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CAPÍTULO DIECISIETE

LOS ASPECTOS VERTICAL Y HORIZONTAL DE LA COMUNIÓN DE LA VIDA DIVINA

  Lectura bíblica: 1 Jn. 1:2-3, 6-7; 2 Co. 13:14; Fil. 2:1-2

  La comunión de la vida divina que se revela en el Nuevo Testamento es abstracta, misteriosa y muy difícil de definir. La palabra griega que se traduce “comunión” en 1 Juan 1:3 es koinonía, que significa “participación mutua” o “común participación.” Según este versículo, la comunión divina no sólo es con el Padre, sino también con el Hijo. En 2 Corintios 13:14 esta comunión divina es llamada “la comunión del Espíritu Santo”, en Hechos 2:42 se llama “la comunión de los apóstoles” y en Filipenses 2:1 es la “comunión de espíritu”. En estas porciones de la Palabra, podemos ver que la comunión divina pertenece al Padre, al Hijo, al Espíritu, a los apóstoles y a todos los creyentes. Todos están involucrados en esta comunión. Esta comunión divina incluye a muchas personas; por lo tanto, es mutua. Es imposible que una sola persona tenga tal comunión consigo misma. La comunión es única pero involucra a muchas personas.

  Uno de los mejores ejemplos de la comunión es la electricidad. La electricidad es misteriosa y, sin embargo, muy real. La electricidad se manifiesta en las bombillas o en las lámparas fluorescentes cuando la corriente eléctrica fluye por ellos. Si las bombillas o las lámparas están buenas y la corriente eléctrica fluye por ellos, la electricidad se manifiesta. Pero si las bombillas o las lámparas están fundidos, la electricidad desaparece. Las bombillas y las lámparas están conectadas por la corriente eléctrica. En una comunidad o ciudad, todas las casas están unidas por la corriente eléctrica que fluye por cada una de ellas. Esta corriente eléctrica es un ejemplo de la comunión. La comunión es el fluir de la vida eterna dentro de todos los creyentes que han recibido la vida divina y la poseen. Por medio del fluir de la electricidad, todas las casas son guardadas en unidad. De la misma manera, por medio del fluir de la vida eterna, la comunión, todos los creyentes son guardados en unidad.

LA COMUNIÓN DIVINA Y SUS DOS ASPECTOS

  En 1 Juan 1:2-3 y 6-7 se revela que la comunión de la vida divina tiene un aspecto vertical y también un aspecto horizontal. El aspecto vertical de la comunión se refiere a nuestra comunión con el Dios Triuno. El aspecto horizontal de la comunión se refiere a la comunión que tenemos unos con otros.

  En 1 Juan 1:2-3 dice: “(Y la vida fue manifestada, y hemos visto y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos también a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con Su Hijo Jesucristo”. El aspecto vertical de la comunión inicialmente se estableció con los primeros apóstoles. Luego los apóstoles anunciaron la vida eterna a los pecadores para que éstos tuvieran comunión con ellos. Antes de que los apóstoles les anunciaran la vida eterna, los apóstoles mismos ya tenían la comunión vertical con el Padre y con Su Hijo Jesucristo (v. 3). La experiencia inicial de los apóstoles era vertical, pero cuando los apóstoles anunciaron la vida eterna a otros, experimentaron el aspecto horizontal de la comunión divina.

  Los versículos 6 y 7 de 1 Juan 1 también indican los aspectos vertical y horizontal de la comunión divina. El versículo 6 dice: “Si decimos que tenemos comunión con Él y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad”. Éste es el aspecto vertical de la comunión. El versículo 7 dice: “Pero si andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión unos con otros”. Éste es el aspecto horizontal de la comunión. Los dos aspectos de la comunión divina están íntimamente relacionados; por lo tanto, es difícil determinar cuál aspecto va primero. Si uno no tiene la comunión adecuada con el Señor, es difícil tener comunión con los otros creyentes. De la misma manera, si uno no tiene la comunión adecuada con los demás creyentes, es difícil tener comunión con el Señor.

EXPERIMENTAR LOS ASPECTOS VERTICAL Y HORIZONTAL DE LA COMUNIÓN DIVINA

  La realidad de la comunión divina es una de las cosas que los creyentes más descuidan. Es difícil encontrar personas que estén en la realidad de la comunión. En cuanto a nuestra posición, todos estamos en esta comunión, pero en nuestro vivir diario, muy pocos de nosotros estamos en la realidad de la comunión. Es posible que tengamos el asunto de la comunión en nuestra terminología, pero que no lo tengamos en nuestra práctica. Yo he tratado de practicar esta comunión, pero tengo que admitir que no he tenido un éxito completo en mantener esta comunión hora tras hora durante el día. Cuando no estamos en esta comunión de una manera práctica, estamos fuera del Espíritu, fuera del Dios Triuno y fuera de la vida divina.

  Antes de ser salvos, éramos pecadores que vivíamos en pecado y que estábamos muertos en pecado. No estábamos involucrados en la comunión de vida. Un día alguien nos anunció la vida eterna (1 Jn. 1:2), y creímos en el Señor Jesús. En ese momento fuimos introducidos en la comunión divina. Hay dos cosas muy impresionantes con respecto a nuestra experiencia inicial de la comunión divina. Primero, es difícil encontrar a alguien que por su propia cuenta haya creído en el Señor directamente sin la ayuda de nadie que le predicara el evangelio. Casi todos escucharon primeramente un anuncio y luego creyeron. En segundo lugar, casi siempre hay una relación profunda entre el que anunció o predicó el evangelio y el que lo recibió y fue salvo.

  Hace muchos años, en la China continental, prediqué el evangelio varias veces a grandes congregaciones, y muchas personas fueron salvas por medio de mí. Debido a que les había predicado el evangelio y habían sido salvos por medio de mi predicación, muchos de ellos se sentían íntimamente relacionados conmigo, aunque nunca les hablé personalmente. El propósito al contar esta experiencia es mostrar que siempre hay un sentido de intimidad entre la persona que es salva y la persona por medio de quien uno es salvo. No puedo olvidar a la evangelista por medio de la cual yo fui salvo. Ella siempre será muy querida y preciosa para mí, porque por medio de ella, yo fui introducido en la comunión divina. Su predicación del evangelio estaba relacionada con el aspecto horizontal de la comunión de la vida divina. Después de que recibí su palabra, fui al Señor y entré en el aspecto vertical de la comunión divina.

LA RELACIÓN ENTRE LOS ASPECTOS VERTICAL Y HORIZONTAL DE LA COMUNIÓN DIVINA

  Hay una relación íntima entre los aspectos vertical y horizontal de la comunión divina. La comunión vertical que tenemos con el Señor es afectada por la comunión horizontal que tengamos con otros. Si no tenemos una relación adecuada con las personas a nuestro alrededor, es difícil que tengamos una buena comunión con el Señor verticalmente. La razón de esto es que la comunión divina es única. Cada día debemos estar en la comunión divina, vertical y horizontalmente. Tal vez la mayoría de nosotros pensemos que diariamente comenzamos esta comunión en su aspecto vertical, seguido por su aspecto horizontal. Sin embargo, la mayor parte del tiempo ésta no es nuestra experiencia. Puesto que muchos de nosotros tenemos cónyuges, otros familiares o compañeros de cuarto que viven con nosotros, nuestra comunión normalmente comienza de modo horizontal. Si por la tarde tenemos una pelea con nuestra esposa, esposo o compañero de cuarto, en la mañana nos será difícil comenzar nuestra comunión vertical con el Señor. Tenemos que mantener estos dos aspectos de la comunión, tanto el vertical como el horizontal, para ser sanos espiritualmente.

  En Efesios 4:25 el apóstol Pablo dijo: “Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros”. En este versículo la palabra prójimo se refiere a los hermanos y hermanas. Debemos estar bien con los demás creyentes para mantenernos en la comunión divina. En nuestra experiencia muchas veces no podemos tener comunión vertical con el Señor sin tener primeramente la comunión horizontal con otros creyentes.

  Un santo que tiene un vivir adecuado y que es victorioso es uno que todo el día está en la comunión divina, vertical y horizontalmente. Debemos aprender a tener más comunión con el Señor y también debemos aprender a tener más comunión con los santos. Debemos darle gracias al Señor por los santos que están a nuestro alrededor y debemos esforzarnos por tener comunión con ellos. Los hermanos y hermanas deben tener una comunión detallada unos con otros, incluso con respecto a las cosas prácticas de su vivir diario. Debemos tener comunión unos con otros hasta ese punto. Cuando tenemos una comunión así, somos beneficiados.

  Tal vez nos parezca que sólo debemos tener comunión con los que están con nosotros acerca de los mensajes que hemos leído o acerca de alguna otra actividad espiritual. Por supuesto, nuestra comunión debe incluir esto. No obstante, nuestra comunión también debe incluir muchas cosas prácticas. He encontrado que la mayor carencia entre nosotros es la comunión. Nuestro problema es que no tenemos la costumbre de tener comunión, y a muchos de nosotros no nos gusta la comunión. Debemos comprender que cuando tenemos comunión, el Señor está incluido. Cuando nos apartamos de la comunión o dejamos de tener comunión con nuestros compañeros creyentes, el Señor está excluido.

  Debemos tratar de tener toda la comunión posible con los otros creyentes. Esta comunión divina no sólo nos corrige, sino que también nos moldea e incluso nos reconstituye. Esta comunión introduce el constituyente divino en nuestro ser espiritual y causa un cambio en nuestro ser.

LA COMUNIÓN DIVINA ES LA REALIDAD DEL VIVIR EN EL CUERPO DE CRISTO

  La comunión divina es la realidad del vivir en el Cuerpo de Cristo. Durante los siglos, el Señor ha sido obstaculizado por la falta de la comunión. En Apocalipsis 22:20 el Señor dijo: “Vengo pronto”, pero ya han pasado aproximadamente dos mil años, y el Señor todavía no ha regresado. Esto se debe a que los creyentes son individualistas, independientes, están llenos de opiniones y son divisivos. La Iglesia Católica Romana controlaba a la gente por medio de su organización, pero aquellos que se han separado del catolicismo han introducido división tras división. Los creyentes parecen ser como caballos desbocados. Hoy en día parece que no hay nada que los controle. En realidad, es la comunión divina lo que debe controlar a los creyentes.

  Lo único que debe gobernarnos es la comunión divina. Nosotros somos restringidos en esta comunión. Al ser restringidos en esta comunión, el Cuerpo de Cristo es guardado en unidad y la obra del ministerio sigue adelante. Cuando estamos fuera de la comunión, todo se acaba. Lo que causa que todo sea viviente es la comunión. Si aprendemos a tener comunión, recibiremos muchos beneficios, especialmente en la obra del Señor.

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