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Mensajes del libro «Cumplimiento del tabernáculo y de las ofrendas en los escritos de Juan, El»
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CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS

LAS SEÑALES EN JUAN DEL 14 AL 17

(11)

  Lectura bíblica: Jn. 15:1—16:4

UNA SEÑAL DE LA PROPAGACIÓN UNIVERSAL DE CRISTO

  En este capítulo venimos a la sexta señal en Juan del 14 al 17: la señal de la vid verdadera. Esta señal está relacionada con la propagación de la vid. Mientras que los árboles crecen verticalmente, una vid se propaga al crecer horizontalmente. Por ejemplo, un cedro se estira hacia arriba, rumbo al cielo, pero una vid crece a lo largo de la superficie de la tierra. Así pues, el crecimiento de la vid depende de que ésta se propague para cubrir la tierra. En el capítulo 15 del Evangelio de Juan no tenemos un cedro; tenemos una vid que se propaga sobre la tierra.

  En mi visita a Londres en 1958, un amigo me llevó a ver la vid de la reina; la vid se hallaba dentro de un gran invernadero de vidrio. Mi amigo hacía alarde de esta vid, y me preguntó que me parecía. Yo le respondí, diciendo: “Para mí esta vid no es ninguna sorpresa, porque he visto una vid mucho más grande. La vid de la reina es pequeña, y el invernadero en donde está ubicada no es muy grande. Sin embargo, la vid que yo he visto es tan vasta, tan inmensa, que cubre toda la tierra. ¿Ha visto usted esta vid?”.

  Claro, la vid a la cual me refería es la vid verdadera, la vid revelada en Juan 15. En Juan 15:1 el Señor Jesús dijo: “Yo soy la vid verdadera”. Únicamente Cristo es la vid verdadera. Cualquier otra vid es falsa. Como la vid verdadera, el Señor es permanente; pero las otras vides, incluso la vid de la reina, son temporales. En la tierra hay una vid que es permanente, y esta vid es Cristo. Cristo es la vid universal que se extiende sobre toda la tierra.

  Los incrédulos pueden pensar que estamos soñando cuando decimos que Cristo es la vid universal que cubre toda la tierra. Pero esto no es un sueño. Hoy en día hay millones de cristianos alrededor de la tierra. Cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, Él fue restringido a viajar solamente en un área pequeña. Pero ahora Cristo se ha propagado por todo el mundo. ¿Pueden nombrar algún país al cual Cristo como la vid universal no se haya propagado? Adonde sea que vayamos, podemos ver la propagación de la vid universal.

  En Juan 15:1 el Señor dijo: “Yo soy la vid verdadera, y Mi Padre es el labrador”. Esta vid verdadera, que es el Hijo, junto con sus pámpanos, los creyentes del Hijo, es el organismo del Dios Triuno en la economía de Dios. Este organismo crece con Sus riquezas y expresa Su vida divina. El propio Cristo es la vid verdadera, y el Padre es el labrador, el Agricultor que cultiva la tierra para que la vid pueda propagarse.

  En el recobro del Señor hemos visto la propagación de esta vid hasta las partes más remotas de la tierra. Por ejemplo, cuando visité Alemania en 1958 y permanecí en Hamburgo, no encontré un solo cristiano. Pero ahora, veinticinco años después, hay un buen número de iglesias en Alemania. ¡Cuánta propagación de la vid ha ocurrido en Alemania!

  La vid mencionada en el capítulo 15 es una señal de la propagación universal de Cristo. La morada, el lugar de habitación, es una señal de la mezcla del Dios Triuno con Su pueblo escogido. Sin embargo, la vid es una señal de la propagación universal. Es insensato que los políticos y los estadistas piensen que los cristianos puedan ser exterminados. Los que persiguen a los que creen en Cristo no saben que cuanto más los creyentes sean aniquilados, más los cristianos, todos los cuales son pámpanos de la vid, llevarán a cabo la propagación universal de la vid verdadera.

  Hemos señalado que la vid verdadera es el organismo del Dios Triuno. El Hijo mismo es la vid, el Padre es el labrador y el Espíritu es Aquel que da testimonio. En el mismo capítulo que se revela a la vid universal, tenemos una palabra que nos habla del Espíritu como Aquel que da testimonio: “Cuando venga el Consolador, a quien Yo os enviaré del Padre, el Espíritu de realidad, el cual procede del Padre, Él dará testimonio acerca de Mí” (v. 26). Por lo tanto, en Juan 15 la vid está creciendo, el labrador está cultivando y el Espíritu está dando testimonio.

  En relación con la vid verdadera, el organismo del Dios Triuno, ¿qué quiere decir que el Espíritu es Aquel que da testimonio? Quizás no podamos entender esto doctrinalmente, pero en la experiencia sí sabemos qué significa que el Espíritu sea Aquel que da testimonio. Cuando vemos la propagación de la vid, el Espíritu en nosotros dice: “¡Amén! ¡Esto es!”. Muchos han testificado que el Espíritu en ellos responde de esta manera la primera vez que tuvieron contacto con el recobro del Señor. Éste es el Espíritu que da testimonio de la propagación de la vid verdadera.

LA VID ES LA CASA DEL PADRE

  Después de ver que la vid en Juan 15 es el organismo del Dios Triuno, debemos seguir adelante y ver que esta vid, este organismo, es la casa del Padre (14:2). La casa del Padre es el tema del capítulo 14, y la vid es el tema del capítulo 15. Sabemos que los capítulos 14, 15 y 16 constituyen un mensaje dado por el Señor en la noche que fue traicionado. Considerando que la primera parte de este mensaje trata sobre la casa del Padre y que la siguiente trata sobre la vid, es ciertamente correcto decir que la vid es una definición de la casa del Padre. ¿Quieren saber más acerca de la casa del Padre mencionada en el capítulo 14? De ser así, pasemos al capítulo 15, donde encontraremos otra definición y más información de esto. De hecho, la casa del Padre es un organismo, una vid que se propaga y por esta razón, no debemos considerar la casa del Padre como algo físico e inerte. No, la casa del Padre es la vid, y los pámpanos de esta vid son las muchas moradas, las muchas habitaciones, de la casa del Padre.

  ¿Habían visto que ustedes son un pámpano de la vid universal y que los pámpanos son habitaciones de la casa del Padre? La vid tiene muchos pámpanos, y la casa del Padre tiene muchas habitaciones. ¡Alabado sea el Señor que los pámpanos de la vid son las habitaciones de la casa! Podemos decir que hemos llegado a ser pámpanos, a fin de ser habitaciones. La habitación es un lugar para morar, mientras que el pámpano es para crecer, para propagarse.

  La palabra griega traducida “permanecer” no sólo significa quedarse o mantenerse, sino que también significa morar. Cuando la versión inglesa King James fue traducida, la palabra permanecer significaba “morar”. Sin embargo, en el español actual esta palabra principalmente significa mantenerse o quedarse.

  Efesios 3:17 dice: “Que Cristo haga Su hogar en vuestros corazones por medio de la fe”. La palabra griega traducida “haga hogar” en este versículo es una forma enfática, una forma intensificada, de la palabra permanecer. Esta palabra en Efesios 3:17 tiene el prefijo kata, y el significado de la palabra es algo parecido al verbo establecerse. En este versículo Pablo habla de que Cristo se establezca en nuestros corazones. Parece que la mejor manera de traducir esta palabra griega aquí es decir que Cristo está haciendo Su hogar en nuestros corazones.

  Cristo no solamente mora en nosotros, sino que desea hacer Su hogar en nosotros. Cuando uno hace su hogar en cierto lugar, indica que uno se establece allí. Por ejemplo, yo puedo morar en la casa de un hermano por un corto período de tiempo, pero no hago mi hogar allí. Tampoco me he establecido allí. En Juan 14 y 15 tenemos las palabras moradas y permaneced, y en Efesios 3 Pablo ora que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones. Él ora pidiendo no solamente que Cristo more en nosotros, sino que también haga Su hogar en nosotros.

  Efesios 2:22 dice que en Cristo somos “juntamente edificados para morada de Dios en el espíritu”. La palabra griega traducida “morada” es la forma sustantivada del verbo hacer hogar usado en Efesios 3:17. Además, esta palabra en 2:22 lleva el mismo prefijo que en 3:17. Este prefijo indica algo profundo, algo que no es superficial. Dios tiene una habitación, una morada, en nosotros de una manera profunda, de una manera que se establece e incluso echa raíces hacia abajo. Él no sólo tiene una habitación; Él tiene una habitación “profundamente establecida”.

  Estos versículos revelan que el Nuevo Testamento contiene el pensamiento crucial de que Dios, el Creador, anhela, desea, hacer Su hogar en nosotros. La casa de Dios es un asunto de mezcla, y esta mezcla también es una vid que crece, se propaga y cubre toda la tierra. Hoy nosotros somos los pámpanos de esta vid y las moradas de la casa del Padre.

LA GLORIFICACIÓN DEL PADRE AL LLEVAR FRUTO

  Con la vid también tenemos la glorificación del Padre mediante la expresión de las riquezas de la vida divina al llevar fruto. Llevar fruto no es el resultado de una práctica deliberada; en lugar de ello, llevar fruto es orgánicamente natural.

  El Evangelio de Juan es único en el sentido de que trata sobre cosas divinas. Al decir cosas divinas principalmente nos referimos a Dios con Su vida, Su naturaleza y Su expresión, la cual es Su gloria. Mientras que los primeros tres Evangelios —Mateo, Marcos y Lucas— nos mandan que prediquemos el evangelio, no se nos da tal mandato en el Evangelio de Juan. En este Evangelio, la predicación es reemplazada por llevar fruto. En 15:8 el Señor Jesús dijo: “En esto es glorificado Mi Padre, en que llevéis mucho fruto”. Cuando llevamos fruto la vida del Padre es expresada; por tanto, cuando llevamos fruto Él es glorificado.

  Entre los cristianos de hoy se hace énfasis en predicar el evangelio para ganar almas. Es verdad que podemos ganar almas por la predicación del evangelio. Sin embargo, es probable que no llevemos mucho fruto. La predicación del evangelio podría ser meramente una actividad, una práctica o un movimiento. Por el contrario, la vida tiene que ver con nuestro vivir, y no es un asunto de actividad ni de llevar a cabo un movimiento.

  En el Evangelio de Juan la predicación del evangelio no es una actividad; sino un vivir. Este vivir se puede ver en el ejemplo de un árbol que lleva fruto. Cuando un árbol lleva fruto no está ocupado en ninguna actividad deliberada. Produce fruto simplemente como resultado de la vida que lleva. No es necesario ordenarle a un duraznero que produzca duraznos. Sería insensato decirle: “Duraznero, tienes que ser fiel y diligente para producir duraznos”. Un duraznero produce duraznos sencillamente porque es un organismo viviente. Sólo las frutas artificiales son producidas como resultado de ponerle requisitos. Si usted necesita mil duraznos artificiales, para producirlos en un solo día usted requerirá de algunos trabajadores. Pero es innecesario requerirle a un duraznero que lleve fruto, y sería inútil decirle que produzca fruto de la noche a la mañana.

  El Señor no desea que produzcamos un fruto artificial. El deseo del Señor es que llevemos fruto en la manera de vida. Respecto a esto, el Señor necesita un recobro genuino. El Señor no desea un movimiento de predicación evangelista. Él desea que llevemos fruto genuinamente.

  No digo que no haya nada de vida en las campañas o en los movimientos actuales de evangelización. No obstante, su medida de vida es muy limitada. Por supuesto, el Señor es misericordioso. Siempre que Su palabra sea predicada y siempre que las personas invoquen el nombre del Señor, Él les extenderá Su misericordia. Es por esto que muchos son salvos en las campañas de evangelización. Sin embargo, esto no necesariamente indica que tal campaña o movimiento se conforme verdaderamente a la manera de vida del Señor. Lo que el Señor desea es que llevemos un vivir que resulte en llevar fruto.

  En Juan 15:1 el Señor dijo que Él es la vid verdadera y que el Padre es el labrador. Como el labrador, el Padre cuida de la vid. Él riega la vid, cultiva la tierra y protege la vid de cualquier cosa que pueda dañarla. Como lo indica Juan 15, la vid no tiene por finalidad un movimiento; la vid sirve para llevar fruto.

  Que la vid lleve fruto es la glorificación del Padre. La propagación, o multiplicación, de la vida divina por medio de la vid es la glorificación del Padre, es decir, es Su expresión. El Señor dijo que si llevamos mucho fruto, el Padre será glorificado (v. 8). De modo que, nuestra acción de llevar fruto alude a la glorificación del Dios Triuno.

  El fruto que llevamos es la expresión del Dios Triuno que emana de nuestro interior. Hoy el Dios Triuno está dentro de nosotros como nuestra vida y naturaleza. La gloria es la expresión de la vida y la naturaleza del Dios Triuno que emana de nuestro interior. Así pues, cuando la vida divina con su naturaleza se expresa en nosotros, al llevar fruto, el Padre es glorificado.

  También podemos usar la corriente eléctrica como un ejemplo para mostrar lo que es la gloria. Cuando el interruptor de una habitación está apagado, la corriente eléctrica sigue presente, solo que no es expresada mediante el resplandor de la luz. Podemos decir que la luz equivale a la gloria. Cuando se activa el interruptor, la electricidad es expresada, y esta expresión es la luz, que equivale a la gloria. De manera que, el resplandor de la luz es la glorificación de la corriente eléctrica.

  El principio es el mismo con la glorificación del Padre al llevar fruto. Tenemos la vida divina dentro de nosotros, y ahora esta vida debe ser expresada. Cuando la vida divina es expresada al llevar fruto, esa expresión es la glorificación de esta vida.

  Como veremos en los capítulos siguientes, en Juan 17 el Señor Jesús oró acerca de la gloria que el Padre le había dado a Él y la cual Él les dio a Sus discípulos. La gloria que el Padre dio al Hijo y que el Hijo dio a los discípulos, es la vida divina con la naturaleza divina para la expresión de Dios. El Padre ha dado Su vida y naturaleza al Hijo, para que el Hijo pueda expresar la gloria del Padre. Ésta es la gloria dada por el Padre al Hijo. El Hijo nos ha dado esta vida divina con su naturaleza divina para que nosotros también expresemos a Dios en gloria. En este capítulo estamos enfatizando el hecho de que en Juan 15 esta expresión de la vida divina, esta glorificación del Padre, consiste en llevar fruto. Llevar fruto es un asunto de nuestro vivir diario. Día tras día necesitamos llevar una vida que produce fruto, y de esta manera glorificamos al Padre.

  Conforme a Juan 15, ¿qué significa glorificar al Padre? Glorificar al Padre es expresar las riquezas de la vida divina al llevar fruto. Con relación a este asunto, debemos ver que cada vida es según su propia especie. Un manzano produce manzanas, y un duraznero produce duraznos, porque tanto el manzano como el duraznero son según su especie. No es necesario indicarle a un manzano que no debe llevar duraznos, ni advertirle a un duraznero que no debe producir manzanas. Un duraznero simplemente produce duraznos, y un manzano simplemente produce manzanas. Este fruto que producen proviene de la vida que está dentro de los árboles. El principio es el mismo con llevar fruto en Juan 15. La manera que opera el Señor en cuanto a llevar fruto consiste en la propagación de la vida, la multiplicación de la vida. Cuando la vida divina es multiplicada, es propagada, esta vida es expresada. Por consiguiente, el llevar fruto de la vid es la expresión, la glorificación, de la vida divina en la vid.

  Si vemos la visión respecto a la propagación de la vid y como la vid lleva fruto, nos daremos cuenta de que no necesitamos esforzarnos por nosotros mismos en predicar el evangelio. No necesitamos nuestra propia actividad. En lugar de emprender una actividad natural o religiosa, simplemente debemos vivir la vida divina, y llevaremos fruto. Mientras vivimos dicha vida, los que están a nuestro alrededor se darán cuenta de que somos personas que viven la vida divina. Como resultado, serán atraídos, convencidos y subyugados. Esta vida resplandecerá sobre ellos y, finalmente, el Señor Jesús se impartirá en ellos. De esta manera ellos llegarán a ser frutos producidos por nuestro vivir.

  La manera apropiada, la manera ordenada por Dios, para que creyentes nuevos sean producidos es mediante la impartición de vida. Por consiguiente, llevar fruto es algo que depende de que la vida divina sea impartida a otros, de modo que ellos puedan nacer de Dios. Cuanto más expresemos la vida divina al llevar fruto, más el Padre será glorificado.

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