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Mensajes del libro «Cristo y la iglesia revelados y tipificados en los Salmos»
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CAPÍTULO OCHO

CRISTO EL DIOS-REY ES EXPERIMENTADO POR NOSOTROS Y REINA EN LA CIUDAD

Salmos 46—48

  Lectura bíblica: Sal. 46—48

  Hemos visto que la iglesia llega a existir a partir de la experiencia y disfrute que tenemos de Cristo. Luego, cuando la iglesia es fortalecida y agrandada, ella no sólo llega a ser la casa en la cual Dios mora, sino también la ciudad en la cual Dios gobierna. La iglesia es la casa donde Dios tiene Su hogar y también es la ciudad donde Él tiene Su reino.

  Además, hemos visto que el libro de Salmos se compone de cinco libros. Algunas versiones de la Biblia señalan claramente estos cinco libros. Definamos estos libros nuevamente. El Libro Uno, los salmos del 1 al 41; el Libro Dos, los salmos del 42 al 72; el Libro Tres, los salmos del 73 al 89; el Libro Cuatro, los salmos del 90 al 106; y el Libro Cinco, los salmos del 107 al 150. Es bueno que recordemos las secciones que abarcan cada uno de estos cinco libros.

  Como hemos visto claramente, todas las alabanzas de los salmistas empezaban con la ley. Debido a que ellos eran seres humanos, debido a que eran personas religiosas y habían sido enseñados tan bien en la ley, su concepto naturalmente se centraba en la ley. No debemos criticarlos por ello, pues ésa era su formación. Sin embargo, ellos estaban muy cerca de Dios y también estaban abiertos a Él, y se mantenían en profunda comunión con Dios. Por esta razón, mientras alababan conforme a sus conceptos religiosos, el Espíritu de Cristo encontró una oportunidad para hablar. Fue así que en medio de sus alabanzas, sin que ellos se dieran cuenta, hubo un cambio del concepto de la ley al concepto que Dios tiene en cuanto a Cristo. En todos los salmos vemos esta transición. Es como si uno fuera manejando por un carril en la autopista y de repente pasara a otro carril sin darse cuenta. Mientras el salmista estaba escribiendo el salmo 1, alguien que subconscientemente estaba con él en el asiento del conductor cambió de carril en el salmo 2. La intención del salmista era conducir por el carril izquierdo, pero finalmente cambió al carril derecho, no por su propia cuenta, sino debido a la persona que estaba con él sin que éste se diera cuenta de ello. ¡Esto es maravilloso! ¡Aleluya, los conceptos del libro de Salmos han cambiado de la ley a Cristo!

INTRODUCCIÓN AL TEMA DE LA CASA Y LA CIUDAD

  En el Libro Uno, especialmente en el salmo 23, el concepto de la casa de Dios fue presentado por medio de Cristo. Mediante el pastoreo de Cristo en Su vida de resurrección, los santos son guiados a la casa, donde ellos dicen: “Moraré en la casa de Jehová / por la duración de mis días”. Es muy significativo que la casa sea presentada de esta manera. Todo el pastoreo de Cristo tiene como propósito conducir a los santos a la casa.

  Luego, en el salmo 24 vimos que el monte santo es el peldaño que le permite a Cristo poseer de nuevo toda la tierra. Así, pues, el monte no solamente existe por causa de la casa, sino también por causa de la ciudad. Por consiguiente, en el primer libro se introduce el concepto de la casa con el monte, lo cual conduce a la ciudad.

  Después del salmo 24, tenemos todos los demás salmos que están al final del Libro Uno, los salmos del 25 al 41, los cuales hablan de la casa. ¿Todavía se acuerdan de todos esos versículos? ¡Son maravillosos! Debiéramos orar-leerlos incluso cien veces.

  Como hemos visto, el cristianismo se halla en una condición de pobreza en cuanto a la aplicación de los salmos. Allí se aplican los salmos principalmente como una especie de consuelo. Cuando usted está enfermo, puede leer un pasaje de los salmos que tratan sobre la sanidad del Señor. Si se encuentra en otra situación de necesidad, el pastor puede venir y leerle el salmo 23: “Jehová es mi Pastor; nada me faltará”. No obstante, algunos cristianos más avanzados han visto algo de Cristo en los salmos. Por ejemplo, Martín Lutero dijo que los salmos 110 y 118 son los mejores de todos los salmos, porque éstos nos hablan de Cristo. Esto demuestra que él vio algo de Cristo en el libro de Salmos. Por ello, algunos cristianos no simplemente usan los salmos para recibir consuelo, sino también para experimentar a Cristo. Sin embargo, entre todos los libros cristianos es difícil encontrar uno que diga que en el libro de Salmos no sólo se puede encontrar a Cristo, sino también la iglesia en calidad de casa y ciudad de Dios. ¿Ha escuchado usted alguna vez de un libro que hable de esto?

  El Señor ha sido misericordioso con nosotros. Nos ha quitado el velo y nos ha mostrado que en los salmos el énfasis principal no es el consuelo sino Cristo, y además de Cristo, la iglesia como casa y ciudad de Dios. Debe usted orar-leer todos estos versículos una y otra vez hasta que se mezcle con Cristo y con la iglesia, la casa y la ciudad de Dios, y sea saturado de ello.

  Muchos critican y condenan el énfasis que hacemos en la iglesia. ¿Por qué tenemos que hacer tanto énfasis en la iglesia? Porque el cristianismo no le da ninguna importancia a la iglesia. Debido a que el cristianismo es tan desequilibrado, el Señor se ve obligado a traer el equilibrio. ¿Ha visto alguna vez que la casa del Señor es la vida práctica de iglesia en el libro de Salmos? ¿Alguna vez le han enseñado sobre este asunto? ¡La casa! ¡La casa! ¡Tenemos que ver la casa!

  Consideremos nuevamente Salmos 31:21: “Bendito sea Jehová, / porque me mostró Su benevolencia amorosa maravillosamente / en ciudad fortificada”. Este versículo no nos habla de otras cosas fortificadas, sino de la “ciudad fortificada”. Así pues, hasta ahora se nos han presentado la ley, Cristo, la casa y la ciudad.

  Hemos visto cómo el Libro Dos empieza con la casa. El salmista habla de la casa como una memoria. Él se acuerda de cómo en el pasado fue a la casa de Dios con una multitud, con voz de grito jubiloso y de alabanza. Después de estos salmos que hablan sobre la casa, llegamos al salmo 45, donde encontramos una experiencia más rica y más profunda de Cristo. A medida que los santos conocen a Cristo de una manera más profunda, Él llega a ser la experiencia más dulce de ellos en las iglesias locales.

  Después de estas experiencias más profundas y dulces de Cristo, las cuales experimentamos de una manera íntima, inmediatamente llegamos a los salmos del 46 al 48. Éstos son tres salmos que tratan sobre la iglesia como la ciudad de Dios. En estos salmos llegamos al punto culminante de la ciudad. El punto culminante de la casa se halla en los salmos del 27 al 36; pero ahora, en los salmos 46, 47 y 48 nos encontramos con el punto culminante de la ciudad.

  En el Libro Uno encontramos simplemente una frase breve acerca de la ciudad, “en ciudad fortificada”. Eso es todo. Pero ahora, cuando llegamos a los salmos del 46 al 48 en el Libro Dos, alcanzamos el punto culminante de la ciudad. El Libro Dos tiene como principal objetivo presentarnos la ciudad. ¿Puede ver la mejora? Después de tener las experiencias más profundas y dulces de Cristo, llegamos al punto culminante de la ciudad.

  Los salmos del 46 al 48 nos dicen cómo Dios mora en la ciudad, Su habitación, la iglesia, para que los santos lo experimenten a Él como su refugio, su fortaleza y su pronto auxilio, a fin de que Cristo sea el Rey sobre toda la tierra.

SALMOS 46: DIOS SUPLE NUESTRAS NECESIDADES EN LA CIUDAD

  “Dios es nuestro refugio y nuestra fortaleza, / auxilio prontamente hallado en nuestras aflicciones” (v. 1). ¿Dónde se encuentra Dios como nuestro refugio, nuestra fortaleza y nuestro pronto auxilio? ¡En la ciudad! Dios es todo esto para nosotros en la ciudad. Los versículos 2 y 3 luego nos describen un poco el trasfondo de la ciudad. “Por tanto, no temeremos, / aunque cambie la tierra, / y los montes se deslicen al corazón de los mares; / aunque las aguas del mar rujan y echen espuma; / aunque los montes tiemblen por causa de su braveza. Selah / Hay un río”. En el versículo 2 se menciona los mares. Los mares están en la tierra, pero en la ciudad está el río cuyas “corrientes alegran la ciudad de Dios”. Este río representa a Dios quien fluye a nosotros como vida; representa el río de vida mencionado en Apocalipsis 22. El río de vida es nada menos que Dios mismo en Cristo como Espíritu que llega a ser nuestra vida. Las corrientes de este río alegran la ciudad de Dios.

  Ahora sabemos que la ciudad de Dios es la iglesia fortalecida, edificada y agrandada. En los salmos del 46 al 48 vemos que la iglesia ha llegado a ser la ciudad en la cual Dios rige y desde la cual reina. Ella no es simplemente la casa donde el Padre tiene Su hogar, sino también la ciudad donde Dios gobierna en Su reino. La ciudad de Dios es la iglesia agrandada, fortalecida y edificada y, como tal, es el centro donde Dios gobierna en Su reino. Es en esta ciudad que encontramos el río. El cuadro aquí concuerda con el de la Nueva Jerusalén en Apocalipsis 21 y 22. En esos capítulos también vemos una ciudad con un río que fluye. Aquí, vemos un río que tiene muchas corrientes que alegran la ciudad.

  Nos sentimos muy contentos a causa de este río, este fluir de la vida divina. Sin el fluir de vida, nos habríamos marchitado y secado. Nuestro gozo habría desaparecido y no habría alegría. No obstante, somos las personas más gozosas porque en la ciudad, en la iglesia, disfrutamos el fluir del agua viva, que no es un hilito de agua sino un río.

  Esta ciudad santa de Dios es “el lugar santo de los tabernáculos del Altísimo” (v. 4). Deben prestar atención a todos estos títulos. El Dios Altísimo mora aquí; éste es el lugar santo de Sus moradas.

  Luego el versículo 5 dice: “Dios está en medio de ella”, es decir, en medio de la iglesia agrandada. “No será conmovida”. La tierra será removida, y los montes serán traspasados a otro lugar, pero la ciudad jamás será conmovida. ¿Por qué? Porque el Dios inconmovible está en el interior de dicha ciudad. Puesto que Dios es inconmovible, ella es inconmovible. “Dios le ayuda al despuntar la aurora”. Si estamos en la iglesia local, estamos en la mañana; pero si estamos fuera de la iglesia local, sencillamente estamos en la noche. En la iglesia siempre tenemos el despuntar de la aurora, y cuando usted está en la mañana, Dios es su ayuda. “Dios le ayuda al despuntar la aurora”, después de la noche de prueba.

  El versículo 6 dice: “Braman las naciones, se conmueven los reinos. / Él da Su voz, y se derrite la tierra”. ¿Por qué? Porque Él está en la ciudad. Los versículos del 7 al 10 dicen: “Jehová de los ejércitos está con nosotros; / el Dios de Jacob es nuestro alto escondite. Selah / Venid, ved las obras de Jehová, / cómo ha hecho desolaciones en la tierra. / Hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra; / quiebra el arco y corta la lanza en pedazos; / quema los carros de guerra en el fuego. / Estad quietos y sabed que Yo soy Dios”. Estos versículos son una especie de profecía. Cuando Dios tiene en la tierra una iglesia tan fortalecida y agrandada que puede ser considerada una ciudad, Él entonces tendrá una base para derrotar a las naciones y poseer toda la tierra. Las naciones hoy braman, pero Dios un día obtendrá la iglesia que es una ciudad, y entonces les dirá a todas las naciones: “Estad quietos y sabed que Yo soy Dios”. Dios no puede decir esto hoy porque aún no tiene una iglesia así de fuerte. Dios aún no ha obtenido una fortaleza en esta tierra que le permita hablar así a las naciones. Pero Él la obtendrá. El versículo 10 dice a continuación: “Seré exaltado entre las naciones; seré exaltado sobre la tierra”. Cuando Dios tenga una iglesia así de fortalecida que haya sido agrandada y edificada hasta convertirse en una ciudad para Él, entonces podrá declarar: “Seré exaltado entre las naciones; seré exaltado sobre la tierra”.

  Finalmente, en la ciudad podremos decir: “¡Jehová de los ejércitos está con nosotros; / el Dios de Jacob es nuestro alto escondite. Selah” (v. 11).

SALMOS 47: DIOS EN CRISTO REINA SOBRE LA TIERRA POR MEDIO DE LA CIUDAD

  El salmo 47 es una continuación del salmo 46. En el salmo 46 Dios es nuestro disfrute, quien suple nuestras necesidades en los momentos de mayor necesidad. Luego el salmo 47 continúa al decirnos que este Dios que suple nuestras necesidades en la ciudad será, en Cristo, el Rey sobre toda la tierra por medio de la ciudad, la cual es la iglesia fortalecida y agrandada. El versículo 1 dice: “Batid palmas, pueblos todos; / aclamad a Dios con voz de triunfo”. Cuando la iglesia sea verdaderamente agrandada hasta ser la ciudad, en la cual disfrutamos a Dios como nuestro todo, sin duda alguna batiremos las manos. En dicha vida de iglesia, no podemos evitar aclamar a Dios con voz de triunfo. Los cristianos hoy permanecen muy silenciosos en sus cultos porque no están en la vida apropiada de iglesia, porque no tienen a Dios como su disfrute en medio de sus necesidades, porque están carentes de Dios en las experiencias que se obtienen por medio de la vida apropiada de iglesia.

  Los versículos 2 y 3 dicen: “Jehová, el Altísimo, es [...] / gran Rey sobre toda la tierra. Somete a los pueblos bajo nosotros / y a las naciones bajo nuestros pies”. Todas éstas son acciones que Dios realiza en Cristo por medio de la ciudad, la iglesia agrandada. Cuando la iglesia sea agrandada hasta ser la ciudad, Dios someterá a los pueblos por medio de la ciudad y reinará sobre toda la tierra en Cristo como un gran Rey. Sin esta iglesia le resultaría difícil a Dios lograr esto. Es la iglesia agrandada como una ciudad lo que hará que toda la tierra se someta a la autoridad de Dios y al reinado de Cristo.

  Los versículos del 5 al 9 dicen: “Dios asciende entre aclamaciones; / Jehová, al sonido de la trompeta. / Cantad salmos a Dios, cantadle salmos; / cantad salmos a nuestro Rey, cantadle salmos. / Porque Dios es el Rey de toda la tierra; / cantad salmos con entendimiento. Dios reina sobre las naciones; / Dios se sienta sobre Su santo trono [...] Él es exaltado sobremanera”. Todas estas cosas maravillosas ocurrirán porque Dios habrá obtenido la ciudad como una base en la tierra. Es preciso que la iglesia sea edificada como ciudad para que Dios pueda obtener una base en la tierra para Su mover. Es por medio de la iglesia fortalecida y agrandada que Dios en Cristo será alabado y exaltado como Rey sobre toda la tierra y reinará sobre todas las naciones.

SALMOS 48: DIOS EN LA EXPERIENCIA CULMINANTE DE LA CIUDAD

  Ahora llegamos al salmo 48. “Grande es Jehová, / y muy digno de alabanza / en la ciudad de nuestro Dios” (v. 1). Aquí llegamos al punto culminante de la ciudad. Es solamente en la ciudad, es decir, en la iglesia fortalecida y agrandada, que Dios será considerado grande y será en gran manera alabado. ¿Cree usted que Dios podría ser igual de grande entre dos o tres que se reúnen en un hogar? ¿Podría Dios ser grandemente alabado en tal condición? En efecto, Dios será grande, pero de una manera más bien lamentable. Si queremos que Dios se manifieste en gran manera, se necesita una iglesia fuerte, una ciudad. Dos o tres personas reunidas no son una ciudad; de hecho, difícilmente diríamos que son una casa. Simplemente son un grupo precario, un grupo libre muy pobre. ¿Cómo puede Dios ser grande, y cómo puede ser alabado en gran manera? Para ello necesitamos ser la ciudad. Necesitamos ser fortalecidos, agrandados y edificados como una ciudad. De este modo, la grandeza de Dios se expresará.

  El versículo 2 dice: “Hermoso en su elevación, / el gozo de toda la tierra, / es el monte Sion, a los lados del norte, / la ciudad del gran Rey”. Cuando la iglesia sea fortalecida, agrandada y edificada como la ciudad, se producirá una elevación en la tierra. La iglesia será elevada, y dicha elevación será la hermosura de la iglesia. Hermoso en su elevación es el monte Sion. Dicha iglesia, dicha ciudad, será el gozo de toda la tierra. Es en esta ciudad que Dios es el gran Rey, y este gran Rey es Dios en Cristo, es Cristo mismo. En la casa Él es el gran Padre, pero en la ciudad Él es el gran Rey.

  El versículo 3 dice: “En sus palacios Dios / se dio a conocer como alto escondite”. La ciudad es la iglesia, y los palacios son las iglesias locales. Dios es conocido en todas las iglesias locales que pertenecen a la iglesia. Si usted desea conocer a Dios como refugio, como una torre alta y como un alto escondite, debe entonces estar en las iglesias locales.

  El versículo 4 dice: “He aquí, los reyes se reunieron; / pasaron juntos”. ¿Por qué? Porque vieron la iglesia, porque vieron semejante fortaleza. El versículo 5 dice: “Vieron, por lo cual, quedaron pasmados. / Se turbaron y huyeron alarmados”. El solo hecho de ver una iglesia así de edificada hizo que los enemigos huyeran espantados.

  En El hombre espiritual, una colección de tres tomos de Watchman Nee, hay una sección que trata sobre la guerra espiritual. Esta sección se componía principalmente de artículos escritos por la señora Penn-Lewis en cuanto a experiencias que había tenido Evan Roberts de Gales, quien fue líder del avivamiento de Gales de 1904. Evan Roberts mismo experimentó mucha guerra espiritual, pero lo que él experimentó sólo fue a nivel individual y personal. Puesto que él mismo no podía escribir sus experiencias (pues era un obrero en una mina de carbón), se las contó a la señora Penn-Lewis, quien las puso por escrito. En aquel tiempo en la tierra la iglesia no había visto que la guerra espiritual no es cuestión individual, sino corporativa. En los años de 1920 a 1924, el hermano Nee leyó todos estos libros y le ayudaron, por lo que extrajo todas estas cosas y las juntó en un solo capítulo en su libro El hombre espiritual. En la primera edición de ese libro en chino, mencionó este hecho claramente en el prefacio. Sin embargo, después de publicar este libro, en los años de 1937 a 1940, el hermano Nee empezó a ver que debíamos participar en la guerra espiritual, no como individuos, sino como parte del Cuerpo. En aquel tiempo, por la misericordia de Dios, el hermano Nee vino a ver el Cuerpo de manera práctica y dio muchos mensajes sobre este asunto. Basándose en Efesios 6, él señaló que la guerra espiritual no es una cuestión individual, sino que involucra el Cuerpo. El guerrero, el soldado, mencionado en dicho capítulo no es un solo individuo, sino el Cuerpo de Cristo. Todo el Cuerpo es el guerrero. Después de esto, él dio un buen número de mensajes sobre la guerra espiritual en la que participa todo el Cuerpo. En dichos mensajes dijo que en la época de Evan Roberts era realmente muy difícil obtener la victoria, pero que ahora, puesto que hemos visto que la batalla es una cuestión que involucra el Cuerpo, lo único que tenemos que hacer es permanecer en el Cuerpo, y el enemigo huirá. ¡Alabado sea el Señor! Por esta razón, en El hombre espiritual, la parte que trata sobre la guerra espiritual, ya caducó. La guerra espiritual, como se presenta allí, no es conforme a la luz que el Señor ha mostrado a Su iglesia hoy.

  En el salmo 48, cuando los enemigos ven la iglesia, huyen espantados. Mientras permanezcamos en la iglesia, que nos es una fortaleza en esta tierra, ningún enemigo podrá prevalecer. El Señor dijo: “Edificaré Mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mt. 16:18). ¡Amén! ¡Aleluya! La guerra espiritual es sencillamente una cuestión de refugiarnos en la ciudad. Cuando estamos en la ciudad, podemos ver cómo los enemigos huyen. Esto no es una simple enseñanza, pues tenemos experiencia de ello. Antes de venir a la iglesia local, era verdaderamente difícil para mí vencer muchas cosas, incluso pequeños pecados que me asediaban. Pero desde que vine a la iglesia, simplemente he estado en la torre, viendo cómo huyen los enemigos. Aquí, en la torre, no estoy luchando, sino simplemente observando desde la torre. ¡Aleluya! Los enemigos huyen, ¡ellos ciertamente huyen! Ésta es la guerra espiritual.

  Después de esto Salmos 48:6 dice: “Allí el temblor se apoderó de ellos, / dolor como el de mujer que está de parto”. Allí les tomó el temblor a ellos, no a nosotros. Nosotros estamos en el alto escondite observando. Luego, el versículo 8 dice: “Tal como lo hemos oído, / así lo hemos visto / en la ciudad de Jehová de los ejércitos, / en la ciudad de nuestro Dios”. Hemos oído algo que es desde tiempos antiguos; ahora estamos viendo estas cosas. “Tal como lo hemos oído, / así lo hemos visto”. ¿Dónde? “En la ciudad de Jehová de los ejércitos, / en la ciudad de nuestro Dios”. Hermanos y hermanas, ¿pueden ustedes ver esto? Es cuando entremos en la iglesia como la ciudad de Dios que realmente podemos decir esto. “Dios la afirmará para siempre. Selah”.

  El versículo 9 dice: “Consideramos, oh Dios, Tu benevolencia amorosa / en medio de Tu templo”. ¡Esto es verdaderamente bueno! Los enemigos huyen, y nosotros nos acordamos de la benevolencia amorosa de Dios. La porción de ellos es correr, y la nuestra es considerar la benevolencia amorosa de Dios en Su templo. Los versículos 10 y 11 dicen: “Como es Tu nombre, oh Dios, / así es Tu alabanza / hasta los fines de la tierra; / de justicia está llena Tu diestra. / Regocíjese el monte Sion; / exulten las hijas de Judá / a causa de Tus juicios”.

  Ahora tenemos dos maravillosos versículos, los versículos 12 y 13: “Andad alrededor de Sion y rodeadla; / contad sus torres. / Considerad atentamente sus baluartes; / recorred sus palacios; / para que lo contéis a la generación venidera”. En el interior de la ciudad están los palacios, y por fuera de la ciudad se ven los baluartes. Debemos reflexionar en todas estas cosas. Deberíamos aprendernos de memoria estos dos versículos, los versículos 12 y 13 del salmo 48. Si usted le preguntara al salmista: “¿Por qué usted hace tanto hincapié en la ciudad? ¿Por qué no habla más acerca de Cristo?”, él le respondería: “Andad alrededor de Sion y rodeadla; / contad sus torres. / Considerad atentamente sus baluartes; / recorred sus palacios; / para que lo contéis a la generación venidera”. Ésta es la respuesta. Si usted alguna vez ha visto una vida de iglesia como ésta, entenderá por qué el salmista estaba tan entusiasmado con la ciudad de Dios.

  Por último, tenemos el versículo 14: “Este Dios es nuestro Dios eternamente y para siempre. / Nos dirigirá, incluso hasta que muramos”. ¿Cuál Dios es nuestro Dios? El Dios de la ciudad. “Este Dios es nuestro Dios eternamente y para siempre”. Esto es bueno sobremanera. Él nos guiará aun hasta que muramos. Si estamos fuera de la iglesia local, estaremos extraviados y vagando. Pero cuando venimos a la iglesia, tenemos un Guía. En la iglesia, la ciudad, nuestro Guía es nuestro Dios.

  Rodead a Sion y miradla, Rodeadla llenos de amor; Contad hoy todas sus torres, Andando por su alrededor, Andando por su alrededor.

  Hoy contemplad sus baluartes, Sus muros hoy contemplad; Hoy contemplad sus baluartes Y en sus palacios andad, Y en sus palacios andad.

  ¡Cuán elevada, cuán bella! ¡Gran gozo a la tierra es! ¡Cuán elevada, cuán bella! Es Sion la ciudad del gran Rey, Es Sion la ciudad del gran Rey.

  Oh, desde Sion brota un río, Muy hondo y ancho en verdad; Con sus corrientes el río Alegra de Dios la ciudad, Alegra de Dios la ciudad.

  En Sion te espera alabanzas, Loor te espera, Señor; En Sion te espera alabanzas, Pues Sion está llena de Dios, Pues Sion está llena de Dios

  En Sion, Señor, eres grande Y digno de admiración; En la ciudad elevada Se canta alabanzas a Dios, Se canta alabanzas a Dios.

  En Sion, Señor, te bendigan, Es Tu santa habitación; En Sion, Señor, te bendigan, Con toda alabanza y loor, Con toda alabanza y loor.

  En Sion, que Dios os bendiga, En Sion, aún más y más; En Sion, que Dios os bendiga Con esa Su vida eternal, Con esa Su vida eternal.

  ¡Mirad, oh cuán delicioso Con los hermanos estar! ¡Mirad, oh cuán delicioso En tal armonía morar, En tal armonía morar!

  Oh, dilo a todos los hombres, Oh, dilo hoy por doquier, Que el Espíritu llama Y dice con la novia: “Ven”, Y dice con la novia: “Ven”.

  (Hymns, #1223)

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