Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Disfrute que tenemos de Cristo, El»
1 2 3 4 5 6
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

CAPITULO TRES

DISFRUTAR LAS RIQUEZAS DE CRISTO POR MEDIO DE LA PALABRA Y DEL ESPIRITU

LAS RIQUEZAS DE CRISTO EN EL EVANGELIO DE JUAN

  En primer lugar, deseamos estudiar algunas de las riquezas de Cristo que se hallan en el evangelio de Juan. En el capítulo uno vemos que Cristo es el Verbo de Dios y Dios mismo (v. 1), el tabernáculo de Dios y el Hijo unigénito de Dios (v. 14), el Cordero de Dios (v. 29), el Mesías (v. 41), el Rey de Israel (v. 49), y el Hijo del Hombre quien es la escalera (v. 51). En el capítulo dos vemos que El es el templo (v. 21); en el capítulo tres, la serpiente de bronce (v. 14) y el novio (v. 29); y en el capítulo cuatro, el manantial de agua viva (v. 14).

  El capítulo cinco muestra que Cristo reemplaza la religión del judaísmo, y los versículos del uno al nueve de este capítulo dicen:

  Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y mientras yo voy, otro desciende antes que yo. Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era sábado aquel día.

  Los elementos que se mencionan en esta porción de la Palabra, a saber, la ciudad santa, el templo santo, la fiesta, el sábado, los ángeles y Moisés, conforman una religión. El pobre hombre que se hallaba en uno de los pórticos era sumamente débil. Su religión le había aportado algo, pero no tenía la fuerza para aplicarlo. Aunque la religión puede ser efectiva, usted todavía necesita que otros lo ayuden a fin de encontrar tal efectividad; sólo los más fuertes, los primeros y los mejores recibirán los beneficios de la religión. No obstante, Cristo vino para reemplazar a la religión. Debemos acercarnos a El para ser avivados. Si tenemos a Cristo lo tenemos todo, porque El lo incluye todo.

  En Juan 5:24 el Señor dijo: “De cierto, de cierto os digo: El que oye Mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no está sujeto a juicio, mas ha pasado de muerte a vida”. Cristo, quien reemplaza a la religión, viene a impartir vida a los hombres. En los versículos 39 y 40, el Señor dijo: “Escudriñáis las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de Mí. Pero no queréis venir a Mí para que tengáis vida”. Esta porción muestra que si separamos las Escrituras de Cristo, aun ellas pueden llegar a formar parte de la religión. Las Escrituras dan testimonio de Cristo y no deben separarse de El. Es posible leer o estudiar las Escrituras, y sin embargo, no tocar a Cristo; sólo Cristo puede dar vida.

  El capítulo seis revela que Cristo es el pan de vida (v. 35). El trasfondo del capítulo siete es la fiesta de los tabernáculos (Lv. 23: 39-43), la última fiesta del año para los judíos, lo cual alude a la culminación, los logros y el éxito de la vida humana (Ex. 23:16), pero que al terminar, deja sediento al hombre. Al final de esa fiesta, Cristo alzó la voz y anunció la promesa de que los ríos de agua de vida pueden satisfacer las expectativas del hombre por la eternidad (Jn. 7:38). El era la roca hendida de la cual fluyó el agua viva que bebió el pueblo (1 Co. 10:4). El capítulo siete de Juan también nos muestra al Jesús glorificado, es decir, al Jesús resucitado que llegaría a ser el Espíritu (v. 39).

  En el capítulo ocho vemos que Cristo es la luz (v. 12) y el gran Yo soy (vs. 24, 28, 58). En el capítulo nueve lo vemos como el ungüento que sana al ciego. Los versículos 6 y 7 dicen: “Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y ungió con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo”. El lodo mezclado con la saliva del Señor se convirtió en ungüento con el cual El ungió los ojos del ciego. El barro representa la humanidad; la saliva, algo que sale de la boca del Señor, representa Sus palabras, que son Espíritu y vida (6:63). El hecho de que el Señor hiciera lodo con la saliva alude a la mezcla de la humanidad con la palabra viva del Señor, la cual es el Espíritu. Este ungüento fue la medicina que curó al hombre ciego. Por la unción de la mezcla de la palabra del Señor (la cual es Su Espíritu), con nuestra humanidad, nuestros ojos (los cuales fueron cegados por Satanás) pueden recibir vista. Cristo es la mezcla de la divinidad con la humanidad para ungirnos, curarnos y recobrarnos la vista.

  El capítulo diez revela que Cristo es la puerta (v. 9) y el Pastor (v. 11); el capítulo once, la resurrección y la vida (v.25); y el capítulo doce, el grano de trigo (v. 24). El lavamiento de los pies que se menciona en el capítulo trece es análogo al lavamiento del lavacro en el atrio del tabernáculo, el cual limpiaba la contaminación terrenal de aquellos que se acercaban a Dios a fin de ayudarles a mantener su comunión con Dios y con otros.

  En realidad, todo el evangelio de Juan nos presenta un cuadro del tabernáculo. Por ejemplo, en el capítulo uno el Señor vino como el tabernáculo y también como el Cordero de Dios. Este Cordero fue ofrecido en el atrio del tabernáculo sobre el altar, el cual representa la cruz, y dicha ofrenda quitó el pecado del mundo. El capítulo trece muestra el lavacro que se encontraba en el atrio, mientras que en los capítulos del catorce al dieciséis podemos ver el Lugar Santo: Cristo es el pan de vida representado por la mesa de los panes de la proposición, y la luz de la vida, tipificado por el candelero. Su oración en el capítulo diecisiete, representada por el incienso que se quemaba sobre el altar del incienso, introduce a los creyentes en el Lugar Santísimo para que puedan disfrutarlo a El de la manera más profunda.

  En el capítulo catorce El es el camino, la realidad y la vida (v. 6), y el Espíritu de realidad (v. 17). En el capítulo quince El es la vid (v. 1). Finalmente, en el capítulo veinte, El es el aliento de vida (v. 22).

LA PALABRA Y EL ESPIRITU

  En el evangelio de Juan debemos notar que el primer aspecto de Cristo es el Verbo, y el último, el aliento de vida; el aliento de vida es el Espíritu de realidad. Juan proclama que el Cristo maravilloso es el Verbo, o la Palabra, de Dios que se encarnó para ser un hombre. Después pasó por la muerte y la resurrección, y fue hecho el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45b). Todos los aspectos de Cristo que se revelan en Juan están incluidos en la Palabra, y la Palabra es el Espíritu. En Juan 6:63 el Señor dijo que el Espíritu es el que da vida y que las palabras que El hablaba eran espíritu y vida. Si deseamos disfrutar todos los aspectos de las riquezas de Cristo, tenemos que saber cómo usar la Palabra y el Espíritu. Todas las riquezas están en la Palabra. Al comienzo del evangelio de Juan encontramos la Palabra y al final, el Espíritu. Por fuera, tenemos la Palabra; interiormente, tenemos al Espíritu. La Palabra por fuera es el Espíritu en nuestro interior.

  En el principio, Cristo era el Verbo lejos de nosotros; ahora El es el Espíritu que mora en nosotros. En 2 Timoteo 4:22 dice que el Señor Jesús está con nuestro espíritu. La Palabra, que pasó por la encarnación, crucifixión y resurrección, ha llegado a ser el Espíritu que mora en nuestro espíritu. ¡Alabado sea el Señor que tenemos la Palabra en nuestras manos y al Espíritu en nuestro espíritu! A fin de disfrutar todas las riquezas de Cristo, tenemos que contactar la Palabra exteriormente y el Espíritu interiormente. Si no sabemos hacer esto, no sabemos disfrutar a Cristo. Si deseamos disfrutar al Cristo que es inescrutablemente rico, debemos conocer que todas Sus riquezas están en la Palabra y que la Palabra se hace real en el Espíritu. El propósito correcto que debemos tener al estudiar la Palabra es disfrutar a Cristo.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración