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Mensajes del libro «Economía de Dios, La»
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CAPITULO CINCO

LAS PERSONAS DE DIOS Y LAS PARTES DEL HOMBRE

  “Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús. Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros” (2 Co. 4:3-7).

  Estos versículos nos dicen que Satanás, el dios de este siglo, ciega el entendimiento de los incrédulos, para que “la luz del evangelio de la gloria de Cristo” no brille en ellos. El enemigo teme el resplandor del “evangelio de la gloria” de este Cristo. El “evangelio de la gloria de Cristo” mencionado en el versículo 4 corresponde al “conocimiento de la gloria de Dios” mencionado en el versículo 6. El “tesoro” es el propio Dios en Cristo, quien ha hecho brillar Su propio ser dentro de nosotros, los vasos de barro.

  Hemos visto la economía de Dios y el centro de Su economía. Hemos señalado que el punto principal de la economía de Dios es que Dios intenta forjarse en nosotros. El se forja a Sí mismo en nuestras diferentes partes por medio de Sus diferentes Personas. Si leemos cuidadosamente las Escrituras, nos daremos cuenta de que éste es el punto principal. Es tan profunda mi carga que podría decirles esto a los hijos de Dios centenares, hasta millares de veces: en todo el universo la intención de Dios no es otra que forjarse a Sí mismo en el hombre.

  ¿Cuál es el propósito de que Dios creara al hombre? Sólo que el hombre fuera Su recipiente. Me gusta usar la palabra “recipiente” porque es más clara que la palabra “vaso”. En Romanos 9:21, 23 y en 2 Corintios 4:7 se ve claramente que Dios nos creó con el propósito de que fuéramos Sus recipientes para contenerlo. Nosotros sólo somos recipientes vacíos, y Dios quiere ser nuestro único contenido. Como ejemplo podemos decir que las botellas se necesitan para contener refrescos y que los focos se necesitan para contener electricidad. Si miramos las botellas hechas para los refrescos y los focos hechos para la electricidad, nos daremos cuenta de que estos “peculiares” recipientes son artículos muy específicos; fueron hechos para un uso específico. Nosotros los seres humanos también somos recipientes “peculiares”, porque también nosotros fuimos hechos para un propósito específico. Los focos, una vez hechos, deben ahora contener electricidad, de otra manera no tienen razón de existir y no sirven para nada. Del mismo modo, si las botellas no contienen un refresco, tampoco tienen razón de existir. El hombre fue hecho con el propósito de contener a Dios. Si Dios no es nuestro contenido y si no conocemos a Dios como nuestro contenido, somos una insensata contradicción.

  No importa cuánta educación obtengamos, qué clase de posición alcancemos o cuántas riquezas poseamos, con todo, nuestra existencia no tiene razón de ser, puesto que fuimos hechos con el explícito propósito de ser un recipiente para contener a Dios como nuestro único contenido. Como recipientes debemos recibir a Dios en nuestro ser. Aunque esta palabra parezca simple, es exactamente la palabra que se necesita para señalar el pensamiento principal de toda la Escritura. La enseñanza básica de toda la Escritura es simplemente ésta: Dios es el propio contenido, y nosotros somos los recipientes hechos para recibir este contenido. Debemos contener a Dios y ser llenos de Dios.

EL PADRE, EL HIJO Y EL ESPIRITU

  A fin de que Dios pueda ponerse a Sí mismo en nosotros como nuestro contenido, El debe existir en tres Personas. Nunca podemos entender adecuadamente el misterio de las tres Personas de Dios. En varias partes de las Escrituras claramente se nos dice que Dios es solamente uno. Primera Corintios 8:4, 6 y 1 Timoteo 2:5 declaran esto. Sin embargo, en el primer capítulo del libro de Génesis el pronombre usado para Dios no es el singular “yo”, sino el plural “nosotros”.

  Leamos Génesis 1:26 y 27: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza ... creó Dios al hombre a su imagen”. En el versículo 26 dice: “a nuestra imagen”, mientras que el siguiente versículo dice: “a su imagen”. Por favor, dígame, ¿Es Dios singular o plural? ¿Quién puede explicar esto? Dios mismo usó el pronombre plural para referirse a Sí mismo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen”. Sin embargo, si usted dice que Dios es más de uno, es usted un hereje, porque la Biblia dice que Dios es solamente uno. En todo el universo no hay más que un solo Dios. ¿Por qué, pues, si Dios es solamente uno, se usa el pronombre plural?

  Cualquier persona que esté familiarizada con el idioma hebreo puede decirnos que en Génesis 1 la palabra “Dios” está en plural. La palabra Dios en hebreo, en el primer versículo: “En el principio creó Dios”, es Elohim, el cual está en plural. Sin embargo, en hebreo, la palabra “creó” es un predicado en singular. Esto es muy extraño. La composición gramatical de este versículo tiene un sujeto en plural y un verbo en singular. Nadie puede argumentar esto; el hebreo lo comprueba. Luego, pregunto: ¿Dios es uno o tres?

  Ahora leamos Isaías 9:6. “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado ... y se llamará su nombre ... Dios fuerte, Padre eterno”. No dice hombre fuerte sino Dios fuerte. Un niño pequeño es llamado Dios fuerte. Todos los cristianos están de acuerdo con la profecía de este versículo. El niño aquí mencionado se refiere al niño nacido en el pesebre de Belén, quien no sólo es llamado Dios fuerte, sino también Padre eterno. Como niño que nos es nacido, es llamado Dios fuerte y como hijo que nos es dado es llamado Padre eterno (o Padre de eternidad). Esto es muy extraño. Cuando el niño es llamado Dios fuerte, ¿es El el niño o Dios? Además, cuando el hijo es llamado Padre eterno, ¿es El el Hijo o el Padre? Si trata usted de descifrarlo, no podrá. Tiene usted que aceptarlo como un hecho, a menos que no crea usted a las Escrituras. Si usted cree a la autoridad de las Escrituras, debe aceptar que puesto que el niño es llamado Dios fuerte, significa entonces que el niño es el Dios fuerte; y puesto que el Hijo es llamado Padre, entonces significa que el Hijo es el Padre. Si el niño no es el Dios fuerte, ¿cómo podría el niño ser llamado Dios fuerte? Y si el Hijo no es el Padre, ¿cómo podría el Hijo ser llamado Padre? Entonces, ¿cuántos Dioses tenemos? Tenemos un solo Dios, porque el niño Jesús es el Dios fuerte, y el Hijo es el Padre eterno.

  Además, 2 Corintios 3:17 dice: “Porque el Señor es el Espíritu”. Conforme a nuestro entendimiento, ¿quién es el Señor? Todos estamos de acuerdo en que el Señor es Jesucristo. Pero dice que el Señor es el Espíritu. ¿Quién es el Espíritu? Debemos admitir que el Espíritu tiene que ser el Espíritu Santo. Por lo tanto, el Hijo es llamado el Padre, y el Hijo, quien es el Señor mismo, también es el Espíritu. Esto significa que el Padre, el Hijo y el Espíritu son Uno. Enfatizamos este asunto debido a que es por medio de Sus diferentes Personas que Dios elabora Su economía. Sin estas tres diferentes Personas —la Persona del Padre, la Persona del Hijo y la Persona del Espíritu— Dios nunca podría entrar en nosotros.

  Mateo 28:19 dice: “Por tanto, id, y haced discípulos ... bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. No dice que se bautizaran en el nombre de una Persona divina en particular. Tampoco dice “en los nombres”, sino “en el nombre (singular) del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. ¿Por qué necesitamos ser bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu? Además, si revisamos el original griego, descubriremos que la preposición “en” usada en la Versión Reina-Valera es la preposición “hacia a dentro” o “para” (eis). Por lo tanto, dice “bautizándolos hacia adentro del nombre”, no “en el nombre”. La misma palabra se usa en Romanos 6:3: “...bautizados hacia adentro de Cristo”, la cual es la traducción apropiada. ¿Qué significa todo esto?

  Permítame usar este ejemplo: Si usted compra una sandía, su intención es comer y digerir esta sandía. En otras palabras, su intención es ingerirla. ¿Cómo podría hacerse esto? En primer lugar, usted compra la sandía completa; en segundo lugar, la corta en rebanadas; luego, en tercer lugar, antes de que vaya a dar a su estómago, usted la mastica hasta hacerla jugo. La secuencia es ésta: sandía, rebanadas y finalmente, jugo. ¿Son estas tres cosas diferentes o solamente una? Creo que éste es el mejor ejemplo en cuanto a la Trinidad. La mayoría de las sandías son más grandes que su estómago. ¿Cómo podría usted deglutir una gran sandía si su boca es tan pequeña y su garganta tan estrecha? Antes de que llegue a ser del tamaño adecuado para que usted la coma, debe ser cortada en pedazos. Luego, una vez que se la come, se hace jugo. ¿Acaso estas rebanadas no son la sandía? ¿Acaso este jugo no es la sandía? Seríamos muy ignorantes si dijésemos que no lo son.

  El Padre es representado por la sandía entera; el Hijo, por las rebanadas; finalmente, el Espíritu es representado por el jugo. Ahora vemos el punto: el Padre no es sólo el Padre, sino que también es el Hijo, y el Hijo no es sólo el Hijo, sino que también es el Espíritu. En otras palabras, la sandía es tanto las rebanadas que comemos como el jugo ya dentro de nosotros. La sandía desaparece después de que uno se la come. Originalmente la sandía estaba en la mesa, pero después de habérsela comido, está en toda la familia.

  En el Evangelio de Juan, el Padre está en los primeros capítulos; el Hijo, como la expresión del Padre está en los capítulos siguientes; finalmente, el Espíritu, como el Aliento del Hijo está en el capítulo 20 (versículo 22). Este Evangelio revela al Padre, al Hijo y al Espíritu. Lea los veintiún capítulos de este libro. Primero dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios ... Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros”. El Verbo, el cual es Dios mismo, un día se hizo hombre y habitó entre nosotros; no dentro de nosotros, sino entre nosotros. Después vivió en la tierra por treinta y tres años y medio. Finalmente, El murió y fue levantado de nuevo. Esto es misterioso, milagroso y maravilloso; nunca podremos comprenderlo. La noche siguiente a Su resurrección El fue a Sus discípulos en Su cuerpo resucitado. Todas las puertas estaban cerradas, sin embargo, El entró corporalmente y les mostró a Sus discípulos Sus manos y Su costado. No podemos comprender esto. El entró de un modo sobremanera milagroso y misterioso. Finalmente, El sopló en los discípulos y les dijo que recibieran el Espíritu Santo. Ese aliento mismo es el Espíritu Santo, tal como el jugo de la sandía.

  A partir de entonces, yo les preguntaría: En el Evangelio de Juan, ¿dónde está Jesús? Después de que El llegó a los discípulos, este Evangelio no menciona la ascensión de Jesús a los cielos. Entonces, al final de este Evangelio ¿dónde se encuentra esta maravillosa Persona? Tal como la sandía dentro del estómago, El está dentro de los discípulos mediante el Espíritu como el aliento.

  La economía de Dios es forjarse a Sí mismo en nosotros por medio de estas tres Personas. Se necesitan las tres Personas de la Deidad, ya que sin estas tres Personas Dios nunca podría forjarse en nosotros. Es precisamente como el ejemplo de la sandía. Si no fuera cortada en pedazos y recibida como jugo, la sandía nunca podría ser digerida en nosotros. Dios puede introducirse en nosotros sólo por medio de Sus tres diferentes Personas.

LA MENTE, EL CORAZON Y LA IMAGEN

  Ahora, volvámonos a nosotros mismos y consideremos lo que somos como recipientes. No piense que somos tan simples. Creo que los médicos pueden decirnos que el cuerpo humano es muy delicado y complejo. Un ser humano no es un recipiente tan simple como una botella que contenga algún refresco; por el contrario, el hombre tiene muchas diferentes partes. A esto se debe que debamos conocer las diferentes partes del hombre tanto como las tres Personas de Dios a fin de dar en el blanco de la economía de Dios. La economía de Dios tiene que ver con Sus tres Personas, y el centro de Su economía tiene que ver con nuestras diferentes partes.

  Muchos de nosotros sabemos manejar. Pero es imposible manejar un carro si no conocemos algunas de sus partes. Debemos aprender por lo menos cuáles son las partes esenciales para manejarlo. Por ejemplo, debemos identificar y localizar partes tales como el freno, la palanca de cambios, el encendido, etc. Si no conocemos las partes del carro, no sabremos cómo manejarlo. Del mismo modo, para que nos demos cuenta de cómo podemos contener a Dios, debemos conocer las diferentes partes de nuestro ser.

  Consideremos cuántas partes pueden encontrarse en un corto pasaje en 2 Corintios 4. En el versículo cuatro vemos el entendimiento y en el versículo seis vemos el corazón. En este pasaje se pueden encontrar por lo menos dos partes, el entendimiento y el corazón. Es posible que usted haya sido cristiano por muchos años, y hasta este preciso momento usted no sabía la diferencia que hay entre el entendimiento y el corazón. Leemos que el enemigo puede cegar el entendimiento y que la luz de Dios puede resplandecer en el corazón. El dios de este siglo ciega el entendimiento de los incrédulos, pero Dios hace brillar Su luz en el corazón de los creyentes. Quizás usted creía que entendía esta parte de la Palabra, pero nunca había considerado que aquí hay dos partes del ser humano.

  Antes de definir el entendimiento y el corazón mencionados en las Escrituras, usemos una cámara fotográfica como ejemplo. Una cámara fotográfica se hace para captar algo en su interior. Tomar una fotografía significa hacer pasar algo al interior de la cámara. Cuando visité Tokio, usé mi cámara para introducir a Tokio en la cámara. Mi intención era que una imagen que estaba afuera de la cámara fuera llevada adentro de la cámara.

  ¿Qué fue lo que necesité para introducir una imagen en la cámara? Tres cosas principales: la lente por fuera, el rollo por dentro y la luz. Con estas tres cosas, un objeto puede ser captado dentro de la cámara. Hace varios años tomé algunas fotografías mientras viajaba en un tren. Después de haber revelado los rollos de película, muchas de ellas estaban veladas. ¿Qué había ocurrido? Me di cuenta de que había sido tanta mi prisa por tomar las fotografías, que se me había olvidado quitar el protector de la lente. La lente había sido cegada por el protector.

  Muchas veces, cuando un incrédulo viene a oír un buen mensaje del Evangelio, pensamos: “¡Oh, sin duda esta noche este hombre será salvo!” Pero al final él todavía está velado. El enemigo de Dios ha cegado su mente. La mente es el órgano del entendimiento, y Satanás ha cegado el entendimiento de este oyente. No importa cuán bueno sea el mensaje y cuánto haya oído, su entendimiento ha sido cegado o cubierto. Su mente todavía está velada, nada ha sido captado.

  Hace treinta años el hermano Watchman Nee estaba predicando el evangelio, diciéndole a la gente que la intención de Dios no era que nosotros hiciéramos el bien. El bien no significa nada para Dios. El enfatizó mucho este punto, de tal manera que quedó muy claro. Un hermano había llevado un amigo a la reunión y, durante el mensaje, de vez en cuando miraba a su amigo, notando que siempre asentía con la cabeza como si hubiera entendido. El hermano estaba muy contento, pensando que su amigo había escuchado cuidadosamente y que había recibido todo. ¿Saben qué pasó? Después de la reunión, el hermano le preguntó a su amigo: “¿Qué piensas del mensaje?” A lo que aquél contestó: “¡Sí, todas las religiones animan a la gente hacer el bien!” Sin embargo, en su mensaje el hermano Nee había enfatizado muy claramente que Dios no tenía la intención de pedirle al hombre que hiciera el bien. La respuesta de ese hombre indicó que su entendimiento había sido cegado por el enemigo. Muchas veces necesitamos orar que Dios ate al dios de este siglo, que ate su obra cegadora durante un mensaje. Esto simplemente significa quitar el protector de la lente.

  Después de quitar el protector, necesitamos el rollo de película adecuado. Sin el rollo apropiado, aunque la lente esté bien, nada se logrará. No podemos tomar una buena fotografía si estamos usando un rollo inadecuado. El rollo representa nuestro corazón. Nuestro entendimiento es como la lente y nuestro corazón es como el rollo. Por lo tanto, nuestro corazón debe estar apropiadamente sintonizado y ajustado. Necesitamos la lente y también necesitamos el rollo. Necesitamos la mente que entiende y también necesitamos el corazón que recibe. El corazón debe ser puro, limpio, correcto y ajustado.

  No obstante, aun si tuviéramos la lente y el rollo de película, todavía nos hace falta la luz. Necesitamos que la luz brille a través de la lente y llegue a la película. La luz divina de la gloria de Dios brilla en nosotros para darnos la imagen y la fotografía de Cristo. Esta misma imagen de Cristo es el tesoro que está en los vasos de barro. Por medio de este ejemplo podemos darnos cuenta de la manera en que necesitamos tratar con nuestro entendimiento y con nuestro corazón. Es precisamente lo mismo que en la cámara: Debemos saber cómo ajustar la lente y cómo usar la película. Si no sabemos cómo manejar la lente y la película, jamás podremos obtener una fotografía adecuada.

  Las experiencias espirituales son precisamente como tomar fotografías. Nosotros mismos somos las cámaras, y debemos aprender a usar nuestra cámara para recibir a Dios en Cristo como la fotografía. Es de lamentar que muchos queridos cristianos simplemente no saben tratar con su entendimiento ni con su corazón. De hecho, ni siquiera saben que ellos mismos son cámaras.

  Hablando con propiedad, el cristianismo no es una religión que enseña a la gente a hacer esto o aquello. Es simplemente Cristo mismo, el Viviente, forjándose en nosotros. El es el objeto mismo, la figura misma, y nosotros somos la cámara. Como el objeto, El debe ser introducido en nosotros por medio de que la luz divina brille sobre la película, pasando a través de la lente. Día tras día y momento tras momento necesitamos que la luz divina haga brillar más de la imagen de Cristo a través del entendimiento de la mente a fin de que le recibamos a El en nuestro corazón. Por lo tanto, debemos aprender a ajustar la mente y el corazón.

  ¿Qué son las experiencias espirituales? Son simplemente las fotografías que de Cristo han sido tomadas en nosotros, las cámaras, y que han sido impresas en nuestra película espiritual. En algunos cristianos la lente casi siempre está cubierta y la película por lo general está inadecuadamente ajustada. Si ustedes miran el rollo de película de éstos verán que no hay fotografías; todas las fotografías en el rollo están veladas porque no hay experiencias de Cristo. Pero si el apóstol Pablo viniera y abriéramos su cámara y sacáramos el rollo de película, veríamos que cada fotografía es un retrato lleno de Cristo. Todo depende de qué tanto ajustemos la lente y cuidemos de la película, es decir, depende de qué tanto tratemos con nuestra mente y sintonicemos apropiadamente nuestro corazón. Si hacemos bien esto, siempre que la luz divina brille en nosotros, la imagen de Cristo se hará brillar dentro de nosotros. Tendremos una hermosa fotografía de Cristo. Esto es la economía de Dios y su centro.

  Ahora sabemos la importancia de conocer nuestras diferentes partes. Fuimos hechos para contener a Dios en cada parte. Debemos seguir adelante para conocerlas todas, aún más que el entendimiento y el corazón. En el siguiente capítulo consideraremos en detalle todas las partes, y más adelante consideraremos cómo funcionan y cómo ajustarlas.

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