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Mensajes del libro «Cumplimiento del tabernáculo y de las ofrendas en los escritos de Juan, El»
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CAPÍTULO DOS

LA PALABRA, EL TABERNÁCULO, EL CORDERO DE DIOS, LA PALOMA, LA PIEDRA Y LA CASA DE DIOS

(2)

  Lectura bíblica: Juan 1:1-2, 14, 29, 36, 32, 42, 51

  En los dos capítulos siguientes consideraremos en forma detallada algunos puntos del extracto del capítulo 1 de Juan, como se ve en la Palabra, el tabernáculo, el Cordero, la paloma, la piedra y la casa de Dios. En particular, examinaremos el significado de estas seis señales. En este capítulo daremos una palabra preliminar acerca de la Palabra, el tabernáculo, el Cordero, la paloma, la piedra y la casa de Dios. Nuestro enfoque aquí se centrará en lo que significa la Palabra en Juan 1:1.

  Desde que comencé a estudiar la Biblia cuando era joven, he tratado de encontrar la definición acerca de la Palabra en Juan 1:1. Aunque he leído varios libros excelentes sobre este tema, nada que haya leído al respecto me satisfizo por completo. Algunos expositores y eruditos de la Biblia dicen que en Juan 1:1 la Palabra se refiere al concepto del Lógos en la filosofía griega. Según esos escritos, el Lógos era la sustancia o elemento básico en el pensamiento filosófico de los griegos. Un libro que leí recientemente dice que el Lógos involucra la concepción interna y la expresión externa. Según este entendimiento de la Palabra, el Lógos, primeramente está la concepción interior. Cuando dicha concepción es hablada, entonces hay una expresión exterior. Por lo tanto, según esta interpretación, la concepción interna más la expresión externa equivale a la Palabra, el Lógos.

  Esta definición acerca de la Palabra en Juan 1:1 no es adecuada. En lo profundo de mi ser todavía deseo conocer lo qué significa este término en la revelación divina, en la Biblia. Por esta razón, he estado ejercitando mi ser interior y poniendo mis ojos en el Señor, para que nos conceda el entendimiento apropiado acerca de la Palabra en Juan 1:1.

LA BIBLIA SE INTERPRETA CON LA BIBLIA MISMA

  Cuando era joven, me enseñaron algunos elementos básicos que a lo largo de los años han sido de gran ayuda en mi estudio de la Biblia. Uno de estos elementos básicos es que debemos interpretar la Biblia con la Biblia. Conforme a este principio, para definir un versículo en la santa Palabra se requiere el resto de la Biblia. Esto significa que toda la Biblia es la definición plena, total, completa y perfecta de cualquier palabra o término usado en la Biblia. Por más de cincuenta años he estado guardando este principio en mi lectura y estudio de la Palabra de Dios. No puedo negar la ayuda que he obtenido al consultar los libros de referencia y exposiciones. Sin embargo, aun habiendo recibido la ayuda de tales libros, todavía persiste el hambre y la sed de conocer el significado real, la propia connotación, de los diferentes términos hallados en la Biblia. Por lo tanto, después de estudiar los escritos de otros, siempre he tenido que regresar al principio de que cualquier versículo de la Biblia se interpreta con el resto de la Biblia misma.

LA PALABRA VIVIENTE Y LA PALABRA ESCRITA

  Recientemente, comencé a recibir luz de parte del Señor, respecto al significado real que tiene la Palabra en Juan 1:1 conforme a toda Su revelación divina. Hace muchos años aprendí que Cristo es la Palabra viviente y que la Biblia es la Palabra escrita. En realidad, éstas no son dos palabras. La Palabra viviente y la Palabra escrita son una y se corresponden la una a la otra. Aunque yo sabía esto, no apliqué tal entendimiento en cuanto a la Palabra en Juan 1:1. Ahora veo que la Palabra en Juan 1:1 incluye la Palabra escrita y la Palabra viviente como su realidad.

  A fin de obtener un entendimiento apropiado de la Palabra en Juan 1:1, necesitamos acudir a la Biblia y ver a qué se refiere la Palabra en las Sagradas Escrituras. Si hacemos esto, veremos que ésta primero se refiere a Cristo como Palabra viviente. Esta Palabra viviente necesita la Palabra escrita. Sin la Palabra escrita, no seremos aptos para aprehender la Palabra viviente. Necesitamos un libro, la Biblia, para definir y explicar la persona viviente de Cristo. Cristo, la persona universal, es la Palabra viviente de Dios, y la Biblia es la Palabra escrita. La Biblia es el Libro de libros, y Cristo es la persona. El Libro es la definición de la persona. La Palabra escrita, la Biblia, es la definición de la Palabra viviente, la persona viviente de Cristo. Esto describe la Palabra viviente con la Palabra escrita.

EL DIOS DEFINIDO

  Cuando tenemos la Palabra viviente con la Palabra escrita, tenemos al Dios definido. Por cuanto Dios es abstracto, misterioso e invisible, es necesario que Dios sea la Palabra a fin de explicarse, definirse y revelarse a Sí mismo. La Palabra en Juan 1:1 alude al Dios definido, el Dios explicado, el Dios expresado, el Dios revelado, el Dios dado a conocer a los seres humanos. Ésta es la Palabra. En Juan 1:1 la Palabra se refiere a nuestro Señor, la Palabra viviente, con la Biblia, la Palabra escrita.

  En Apocalipsis 19:11-13 tenemos un cuadro del Cristo que juzga y hace guerra. El versículo 13 dice: “Está vestido de una ropa teñida en sangre; y Su nombre es la Palabra de Dios”. El nombre escrito en el muslo del Señor puede compararse a una insignia, una etiqueta, o una señal. Mientras Él lucha contra el enemigo, Él porta una señal que dice: “La Palabra de Dios”. Esto indica que el Señor mismo es la Palabra de Dios. ¿Quiere usted conocer a Dios? A fin de conocer a Dios, usted necesita leer a Cristo, estudiar a Cristo, contemplar a Cristo, mirar fijamente a Cristo.

  Sin embargo, no podemos conocer al Señor, la Palabra viviente, simplemente al estudiarlo y contemplarlo a Él. También necesitamos el Libro, la Biblia, la Palabra escrita. Si hemos de conocer a Dios, por un lado, debemos contemplar esta persona viviente y, por otro, debemos estudiar el Libro.

  Hemos visto que la Palabra en Juan 1:1 se refiere tanto a la Palabra viviente como a la Palabra escrita. ¡La Palabra, en este versículo, es grandiosa! Esta Palabra es en realidad Dios mismo.

  Durante los siglos ha habido mucho debate entre los teólogos con respecto a Juan 1:1. Hemos señalado que, según Juan 1:1, Cristo es Dios,. Otros afirman que la última parte de este versículo no debe traducirse “y la Palabra era Dios”, sino que debe decir “y la Palabra era una deidad”. Algunos que prefieren esta traducción niegan que Jesucristo es Dios mismo. Es posible que ellos digan que Él es una deidad, pero no que Él es Dios. Pueden mantener el concepto de que el Señor Jesús es el Lógos y es una deidad, pero niegan que Él es Dios mismo.

EL DIOS TRIUNO ES DEFINIDO EN UNA PERSONA VIVIENTE

  La Palabra en Juan 1:1 es el Dios Triuno definido en una persona viviente. Esa persona viviente no es solamente el Hijo de Dios —Él es el Dios completo. Refiriéndose a Cristo, Colosenses 2:9 dice: “En Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”. Es difícil definir la palabra plenitud tal como se usa en la Biblia. ¿Puede usted explicar la diferencia entre plenitud y riquezas? Algunos que están familiarizados con lo que hemos escrito en otras publicaciones podrían decir que las riquezas denotan lo que Cristo es, y que la plenitud es aquello que llegamos a ser como Cuerpo de Cristo, como resultado de disfrutar a Cristo. Sin embargo, esta explicación aquí no es de gran ayuda. De acuerdo con el uso bíblico, el significado de la palabra plenitud excede al significado de la palabra riquezas. Riquezas es un término más formal. Primero obtenemos las riquezas y luego la plenitud. Por esta razón, podemos decir que la plenitud sobrepasa a las riquezas. Colosenses 2:9 dice que la plenitud de Dios habita corporalmente en Cristo. La plenitud no habita en Cristo de manera teórica ni invisible; habita en Él corporalmente.

  ¿A qué se refiere la expresión la plenitud de la Deidad? ¿No se refiere a toda la Deidad, a la persona completa de Dios? Sí, la plenitud de la Deidad es toda la Deidad, incluyendo el Padre, el Hijo y el Espíritu. La Deidad es el Padre, el Hijo y el Espíritu. Entonces, ¿cómo podemos decir que la plenitud de la Deidad incluye sólo a Dios el Hijo, y no a Dios el Padre ni a Dios el Espíritu? Esto no sería lógico. Puesto que la Deidad incluye al Padre, al Hijo y al Espíritu, la plenitud de la Deidad debe ser la plenitud del Padre, el Hijo y el Espíritu. Como corporificación de la plenitud de la Deidad, Cristo no solamente es el Hijo de Dios, sino el Dios completo.

LA PALABRA SE HACE CARNE Y FIJA TABERNÁCULO ENTRE NOSOTROS

  Juan 1:1 y 2 dicen: “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Él estaba en el principio con Dios”. En el principio, esto es, en la eternidad pasada, la Palabra que definió a Dios, explicó a Dios y reveló a Dios estaba con Dios. Él estaba con Dios antes de la fundación del mundo. Luego, un día Él se hizo un hombre. En Juan 1:14 la Palabra se hizo carne. La traducción “fue hecho” tal como aparece en la versión King James no es correcta. La traducción apropiada de la palabra griega es “llegó a ser”. Aquí, la palabra griega indica un paso firme que está relacionado con tener un nuevo comienzo. En la eternidad Cristo, la Palabra viviente, era Dios pero sin humanidad. Pero mediante la encarnación Él dio un paso firme para tener un nuevo comienzo. Él llegó a ser un hombre.

  Juan 1:14 dice que la Palabra no sólo se hizo carne, sino que también fijó tabernáculo entre nosotros. En este versículo hay dos predicados: se hizo y fijó tabernáculo. La historia escrita en los cuatro Evangelios es una historia del Dios encarnado que fija tabernáculo entre nosotros. Las palabras fijó tabernáculo abarcan los cuatro Evangelios.

CRISTO ES CRUCIFICADO COMO EL CORDERO DE DIOS

  Al final del relato en los Evangelios, el Señor Jesús fue a la cruz para morir por nuestra redención. Él murió como el Cordero de Dios (Jn. 1:29, 36). Por lo tanto, en los cuatro Evangelios vemos a Cristo como el tabernáculo, y al final de los Evangelio vemos que Él fue crucificado como el Cordero de Dios.

LA PALOMA CELESTIAL

  Después de efectuar la redención como el Cordero, Cristo fue resucitado y vino como la paloma, como el Espíritu vivificante. La paloma es en realidad Cristo mismo en otra forma. En 1 Corintios 15:45 dice que el postrer Adán fue hecho, “llegó a ser (lit.)”, Espíritu vivificante. Este versículo nos señala a otro nuevo comienzo, que también está implícito en las palabras llegó a ser. Cuando la Palabra se hizo carne, eso fue un nuevo comienzo. Cuando en resurrección Cristo llegó a ser el Espíritu vivificante, eso fue otro nuevo comienzo. Ahora Cristo está con nosotros como la paloma. En Juan 20 y 21 le vemos a Él como la paloma.

EL CORDERO-PALOMA

  En las Epístolas tenemos un relato de una paloma celestial, la paloma que desciende del cielo. Como Cordero Cristo anduvo sobre la tierra, pero como paloma Él se eleva en el aire. Esta paloma que se eleva, desciende sobre nosotros. Cuando ponemos nuestras manos sobre el Cordero, la paloma desciende sobre nosotros. Ahora lo que tenemos no es el Cordero y la paloma, sino el Cordero con la paloma. La paloma no se posa a un lado del Cordero. Más bien, la paloma reposa sobre el Cordero. La paloma desciende sobre el Cordero y habita sobre el Cordero. Por consiguiente, la paloma y el Cordero son uno solo. Este Cordero-Paloma es una entidad singular que tiene dos partes: el Cordero, la primera parte, y la paloma, la segunda parte. Como Cordero Él es el Redentor; como paloma Él es el Dador de vida.

LAS PIEDRAS VIVAS PARA UNA CASA ESPIRITUAL

  En las Epístolas vemos la obra transformadora que la paloma lleva a cabo a fin de hacernos piedras. En las Epístolas son producidas muchas piedras. El resultado de estas piedras es la edificación de una casa espiritual. Como Pedro dice, somos piedras vivas que estamos siendo edificados como casa espiritual (1 P. 2:5). Esta casa espiritual tendrá su consumación en la Nueva Jerusalén.

  En este capítulo hemos visto un esquema de todo el Nuevo Testamento. Primero, tenemos la Palabra, la Palabra viviente con la Palabra escrita. Luego tenemos la Palabra encarnada que fija tabernáculo entre nosotros. El hecho de que la Palabra fije tabernáculo se describe en detalle en los cuatro Evangelios. Al final de los Evangelios vemos que el Cordero fue crucificado por nuestra redención. En resurrección el Cordero llegó a ser la paloma. En el libro de Hechos y en las Epístolas, vemos a Cristo como paloma. Además, en las Epístolas vemos que los creyentes son transformados en piedras y que todas estas piedras son juntamente edificadas como una casa espiritual, la cual tiene su consumación en la Nueva Jerusalén. Ésta es la economía de Dios. Ésta es la línea central de la operación de Dios revelada en la Biblia.

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