
En más de veinte traducciones [en inglés] del Nuevo Testamento hay una diferencia en la manera en que se ha escrito la palabra “espíritu”. En algunas traducciones la palabra está escrita con mayúscula en ciertos casos, mientras que en otras traducciones en los mismos casos no está escrita con mayúscula. Por ejemplo, los traductores de la versión King James escribieron con mayúscula la palabra “espíritu” en Romanos 8:2: “la ley del Espíritu”, pero en el texto de un interlineal griego-inglés no se usó mayúscula para la palabra “espíritu” en este mismo versículo. En la versión King James la palabra “Espíritu” tiene mayúscula en el versículo 4: “Andamos ... conforme al Espíritu”, pero en el mismo texto interlineal griego no se escribió con mayúscula. De nuevo, en el versículo 5: “los que son del Espíritu”, la versión King James escribió “espíritu” con mayúscula, mientras que el texto de este interlineal griego-inglés no escribió la palabra con mayúscula.
¿Cuál es la razón de que haya tal diferencia de traducciones? Es difícil para cualquier traductor decidir si la palabra “espíritu” se refiere al Espíritu Santo o al espíritu humano en pasajes como éstos. Puesto que nuestro espíritu ha sido mezclado con el Espíritu Santo, los dos espíritus están mezclados como un solo espíritu (1 Co. 6:17). Por lo tanto, alguien tal vez afirme que este espíritu es el espíritu humano, mientras que otro tal vez diga que este Espíritu es el Espíritu Santo. Por supuesto, en el contexto de algunos pasajes es claro que la palabra espíritu se refiere al Espíritu Santo, mientras que en otros pasajes es claro que se refiere al espíritu humano.
“Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, más el espíritu vive a causa de la justicia”. El contexto de este versículo, Romanos 8:10, claramente indica que aquí el espíritu no es el Espíritu Santo, ya que se está comparando con el cuerpo. No podemos comparar al Espíritu Santo con nuestro cuerpo. Es nuestro espíritu humano lo que el Apóstol estaba comparando con nuestro cuerpo. ¿Cuál es el significado de este versículo? Inicialmente, nuestro cuerpo estaba muerto a causa del pecado. Ahora Cristo está en nosotros, y aunque nuestro cuerpo pecaminoso aún está muerto a causa del pecado, aun así, nuestro espíritu vive y está lleno de vida a causa de la justicia. Por lo tanto, el “espíritu” mencionado en este versículo, no es el Espíritu Santo, sino el espíritu humano, el cual es comparado con el cuerpo humano.
En otro versículo, Romanos 8:11, es obvio que se hace referencia al Espíritu de Dios. Lo que sigue a la frase, “el Espíritu de Aquel” define de quién es el Espíritu. “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”. El versículo 10 nos dice que aunque Cristo está en nosotros, nuestro cuerpo todavía está muerto a causa del pecado. Sin embargo, el versículo 11 declara que debido a que Cristo mora en nosotros, nuestros cuerpos débiles y mortales serán estimulados, avivados y fortalecidos. Debido a que Cristo vive en nosotros, aún nuestros cuerpos mortales, los cuales están muertos a causa del pecado, pueden ser estimulados y avivados por el Espíritu divino, el cual mora en nuestro espíritu. El Espíritu que mora en nosotros nos aviva no sólo en nuestro espíritu, sino también, con el tiempo, en nuestro cuerpo.
¿Por qué enfatizamos la diferencia entre el Espíritu Santo y el espíritu humano? Es debido al gran problema que tenemos de no conocer al Espíritu morador ni darnos cuenta de que el espíritu humano es la misma morada del Espíritu Santo; ni tampoco sabemos que estos dos espíritus están mezclados conjuntamente como un Espíritu. ¡Esto es una lástima! Este es el blanco de la economía de Dios, y muchos cristianos yerran este blanco. Es como una casa en la cual no se puede entrar debido a que se ha perdido la llave. Solamente la llave puede abrir la casa para que nosotros disfrutemos todo lo que hay en ella. Por siglos el enemigo ha escondido esta llave. ¿Cuál es esta llave? Es que nuestro espíritu es la morada del Espíritu Santo, y que nuestro espíritu humano es uno con el maravilloso Espíritu Santo.
La Palabra de Dios es viva y afilada, más cortante que una espada de dos filos, que penetra hasta separar alma y espíritu. Por más de treinta años, yo traté de entender por qué fue escrita esta palabra y por qué fue escrita en el capítulo cuatro del libro de Hebreos. El Señor ha revelado el por qué. El libro de Hebreos nos anima a seguir adelante, del desierto a la buena tierra, de la etapa de errantes a la etapa de reposo en el Cristo todo-inclusivo. En ese tiempo los cristianos hebreos estaban en peligro de ser alienados de Cristo y ser llevados al judaísmo, lo cual es como regresar a la tierra de Egipto. Ellos habían sido rescatados del judaísmo, y se había intentado introducirlos en la buena tierra de descanso, pero ellos estaban vagando a medio camino entre el judaísmo y Cristo. La Epístola a los Hebreos fue escrita para animarlos a que fueran más allá de la etapa de andar errantes, por medio de tomar a Cristo como su vida y descanso todoinclusivos.
El libro de Hebreos también habla acerca del Lugar Santísimo. De nuevo, por muchos años no pude entender lo que significaba el Lugar Santísimo. Finalmente el Señor me ayudó a comprender que el Lugar Santísimo es, en un sentido, nuestro propio espíritu. Hoy nuestro espíritu humano es el Lugar Santísimo. Las tres partes del templo corresponden a las tres partes del hombre: cuerpo, alma y espíritu. La parte más interna del templo, el Lugar Santísimo, representa la parte más profunda de nuestro ser, el espíritu humano. Tal como el arca, un tipo de Cristo, estaba en el Lugar Santísimo, así mismo hoy en día Cristo está en nuestro espíritu. Por lo tanto, nuestro espíritu humano es el Lugar Santísimo, en el cual podemos tener contacto con Dios. Si no podemos discernir nuestro espíritu, no podemos localizar el Lugar Santísimo.
Además, debemos entender claramente que hoy en día el Dios Triuno ha completado todo: la creación, la encarnación, y la vida y los sufrimientos sobre la tierra; El ha entrado en muerte y ha pasado por la muerte; El ha resucitado, ha ascendido a los cielos, y ha sido entronizado. Todo ha sido obtenido por el maravilloso Dios Triuno, y todas estas realidades están en el Espíritu Santo, el cual ha entrado en nosotros. El punto es que este Espíritu Santo ha sido dispensado en nuestro espíritu humano, el cual ahora es la morada de Dios. Nuestro espíritu es el órgano para recibir a Dios y para contenerlo. Si hemos de tener contacto con este Espíritu maravilloso, debemos conocer nuestro espíritu. Si usted desea ponerse en contacto conmigo, usted debe saber dónde vivo. Hebreos 4:12 fue escrito para alentarnos a proseguir hasta el Lugar Santísimo, el cual es nuestro espíritu. Si no sabemos cómo discernir nuestro espíritu, no podemos localizar el Lugar Santísimo, el lugar donde el Señor mora hoy en día. La economía de Dios es el dispensar de El mismo dentro de nosotros, y el lugar mismo donde El se dispensa a Sí mismo es nuestro espíritu. Cuando podemos discernir y ejercitar nuestro espíritu para tener contacto con el Señor, podemos entonces ser impregnados y saturados del Señor, y también podemos ser transformados a Su imagen.
El enemigo trata de frustrarnos de discernir nuestro espíritu, e inmediatamente después de que somos salvos, él hace esto por medio de ayudarnos a tomar la decisión de hacer el bien. Nadie está exento de esta sugerencia sutil. Aun esta mañana algunos han orado así: “Señor, yo quiero hacer Tu voluntad; quiero agradarte, haré todo lo posible por hacer las cosas que a Ti te satisfacen”. Esto parece que es una buena oración, sin embargo no procede del Señor. Procede del enemigo. Cada vez que tengamos estas buenas intenciones, debemos detenernos de inmediato y decirle a Satanás que se aparte de nosotros. En mi diccionario cristiano, no existe la palabra “mal”, ni la palabra “bien”. De principio a fin mi diccionario cristiano solamente contiene una palabra: ¡“Cristo”! Yo no entiendo ni el bien ni el mal. No quiero ayudar a hacer el bien; ¡solamente quiero a Cristo!
Ahora uno puede entender las palabras del Señor: “Permaneced en mí, y yo en vosotros. El que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto”. Aquí no hay nada de esfuerzo propio, solamente permanecer en Aquel que mora en nuestro interior, y permitir que El more en nosotros; entonces todas las riquezas de Cristo serán forjadas en nosotros para que se expresen. Llevar fruto es simplemente el resultado de la obra del Cristo morador. Deberíamos decir: “Yo no sé esto ni aquello. Yo solamente sé una cosa: que soy un pámpano, y que El es la vid; yo debo permanecer en El, y permitir que El permanezca en mí”. Espontáneamente llevaremos fruto. Esta es la llave que se ha perdido. Tratar de hacer el bien es una verdadera tentación y una gran distracción que nos impide de experimentar a Cristo.
Las doctrinas forman otra estratagema que el enemigo usa para distraer a los buscadores de Cristo. Por siglos, las doctrinas tales como seguridad eterna, dispensaciones, predestinación, gracia absoluta, etc., han sido muy usadas por el enemigo, para distraer del Cristo viviente a los cristianos. Conocí a algunos cristianos que estaban muy familiarizados con la Biblia, incluso a uno de ellos le llamaban “la concordancia viviente”. Si usted no podía hallar cierta porción en la Escritura, ellos podían decirle a usted inmediatamente, el libro, el capítulo y el versículo. Pero yo puedo testificar que ellos sabían muy poco acerca de tener contacto con Cristo como su vida. Tener conocimiento de las Escrituras es una cosa, pero conocer al Viviente revelado por medio de las Escrituras es muy diferente. Se debe tener contacto con Cristo por medio de las Escrituras. Pero es lamentable que muchos cristianos tienen las Escrituras solamente en sus manos y en su memoria, con muy poco de Cristo en su espíritu. La Ley mosaica fue dada para traer la gente a Cristo y guardarlos para Cristo. Fue introducida para ayudar a la gente a conocer a Cristo; pero muchos solamente guardaron la ley e ignoraron a Cristo. Por lo tanto, la ley fue mal usada. Hoy el problema no ha cambiado. El mismo principio es aplicable a todas las enseñanzas y doctrinas de las Escrituras. Las doctrinas son el medio para experimentar a Cristo, pero los cristianos usan las doctrinas y el conocimiento para reemplazarlo.
Otra cosa que el enemigo utiliza es el asunto de los dones espirituales. Es necesario tener un entendimiento apropiado acerca de los dones, a fin de ver cómo están relacionados con la economía de Dios. Esto se aplica a todos los dones. Muchas personas dotadas ponen demasiada atención a sus dones y, más o menos, descuidan al Cristo morador. El Cristo que mora por dentro es el blanco de la economía de Dios, y todos los dones son para esto. Muchos saben cómo hablar en lenguas, y cómo obrar sanidades, pero ellos no saben cómo discernir al espíritu, y tener contacto con Cristo. Aunque yo no estoy hablando en contra de ningún don, estoy en contra de una cosa, esto es, poner toda la atención a los dones y no hacer caso del discernimiento del espíritu con el cual se tiene contacto con Cristo. Esto es definitivamente incorrecto.
El libro de Romanos dedica una porción muy pequeña a los dones. El libro de Romanos es un bosquejo general de la vida y el andar cristianos, y en esta descripción no se habla mucho acerca de los dones. De los 16 capítulos, solamente el capítulo doce habla algo acerca de ellos, y si leemos todo el capítulo doce, veremos que no sólo se menciona el don de profecía, sino que aun se mencionan los dones de hacer misericordia y de dar cosas materiales (Ro. 12:5-8). Los dones mencionados aquí son el resultado del Cristo vivo experimentado como gracia en cada creyente. No todos los cristianos tienen el don de profecía. Este es solamente uno de muchos dones. Aunque no estamos tratando de oponernos a ningún don, no obstante, debemos dar la proporción prudente a cada don; de otro modo, no seremos equilibrados.
Los dones también se mencionan en 1 Corintios 12 y 14. Los creyentes corintios tenían todos los dones, no les faltaba ninguno (1 Co. 1:7). Sin embargo, aunque los corintios tenían todos los dones, la condición espiritual de ellos es descrita como carnal e inmadura (1 Co. 3:1). Podemos tener los dones, y sin embargo permanecer infantiles y carnales. No hay duda de que podemos recibir ayuda de estos dones, pero necesitamos aprender algo más. Las señales y la sabiduría son dones (1 Co. 1:22), sin embargo el Apóstol predicó a “Cristo crucificado” y a “Cristo poder de Dios y sabiduría de Dios”. La única intención del Apóstol fue ministrar a Cristo como el poder y la sabiduría, no las manifestaciones de los dones y de las señales. Los dones son una ayuda, sin embargo, no son la meta y el centro. El centro es el Cristo que mora en lo interior. Los dones solamente deben ayudarnos a comprender este centro.
Primera Corintios 12 menciona los dones espirituales, incluso el hablar en lenguas, pero al final del capítulo Pablo menciona “un camino aun más excelente”. El texto griego menciona esto aun de una manera más enfática: “el camino más excelente”. ¿Cuál es el camino más excelente? El capítulo 13 es la continuación de este versículo: Si hablásemos lenguas humanas y angélicas, y no tenemos amor, solamente venimos a ser metal que resuena. ¡Solamente oímos un ruido, pero no vemos la vida! El amor es la expresión de la vida. Esto comprueba que las lenguas, en el sentido más estricto, no son un asunto de vida. Hablar en lenguas sin tomar en cuenta la vida es llegar a ser metal que resuena. Muchas personas que frecuentemente hablan en lenguas son muy superficiales e inmaduras en su vida cristiana.
En el capítulo 14, el Apóstol nos anima bastante a que ejercitemos nuestro espíritu para el beneficio espiritual de la iglesia. Esta es la conclusión de todo el capítulo. Aunque Pablo hablaba en lenguas más que otros, no obstante él prefería hablar cinco palabras inteligibles, en las reuniones, que diez mil palabras en lenguas (vs. 18, 19). En estos capítulos, el Apóstol manifestó una actitud en cierto modo negativa hacia el asunto de hablar en lenguas. En vez de fomentar la práctica de los dones, él reconviene a los corintios con algunas instrucciones para corregirlos. Por lo tanto, debemos concluir que todos los dones son para experimentar a Cristo, y deben ser usados en una proporción prudente.
La llave de la economía de Dios es Cristo como el todo forjado en nuestro espíritu. Por supuesto, necesitamos ciertas enseñanzas y ciertos dones para ayudarnos a comprender el centro. Pero no debemos permitir que las doctrinas y los dones reemplacen este centro. El centro no es las enseñanzas ni los dones, sino Cristo quien es el Espíritu viviente, morando en nuestro espíritu. Con algunos, tal vez sea necesario un don a fin de ayudarlos a comprender este centro. No todos necesitan el mismo don. Puede ser que algunos necesiten el don de profecía, mientras que otros necesitan el don de hablar en lenguas. Algunos tal vez necesiten el don de sanidad, mientras que otros necesitan ciertas doctrinas. Muchas personas son atraídas a Cristo mediante ciertas enseñanzas. Pero entendamos claramente que el Cristo que mora en nuestro espíritu, es la llave de la economía de Dios. Debemos prestar toda nuestra atención a esta llave. En realidad, no hay necesidad de poner especial atención a toda clase de enseñanzas o dones, si el Cristo que mora en nosotros ya ha sido realmente conocido en nuestro espíritu.
El criado viejo de Abraham fue enviado con varios dones para obtener una esposa para Isaac. Todos estos dones ayudaron a Rebeca a comprender que debía ir para conocer a Isaac. Este es el verdadero lugar de los dones. Pero después de que Rebeca recibió estos dones, parece que se olvidó de ellos y dijo: “¡Iré a Isaac! ¡No estaré satisfecha si permanezco aquí disfrutando estos dones y me olvido de Isaac! ¡Iré al encuentro de mi novio!” Después de que Rebeca se casó con Isaac, estos dones no vuelven a ser mencionados. Día tras día Rebeca solamente disfrutó el vivir con Isaac. ¡Cristo es mucho mejor que hablar en lenguas, mucho mejor que profetizar, mucho mejor que cualquier otra cosa!
Teniendo la llave en mi mano, yo puedo abrir todas las puertas, y disfrutar todo lo que hay en la casa. Si no tengo llave, debo acudir al cerrajero; pero si tengo una llave, no necesito los servicios del cerrajero. La verdadera necesidad es la llave, no el cerrajero; y así como no necesito al cerrajero mientras tenga la llave, así mismo no necesitamos los dones ni las enseñanzas, mientras nos demos cuenta de que el Cristo morador está en nuestro espíritu.
Tal vez algunos necesiten ciertas enseñanzas y ciertos dones a fin de encontrar la llave; pero, alabado sea el Señor, mientras la llave esté en nuestras manos para realmente conocer a Cristo, olvidémonos de las enseñanzas y de los dones. Pongamos toda nuestra atención en discernir nuestro espíritu, teniendo contacto con el Cristo viviente, y teniendo comunión con El. Con el fin de que nosotros obtengamos la llave, Dios ha proporcionado ciertos dones y enseñanzas. Podemos alabar al Señor por esta misericordia, pero debemos tener cuidado. No debemos poner mucha atención al cerrajero, de tal manera que acudamos a él todos los días. ¡Una vez que obtengamos la llave, démosle las gracias al cerrajero y dejémoslo! Usemos la llave para entrar en el edificio y descubrir las riquezas que hay en él. Día tras día aprendamos a conocer a este maravilloso Dios Triuno, al Cristo inescrutable, al Espíritu Santo todo-inclusivo, quien ahora está en nuestro espíritu. Cuando discernimos nuestro espíritu tenemos la llave. ¡Tenemos la llave! Todo lo que necesitamos de Cristo, lo tenemos por medio de ejercitar nuestro espíritu para tener contacto con El. Este es el blanco de la economía de Dios, el cual no debemos errar. Aunque el Señor nos dé enseñanzas y dones, El mismo es la meta, Aquel que es completo y todo-inclusivo. No estemos conformes con nada menos que Cristo. El objeto de la economía de Dios es que el Cristo todo-inclusivo more en nuestro espíritu. Durante todo el día debemos procurar volvernos a nuestro espíritu, discernir nuestro espíritu y tener contacto con Cristo como el todo. De esta manera tenemos la llave para una vida cristiana apropiada y normal.