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Mensajes del libro «Cultivar la siguiente generación para la vida de iglesia»
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PARTE CINCO: LA OBRA CON LOS JÓVENES

LECCIÓN DIECISIETE

LA VISIÓN Y LA IMPORTANCIA DE LA SIGUIENTE GENERACIÓN EN EL RECOBRO DEL SEÑOR

  Lectura bíblica: Lc. 18:16-17; Hch. 26:13-19; Nm. 14:29-31

  1. Tenemos que ver la preciosidad de la segunda generación y su valor en las manos de Dios—Lc. 18:16-17:
    1. Si realmente queremos servir a los jóvenes y hacerlo de tal manera que tenga peso, debemos permitir que Dios abra nuestros ojos a fin de que veamos lo precioso que son los jóvenes y su importancia en las manos de Dios. Si vemos esto, tendremos un gran aprecio por esta labor y obtendremos espontáneamente el interés y el motivo para laborar con ellos:
      1. Todo aquel que sirve al Señor tiene que ser una persona con visión—Pr. 29:18; Hch. 26:13-19.
      2. La visión gobernante en la Biblia es el Dios Triuno que se forja a Sí mismo dentro de Su pueblo escogido y redimido a fin de saturar todo el ser de ellos con la Trinidad Divina para producir y edificar el Cuerpo de Cristo, el cual llega a su consumación en la Nueva Jerusalén—Ef. 4:4-6; Ap. 21:2, 9-10.
    2. Cada vez que Dios desea hacer un mover dispensacional, un mover que cambia la era, Él tiene que obtener Su instrumento dispensacional; tenemos que ser aquellos que tienen valor dispensacional para Dios en los últimos días a fin de cambiar la era—12:5-11; 1:20; Dn. 12:3; 9:23; 10:11, 19.
    3. La obra que Dios hace para cambiar la era se hace siempre a través de hombres; antes que se introduzca una nueva era, siempre hay hombres de la era anterior que Dios usa específicamente para cambiar la era; y cada vez que Dios lleva a cabo un cambio de era, Él, expresamente, usa a jóvenes:
      1. Los hombres que Dios usa en una era frecuentemente caen y no consiguen alcanzar la meta fijada por Dios; esto obliga a Dios a cambiar la era, es decir, a tener un nuevo comienzo en una nueva era en la que El pueda realizar aquello que se propuso.
      2. El mover dispensacional más importante de Dios es con el propósito de acabar con esta era e introducir la era del reino; a fin de hacer esto, Él debe tener Su instrumento dispensacional; esto es lo que Dios quiere hacer hoy en día.
  2. El futuro del mover del Señor y la propagación de Su recobro dependen por completo de la próxima generación; el Señor necesita a los niños y jóvenes para el futuro de Su recobro:
    1. Podríamos decir que casi todos aquellos que Dios usó para comenzar algo nuevo, o que Él escogió para cambiar la era, eran jóvenes; si vemos esto, valoraremos mucho a los jóvenes delante de Dios.
    2. Los que fueron aptos y listos para tomar la buena tierra, con la excepción de Josué y Caleb, eran todos jóvenes, la segunda generación—Dt. 1:35-36; 11:2-7; Nm. 14:29-31:
      1. La segunda generación no pasó a través de tantas cosas como lo hizo la primera generación, pero ellos recibieron el beneficio de lo que experimentó la primera generación.
      2. Lo que experimentaron los mayores fue muy efectivo en edificar a los más jóvenes; por lo tanto, Dios pudo preparar a más de seiscientos mil hombres de la segunda generación con una rica herencia y un fuerte trasfondo que eran aptos para formar un ejército a fin de pelear junto con Él y para Él.
      3. El principio es el mismo con nosotros hoy en el recobro del Señor; lo que los mayores han experimentado se lo están pasando a los más jóvenes y será muy efectivo en edificarlos y prepararlos para pelear junto con Dios y para Dios.
      4. Si un hermano se vale por sí solo, tendría que tropezar por diez años antes de encontrar algo; pero ahora, a través del Cuerpo, él podrá ganar lo mismo en una sola noche; si ese hermano toma el juicio del Cuerpo, ahorrará mucho tiempo; el uso de la autoridad en la iglesia es con el propósito de disminuir los errores y acortar las jornadas.
    3. Se necesita un grupo de jóvenes que sean salvos y que reciban hoy la ayuda espiritual apropiada, a fin de adquirir la experiencia para ser usados por el Señor en el futuro; si hoy no hay jóvenes ganados por el Señor, después que nosotros partamos para ir con el Señor, no habrá sucesores; entonces existirá una brecha.
    4. Si usted ve esto, tendrá la carga en su corazón de amar a los jóvenes, sin importar si son buenos o malos; ojalá que todos los hermanos y hermanas, los amadores del Señor, amen también a los jóvenes por causa del futuro de la iglesia y de la obra del Señor.
  3. El recobro del Señor se está extendiendo y se extenderá rápidamente; habrá iglesias en todas las ciudades importantes y en todos los países importantes de la tierra; si en los años venideros muchos jóvenes son perfeccionados, el recobro del Señor se extenderá rápidamente:
    1. Debemos procurar crecer en nuestra vida espiritual, manteniendo con la debida dedicación, una comunión viva con el Señor, consagrándonos por completo a Él y teniendo los tratos apropiados con Él; para ser los vencedores, debemos amar al Señor y tomar la oportunidad de amarlo—Mt. 26:6-13.
    2. La próxima generación tiene que ser equipada con la verdad; por un lado, ellos tienen que leer la palabra ingiriéndola; por otro, tienen que profundizar en ella a fin de mezclarse con la palabra de Dios—Col. 3:16; Sal. 119:11.
    3. La próxima generación debe formar un buen carácter; tienen que ejercitarse a fin de forjar un carácter que sea útil al Señor—Fil. 4:8, 13.
    4. La próxima generación tiene que obtener una educación superior; todos los jóvenes deben terminar una carrera universitaria, estudiar con más diligencia que los estudiantes que no son creyentes, sacar las mejores calificaciones, y seguir estudiando para obtener títulos avanzados:
      1. Hoy en día se necesitan en el recobro del Señor personas cultas; los jóvenes deben esforzarse para obtener la mejor educación.
      2. Si los jóvenes usan su energía de esta manera, cuando lleguen a los treinta años, podrán empezar su ministerio como lo hizo el Señor Jesús; si muchos emprenden este camino, no tendremos escasez.

Extractos de las publicaciones del ministerio:

DEBEMOS VER LO PRECIOSO QUE SON LOS JÓVENES

  En todo lo que hacemos, lo más importante es tener el corazón para ello, de otro modo, no tendremos el deseo de hacer nada, y aun si hacemos algo, lo haremos sin entusiasmo. Por supuesto, esto también se aplica a la obra que se lleva a cabo con los jóvenes. Si desea participar en esta obra, es necesario que los jóvenes le agraden, que uno se preocupe por ellos y que se interese en sus asuntos. Podríamos considerar esto como el “capital” mínimo que se requiere para servir con los jóvenes. Si no sentimos interés por los jóvenes ni tenemos un corazón para ellos, es decir, si hacemos la obra con los jóvenes a regañadientes, lo que hagamos será inútil.

  A veces nuestro corazón surge de nuestra preferencia. Cuando nos gusta cierta actividad, naturalmente tenemos el corazón para hacerla. Otras veces tenemos el corazón para hacer algo por causa de lo que sabemos de cierta situación. Cuando vemos la importancia y el valor de un asunto, espontáneamente tendremos el corazón para ello. Conforme a lo que he observado de la verdadera situación que existe en la obra con los jóvenes, algunos hermanos y hermanas hacen la obra con los jóvenes motivados por su preferencia; sirven con ellos debido a que sienten una inclinación natural hacia los jóvenes, disfrutan estar con los jóvenes, y vienen a hacer la obra con los jóvenes. No podemos decir que esto sea incorrecto; de hecho, tenemos que admitir que, no importa cuánta gracia hayamos recibido y cuánta espiritualidad poseamos, seguimos siendo humanos, todavía tenemos una parte que es humana. Pero en cuanto a esto, debemos decir que con tal corazón, servir con los jóvenes por ese motivo, no tiene el peso adecuado. Si realmente queremos servir a los jóvenes y hacerlo de una manera que tenga peso, debemos permitir que Dios abra nuestros ojos a fin de que veamos lo precioso que son los jóvenes y su importancia en las manos de Dios. Si vemos esto, tendremos gran aprecio por esta labor y obtendremos espontáneamente el interés y el motivo para laborar con ellos. (Cómo guiar a los jóvenes, págs. 1-3)

El mover dispensacional de dios: “ahora” (ap. 12:10)

  Cuando Dios cambia de actitud hacia algún asunto, Él da inicio a un mover dispensacional. Cada mover dispensacional introduce una nueva manera en que Dios actúa. Su mover dispensacional más importante se encuentra en Apocalipsis 12. Él quiere acabar con esta era e introducir la era del reino. Su propósito no es general ni ordinario. ¿Cómo puede acabar con esta era e introducir una nueva? Él debe tener Su instrumento dispensacional. Esto es lo que Dios quiere hacer hoy en día.

LA NECESIDAD DE UN HIJO VARÓN

  El arrebatamiento del hijo varón da fin a la era de la iglesia e introduce la era del reino. El hijo varón hace que sea posible que Dios se mueva. Sin el hijo varón y sin el arrebatamiento, Dios no podría dar inicio a un mover dispensacional. No debemos olvidarnos nunca que Dios puede ser limitado. Él espera por el hombre cada vez que se va a mover. El hecho de que Dios ate en el cielo se basa en que nosotros atemos en la tierra; que Dios desate en el cielo se basa en que nosotros desatemos en la tierra. Todo depende de la iglesia.

  Dios desea que los seres creados se encarguen de los seres creados que han caído. Conforme a Su propósito, toda la iglesia debería encargarse de Satanás; no obstante, la iglesia ha fracasado. Por consiguiente, los vencedores deben levantarse. El propósito de Dios se cumple en los vencedores porque ellos obran con Él. Podemos ver el principio de los vencedores en toda la Palabra de Dios. Dios siempre se vale de un grupo de vencedores para llevar a cabo un mover dispensacional.

  ¿Estamos al final de la era? Si estamos, el reino empezará pronto. Si un mover dispensacional está cercano, Dios necesitará un instrumento. La obra general ya no es apropiada. Los hijos de Dios carecen de visión; no ven la gravedad y la urgencia de la situación. Ahora [en Apocalipsis 12:10] es un asunto de dispensación. Ser un buen siervo del Señor ya no es suficiente; no es de gran uso para Dios. Por favor, observe que no estamos diciendo que no tiene ninguna utilidad. ¿Qué estamos haciendo para cerrar esta dispensación? ¿Qué estamos haciendo para introducir la próxima era? Este tiempo es especial; por lo tanto, se necesitan cristianos especiales que hagan una obra especial.

  Hoy en día Dios está esperando al hijo varón. El arrebatamiento es lo único que puede precipitar los acontecimientos mencionados en Apocalipsis 12:10. Dios tiene un orden, y Él obra conforme a este orden. Sus ojos han dejado la iglesia y ahora están en el reino. Un vencedor obra conforme al principio del Cuerpo. El principio del Cuerpo anula el sectarismo y el individualismo.

  Después del arrebatamiento la mujer será perseguida durante tres años y medio. Entre sus hijos muchos pasarán por la tribulación, pero Dios los preservará. Ser un vencedor no es primordialmente para que nos escapemos de la tribulación. Necesitamos ver cuál es el valor que tiene el arrebatamiento para el Señor, y no para nosotros mismos.

  El mover dispensacional en el cual participa el hijo varón es el más importante, porque quita el poder del hombre y el poder del diablo, e introduce el reino. Vivimos en un tiempo privilegiado; podemos hacer lo máximo para Dios. La luz nos mostrará el camino, pero la fuerza y el poder nos permitirán seguir el camino. Se debe pagar un precio alto para ser útiles ahora. (La iglesia gloriosa, págs. 157-158, 160-161)

DIOS EXPRESAMENTE USA A JÓVENES PARA CAMBIAR LA ERA

  Debemos darnos cuenta de que muchas veces Dios hace algo en la tierra con el propósito de cambiar la era. Cuando Dios obra en la tierra, lo hace de era en era. La razón por la cual hay muchos cambios de era en la obra de Dios, se debe a que los hombres que Él usa en una era frecuentemente caen y no consiguen alcanzar la meta fijada por Dios. Esto obliga a Dios a cambiar la era, es decir, a tener un nuevo comienzo en una nueva era en la que Él pueda realizar aquello que se propuso.

  Podemos ver muchos casos como éste en el Antiguo Testamento. Dios introducía una nueva era al hacer algo a través de ciertas personas durante un período determinado. Sin embargo, debido a la degradación del hombre, esa era pronto se convertía en una era caída y degradada. Con el tiempo se degradaba a tal grado que Dios no podía seguir adelante por medio del hombre y ya no podía hacer nada más en la tierra. Como consecuencia, Dios tenía que introducir una nueva era y sólo así podía continuar Su obra. Desafortunadamente, no pasaba mucho tiempo antes que la siguiente era se degradara nuevamente. Una vez más, Dios no podía obrar, y como resultado, tenía que introducir otra era. Al leer el Antiguo Testamento, uno se da cuenta de que una nueva era venía después de la anterior y se había degradado; o sea, una era surgía sólo para desaparecer de nuevo. Después venía otra, pero también volvía a fracasar una vez más.

  Me gustaría que se dieran cuenta de que la obra que Dios hace para cambiar la era, la hace siempre a través de hombres. Antes que se introduzca una nueva era, siempre hay hombres de la era anterior que Dios usa específicamente para cambiar la era. Y cada vez que Dios lleva a cabo un cambio de era, Él, expresamente, usa a jóvenes. Los dos ejemplos más obvios son Samuel y Daniel. (Hombres que cambian la era, págs. 7-8)

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  Durante estos años, entre algunas iglesias, a menudo les he encargado enfáticamente a los hermanos y hermanas que ellos tienen que cuidar de los jóvenes. Debido a que di énfasis a este punto, hice que los de mayor edad se sintiesen incómodos. A veces, algunos de ellos decían: “¡El hermano Lee está simplemente haciendo que los jóvenes se rebelen!”. Hoy día hablo delante del Señor. La razón por la cual animo a los jóvenes a propósito es que me doy cuenta con claridad de una cosa: que si una iglesia no puede levantar a los jóvenes, esa iglesia no tiene futuro. Si una iglesia local que se ha estado reuniendo por años no puede criar nuevos para que sirvan al Señor, será como una pareja que se ha casado por muchos años pero que no tiene hijos. Cuando esta pareja envejezca, ¿que pasará con la familia? Esta es la razón por la que concluyo que debemos tener jóvenes a cualquier costo. La iglesia necesita la segunda generación. El futuro de la iglesia depende de los jóvenes. (Elders’ Management of the Church, págs. 108-109)

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  Por causa del futuro de la obra del Señor, pido a los de edad avanzada que oren mucho por los jóvenes. El futuro de la obra y la utilidad en el futuro sin lugar a dudas, recae en los jóvenes. Desde el punto de vista de salvar almas, debemos tratar igualmente a jóvenes y a viejos; pero desde el punto de vista del futuro de la obra, debemos enfocar nuestros mayores esfuerzos en los jóvenes. Si la iglesia o la obra no gana a los jóvenes para el Señor, llegaremos a ser como una familia de viejos sin hijos: un abuelo de ochenta y cinco años, un padre de sesenta años y un hijo de aproximadamente cuarenta. En tal caso, no hay jóvenes bajo el cuidado de los mayores, ni tampoco llantos ni gritos de niños; al contrario, todos se comportan correctamente. Esta es una situación anormal.

  Si la familia sólo tiene un abuelo de ochenta y cinco años, un padre de sesenta años y un hijo de cuarenta, ciertamente nadie estará revolcándose en el piso. Incluso si alguno deseara hacerlo, no tendría fuerza para ello. Así que, esa familia vive todo el año en silencio, orden y soledad. Hermanos y hermanas, podemos estar seguros de que tal familia no tendrá que vender su casa; pues en poco tiempo la heredará otro. Igualmente, si ustedes ven a una multitud de jóvenes cuando visitan cierta iglesia, deben alabar al Señor porque la iglesia tiene futuro. No necesitan saber si esos jóvenes son buenos o malos; pues de la misma manera que en una familia, no importa cuán traviesos sean los niños, es mejor tenerlos que no tenerlos. Si no hay niños, la familia no tiene esperanza alguna. Algunos niños que hoy no son agradables, mañana podrán ser agradables. Siempre hay esperanza. (Cómo guiar a los jóvenes, págs. 13-15)

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  El futuro del recobro del Señor es muy prometedor. Al presente, en el recobro del Señor en los Estados Unidos hay por los menos siete mil santos buscadores. En los próximos diez años, muchos de nuestros hijos llegarán a ser miembros de la iglesia. Cuando algunos de ellos lleguen a los veinte años, ellos serán muy útiles al Señor. Por ejemplo, el hermano Nee fue levantado por el Señor cuando él tenía sólo diecinueve años de edad. (Estudio-vida de 1 Pedro, pág. 312)

IR A LOS JÓVENES

  Ahora deseamos hablar respecto a cómo ganar a los jóvenes. Cada iglesia debe ir a donde están los jóvenes. En cualquier campo, el futuro está con los jóvenes. Si una industria o escuela no gana a los jóvenes, esa industria o escuela no tendrá futuro. Esta generación es la generación de los jóvenes. Sin embargo, con esto no quiero decir que no apreciemos a los que tienen más edad. (El Espíritu y el Cuerpo, pág. 117)

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  Me doy cuenta de que el futuro del recobro está con los jóvenes, y sin duda, para la propagación del recobro en este país y a otros lugares, el Señor se valdrá principalmente de ellos. (Estudio-vida de Efesios, pág. 592)

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  Asimismo, debemos realizar la obra con los niños de una manera muy seria, por cuanto los niños son el futuro de la iglesia. Podríamos considerar predicar el evangelio primero a los niños. (La verdad, la vida, la iglesia y el evangelio, las cuatro grandes columnas del recobro del Señor, pág. 105)

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  Si a partir de hoy en adelante dedicamos nuestros esfuerzos a la obra del evangelio con niños de seis a doce años de edad, al cabo de diez o doce años, ellos serán los que se levanten para asumir la responsabilidad en el servicio de la iglesia. Esta manera de laborar parece ser muy lenta, pero en realidad es muy rápida, y además es muy provechosa. (pág. 143)

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  Hoy en día varios hermanos jóvenes son ancianos en varios salones. En 1949, cuando comenzamos la obra en Taiwán, los padres de estos hermanos aún no estaban casados. Nosotros los casamos. Treinta años después, sus hijos han crecido y están sirviendo en la iglesia, y tienen responsabilidades importantes. De la misma manera, cuando estuve en las Filipinas el noviembre pasado, me sorprendí grandemente que una generación nueva ha reemplazado a la generación anterior; se ha levantado una generación más joven. Los colaboradores, los ancianos y mis traductores eran hermanos jóvenes que nacieron después de 1950. Esta situación demuestra que la obra con los niños es muy importante. (Crucial Words of Leading in the Lord’s Recovery, Book 5: Concerning Various Aspects of Church Service, pág. 83)

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  Por el futuro del recobro del Señor, nuestra carga está con los estudiantes. Puesto que casi la mayoría de los que sirven a tiempo completo proceden de los recintos universitarios, debemos preocuparnos por ganar más estudiantes. Cuanto más estudiantes ganemos, mejor. (Vasos útiles para el Señor, pág. 54)

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  La urgente necesidad que existe en la obra del Señor hoy en día es que laboremos en los recintos universitarios a fin de ganar a los jóvenes para el recobro del Señor, y así aseguraremos un futuro prometedor. (Vasos útiles para el Señor, pág. 78)

EL FUTURO DE LA OBRA DEL SEÑOR DEPENDE POR COMPLETO DE LOS JÓVENES

  Si leemos toda la Biblia cuidadosamente, descubriremos un hecho palpable: que no es fácil encontrar un caso en el cual Dios haya llamado a un anciano para que hiciera algo nuevo o algo de gran trascendencia. Esto quizás desanime a los hermanos y hermanas mayores, pero es un hecho innegable. En realidad, no encontramos ni una sola ocasión en que Dios llamara a una persona de edad avanzada para que hiciera algo nuevo. Aparentemente, Moisés recibió el llamamiento de Dios cuando tenía ochenta años, pero al leer la Biblia minuciosamente, nos daremos cuenta de que en realidad Moisés no recibió el llamamiento de Dios por primera vez a la edad de ochenta años; sino que el llamamiento de Dios ya había comenzado en él desde joven. Si seguimos leyendo, sea de Josué, de Caleb, de Samuel o de David en el Antiguo Testamento, o de los doce discípulos que el Señor Jesús llamó en el Nuevo Testamento, ninguno de ellos, cuando el Señor lo ganó por primera vez, era de edad avanzada. De hecho, es difícil encontrar un buen ejemplo que muestre que Dios llamara a un hombre de edad avanzada para que emprendiera algo nuevo e importante. Esto es verdad, no sólo en la Biblia, sino en toda la historia de la iglesia. Podríamos decir que casi todos aquellos que Dios usó para comenzar algo nuevo, o que Él escogió para cambiar la era, eran jóvenes.

  Además, en la Biblia, casi toda obra a la cual Dios llamó a personas jóvenes, era una obra que cambió la era. Dios llamó a Moisés para cambiar una era, y llamó a Josué para cambiar otra era. Obviamente, el llamamiento que Samuel recibió cambió la era. Los profetas, el sacerdocio y el reinado dependían del joven Samuel. Él fue uno de los que verdaderamente cambió la era. Además, podemos ver que Daniel y sus tres amigos eran jóvenes entre los cautivos. Por medio de ellos Dios cambió esa era del cautiverio. Luego, en el Nuevo Testamento, el primero que surgió fue Juan el Bautista. Sabemos que él era un joven llamado por el Señor, pues Dios lo usó en aquella época para cambiar la era. Más adelante, podemos ver a Pablo, un apóstol especialmente usado por Dios. La Biblia dice que él era joven cuando el Señor lo visitó (Hch. 7:58). Todos reconocemos que Pablo fue un hombre que cambió la era. (Cómo guiar a los jóvenes, págs. 3-6)

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  Todos los que se encontraban en la etapa inicial del recobro que el Señor hizo de la vida apropiada de iglesia, hace más de cincuenta años, eran jóvenes de unos veinte años. Muy pocos entre ellos tenían más de veinticinco años de edad. La mayoría estaba en la escuela preparatoria o en los primeros años de universidad. (Pláticas con los jóvenes, pág. 8)

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  No me atrevería a exagerar en cuanto a esto, pero mi sentir es que la obra que el Señor comenzó entre nosotros en el Oriente hace treinta años, también contenía en gran manera el elemento y la naturaleza de una obra que cambia la era. Dios siempre llama a jóvenes para llevar a cabo obras de gran trascendencia.

  Vimos esto claramente hace más de veinte años. Por lo cual, desde entonces prestamos mucha atención a ganar a los jóvenes intelectuales de las universidades y de los hospitales. Damos gracias al Señor porque este trabajo ha progresado bien desde 1936. El Señor obtuvo un buen número de jóvenes de la Universidad “Unión Médica” en Pekín, de cierto hospital en Tientsin, de la Universidad de Ch’i Lu en Tsinan, del Colegio de Enfermeros en Shanghái y de algunas universidades en Nankín. Muchos jóvenes estudiantes de medicina, médicos residentes, enfermeras y hasta catedráticos se convirtieron en nuestros hermanos y hermanas. Después de unos diez años, casi todos los colaboradores y hermanos responsables que había entre nosotros en todas las iglesias del país eran los jóvenes que cosechamos en aquel entonces. Por tanto, después de que se ganó la Guerra de Resistencia contra Japón [1937-1945] y el país fue restaurado, el Señor nos condujo a regresar a Shanghái, donde nuevamente hubo una pequeña obra de avivamiento en las regiones de Nankín y Shanghái. En ese tiempo, dedicábamos el setenta y ochenta por ciento de nuestros esfuerzos en los jóvenes. En esos dos o tres años, el Señor bendijo ricamente la obra realizada entre los estudiantes universitarios. Él ganó a muchos jóvenes. Espero que con sólo decir esto, los hermanos y hermanas vean la importancia de la obra con los jóvenes. Esto debe crear en nosotros un corazón para apreciar a los hermanos y hermanas jóvenes. (Cómo guiar a los jóvenes, págs. 6, 11-13)

AYUDAR A LOS CREYENTES JÓVENES

  Debemos prestar una atención particular a los jóvenes en nuestra obra en cada localidad. Hoy las organizaciones y filosofías satánicas prestan una atención particular en los jóvenes. ¿No podemos inferir que Dios también les presta atención a los jóvenes? Esto no significa que las almas de las personas mayores no son preciosas a los ojos de Dios, pero sí significa que por causa de la obra de Dios y por el futuro del evangelio, hay más esperanza con los jóvenes. Nuestra obra de evangelio debe poner un énfasis especial en los estudiantes de las escuelas preparatorias y universidades. Debemos emplear y derramar nuestro todo para salvar, cultivar, edificar y guiar a estos jóvenes. (The Collected Works of Watchman Nee, t. 55, pág. 49)

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  Los que fueron aptos y listos para tomar la buena tierra, con la excepción de Josué y Caleb, eran todos jóvenes, la segunda generación. Los mayores, los de la primera generación, habían pasado por muchas cosas y habían aprendido muchas lecciones. Sin embargo, ellos no eran aptos para entrar a la tierra. Las lecciones que aprendió la primera generación seguramente llegaron a ser parte de la herencia pasada a la segunda generación. Sus hijos ciertamente heredaron de sus padres todas las lecciones que ellos aprendieron durante los cuarenta años en el desierto. Los más jóvenes, por nacimiento, fueron puestos en una posición de heredar la tradición de su familia y todo lo que sus padres habían experimentado.

  Creo que los padres les hablaron a sus hijos acerca de sus experiencias en Egipto, en el éxodo de Egipto y en el desierto. Sin duda, los padres hablaron acerca de cómo fueron cruelmente tratados como esclavos en Egipto, acerca de cómo Dios en Su misericordia envió a Moisés a librarlos de la esclavitud, de cómo ellos guardaron la pascua el día catorce del mes segundo, y acerca de cómo ellos salieron marchando de Egipto y cruzaron el mar Rojo. Los padres tuvieron que haberles explicado a sus hijos que ellos entraron sin comida al desierto, pero que Dios los alimentó con maná y les suplió con el agua que procedió de la roca herida. Ellos también tuvieron que haberles explicado que aunque ellos sintieron que el maná era detestable, aun así lo apreciaron. La gente no cosechó, pero por cuarenta años recibieron diariamente el suministro celestial de maná. Aún más, los más jóvenes aprendieron acerca de Moisés y acerca de la gran ayuda que él le dio al pueblo de Israel. Al propio Moisés no se le permitió entrar a la buena tierra, pero él aportó muchos factores constructivos al pueblo de Dios.

  La segunda generación no pasó a través de tantas cosas como lo hizo la primera generación, pero ellos recibieron el beneficio de lo que experimentó la primera generación. Creo que la generación mayor le contó a la menor acerca de lo que ellos experimentaron, disfrutaron y sufrieron. Este tipo de hablar fue parte de la crianza, o edificación, de la segunda generación. Lo que experimentó la primera generación no fue en vano porque se lo pasó a la segunda. Lo que experimentaron los mayores en realidad no fue eficaz para ellos, sino que fue muy efectivo en edificar a los más jóvenes. Por lo tanto, Dios pudo preparar a más de seiscientos mil hombres de la segunda generación con una rica herencia y un fuerte trasfondo que eran aptos para formar un ejército a fin de pelear junto con Él y para Él.

  El principio es el mismo con nosotros en el recobro hoy. El recobro ha estado en los Estados Unidos por veintisiete años y ha pasado por muchas cosas. ¿Piensan ustedes que todas estas cosas han sido en vano? Éstas ciertamente no han sido en vano. Estas cosas las están pasando a los más jóvenes en el recobro del Señor, y serán muy efectivas en edificarlos y prepararlos para pelear junto con Dios y para Dios. Los más jóvenes en el recobro del Señor, tienen una rica herencia. Ya que esta herencia se le está pasando a los más jóvenes e incluso está siendo constituida en ellos, tengo la plena certeza de que cuando venga una prueba adicional, habrá un resultado muy positivo. (Life-study of Numbers, págs. 368-369)

EL GUIAR EN EL CUERPO ACORTA LA JORNADA INDIVIDUAL

  Hay una sólida relación entre la jornada espiritual de una persona y el guiar del Espíritu Santo. ¿Por qué se necesita el guiar del Cuerpo? Porque la guía que el Cuerpo nos da puede acortar la jornada espiritual individual. Si un hermano se vale por sí solo, tendría que tropezar por diez años antes de encontrar algo. Pero ahora a través del Cuerpo él puede adquirir lo mismo en una sola noche. Si ese hermano toma el juicio que da el Cuerpo ahorrará mucho tiempo. El uso de la autoridad en la iglesia es con el propósito de disminuir los errores y acortar las jornadas. (Messages Given During the Resumption of Watchman Nee’s Ministry, t. 2, pág. 334)

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  Si no hay un grupo de jóvenes que son salvos y que reciben hoy la apropiada ayuda espiritual, ¿cómo podrán ganar la experiencia para ser usados por el Señor en el futuro? Si hoy no hay jóvenes ganados por el Señor, después que nosotros partamos para ir con el Señor, no habrá sucesores. Entonces existirá una brecha.

  Tenemos que ganar a los jóvenes en la iglesia y en la obra del Señor. Todo el que obra para el Señor con comprensión necesita prestar atención a este asunto. Si lo ve, tendrá en su corazón la carga de amar a los jóvenes, sin importar si son buenos o malos. Tener a un joven que no es muy agradable es mejor que no tener a ninguno. Ojalá que todos los hermanos y hermanas, los amadores del Señor, amen también a los jóvenes por causa del futuro de la iglesia y de la obra del Señor. (Cómo guiar a los jóvenes, págs. 10, 15)

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  Jóvenes, les digo esto con el corazón. El recobro del Señor se está extendiendo, y tengo la seguridad de que se extenderá rápidamente. Pero la rapidez con que se extienda depende de las columnas. Creo que habrá iglesias en todas las ciudades importantes de este país, y en todos los países importantes de la tierra. Por esta razón, se necesitan columnas. Espero que ustedes jóvenes vean eso. Si ustedes lo ven, dirán: “Señor, no puedo negar que me has designado para Tu camino y que yo he oído Tu palabra actualizada. Me doy cuenta de que debo experimentar a Cristo de manera subjetiva, y que debo ser perfeccionado en la vida de iglesia en Bet-el. Señor, ten misericordia de mí y concédeme la gracia que necesito”.

  Jóvenes, mi carga es que ustedes se den cuenta de que su responsabilidad es inmensa. Si en los años venideros muchos de ustedes son perfeccionados como aquellos que han llegado a ser columnas, el recobro del Señor se extenderá rápidamente. ¡Cuánto ha hecho el Señor por medio de quienes son ahora columnas! ¿Qué creen ustedes que podría hacer el Señor, si tuviese otros cien hermanos así?

  La carga que tengo no es simplemente compartir un mensaje. Mi carga es ayudarles a ustedes a ver que hoy en día, todos tenemos la oportunidad dorada de ser perfeccionados para ser columnas [...] Creo que en pocos años, muchos de ustedes se convertirán en columnas. (Estudio-vida de Génesis, págs. 1101-1102)

DEBEMOS PREPARARNOS EN VARIAS ÁREAS

  Ahora, debemos prepararnos en varias áreas. En primer lugar, debemos procurar crecer en nuestra vida espiritual, manteniendo con la debida dedicación una comunión viva con el Señor, consagrándonos por completo a Él y teniendo los tratos apropiados con Él. No es que nos estemos vinculando con meros objetos religiosos, sino que tenemos contacto con una persona viviente. Esta persona es el Espíritu viviente que mora en nuestro espíritu. Por tanto, podemos tener comunión con Él y ser iluminados, dirigidos y abastecidos personalmente por Él al permitirle regularnos tanto en asuntos grandes como pequeños a fin de que experimentemos el auténtico crecimiento en la vida divina.

  En segundo lugar, tenemos que ser equipados con la verdad. Muchas personas se limitan a leer la Biblia como un mero texto en blanco y negro y según su propio entendimiento, con lo cual apenas llegan a conocerla de una manera superficial. En particular, los chinos tienen la mente llena de conceptos tales como la devoción filial, el honor, la humildad, la paciencia y el perdón. Por este motivo, cuando leen los pasajes de la Biblia en los que se habla sobre honrar a los padres, amar a las esposas y sujetarse a los maridos, ellos inmediatamente se identifican con dichos pasajes, pues les parecen muy buenos debido a que se asemejan mucho a las virtudes que fueron enseñadas por los sabios chinos de la antigüedad. En realidad, la Biblia está llena de la luz de la verdad y de la revelación de Cristo. Por un lado, tenemos que leer la palabra ingiriéndola; por otro, tenemos que profundizar en ella a fin de mezclarnos con la palabra de Dios.

  Podemos considerar que la Versión Recobro del Nuevo Testamento es la cristalización del entendimiento de la revelación divina que los santos de todas partes han recibido en los últimos dos mil años. Por tanto, ahora simplemente podemos abrir la Versión Recobro e, independientemente de qué libro, qué capítulo, qué versículo o frase leamos, encontraremos ciertas notas y explicaciones que nos permitirán entender cabalmente dichas palabras en cuanto las leamos y de inmediato, a medida que los velos que cubren los cielos nos son retirados, veremos con claridad. Tenemos que esforzarnos por profundizar en estas revelaciones y en esta luz al estudiar y orar-leer tales palabras una y otra vez, con lo cual seremos equipados con la verdad.

  En tercer lugar, es necesario que un buen carácter sea formado en nosotros. Tenemos que reconocer que si bien poseemos cierto carácter innato con el cual Dios nos hizo, nuestro carácter ha sufrido los efectos de la caída y la corrupción, por lo cual somos todavía irresponsables, perezosos, descuidados y desordenados. En 1953, cuando di un entrenamiento en Taipéi, compuse un libro muy breve en el que enumeré treinta rasgos del carácter: ser una persona genuina, exacta, estricta, diligente, amplia, fina y otras cualidades parecidas; hice esto con la esperanza de que pudiésemos cultivar dichas cualidades poco a poco. No debiéramos simplemente leer sobre tales cualidades para luego olvidarlas casi de inmediato, tal como suelen hacer los chinos con sus lecturas de Confucio y Mencio. Tenemos que ejercitarnos en cultivar estas treinta cualidades a fin de forjar un carácter que sea útil para el Señor. Tenemos que orar al Señor, pues aunque no poseamos en nosotros mismos la fortaleza requerida para desarrollar tales cualidades, ciertamente el Señor es el suministro abundante en nuestro interior. En Filipenses 4 Pablo dice: “Todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre [...] a esto estad atentos” (v. 8). Todas estas cosas se relacionan con el carácter de una persona. Después, Pablo continúa diciendo: “Todo lo puedo en Aquel que me reviste de poder” (v. 13). Por tanto, todos nosotros podemos forjar un buen carácter en Aquel que nos reviste de poder.

  En cuarto lugar, tenemos que obtener una educación superior. En el proceso de recibir una educación debemos aprender algunos idiomas, especialmente el inglés, el cual es el idioma internacional que debemos dominar. Además, debemos aprender por lo menos otro idioma extranjero, ya sea éste el español, el alemán, el francés, el japonés o el coreano. Todos éstos son idiomas importantes que se usan comúnmente en el mundo de hoy. En resumen, debemos estar familiarizados con otros dos idiomas además del chino; además, tenemos que estudiar la Biblia y entrar en las profundidades de la misma. Para ello, lo mejor sería si aprendemos algo de griego. Cuanto más aprendamos literatura e idiomas, mejor. Debemos estudiar idiomas con cierta profundidad.

  En quinto lugar, tenernos que estudiar historia, saber discernir la escena mundial y el curso que sigue este mundo, así como tener en cuenta la condición en que se encuentra nuestro planeta en nuestros días. Tenemos que darle la debida importancia a estas cinco áreas: la vida, la verdad, el carácter, los idiomas y el conocimiento general. Tenemos que darle la debida importancia a estas cinco áreas al mismo tiempo que cumplimos con nuestras responsabilidades cotidianas. El Señor es viviente, y Él, con toda certeza, puede sobrellevar toda responsabilidad en cuanto atañe a nosotros. Más aún, hoy en día el recobro del Señor se ha expandido por toda la tierra. En este recobro que se ha expandido, nos cuidamos los unos a los otros y atendemos mutuamente a toda necesidad, lo cual es una gran ayuda. Por tanto, no deben estar ansiosos; más bien, deben equiparse diligentemente al laborar en estos aspectos: la vida, la verdad, el carácter, los idiomas y la cultura general, es decir, el conocimiento de la cultura e historia mundial, los sucesos actuales y las tendencias modernas. De este modo, estaremos en condición de avanzar hacia la evangelización de Taiwán, Japón, Europa, Australia y Nueva Zelanda. ¡Quiera el Señor bendecirnos con Su presencia!

  Si Taiwán ha de producir quinientos mil hermanos y hermanas para la propagación del evangelio en otras naciones, entonces debemos contar con unos cinco millones de santos en Taiwán a fin de que uno de cada diez santos pueda ser enviado. Oh, el pueblo de Taiwán evangelizando el mundo entero, y los hermanos y hermanas de Taiwán recorriendo palmo a palmo toda la tierra habitada: ¡qué maravillosa perspectiva! ¿A dónde irá usted? ¿A África, América del Sur, América Central, América del Norte, Europa oriental o a Europa occidental? Podemos acudir al Señor en oración y preguntarle: “Oh, Señor, ¿a dónde debo ir? Oh, Señor, ¿a dónde quieres Tú que yo vaya?”. Que todos nosotros podamos responderle al Señor: “¡Oh Señor, heme aquí, envíame a mí!”. (Una vida humana bendita, págs. 61-64)

  * * *

  Animo a todos los jóvenes a terminar una carrera universitaria. No usen lo espiritual como pretexto para no estudiar. Por el contrario, estudien con más diligencia que los estudiantes que no son creyentes. Saquen las mejores calificaciones, y sigan estudiando para obtener títulos avanzados. No se conformen con un solo doctorado, procuren obtener dos o tres. También aprendan a hablar otros idiomas. Obtengan las habilidades de “Tiro”, y el conocimiento egipcio. Conviértanse en doctores en biología, medicina o física nuclear.

  Hoy en día se necesitan en el recobro del Señor personas cultas. Jóvenes, ustedes deben intentar obtener la mejor educación. Distribuyan su horario cotidiano de esta manera: siete horas y media para dormir, una hora y media para comer, una hora para hacer ejercicio, ocho horas para estudiar y seis horas para las cosas espirituales. Si ustedes usan su energía de esta manera, cuando lleguen a los treinta años, podrán empezar su ministerio como lo hizo el Señor Jesús (Lc. 3:23). Estudien hasta la edad de treinta años. Si muchos de ustedes emprenden este camino, no nos faltarán edificadores de columnas.

  No se casen demasiado pronto. No me gusta ver que los hermanos se casen antes de los veinticinco años de edad. No tomen demasiado pronto la carga del matrimonio y los hijos. Más bien usen su tiempo y sus energías para estudiar. Veintiséis años es una buena edad para que los hermanos empiecen a tener hijos. Tampoco me gusta ver que las hermanas se casen antes de los veintidós años. Si las hermanas se casan prematuramente y de inmediato tienen hijos, tendrán demasiada carga, y eso las perjudicará. Sigan el horario que les recomendé hasta que tengan veinticinco años, y entonces observen los resultados. Sin duda esto será muy provechoso para el recobro del Señor.

  No abandonen sus estudios. Terminen una carrera universitaria, y si fuera posible, un doctorado. Todos los santos de la iglesia deben ser personas eruditas. No somos ni indoctos ni iletrados. Por el contrario, queremos tener la educación más elevada. Deseamos tener toda la sabiduría de los egipcios, pero no deseamos trabajar para ellos; deseamos trabajar para el tabernáculo santo. Deberíamos decir: “Estudié medicina y física nuclear, pero no trabajo en eso. Laboro para la edificación de la iglesia. He aprendido un oficio, pero no trabajo en eso. Estoy edificando las columnas para el templo de mi Dios” [...] Sea usted una persona culta, pero no use su educación en los negocios de este mundo. Úsela plenamente para la obra edificadora del Señor. Su vida y su ser no sólo deben ser transformados sino también trasladados. (Estudio-vida de Génesis, págs. 1127, 1128-1129)

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