
Lectura bíblica: Jn. 12:23-24, 27-28; 13:31-32; 15:1, 15:8; 17:1; 14:2; 16:21
En los capítulos anteriores hemos señalado que el tema principal de la sección del Evangelio de Juan que abarca desde la mitad del capítulo 12 hasta el final del capítulo 17, es la glorificación divina. También vimos que en los capítulos 14, 15 y 16 se presentan tres cosas principales: la casa del Padre, la vid y el nuevo hombre. En realidad, todas ellas aluden a una misma cosa, y todas ellas están relacionados con la glorificación divina.
Según 12:23 y 24, la glorificación del Señor se relaciona con Su multiplicación: “Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”. Si la casa del Padre en 14:2, como se cree supuestamente, denota una mansión celestial, ¿qué relación habría entre esta mansión y la multiplicación de Jesús con miras a Su glorificación? La respuesta es que no puede haber ninguna relación entre una mansión celestial y la multiplicación y glorificación del Hijo del Hombre. Ciertamente, la casa del Padre no se refiere a una mansión celestial. Esta sección de la Palabra trata sobre la glorificación de Jesús por medio de Su multiplicación en resurrección. Una supuesta mansión celestial no tiene absolutamente ninguna relación con la multiplicación del Señor Jesús.
Sin embargo, la vid del capítulo 15 ciertamente está relacionada con la multiplicación del Señor. En 15:5 el Señor dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos”. Los pámpanos de la vid son para la multiplicación de la vid.
El nuevo hombre en el capítulo 16 también está relacionado con la multiplicación. Primero había un solo individuo: Cristo. Luego, en resurrección Él, junto con los creyentes, nació para ser un hombre corporativo. Por lo tanto, este nuevo hombre también es la multiplicación de Cristo.
Aunque la vid y el nuevo hombre están relacionados con la multiplicación de Cristo, una mansión celestial no lo está. Esta sección del Evangelio de Juan trata sobre la glorificación del Señor por medio de Su multiplicación, para mantener este hecho la casa del Padre en 14:2, como multiplicación del Señor Jesús, tiene que ser la iglesia. En el Nuevo Testamento la iglesia es llamada la casa de Dios (1 Ti. 3:15). Como casa de Dios, la iglesia es la multiplicación de Cristo.
El que entiende claramente el tema básico de este pasaje del Evangelio de Juan no se opondrá cuando decimos que la casa del Padre en 14:2 no es una mansión celestial. Sin embargo, algunos podrían disentir en gran manera si solamente les presentamos 14:2 y 3, y luego tratamos de decirles que la casa aquí no es una mansión en los cielos, sino que es la iglesia, la cual hoy es la casa de Dios en la tierra. Así nos será muy difícil convencerlos. Sin embargo, si les pedimos que lean todos los cinco capítulos y medio de Juan, desde el capítulo 12 hasta el final del capítulo 17, prestando especial atención al asunto de la glorificación, probablemente serán convencidos para dejar sus conceptos y aceptar la revelación de la Palabra pura.
Si tenemos la oportunidad, debemos ayudar a otros para que vean que la palabra glorificado se usa por primera vez en esta sección en 12:23 y que se usa varias veces a lo largo de esta sección, en particular en el capítulo 17. Luego, debemos señalar que esta sección trata sobre la glorificación del Señor Jesús, una glorificación que involucra Su multiplicación. Si la casa del Padre en 14:2 fuera una mansión en los cielos, entonces la casa no tendría nada que ver con la multiplicación y glorificación del Señor.
Todos necesitamos conocer la verdad, experimentar la verdad y aprender a presentar la verdad a los demás. La mejor manera de presentarle a alguien la verdad acerca de la casa del Padre es leyendo juntos estos cinco capítulos y medio que tratan de la glorificación del Señor. Si leemos estos capítulos adecuada y correctamente, quedará claro que no es posible que la casa del Padre en 14:2 pueda referirse a una mansión celestial. Debo señalar una vez más que una mansión celestial no tiene nada que ver con la multiplicación del Señor Jesús. La multiplicación del Señor no puede ocurrir en los cielos; tiene que ocurrir en la tierra. Además, Su multiplicación tiene que ser la propagación de Él mismo. La iglesia como casa de Dios es la propagación genuina del Señor mismo. Pero una supuesta mansión en los cielos, como entidad física, nunca podría ser la propagación del Señor. Por consiguiente, la interpretación de que la casa del Padre sea una mansión celestial es completamente contraria al contexto.
Si después de considerar el tema de la glorificación expuesto en estos capítulos con relación a la casa del Padre, algunos aún no están convencidos que la casa del Padre no denota una mansión celestial, usted puede presentarles la verdad de otra forma. Usted podría decir: “Hermano, usted afirma que la casa del Padre en el capítulo 14 es una mansión celestial y que usted cuando muera irá a esta mansión. ¿Cuál será la máxima consumación de esta mansión celestial?”. Tal vez él le diga que con el tiempo la mansión celestial llegará a ser la Nueva Jerusalén. Si él responde de esta manera, usted podría decirle: “Cuán maravilloso es que su mansión celestial finalmente será la Nueva Jerusalén. Leamos Apocalipsis 21:10, donde el apóstol Juan nos dice que él vio la ciudad santa, Jerusalén, descender del cielo, de Dios. Este versículo indica que su mansión celestial, si llegara a ser la Nueva Jerusalén, no permanecerá en los cielos. Más bien, descenderá a la tierra. Además, los cimientos de esta mansión, que ahora ha llegado a ser la Nueva Jerusalén, llevan los nombres de los apóstoles. Esto indica que su mansión celestial, la Nueva Jerusalén, es la consumación de la iglesia, de la cual los doce apóstoles son los cimientos. Con el tiempo, usted irá a la Nueva Jerusalén por medio de una mansión en los cielos, pero nosotros iremos a la Nueva Jerusalén por otra manera. Esto significa que, finalmente, usted perderá su mansión celestial, pero todos nosotros estaremos juntos en la Nueva Jerusalén”.
Supongamos que alguien le dice: “Usted afirma que la casa del Padre en Juan 14:2 no es una mansión celestial. Ya que usted no cree en una mansión celestial, ¿a dónde cree usted que irá cuando muera?”. Usted podría responder: “Si muero antes que el Señor venga, voy al Paraíso. El Nuevo Testamento revela que cuando un creyente muere, su espíritu y su alma se van al Paraíso. Por esta razón, si yo muriera, iría al Paraíso y allí esperaría por la resurrección. Cuando el Señor Jesús regrese, todos los muertos en Cristo serán resucitados. Luego, seremos llevados juntamente con los santos que estén vivos al encuentro del Señor Jesús. Entonces, después del milenio, la Nueva Jerusalén descenderá del cielo a la tierra”.
Lo que hemos estado presentando aquí es la verdad pura de la Palabra, la verdad sin nada de levadura. En realidad, el concepto de que la casa del Padre en 14:2 es una mansión celestial, es un concepto pagano. La idea de que cuando uno muere se va al cielo, proviene de una fuente pagana. La palabra griega traducida “casa” en 14:2, oikia, fue usada por los gnósticos para referirse a una mansión celestial. Este uso, que es gnóstico, es pagano y herético.
Algunos expositores de la Biblia incluso piensan que Juan fue influenciado por el gnosticismo. Tales expositores cometen un grave error al decir esto. Ellos entienden la palabra oikia en una manera que es similar al entendimiento de los gnósticos. Juan ciertamente no era un gnóstico ni estaba influenciado por el gnosticismo, y oikia en 14:2 no se refiere a una mansión celestial. Antes bien, aquí oikia se refiere al Cuerpo de Cristo, la iglesia. Hemos visto que para Cristo la iglesia es el Cuerpo, mientras que para el Padre la iglesia es una casa.
Algunas personas que saben griego, y que también mantienen el concepto de que la casa del Padre en 14:2 es una mansión celestial, podrían señalar que en 2:16 y 14:2 se usan dos palabras griegas diferentes que se traducen “casa”: óikos en 2:16 y oikia en 14:2. Quizás ellos digan que originalmente la palabra óikos tenía una mayor gama de significado que la palabra oikia. También podrían decir que, tal como se usa en el Evangelio de Juan, óikos en 2:16 se refiere al templo, pero afirmar que oikia en 14:2 se refiere a cierta clase de morada en los cielos.
¿Cómo debemos confrontar esta objeción a nuestra exposición, la cual se basa en las Escrituras, respecto a que la casa en 14:2, definitivamente no se refiere a una mansión en los cielos? Tal vez, la mejor manera es declarar que en el Nuevo Testamento óikos y oikia se usan de manera intercambiable. Por ejemplo, en 1 Corintios 1:16a Pablo dice: “También bauticé a la familia de Estéfanas”. Aquí Pablo usa la palabra óikos, que denota “familia”. En 1 Corintios 16:15 Pablo dice: “Ya conocéis la familia de Estéfanas, y sabéis que es las primicias de Acaya”. En este versículo Pablo usa oikia. Por consiguiente, Pablo menciona dos veces la familia de Estéfanas; la primera vez usa la palabra óikos, y la segunda vez la palabra oikia. Ésta es una prueba contundente de que, en la época que fue escrito el Nuevo Testamento, óikos y oikia eran sinónimos y se usaban de manera intercambiable.
Si Pablo en 1 Corintios empleó estas dos palabras de manera intercambiable, también podemos decir que en el Evangelio de Juan se usan de manera intercambiable. Cualquiera que se interese por estudiar este asunto, aprenderá que en otras porciones del Nuevo Testamento óikos y oikia son usadas de manera intercambiable. Aquí el punto que concierne al Evangelio de Juan es que óikos en 2:16 y oikia en 14:2 no se refieren a dos cosas diferentes, sino que más bien tienen el mismo significado básico.
Algunos creen que aun en el Nuevo Testamento todavía existen ciertos rastros de distinción entre óikos y oikia. Ellos dirán, y en este sentido puede que estén en lo correcto, que óikos en Juan 2:16 tiene un significado más amplio que oikia en 14:2. Tal como se usa en 14:2, oikia podría tener una denotación más pura y más estrecha que óikos.
Debemos tener presente que antes de que el Señor hablara sobre la casa del Padre, Judas, el falso discípulo, se había ido. Esto indica que la casa en 14:2 es una casa pura, por cuanto se relaciona con la glorificación divina. Por esta razón, la casa, la iglesia, es pura y no incluye a ningún discípulo falso. La casa es puramente la multiplicación del propio Señor Jesús. Ciertamente, los muchos granos de trigo producidos por el único grano no incluyen a ninguna cizaña. Judas era una cizaña, y esta cizaña fue eliminada antes que el Señor diera el mensaje en los capítulos 14, 15 y 16. De manera que, el Señor fue multiplicado en una manera pura para llegar a ser los muchos granos, y entre estos granos no hay cizañas. Ahora todos estos granos están siendo juntamente compenetrados para llegar a ser un solo pan, y este pan es el Cuerpo de Cristo. En el Cuerpo de Cristo no puede haber ningún elemento extraño. Si Judas hubiera permanecido, él habría sido un elemento extraño en este Cuerpo orgánico. Pero tal mezcla no podía ser permitida. La casa del Padre es pura, y los granos producidos por Cristo como único grano constituyen una multiplicación pura de Él.
El punto importante que estamos haciendo aquí, respecto a óikos y oikia, es que en el tiempo en que fue escrito el Nuevo Testamento estas palabras se usaban como sinónimos. En realidad, es sumamente difícil encontrar alguna distinción entre ellas. Por esta razón, los que insisten en aferrarse al concepto de que la casa del Padre en 14:2 denota una mansión celestial, no pueden decir exactamente si el hecho de que se usen dos palabras griegas para referirse a “casa”, en 2:16 y 14:2, prueba que oikia en 14:2 se refiere a cierta clase de morada en los cielos, mientras que óikos en el capítulo 2 se refiere a la casa de Dios, el templo. No, tanto óikos en 2:16 como oikia en 14:2 se refieren a la morada de Dios en la tierra.
Hemos visto que como somos la multiplicación de Cristo, somos Su glorificación. Según Juan 15:8, el Padre es glorificado cuando los pámpanos de la vid llevan fruto: “En esto es glorificado Mi Padre, en que llevéis mucho fruto”. ¿Por qué Dios el Padre es glorificado cuando llevamos mucho fruto? La razón por la que el Padre es glorificado es que cuando llevamos fruto Dios se manifiesta como vida desde nuestro interior, y esta manifestación es la glorificación del Padre.
La glorificación divina también se relaciona con el nacimiento del nuevo hombre en el capítulo 16. La producción de este nuevo hombre abarca un gran transcurso de tiempo. Este parto, que se halla en resurrección, es la multiplicación y glorificación del Señor Jesús. Lo que se abarca en los cinco capítulos y medio, que se inician en la mitad del capítulo 12 y concluyen al final del capítulo 17, es la definición completa de esta glorificación.
Después que el Señor oró en el capítulo 17, Él se presentó a Sí mismo para ser arrestado, juzgado, sentenciado y crucificado. Según el Evangelio de Juan, la muerte del Señor era Su partida, y Su resurrección era Su venida a los discípulos. Mediante Su ida y Su venida, Él produjo los muchos granos de trigo, y estos granos son Su glorificación. En esta glorificación el Cuerpo es producido. Este Cuerpo es la casa del Padre; la casa del Padre es la vid, y la vid es el nuevo hombre que expresa a Dios para el cumplimiento de Su propósito eterno.
Después que el Señor resucitó, Él se apareció a los discípulos y sopló en ellos (20:22). De esta manera, los discípulos le recibieron como pnéuma. Como pnéuma, el Señor entró en los discípulos y permaneció con ellos. Según el capítulo 21, el Señor estuvo incluso con algunos de los discípulos mientras ellos pescaban.
En el Evangelio de Juan no hay constancia de la ascensión de Cristo. Pero el libro de Hechos, el cual fue escrito desde otro ángulo, habla con claridad de la ascensión del Señor. En el Evangelio de Juan vemos que el Cristo resucitado permanece con nosotros en el aspecto esencial para ser nuestra vida, a fin de que vivamos por Él y llevemos fruto. Al llevar fruto damos continuación a la multiplicación y glorificación del Señor. Ésta es la continuación de la glorificación de Cristo en la vida de iglesia.