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Mensajes del libro «Cumplimiento del tabernáculo y de las ofrendas en los escritos de Juan, El»
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CAPÍTULO QUINCE

LAS DOS SEÑALES TRADICIONALES EN JUAN 4: EL POZO DE JACOB Y EL MONTE GERIZIM

(2)

  Lectura bíblica: Jn. 4:3-34, 39-42

  En el capítulo anterior empezamos a considerar las dos señales tradicionales halladas en Juan 4: el pozo de Jacob y el monte Gerizim. Nos enfocamos en la señal del pozo de Jacob, y vimos que este pozo significa que nada tradicional puede satisfacer la sed de la vida humana. Nuestra sed solamente puede ser saciada por la persona viviente de Cristo, el don de Dios. En este capítulo consideraremos la segunda señal, la señal del monte Gerizim.

LA HISTORIA RELACIONADA CON EL MONTE GERIZIM

  El monte Gerizim también es una señal tradicional. Este monte vino a ser algo tradicional debido a la historia de tres pasos importantes. El primero, como ya lo hemos mencionado, era la tierra donde se encontraba el monte Gerizim, que era un tesoro que pertenecía a Jacob (Gn. 33:19). Después Jacob dio esta tierra a su amado hijo José como una herencia particular (Jos. 24:32).

  Segundo, cuando los hijos de Israel iban a entrar en la buena tierra, Dios les ordenó por medio de Moisés que declararan la bendición de Dios a los que guardan la ley. Deuteronomio 11:29 habla acerca de esto: “Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra a la cual entras para poseerla, pondrás la bendición sobre el monte Gerizim y la maldición sobre el monte Ebal”. Según Deuteronomio 27:12, seis tribus debían ponerse de pie sobre el monte Gerizim para bendecir al pueblo. Esto indica que el monte Gerizim era el monte más importante del territorio que Jacob dio a José. Aunque el monte Gerizim no fue tan importante como el monte Sinaí, no obstante es un hecho que la bendición relacionada con guardar la ley fue declarada sobre el monte Gerizim. Esa declaración con respecto a guardar la ley le dio al monte Gerizim una importancia única.

  Tercero, durante el tiempo de los reyes, los asirios se apoderaron de este territorio, ubicado en el reino del norte de Israel, y trajeron gente de Babilonia y de otros lugares paganos a dicha región e hicieron que se establecieran allí (2 R. 17:6, 24). Como resultado, la adoración pagana fue introducida y mezclada con la adoración al Dios verdadero. Según Josefo, un famoso historiador judío, Alejandro Magno dio permiso, casi 330 años antes de Cristo, a un hombre llamado Manasés, un hermano del sumo sacerdote, para edificar un templo en el monte Gerizim. Esto significa que un judío edificó un templo para la adoración a Dios sobre la cima del monte Gerizim. Eso sirvió para fortalecer el concepto que mantenían los samaritanos de que el monte Gerizim era el lugar apropiado para adorar a Dios.

  Éste es el trasfondo de lo que la mujer samaritana dijo al Señor Jesús: “Nuestros padres adoraron en este monte, mas vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar” (Jn. 4:20). Los judíos se basaban en las Escrituras para insistir en que el lugar apropiado para adorar a Dios era Jerusalén. Los samaritanos, sin embargo, no tenían base alguna para declarar que el monte Gerizim era el lugar apropiado. Cuando Manasés edificó un templo en el monte Gerizim, la mixtura que había en la adoración no sólo fue fortalecida sino completada. Después de más de dos siglos, en 126 a. C., ese templo donde se rendía esta adoración mixta fue destruido por otro judío de nombre Juan Hircano. Éste es un esquema de la historia relacionada con el monte Gerizim.

LA MIXTURA EN LA ADORACIÓN

  En el capítulo 4 de Juan tenemos un monte y un pozo al pie del monte. El pozo es necesario para la vida humana, y el monte está relacionado con la adoración a Dios. El Señor Jesús primero indicó a la mujer samaritana que el pozo de Jacob no podía satisfacer la sed que tiene el hombre en su vida humana. En segundo lugar, el Señor Jesús indicó que el monte en donde los samaritanos adoraban no podía proveer la adoración que satisface a Dios. Hoy en día también tenemos los asuntos de la sed en la vida humana y la adoración a Dios. Necesitamos ser satisfechos en vida, y también necesitamos tener la clase de adoración que pueda satisfacer a Dios.

  Entre los cristianos de hoy en día, muchos no han podido satisfacer su sed, y su adoración no satisface a Dios. Su adoración no satisface a Dios debido a que es una mixtura. Hemos visto que en el monte Gerizim fue establecida cierta clase de adoración bajo las autoridades paganas, que mezcló las cosas del paganismo con varios asuntos genuinos de la religión judía. En principio, esto mismo ha sucedido en la llamada iglesia histórica. Bajo la autoridad de gobernadores paganos, los elementos del paganismo se han mezclado con los elementos de la fe y la adoración cristianas. Por ejemplo, el Concilio de Nicea fue realizado bajo la autoridad de un gobernador pagano, Constantino el Grande. Tanto la Navidad como la Pascua involucran una mixtura de cosas paganas con la genuina adoración a Dios.

  Un ejemplo de esta clase de mixtura es la levadura que se menciona en Mateo 13:33: “Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a levadura, que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado”. Esta mujer representa a la Iglesia Católica, la cual adoptó muchas prácticas paganas y perversidades, y las mezcló con las enseñanzas acerca de Cristo para leudar todo el contenido del cristianismo. Así pues, el catolicismo es íntegramente una mixtura. Esta mixtura aún no ha sido completamente erradicada de las denominaciones protestantes. Por ejemplo, la Navidad fue inventada por el catolicismo; sin embargo, fue heredada por el protestantismo. Esto mismo se aplica a la Pascua. Este ejemplo muestra el hecho de que la adoración en la cual muchos cristianos son partícipes está llena de mixtura.

ADORAR EN ESPÍRITU Y CON VERACIDAD

  El punto crucial que debemos ver es que el Señor Jesús dijo a la mujer samaritana que la adoración verdadera, la adoración que Dios el Padre busca, no se hace en un monte sino en el espíritu humano: “Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre [...] Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y con veracidad es necesario que adoren” (Jn. 4:21, 24). En el Antiguo Testamento, el monte Sion, el lugar de la habitación de Dios y el lugar donde estaba Su nombre, era un tipo del espíritu humano. Según el Nuevo Testamento, la morada de Dios no está en ningún monte, ni siquiera está en los cielos. Más bien, la morada de Dios está en el espíritu del hombre (Ef. 2:22). En realidad, el espíritu del hombre es la morada de Dios y también el lugar donde está el nombre de Dios. Si vamos a otro lugar para adorar a Dios, esto indica que hemos abandonado el nombre de Dios. Hay un solo lugar donde podemos ser preservados en el nombre de Dios, y ese lugar es nuestro espíritu. Si venimos a nuestro espíritu, guardamos el nombre de Dios y somos preservados en Su nombre. ¿Qué nombre podemos tomar para nosotros mismos al adorar al Padre en espíritu? No debemos tomar ningún nombre. La verdadera adoración al Padre, la adoración que Él desea, es la adoración que le rendimos en nuestro espíritu, según está tipificado por la adoración en el monte Sion.

  La verdadera adoración a Dios el Padre se hace en el espíritu, y también con veracidad. Los hijos de Israel debían adorar a Dios en el monte Sion y con las ofrendas. Hemos visto que el monte Sion es un tipo de nuestro espíritu. Las ofrendas tipifican a Cristo, quien es la realidad. Cristo es el cumplimiento y la realidad de todas las ofrendas con las cuales el pueblo de Dios adoraba a Dios. Cristo es la ofrenda por el pecado, la ofrenda por las transgresiones, el holocausto, la ofrenda de harina y la ofrenda de paz verdaderas. Es por esto que hablamos del cumplimiento del tabernáculo y las ofrendas en los escritos de Juan. En el Evangelio de Juan podemos ver el verdadero tabernáculo y también las verdaderas ofrendas. El tabernáculo es el agrandamiento de Cristo, y las ofrendas son Cristo mismo como realidad. Hoy adoramos a Dios en nuestro espíritu con Cristo como la realidad de todas las ofrendas. Cuando el Señor Jesús le indicó a la mujer samaritana que adorara a Dios el Espíritu en su espíritu y con veracidad, Él le dio a entender que ella debía tener contacto con Dios el Espíritu en su espíritu, no en un lugar especial, y debía hacerlo por medio de Cristo, no por medio de las ofrendas. Ahora que Cristo, la realidad, ha venido, todas las sombras y los tipos se han terminado.

LA ADORACIÓN QUE SATISFACE AL PADRE

  Por más de cuarenta años he estado combatiendo la batalla acerca de la verdadera adoración a Dios. Esta batalla aún no ha sido ganada, porque en nuestras reuniones aún podemos ver muchas cosas tradicionales. No tenemos mucha realidad de Cristo como nuestras ofrendas. Cuando usted venga a una reunión de la iglesia, usted debe venir con Cristo como su ofrenda por el pecado, y también como su holocausto o como su ofrenda de harina. De hecho, todos debemos venir a las reuniones con Cristo, como todas las ofrendas. No obstante, muchos todavía vienen a las reuniones de una manera tradicional simplemente para sentarse en silencio.

  Todos los santos tienen un espíritu regenerado. ¿Por qué muchos no usan su espíritu para decir algo de Cristo en las reuniones? He observado que sólo ciertos hermanos, una minoría, son los que mayormente suelen compartir y dar testimonios. A veces uno puede anticipar de antemano quien es el que posiblemente hable en la reunión. Algunos santos asisten a las reuniones una y otra vez, pero nunca dicen ni una palabra respecto a Cristo. Ellos asisten a las reuniones para disfrutar los cánticos y escuchar un mensaje. ¿Saben qué es esto? Ésta es la manera tradicional de adorar a Dios, la manera que practica la mayoría de los creyentes.

  La manera en que muchos grupos cristianos practican la adoración es una composición de elementos tradicionales. Es posible que sigan un programa, o un orden para la adoración, el cual incluye los himnos, un solista, una oración ofrecida por el ministro, la lectura de la Biblia, recoger una ofrenda, el sermón y la bendición. Aunque en nuestra adoración no seguimos ese orden, todavía podemos estar muy influenciados por la tradición. Por consiguiente, es necesario que nos ejercitemos para tener la clase de adoración que satisfaga al Padre. La adoración que Dios el Padre desea es en espíritu y con Cristo como realidad de todas las ofrendas.

TRES ASUNTOS IMPORTANTES

El agua viva

  En Su conversación con la mujer samaritana, según Juan 4, el Señor recalcó tres asuntos importantes. En primer lugar, le indicó que ella necesitaba al viviente Hijo de Dios como una fuente de agua viva que brote dentro de ella. Primero le dijo: “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le habrías pedido y Él te habría dado agua viva” (v. 10). Finalmente, le dijo: “El que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que Yo le daré será en él una fuente de agua que brote para vida eterna” (v. 14).

Adorar en el espíritu humano

  Segundo, el Señor le habló a la mujer samaritana respecto a la necesidad de que el espíritu humano adore al Espíritu divino: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y con veracidad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y con veracidad es necesario que adoren” (vs. 23-24). El Señor dijo esto a la mujer a fin de instruirla con respecto a la necesidad de ejercitar su espíritu para tener contacto con Dios el Espíritu.

  Aquí el Señor no le estaba diciendo que ella debía adorar a Dios en el Espíritu Santo. En realidad, el Espíritu Santo es el objeto de nuestra adoración, no el medio con el cual adoramos. Debemos adorar al Espíritu divino por medio de nuestro espíritu humano regenerado. El Señor dijo: “Dios es Espíritu”. Si queremos adorar a este Espíritu, tenemos que adorarle en nuestro espíritu. Únicamente el espíritu puede adorar al Espíritu. El espíritu que adora es nuestro espíritu humano, y el Espíritu adorado es el Espíritu divino. Así pues, el espíritu humano adora al Espíritu divino.

  Este Espíritu divino es el Dios Triuno: Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu. Toda la Deidad es Espíritu. En Juan 4:24 Dios no denota una parte de la Deidad, sino toda la Deidad. No obstante, debido a la influencia de la teología sistemática, algunos cristianos tratan de separar al Padre, Hijo y Espíritu. Es comúnmente enseñado que nunca debemos orar al Espíritu Santo ni adorar al Espíritu Santo. Según la enseñanza tradicional, debemos adorar a Dios el Padre en el nombre de Jesucristo el Hijo por el poder del Espíritu Santo. Sin embargo, lo dicho por el Señor Jesús en el versículo 24 indica que toda la Deidad es Espíritu. En la Trinidad no solamente el Espíritu es Espíritu, sino que también el Padre y el Hijo son Espíritu. El Dios Triuno es Espíritu, y nosotros le adoramos como el Espíritu divino por medio de nuestro espíritu humano.

  En el capítulo 4 de Juan el Señor Jesús puso gran énfasis en el espíritu humano. Sin embargo, adorar al Espíritu divino con nuestro espíritu humano es una práctica muy descuidada por los cristianos de hoy. En lugar de adorar en el espíritu, hay muchos que adoran según programas, horarios y rituales. También es posible que cuando venimos a las reuniones nosotros fallemos y no adoremos en espíritu. ¿Asiste usted a las reuniones de la iglesia en su espíritu? Es posible que fallen y no vengan a la reunión en espíritu. Al contrario, tal vez vengan a la reunión según su horario, programa o a su manera.

  Cuando venimos a una reunión de la iglesia, no debemos venir de una manera ritualista ni formal; debemos venir en nuestro espíritu. Puedo testificar que interiormente no tengo paz si antes de venir a una reunión no oro para avivar mi espíritu. Todos los santos deben tener la práctica de ejercitar su espíritu antes de venir a una reunión. Cada vez que estemos apunto de ir a una reunión de la iglesia, debemos avivar nuestro espíritu a fin de que nuestro espíritu sea plenamente “levantado”.

  En la conversación que tuvo con la mujer samaritana, el Señor le indicó que había dos espíritus: el Espíritu divino y el espíritu humano. El Espíritu divino es adorado por el espíritu humano. Hoy en día debemos prestar mucha atención a estos dos espíritus.

Cristo como la realidad de las ofrendas

  El tercer asunto que el Señor le mostró a la mujer samaritana fue el de adorar al Padre con veracidad o realidad. Cristo no solamente es el Hijo viviente de Dios que es el don de Dios para nosotros; Él también es la realidad de todas las ofrendas. Les animo a que pongan en práctica todo lo que han oído acerca de Cristo como las ofrendas. Les ayudaría leer el libro Experimentamos a Cristo como las ofrendas para presentarlo en las reuniones de la iglesia. No debemos recibir los mensajes respecto a Cristo como las ofrendas meramente como enseñanzas. Debemos llevar estos mensajes a la práctica y orar: “Señor, quiero tomarte como mi ofrenda por el pecado y mi ofrenda por las transgresiones, de modo que pueda participar de Ti como mi holocausto, mi ofrenda de harina y mi ofrenda de paz. Señor, durante toda mi vida, día tras día, quiero disfrutarte y participar de Ti como todas mis ofrendas”.

  En nuestra experiencia necesitamos tener al Hijo viviente de Dios como el don divino que nos fue dado, necesitamos adorar al Espíritu divino con nuestro espíritu humano y necesitamos a Cristo como la realidad de las ofrendas. Si tenemos estos elementos en nuestra experiencia diaria, tendremos una vida que está completamente satisfecha con Cristo, y en nuestra vida de iglesia tendremos la adoración que satisfará a Dios al máximo. En nuestra vida humana necesitamos a Cristo como el agua viva, y en nuestra vida de iglesia necesitamos a Cristo como la realidad de las ofrendas. Si tenemos a Cristo como el agua viva y la realidad, no tendremos ningún pozo tradicional de Jacob, ni un monte Gerizim con su mixtura de adoración. En vez de tradición, rituales o formalidades, tendremos una vida en la que estamos satisfechos y una adoración que satisface al Padre.

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