Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Don sobresliente para edificar la iglesia, El»
1 2 3 4 5 6
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

CAPÍTULO DOS

ANHELAR EL PROFETIZAR Y APRENDER A HACERLO

  Lectura bíblica: 1 Co. 14:12; 12:31a; 14:1, 39, 31; 2 Ti. 3:16-17; Gá. 5:16, 25; 1 Ts. 5:17-20; Pr. 4:18; Lm. 3:22-24; Sal. 119:147-148; Ap. 21:7; 1 Jn. 1:6; Ro. 8:4b; 2 Ti. 4:2a

  Oración: Señor, una vez más te pedimos que nos limpies con Tu preciosa sangre para que podamos disfrutar de Tu unción. Señor, ábrenos la Palabra y ábrenos Tu ser. Señor, visítanos y danos Tu palabra viva. Amén.

ANHELAR EL PROFETIZAR

  En el capítulo 1 vimos que 1 Corintios es un libro que trata sobre el disfrute que tenemos de Cristo y que el disfrute de Cristo logra tres cosas. En primer lugar, resuelve los problemas que hay en la iglesia por medio de la obra de la cruz. En segundo lugar, el disfrute de Cristo redunda en el crecimiento en vida, lo cual produce los materiales preciosos —el oro, la plata y las piedras preciosas— con miras a la edificación de la iglesia como el Cuerpo de Cristo. En tercer lugar, el disfrute de Cristo hace que se desarrollen los dones espirituales de los creyentes a medida que ellos crecen en vida. Cuanto más crecemos en vida, más se desarrollan los dones espirituales que recibimos en nuestro nacimiento espiritual. El disfrute de Cristo se encuentra en los capítulos 1 y 2 de 1 Corintios, el crecimiento en vida se encuentra en el capítulo 3, y los dones se mencionan en el capítulo 12. El desarrollo de estos dones viene como resultado del crecimiento en vida, y el crecimiento en vida es el resultado del disfrute que tenemos de Cristo.

  De entre todos los dones que son desarrollados a medida que crecemos en vida como resultado de disfrutar a Cristo, el don superior a todos es el profetizar. Éste es el don más sobresaliente por cuanto edifica a la iglesia (14:4b-5). En el último versículo de 1 Corintios 12, un capítulo que nos habla sobre los dones, Pablo nos dice que debemos anhelar los dones superiores. Hay muchos dones, y algunos son superiores mientras que otros son inferiores. En lo que a la edificación de la iglesia se refiere, dones milagrosos tales como el hablar en lenguas y las sanidades son dones inferiores. Los dones superiores son aquellos que son más provechosos para la edificación de la iglesia.

  El capítulo 13 revela que el camino para aplicar nuestros dones es el camino del amor. Sin el amor no tenemos la base correcta para anhelar los dones. Únicamente el amor en vida puede hacernos aptos para anhelar los dones. Si no llevamos una vida de amor, es posible que abusemos de los dones, usándolos de forma inapropiada para causar daño a las personas en vez de edificarlas. Si deseamos los dones, debemos tener una vida que nos haga aptos, y esta vida es una vida de amor. Por lo tanto, todos tenemos que seguir el amor.

  El primer versículo del capítulo 14 nos dice que debemos “[seguir] el amor; y [anhelar] los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis”. En el versículo 39, al final del capítulo 14, Pablo dice: “Así que, hermanos míos, anhelad el profetizar”. La palabra griega traducida “anhelad” se usa tres veces en 1 Corintios: en 12:31, en 14:1 y en 14:39. Pablo sentía la carga de que todos nosotros anheláramos el profetizar. Pablo también dice que debemos procurar sobresalir en la edificación de la iglesia (14:12). Meramente hablar en lenguas es permanecer en un nivel inferior, pero profetizar equivale a sobresalir.

  El capítulo 14 también nos da muchas pruebas de que profetizar no significa predecir. Cuando usted profetiza, usted habla a los hombres para edificación, aliento y consolación (v. 3). Además, si todos profetizan en una reunión, los asistentes son convencidos y examinados, y los secretos de su corazón se hacen manifiestos (vs. 24-25). Profetizar aquí no significa predecir, sino edificar, alentar, consolar, convencer, examinar y hacer manifiestos los secretos del corazón. De entre todos los dones, el don superior a todos, el don sobresaliente, es el profetizar porque éste edifica la iglesia.

SEGUIR EL CAMINO NUEVO QUE EL SEÑOR NOS MUESTRA PARA QUE SEA EDIFICADO EL CUERPO DE CRISTO

  En octubre de 1984 yo regresé de los Estados Unidos a Taiwán, porque necesitábamos avanzar en nuestra práctica por causa de los intereses del Señor. Para octubre de 1984 me di cuenta de que el recobro del Señor se había detenido casi por completo. Las estadísticas de las denominaciones principales del cristianismo mostraban que el número de muchas de ellas estaba disminuyendo. No es fácil llevar el evangelio a un pecador típico que vive en los Estados Unidos debido a que la gente allí se halla enredada y ocupada con la religión, la filosofía o la lógica. El poco incremento numérico que experimentaron algunas de las denominaciones se debía mayormente a personas que ya eran cristianas y se habían unido a dichos grupos. Así que esta situación me hizo caer en cuenta de que necesitábamos tener un nuevo camino para poder avanzar.

  En 1937 en Shanghái, el hermano Nee nos dio los mensajes que ahora están publicados en el libro La vida cristiana normal de la iglesia. En esa comunión el hermano Nee recalcó la manera de reunirnos conforme a 1 Corintios 14:26. Este versículo dice que cuando la iglesia se reúne, cada uno tiene algo. La palabra tiene aparece cinco veces en este versículo: “Cada uno de vosotros tiene salmo, tiene enseñanza, tiene revelación, tiene lengua, tiene interpretación”. Al hablar sobre este versículo, el hermano Nee usó la palabra mutualidad. Una reunión de la iglesia no es una reunión donde una sola persona habla y las demás escuchan. En ese caso el tráfico sólo iría en un solo sentido, sin mutualidad alguna. La reunión de la iglesia que se describe en 1 Corintios 14:26 es una reunión llena de mutualidad. Es una reunión en la que todos los santos participan hablando y escuchándose los unos a los otros. Aunque el hermano Nee vio esto, en ese tiempo no supimos cómo implementarlo.

  En el otoño de 1948 el hermano Nee condujo un extenso entrenamiento de cuatro meses. Una serie de mensajes que él dio en ese entonces se publicó en el libro Los asuntos de la iglesia. En este libro él recalcó de una manera más enfática que no era necesario continuar con la práctica de tener reuniones en la iglesia en las que una sola persona habla y las demás escuchan. Él dijo que puesto que la presión que ejercen las tradiciones era muy fuerte, todos debíamos empujar esta tradición todos los días hasta que lográramos quitarla del camino. Después de que el hermano Nee compartió estas cosas en su entrenamiento, me enviaron a salir de China a Taiwán en la primavera de 1949 debido a que los comunistas habían tomado el poder. Así que, desde 1949 hasta 1984 aún no habíamos encontrado la manera de practicar la reunión de mutualidad revelada en 1 Corintios 14:26. La conclusión a la que llegué en mi estudio de cuatro años en Taipéi, el cual inició en 1984, fue que debíamos cooperar con el Señor para que se cumpliera 1 Corintios 14:26.

  Tal vez pensemos que en el pasado tuvimos mutualidad debido a que los santos compartían algo y testificaban después de que un hermano daba un mensaje. Ciertamente esto es mejor de lo que se practica en el cristianismo, pero muy pocos de los testimonios que dimos en esas reuniones podrían considerarse como profetizar. Profetizar es hablar por el Señor, es proclamar al Señor e impartirlo en otros, es decir, es ministrar a Cristo en el ser de las personas. En otras palabras, es impartir a Cristo. Por lo tanto, profetizar, en el sentido con que se usa en el Nuevo Testamento, significa impartir a Cristo en el hombre interior de las personas. Profetizar no es hablar de una manera común. Profetizar es un oráculo divino. En el pasado pensábamos que hablar en lenguas, profetizar y sanar eran dones milagrosos, pero no sabíamos que profetizar requería aprendizaje. Tenemos que desear, anhelar y aprender a profetizar. Cuando profetizamos, el objetivo es que otros aprendan (14:31). Esto indica que nosotros, los que profetizamos, primero tenemos que aprender. Si no aprendiéramos algo, no podríamos decir algo para que otros puedan aprender.

  Después de mucho estudio y consideración, llegué a la conclusión de que profetizar no es del todo algo milagroso, sino que es una normalidad milagrosa. Por un lado, es algo normal; pero por otro, es milagroso porque se trata de hablar con el elemento divino. Profetizar es hablar por Dios, tener el oráculo de Dios. Algunos de nosotros quizás podrían pensar que sólo ciertos hermanos pueden tener el oráculo de Dios, pero Pablo no estaría de acuerdo con eso. Pablo dice que todos podemos profetizar uno por uno (14:31). También dijo que si todos profetizamos, quien venga por primera vez a nuestra reunión será convencido y examinado por todos, y que los secretos de su corazón se harán manifiestos. Se postrará sobre su rostro y adorará a Dios, declarando que verdaderamente Dios está entre nosotros (vs. 24-25).

  Profetizar en 1 Corintios 14 no tiene el sentido de predecir. Alguien que profetiza podría decir algo así: “Hermanos, en 1 Corintios 15:45 dice: ‘Fue hecho [...] el postrer Adán, Espíritu vivificante’. Cristo, quien murió en la carne por nuestros pecados, es ahora en resurrección el Espíritu vivificante. Hoy en día Él mora en nosotros para ser nuestra vida. El Señor Jesús es el Espíritu vivificante, y nuestro espíritu, que fue creado por Dios, ha sido regenerado por este Espíritu. Nuestro espíritu y el Espíritu vivificante están ahora unidos como un solo espíritu. El Señor como el Espíritu mora en nosotros para que podamos disfrutarlo continuamente a fin de vivir a Cristo”. Esta manera de hablar no es natural ni son predicciones. Profetizar de esta manera es el oráculo de Dios, y Pablo dice que todos podemos profetizar. En el pasado tuvimos testimonios en nuestras reuniones, pero muchos de ellos no eran el hablar divino. Sin embargo, hay ocasiones en que el profetizar podría considerarse como un hablar divino. Ello depende del contenido del testimonio y la manera en que éste es dado. Si alguien da un testimonio, incluso de sí mismo, de una manera espiritual, de una manera divina, esto sería una profecía. Un testimonio es una profecía cuando contiene algo que revela a las personas las cosas divinas relacionadas con Dios.

  Profetizar es hablar de una manera divina, es hablar algo que esté relacionado con Dios, es hablar algo de Dios y proclamar a Dios. Profetizar es impartir a Cristo en otros al hablar. Supongamos que cien hermanos y hermanas se reúnen por una hora y media sin un orador entre ellos, y todos se ejercitan para impartir a Cristo el uno en el otro al hablar. ¡Cuán maravillosa, rica, refrescante, nutritiva y enriquecedora sería esa reunión! Por muy bueno que sea un orador, la congregación a la cual él le predica una y otra vez con el tiempo se aburrirá de escucharlo.

  ¿Alguna vez hemos visto una reunión en la tierra como la que se describe en 1 Corintios 14:26? Debo decirles que nuestra práctica de compartir y testificar después de que se da un mensaje no ha sido la práctica descrita en 1 Corintios 14:26. En el pasado, las veces que hemos testificado después de un mensaje en nuestras reuniones ha habido un poco de mutualidad, pero no la mutualidad que se revela en 1 Corintios 14:26. Algunos me han dicho: “Hermano Lee, esto no es la nueva manera, pues nosotros ya hemos hecho esto en el pasado”. Lo que hicimos, sin embargo, fue llevado a cabo de una manera natural, no conforme a una revelación. La manera que el Señor nos ha revelado en 1 Corintios 14:26 es una manera que nunca hemos practicado antes. Ésta es una nueva manera.

  Cuando regresé a Taiwán en 1984, hablé de la necesidad de seguir el nuevo camino y usé como ejemplo la manera en que han mejorado los medios de transporte en la tierra. Aunque no podemos cambiar la tierra que Dios creó, sí hemos cambiado los medios de transporte en la tierra y los hemos mejorado una y otra vez. Si no aceptamos el cambio, nos quedaremos atrás. No podemos cambiar las verdades de las Escrituras, ni al Señor Jesús ni la salvación de Dios, pero sí debemos cambiar la manera en que ministramos la palabra de la verdad y practicar la vida de iglesia conforme al camino bíblico, la manera ordenada por Dios, que es la mejor manera de proceder. Debemos esforzarnos por tener reuniones en la tierra que sean conforme a 1 Corintios 14:26. Por lo tanto, tenemos que aprender. Simplemente por el hecho de que una persona pueda mover sus dedos en el piano, no significa que sepa tocarlo. Para aprender a tocar el piano apropiadamente, se necesitan años de instrucción. Si no aprendemos, ¿cómo podremos llevar adelante el mover presente del Señor?

  Según lo que tradicionalmente se practica en el cristianismo, una persona recién bautizada simplemente se une a la congregación para sentarse a escuchar un mensaje; pero no es perfeccionada para hablar por el Señor. Los miembros de la congregación no se esfuerzan por aprender nada ni aprenden nada. Ellos simplemente contratan a un pastor elocuente que pueda contarles buenas historias y les dé buenos ejemplos. El servicio de los domingos en la mañana es un lugar donde ellos se relajan y escuchan un coro y a un buen orador. Ellos escuchan por años sin aprender y sin ser perfeccionados para hablar por sí mismos. Esta situación no es conforme a lo que Pablo nos dice en 1 Corintios 14. Él nos alienta a todos a profetizar para la edificación de la iglesia. ¿Realmente nos agrada Pablo? Tal vez digamos que amamos a Pablo, pero en lo profundo pensemos que él es demasiado duro con nosotros, que nos está sobrecargando. Alguien que trabaja duro para ganarse la vida podría pensar que necesita descansar al terminar la semana. En lugar de sentir que se le ha encargado hablar, podría sentir que debería descansar en la reunión. Podría pensar que, así como los doctores y abogados son entrenados específicamente para ejercer su profesión, algunos debieran entrenarse para ser oradores. De este modo, podrá venir a las reuniones y deleitarse escuchando un mensaje. Sin embargo, Pablo nos dice que nosotros debemos practicar nuestras reuniones conforme a 1 Corintios 14:26. Nos dice que debemos anhelar el profetizar y procurar sobresalir en la edificación de la iglesia.

  Debido a que 1 Corintios 14:26 forma parte de la santa Palabra, tiene que cumplirse para que el Cuerpo de Cristo sea edificado. El estilo de reunión de las congregaciones en el que una persona habla y las demás escuchan nunca podrá edificar el Cuerpo de Cristo. ¿Dónde podemos ver en la tierra que la iglesia esté siendo edificada orgánicamente como el Cuerpo de Cristo? Sin esta edificación orgánica, lo que el Señor profetizó en Mateo 16:18 no podrá cumplirse, y la iglesia como la novia no podrá estar preparada para Cristo, el Novio. Algunos me aconsejaron que no laborara tan arduamente a mi edad. Un santo me dijo que todo lo que yo he hablado acerca de la nueva manera de proceder es bíblico, pero que no creía que pudiera implementarse. Sin embargo, en mi interior pensé: “Si no hago esto, ¿cómo podré presentarme delante del Señor?”. Otros me dijeron que desde que empecé a hablar acerca de la nueva manera de proceder en 1984, el número las iglesias disminuyó y la condición empeoró. Me dijeron que debía reconsiderar el camino que estaba tomando. A pesar de todas las críticas y dificultades, tengo que llevar adelante la comisión que he recibido de parte del Señor. Mi carga es comunicar Su palabra para que al menos un pequeño número de los que aman a Jesús reciban esta palabra y profundicen en ella. Entonces el Señor Jesús tendrá un camino por donde avanzar en la tierra. No me importan las críticas; lo que más me preocupa es que un día estaré delante del Señor. Por lo tanto, debo atender a la carga interior que el Señor ha puesto en mí.

  Cuando envejecemos, nos es difícil aceptar los cambios y aprender algo nuevo. A muchas compañías y a las grandes empresas les gusta contratar a los jóvenes que recién se han graduado de la universidad porque están abiertos a aprender cosas nuevas. En mi juventud aprendí a usar el ábaco. Más tarde, cuando se inventó la sumadora, el ábaco pasó de moda porque era mucho más lento y menos eficiente. Aunque algunas personas me regalaron sumadoras, yo nunca las usaba, pues aún me gustaba usar mis viejos ábacos de madera. En este aspecto, yo no quería dejar mis viejos hábitos y aceptar el cambio. Asimismo es difícil que una persona anciana aprenda a usar la computadora porque quizás no quiera cambiar. Hay muchos santos que han estado en el recobro del Señor por muchos años; ellos han sido fieles y diligentes, y durante todos esos años se han esforzado por llevar adelante el recobro. Quizás mantuvieron su frescura en el Señor hasta hace veinte años, pero ahora que son mayores no están dispuestos a cambiar. Por otro lado, muchos de los jóvenes que están en el recobro se han sentido muy contentos de seguir el nuevo camino que el Señor nos ha mostrado.

  El cristianismo ha tomado la iniciativa de escoger el camino fácil, pero la nueva manera de practicar el recobro actual del Señor es un camino que nos exige laborar. ¿A quién le agrada la idea de subir una montaña alta? Todos preferimos tomar el camino más fácil. La manera en que tradicionalmente se predica el evangelio es conforme a la manera natural, no según la manera revelada en la Biblia. Esto se debe a que la manera natural es fácil. La reunión tradicional en la que un solo hombre habla y los demás escuchan es también según la manera natural. Nadie está dispuesto a practicar 1 Corintios 14:26 porque esto exige mucha labor.

  A fin de que 1 Corintios 14:26 llegue a ser una realidad entre nosotros, los colaboradores y los ancianos deben laborar porque todos los santos necesitan ser instruidos. Ellos tienen que aprender, y necesitan de algunos tutores. Efesios 4 nos dice que la Cabeza, Cristo, dio a algunos como apóstoles, a otros como profetas, a otros como evangelistas, y a otros como pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos (vs. 11-12). Perfeccionar significa equipar y proveer lo necesario. ¿Alguna vez hemos puesto en práctica el perfeccionamiento de los santos? Éste es un nuevo camino que debemos seguir. Hoy mis ojos han sido abiertos más que nunca para ver que necesitamos que las personas dotadas perfeccionen a los santos.

  Incluso los evangelistas son dados para el perfeccionamiento de los santos. Esto indica que necesitamos algún perfeccionamiento e instrucción a fin de predicar el evangelio de la manera apropiada. Si alguien quiere tocar el piano apropiadamente, necesita ser perfeccionado, instruido, enseñado y adiestrado. El hecho de que los santos necesiten que los evangelistas los perfeccionen significa que el evangelio no debe predicarse de una manera natural, sino que debe llevarse a cabo conforme a una instrucción apropiada y por medio del aprendizaje. ¿Qué predicadores en las denominaciones están perfeccionando a los santos para que prediquen? Aun entre nosotros es difícil ver esto; sin embargo, exhortamos a los santos a que prediquen el evangelio. Si no son perfeccionados para predicar el evangelio, lo harán de una manera natural. Ni siquiera nosotros mismos tenemos claro cuál es la manera apropiada de predicar el evangelio. Si no sabemos tocar el piano apropiadamente, ¿cómo podremos perfeccionar a otros? Asimismo, si no sabemos predicar el evangelio apropiadamente, ¿cómo podremos perfeccionar a otros? Ésta es nuestra situación actual y es por ello que siento una carga tan pesada.

  Tenemos que volvernos de la manera vieja y tradicional de reunirnos y de servir a la nueva manera, el camino bíblico. El hecho de volver algo de una manera a otra al principio implicará alguna pérdida. Cuando se remodela un edificio, al principio hay cierta pérdida; sin embargo, una vez que termina la obra de remodelación vemos que valió la pena esa pérdida inicial. No obstante, al seguir el nuevo camino, debemos hacer lo posible por evitar pérdidas, no avanzando muy rápidamente, sino de forma gradual y positiva. En Taipéi laboramos por treinta y siete meses antes de abandonar las reuniones en las que un solo orador da un mensaje. Si hubiésemos detenido esta práctica inmediatamente o muy rápidamente, habríamos sufrido mucha pérdida. Así que implementamos la nueva manera de reunirnos según 1 Corintios 14:26 después de haber laborado mucho para preparar a la iglesia.

  La iglesia debe ser orgánica en todo aspecto y en todo sentido. Un robot es mecánico y no tiene nada orgánico, pero una persona es un organismo vivo, que actúa y ejerce funciones, y posee un cuerpo que es completamente orgánico. Cristo es una persona viva, y Su Cuerpo es absolutamente orgánico. Es posible que prediquemos el evangelio conforme a una manera entrenada, pero tal vez aún necesitemos de organización. Sin organización, nadie saldría a predicar el evangelio. Esto no es orgánico. Tenemos que esforzarnos y adiestrar a los santos al grado en que de manera orgánica ellos sientan la carga de salir. Entonces no habrá necesidad de que la iglesia organice nada. Los santos de una manera orgánica tendrán el sentir de salir a predicar el evangelio a las personas y bautizarlas. Sin necesidad de organizar ni disponer nada, los santos sentirán la carga de ir a las casas de los nuevos creyentes para cuidar de ellos. Además, ellos sentirán la carga de tener reuniones de grupo pequeño de manera orgánica, y tendrán la motivación orgánica para ejercer su función, profetizar, hablar por el Señor, en las reuniones de la iglesia.

  Debemos darnos cuenta de que estamos muy atrasados, según la revelación bíblica, en cuanto a la manera en que practicamos la vida de iglesia. Hace veintiséis años vine a los Estados Unidos con la carga de traer el recobro del Señor, pero los santos vinieron a un recobro que aún, hasta cierto punto, permanecía en la tradición. Ahora hemos visto que debemos seguir el camino nuevo, la manera bíblica, de practicar Su recobro actual. Debemos aprender a predicar el evangelio, no de una manera natural, sino según la manera revelada en la Biblia. Además debemos reunirnos, congregarnos, no conforme a la tradición, sino conforme a lo descrito en 1 Corintios 14:26.

DEBEMOS APRENDER A PROFETIZAR

  A fin de reunirnos conforme a lo establecido en 1 Corintios 14:26, debemos anhelar y aprender a profetizar. El propósito de profetizar es que otros aprendan; por lo tanto, el profetizar requiere aprendizaje. Si deseamos decir algo para que otros aprendan, nosotros tenemos que aprenderlo primero. Aprendemos a profetizar por medio de muchas experiencias. Tenemos que amar al Señor, vivirle y disfrutarle. También aprendemos a profetizar siendo equipados con la Palabra (2 Ti. 3:16-17). Debemos profundizar en la Palabra y saturarnos de ella, hasta que seamos uno con la Palabra. Si queremos aprender a profetizar, debemos orar sin cesar (1 Ts. 5:17-20). Debemos entrar en el Espíritu mediante la oración. Esta clase de oración continua nos mantendrá en el Espíritu todo el tiempo. Debemos estar en el Espíritu; pues, de lo contrario, no tendremos el oráculo de Dios. Debemos permanecer en el Espíritu; de otro modo, no podremos hablar nada que sea divino. Aprendemos a profetizar al vivir y andar por el Espíritu (Gá. 5:16, 25). También aprendemos a profetizar con la práctica. El objetivo de aprender a profetizar es que podamos tener reuniones donde haya mutualidad, como se describe en 1 Corintios 14:26.

LLEVAR UNA VIDA QUE NOS HACE APTOS PARA PROFETIZAR

  Si queremos profetizar, debemos llevar una vida que nos haga aptos para profetizar. Primero, debemos ser avivados todas las mañanas (Pr. 4:18; Lm. 3:22-24; Sal. 119:147-148). Proverbios 4:18 dice: “La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto”. El camino del justo es como la luz de la aurora que aumenta en brillo hasta ser como la luz del mediodía. Cada veinticuatro horas hay un nuevo comienzo, una nueva aurora, un nuevo amanecer. Esto concuerda con la ley natural que rige la creación de Dios. Debemos seguir esta misma ley natural. Todas las mañanas debemos madrugar para tener contacto con el Señor, invocarle y ser avivados por Él. En Lamentaciones 3:22-24 Jeremías dice que las misericordias del Señor son nuevas cada mañana. Sus misericordias son como el rocío fresco de la mañana. Cada mañana debemos disfrutar de este rocío a fin de tener un nuevo comienzo, un avivamiento matutino.

  Además de ser avivados cada mañana, también debemos llevar una vida victoriosa todos los días (Ap. 21:7). Después de experimentar el avivamiento en la mañana, no debemos dejar de tener contacto con el Señor. Podemos llevar una vida victoriosa teniendo comunión con el Señor en todo momento (1 Jn. 1:6). También debemos andar conforme al espíritu (Ro. 8:4b) y no hacer nada independientemente del Espíritu. Además debemos hablar la palabra (el Señor) continuamente. Pablo exhortó a Timoteo a proclamar la palabra, a tiempo y fuera de tiempo (2 Ti. 4:2a). No debemos decir: “Ahora no es el momento para hablarles a las personas”. Aunque no nos parezca que es el momento apropiado, tenemos que proclamar la palabra. Ésta es la vida que nos hace aptos para profetizar.

CÓMO PREPARARNOS PARA PROFETIZAR

  En Taipéi les di a los santos una comunión práctica en cuanto a cómo prepararse para profetizar en las reuniones de la iglesia en el día del Señor. Les dije que cada semana debían abarcar un capítulo de un determinado libro de la Biblia, y que debían dividir ese capítulo en seis secciones para los seis días. Luego les indiqué que de cada sección, debían escoger dos o tres versículos para orar-leer y disfrutar al Señor usando esos versículos en su avivamiento matutino. Les encargamos a los santos que escribieran unas cuantas líneas sobre la inspiración que recibieran de parte del Señor durante su tiempo de avivamiento matutino. Así, al final de la semana, ellos tendrían seis notas sobre la inspiración que recibieron durante esa semana. Entonces, el sábado por la noche, podrían usar esas notas para preparar una profecía, a fin de hablar por tres minutos. Luego, les recomendé que ensayaran en su casa lo que fueran a compartir. Les dije que no se extendieran mucho ni fueran demasiado breves. Así, al venir a la reunión el día del Señor, tendrían algo que decir y cumplirían lo dicho por el Señor en 1 Corintios 14:26, donde dice: “Cada uno tiene”. Ninguno debe esperar recibir inspiración al momento durante la reunión, sino que deben venir a la reunión preparados con las riquezas de Cristo que han disfrutado. Algunos hermanos que podemos considerar “tutores” deberán pasar tiempo con algunos de los santos después de que ellos compartan el día del Señor, a fin de ayudarlos, corregirlos y perfeccionarlos más. Los santos necesitan ser perfeccionados para que disfruten al Señor, sean saturados de la Palabra, oren sin cesar, tengan comunión con el Señor a cada momento, anden en el Espíritu y proclamen al Señor en el Espíritu continuamente. Finalmente, deben aprender a redactar una profecía para compartirla en las reuniones de la iglesia. Espero que todos tratemos de poner esto en práctica en nuestras reuniones de la iglesia.

  Si de cincuenta santos tan sólo quince profetizaran en una reunión de la iglesia, esa reunión estaría en el tercer cielo. Esto es lo que el Señor anhela. Independientemente de cuán largo o cuán bueno sea un mensaje, éste debe abarcar un solo asunto. Así, si quince hermanos profetizan, se abarcarán diferentes puntos. Este profetizar tocará los problemas de las personas de manera particular. Este hablar no sólo nutrirá a los santos, sino que además los edificará. Cuando una sola persona habla, únicamente es liberado lo que ella ha experimentado de las riquezas de Cristo. Pero cuando quince personas hablan, las riquezas de Cristo emanan de quince fuentes diferentes, y quince porciones de Cristo serán ministradas a los demás.

  Quisiera repetirles una vez más que no debemos apresurarnos en hacer el cambio de la vieja manera, en la que un sólo hombre habla, a la nueva manera, en la que “cada uno tiene” algo. Por un lado, tenemos que seguir practicando la vieja manera por causa de los santos. Por otro lado, tenemos que sacar tiempo para adiestrarlos y educarlos, a fin de que obtengan una comprensión cabal de que el Señor necesita que Sus santos se reúnan conforme a 1 Corintios 14:26. Nuestra enseñanza despertará su apetito, y surgirá en ellos el deseo de profetizar. Ellos procurarán sobresalir en esto por causa de la edificación de la iglesia. De esta manera, creo que quizás en un año toda la iglesia en nuestro lugar gradualmente experimentará un cambio radical.

  El Señor nos ha mostrado un panorama claro en cuanto a cómo predicar el evangelio y cómo realizar las reuniones de la iglesia. Aún no hemos visto con absoluta claridad cómo deben realizarse las reuniones de hogar y las reuniones de los grupos pequeños, ya que el Nuevo Testamento no nos dice mucho al respecto. Sin embargo, lo que sí sabemos basándonos en las Escrituras es que las reuniones de hogar y las reuniones de los grupos pequeños son muy necesarias (Hch. 2:46; 5:42; 12:12). En 1 Corintios 14 y en Efesios 4:11-16 se nos da un panorama muy claro con respecto a cómo realizar las reuniones de la iglesia. Debemos cooperar con el Señor y laborar juntamente con Él hasta que todos estos pasajes de la Palabra se cumplan por el bien de la edificación de la iglesia como el Cuerpo de Cristo.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración