion no escuchamos lamentos; allí simplemente hay cánticos y danzas, con todos alabando al Señor. En Sion encontramos a muchos gigantes, tales como David, Elías, Pedro, Pablo y otros, pero también a muchos que cantan. Tal vez no seamos como los gigantes, pero al menos estamos cantando. Tal vez usted piense que no es capaz de cantar muy bien, pero al menos puede alabar. El propósito de los cánticos y de las danzas es la alabanza. En Sion no hay muchos predicadores ni maestros, pero sí hay muchos que están cantando y danzando. Todos ellos dicen: “Todos mis manantiales están en Ti”. Éstos manantiales son las fuentes de aguas. Todos los manantiales y todas las fuentes están en la ciudad de Sion. Ésta es la iglesia y las iglesias locales, y estamos cantando y danzando.

SALMOS 89: CRISTO COMO REY TOMA POSESIÓN DE LA TIERRA

  En el salmo 88 un santo gime dentro de sí pidiéndole a Dios que lo libere de su sufrimiento, pero en el salmo 89 otro santo alaba a Dios por Su pacto y por el Cristo que es el centro del mismo. Así que, aquí vemos otro contraste: uno que clama pidiendo su propia liberación, y otro que alaba a Dios por Su pacto.

  Examinemos brevemente el contenido del salmo 89. En los versículos del 19 al 21 vemos al Cristo que es el Santo de Dios, el Valiente de Dios, el Ungido de Dios, a quien Dios escogió y exaltó y a quien Él fortalecerá. En el versículo 26 Él llama a Dios Su Padre y Su Dios (cfr. Jn. 20:17). Dios lo hizo Su Primogénito, el más elevado de los reyes de la tierra (v. 27), y Él poseerá la tierra desde el mar hasta los ríos (v. 25). Es más bien difícil saber a qué se refiere el mar (en singular), y a qué se refieren los ríos (en plural), pero creo que esto significa, a modo de poesía, que Cristo poseerá toda la tierra. Su trono es por siempre y para siempre (vs. 29, 36-37). Él será el Rey en el reino, y Su trono es eterno.

  Hemos llegado ahora al final del Libro Tres y hemos visto otros dos salmos sobresalientes: el salmo 87 y el salmo 89. El salmo 87 es acerca de Sion, la casa y la ciudad, y el salmo 89 es acerca de Cristo, el Rey que poseerá toda la tierra. Por lo tanto, hay cinco salmos que se destacan en el Libro Tres: el salmo 73, Dios como nuestra única porción; el salmo 80, Cristo que ocupa el lugar de la preeminencia; el salmo 84, un salmo todo-inclusivo que nos presenta la experiencia más dulce de la casa de Dios; el salmo 87, Sion, que incluye tanto la casa como la ciudad; y el salmo 89, Cristo, el Rey que ha de poseer toda la tierra.

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