
El Señor ciertamente ama y se interesa por nuestros niños y jóvenes, y Su buena intención para con ellos es que lleguen a ser la próxima generación en Su mover. A lo largo de la historia, Él ha dependido de la fiel labor de Sus santos para levantar la siguiente generación, principalmente a sus propios hijos, para que Su economía divina continúe en la tierra. Por esto, la Biblia ofrece una ayuda considerable al pueblo de Dios en cuanto a levantar la siguiente generación. No es pues una sorpresa que quienes han tomado la delantera entre nosotros en el ministerio, los hermanos Watchman Nee y Witness Lee, prestaron cuidadosa atención a este asunto. El material que compone este libro fue sacado de numerosos lugares en su ministerio donde ellos ofrecen comunión en cuanto al cuidado de nuestros niños y jóvenes con miras a que ellos lleguen a ser la próxima generación en Su glorioso mover en la tierra.
El ministerio publicado de los hermanos Nee y Lee es prolífico, constando de cientos de títulos y decenas de miles de páginas. Por lo que, aunque esta recopilación de más de cuatrocientas páginas pueda parecer masiva, en proporción a todo el ministerio de ellos, esta línea de su comunión no es realmente una de las principales. Como veremos en las páginas siguientes, la mayor parte de su ayuda en cuanto a este tema se encuentra en extractos dispersos en su ministerio. Si se examinan los extractos dentro de su contexto original, se verá fácilmente que la mayoría de las veces, la ayuda que nuestros hermanos nos brindaron en cuanto a los niños y jóvenes fueron puntos suplementarios a sus líneas más centrales de comunión. Por supuesto, sí hay unas pocas publicaciones de su ministerio donde ellos se centran en el cuidado de nuestros niños y jóvenes (por ejemplo: Cómo guiar a los jóvenes, del hermano Lee), pero no sería correcto decir que esto es un foco de su ministerio. Más bien, visto en el contexto de todo el ministerio de ellos, su comunión en cuanto a los niños y jóvenes cae de lleno dentro de esa tercera línea de la verdad de la Biblia, que el hermano Lee llamó “las hojas y las ramas”, las cuales tienen menos importancia que las dos líneas anteriores, a las que llamó la línea central y la línea de los puntos suplementarios. Si bien, tanto el hermano Nee como el hermano Lee a menudo compartieron en cuanto a las “hojas y las ramas”, lo hicieron con el fin de llevarnos a la línea central de la revelación divina, y el contexto original de estos extractos muestran esto de forma cabal. (En cuanto a la comunión que el hermano Lee compartió acerca de las líneas de la revelación divina en la Biblia, véase Entrenamiento internacional para ancianos y hermanos responsables, primavera 2011: La línea central de la Biblia, mensaje 1).
Siendo así, es con cierta preocupación y cautela que Living Stream Ministry, la casa publicadora del ministerio del hermano Nee y el hermano Lee, les ofrece esta recopilación a las iglesias y a los santos. Al hacer que algo de “las hojas y las ramas” sea el enfoque de una publicación tan sustancial como ésta, no queremos distraer a ninguno de los queridos santos ni a las iglesias de la línea central de la Biblia. Sinceramente esperamos que entre nosotros nadie haga de la sustancia de este libro su línea central ni tampoco que sea el enfoque de su ministerio entre los santos. Esperamos que todos los santos y todas las iglesias en todo lugar sean igual que el hermano Nee y el hermano Lee, enfocados en la línea central y laborando para ésta entre nosotros, especialmente cuando tocaban “las hojas y las ramas”. Por supuesto, algunos han sido llamados para servir principalmente entre nuestros niños y jóvenes, y sabemos que ese servicio es del Señor y para el Señor. Pero ciertamente sentimos que todos nosotros debemos conducir nuestro servicio de manera que guiemos a todos los que estén bajo nuestro cuidado a aprehender y experimentar la línea central de la Biblia. Esperamos además que ninguno entre nosotros use la preciosa comunión de nuestros hermanos, que se encuentra en este libro, para insistir en maneras de cómo llevar a cabo el trabajo con los niños y con los jóvenes. Esta comunión, al ser parte de “las hojas y las ramas”, no es para que se insista sobre ella, aunque creemos de manera firme que ella presenta la mejor guía para levantar la próxima generación para la vida de iglesia. Pero, además de tener esta preocupación, también tenemos la firme convicción de que todos los santos en las iglesias locales en todo lugar ejercerán la misma cautela que se expresa aquí, y estamos seguros de que la simple mención de estas preocupaciones nos servirá de suficiente recordatorio de la intención pura que todos tenemos de permanecer fieles a la línea central de la verdad que está en la Biblia.
Finalmente, es de notar que debido a que la comunión en este libro consta de muchos extractos sacados de numerosas publicaciones, hubo la necesidad de organizar y resumir el contenido. Esto se ve en los bosquejos de las lecciones que preceden cada grupo de extractos. Estos bosquejos, que fielmente cristalizan el contenido de los extractos que le siguen, fueron redactados por un grupo de santos compenetrados que sirven entre nuestros niños y jóvenes. Estamos agradecidos sinceramente de su labor ante el Señor y esperamos que también todos los lectores de este libro estén igualmente agradecidos. Agradecemos al Señor por Su gracia que les ha concedido en esta labor.
Que el Señor use la comunión de este libro para levantar verdaderamente a las próximas generaciones para la vida de iglesia.
25 de abril del 2011 Sección editorial Living Stream Ministry
Toda la economía de Dios y especialmente la que se está llevando a cabo en la era neotestamentaria, es un asunto de impartición [...] El Nuevo Testamento aborda muchos temas, pero si entramos en las profundidades de Su revelación divina veremos que Dios ciertamente tiene una economía, una administración doméstica, a fin de llevar a cabo Su propósito eterno. Esta economía es Su operación universal. Si me preguntaran que está haciendo Dios hoy, contestaría que Él se dedica a una sola cosa: Él está impartiéndose, gradual y pacientemente, en Su pueblo escogido. Todo lo que se menciona en el Nuevo Testamento respecto a Dios, tiene que ver con Su impartición divina para realizar Su economía. (La economía e impartición de Dios, pág. 72)
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Lo que hemos presentado en este mensaje en cuanto a la creación del hombre por parte de Dios, desde el punto de vista de Su impartición divina según Su economía divina, es lo que Dios desea. Esto es el beneplácito de Dios y este es nuestro ministerio, carga y comisión. No tenemos otra carga además de este ministerio de la economía de Dios con Su impartición divina dentro de la humanidad. Tenemos que aprender a recibir la impartición de Dios cada día. Él está impartiéndose a Sí mismo a nosotros a cada momento y en cada situación, incluso en las cosas pequeñas, para nuestra renovación, transformación y conformación. Finalmente, nosotros seremos glorificados. Entonces disfrutaremos la consumación de Su impartición divina según Su economía divina. (The Central Line of the Divine Revelation, pág. 76)
La economía neotestamentaria de Dios es un plan hecho por Dios según Su beneplácito. Respecto a esto, Efesios 1:9 dice: “Dándonos a conocer el misterio de Su voluntad, según Su beneplácito, el cual se había propuesto en Sí mismo”. El beneplácito de Dios es el deseo de Su corazón. Este beneplácito fue lo que Dios se propuso en Sí mismo para una dispensación, para un plan (v. 10). Este plan hecho por Dios fue conforme a Su beneplácito, el deseo de Su corazón.
Hemos visto que Efesios 1:9 habla del beneplácito de Dios. Todos deseamos el placer. Si nosotros lo deseamos, ciertamente Dios también. Todo lo que es viviente desea placer. De hecho, cuanto más vivientes seamos, más placer necesitamos. Ya que Dios es el más viviente, ciertamente más placer Él necesita. Si nosotros, como pecadores caídos, necesitamos placer, entonces ¿cuánto más Dios, el Viviente, tiene una profunda necesidad de ello?
El libro de Efesios, que es distinto al libro de Romanos, el cual comienza desde la perspectiva de la condición caída del hombre, fue escrito desde la perspectiva del beneplácito de Dios, el deseo de Su corazón. Entonces, ¿cuál es el beneplácito de Dios? El beneplácito de Dios es impartirse a Sí mismo dentro de nosotros. Éste es el deseo único de Dios. Podríamos decir que Dios está “soñando” con impartirse a Sí mismo dentro de nosotros. Su anhelo, Su aspiración es impartirse a Sí mismo en Su pueblo escogido. (The Conclusion of the New Testament, págs. 15, 16)
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Romanos 9:21 revela el propósito de Dios al crear al hombre. Este versículo es único en revelar el propósito de Dios al crear al hombre. Si no tuviéramos este versículo sería difícil para nosotros darnos cuenta que el propósito de Dios al crear al hombre fue hacerlo Su vaso para contenerle a Él. Debemos ser profundamente impresionados con el hecho de que somos las vasijas de Dios y que Él es nuestro contenido.
La selección de Dios en Su misericordia soberana tiene una meta, y esta meta es tener muchos vasos para contener a Dios y expresarle a Él por la eternidad. Dios nos creó de tal manera que somos capaces de introducirlo en nosotros y contenerle a Él como nuestra vida y suministro de vida, con el fin de que seamos uno con Él para expresar lo que Él es y para que Él sea glorificado en nosotros y con nosotros. Esta es la meta de Dios en Su selección y en Su creación del hombre. (The Conclusion of the New Testament, pág. 1187)
Nuestro Dios, quien está lleno de sabiduría, tiene un plan, y todo el universo fue creado conforme a Su propósito, Su voluntad, Su plan. Debemos saber cuál es el plan eterno de Dios. [...] La posición del hombre, su ubicación, en el plan de Dios es muy central. Es perfectamente correcto decir que la Biblia es un libro lleno de Cristo, pero también podemos decir que está lleno de hombres. Incluso Dios mismo se hizo hombre (Jn. 1:1, 14). Jesús es el Dios completo y el hombre perfecto. Aun después de Su resurrección y Su ascensión, sigue siendo hombre. Antes de ser apedreado, Esteban dijo que vio “los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre de pie a la diestra de Dios” (Hch. 7:56). Esteban vio al Señor Jesús como el Hijo del Hombre en los cielos. El hombre es el centro del plan de Dios. La rueda de una bicicleta tal vez tenga un eje con muchos rayos. El eje y los rayos subsisten en la rueda. Si se quita el eje, o sea, el centro, los rayos se vendrían abajo. De la misma manera, sin el hombre como centro, el plan de Dios se desplomaría. (Un joven en el plan de Dios, pág. 7)
El punto principal de Ezequiel 1:5 es que los cuatro seres vivientes llevan la apariencia de hombre. El versículo 26 dice: “Sobre la semejanza del trono había un Ser que tenía la apariencia de hombre, sentado sobre él”. La palabra hombre es una gran palabra en la Biblia. El deseo de Dios es con el hombre, el pensamiento de Dios está centrado en el hombre, y el corazón de Dios está puesto sobre el hombre. El deseo de Dios es obtener al hombre. El hecho de que los cuatro seres vivientes llevan la apariencia de un hombre y que Dios en el trono también lleva la apariencia de hombre indica que el pensamiento central de Dios y Su arreglo están relacionados con el hombre.
Muchos cristianos han sido influidos por el concepto de que es mejor ser un ángel que un hombre. Pero, si usted tuviera una opción, ¿qué preferiría ser: un ángel o un hombre? Quizás muchos de nosotros preferiríamos ser un ángel. Sin embargo, Dios tiene suficientes ángeles, pero carece de hombres. Dios no aprecia tanto a los ángeles. Los ángeles son Sus sirvientes. Dios les dice a ellos que vayan, y ellos van; Él les dice que vengan y vienen. Los ángeles también son nuestros servidores (He. 1:13-14). Nosotros los creyentes, todos tenemos nuestro propio ángel (Hch. 12:12-15). Debemos abandonar el concepto de que es mejor ser un ángel que un hombre. Debemos ver cuán glorioso y cuán maravilloso es que somos hombres. (Life-study of Ezekiel, págs. 47, 48)
Los creyentes en Cristo son vasos de misericordia para honra y gloria. Romanos 9:21 dice: “¿O no tiene autoridad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?”. El versículo 23 continúa hablando de Dios que da a “conocer las riquezas de Su gloria sobre los vasos de misericordia, que Él preparó de antemano para gloria”. Nosotros, al ser vasos, no somos instrumentos ni armas: somos vasijas. Según Romanos 9, nosotros contenemos misericordia, honra y gloria. Esta misericordia, honra y gloria son en verdad el Dios Triuno. El Dios Triuno es nuestra misericordia en la etapa inicial de nuestra experiencia; Él es nuestra honra en la etapa progresiva; y Él es nuestra gloria en la etapa de compleción. En la actualidad nosotros estamos disfrutando a nuestro Dios como misericordia y algo como nuestra honra. Cuando regrese el Señor Jesús, nosotros seremos plenamente introducidos en la honra y también en la gloria. Entonces seremos llenos del Dios Triuno, no solamente como nuestra misericordia, sino también como nuestra honra y gloria.
Romanos 9 revela que el punto culminante de nuestra utilidad a Dios es que somos vasos para contenerle y expresarle a Él. Nosotros somos su vasija y Su expresión, y Él es nuestro contenido y nuestra vida. Él vive en nosotros para que le vivamos a Él. Finalmente, Él y nosotros, nosotros y Él, seremos completamente uno en vida y naturaleza. Este es nuestro destino como vasos de misericordia.
Los creyentes son vasos para honra con Cristo como su tesoro por medio de la regeneración. Romanos 9:21 habla de vasos de honra. En 2 Corintios 4:6 y 7 dice: “El mismo Dios que dijo: De las tinieblas resplandecerá la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”. Este tesoro es el Cristo que mora dentro de nosotros. Nosotros somos vasijas de honra porque el propio Cristo es honra. Él es el tesoro dentro de nosotros. Aunque tenemos este tesoro en vasos de barro, este tesoro todavía no se ha manifestado. Cuando el Señor Jesús regrese, Cristo como nuestro tesoro se manifestará. Entonces otros podrán ver que nosotros, como vasos para honra, somos las vasijas de tal tesoro. (The Conclusion of the New Testament, págs. 1183, 1187)
En ascensión Cristo es el que fue coronado de gloria y de honra. Hebreos 2:9 dice: “Vemos a Jesús, coronado de gloria y de honra, quien fue hecho un poco inferior a los ángeles para padecer la muerte”. Aquí la gloria y la honra son consideradas como una corona. La gloria es el esplendor relacionado con la persona de Jesús; la honra es la preciosidad relacionada con la dignidad y el valor de Jesús (1 P. 2:7). Cristo, como el ascendido coronado de gloria y de honra, está en el estado de gloria y tiene un rango de honra. (The Conclusion of the New Testament, págs. 336-337)
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En 2 Timoteo 2:21 dice: “Así que, si alguno se limpia de éstos, será un vaso para honra, santificado, útil al dueño, y dispuesto para toda buena obra”. Un vaso para honra debe tener cierto nivel a fin de contener un objeto de honra específico. Aquí la palabra honra hace referencia a nuestra naturaleza, mientras que la palabra santificado indica nuestra posición; la palabra útil implica nuestra función, y la palabra dispuesto revela nuestro entrenamiento. Pablo exhortó a Timoteo diciendo que se limpiara de los vasos de deshonra para que fuera entrenado en estos cuatro asuntos. Estos cuatro asuntos harían de Timoteo un vaso para honra en conformidad con cierto estándar. Esto también involucra nuestro carácter. (Vasos útiles para el Señor, pág. 162)
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Los vasos de honra están constituidos tanto de la naturaleza divina (oro) como de la naturaleza humana redimida y regenerada (plata). Estos vasos, tales como Timoteo y otros creyentes genuinos, constituyen el firme fundamento que sostiene la verdad. Los vasos de deshonra están constituidos de la naturaleza humana caída (madera y tierra). Himeneo, Fileto y otros falsos creyentes pertenecen a esta categoría.
En 2 Timoteo 2:21 Pablo continúa diciendo: “Si alguno se limpia de éstos, será un vaso para honra, santificado, útil al dueño, y dispuesto para toda buena obra”. Limpiarnos equivale a apartarnos de la injusticia (v. 19), como evidencia externa de la naturaleza divina interior. La palabra “éstos” en el versículo 21 denota los vasos para deshonra, incluyendo a aquellos mencionados en los versículos 16 hasta el 18. No sólo debemos limpiarnos de todo lo injusto, sino también de los vasos de deshonra. Esto significa que tenemos que apartarnos de ellos. Por ende, tenemos que limpiarnos de las cosas injustas y de los vasos de deshonra de madera y de tierra. Si nos limpiamos de estas cosas negativas y de estas personas negativas, seremos vasos para honra, santificados, útiles al dueño y dispuestos para toda buena obra. Para honra es un asunto de naturaleza, santificado es un asunto de posición, útil es un asunto de práctica, y dispuesto es un asunto de entrenamiento. (The Conclusion of the New Testament, págs. 1188-1189)
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Hermanos y hermanas, se requieren diez o veinte años de entrenamiento bajo la mano de Dios para que, de alguna manera, una persona llegue a ser útil al Señor. Si queremos correr la buena carrera y obtener cierta madurez en el Señor, necesitamos ser entrenados por lo menos diez o veinte años. Sin embargo, algunos hermanos no le prestan la debida atención a su salud y pueden morir antes de alcanzar ese nivel. Esto es muy lamentable. Algunos no comienzan a correr hasta que han pasado veinte o treinta años en el Señor. Entonces tocan el camino correcto y su utilidad empieza a florecer. En la iglesia no solo debe haber niños y jóvenes, también debe haber algunos padres. Todos aquellos que desean servir al Señor deben comprender que es una gran pérdida que un hermano o una hermana muera prematuramente ¡después de haber invertido tantos años y tanto esfuerzo para aprender sus lecciones! Sabemos que algunos “vasos” se han “dañado y quebrado” a mitad del proceso. Esto es una verdadera pena. Es semejante al mensaje de Jeremías acerca del vaso que se dañó en las manos del alfarero (Jer. 18:4). Cuando el alfarero hace girar la rueda para darle forma al vaso, algunos de éstos se dañan antes de ser introducidos en el fuego. Algunos ni siquiera pasan la etapa de formación. Esto es una gran pérdida. (El carácter del obrero del Señor, págs. 170-171)
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Yo creo que si el Señor nos da la gracia, la mitad de los que se añadan a la iglesia provendrá de nuestras propias familias y la otra mitad del “mar” (o sea, del mundo). Si todos los que son añadidos proceden del mundo y ninguno es de entre nuestros propios hijos, no tendremos una iglesia fuerte. Si bien toda la generación de Pablo tuvo que ser rescatada del mundo, la siguiente generación estaba compuesta de personas, como Timoteo, que procedían de las mismas familias que conformaban la iglesia. No debemos esperar que los que son añadidos siempre procedan del mundo. Debemos esperar que la segunda generación, hombres como Timoteo, procedan de nuestras propias familias. El evangelio de Dios sí salva a los hombres que se encuentran en el mundo, pero también debemos atraer hombres como Timoteo. Para que la iglesia llegue a ser rica, tiene que haber abuelas como Loida y madres como Eunice que sepan criar, edificar y formar a sus hijos en la disciplina del Señor. Si no existe tal clase de personas, la iglesia jamás llegará a ser rica.
Cuando Dios desea derramar Su gracia sobre la iglesia, Él requiere de vasos. Es necesario que criemos más “Timoteos”. Si bien es cierto que podemos rescatar a las personas que están en el mundo, existe una necesidad todavía mayor y es que levantemos a los que forman parte de las familias cristianas. (Mensajes para edificar a los creyentes nuevos, t. 2, págs. 605-606, 615)