
Lectura bíblica: 2 Ti. 2:2; 3:15
A fin de llevar a cabo la obra con los niños correctamente, debemos prestar atención a estos tres aspectos: el material de enseñanza, el entrenamiento de los maestros y la guía de los ancianos. Después que se designen algunos hermanos para recopilar el material, los ancianos deben dar la dirección y los maestros deben ser entrenados. Debemos promover la obra con los niños en cada localidad. Los hermanos deben promover este trabajo, y las hermanas lo deben llevar a cabo. Si todos los santos están dispuestos a recibir esta carga y a no dejar pasar la oportunidad, habrá un resultado glorioso. (The Collected Works of Witness Lee, 1967, t. 1, págs. 314-315)
Al final de cada lección que les demos, podemos impresionarlos con un versículo corto de la Biblia. Al ministrar la lección, estaremos poniendo un buen fundamento para que ellos reciban algo breve de la palabra de Dios. Por ejemplo, les podríamos decir que siendo niños ellos necesitan ser seres humanos apropiados que se comporten de tal manera que honre a sus padres. Hasta podemos usar ejemplos de la naturaleza; esto les interesará mucho. Luego, al final, les podemos leer Éxodo 20:12, que dice: “Honra a tu padre y a tu madre”, explicándoles que ésta es la palabra de Dios que está en la Biblia. Les podemos pedir que piensen sobre ello, que lo reciten y que nos expliquen qué significa. De esta manera lograremos que esta palabra cause una impresión en ellos. Finalmente, en este punto les podemos ayudar a orar de una manera sencilla usando este versículo. La próxima vez que se reúnan, podemos pedirles que compartan lo que escucharon la semana anterior y preguntarles si lo pusieron en práctica. Podemos preguntarles de qué manera honraron a sus padres la semana anterior. Si usamos el tiempo adecuado para hacer esto, ellos se interesarán en lo que decimos. No debemos darles nada prematuramente. Más bien, debemos preparar las lecciones conforme a sus edades. Debemos darles a los de cinco y seis años una cosa, y a los de siete y ocho, otra. El conocimiento prematuro daña a los niños. Necesitamos que algunos hermanos y hermanas que entiendan este principio preparen las lecciones.
Gradualmente, podemos ayudarles a conocer quién es Dios, no de una manera religiosa, sino de una manera muy práctica. Podemos guiarlos a que se den cuenta que existe Uno que es todopoderoso, el cual es Dios. Al escoger los mejores versículos en cuanto a Dios, como Éxodo 3:6 que dice: “Yo soy el Dios de tu padre” ó 20:2, que dice: “Yo soy Jehová tu Dios”, podemos impresionarlos de una manera breve y sencilla que hay un Todopoderoso en el universo, quien es nuestro Dios. Luego, podemos ayudarles a conocer la creación de Dios y aun la caída del hombre. Para esto, no debemos meramente contar historias. Más bien, debemos presentar estos asuntos de una manera muy práctica, usando muchos ejemplos. El mejor momento para presentarles la caída del hombre es después de haberles ayudado a conocer lo que es tener una humanidad apropiada. Podríamos preguntarles uno por uno: “¿Puedes practicar lo que has escuchado? ¿Has honrado a tus padres? ¿Has amado a tus hermanos?”. Muchos de ellos admitirán que no pueden hacerlo, y algunos hasta derramarán lágrimas. Entonces debemos preguntarles: “¿Por qué has fallado? ¿Por qué no puedes hacer esto?”. En ese momento podemos decirles que todos somos criaturas caídas y que hay pecado en nosotros, lo cual nos debilita. Hablar acerca de la caída de esta manera es muy realista.
Bajo el mismo principio, podemos decirles cómo el Señor Jesús vino para llevar a cabo la redención. Otra vez les digo, no debemos hablar de esto como una mera historia. Sino más bien, podemos usar las lecciones en cuanto a la humanidad apropiada y la manera apropiada de comportarse. Podemos decir: “Sabemos que Dios nos mandó honrar a nuestros padres, pero hemos fallado. En la Biblia, a este fracaso se le llama pecado. ¿Cómo este problema puede ser resuelto?”. Esta es la manera de hablar acerca del pecado y el problema de los pecados. Luego podemos señalar que el Hijo de Dios murió por nosotros, y podemos hablarles acerca de la cruz, la muerte de Cristo y la redención sin transmitirles mero conocimiento religioso. Después que llegan a cierta edad, podemos ir más allá y decirles que Cristo es vida, no como una mera historia, sino basándonos en sus fracasos y deseos. Podemos preguntar: “¿Quieres tener la fuerza para comportarte de esta manera maravillosa? Debes darte cuenta que tú mismo no tienes esta fuerza. Necesitas que Cristo sea tu vida y poder”. Esta es la mejor manera de ayudarles. Sin darles mucho conocimiento, podemos ayudarles, de una manera práctica, a comprender lo qué es Dios, la creación, la humanidad, la caída, la redención y Cristo, y con el tiempo, podemos ayudarles a recibir al Señor y ser salvos de una manera definitiva.
Cuando muchos de nosotros éramos jóvenes, recibimos demasiado conocimiento que sólo nos dañó. Nos contaron muchas historias, pero no nos dieron los versículos apropiados de una manera práctica. Por esto, nadie podía hablarnos acerca del hijo pródigo, por ejemplo. Pudimos haber dicho: “No necesitan hablar de esto. Yo ya sé lo que representan el padre, el hijo, la túnica y el becerro. Yo puedo contarles la historia”. Después de escuchar todas las enseñanzas y las historias de la Biblia, los jóvenes se hacen “resbaladizos” y nada se les pega. No debemos dañar a los jóvenes de esta manera. Aquellos que nunca han escuchado las historias anteriormente son inspirados por ellas fácilmente. Es por esta razón que no debemos contarles ciertas historias, sino simplemente ayudar a los niños a conocer las cosas acerca de la humanidad y de Dios de una manera práctica. Entonces, cuando sean salvos y comiencen a asistir a las reuniones de la iglesia, lo que escuchen será nuevo para ellos.
Cuando los niños son pequeños, debemos simplemente hablarles acerca de Dios, Su creación y otras cosas sencillas. Cuando tengan al menos ocho años de edad, podemos ayudarles a comprender algo acerca de la salvación del Señor, y luego, gradualmente, podemos ayudarles a conocer que Cristo es vida. No debemos hablarles acerca de cosas como orar-leer, hasta que tengan por lo menos diez u once años, en ese tiempo ya deben saber algo de cómo tener comunión con el Señor. Para los más pequeños, los ejemplos y las demostraciones ayudan mucho. Si conducimos las reuniones de los niños de una manera apropiada, una reunión de dos horas no es demasiado larga. Sin embargo, contarles historia tras historia los cansará.
Lo más importante es formar la humanidad y el carácter de los niños. Este asunto es descuidado por muchos padres hoy día. Tener un buen carácter humano no estorbará al niño en nada. Las enseñanzas de Confucio y las éticas chinas edifican el carácter según el yo, el orgullo propio y la confianza propia. La clase formación de carácter que practicamos es absolutamente diferente. Debemos formar a los niños de tal manera que comprendan que ellos no pueden hacer nada en sí mismos, porque son caídos y necesitan una vida más alta. (págs. 504-506)
* * *
Podríamos dividir a los niños en dos o tres niveles. Algunos deberán trabajar en el material de las lecciones, y otros deben contar las historias. Los niños de 4 a 6 años estarían en el primer nivel. Con éstos sólo se debe cantar himnos y contarles historias. Los niños entre 7 y 9 tal vez estarían en el segundo nivel. Con éstos se debe enseñarles algo, lo cual requiere que tengamos un material de enseñanza. Los niños entre 10 y 12 podrían estar en el tercer nivel. Con éstos se necesita material de lecciones que los ayude a entrar en algo más profundo. (Being Up-to-Date for the Rebuilding of the Temple, págs. 46-47)
* * *
Tal vez haya hermanos y hermanas entre nosotros que sean especialmente experimentados, y tengan la carga por cuidar a los niños. Ellos deben venir y darnos algunos materiales para que los niños en varias localidades puedan recibir el beneficio. Tal vez haya algunos hermanos que ya estén preparando canciones para los niños.
Si la reunión de los niños se lleva a cabo adecuadamente, también proveerá una buena oportunidad para que más gente crea en el Señor. Esta reunión, en efecto, debe ser fuerte. En el futuro, espero que haya unos cuantos hermanos y hermanas que vengan a preparar algunos materiales para que los hermanos cuiden de los niños. (Los asuntos de la iglesia, págs. 109-110)
* * *
Pregunta: Hemos estado tratando de escribir canciones para niños usando las Escrituras para ayudarles a memorizarla Palabra. Es casi imposible hacer que estas canciones rimen ya que su contenido es la Escritura misma. ¿Cómo se siente en cuanto a este punto?
Escribir canciones para niños es una tarea difícil, pero en principio, no estoy de acuerdo con que se escriban canciones con los versículos de las Escrituras. Si queremos ayudar a los niños a memorizar algunos versículos de la Biblia, simplemente instrúyalos para que lean y reciten los versículos. No debemos hacer que los versículos sean cantables a fin de que los niños los puedan cantar. No digo que esto no se deba hacer en su totalidad, pero hacer esto es muy difícil. Se requiere mucha destreza para escribir canciones para niños. Se debe componer la poesía para los más jóvenes de manera diestra. He visto un buen número de canciones para niños que, conforme a mi sentir, estaban todas por debajo de la norma. Si las canciones que tenemos tienen una norma tan baja, es mejor no tenerlas. (Speaking Christ for the Building Up of the Body of Christ, págs. 82-83)
Los hermanos y las hermanas también deben preparar canciones para la reunión con los niños. No debemos tratar a los pequeños como a los santos mayores y pedir que ellos canten las mismas canciones que nosotros. El himno #474, por ejemplo, dice: “Cristo vino a ser un hombre, se vistió de humanidad, / Él murió en una cruz y me libró del viejo Adán. / Cristo ha resucitado como Espíritu en verdad / Para hoy mi vida ser”. Este himno no es apropiado para los de seis años de edad. Tal vez aprendan la melodía, pero no entenderán las palabras. Preparar las canciones apropiadas para los niños no es fácil; esto requiere mucho trabajo. Podemos adoptar las melodías de ciertos himnos, pero si es posible, también podemos componer melodías nuevas. (The Collected Works of Witness Lee, 1967, t. 1, pág. 508)
* * *
Cuando estábamos en el norte de China, las hermanas que enseñaban a los niños usaban el contenido de las reuniones de los adultos. En ese tiempo, los adultos se reunían en la planta alta y los niños en la planta baja. Cuando hablábamos acerca de la vanidad, ellos hablaban a los niños acerca de la vanidad. Cuando hablábamos acerca de tratar con la carne, ellos también hablaban acerca de tratar con la carne. Cuando me di cuenta de esto, le dije a los servidores que esto no funcionaría. Me di cuenta que una vez los niños fuesen bautizados, no podrían escuchar ningún mensaje, porque antes de haber sido salvos, ya habían escuchado los mensajes para la edificación de los nuevos creyentes. Nunca debemos llevar a cabo la obra con los niños de esta manera.
Consideremos otro ejemplo. Una mañana estaba en el salón de reunión, y escuché a los niños cantar el himno: “Roca de la eternidad / Que por mí hendida estás”. Este himno es demasiado profundo para los niños. Por lo tanto, algunos de los santos deben recibir una carga para escribir canciones para los niños. Las canciones deben ser sencillas e interesantes. No deben ser religiosas. Podemos cantar, con una melodía alegre, acerca de las flores y de los pájaros. Con el tiempo, podemos enseñarles a los niños canciones acerca de Dios. Las canciones para los niños deben ser de tres niveles, y cada nivel debe incluir por lo menos cincuenta canciones. (pág. 313)
* * *
A todos los padres les gusta oír a sus hijos cantar. Cuando ustedes visitan a sus parientes, pueden primero darles unos dulces a los hijos de ellos y luego les enseñan a cantar un himno sencillo. Puede que sus padres estén descontentos si ustedes les persuaden a creer en Jesús. Pero, prestarán mucha atención al canto de sus hijos. Cuando oigan los cantos serán conmovidos. (Puntos claves sobre las reuniones en casa, pág. 63)
En las reuniones de hogar debemos ayudar a los niños incluso a invocar, hablar, o cantar un himno y a citar o hablar la palabra de la Biblia. Supongamos que se acaba de bautizar una pareja y ellos tienen un niño de nueve años y una niña de tres años. Si quiere ayudarles a tener una reunión en el hogar, tendría que entrenar incluso a la niña de tres años. Podría decirle a ella que es fácil que pida un himno en la reunión y que incluso es más fácil que lo cante. Podría decirle: “Tú sabes cuando vas a tener la reunión en el hogar y que algunos hermanos vendrán a ayudarte. Antes de que vengamos, tú puedes cantar un himno”. Si usted le dice esto a la niña, puede que ella esté cantando cuando ustedes entren a la casa. Tomen la canción de ella como el comienzo de la reunión. A todos los pequeños les gusta cantar. Tal vez no necesite enseñarle a la niña a cantar toda la estrofa de una canción. Si usted pudiera ayudarle a cantar sólo una línea, ella estaría feliz. Los pequeños pueden ser una buena ayuda a las reuniones en el hogar. También puede ayudarles a orar. Ellos pueden orar una simple oración como: “Señor Jesús, Tú eres tan bueno. Te amo y sé que estás conmigo”. Podría instruir al niño de nueve años a hablar algunos versículos, a leer alguna porción de la Palabra. De esta manera todos los miembros de la familia participan en la reunión. Si hacemos esto semana tras semana con esta familia, ellos acumularán muchas riquezas divinas. (Speaking Christ for the Building Up of the Body of Christ, págs. 128-129)
* * *
A todos, tanto a los jóvenes como a los mayores, les gusta cantar. No les explique mucho; muchas veces una explicación es agria, no es dulce. Cantar es muy dulce. Usted debe ser como una madre que amamanta, haciendo que sus niños pequeños se sientan bien al darles algo dulce. (El ejercicio y la práctica de la manera ordenada por Dios, págs. 229)