Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Cristo y la iglesia revelados y tipificados en los Salmos»
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
11 12 13 14 15 16 17 18 19 20
21 22 23 24
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

CAPÍTULO NUEVE

EL DISFRUTE QUE TENEMOS DE LA CASA Y LA CIUDAD DE DIOS POR MEDIO DE CRISTO

Salmos 49—67

  Lectura bíblica: Sal. 50:2; 51:18-19; 52:8; 53:6a; 55:14; 61:4; 63:1-2; 65:1, 4; 66:13

  En el Libro Uno de Salmos el énfasis es Cristo, y después la casa de Dios es presentada de una manera dulce y placentera. Muchos queridos cristianos, quienes aprecian mucho los salmos, han pasado esto por alto. Son pocos los que han visto a Cristo, y casi nadie ha visto realmente la casa de Dios. El Libro Uno de Salmos presenta tanto a Cristo como la casa de Dios. El Libro Dos nuevamente nos presenta a Cristo y la casa, pero, además de esto, de una manera maravillosa nos lleva a ver la ciudad fortalecida, agrandada y edificada. En los salmos 46, 47 y 48, somos conducidos al punto culminante de la ciudad. Estos salmos describen a lo sumo la ciudad. Después de estos tres salmos, aun encontramos muchos versículos muy maravillosos y preciosos que hablan de la casa y la ciudad. Versículos como éstos no se hallan en el primer libro y mucho menos antes del salmo 22.

UN POCO MÁS EN CUANTO A CRISTO

  Los salmos del 49 al 67 nos dicen cómo los santos disfrutan la casa y la ciudad de Dios por medio de Cristo. Primeramente debemos señalar los diferentes versículos de esta sección que nos hablan un poco más en cuanto a Cristo. (1) Los hombres tramaron contra Él (Sal. 56:6; cfr. Lc. 11:54; Jn. 11:57). (2) Fue traicionado por Su amigo (Sal. 55:13; cfr. Mt. 26:50). (3) Fue falsamente acusado por el pueblo (Sal. 55:3; cfr. Mt. 26:59-68; Jn. 18:30; 19:7). (4) Fue atacado por la asamblea de los adversarios (Sal. 62:3-4; cfr. Mt. 26:3-4, 57, 59).

EL DISFRUTE QUE TIENEN LOS SANTOS DE LA CASA Y LA CIUDAD DE DIOS

  En segundo lugar, llegamos al disfrute que tienen los santos de la casa y la ciudad de Dios. Tenemos que dedicar algún tiempo para examinar estos versículos. Primero, vemos que la iglesia, la morada de Dios, es la perfección de la hermosura desde donde Dios resplandece. “Desde Sion, perfección de la hermosura, / resplandece Dios” (Sal. 50:2). Sion en la tipología es la iglesia. No dice que la iglesia es la hermosura perfecta, sino la perfección de la hermosura. Esto es muy significativo. A los ojos de Dios el objeto más hermoso en todo el universo es la iglesia. En el primer día de la obra de Dios de recobrar la creación, como se narra en Génesis 1, Dios vio que la luz era buena (v. 4). En el segundo día, Dios hizo la expansión, la cual separó las aguas de arriba de las aguas de abajo. Sin embargo, en ese día no se menciona la palabra bueno (v. 8), porque en las aguas de abajo estaban los demonios, y arriba en el aire estaba el sutil Satanás. Aunque la expansión era buena, Dios no dijo que la obra de ese día era buena. Sin embargo, en el tercer, cuarto y quinto días, Dios vio que era bueno (vs. 10, 12, 18, 21). Luego, el día sexto, cuando el hombre fue creado, Dios vio que era bueno en gran manera (v. 31). A los ojos de Dios, nada en Su creación es tan hermoso como el hombre. Sin embargo, hoy en día, en toda la obra de creación y redención de Dios, nada es tan hermoso como la iglesia. La iglesia es la perfección de la hermosura.

  ¿Alguna vez ha considerado la Nueva Jerusalén? ¡Oh, la Nueva Jerusalén! ¡Mírela! ¿No es ella la perfección de la hermosura? ¿Hay algo en el universo que sea más hermoso que la Nueva Jerusalén? Toda la ciudad es de oro, oro transparente, sin ninguna opacidad. También hay doce puertas, cada una de las cuales es una perla de gran tamaño. Los cimientos, capa tras capa, son de piedras preciosas, y el muro también está hecho de piedras preciosas. Dios está en la ciudad como la luz que resplandece, y toda la ciudad irradia la gloria de Dios. ¿Podría ser algo más hermoso que esto? Esto es la perfección de la hermosura. Un día, cuando todos estemos allí en la Nueva Jerusalén, exclamaremos: “¡Oh Señor, ahora verdaderamente estamos en la perfección de la hermosura!”. Ella no sólo es hermosa, sino que es la perfección de la hermosura. No hay nada que sea más perfecto ni más hermoso. ¡Esto es la iglesia!

  Mientras aún nos encontramos en esta era antigua, mientras aún estamos en esta tierra vieja, según mi comprensión, la iglesia incluso ahora es la perfección de la hermosura. Quizás usted diga que la iglesia no es tan perfecta. En un sentido, no lo es, pero en otro sentido, le preguntaría si puede encontrar algo mejor. ¡Nunca! He estado en toda clase de sociedad humana: he estado con los pobres y los ricos, y con los de clase baja y los de clase alta; he estado con personas cultas y con personas incultas. Pero, según mi experiencia, debo testificar que en toda mi vida jamás he encontrado en esta tierra algo mejor que las iglesias locales. Para mí, ésta es la perfección de la hermosura, desde donde Dios resplandece. “Desde Sion, perfección de la hermosura, / resplandece Dios”. ¡Alabado sea el Señor!

  Además, en Salmos 51:18 el salmista dice: “Haz el bien en Tu beneplácito a Sion”. ¿Puede usted explicar qué significa que Dios haga “el bien [...] a Sion”? A veces leemos estos versículos sin comprender en absoluto su propósito. Basándome en el contexto de todos estos salmos, tengo la certeza de que el “bien” aquí incluye muchas cosas. Incluye la edificación de los muros de la ciudad, como se menciona en la última parte de este versículo. La edificación de los muros de Jerusalén, sin duda, forma parte del “bien”. Después de esto, la ciudad debe tener la gloria de Dios; Dios debe llenarla con Su gloria. Entonces la presencia de Dios debe estar continuamente en la ciudad, y la presencia misma de Dios provee la paz, el gozo, la luz, la vida, la seguridad y toda clase de bendiciones de la ciudad. El “bien” mencionado aquí incluye todas estas cosas. Asimismo nosotros debemos orar diciendo: “Haz el bien en Tu beneplácito a la iglesia”, y cuando oremos, debemos tener fe para creer que el Señor va a hacer este bien. El Señor edificará a la iglesia; Él la llenará de Su gloria; Su misma presencia estará en la iglesia; y Su presencia le traerá gozo, paz, vida, luz, seguridad y toda clase de bendiciones. En todos los años que he estado en este país por causa del testimonio del Señor, he tenido la certeza de que el Señor está haciendo el bien en Su beneplácito a la iglesia. Él va a edificar la iglesia, la va a llenar de Su gloria y le concederá a la iglesia Su presencia con abundancia de bendiciones espirituales. ¡Alabado sea el Señor! Muchos de nosotros podemos testificar de cuán maravilloso es el bien que el Señor ya ha hecho con Su beneplácito a Su iglesia en este país.

  Salmos 52:8 dice a continuación cómo los santos crecen en la casa de Dios y confían en Su benevolencia amorosa: “Pero yo, como olivo floreciente / en la casa de Dios, / confío en la benevolencia amorosa de Dios / eternamente y para siempre”. Casi todos los versículos de los salmos que hablan de la casa de Dios incluyen el significado de que la casa es una morada no sólo para Dios, sino también para nosotros. Desde la primera vez que se menciona la casa en el libro de Salmos: “Morare en la casa de Jehová / por la duración de mis días” (23:6), la casa no solamente es la morada de Dios, sino también nuestra morada. ¡Alabado sea el Señor! No obstante, el significado implícito en Salmos 52:8 es aun más profundo y más enfático que el de morar en la casa, pues el salmista se compara a sí mismo a un olivo verde plantado en la casa de Dios. Si usted únicamente mora en la casa, fácilmente puede salir de ella, pero si está plantado en la casa de Dios, le será extremadamente difícil salir. Permítanme preguntarles, hermanos y hermanas, ¿moran ustedes en la casa de Dios o están plantados en ella? Antes de poder crecer en la casa, debemos ser plantados allí. El salmista dice que él es como olivo floreciente, es decir, no está seco, sino que es verde y está creciendo. La casa de Dios no sólo es un lugar donde podemos morar, sino también un lugar donde podemos crecer, y el olivo es un árbol que produce aceite, que es un tipo del Espíritu. Esto es muy significativo. Espero que todos seamos olivos florecientes en la casa de Dios.

  El salmista luego dice: “Confío en la benevolencia amorosa de Dios / eternamente y para siempre”. Muchas veces la gente dice que confía en Dios. Pero si usted no está en la casa de Dios, le será más bien difícil confiar en Dios. En un sentido estricto, Dios está en Su casa; por lo tanto, si usted no está en la casa de Dios, ¿cómo podrá confiar en Él? Quizás usted se esfuerce, luche y haga muchas cosas para confiar en Dios; pero cuando entre en la iglesia local, la casa de Dios, esto será extremadamente sencillo. Confiar en Dios significa estar en la casa de Dios.

  Además, la salvación del pueblo de Dios proviene de las iglesias locales. Salmos 53:6 dice: “¡Oh, si saliera de Sion la salvación de Israel!”. Es en las iglesias locales que somos salvos de un sinnúmero de cosas. Somos salvos de nuestra mundanalidad, de nuestro mal genio, de nosotros mismos, de nuestro viejo pasado, de la religión, de enseñanzas vanas y la letra muerta y de tantas otras cosas.

  Luego, en Salmos 55:14 el salmista dijo: “Juntos consultábamos dulcemente; / andábamos con la multitud en la casa de Dios”. Los salmos han estado en mis manos por muchos años, pero sólo hasta hace poco presté atención a este versículo. Estar en la casa de Dios verdaderamente es bueno en gran manera; por eso, cada vez que hablamos de ella, consultamos dulcemente. ¡Aleluya! Hermanos, consultemos dulcemente; luego andemos con la multitud en la casa de Dios. La casa de Dios es dulce sobremanera para nosotros.

  Además, los santos anhelan peregrinar siempre en el tabernáculo de Dios y disfrutar del abrigo de Sus alas (61:4). Cuando peregrinamos en el tabernáculo de Dios, estamos bajo la cobertura de Sus alas. ¡Cuánto disfrute que experimentamos! Dios es como una gallina muy grande, y nosotros como pollitos que se refugian debajo de Sus alas. Hallamos abrigo en Sus alas y también en Su tabernáculo. Por lo tanto, estamos doblemente protegidos. ¡Cuán seguro es este lugar! ¡Y cuán dulce es! Creo que muchos de ustedes tienen este sentir al estar en la iglesia local.

  En el salmo 63 vemos un aspecto más del disfrute que tienen los santos en la casa: Ellos miraron a Dios en Su santuario para ver Su poder y Su gloria. “Oh Dios, Tú eres mi Dios; te busco con diligencia. / Mi alma tiene sed de Ti, / mi carne desfallece anhelándote a Ti / en tierra seca y exhausta, sin agua” (v. 1). Esta experiencia es semejante a la que tiene un querido hermano que ha estado en la iglesia, pero que ahora se encuentra fuera de ella. Él se encuentra en un lugar seco y árido donde no hay agua, por lo cual anhela ser satisfecho. Él anhela lo que se menciona en el versículo 2: “Así que te he contemplado en el santuario, / viendo Tu poder y Tu gloria”. Quizás usted está en la iglesia local ahora, y esto le parece muy bueno, pero aún no percibe lo maravilloso que es. No obstante, si se alejara de la iglesia local y si fuera llevado a un lugar donde no hay iglesia, en ese momento oraría conforme a las palabras del salmista en estos versículos. Usted añoraría estar donde estuvo en el pasado, tendría sed de Dios y añoraría ver Su poder y Su gloria, así como lo ha mirado en el santuario. El santuario no es un lugar seco y árido; la casa de Dios no es un lugar donde no hay agua. En el santuario hay un río. Después que usted ha mirado al Señor en el santuario, ha bebido del río de Dios en el santuario y luego es llevado a un lugar seco, en ese momento verá la diferencia. Cuán agradecidos debemos estar todos de estar en la iglesia local, donde podemos disfrutar al Señor en el santuario. ¡Cuán rico es este disfrute! Estos versículos y nuestra experiencia demuestran que las iglesias locales son lugares donde hay agua, lugares donde podemos mirar al Señor y ver el poder y la gloria de Dios.

  Después de esto vemos cómo los santos en Sion alaban y esperan en Dios. “La alabanza te corresponde, oh Dios, en Sion” (65:1). Hermanos y hermanas, cada vez que nos reunimos, ¿estamos listos para alabar? ¿Realmente tenemos alabanzas que darle a Dios? De ahora en adelante, siempre que asistan a las reuniones, en vez de traer dos oídos deseosos de escuchar enseñanzas, traigan dos labios que estén preparados para alabar. En 2 Timoteo 4:3 el apóstol Pablo dijo: “Vendrá tiempo cuando [...] teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros”. La gente se amontona maestros porque tiene comezón de oír. Lo que necesitamos es labios que alaben. Cada vez que asistamos a las reuniones de la iglesia, debemos estar preparados para alabar. Incluso antes de llegar, debemos redactar algo acerca de nuestro Rey. Entonces, cuando nos reunamos, tendremos alabanzas que dar al Señor, alabanzas que ofrecerle a Dios en Sion. En las iglesias locales debemos ser preparados para ofrecerle alabanzas al Señor.

  Luego, Salmos 65:4 dice que el que more en los atrios de Dios y sea satisfecho con la bondad de Su casa es bendecido por Dios. “Bienaventurado el que Tú has escogido y haces que se acerque / para que habite en Tus atrios. / Seremos satisfechos con la bondad de Tu casa, de Tu templo santo”. En Salmos 36:8 leemos: “Son saturados de la grosura de Tu casa”, y allí nosotros “seremos satisfechos con la bondad de Tu casa”. Si usted viene a la iglesia local y disfruta de la bondad de la casa de Dios, esto es una prueba contundente de que usted ha sido escogido y bendecido por Dios. No sé qué clase de viento Él hace soplar para traernos a Su casa, si es un viento del occidente, del oriente, del norte o del sur. De un modo u otro, estamos aquí. Él no sólo nos ha escogido, sino que además ha hecho que nos acerquemos para habitar en Sus atrios. ¿Alguna vez usted soñó que estaría en la iglesia local? No, pero alabado sea el Señor, porque el Señor nos ha escogido y también ha hecho que nos acerquemos para estar aquí. Cuanto más disfrutamos de la grosura y de la bondad de la casa, más certeza tenemos de que fuimos escogidos y atraídos por Dios para estar en este lugar. Todos debemos postrarnos delante de Él y decir: “Señor, esto es obra Tuya; se debe completamente a Ti el que hoy estemos en Tu edificio y no fuera de él”.

  En Salmos 66:13 el salmista dice: “Entraré con holocaustos en Tu casa; / te pagaré mis votos”. Los holocaustos son las alabanzas a Cristo. El Señor ha hecho que nos acerquemos para habitar en Sus atrios, y nosotros ahora podemos entrar en la casa de Dios con ofrendas de alabanzas a Cristo. Ofrecer estas alabanzas como ofrendas a Dios es algo que aprendemos. En todas las iglesias locales debemos ser adiestrados para alabar a Dios, de modo que siempre tengamos alabanzas en cuanto a Cristo como una ofrenda que presentamos a Dios.

  Por último, en Salmos 51:18 vemos cómo los santos oran a Dios por la edificación de los muros de Jerusalén. Todos debemos rogarle a Dios que edifique los muros de la ciudad para que podamos tener una completa protección en las iglesias locales. En la obra de recobro que Dios realiza, lo primero que se necesita recobrar es el templo y después los muros de la ciudad. Una vez que sean recobrados los muros, la casa será plenamente salvaguardada.

  Quisiera pedirle a usted que ore-lea todos los versículos del salmo 49 al 67 que hablan del disfrute que los santos tienen de la casa y la ciudad de Dios. Todo lo que ellos disfrutan, lo disfrutan por medio de Cristo. Cuanto más usted ore-lea estos versículos, más los disfrutará.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración