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Mensajes del libro «Economía de Dios, La»
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LA CUBIERTA DEL EDIFICIO DE DIOS

  “Harás el tabernáculo de diez cortinas de lino torcido, azul, púrpura y carmesí; y lo harás con querubines de obra primorosa”.

  “Harás asimismo cortinas de pelo de cabra para una cubierta sobre el tabernáculo; once cortinas harás ... Harás también a la tienda una cubierta de pieles de carneros teñidas de rojo, y una cubierta de pieles de tejones [marsopas] encima” (Ex. 26:1, 7, 14).

  De los pasajes arriba mencionados, podemos ver que hay cuatro capas que forman la cubierta del tabernáculo. La primera capa está constituida de diez cortinas de lino fino; la segunda está compuesta de cortinas de pelo de cabra; la tercera es una cubierta de pieles de carneros, y la cuarta es la cubierta exterior, la cual es de pieles de tejones o de marsopas. Estas cuatro capas de la cubierta forman el techo del tabernáculo. Otros han escrito muchísimo acerca del tabernáculo y sus cubiertas, pero mi carga es señalar cómo están relacionadas estas cubiertas con el edificio del Señor.

LA IGLESIA EDIFICADA POR CRISTO COMO LA VIDA

  En el capítulo anterior vimos que el edificio del Señor no es solamente un modelo, sino un asunto que tipifica a Cristo siendo forjado en la humanidad. La edificación de la Iglesia no puede ser hecha con manos humanas, por medio de copiar un modelo, o por medio de formar una organización. Por supuesto, por medio del nacimiento y del crecimiento de la vida, espontáneamente surgirá cierto modelo, tal como la estatura y la figura de un hombre se desarrollan por medio de su nacimiento y su crecimiento en vida. Nadie puede fabricar o diseñar a un hombre a su forma actual. Aun así, la edificación de la Iglesia no es un modelo hecho por el hombre, ni una imitación manufacturada, sino el crecimiento espontáneo de Cristo como nuestra vida.

  Cada parte y cada aspecto del tabernáculo tipifica ya sea la obra o la Persona de Cristo: esto es mucho más que un modelo. El tabernáculo nos muestra que, por medio de Su obra redentora, Cristo mismo debe ser forjado en nosotros como el todo. El altar, en el atrio, tipifica la muerte todo-inclusiva de Cristo en la cruz, la cual ha obtenido para nosotros una relación correcta con Dios. Al confesar que somos pecadores y que la muerte de Cristo nos ha dado fin, lo recibimos a El como nuestra vida. Luego la obra limpiadora y purificadora de Su Espíritu, como es tipificada por el lavacro, nos purifica de la suciedad del mundo para hacernos compatibles y para que estemos dispuestos, a fin de que El sea forjado dentro de nosotros.

  Después de estas dos cosas, podemos seguir adelante y mirar dentro del edificio. Inmediatamente vemos que todo lo que hay ahí, manifiesta a Cristo como el que ha sido forjado en nosotros. Casi en todas partes del lugar santo y del Lugar Santísimo, hay madera cubierta de oro, lo cual significa que la naturaleza humana está cubierta con la naturaleza divina, la divinidad ha sido forjada en la humanidad y sobre ella. La mesa del pan de la presencia, la lámpara, el altar del incienso, el arca, todas las tablas que forman la estructura del tabernáculo, e incluso las cuatro capas de la cubierta revelan y enfatizan una cosa: Cristo como la misma incorporación de Dios ha sido forjado en nosotros para que podamos experimentarlo a El como vida y como nuestro todo.

  El Señor debe abrir nuestros ojos e impresionarnos con todas estas cosas. No podemos meramente buscar un modelo en el libro de Hechos, establecer ancianos y diáconos, y decir que esto es la iglesia. Tal cosa no es la iglesia; es una imitación de la iglesia. Si le preguntáramos a alguien cómo llegó a existir y cómo llegó a ser una persona tan alta, nos diría: “Nací de mi madre, he comido mucha comida nutritiva, y he crecido hasta tener esta estatura”. Podemos fabricar un juguete o una muñeca, pero es imposible que fabriquemos un hombre. La iglesia es un verdadero hombre; ¡nadie puede fabricar una iglesia! Debe ser algo que tenga el nuevo nacimiento en el Espíritu y el crecimiento de vida en Cristo. Debemos decir una y otra vez: ¡Hermanos, no toquen nada! No debemos tratar de hacer o de organizar algo.

  En muchos lugares, durante los últimos años, he suplicado de esta manera, pero muy pocos hermanos han comprendido lo que quiero decir con esto. Ellos dicen: “Bueno, si no formamos una iglesia, si no organizamos nada, ¿qué debemos hacer?” Debemos hacer una cosa: comer a Cristo y beber a Cristo. Además debemos ser absorbidos por Cristo. Cuanto más lo comamos a El, más seremos absorbidos por El. Pensamos que solamente estamos alimentándonos de El y disfrutándolo, pero en realidad cuanto más nos alimentamos de El, más estamos siendo absorbidos por El. La iglesia no debe basarse en fórmulas ni en organización, sino que debe nacer de Cristo en el Espíritu; debe ser el Cuerpo vivo de Cristo, que crece con la vida de Cristo. Luego, como resultado, espontáneamente tomará cierta forma, y podrá verse un modelo. La iglesia crece con Cristo, por Cristo y en Cristo.

  En el atrio experimentamos la obra consumada de Cristo, la cual es el medio para que nosotros entremos en el lugar santo. El lugar santo y el Lugar Santísimo no son un asunto de experimentar la obra de Cristo, sino de experimentar a Cristo mismo. Aquí Cristo mismo es experimentado como alimento para el suministro de vida, como la luz de vida, como la fragancia de resurrección, y como el Todo-inclusivo. Una vez que Cristo es forjado en nosotros, los materiales se hacen disponibles para la edificación de la Iglesia. Entonces seremos unidos y edificados juntos como uno, mediante el Espíritu Santo, el cual nos regenera y nos madura (como está representado por los anillos y por las barras de oro). Esto es el Cuerpo de Cristo; esto es la morada de Dios. Repetimos nuevamente: la edificación de la Iglesia es asunto de crecimiento, lo cual es Cristo forjado progresivamente dentro de nosotros como nuestro todo. Solamente esto produce los materiales para la edificación de la Iglesia. Mediante el proceso de regeneración y madurez por el Espíritu, todos estos materiales serán encajados perfectamente y unidos como un todo. Esta edificación en unidad es el Cuerpo de Cristo y la morada de Dios.

LA IGLESIA CUBIERTA POR CRISTO COMO LA EXPRESION

  Pero debemos darnos cuenta de que para esta etapa, el tabernáculo todavía no tiene techo que lo cubra. No importa hasta qué grado hayamos sido forjados en Cristo, y hasta qué grado Cristo haya sido forjado en nosotros, solamente somos las tablas; ninguno de nosotros puede llegar a ser la cubierta. Si nosotros somos la cubierta, la iglesia llegará a ser la expresión del hombre. Solamente Cristo puede ser la cubierta, pues la iglesia solamente debe ser la expresión de Cristo mismo. En el tipo del tabernáculo, como hemos visto, el techo está constituido de cuatro capas, y cada capa es un aspecto de Cristo. El techo en su totalidad es la revelación de Cristo como la única cubierta. Así que el tabernáculo llega a ser una expresión de Cristo por medio de esta cubierta, la cual cubre completamente al tabernáculo. Después de que la cubierta fue puesta sobre el tabernáculo, nada excepto esta cubierta podía verse desde afuera. Incluso las tablas y los utensilios estaban adentro, bajo la cubierta. Esta cubierta no solo protegía todas las tablas y los utensilios del tabernáculo, sino que también expresaba todo lo que era el tabernáculo. En realidad era esta expresión la que protegía todas las tablas y los utensilios. Esto significa que si no tenemos a Cristo como nuestra expresión, no tenemos Su protección. Si esperamos que Cristo proteja a la iglesia, debemos tenerlo a El como nuestra expresión.

  En algunos lugares tal parece que la iglesia no está cubierta por Cristo, sino por alguna clase de doctrina. En otros lugares la cubierta es una manifestación de ciertas clases de dones; los dones han llegado a ser el techo. Los grupos de creyentes están o bajo la cubierta de las enseñanzas o bien bajo la cubierta de los dones; no bajo la cubierta de Cristo. Pero las enseñanzas y los dones nunca pueden protegernos. Ningún don, ninguna enseñanza, y ninguna doctrina es adecuada para cubrir a un grupo de creyentes. Solamente Cristo debe ser tenido en alto, solamente Cristo debe ser exaltado, solamente Cristo debe ser expresado como el techo que nos cubre.

  Si leemos cuáles son las medidas del tabernáculo, descubriremos que la cubierta no solamente incluye el techo, sino también los dos lados. Desde afuera no puede verse otra cosa que la cubierta. Las basas, las tablas y los muebles que están por dentro no son visibles. Esto significa que aquellos que estén afuera solamente deben ver a Cristo como la cubierta de la iglesia. Cuando la gente entra en el tabernáculo, ellos no ven otra cosa que la mezcla de Cristo con el hombre. Por fuera no hay ninguna otra cosa excepto Cristo, y por dentro no hay otra cosa que no sea Cristo forjado en la humanidad, y mezclado con ella. En otras palabras, cuando estoy afuera mirando la iglesia, solamente veo a Cristo, pero cuando entro en la iglesia y miro a la gente, veo la mezcla de Cristo con cada persona. Esta es la verdadera iglesia. Desde afuera, la gente no puede ver otra cosa más que a Cristo, y por dentro ellos no ven otra cosa excepto Cristo forjado en muchas personas.

  Este es un cuadro maravilloso. Si tuviera más de diez Epístolas como la de Romanos, doce como la de Corintios y sesenta como la de Efesios, pero que no tuvieran este cuadro, no podría ver esto tan claro. Todavía soy un niño pequeño que necesita cuadros y dibujos. Cuando enseñamos a los niños de pre-primaria, necesitamos algunos cuadros. Por ejemplo, cuando escribimos G-A-T-O, los niños no entienden lo que significa eso. Necesitamos traer un cuadro de un gato y mostrárselo. De la misma manera, cuando vemos este cuadro del tabernáculo podemos entender lo que es la verdadera edificación de la iglesia. No es asunto de modelos u organización; tampoco es una clase de formación hecha por manos humanas, sino que es Cristo forjado en muchas personas, al cual ahora ellos ponen en alto y exaltan, y además se visten de El como su expresión para cubrirse y para protegerse.

  Ahora miremos las cuatro capas de la cubierta. Empezando desde adentro, tenemos la primera capa compuesta de los materiales más finos: cortinas de lino fino torcido, con querubines de obra primorosa y hermosos colores de azul, púrpura y carmesí forjados en las cortinas. El color azul significa lo celestial, el color púrpura significa realeza, y el color carmesí significa redención. Sin embargo, el material básico es el lino fino, el cual simboliza la humanidad de Cristo con todas Sus características y Su conducta finas. Los cuatro evangelios presentan recuento de un Hombre cuya naturaleza humana y cuya conducta son exactamente iguales al lino fino. Este es muy fino y, sin embargo, muy fuerte, y debido a que está hecho de lino torcido, es doblemente fuerte. El Señor Jesús es tan fino, sin embargo, El es tan fuerte; no hay nada en El que sea tosco ni débil.

  La obra primorosa de los querubines significa que la gloria de Dios es manifestada en Su creación. Los querubines tipifican la gloria de Dios, y la obra primorosa de los querubines en el lino fino significa que la gloria de Dios ha sido forjada en la humanidad y en Su creación. Nos podemos dar cuenta que mientras Jesús estaba sobre la tierra, en este Hombre con Su fina naturaleza y Su fino carácter humanos, la gloria divina de Dios era forjada en Su creación. El es un Hombre verdadero con una fina naturaleza humana y una fina conducta, pero a la vez es la incorporación de la gloria de Dios forjada en Su creación. Como hombre, El es el mismo resplandor de la gloria de Dios. En otras palabras, sobre El está la obra primorosa de los querubines. ¿Puede usted entender esta clase de lenguaje? El no es solamente humano, sino también divino. Su naturaleza humana lleva la gloria divina. No podemos agotar este asunto, sin embargo debemos seguir adelante.

  La segunda capa está compuesta de pelo de cabras. En los tipos de las Escrituras, las cabras son figura del hombre pecaminoso. Mateo 25:31-46 habla acerca de la división y de la diferencia entre las ovejas y las cabras; se muestra que las cabras representan a las personas pecaminosas. Esto corresponde exactamente a 2 Corintios 5:21 que dice: Al que no conoció pecado, por nosotros Dios lo hizo pecado. Por lo tanto, la capa de cortinas hechas de pelo de cabras, tipifica a Cristo, quien fue hecho pecado por nosotros. Aunque El es el lino fino, fue hecho pelo de cabra: El no tiene pecado y no conoce pecado, sin embargo, El fue hecho pecado por nosotros.

  Después de la capa de pelo de cabra, hay una capa de pieles de carneros, teñidas de rojo. El color rojo significa el derramamiento de la sangre en la obra redentora de Cristo. El era la Persona que no tenía pecado, quien fue hecho pecado por nosotros a fin de llevar nuestros pecados; esta simple cláusula explica lo que representan las primeras tres capas. La primera capa tipifica a Cristo, como Aquél que no tiene pecado; la segunda, indica que El fue hecho pecado por nosotros, y la tercera capa significa que El llevó nuestros pecados y que derramó Su sangre para redimirnos.

  Después de la capa de pieles de carnero teñidas de rojo, está la cuarta capa, la cual viene a ser la capa externa. Esta cubierta está formada de pieles de tejones o de marsopa, las cuales son muy fuertes; pueden resistir cualquier clase de clima, cualquier clase de ataque. La cubierta exterior no es muy atractiva en apariencia y es algo tosca. Hoy en día, exteriormente Cristo no es tan agradable para la gente mundana; El simplemente se parece a la fuerte piel de tejón, que no tiene atractivo en su apariencia exterior. Pero aunque El no es muy atractivo por fuera, por dentro El es hermoso, maravilloso y celestial. El no es como el cristianismo de hoy que tiene edificios inmensos y hermosos; exteriormente son muy imponentes, pero interior y espiritualmente son desagradables, vacíos y algunas veces corruptos. Las organizaciones cristianas mundanas son verdaderamente feas. En el interior de la iglesia apropiada, del edificio de Dios, hay algo celestial y bello, aunque exteriormente sea humilde y tosca, sin atractivo ni belleza.

  Quisiera aprovechar esta oportunidad para decir que todos debemos tratar de opacarnos. Nunca debemos poner un retrato de nosotros en el periódico. Eso no es algo que pertenezca a la Iglesia, sino algo que pertenece completamente a la religión del cristianismo caído y mundano. Hermanos, si es posible, no permitan que alguno de ustedes se anuncie en los periódicos. El Señor Jesús nunca se hizo propaganda. En los cuatro Evangelios leemos cómo El siempre trató de esconderse a Sí mismo, y cuando fue posible se mantuvo anónimo. La belleza y el atractivo deben ser la experiencia de Cristo dentro de nuestro espíritu. Esa es la verdadera belleza delante de Dios.

  Aprovecharé esta oportunidad para decir una palabra adicional acerca de la construcción de salones de reunión. Hermanos, si es posible, debemos tener un salón muy sencillo y simple en apariencia. No construyan salones bellos y lujosos. No podemos atraer a las personas, al Señor, por medio de edificios hermosos por fuera. Estuve en Roma una vez, y vi la que llaman la Catedral de San Pedro. No me imagino cuántos millones de dólares vale el edificio ni cuántas personas concurren allí diariamente. Cuando estuve allí, el lugar estaba atestado de gente. Pero me temo que ni siquiera una persona de cada mil, era salva. ¿Cuál es la ventaja de hacer que las personas se acerquen por tales medios? Yo diría que, si fuera posible, deberíamos deshacernos de esta clase de edificios. Esto no es un placer, sino una ofensa para el Señor.

  Sin embargo, lo que quiero enfatizar, no es estos asuntos, sino al mismo Cristo que por dentro está lleno de belleza y por fuera es muy sencillo y muy humilde. Tal Cristo debe ser la expresión de nuestro testimonio y la cubierta de la iglesia. Esto no es el pensamiento ni la opinión del hombre; éste es el cuadro que muestra la Palabra de Dios. No debemos tener ninguna otra cosa como expresión. Solamente debemos elevar y exaltar a nuestro Cristo maravilloso quien es la cubierta del edificio de Dios; un Cristo que por dentro está lleno de belleza divina, y un Cristo que por fuera es tan sencillo y humilde a los ojos del mundo. Es ésta la iglesia que puede resistir cualquier ataque y estar firme en cualquier tentación. Una vez que el ataque del enemigo venga, aquellos que se encuentren en los edificios hermosos de las llamadas iglesias cristianas, serán los primeros en caer. Solamente aquellos que no exhiben nada exterior, sino que tienen belleza celestial y atractivo divino por dentro, resistirán hasta el fin. Cristo es el contenido y la cubierta de ellos. Nada puede dañar o vencer la verdadera edificación de la iglesia cubierta con tal Cristo.

  Aprendamos a poner estas cosas en práctica, y a buscar al Señor en el espíritu. Aprendamos a discernir nuestro espíritu y a experimentarlo a El como nuestro todo. Entonces tendremos la medida de la plenitud de Cristo y llegaremos a ser material disponible para ser edificados con otros como el edificio de Dios cubierto con Cristo como la expresión. Entonces habrá una iglesia fuerte y apropiada, la cual podrá resistir cualquier ataque, resistir cualquier prueba y vencer cualquier tentación para la máxima gloria de Dios.

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