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Mensajes del libro «Cultivar la siguiente generación para la vida de iglesia»
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LECCIÓN DOS

EL CUERPO DE CRISTO: LA META DE LA ECONOMÍA DIVINA

  Lectura bíblica: 1 Ti. 1:4; Ef. 1:10, 22-23; 4:4-6: Ap. 1:20

  1. La economía de Dios consiste en que Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a ser Dios en vida y naturaleza (mas no en la Deidad), a fin de producir el Cuerpo orgánico de Cristo, el cual tendrá su consumación en la Nueva Jerusalén—Ro. 8:3; 1:3-4; 12:4-5; Ap. 21:2:
    1. El centro de la economía de Dios es Cristo, y la meta de dicha economía es el Cuerpo de Cristo—Col. 1:15-19; 2:9, 19.
    2. La economía divina es el plan eterno de Dios, el cual consiste en impartir a Cristo en Su pueblo escogido a fin de producir, constituir y edificar el Cuerpo orgánico de Cristo—Ef. 1:10; 3:8-10; 1 Ti. 1:4.
    3. La meta de Dios en Su economía consiste en tener un grupo de seres humanos que internamente posean Su vida y naturaleza, y externamente tengan Su imagen y semejanza; este grupo es una entidad corporativa, el Cuerpo de Cristo, cuyo propósito es ser uno con Él y vivirle a Él para expresarle de manera corporativa—Gn. 1:26; Jn. 3:14; 2 P. 1:4; Ef. 4:16.
    4. El contenido principal del Nuevo Testamento es que el Dios Triuno tiene una economía eterna según Su beneplácito, la cual consiste en impartirse a Sí mismo dentro de Su pueblo escogido y redimido en Su vida y en Su naturaleza, para hacerlos a todos ellos iguales a Él en vida y en naturaleza, para hacerlos Su réplica a fin de que le expresen a Él—3:9-11, 14-21.
  2. La consumación de la experiencia que los creyentes tienen de la gracia de Dios en Su economía, es la iglesia como Cuerpo de Cristo—Ef. 1:6-8, 22-23:
    1. La gracia es la manifestación del Dios Triuno en Su corporificación en tres aspectos: el Padre (la fuente), el Hijo (el elemento) y el Espíritu (la aplicación)—1 Co. 15:10; 2 Co. 8:9; He. 10:29.
    2. La gracia denota el contenido de la economía eterna de Dios, que tiene como fin producir el Cuerpo de Cristo, el cual tendrá su consumación en la Nueva Jerusalén—2 Co. 13:14; Ef. 4:4-6; Ap. 21:2.
    3. Lo que Dios desea hoy es que nosotros experimentemos la gracia en Su economía, a fin de que la Trinidad Divina pueda obtener un organismo—Jn. 1:16; 15:1.
    4. Cada parte del Cuerpo orgánico de Cristo es el resultado de la gracia de Dios en la economía de Dios—Ro. 5:21; 12:3-8.
  3. El Cuerpo de Cristo, la iglesia, es “cuatro en uno”: el Padre, el Hijo, el Espíritu y el Cuerpo—Ef. 4:4-6:
    1. Efesios 4:4-6 revela a cuatro personas —un Cuerpo, un Espíritu, un Señor y un Dios y Padre— que se mezclan como una sola entidad para ser el Cuerpo orgánico de Cristo:
      1. Con respecto al Cuerpo de Cristo, el Padre es el origen, el Hijo es el elemento y el Espíritu es la esencia; estos tres se mezclan con el Cuerpo.
      2. El Padre está corporificado en el Hijo, el Hijo es hecho real a nosotros como el Espíritu y todos Ellos están en nosotros; por lo tanto, nosotros somos una constitución divino-humana—3:16-20.
      3. Puesto que el Padre, el Hijo y el Espíritu son uno con el Cuerpo de Cristo, el Dios Triuno y el Cuerpo ahora son “cuatro en uno”.
    2. La entidad orgánica que es “cuatro en uno”, en Efesios 4:4-6, corresponde a los candeleros de oro en Apocalipsis 1:20:
      1. En figura, el candelero de oro representa a la iglesia como la corporificación del Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu:
        1. El candelero es de oro puro, el cual representa la naturaleza divina, eterna e incorruptible de Dios el Padre—Éx. 25:31; 2 P. 1:4.
        2. La forma sólida, el contorno, del candelero representa a Dios el Hijo como corporificación de Dios el Padre—Éx. 25:31.
        3. Las siete lámparas representan a Dios el Espíritu quien es los siete Espíritus—v. 37; Ap. 4:5.
      2. La iglesia es el Dios Triuno completamente mezclado con Su pueblo redimido como una sola entidad para llegar a ser un candelero de oro que brilla localmente para expresar a Dios mismo—1:20.
  4. El Cuerpo de Cristo es la plenitud del Cristo todo-inclusivo, Aquel que todo lo llena en todo—Ef. 1:22-23:
    1. La iglesia es el Cuerpo, y el Cuerpo es la plenitud; estos dos niveles de la palabra es no son estructuras paralelas, sino sucesivas—vs. 22-23.
    2. El Cuerpo es la plenitud de la Cabeza, y la plenitud es la expresión de la Cabeza—v. 23.
    3. La plenitud de Cristo emana del disfrute que tenemos de las riquezas de Cristo; la plenitud de Cristo es el Cristo que nosotros experimentamos, asimilamos, y que se forja en nuestro ser hasta convertirse en nuestro elemento constitutivo—3:8.
    4. Cristo, como Aquel que todo lo llena en todo, necesita que el Cuerpo sea Su plenitud; este Cuerpo es Su iglesia, Su expresión—1:23:
      1. Cristo, quien es el Dios infinito e ilimitado, es tan vasto que todo lo llena en todo—v. 23; 3:18-19.
      2. Este Cristo tan vasto necesita que la iglesia, Su Cuerpo, sea Su plenitud para que así Él obtenga Su expresión completa—1:23.
  5. Debemos ser cristianos universales con una visión universal del Cuerpo universal de Cristo—vs. 17, 23; Hch. 10:9-11; Ap. 21:10:
    1. “Lo que Dios está haciendo hoy en día es obtener el Cuerpo de Cristo, no simplemente obtenerlo a usted como individuo, ni simplemente obtener la iglesia en una localidad, ni simplemente obtener la iglesia en un país. Él desea obtener la iglesia en todo el universo” (Words of Training for the New Way, t. 1, págs. 54-55).
    2. “Es mi deseo que ustedes vean la luz, amplíen su visión y se den cuenta de que estamos en la economía eterna de Dios, a fin de que permitan que Dios obtenga el Cuerpo de Cristo sobre la tierra” (pág. 55).
    3. “No basta con que tengamos simplemente una visión a nivel local, ni tampoco una visión a nivel internacional. Nuestra visión debe ser universal. Es preciso ver que Cristo desea obtener un Cuerpo, y que Dios preparará un Cuerpo para Cristo” (pág. 55).

Extractos de las publicaciones del ministerio:

  La economía de Dios consiste en que Dios se hizo hombre para que el hombre llegue a ser Dios en vida y naturaleza (mas no en la Deidad), con el fin de producir el Cuerpo orgánico de Cristo, el cual tendrá su consumación en la Nueva Jerusalén. (Estudio-vida de 1 y 2 Crónicas, pág. 77)

DIOS SE HACE HOMBRE Y EL HOMBRE LLEGA A SER DIOS

  “Dios se hace hombre y el hombre llega a ser Dios” es la economía de Dios; esto va más allá de la comprensión de los ángeles y de los hombres [...] Existe una línea en las Escrituras referente a la economía de Dios, la cual nos muestra que Dios se hizo hombre para hacer que el hombre sea Dios. La Biblia nos muestra cómo el hombre puede llegar a ser Dios para vivir como un Dios-hombre y así llegar a ser el organismo de Dios, el cual es el Cuerpo de Cristo. (La cumbre de la visión y la realidad del Cuerpo de Cristo, pág. 28)

  * * *

  Dios hizo Su economía eterna en Cristo. El Cristo revelado en el Nuevo Testamento es la corporificación del Dios Triuno y de todos los procesos por los cuales Él pasó, incluyendo la creación, la encarnación, el vivir humano, la crucifixión, la resurrección y la ascensión. Dios hizo Su economía eterna en tal Cristo. Por consiguiente, Cristo es el elemento, la esfera, el medio, la meta y el blanco de la economía eterna de Dios. Cristo es todo en la economía de Dios. De hecho, todo el contenido de la economía eterna de Dios es simplemente Cristo. Cristo es el centro del plan eterno de Dios. Cristo es el elemento y la esfera en el cual, con el cual y mediante el cual Dios lleva a cabo Su administración doméstica para tener la iglesia como la familia de Dios y el Cuerpo de Cristo. (The Conclusion of the New Testament, pág. 2052)

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  El Cuerpo de Cristo es el deseo eterno del corazón del Dios Triuno y Su propósito final; también es algo que los hombres tripartitos nunca habrían imaginado, ni esperado ni pedido. Pero ésta es la multiplicación que el Dios Triuno preveía y el aumento que esperaba. Esta multiplicación y aumento consiste en Dios y Cristo multiplicándose y aumentándose en nosotros, el pueblo redimido. Esto va más allá de la imaginación de los religiosos y los filósofos, pero los que hemos recibido la gracia de Dios podemos gustar y participar de ello por la eternidad. (El resultado de la unión del Espíritu consumado del Dios Triuno y el Espíritu regenerado de los creyentes, pág. 59)

LA ECONOMÍA DIVINA ES EL PLAN ETERNO DE DIOS DE IMPARTIR A CRISTO EN SU PUEBLO ESCOGIDO

  La palabra economía es un castellanismo de la palabra griega oikonomía, la cual significa “ley doméstica o administración doméstica o administración familiar y, por derivación, dispensación administrativa, plan, economía”. La economía divina es el plan eterno de Dios el cual consiste en impartir a Cristo en Su pueblo escogido para producir, constituir y edificar el Cuerpo orgánico de Cristo (Ef. 1:10; 3:8-10; 1 Ti. 1:4). Ya que Cristo es la corporificación del Dios Triuno, a fin de que Dios imparta a Cristo en Su pueblo escogido, quiere decir, que Dios se imparte a Sí mismo en Cristo en Su pueblo escogido. En breve, la economía de Dios es ganar un Cuerpo para Cristo. Este Cuerpo es el agrandamiento del Dios Triuno para Su expresión a fin de que Él sea satisfecho. (Life-study of Job, pág. 205)

LLEGA A SER UNO CON DIOS Y LE VIVE A ÉL CON MIRAS A SU EXPRESIÓN CORPORATIVA

  Dios tiene una economía, y esta economía involucra un plan con muchos arreglos. La meta de Dios en Su economía consiste en tener un grupo de seres humanos que internamente posean Su vida y naturaleza, y externamente tengan Su imagen y semejanza. Este grupo es una entidad corporativa, el Cuerpo de Cristo, cuyo propósito es ser uno con Él y vivirle a Él para expresarle de manera corporativa. Mientras que Dios es expresado no sólo por el Cuerpo, sino también a través del Cuerpo, Él es glorificado. Cuando Él es glorificado, Su pueblo es también glorificado en Su glorificación. De esta manera Dios y el hombre son uno en gloria.

  En esta unidad, nosotros, el pueblo de Dios, no estamos separados de Dios, pero definitivamente, sí permanecemos diferenciados de Él. Somos uno con Dios en vida, en naturaleza, en elemento, en esencia y en constitución. También somos uno con Él en propósito, meta, imagen y semejanza. No obstante, no importa cuánto seamos uno con Dios, nosotros no compartiremos en Su Deidad y nunca la compartiremos. El hombre permanece siendo hombre y Dios permanece siendo Dios. Sí, en la encarnación de Cristo, Dios se hizo hombre, pero Él no dejó Su Deidad. Más bien, Él reservó y preservó la Deidad sólo para Él mismo. Así que, el hombre todavía sigue siendo limitado, y Dios todavía posee la Deidad única.

  El grupo de seres humanos que son uno con Dios en toda manera excepto en la Deidad es simbolizado, representado, descrito y retratado por medio de la maravillosa, santa ciudad: la Nueva Jerusalén. (Life-study of Jeremiah, pág. 82)

EL CONTENIDO PRINCIPAL DEL NUEVO TESTAMENTO

  El contenido principal del Nuevo Testamento es que el Dios Triuno tiene una economía eterna según Su beneplácito, la cual consiste en impartirse a Sí mismo dentro de Su pueblo escogido y redimido en Su vida y en Su naturaleza, para hacerlos a todos ellos iguales a Él en vida y en naturaleza, para hacerlos Su réplica a fin de que ellos le expresen a Él. Esta expresión corporativa llegará a su consumación en la Nueva Jerusalén. Así que, la Nueva Jerusalén es simplemente la encarnación agrandada y aumentada que ha sido consumada en pleno, o sea que es la plenitud del Dios Triuno a fin de que Él se exprese a Sí mismo en Su divinidad mezclada con humanidad. (Life-study of Job, pág. 64)

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  Mi intención, mi carga, es mostrarles que toda la Biblia habla de una sola cosa, que es, la gracia, la cual es Dios, quien es la Nueva Jerusalén. La gracia es la manifestación del Dios Triuno en Su corporificación en tres aspectos, a saber: el Padre, el Hijo y el Espíritu. No importa qué tema abarque la Biblia, siempre está relacionado con el Dios Triuno en Su corporificación en tres aspectos —el Padre, el Hijo y el Espíritu— que se manifiesta como gracia y tiene su consumación en la Nueva Jerusalén. Esta es la revelación más elevada y más central mostrada a nosotros en todo el Nuevo Testamento. Por tanto, no podemos hablar de la justicia de Dios sin mencionar la gracia. La justicia de Dios y Su gracia no son dos cosas distintas. Romanos 5:17 hace referencia tanto a la abundancia de la gracia como a la abundancia de la justicia. La justicia siempre acompaña a la gracia y es el resultado de la misma. (La experiencia de la salvación orgánica de Dios equivale a reinar en la vida de Cristo, pág. 58)

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  Hoy el Dios Triuno procesado y consumado ha llegado a ser el Espíritu vivificante y es todo-inclusivo. Como tal Persona, Él está en nosotros con el fin de introducirnos en Su organismo. En tal organismo se halla el elemento orgánico que Dios desea. No es cuestión de explicaciones doctrinales externas. Cuanto más estamos en lo correcto doctrinalmente, menos elemento orgánico tenemos. Cuanto más permanecemos en la “fotografía”, menos estamos en la persona viviente. Espero que nuestros ojos sean abiertos, para que veamos cuál es nuestra verdadera necesidad. Necesitamos estar en el Dios Triuno procesado y consumado, tomándole como nuestra vida y nuestra persona. Estamos en la cruz y, sin embargo, en Su resurrección hemos sido resucitados y además hemos ascendido juntamente con Él. Aquí, Dios y el hombre se mezclan para producir un organismo. Esto es algo que la gracia logra. La gracia, en la economía de Dios, es la corporificación de Dios a fin de que el hombre le reciba como su disfrute y suministro. Debemos aprender a recibir la gracia corporificada a fin de tener este disfrute y suministración. Como resultado de ello, estaremos llenos del elemento orgánico en nuestro interior, y así llegaremos a ser el organismo de Dios. (La ley y la gracia de Dios en Su economía, pág. 47)

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  La gracia en la economía de Dios es la corporificación de Dios mismo. Dios se hizo carne para morar entre nosotros, lleno de gracia, y de Su plenitud recibimos todos, y gracia sobre gracia. Cuando Dios viene, la gracia viene. La corporificación de Dios es la gracia para nosotros. Cuando recibimos la gracia, obtenemos a Dios.

  La economía de Dios consiste en obtener un organismo para la Trinidad Divina. ¿Cómo realiza Dios esto? Dios lo llevó a cabo al hacerse carne, viniendo a ser un hombre a fin de que la divinidad y la humanidad se unieran y se mezclaran para producir un Dios-hombre. Este Dios-hombre es la gracia. Él es la gracia para con todos aquellos con quien se encuentra; adondequiera que vaya, Él es la gracia. Él es simplemente la gracia. Si lo tenemos a Él, tenemos la gracia. Por lo tanto, en la Biblia la gracia es llamada la gracia de Cristo. La gracia corporificada vino para que nosotros la recibiéramos como nuestro disfrute y suministro. Sin embargo, son pocos los que ven esto hoy en día, y son menos los que lo predican, y menos aun son los que lo expresan en su vivir.

  Si experimentamos la gracia en la economía de Dios, habrá una consumación: el Cuerpo orgánico de Cristo. Cristo es gracia para nosotros, y como tal, Él entra en nosotros para ser nuestra vida y nuestra persona. Él no sólo vive en nosotros, sino que también vive con nosotros. Además, Él desea que nosotros vivamos juntamente con Él. Esta es la manera en que disfrutamos la gracia como nuestro suministro interior. Tal disfrute de la gracia, espontáneamente produce un resultado. Dicho resultado no consiste simplemente en que hagamos el bien, sino en que Cristo viva con nosotros y que nosotros vivamos con Él. Cuando vivimos a Cristo y lo magnificamos, llegamos a ser miembros vivientes y orgánicos de Cristo, y somos unidos orgánicamente como un organismo, que es la iglesia. Tal organismo crece continuamente, y finalmente tendrá una consumación: la Nueva Jerusalén. (La ley y la gracia de Dios en Su economía, págs. 68-69)

CADA PARTE DEL CUERPO ORGÁNICO DE CRISTO ES EL FRUTO DE LA GRACIA EN LA ECONOMÍA DE DIOS

  Cada parte del Cuerpo orgánico de Cristo es el fruto de la gracia en la economía de Dios. La gracia es el disfrute que tenemos del Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— como el disfrute de vida. Y la vida de Dios está con Dios el Padre como sustancia, con Dios el Hijo como elemento y con Dios el Espíritu como esencia.

  Cristo, el postrer Adán, después de pasar por una muerte todo-inclusiva, en resurrección llegó a ser el Espíritu vivificante como esencia de la Trinidad Divina, a fin de entrar en nosotros para ser nuestra vida y nuestro todo. Día tras día necesitamos ser llenos y saturados de Él, así como impregnados e infundidos por Él. Por lo tanto, al leer el Nuevo Testamento, no podemos evitar encontrarnos con la palabra Espíritu. Especialmente en las Epístolas vemos que el énfasis recae en el Espíritu, y el Espíritu frecuentemente está ligado a la gracia. (La ley y la gracia de Dios en Su economía, págs. 74, 75)

EL ESPÍRITU DE LA UNIDAD DEL CUERPO DE CRISTO ES LA ESENCIA DEL CUERPO

  El Espíritu es la unidad del Cuerpo de Cristo es la esencia del Cuerpo, el cual está constituido con Cristo como el elemento, que se origina de Dios el Padre, para consumar la mezcla del Dios Triuno con el Cuerpo de Cristo a través de la impartición divina (Ef. 4:3-6). Cristo es el elemento del Cuerpo y el Espíritu es la esencia. Este elemento procede del origen de Dios el Padre. Así que, con respecto al Cuerpo de Cristo, el Padre es el origen, el Hijo es el elemento y el Espíritu es la esencia. Este es el Dios Triuno —el origen, el elemento y la esencia. Estos tres están compenetrados y mezclados con el Cuerpo de Cristo.

  El Cuerpo de Cristo, la iglesia, es “cuatro en uno”: el Padre, el Hijo, el Espíritu y el Cuerpo. Efesios 4:4-6 habla de un Cuerpo, un Espíritu, un Señor y un Dios y Padre. En el Cuerpo el Espíritu es la esencia. La esencia necesita el elemento, el cual es el Señor Cristo. El elemento debe tener un origen, una fuente, la cual es el Padre. El Padre es la fuente, el origen. El elemento procede del Padre, y dentro del elemento está la esencia. Dios es el origen, el Hijo es el elemento, el Espíritu es la esencia y el Cuerpo es la constitución misma. Estos son los “cuatro en uno”. Sin embargo, sólo los primeros tres son dignos de nuestra adoración; el cuarto, el Cuerpo, no debe ser deificado como objeto de adoración.

  El Espíritu como la unidad del Cuerpo de Cristo es la esencia del Cuerpo para consumar la mezcla del Dios Triuno con el Cuerpo de Cristo mediante la impartición divina. Hoy en día algo está sucediendo para mezclar al Cuerpo con el Padre como el origen, el Hijo como el elemento y el Espíritu como la esencia. Esta mezcla continúa hoy y llegará a su consumación. El Espíritu es la esencia del Cuerpo para consumar esta mezcla. (The Central Line of the Divine Revelation, págs. 127-128)

LA IGLESIA EN APOCALIPSIS

  Pablo fue martirizado poco después de escribir el libro de Efesios. Después de aproximadamente veinticinco años, sólo el anciano Juan, de entre los apóstoles de la primera generación, todavía estaba vivo. Él fue el último en fallecer de los doce apóstoles. Juan, al escribir el libro de Apocalipsis, en el principio señaló que la iglesia en cada localidad es un candelero de oro, que cada candelero lleva no una lámpara, sino siete, y que dentro de las lámparas estaba la luz que brilla. Hablando en sentido figurado, el candelero de oro representa la corporificación del Dios Triuno. Primero, la naturaleza del candelero de oro es oro puro, y en tipología el oro representa la naturaleza y vida gloriosas del Padre. Después, el candelero de oro no es sencillamente una sola pieza de oro sólido. Más bien, el oro es labrado a martillo para dar la figura del candelero. Esto significa que Cristo como la corporificación del Dios el Padre se hizo un hombre y pasó por sufrimientos y pruebas por amor a la expresión de Dios. Además, cada candelero lleva siete lámparas. El libro de Apocalipsis nos dice claramente que las siete lámparas son los siete Espíritus de Dios (4:5). Por consiguiente, en Apocalipsis el candelero de oro representa a la iglesia como la corporificación del Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El hecho de que la iglesia es la corporificación del Dios Triuno corresponde con Efesios 4. Efesios 4:4-6 habla de un Cuerpo y un Espíritu, un Señor y un Dios y Padre de todos, quien es sobre todos y por todos y en todos. Esto indica que la iglesia es la mezcla del Dios Triuno con el Cuerpo. Esto corresponde con los candeleros de oro en Apocalipsis. La iglesia es el Dios Triuno completamente mezclado con Su pueblo redimido como una sola entidad para llegar a ser un candelero de oro brillando localmente para expresar a Dios mismo. Cuando esta expresión se manifiesta, ésta es el testimonio de Jesús (Ap. 1:2, 9).

  Al final de Apocalipsis, cuando el cielo nuevo y la tierra nueva vengan, su centro es una montaña de oro, la Nueva Jerusalén. Sobre esta montaña está el trono de Dios, sobre el cual están Dios y el Cordero, Cristo. Dios es la luz y Cristo es la lámpara (21:23). Por ende, la Nueva Jerusalén es un candelero. Finalmente, la Nueva Jerusalén es la suma total del candelero que tiene a Cristo como la lámpara y a Dios como la luz que brilla desde la montaña de oro. Al principio de Apocalipsis, la iglesia se expresa como muchos candeleros en diferentes localidades, teniendo un candelero para cada localidad. En la consumación de la iglesia en su manifestación en la eternidad, todos los candeleros se reúnen juntos como el único candelero universal, la Nueva Jerusalén. (The Four Crucial Elements of the Bible—Christ, the Spirit, Life, and the Church, págs. 140-141)

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  No olvidemos la palabra es en Efesios 1:23: “[La iglesia] es Su Cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”. Esto significa que la iglesia es el Cuerpo, y que el Cuerpo es la plenitud. Estos dos niveles a los que alude la palabra es vienen uno después del otro y no son independientes, es decir, no es que por un lado la iglesia sea el Cuerpo y que, por otro, la iglesia sea la plenitud. Más bien, quiere decir que la iglesia es el Cuerpo, y que el Cuerpo es la plenitud. Doctrinalmente, la plenitud es equivalente al Cuerpo, y el Cuerpo es equivalente a la iglesia. Pero según la realidad, una persona puede estar en la iglesia y aun así no vivir en el Cuerpo. Todos los hermanos y hermanas que se reúnen en Hong Kong son la iglesia, pero ¿quién de ellos vive en el Cuerpo? Ésta es una pregunta crucial que debemos hacernos. Hablando con propiedad, aquello que cumple el propósito eterno de Dios no es la iglesia en nombre, sino el Cuerpo. El Cuerpo es la plenitud de Cristo. Les digo una vez más que si ustedes consideran todas las cosas desde esta perspectiva y las juzgan según esta norma, verán que en la tierra, en las iglesias, hoy en día todavía no hay mucho del elemento del Cuerpo. (Un solo Cuerpo, un solo Espíritu, y un solo y nuevo hombre, págs. 40-41)

EL CUERPO DE CRISTO

  Efesios 1:22 y 23 revelan que la iglesia es el Cuerpo de Cristo. “Sometió todas las cosas bajo Sus pies, y lo dio por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es Su Cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”. La iglesia no es una organización, sino un Cuerpo orgánico constituido con todos los creyentes, quienes han sido regenerados y tienen la vida de Dios, con miras a la expresión de la Cabeza. El Cuerpo es la plenitud de la Cabeza, y la plenitud es la expresión de la Cabeza. Cristo, Aquél que todo lo llena en todo, necesita que el Cuerpo sea Su plenitud. Este Cuerpo es Su iglesia a fin de ser Su expresión.

  La iglesia es el Cuerpo de Cristo, y Cristo es la Cabeza de la iglesia (Col. 1:18). Por lo tanto, la iglesia y Cristo son un solo Cuerpo, el gran hombre misterioso y universal, que tienen la misma vida y naturaleza. Cristo es la vida y el contenido del Cuerpo, y el Cuerpo es el organismo y expresión de Cristo. Como Cuerpo, la iglesia recibe todo de Cristo; por consiguiente, todo lo de Cristo es expresado por medio de la iglesia. Ambos, Cristo y la iglesia, están mezclados y unidos como uno, siendo Cristo el contenido interno y la iglesia, la expresión externa. (The Conclusion of the New Testament, págs. 2245-2246)

DA POR RESULTADO LA PLENITUD DE CRISTO

  Cuando nosotros experimentamos las riquezas de Cristo lo que da por resultado es la plenitud de Cristo, es decir, el Cuerpo como expresión de Cristo (1:23). El libro de Efesios menciona tanto las riquezas de Cristo como Su plenitud. Un hombre alto y robusto que ha disfrutado las riquezas alimenticias de los Estados Unidos, es la plenitud de dicho país. Durante los años de crecimiento y desarrollo, consume una cantidad considerable de carnes, verduras y frutas, y por ello, al llegar a la edad adulta, se convierte en la plenitud de los Estados Unidos. Para llegar a esa etapa, dicho hombre tuvo que ingerir, digerir y asimilar las riquezas del país. Asimiladas de esta manera, las riquezas llegaron a ser parte de él. Del mismo modo, todos los aspectos de las riquezas de Cristo se convierten en la plenitud de Él sólo cuando nosotros ingerimos estas riquezas, las disfrutamos, digerimos y asimilamos. Al absorber estas riquezas, llegamos a ser el Cuerpo de Cristo, Su plenitud que lo expresa. De esta manera, el Cuerpo de Cristo está constituido de las riquezas de Cristo que hemos disfrutado y asimilado. Por tanto, el Cuerpo es el resultado, el producto, de la experiencia y el disfrute de las riquezas de Cristo. (Estudio-vida de Efesios, págs. 271-272)

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  Las riquezas están fuera de nosotros y son objetivas, pues aún no las hemos disfrutado ni experimentado. En cambio, la plenitud está en nosotros y es subjetiva, pues es el resultado de las riquezas que hemos disfrutado y experimentado. Si las riquezas de Cristo permanecen fuera de nosotros, ellas seguirán siendo las riquezas de Cristo y no podrán ser la plenitud de Cristo. A fin de que Sus riquezas lleguen a ser la plenitud de Cristo, nosotros debemos disfrutarlas, experimentarlas y digerirlas, de modo que sean constituidas en el elemento de todo nuestro ser. (Un solo Cuerpo, un solo Espíritu, y un solo y nuevo hombre, pág. 46)

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  Este Cristo universal, el Cristo que llena todas las cosas, el Cristo que está tanto en los cielos como en la tierra, necesita un Cuerpo que sea Su plenitud. Cuando Él estuvo en la tierra como Jesús el Nazareno, no podía estar en Judea y al mismo tiempo en Galilea, ni tampoco podía estar en Jerusalén cuando estaba en Samaria. Esto se debe a que Él era un Jesús pequeño. Él estaba limitado por Su carne. Pero ¿qué podemos decir hoy? Él resucitó de los muertos y ascendió a los cielos, de tal manera que ahora lo llena todo. Él puede estar en los cielos y en la tierra simultáneamente; puede estar en un lugar en los cielos, y al mismo tiempo estar en millones de lugares en la tierra. Por ser Aquel que todo lo llena, Él necesita un Cuerpo muy grande que sea Su plenitud. Por lo tanto, hoy podemos decir que debido a que Él tiene un Cuerpo tan grande en la tierra, Él está en los cielos y también está en Taipéi, en Hong Kong, en Manila, en Singapur, en Londres, en Alemania, en los Estados Unidos, en África, en Norteamérica y en Suramérica. Su Cuerpo está en todo lugar. ¿Qué es Su Cuerpo? Es Su plenitud, Su plenitud universal.

  Queridos hermanos y hermanas, ustedes no deben simplemente limitarse a escuchar esta palabra y tomarla como una doctrina. Ustedes deben ver que hoy en día la iglesia verdadera (no me refiero a la iglesia genuina solamente, sino a la iglesia presente en términos prácticos) es la plenitud de Cristo en cada localidad. En otras palabras, la iglesia que realmente existe hoy es una parte de Cristo [...] Hoy en día Cristo no es un Cristo local, sino un Cristo universal, y este Cristo universal tiene una parte de Sí mismo en cada localidad. (págs. 37-38)

CRISTO ES LA CABEZA Y CRISTO ES EL CUERPO

  ¿Cómo entonces se forja Cristo en nuestra constitución hasta que lleguemos a ser Su plenitud? Puedo decirles que esto sucede de la siguiente manera: el Señor Jesús en Sí mismo es la Cabeza, y el Señor Jesús que se ha forjado en nuestra constitución es el Cuerpo. Una persona no sólo es una cabeza, sino que tiene una cabeza y un cuerpo. Si yo estuviera aquí hablándoles a ustedes como una cabeza suspendida en el aire, estoy seguro de que todos se espantarían. Así que, si sólo tuviéramos la cabeza sin el cuerpo, no tendríamos una persona completa. Una persona completa tiene una cabeza y un cuerpo. En el Nuevo Testamento, el Señor Jesús en Sí mismo es la Cabeza, pero cuando Él entra en todos nosotros y se forja en nuestra constitución, llega a ser el Cuerpo. Por consiguiente, Cristo no es solamente la Cabeza, sino también el Cuerpo. En 1 Corintios 12:12 dice: “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también el Cristo”. Este versículo nos dice claramente que el Cuerpo es Cristo. El Señor Jesús es la Cabeza y también el Cuerpo. No obstante, nosotros no podemos decir que somos el Cuerpo y también la Cabeza. Nosotros únicamente podemos ser el Cuerpo, no la Cabeza; mientras que el Señor Jesús puede ser tanto la Cabeza como el Cuerpo. En Sí mismo, Él es la Cabeza, y en nosotros colectivamente, Él es el Cuerpo. La Cabeza es individual, mientras que el Cuerpo es corporativo; ambos son Cristo. (págs. 47-48)

EL CUERPO DE CRISTO, LA PLENITUD DE AQUEL QUE TODO LO LLENA EN TODO, PARA SU EXPRESIÓN

  La iglesia universal es el Cuerpo de Cristo. Efesios 1:22 y 23 revela que la iglesia como el Cuerpo es “la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”. El Cuerpo de Cristo es Su plenitud, es decir, Su expresión completa. El Cuerpo es la plenitud de la Cabeza, y la plenitud es la expresión de la Cabeza. Cristo, quien es el Dios infinito e ilimitado, es tan vasto que llena todo en todo. Un Cristo tan vasto necesita que la iglesia sea Su plenitud para obtener Su expresión completa. (The Conclusion of the New Testament, pág. 2145)

CUANTO MEJOR SEA LA MEZCLA, MAYOR ES LA BENDICIÓN

  Lo que Dios está haciendo hoy en día es obtener el Cuerpo de Cristo, no simplemente obtenerlo a usted como individuo, ni simplemente obtener la iglesia en una localidad, ni simplemente obtener la iglesia en un país. Él desea obtener la iglesia en todo el universo. Ya que éste es el caso, en nuestra vida de iglesia hoy debemos mezclarnos con todos los hermanos y hermanas en la tierra. Cuanto más exitosa sea la mezcla, mejor es. Aquel que no pueda mezclarse con otros finalmente será descalificado por la era. En la era actual, usted no puede ser un cristiano aislado.

  Espero que entiendan, reciban y al mismo tiempo ensanchen su perspectiva. No les estoy exhortando a que sean pacientes, condescendientes y que se humillen, o que amen a otros como a sí mismos. Estas cosas son expresiones trilladas. Más bien, es mi deseo que ustedes vean la luz, amplíen su visión y se den cuenta de que estamos en la economía eterna de Dios, a fin de que permitan que Dios obtenga el Cuerpo de Cristo sobre la tierra. De ahora en adelante, no sólo nosotros aquí en Taipéi estamos en unanimidad, sino que todo el recobro del Señor en todo el universo también es uno. Somos el Cuerpo único de Cristo. Con relación a este punto, siempre he tenido una luz muy clara todo el tiempo. En los pasados tres años en Taiwán, también yo he ganado una cantidad considerable de experiencia y de comprensión. En estos tres años, el Señor definitivamente ha hecho algo entre nosotros que nos ha ensanchado. La perspectiva de todos ha sido ampliada. No basta con que tengamos simplemente una visión local, ni tampoco una visión internacional. Nuestra visión debe ser universal. Es preciso ver que Cristo desea obtener un Cuerpo, y que Dios preparará un Cuerpo para Cristo”. (Words of Training for the New Way, t. 1, págs. 54-55)

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