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Mensajes del libro «Cultivar la siguiente generación para la vida de iglesia»
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LECCIÓN VEINTIDÓS

PASTOREAR A LOS JÓVENES SEGÚN EL CORAZÓN DEL SEÑOR

  Lectura bíblica: Jn. 21:15-17; Hch. 20:28; 1 P. 5:1-3; Lc. 15:4-24, 32

  1. Cristo en Su ministerio celestial pastorea a la gente, y nosotros debemos cooperar con Él pastoreando a la gente; sin el pastoreo, lo que hacemos por el Señor no puede ser eficaz—He. 13:20-21; Jn. 21:15-17.
  2. Pastorear significa cuidar de modo tierno y todo-inclusivo del rebaño; pastorear tiene que ver con el cuidado de todas las necesidades de las ovejas—vs. 15-17; Hch. 20:28.
  3. Pedro les encargó a los ancianos que pastorearan el rebaño de Dios según Dios; según Dios significa vivir a Dios—1 P. 5:1-3:
    1. Pastorear según Dios es pastorear según lo que Dios es en Sus atributos—Ro. 9:15-16; 11:22, 33; Ef. 2:7; 1 Co. 1:9; 2 Co. 1:12.
    2. Pastorear según Dios equivale a pastorear según la naturaleza, el deseo, el camino y la gloria de Dios y no conforme a nuestra preferencia, interés, propósito y manera de ser.
    3. A fin de pastorear según Dios, debemos llegar a ser Dios en vida, naturaleza, expresión y función—Jn. 1:12-13; 3:15; 2 P. 1:4:
      1. Debemos ser la reproducción de Cristo, la expresión de Dios, de manera que en nuestro pastoreo expresemos a Dios, no el yo con su manera de ser y peculiaridades—Jn. 1:18; He. 1:3; 2:10; Ro. 8:29.
      2. Debemos llegar a ser Dios en Su función de pastorear al rebaño según lo que Él es y según Su meta en Su economía—Ef. 4:16; Ap. 21:2.
      3. Cuando somos uno con Dios, llegamos a ser Dios y somos Dios al pastorear a otros.
  4. Debemos pastorear el rebaño de Dios según el corazón amoroso y perdonador del Padre y según el espíritu de búsqueda, encuentro y pastoreo del Hijo—Lc. 15:4-24, 32:
    1. Debemos seguir los pasos del Dios Triuno procesado al buscar a las personas caídas y ganarlas—vs. 4-6, 8-9, 18-24, 32.
    2. Nuestra tendencia natural no es pastorear a otros, sino criticarlos y regularlos:
      1. Siempre que condenamos a alguien, perdemos la posición de cuidarlo.
      2. Nuestra tendencia natural es regular a otros y poner en ellos demandas según nosotros mismos, no cuidarlos con ternura y nutrirlos según Dios.
    3. Debemos cambiar nuestros conceptos al ser discipulados para tener el concepto divino, el concepto que es según el corazón amoroso y perdonador del Padre y el espíritu de pastoreo del Hijo.
    4. Nuestro pastoreo debe estar en conformidad con el amor de Dios para con el linaje humano caído; el linaje humano caído esta unido con Satanás para ser su mundo en su sistema, pero Dios tiene un corazón de amor hacia estas personas—Jn. 3:16.
    5. Debemos ser pastores que tienen el corazón de nuestro Padre Dios que ama y perdona en Su divinidad y que tienen el espíritu de nuestro Salvador Cristo que busca, encuentra y pastorea en Su humanidad.
    6. “Si recibimos esta clase de comunión, creo que habrá un gran avivamiento en la tierra, no por unos pocos gigantes espirituales, sino por los muchos miembros del Cuerpo de Cristo, al ser ellos pastores que siguen los pasos del Dios Triuno procesado al buscar y ganar a las personas caídas” (Los grupos vitales, pág. 40).
  5. Debemos despertar una atmósfera que nos lleve a recibir una carga para restaurar a los santos que se han enfriado, para buscar a nuestros hermanos y hermanas que no se están reuniendo y a aquellos con quienes hemos perdido contacto—Gá. 6:1; cfr. Lc. 15:4-6, 8-9:
    1. Estos santos son la cosecha de nuestra labor y ardua obra en el pasado; ellos fueron bautizados y son los miembros de nuestra familia, pero todos han desaparecido; por consiguiente debemos tomar muy en serio este asunto—Mt. 18:11-13.
    2. Ahora es el tiempo de poner en orden los asuntos de nuestra familia, y lo primero que debemos hacer es buscar a estos santos para traerlos de regreso; si hacemos esto minuciosamente por la gracia del Señor, podríamos recobrar a dos terceras partes de ellos en dos o tres años:
      1. Debemos comenzar recobrando a los hermanos y hermanas que raras veces asisten a las reuniones pero que sabemos donde están; esto involucra una obra de visitación y restauración.
      2. También debemos localizar a los santos que no sabemos dónde están; esto consume mucho tiempo y estamos en el proceso de buscar la manera en que las iglesias coordinen unas con otras para buscar a estos santos.
    3. La clave para recobrar a estos santos consiste en que los hermanos y hermanas que se reúnen regularmente en los grupos pequeños reciban una carga; si no tienen una carga, será difícil moverse, pero con la carga vendrá la gracia—1 Co. 15:10:
      1. Los santos que están vagando afuera están esparcidos y no están disfrutando las riquezas de nuestra familia; ellos verdaderamente están como el hijo pródigo que no podía encontrar ni algarrobas para comer—Lc. 15:13-16.
      2. Pero en la casa del Padre, en la casa de Dios, la cual es la iglesia, el alimento es abundante; por tanto, tenemos que compadecernos de ellos y traerlos al hogar para que disfruten las riquezas en la casa del Padre con nosotros—vs. 20-24.
    4. Visitar a los santos que se han enfriado requiere de mucha consideración; si no lo hacemos apropiadamente, los alejaremos aún más.
    5. Al buscar a los santos, tenemos que descansar en la obra del Espíritu Santo; la obra del Espíritu se compara en Lucas 15 con una mujer que enciende una lámpara para buscar una moneda perdida; el Espíritu Santo puede alumbrar sobre los santos con la palabra del Señor y está dispuesto a buscarlos hasta encontrarlos—vs. 8-9.
    6. El amor es el camino más excelente para que podamos ser y hacer cualquier cosa con miras a la edificación del Cuerpo de Cristo—2 Ti. 1:7; 1 Co. 8:1; 12:31b:
      1. Necesitamos tener esta clase de amor e ir a los hermanos que se han enfriado y que piensan que la iglesia los juzga, y hacerles ver que la iglesia no censura a nadie. Al contrario, ella quiere ver que todos los que se han enfriado regresen—Pr. 10:12b.
      2. Puesto que la iglesia es un hogar, un hospital y una escuela, debemos ser uno con el Señor para cultivar, sanar, recuperar y enseñar a los demás en amor—2 Co. 11:28-29; 12:15; 1 Co. 9:22; Mt. 12:20.
      3. El amor no tiene envidia, no se irrita, no toma en cuenta el mal, todo lo cubre, todo lo soporta, nunca deja de ser y es lo mayor—1 Co. 13:4-8, 13.

Extractos de las publicaciones del ministerio:

  Espero que haya un avivamiento auténtico entre nosotros cuando recibamos la carga de pastorear. Si todas las iglesias reciben esta enseñanza de participar en el pastoreo maravilloso de Cristo, habrá un gran avivamiento en el recobro. Antes hablábamos y enseñábamos mucho y pastoreábamos muy poco. El pastoreo y la enseñanza deben ser como dos pies para nuestro mover con el Señor. Nuestro pastoreo debe darse siempre con enseñanza, y nuestra enseñanza siempre debe darse con pastoreo.

  Hemos visto en nuestro estudio de cristalización del Evangelio de Juan que el último capítulo, Juan 21, revela el ministerio apostólico en cooperación con el ministerio celestial de Cristo. Cristo en Su ministerio celestial pastorea a la gente, y nosotros debemos cooperar con Él pastoreando a la gente. Sin el pastoreo, lo que hacemos por el Señor no puede ser eficaz. Debemos aprender todas las verdades para que tengamos algo que decir y vayamos a tener contacto con la gente para pastorearla. (Los grupos vitales, pág. 40)

COMISIONA A PEDRO PARA QUE ALIMENTE A SUS CORDEROS Y PASTOREE SUS OVEJAS

  Cuando el Señor permaneció con Sus discípulos después de resucitar y antes de ascender, comisionó a Pedro, en una de Sus apariciones, para que alimentara Sus corderos y pastoreara Sus ovejas cuando Él se fuera a los cielos (Jn. 21:15-17). Pastorear implica alimentar, pero incluye mucho más. Pastorear significa cuidar de modo tierno y todo-inclusivo del rebaño. (Estudio de cristalización del Evangelio de Juan, pág. 139)

  * * *

  Para cuidar apropiadamente de la iglesia, los ancianos tienen que recibir este mandato del Señor. Ellos deben pastorear a los santos concienzudamente. El Señor le preguntó a Pedro en Juan 21: “¿Me amas más que éstos?”. Pedro le contestó al Señor: “Sí, Señor; Tú sabes que te amo”. Luego Jesús le dijo: “Apacienta Mis corderos” (v. 15). Apacentar es nutrir a otros con las riquezas de la vida interior. Esto es alimentar boca a boca. La segunda vez, el Señor le dijo a Pedro: “Pastorea Mis ovejas” (v. 16). Pastorear las ovejas es cuidar de todas las necesidades de las ovejas. La tercera vez, el Señor le dijo: “Apacienta Mis ovejas” (v. 17). Cuando el Señor le dijo esto a Pedro, Pedro ya había seguido al Señor por más de tres años. Después de Su resurrección, el Señor le encargó especialmente el asunto de pastorear las ovejas. Esto muestra cuán importante es pastorear las ovejas. Después, cuando Pedro escribió su primer epístola, él rogó a los ancianos a que pastorearan el rebaño de Dios (1 P. 5:1-2).

  Pastorear tiene que ver con el cuidado de todas las necesidades de las ovejas, ya sean pasto, agua o abrigo. Todas las ovejas necesitan ser bien abastecidas y bien atendidas. De todas las necesidades, la más importante es la alimentación, es decir, la alimentación boca a boca. Esta es la tarea de los ancianos. Si todos los ancianos en las diversas localidades hicieran esto, los santos recibirían el cuidado que necesitan. En el pasado, bautizamos a muchos pero nada más introdujimos a unos cuantos. Esto se debió a la carencia de alimentación y de cuidado. Nuestros mensajes eran elevados y profundos, pero después de los mensajes no hubo mucho cuidado mutuo. Al final, el rebaño estaba sin pastores. Había predicación sin pastoreo y enseñanza sin la alimentación. Esta era nuestra debilidad en el pasado. Entre nosotros está el engendramiento y la enseñanza, pero hay una escasez en la alimentación. En cuanto nace un niño, lo que él más necesita es la alimentación. Un niño no crecerá sólo con enseñarle. (El sonido oportuno de la trompeta y la necesidad actual, págs. 55-56)

  * * *

  Pedro en su primera epístola habló en 2:25 de que Cristo es el Pastor y el Guardián de nuestras almas, de nuestro ser interior y de nuestra verdadera persona. Luego en 5:1-2 les dijo a los ancianos que tienen la obligación de pastorear al rebaño de Dios conforme a Dios. Conforme a Dios significa que tenemos que vivir a Dios. Debemos tener a Dios disponible. Tenemos a Dios en nuestro entendimiento, en nuestra teología y en nuestra enseñanza, pero es posible que no vivamos a Dios cuando estamos pastoreando a las personas. Cuando somos uno con Dios llegamos a ser Dios. Luego, tenemos a Dios y somos Dios al pastorear a los demás. Pastorear conforme a Dios es pastorear conforme a lo que Dios es en Sus atributos. Dios es amor, luz, santidad y justicia. Conforme a Dios por lo menos concuerda con estos cuatro atributos de Dios. Debemos pastorear a los jóvenes, a los débiles, a los que reinciden, conforme a estos cuatro atributos. Entonces seremos buenos pastores.

LLEVAR A CABO EL PASTOREO DE SU REBAÑO

  Además del pastoreo llevado a cabo por la función principal de las personas dotadas, Cristo, como Cabeza de la iglesia, también manda a los apóstoles que nombren ancianos (aquellos que vigilan) en todas las iglesias locales para pastorear el rebaño (1 Ti. 3:1-7; 5:17a). La Cabeza de la iglesia dio a muchas personas dotadas para que ejercieran su función al pastorear con miras a la edificación de Su Cuerpo, pero el Cuerpo se manifiesta en las iglesias locales. El Cuerpo es universal y abstracto, pero las iglesias tienen cierta ubicación y son sustanciales. En las iglesias locales, se necesitan los ancianos como pastores locales. Los pastores locales son más prácticos. Cristo como Cabeza de la iglesia exhortó a los apóstoles, los pastores universales, a nombrar algunos ancianos locales para que cuidaran de las iglesias localizadas. (Los grupos vitales, págs. 62-63, 65)

  * * *

  En 1 Pedro 5:2a dice: “Pastoread el rebaño de Dios que está entre vosotros, velando sobre él, no por fuerza, sino voluntariamente, según Dios”. Pastorear según Dios significa según la naturaleza, el deseo, el camino y la gloria de Dios, no conforme a la preferencia, el interés y el propósito del hombre. Los ancianos no deben pastorear el rebaño según su propia opinión, conceptos, lo que le gusta o no le gusta. Más bien, deben pastorear según la opción, el deseo, la intención y la preferencia de Dios. Los ancianos tienen que pastorear a los santos como el rebaño de Dios en conformidad con el pensamiento, el sentir, la voluntad y la opción de Dios. Ellos tienen que pastorear según lo que a Dios le gusta y no le gusta. (The Conclusion of the New Testament, págs. 1845-1846)

SEGUIR LOS PASOS DEL DIOS TRIUNO PROCESADO AL BUSCAR A LA GENTE CAÍDA Y GANARLA

  En este mensaje tengo la carga de que aprendamos de los apóstoles, los ancianos, e incluso del Dios Triuno. Tenemos que seguir los pasos del Dios Triuno procesado, que consisten en buscar a la gente caída y ganarla. Lucas 15 relata que los fariseos y los escribas criticaron al Señor diciendo: “Éste a los pecadores acoge, y con ellos come” (v. 2). Luego el Señor contó tres parábolas maravillosas, las cuales revelan el amor salvador del Dios Triuno para con los pecadores. (Los grupos vitales, pág. 39)

  * * *

  Con frecuencia censuramos a otros, exponiendo sus fracasos y defectos. Debemos admitir que por naturaleza tendemos a hablar bien de nosotros y a exponer los defectos de los demás. Así es nuestra manera de ser por nacimiento. No hay necesidad de hablar de los defectos de los demás, pero tal vez simplemente nos guste hacerlo. Muchas veces los hermanos se reúnen y hablan de las debilidades, los defectos y los fracasos de los demás. He aprendido la lección de temer y temblar al hablar de los defectos de otros. El término legal para esto en el mundo es difamación. ¿Por qué tenemos que hablar de una manera difamatoria? Sin embargo, casi todos hacemos esto. Por la misericordia y la gracia del Señor he aprendido la lección, y por ello es muy difícil que me oigan hablar de los defectos de otros. Siempre que hablo de la debilidad de otros, me siento juzgado y me digo a mí mismo: “¿Acaso yo no tengo faltas?”. Los fariseos y los escribas trajeron una mujer pecaminosa al Señor y le dijeron: “En la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?” (Jn. 8:5). El Señor se inclinó y se puso a escribir en el suelo, lo cual muestra Su humildad. Él no se puso de pie y dijo: “¿Qué es esto? ¿Para qué vienen a mí? ¡Déjenme decirles ciertas cosas!”. No. El Señor se agachó y se puso a escribir en la tierra. Según mi estudio de la Biblia, creo que lo que el Señor escribió fue: “¿Quién está libre de pecado?”. Es como si dijera: “No hay duda de que ella es una pecadora y la sorprendieron. Pero, ¿estás tú sin pecado?”. Ellos le insistieron al Señor que dijera algo, así que les dijo: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” (v. 7). Ante esto, sus conciencias fueron despertadas. Cada uno, comenzando desde los mayores, los de más experiencia, fueron compungidos. ¿Quién está libre de pecado? Ustedes que hablan de las faltas de otros, ¿acaso no tienen faltas? No obstante, según nuestra tendencia innata, tenemos como “pasatiempo” hablar de los defectos de los demás. ¿Les gustaría sacar a la luz sus propias faltas? Obviamente no. Les gusta esconderlas. (Una exhortación amorosa a los colaboradores, ancianos y los que aman y buscan al Señor, págs. 43-44)

TENER EL CORAZÓN DE NUESTRO PADRE DIOS QUE NOS AMA Y PERDONA, Y EL ESPÍRITU DE NUESTRO SALVADOR CRISTO, QUE NOS PASTOREA Y BUSCA

  Me gusta Lucas 15:1, donde dice: “Se acercaban a Jesús todos los recaudadores de impuestos y pecadores para oírle”. Los hombres rectos y justos no se asociaban con Él, pero los recaudadores de impuestos y los pecadores sí. Por eso, los fariseos murmuraron y se quejaron de nuevo. Entonces el Señor habló tres parábolas. La primera trata de un pastor que busca una oveja que se perdió. De cien ovejas, se le perdió una; así que fue a buscarla. ¿Por qué fue el Señor a una casa llena de hombres pecadores y deshonestos? Porque entre ellos había una oveja que le pertenecía y había ido a buscarla. La segunda parábola trata de la mujer que enciende una lámpara y barre la casa para buscar una moneda que perdió. La tercera parábola es la narración del hijo pródigo. Cuando el hijo pródigo regresa, en el camino prepara lo que le va a decir a su padre. Preparó las siguientes palabras: “Padre, he pecado contra el cielo y ante ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros” (vs. 18-19). Mientras caminaba y ensayaba estas palabras, el Padre lo vio. El versículo 20 dice: “Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a compasión, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó afectuosamente”. El hecho de que el padre le viera de lejos no fue una coincidencia. Desde que el hijo se fue de la casa, el padre debe de haber salido todos los días a mirar y a esperar su regreso. No sabemos cuántos días salió a esperarlo. Cuando el padre lo vio, corrió a él. Esto muestra cómo es el corazón del Padre. El padre interrumpió las palabras que el hijo traía preparadas y les dijo a los sirvientes que trajeran el mejor vestido, un anillo, las sandalias y que mataran el becerro gordo. Un maestro de la Asamblea de los Hermanos me dijo que en toda la Biblia sólo una vez dice que Dios corrió, y fue en este caso, cuando el padre ve regresar al hijo pródigo. Él corrió, y no pudo esperar. Así es el corazón del Padre.

  Les digo con toda franqueza que nosotros perdimos este espíritu entre los colaboradores, los ancianos y en los grupos vitales. No tenemos el espíritu compasivo que ama al mundo, a las peores personas. Clasificamos a la gente, y escogemos a los buenos. A lo largo de los años he visto a muchas personas buenas, pero muy pocas de ellas permanecieron en el recobro del Señor. Sin embargo, muchos de los que consideramos malos sí permanecen. Al principio yo también clasificaba a las personas y catalogaba a algunas como malas, pero hoy día muchas de ellas aún están aquí. Si la elección dependiera de nuestros conceptos, ¿dónde estaría la elección de Dios? La elección depende de Dios, quien escogió a los Suyos antes de la fundación del mundo. La Biblia dice que Dios aborreció a Esaú y amó a Jacob. Si fuera decisión nuestra, no hubiésemos escogido a Jacob, ya que era un hombre indeseable. Nosotros habríamos escogido a Esaú, el hombre recto. Aún en el vientre de la madre, Jacob peleaba, y cuando él nació, se asió del talón de su hermano. Con el tiempo, sus acciones condujeron a Esaú a querer matarlo. Rebeca, su madre, se enteró de esto y envió a Jacob lejos, a la casa de su tío, pero cuando él fue allá, hizo lo mismo; engañó a su tío y obtuvo allí cuatro esposas. Vivió como un bandido. Ninguno de nosotros lo hubiese escogido. Pero la decisión depende de la elección eterna de Dios.

  Si nosotros perdemos este espíritu, aunque seamos ancianos, colaboradores o servidores, estamos acabados. A esto se debe principalmente que seamos tan estériles y que no hayamos llevado fruto en muchos años. Recientemente un hermano fue a cuidar a una pareja, pero sin este espíritu. Él los visitó, a lo más diez veces, y se desanimó. Ya que la pareja no tenía deseo de ver a este hermano, él dijo que era inútil seguir visitándolos. Cuando el pastor Yu me visitaba, a mí no me interesaba lo que él me decía, sin embargo, él siguió viniendo todas las semanas por tres o cuatro meses. Necesitamos esta misma actitud. Debemos cambiar nuestros conceptos. Tenemos muchos pensamientos naturales. Es por eso que necesitamos ser discipulados, pues así tendremos los conceptos divinos, los que están en el corazón del Padre y en el corazón del Señor Jesús, quien vino a salvar a los pecadores.

  Si condenamos a alguien, perdemos la posición para cuidarlo. La condenación no nos provoca a que cuidemos a otros. ¿Quién en el género humano es digno de ser amado? A los ojos de Dios, nadie es digno de ser amado; aun así, Dios nos ama; Él ama al mundo. (págs. 28-29, 30, 31-32)

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  Como he dicho antes, el espíritu de no pastorear ni buscar a otros y de no amar ni perdonar está esparciéndose y predomina en el recobro. Creo que nuestra esterilidad se debe a que no se tiene el corazón amoroso y perdonador del Padre y a que se carece del espíritu de pastoreo y búsqueda del Salvador. Me doy cuenta de que todos trabajan arduamente, pero casi no hay fruto. El Señor dice: “Por el fruto se conoce el árbol” (Mt. 12:33), y nosotros somos un árbol sin fruto. La esterilidad prevalece en todas partes entre nosotros. Según las estadísticas, un pastor capacitado y amoroso que tal vez no tenga un don particular ni sea elocuente, sino que simplemente visita a las personas y las recibe cuando vienen a su reunión, tendrá un aumento anual del diez por ciento. Sin embargo, nosotros no tenemos ni eso. ¿Pueden ver cuán estériles estamos? Muchos de ustedes son buenos oradores y conocen las verdades bíblicas más elevadas. Las verdades que nosotros tenemos son mucho más elevadas que las que tienen en la cristiandad. Sin embargo, no tenemos fruto, porque carecemos del corazón amoroso y perdonador del Padre, y del espíritu de búsqueda y pastoreo del Hijo. Condenamos a otros y les imponemos reglas, en vez de buscarlos y pastorearlos. Tenemos una gran escasez en amar y en pastorear. Estos son los factores vitales para que podamos llevar fruto, es decir: ganar personas. Me preocupa bastante nuestro entrenamiento de tiempo completo. ¿Entrenamos a los jóvenes para que ganen a las personas o para que les impongan normas? Necesitamos meditar sobre nuestro camino, como dijo Hageo (1:5). Nuestro método no es correcto; hay algo que no está bien. (págs. 42-43)

EN CONFORMIDAD CON EL AMOR DE DIOS

  Nuestro pastoreo debe estar en conformidad con el amor de Dios para con el linaje humano caído. El linaje humano caído está unido con Satanás para ser su mundo en su sistema, pero Dios tiene un corazón de amor hacia estas personas. (Los grupos vitales, pág. 39)

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  Debemos ser pastores que tienen el corazón de nuestro Padre Dios que ama y perdona en Su divinidad y que tienen el espíritu de nuestro Salvador Cristo que pastorea y encuentra en Su humanidad. También debemos tener la visión celestial de todas las enseñanzas divinas y místicas de Cristo. El pastoreo y la enseñanza son la obligación de los grupos vitales y la manera básica ordenada por Dios para edificar el Cuerpo de Cristo, el cual tiene su consumación en la Nueva Jerusalén. (págs. 57-58)

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  Si recibimos esta clase de comunión, creo que habrá un gran avivamiento en la tierra, no por unos pocos gigantes espirituales, sino por los muchos miembros del Cuerpo de Cristo, al ser ellos pastores que siguen los pasos del Dios Triuno procesado al buscar y ganar a las personas caídas”. (pág. 40)

DESPERTAR UNA ATMÓSFERA PARA RESTAURAR A LOS SANTOS QUE SE HAN ENFRIADO

  Aunque Hymns, #471 habla de un santo que regresa al Señor, nosotros raramente lo cantamos porque hemos descuidado el asunto de restaurar a los santos que se han enfriado. Escribí este himno al comienzo de la obra en Taiwán porque sentí la necesidad de ayudar a los santos que estaban débiles, descarriados o fríos. Usé este himno para despertar una atmósfera para ayudar a los débiles y restaurar a los descarriados. Cuando llegamos por primera vez a Taiwán, no teníamos una atmósfera de predicar el evangelio, estudiar la verdad e ir en pos del crecimiento en vida. Tampoco teníamos una atmósfera de cuidar a las personas y de servir al Señor. Por ende, sentimos que se necesitaba despertar una atmósfera así.

RECOBRAR A LOS SANTOS QUE SE HAN ENFRIADO

  El primer mover de la iglesia tiene que ser para recobrar a los santos que no se han estado reuniendo y a aquellos con quienes hemos perdido el contacto. Según nuestros registros, este no es un asunto insignificante. La iglesia en Taipéi tiene más de cincuenta mil tarjetas de información de contactos. Si restamos a los que se reúnen regularmente, a los que salieron a otro lugar, y al pequeño número de los que han fallecido, todavía quedan por lo menos cuarenta y cinco mil. Ya que la iglesia en Taipéi tiene como la mitad de los santos en Taiwán, debe haber más de noventa mil santos que se han enfriado en toda la isla.

  Estos santos son la cosecha de nuestra labor y ardua obra en el pasado. Ellos fueron bautizados y llenaron las tarjetas con sus datos. Ellos son los miembros de nuestra familia, pero todos han desaparecido; por consiguiente, tenemos que tomar muy en serio este asunto. Ahora es el tiempo de poner en orden los asuntos de nuestra familia, y lo primero que debemos hacer es buscar a estos santos para traerlos de regreso. Si hacemos esto minuciosamente por la gracia del Señor, podríamos recobrar a dos terceras partes de ellos en dos o tres años. No sería sorpresa poder recobrar a tres o hasta cinco mil durante la primera mitad de este año. Aunque recobrar a la mayoría de ellos va a requerir un esfuerzo más grande por parte de los santos que se reúnen regularmente en los grupos pequeños. Esto es algo que requiere de mucha labor, pero por lo menos dos terceras partes serán recobrados si lo hacemos bien. Si se recobran treinta mil santos, esto fortalecerá grandemente el testimonio y el servicio de la iglesia en Taipéi.

EXAMINAR MINUCIOSAMENTE LAS TARJETAS DE INFORMACIÓN

  Nuestro plan inicial, con el fin del recobrar a estos hermanos y hermanas, consiste en examinar minuciosamente estas tarjetas de información. Entre los cincuenta mil nombres en la iglesia en Taipéi, cerca de diez mil direcciones son correctas. De entre este número, hay aproximadamente cinco o seis mil santos que participan en la vida de iglesia regularmente y cerca de seis mil más vienen ocasionalmente a las reuniones. Así que, tenemos información precisa de las direcciones de estos santos. La información en cuanto a estos seis mil santos que se reúnen ocasionalmente se les distribuyeron a cada grupo pequeño; esto está muy bien. Debemos comenzar recobrando a los hermanos y hermanas que rara vez asisten a las reuniones pero que sabemos dónde se encuentran. Esto involucra una obra de visitación y restauración.

  También debemos localizar a casi cuarenta mil santos que desconocemos dónde están. Esto es algo que consume mucho tiempo y estamos en el proceso de buscar la manera en que las iglesias en Taiwán puedan coordinar unas con otras para buscar a estos santos. Hemos comenzado a distribuirles estas tarjetas de información a cada uno de los grupos pequeños para que al menos ellos vayan a estas direcciones que están en las tarjetas. Esta es una manera para comenzar a restaurar a estos santos.

RECIBIR LA CARGA DE SALIR Y VISITAR

  La clave para recobrar a estos santos consiste en que los hermanos y hermanas que se reúnen regularmente en los grupos pequeños reciban una carga. Si no tenemos una carga, será difícil movernos; pero con la carga vendrá la gracia. Necesitamos una carga para visitar a ocho o nueve, no sólo uno o dos. En promedio, cada santo debe estar dispuesto a contactar por lo menos a ocho. Esta es una tarea grande y difícil. Sin embargo, quiero animarles con una estadística: cuando aumente el número de santos que vienen a las reuniones hasta cuarenta mil, aproximadamente una de cada treinta personas en Taipéi será uno de nuestros hermanos y hermanas. Esto fácilmente nos permitirá introducir el evangelio en cada nivel social. Tendremos hermanos y hermanas en cada oficio y profesión, sea contadores, propietarios de negocios, generales del ejército, profesores universitarios, amas de casa o taxistas.

FORTALECER EL TESTIMONIO Y ORAR DESESPERADAMENTE

  Nuestro testimonio necesita ser fortalecido. Los santos que están vagando afuera están esparcidos y no están disfrutando las riquezas de nuestra familia. Ellos están verdaderamente como el hijo pródigo que no podía encontrar ni algarrobas para comer (Lc. 15:13-16). Pero en la casa del Padre, en la casa de Dios, la cual es la iglesia, el alimento es abundante. Por tanto, tenemos que compadecernos de ellos y traerlos al hogar para que disfruten las riquezas en la casa del Padre con nosotros.

  Antes de salir, tenemos que orar minuciosamente. Definitivamente les puedo testificar de la efectividad de la oración. En 1932, cuando el Señor levantó la iglesia en Chifú, cada día pude ver la efectividad de la oración. El Señor traía a las personas de maneras que eran muy maravillosas. Tenemos que creer que nuestra preocupación corresponde con la preocupación del Señor en el trono; de hecho, Su preocupación nos ha tocado para que nos preocupemos por otros. Así que, tenemos que recibir una carga para orar. Al principio tal vez no conozcamos los nombres de los que necesitan ser restaurados. Sólo sabemos que hay unos cuarenta o cincuenta mil que necesitan de nuestras oraciones. Podemos decirle al Señor: “Recuerda a estos santos”. Creo que si dos o tres mil oran diariamente, el Señor oirá nuestra oración.

EL PRINCIPIO DE LA VISITACIÓN

  Visitar a los santos que se han enfriado requiere de mucha consideración. Si no lo hacemos apropiadamente, los alejaremos aún más. Si al visitarlos lo que hacemos es alejarlos, será mejor que no los visitemos. Cuando los santos me preguntan qué deben hacer cuando visitan, es difícil para mí dar una respuesta específica porque he descubierto que las maneras en que hago las cosas no siempre funcionan.

TENER UN ESPÍRITU DE ORACIÓN Y APRENDIZAJE

  Consideren el ejemplo del boxeo. Un maestro puede enseñar a boxear de una manera en el aula, pero cuando llega el encuentro de boxeo verdadero, puede que las instrucciones del maestro no funcionen. En el encuentro se tienen que hacer ajustes según la situación. Por consiguiente, lo más importante al visitar es tener un espíritu de oración y de aprendizaje, diciendo: “Oh Señor, sólo Tú puedes restaurar a esta persona”. Ninguno de nosotros puede hacer esto por nosotros mismos. Los que no tienen experiencia enfrentarán dificultades, pero incluso los experimentados no pueden descansar en lo que han aprendido en el pasado, porque la situación de cada persona es diferente. Tenemos que buscar al Señor, orando: “Ten misericordia de mí; no puedo hacer nada. Concédeme la sabiduría y las palabras que necesito hablar”.

DESCANSAR EN LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO

  Al buscar a los santos, tenemos que descansar en la obra del Espíritu Santo. Yo creo que mi regreso a las reuniones fue completamente la obra del Espíritu Santo; fue el Espíritu Santo quien me trajo de vuelta. La obra del Espíritu se compara en Lucas 15 con una mujer que enciende una lámpara para buscar una moneda perdida. El Espíritu Santo puede alumbrar sobre los santos con la palabra del Señor y está dispuesto a buscarlos hasta encontrarlos (vs. 8-9). (Crucial Words of Leading in the Lord’s Recovery, Book 4: The Increase and Spread of the Church, págs. 162, 163-165, 165-166, 172)

EL AMOR ES EL CAMINO MÁS EXCELENTE

  El final de 1 Corintios 12 revela que el amor es el camino más excelente (v. 31b). ¿Cómo puede uno ser un anciano? El amor es el camino más excelente. ¿Cómo puede uno ser colaborador? El amor es el camino más excelente. ¿Cómo pastoreamos a la gente? El amor es el camino más excelente. El amor es el camino más excelente para que profeticemos y enseñemos a los demás. El amor es el camino más excelente para que obremos y seamos lo que somos.

  La iglesia no es una comisaría donde se arresta a las personas ni una corte legal donde se juzga, sino un hogar donde se cultiva a los creyentes. Los padres saben que cuanto peores sean sus hijos, más necesitarán su cuidado. Si nuestros hijos fueran ángeles, no necesitarían que fuéramos sus padres ni que les criáramos. La iglesia es un hogar de amor donde se crían a los hijos. La iglesia también es un hospital donde los enfermos son sanados y se recuperan. Finalmente, la iglesia es una escuela en la cual se enseña y se edifica a los indoctos que no tienen mucho entendimiento. Puesto que la iglesia es un hogar, un hospital y una escuela, los colaboradores y los ancianos deben ser uno con el Señor para cultivar, sanar, recuperar y enseñar a los demás en amor.

  Sin embargo, algunas iglesias son comisarías, donde se arresta a los pecaminosos, y cortes legales donde se les juzga. Pablo tenía otra actitud. Él dijo: “¿Quién está débil, y yo no estoy débil?” (2 Co. 11:29a). Cuando los escribas y los fariseos llevaron una mujer adúltera al Señor, Él les dijo: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” (Jn. 8:7). Después de que todos salieron, el Señor preguntó a la mujer pecaminosa: “Mujer, ¿dónde están los demás? ¿Ninguno te condenó?”. Ella dijo: “Ninguno, Señor”. Luego Jesús dijo: “Ni Yo te condeno” (vs. 10-11). ¿Quién no tiene pecado? ¿Quién es perfecto? Pablo dijo: “Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles” (1 Co. 9:22). Esto es amor. No debemos considerar que los demás están débiles, y no nosotros. Esto no es amor. El amor cubre y edifica, así que el amor es el camino más excelente para que seamos lo que somos y obremos con miras a la edificación del Cuerpo de Cristo. (Los grupos vitales, págs. 77-78)

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  Necesitamos tener esta clase de amor e ir a los hermanos que se han enfriado y que piensan que la iglesia los juzga, y hacerles ver que la iglesia no censura a nadie. Al contrario, ella quiere ver que todos los que se han enfriado regresen. Si todos ellos regresaran, yo lloraría de agradecimiento ante el Señor. El Señor me es testigo de que yo no juzgo a nadie. No estamos calificados para condenar a nadie. Sin la misericordia del Señor, estaríamos en la misma posición que los santos que no han vuelto. Por lo tanto, debemos amarlos. Todo depende del amor. El rey Salomón dijo: “Pero el amor cubrirá todas las faltas” (Pr. 10:12). Amamos a las personas, a los opositores y a los más rebeldes. Lo digo de corazón. Los amamos; no los aborrecemos. ¿Quién soy yo? No tengo derecho a condenar ni a odiar. ¿Soy acaso perfecto? Aun el profeta Isaías, cuando vio al Señor, dijo: “¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos...” (Is. 6:5). ¿Quién está limpio? Si criticamos a los demás y decimos algo malo de ellos, no estamos limpios. (Una exhortación amorosa a los colaboradores, ancianos y los que aman y buscan al Señor, pág. 33)

EL AMOR ES LO MAYOR

  El amor no tiene envidia, no se irrita, no toma en cuenta el mal, todo lo cubre, todo lo soporta, nunca deja de ser y es lo mayor (1 Co. 13:4-8, 13).

  Los ancianos deben entender que cuando pastorean, tienen que cubrir los pecados de los demás y no tomar en cuenta los males de ellos. El amor lo cubre todo, no sólo las cosas buenas, sino también las malas. El que revela los defectos, las fallas y los pecados de los miembros de la iglesia es descalificado como anciano. Si ponemos al descubierto a los miembros que están bajo nosotros los ancianos, bajo nuestro pastoreo, nuestra capacidad será anulada. El amor también lo soporta todo y nunca deja de ser. El capítulo 13 de 1 Corintios concluye diciendo: “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor”. (Los grupos vitales, pág. 74)

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