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Lectura bíblica: Sal. 93:1, 5; 94:15; 95:1-5; 96:1-4, 6-13; 97:1, 6-9; 98:2-9; 99:1-4, 9; 100:1-4; 101:8
Estos nueve salmos nos dicen que Dios recobra Su título de propiedad sobre la tierra por medio de Cristo en la casa y la ciudad de Dios. En estos salmos se nos habla cinco veces de aclamar a Dios con júbilo. ¡Esto es maravilloso! ¿Por qué debemos aclamar a Dios con júbilo? ¡Porque el Señor viene a reinar sobre toda la tierra! Observe cuántas veces en estos salmos aparecen las palabras toda la tierra. También se usan otras palabras semejantes, tales como las naciones y el pueblo o los pueblos. Los pueblos son las naciones. Los salmistas no se estaban simplemente refiriendo a la nación judía, sino a todas las naciones sobre la faz de la tierra.
Es bastante claro en los primeros tres libros que Dios, por medio de Cristo, logró todo lo que se necesitaba para establecer Su casa y Su ciudad con miras a poseer toda la tierra. Por consiguiente, el Libro Dos y el Libro Tres terminan con el reinado de Cristo sobre la tierra en la casa y la ciudad y por medio de ellas. Esto es maravilloso, mas no lo suficientemente adecuado. Es por ello que necesitamos el Libro Cuatro.
Ya hemos estudiado los primeros tres salmos del Libro Cuatro, los salmos del 90 al 92. Preste atención al título del salmo 90: “Oración de Moisés, el hombre de Dios”. El salmo 91 no tiene título, pero el título del salmo 92 es: “Salmo; cántico para el día del Sábado”. Es difícil determinar quién compuso los salmos 91 y 92, pero estoy seguro de que el salmo 92 no fue escrito por Moisés, y dudo que él escribiera el salmo 91. Lo que quiero decirles es que estos salmos, probablemente escritos por diferentes personas, fueron puestos en el mismo grupo. El tema de este grupo de salmos, como hemos visto, es el disfrute que tenemos de Dios como nuestra morada, el cual nos hace absolutamente uno con Dios. Cuando tomamos a Dios como nuestra morada y moramos en Él, nosotros y Dios llegamos a ser uno. Este mismo concepto lo encontramos en Juan 15:4, que dice: “Permaneced en Mí, y Yo en vosotros”. Cuando nosotros permanecemos, o moramos, en el Señor y permitimos que Él permanezca, o more, en nosotros, esto significa que de manera absoluta y práctica somos uno con Él. El salmo 90 nos habla de tomar a Dios como nuestra morada, y el salmo 91 muestra que Cristo tomó a Dios como Su morada, lo cual demuestra que nosotros y Cristo somos uno. Así como Él es, también somos nosotros. En Juan 17 Cristo hace esta oración: “Que también ellos estén en Nosotros” (v. 21). La palabra Nosotros aquí se refiere al Padre y el Hijo. Por lo tanto, nosotros estamos identificados con Cristo: Él y nosotros, nosotros y Él, somos uno, un gran hombre universal y corporativo y, como tal, tomamos a Dios como nuestra morada. Este hombre es ahora de forma práctica uno con Dios: “Yo en ellos, y Tú en Mí, para que sean perfeccionados en unidad” (v. 23). Nosotros somos absoluta y completamente uno con el Dios Triuno. Luego el salmo 92 nos dice el efecto, el resultado, de tomar a Dios como nuestra morada. Nosotros le alabaremos, conoceremos Sus obras, nuestro cuerno será exaltado y nos mezclaremos con aceite fresco cada día; entonces seremos plantados en la casa de Dios y floreceremos en Sus atrios; daremos fruto aun en la vejez, pues estaremos llenos de savia y verdes. Esto no tiene que ver con guardar Sus leyes, sino con el hecho de ser uno con Él, mezclarnos con Él, morar en Él y permitir que Su favor esté sobre nosotros, para que así Él pueda venir a recobrar Su título de propiedad sobre toda la tierra.
Después del primer grupo de tres salmos del Libro Cuatro, tenemos el segundo grupo, el cual se compone de nueve salmos. Estos nueve salmos se hallan agrupados de forma maravillosa. Todos ellos hablan del reinado de Cristo y muestran que Dios recobra el título de propiedad sobre la tierra.
Examinemos los títulos de todos estos salmos, pues son muy interesantes. Los salmos del 93 al 97 no tienen título; el salmo 98 simplemente dice: “Salmo”; el salmo 99 no tiene título; el salmo 100 dice: “Salmo de acción de gracias”; el salmo 101: “De David. Salmo”. Es bastante claro que estos nueve salmos forman un grupo, y este grupo constituye la parte central del Libro Cuatro. Los Libros Dos y Tres tienen, cada uno, un salmo que habla del reinado de Cristo sobre toda la tierra. Aunque esto es bueno, no es suficientemente adecuado; por lo tanto, necesitamos de todos estos nueve salmos que conjuntamente forman una sección que nos muestra cómo Dios viene para reinar sobre toda la tierra, sobre todos los pueblos, a fin de recobrar Sus derechos legales sobre la tierra.
Hemos visto que en todos los salmos encontramos cinco palabras clave; la primera de ellas tiene que ver con el aspecto negativo y las otras cuatro con el aspecto positivo: la ley, Cristo, la casa, la ciudad y la tierra. En el Libro Uno se revela a Cristo de manera adecuada. En el Libro Uno también se presenta la casa hasta cierto punto, pero sólo hay un versículo que habla de la ciudad. Sin embargo, el Libro Dos revela plenamente la casa y la ciudad, y al final de este libro, en su parte culminante, la tierra. En el Libro Tres vemos un recobro o restauración de la casa y de la ciudad, las cuales habían sido desoladas. Por consiguiente, en el Libro Tres tenemos nuevamente a Cristo, la casa, la ciudad y la tierra. Sin embargo, en estos primeros tres libros el tema de la tierra aún no ha sido presentado adecuadamente, por lo cual necesitamos el Libro Cuatro. La parte principal del Libro Cuatro se enfoca principalmente en la tierra. El Libro Cuatro es el único libro de los salmos que se centra en la tierra. En este libro, no se nos dice mucho en cuanto a Cristo, no se habla mucho en cuanto a la casa y se habla aún menos de la ciudad, pero en cambio se habla mucho de la tierra, del reinado de Cristo sobre toda la tierra con miras a recobrar el título de propiedad de ésta para Dios. Esto es sumamente significativo. Estos salmos del Libro Cuatro ciertamente hacen mención de Cristo, de la casa y de la ciudad, pero aquí estos asuntos no son el punto central, el tema principal. El punto principal es el recobro de la tierra por medio del reinado de Cristo. Así pues, vemos cómo todos estos libros siguen una muy buena secuencia.
El salmo 93 nos habla del reinado de Cristo en majestad y poder: “Jehová reina; se ha vestido de majestad. / Jehová se ha vestido, se ha ceñido, de poder. / Ciertamente el mundo está afirmado; no será sacudido” (v. 1). En el salmo 94 Él hace que el juicio vuelva a la justicia: “El juicio volverá a la justicia, / y todos los rectos de corazón lo seguirán” (v. 15). En toda la tierra no hay juicio que concuerda con la justicia, pero cuando Cristo regrese para reinar, Él juzgará la tierra en justicia. Él ama el derecho y establece la equidad: “La fuerza del Rey, quien ama el derecho. / Tú has establecido la equidad; / has hecho derecho y justicia en Jacob” (99:4). No hay ningún país sobre la tierra donde haya verdadero derecho y equidad. He viajado extensamente por todo el mundo, y adondequiera que he ido, no he encontrado derecho ni equidad. Podría contarle a usted muchas historias para mostrarle esto. Pero, alabado sea el Señor, cuando Él regrese, Él amará el derecho y establecerá la equidad. Él es un gran Rey por sobre todos, y toda la tierra y el mar le pertenecen: “Dios grande es Jehová / y Rey grande sobre todos los dioses. / En Su mano están las profundidades de la tierra, / y las alturas de los montes son Suyas. / El mar es Suyo, y Él lo hizo; / y Sus manos formaron la tierra seca” (95:3-5). Él reinará en Su segunda venida a fin de juzgar el mundo con justicia y fidelidad; el mundo será establecido; y todas las cosas se alegrarán, se regocijarán y le alabarán (96:1-4, Sal. 96:10-13; 97:1; 98:4-9). Todos los confines de la tierra han visto Su salvación; todo el pueblo ve Su gloria; todos los ángeles le adoran (He. 1:6); y Él es exaltado sobre todos (Sal. 98:3; 97:6-7, 9).
Estos nueve salmos muestran que el reinado de Cristo se lleva a cabo en la casa de Dios y la ciudad de Dios y por medio de ellas. Esto lo indica un buen número de versículos: (1) La santidad es propia de la casa de Dios, Salmos 93:5. (2) La fortaleza y belleza de Cristo se encuentra en el santuario, y el pueblo debe atribuirle la gloria y entrar en los atrios de Dios con una ofrenda para adorarle, Salmos 96:6, 8-9. (3) Cristo reina y es grande en Sion; Él es exaltado sobre todos los pueblos, y los pueblos lo exaltan y adoran en el monte santo de Dios, Salmos 99:1-2, 9. Así, como se puede ver, el monte santo de Dios es verdaderamente la cabeza de playa adonde Cristo regresará y desde donde reinará sobre toda la tierra. (4) Toda la tierra debe entrar por las puertas de Dios con acción de gracias y por los atrios de Dios con alabanza para servir a Cristo, Salmos 100:1-4. (5) Todos los malvados serán extirpados de la ciudad de Dios, Salmos 101:8.
Si usted lee todos estos salmos y ora-lee todos estos versículos, captará el punto principal, a saber: Dios viene a reinar en Cristo para recobrar Su derecho legal sobre toda la tierra, a fin de cumplir Su plan eterno. Ahora hemos llegado a la consumación. Hemos visto que Cristo es revelado como el Rey; la casa ha sido establecida y la ciudad ha sido edificada; ahora Dios tiene el título de propiedad sobre toda la tierra, y Cristo reina en Su casa y en Su ciudad. ¡Esto es indescriptiblemente maravilloso!
