
Comunión compartida con estudiantes de la secundaria y de la preparatoria en Berkeley, California, el 2 de septiembre de 1990
La vida humana es una carrera larga. Ustedes son jóvenes y, estando entre la edad de doce, trece o catorce, se hallan al comienzo de su carrera. Yo tengo ochenta y seis años. He corrido la carrera durante muchos años y estoy por terminar. Por supuesto, sé lo que los seres humanos necesitamos para correr bien nuestra carrera. ¿Han descubierto ustedes lo que necesitamos? Según mi experiencia hay tres cosas indispensables.
Es terrible decir que las tres cosas son el alimento, la bebida y el dinero; pues no son lo que necesitamos. En el universo Dios es la persona más importante; El es el primero. No necesitamos el comer ni el beber; nuestra única necesidad es Dios. Si alguien no tiene a Dios, pierde mucho; en efecto, aún no ha comenzado su carrera. Las personas mundanas no conocen a Dios; por lo tanto, no han comenzado su curso, incluso no saben qué es. Están en las tinieblas, y andan, aun corren, en la vanidad de sus mentes. Desde los tiempos de sus antepasados hasta ahora, no han tenido a Dios. Esto es lastimoso. La Biblia dice que la persona más miserable de todo el mundo es la que no tiene a Dios. Es posible perderlo todo, pero no debemos perder a Dios. Si tenemos a El, todo está bien.
¿Cuál es la segunda cosa que necesitamos? Podemos decir que es la Palabra, la vida de iglesia, la vida del Cuerpo o el ser ferviente en el espíritu. Sin embargo, si tenemos a Dios, tenemos todo esto, pues Dios es la totalidad de todo lo mencionado. Si tenemos a Dios, con esto basta, lo cual implica mucho. Posiblemente también digan que necesitamos un espíritu con el cual tocar a Dios. Sí, tenemos un espíritu, pero éste no es la segunda necesidad que tenemos. Para los jóvenes, la primera es Dios, y la segunda, aunque les sorprenda oír esto, es la educación. Tal vez no les guste oírlo y les moleste mucho de tal modo que digan: “¿Educación ¡Qué va! Primero el preescolar, luego el jardín de la infancia, la primaria, la secundaria, la preparatoria y la universidad, ¡estudiamos libro tras libro desde la edad de cuatro años! ¡Ya hasta aborrezco los libros!” Sí, ustedes no hacen nada más que leer libro tras libro durante veinte años. Pero si no procuran una educación durante estos años, es posible que se conviertan en personas miserables, sin saber que necesitan a Dios.
Ustedes necesitan educarse. Probablemente ahora están en la escuela secundaria. Deben lograr sacar un promedio de 4.0, incluso les exhorto a sacar un promedio más alto de eso. ¿Les molestan mis palabras? No obstante, si ustedes no oyen mi consejo, lo lamentarán cuando tengan más de veinticuatro años, pero para ese entonces ya será demasiado tarde. Los mejores años para adquirir una educación son desde cuatro años hasta veinticuatro. Es el tiempo señalado; después, no tendrá semejante oportunidad. Muchos de ustedes ya tienen casi catorce años, lo cual significa que la mitad de los años que les quedan por educarse ya han pasado y sólo les quedan diez años más. Me incumbe decirles que la calidad de su vida futura depende de los siguientes diez años. Por favor, crean lo que les digo. Es maravilloso sacar un promedio de 3.9, pero cuando tengan veinticuatro años, se lamentarán por ello, diciendo: “¿Por qué no me esforcé un poquito más para poder sacar 4.0 o más?
Tal vez algunos de ustedes dirían que esto es pedir demasiado, pero no lo es. Según lo que he experimentado de la vida humana, sólo Dios es más importante que la educación. Agradezco mucho a Dios por darme la oportunidad de recibirlo cuando aún era joven. Recibí a Dios desde mi juventud, y al mismo tiempo recibí cierto nivel de educación.
Les animo a todos ustedes a ocuparse de su educación, especialmente de los últimos diez años de su carrera académica. El próximo año algunos de ustedes entrarán en la escuela preparatoria. En total hay cuatro años de preparatoria. Luego, asistirán a la universidad por cuatro años más. Les exhorto a no dejar de educarse después de graduarse de la escuela preparatoria. En Estados Unidos muchos estudiantes no continúan su educación después de la preparatoria, lo cual crea un grave problema para el gobierno de este país. Esto es lamentable. Uno tiene que continuar sus estudios por cuatro años más. Les animo a todos: Si no sacan un doctorado, por lo menos tienen que sacar la maestría. Si lo hacen, esto requerirá diez años más a partir de hoy. Parece ser un tiempo largo, pero en realidad es muy corto y pasará muy rápido. Su éxito futuro depende de cómo inviertan los diez años por venir.
La Biblia es muy importante, pero me incumbe decirles que, para los jóvenes, la educación también es importante. No estoy conforme en que ninguno de ustedes deje de educarse cuando se gradúe de la escuela preparatoria. Esto sería un error tremendo. En 1977 di un mensaje en Anaheim en el cual les dije a los jóvenes que debían completar el bachiller aunque sería mejor sacar la maestría, y lo mejor sería sacar el doctorado. Esta exhortación animó a muchos jóvenes. Hoy muchos de ellos han venido a darme las gracias y me han dicho: “En aquel entonces creíamos que si amábamos al Señor, todo estaba bien. Era suficiente simplemente lavar los trastes en un restaurante, cortar los céspedes o limpiar las ventanas”. Les había dicho en el mensaje que esa idea era errónea y que debían completar su educación universitaria, pero que aun esto no era lo mejor; en efecto, casi llegaba a la norma. Tenían que continuar sus estudios hasta que sacaran la maestría, o aún más, el doctorado. Varios jóvenes recibieron ese consejo. Uno de ellos, quien ahora me es muy útil en la traducción de la Biblia, oyó ese mensaje. El empezó a estudiar y recibió su doctorado. Ahora sabe muy bien el griego y es el ayudante más útil al respecto. Por lo tanto, les pido que reciban mi consejo. Deben tener por meta recibir a Dios; pero, de hecho, ya lo han recibido. Ahora tienen que educarse bien.
¿Cuál es la tercera cosa que se necesita? No es algo espiritual tal como la consagración o el servicio a tiempo completo. Tampoco es la salud, y si uno dice que la tercera necesidad es la familia, eso quiere decir simplemente que tiene ganas de casarse. Al contrario, la tercera es el carácter. Uno necesita a Dios, una educación y un carácter equilibrado. Si un hermano joven se pone a hablar en una conferencia, tal vez se cree muy bueno. Es posible que se vista muy bien, con una camisa de azul claro y una corbata. Esto no está mal, pero si el hermano se diera una vuelta, veríamos que no metió la camisa dentro de los pantalones. En tal caso, podríamos ver que él no andaba bien con respecto a la manera en que se vestía. Cuando uno se viste, tiene que meter la camisa bien dentro de los pantalones.
Cuando entro en la habitación de otra persona, lo primero que hago es mirar a los libros que están sobre su escritorio. ¿Cómo arregla usted sus libros? Debe ordenarlos bien. Es importante que sus libros estén en buen orden cada vez que deje su escritorio, pues hacer esto lo edifica a uno. Para mí, los jóvenes son muy descuidados con respecto a muchos asuntos. Ustedes necesitan corrección e instrucción en muchos aspectos, no sólo en uno. Es posible que estén completamente equivocados en cuanto a la manera en que se cortan el pelo y a la manera en que se peinan.
Es necesario que se formen a ustedes mismos, pues la persona de uno es su propio carácter. El carácter define lo que uno es; es nuestro mismo ser. Sin embargo, ustedes deben saber que el carácter se compone de dos elementos: el nacimiento y el hábito. ¿Qué es el carácter? Es el nacimiento más el hábito, aunque para todos nosotros el hábito que hemos desarrollado es mucho más crucial que nuestro nacimiento. El carácter es, en mayor parte, lo que nosotros mismos desarrollamos desde nuestra juventud. Día tras día, necesitamos formarnos a nosotros mismos. Probablemente, los padres de ustedes les enseñaron buenos modales en la mesa. Esto es desarrollar un buen hábito, y aún más, es formar un buen carácter.
En breve, uno necesita a Dios, una educación y un buen carácter. Hace setenta u ochenta años yo fui joven, así que conozco todos los problemas, situaciones y trucos de los jóvenes. Tal vez algún joven diga que estaba ferviente mientras iba en el carro a visitar otra localidad. Decir eso es demasiado fácil. Siempre que hay un fuego, todo alrededor se quema; sin embargo, la pregunta es ésta: Cuando dicho joven salió de ese carro y entró en su habitación a solas, ¿seguía ferviente? Si no, el fervor que sintió no procedía de él; simplemente se había aprovechado del fervor de los demás. Esto se debe a una falta de carácter.
Se necesita un carácter equilibrado aun para buscar al Señor, para orar-leer y para guardar la vigilia matutina. Lo fundamental no radica en las acciones de uno, sino en lo que uno es. Ustedes han vivido la vida humana por doce o catorce años. Les queda sólo la mitad del tiempo señalado para formar un buen carácter, puesto que todos los jóvenes deben estar totalmente formados al cumplir veinticuatro años. Después, incluso a los veinticinco, ya es demasiado tarde. Créanme. Es menester que se preparen y se eduquen dentro del límite de veinticuatro años. Al cumplir veinticuatro, ustedes deben tener a Dios, una educación y un carácter equilibrado. Entonces serán personas de toda confianza. Que Dios les bendiga. Amén.