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Mensajes del libro «Economía divina, La»
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CAPITULO QUINCE

LA ECONOMIA DIVINA EN LA NUEVA JERUSALEN COMO LA MAXIMA CONSUMACION DEL PUEBLO QUE DIOS HA ESCOGIDO, REDIMIDO, REGENERADO Y TRANSFORMADO

  Lectura bíblica: Ap. 21:1-3a, 6-7, 9-12, 14, 18, 19a, 21-23; 22:1-2, 14, 17

  Hasta aquí hemos visto que la Biblia nos revela que la economía de Dios es Su administración familiar de dispensarse a Sí mismo en Su pueblo escogido, para que participemos de Su vida y de Su naturaleza y lleguemos a ser miembros de Cristo para la formación de Su Cuerpo, a fin de que Dios se exprese por medio de este Cuerpo por la eternidad. En el último libro de la Biblia, el cual es la conclusión de todo el Nuevo Testamento, aun de toda la Biblia, hay dos grandes señales. Al principio de Apocalipsis vemos la señal de los candeleros de oro, y al final vemos la más grande señal, la señal de la Nueva Jerusalén.

UNA PALABRA ADICIONAL ACERCA DEL CANDELERO

  En el libro de Exodo el candelero representa a Cristo mismo como la incorporación de Dios (25:31-37). El candelero del templo representa al Cristo aumentado (1 R. 7:49), mientras que el candelero en Zacarías 4:2 representa a los hijos de Israel como la expresión de Dios. Finalmente, en el último libro de la Biblia se encuentra la cosecha de la verdad con respecto al candelero. Los candeleros de Apocalipsis 1 representan las iglesias (vs. 12-13, 20). En Apocalipsis no hay solamente un candelero, sino siete, y estos candeleros son las iglesias locales. En Exodo el candelero era Cristo como la incorporación de Dios, y al final del Nuevo Testamento los candeleros son las iglesias como la incorporación multiplicada del Dios Triuno.

  En este candelero sólo hay dos elementos básicos: el oro y el aceite. El oro es la forma sólida y el aceite es el elemento que se quema. Cuando estas dos cosas se ponen juntas, se tiene un candelero que brilla para expresar a Dios en Su Trinidad con la naturaleza y esencia del Padre, la imagen y apariencia del Hijo y la expresión del Espíritu. Por el lado negativo, el sacerdote despabila todas las cosas negativas. Por el lado positivo, el sacerdote también tiene la función de añadir más aceite al candelero. Zacarías 4:12 nos dice que el aceite del candelero es como oro. Los dos elementos del candelero son el elemento de oro y el elemento de aceite, pero conforme a Zacarías, estos dos elementos son realmente uno. El aceite en sí es aceite de oro, lo cual significa que el oro fluye como aceite. Añadir más aceite al candelero significa añadir más oro. La iglesia, el candelero, es la incorporación sólida del Dios Triuno con el Espíritu séptuple, el aceite. En realidad, la esencia del aceite es el elemento del oro.

  Esto puede ser comprobado por la experiencia de las iglesias. Siempre que Cristo como el Sumo Sacerdote viene a despabilar todas las cosas negativas y a añadir más aceite a la iglesia, El en realidad está añadiendo más y más del Espíritu séptuple, lo cual es impartir más de la naturaleza divina, más del oro, en la vida de la iglesia. Tal vez al principio la iglesia en una localidad no tenga mucho oro. Sin embargo, a medida que el tiempo avanza, el Señor despabila las cosas negativas y añade el aceite. Con el tiempo, la iglesia tendrá más oro, más y más de la naturaleza divina. Esto nos dice que la iglesia como la incorporación del Dios Triuno debe ser reducida en cuanto a todas las cosas humanas y naturales, pero siempre debe ser aumentada en cuanto a la naturaleza divina. Nuestra carne, nuestro yo, nuestro hombre natural y todo lo relacionado con la vieja creación, aun nuestro buen yo, deben ser reducidos.

  La parte negra y quemada de los pábilos del candelero representa nuestra carne, nuestro hombre natural, nuestro yo y nuestra vieja creación. Si uno introduce su vida natural, su yo, su carne y su vieja creación en la vida de la iglesia, esto viene a ser la parte quemada de los pábilos del candelero. Entonces Cristo como nuestro Sumo Sacerdote debe venir y despabilar, cortar esta parte quemada. Es posible que algún hermano ejercite su yo, su vieja creación y su vida natural, a tal grado que estas cosas naturales lleguen a estar negras. Entonces es necesario que nuestra Cabeza, Cristo el Sumo Sacerdote, venga y corte todas estas cosas negras. Cada vez que este corte se lleva a cabo, es acompañado por la adición de aceite. Este aceite es realmente el fluir del oro, el cual es el Espíritu séptuple como el elemento divino.

  En Apocalipsis 2 y 3, con relación a las siete iglesias, pueden verse todas estas partes negras y quemadas de los pábilos. En la iglesia en Efeso llegó a haber frialdad, y el primer amor se perdió (2:4). Esto fue la parte negra. En la iglesia en Pérgamo se infiltró la mundanalidad junto con la jerarquía (2:13-15). En Apocalipsis, Cristo como Sumo Sacerdote está cortando todas estas partes negras y quemadas del pábilo. Al mismo tiempo, El está añadiendo aceite a las iglesias. En principio, hoy ocurre lo mismo. Cuando la iglesia existe en una localidad, es posible que al principio haya sido pura hasta cierto grado debido a que la mundanalidad y las actividades carnales no se veían ahí. Pero después de algunos años, tal vez entren gradualmente las cosas mundanas, las actividades carnales, la opinión humana, la actividad natural, la vieja creación y las cosas tradicionales. Entonces es necesario que estos elementos negros sean cortados. El Sumo Sacerdote viene a quitar todas las cosas negativas y a añadir más y más del Espíritu séptuple. En esencia, el Espíritu es el elemento de oro, más aun, Dios mismo. Que el Espíritu sea añadido a la iglesia significa que el elemento divino de Dios está siendo añadido a la iglesia. De este modo, la carne, la vida natural y la vieja creación están siendo reducidas en las iglesias locales y el elemento divino de Dios está siendo aumentado. Mediante este proceso, las iglesias llegan a ser los candeleros de oro puro en realidad, y en la edad actual éste es el testimonio de Jesús en tierra.

LA IGLESIA EN LA SITUACION MUNDIAL

  Los primeros tres capítulos del libro de Apocalipsis hablan de las iglesias locales como los candeleros de oro, arreglados y tratados por Cristo, la Cabeza, como el Sacerdote. Luego, después del capítulo tres, los capítulos cuatro y cinco hablan de Cristo, y los capítulos del seis al veinte son una sección que habla de la administración universal y gubernamental de Dios, la cual purifica y limpia todo el universo por medio de juzgar y eliminar todas las cosas negativas. Mientras la situación del mundo está en su curso, la iglesia está dentro de la situación mundial. Por consiguiente, dentro de esta sección, la iglesia se menciona al menos seis veces. En 7:9-17 se encuentra una incontable multitud bajo el cuidado abrigador del Cordero. La gran multitud está formada por los que han sido redimidos de entre las naciones a lo largo de todas las generaciones, los cuales constituyen la iglesia (Ap. 5:9; Ro. 11:25; Hch. 15:14, 19). Mientras esté ocurriendo el juicio de todas las calamidades, Cristo cubrirá con Su sombra a Sus redimidos. En Apocalipsis 12:1-17 vemos a la mujer universal con el hijo varón. Esto representa al pueblo que Dios escogió, con los que son más fuertes como los vencedores en medio de ellos. Es el hijo varón quien causa que el gran dragón sea arrojado de los cielos a la tierra. En 14:1-5 vemos las primicias de los creyentes antes de la gran tribulación, los ciento cuarenta y cuatro mil. Esto significa que mientras el pueblo que Dios escogió, crece en la tierra, un pequeño número de entre ellos llegará a ser las primicias, es decir, los vencedores. En 15:2-4 los mártires que han estado bajo la persecución del Anticristo están de pie sobre el mar de vidrio. Estos son los vencedores tardíos, quienes vencen al Anticristo al final de la gran tribulación. En 19:7-9 vemos la novia preparada para las bodas de Cristo. Esta novia es una novia corporativa, la cual representa al cuerpo de vencedores que maduran primero a fin de estar preparados como la novia de Cristo para Su matrimonio. Por último, en 20:4 y 6 vemos los co-reyes de Cristo en la manifestación del reino de los cielos. Estos co-reyes serán los vencedores que reinarán con Cristo por mil años. Estas seis porciones de la Palabra hacen referencia a la iglesia. Esto indica que el Señor está realizando algo que hace que los creyentes sean vencedores, que los santos maduren para introducir la Nueva Jerusalén, la máxima consumación del pueblo que Dios ha escogido, redimido, regenerado y transformado.

EL CIELO NUEVO Y LA TIERRA NUEVA CON LA NUEVA JERUSALEN

  Después de los mil años del milenio, el cielo viejo y la tierra vieja son quemados y renovados para formar el cielo nuevo y la tierra nueva (2 P. 3:10-13), a los cuales la Nueva Jerusalén vendrá para ser la expresión eterna de Dios. Apocalipsis nos dice que Juan vio un cielo nuevo y una tierra nueva y que vio la santa ciudad, la Nueva Jerusalén (21:1-2). El verbo “vi” está en tiempo pasado, lo cual confirma el hecho de que la Nueva Jerusalén no es solamente algo que está por venir, sino algo que ya ha venido y que ahora existe.

  El cielo nuevo y la tierra nueva con la Nueva Jerusalén es el producto, el resultado, de la muerte de Cristo. Cristo murió para resolver el problema de la vieja creación, así que finalmente la vieja creación con el cielo viejo y la tierra vieja pasarán. Cristo murió en la cruz para barrer con toda la vieja creación, de modo que un día el cielo viejo y la tierra vieja pasarán. Todo lo de la vieja creación habrá terminado. La muerte de Cristo terminó con la vieja creación, y Su muerte como el grano de trigo liberó la vida divina para hacer germinar la nueva creación. La nueva creación es finalmente realizada en su máxima consumación en Apocalipsis 21 y 22, donde el cielo viejo y la tierra vieja han pasado y el cielo nuevo y la tierra nueva han llegado. Este es un nuevo comienzo, en el cual hay un nuevo universo, y en este nuevo universo está la Nueva Jerusalén.

LA NUEVA JERUSALEN: UNA GRAN SEÑAL DE LA TOTALIDAD DEL PUEBLO QUE DIOS HA ESCOGIDO, REDIMIDO REGENERADO Y TRANSFORMADO

  La Nueva Jerusalén no es una ciudad propiamente dicha, tal como los candeleros no son candeleros como tales, sino señales de las iglesias. La Nueva Jerusalén es una gran señal de la totalidad de todo el pueblo que Dios ha escogido, redimido, regenerado y transformado. Hoy día la iglesia es una casa, la casa del Dios viviente (1 Ti. 3:15). La casa de Dios hoy día no es un casa propiamente dicha, sino la totalidad del pueblo de Dios. Hoy día la iglesia como el templo de Dios, la casa de Dios, el edificio de Dios, no es un edificio físico, sino una señal que significa que la función de la iglesia es la de ser una casa en la cual el Dios Triuno pueda morar. Hoy en día la iglesia es una casa, y en la eternidad la iglesia será agrandada. Cuando la iglesia es agrandada, llega a ser una ciudad. La iglesia como casa no es una casa física, de la misma manera que la iglesia agrandada para ser la ciudad santa no será una ciudad física. La Nueva Jerusalén es una ciudad que representa la función de la iglesia en la eternidad, la cual es ser la morada de Dios.

  Muchos maestros en asuntos bíblicos han entendido e interpretado mal la Nueva Jerusalén. Ellos dicen que la Nueva Jerusalén será una mansión celestial como un lugar físico en el cual todos los redimidos de Dios morarán. Es totalmente ilógico decir que la Nueva Jerusalén es una mansión física o una ciudad física para que el pueblo que Dios redimió se hospede ahí. La Nueva Jerusalén, la santa ciudad, es un monte de oro (Ap. 21:16, 18). Este monte mide doce mil estadios de longitud, de anchura y de altura (v. 16). Doce mil estadios equivalen a unos dos mil ciento setenta y dos kilómetros, aproximadamente la distancia de Nueva York a Dallas. Este monte tan alto sólo tiene una calle, la cual baja en espiral desde la cima del monte para llegar a las doce puertas de los cuatro lados de la ciudad.

  Si ésta es una verdadera ciudad donde hospedarse, debemos preguntarnos cómo todo el pueblo que Dios ha redimido, a lo largo de todos los siglos, podrá hospedarse ahí. ¿Cómo podrían vivir tantas personas en una ciudad que sólo tiene una calle principal en espiral? ¿Cómo podrían transportarse estas personas en una ciudad que sólo tiene una calle principal? Es imposible que una ciudad física con una sola calle principal contenga a billones de personas. La santa ciudad no es una mansión física celestial, sino una señal que representa a la totalidad del pueblo que Dios escogió. A los ojos de Dios, todo Su pueblo redimido será como una gran ciudad, tal como hoy en día, a los ojos de Dios, todo el pueblo redimido es Su casa. En esta era, el pueblo de Dios es Su casa, pero en la eternidad, el pueblo de Dios será Su ciudad. La Nueva Jerusalén será la máxima consumación del pueblo de Dios.

LA ESPOSA DEL CORDERO

  El capítulo veintiuno de Apocalipsis nos dice que esta ciudad es una esposa (v. 9). La Nueva Jerusalén es la esposa del Cordero, la novia del Cordero (21:2). Esto significa que la ciudad es orgánica. No es algo físico, sino un asunto de vida.

EL TABERNACULO DE DIOS Y EL TEMPLO DE DIOS

  El capítulo veintiuno de Apocalipsis también nos dice que esta ciudad como la esposa del Cordero es el tabernáculo de Dios, la morada de Dios (v. 3). Finalmente, la Nueva Jerusalén será una morada para Dios y para Sus servidores. En el Antiguo Testamento el tabernáculo era la morada de Dios y al mismo tiempo también era la morada de los sacerdotes, en la cual ellos servían. Tanto Dios como los sacerdotes que le sirven, moran en el mismo tabernáculo. Para Dios la Nueva Jerusalén es Su morada, y para nosotros Dios es nuestra morada, porque Apocalipsis nos dice que en la Nueva Jerusalén no hay templo, “porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero” (21:22). Dios y el Cordero llegan a ser la morada de Sus servidores. Esta palabra corresponde con Salmos 90:1, que dice: “Señor, tú nos has sido refugio de generación en generación”. Por lo tanto, el tabernáculo es la morada de Dios con Sus servidores, y este mismo Dios que mora en el tabernáculo es el templo, el cual es la morada de Sus servidores.

  Una vez más, debemos darnos cuenta de cuán erróneo es el concepto de que la Nueva Jerusalén es una gran mansión física para que los hijos de Dios se hospeden ahí. Apocalipsis dice que Dios mismo, Dios y el Cordero, serán el templo en el cual moremos quienes le servimos. Nuestra morada en la eternidad es Dios mismo. No moraremos en una gran mansión. Moraremos en Dios. El es nuestro templo y nosotros somos Su tabernáculo. El mora en nosotros y nosotros moramos en El, y este morar mutuo es la Nueva Jerusalén, la cual para Dios es el tabernáculo y para nosotros, el templo. Hoy en día disfrutamos un adelanto de esto al permanecer en el Señor y al permanecer el Señor en nosotros (Jn. 15:5). Esta morada mutua será agrandada en la eternidad para ser la Nueva Jerusalén donde Dios será nuestra morada y nosotros seremos Su morada.

LA NUEVA JERUSALEN ESTA EN RESURRECCION

  Debemos abandonar la idea de una morada física. Cuando consideramos cosas divinas, celestiales y espirituales, debemos poner a un lado nuestros pensamientos naturales. Cuando era joven, escuché a algunos maestros en asuntos bíblicos discutir acerca de qué habríamos de comer y dónde habría de estar el cuarto de baño en la “mansión celestial”. ¡Qué pobre es introducir nuestros pensamientos naturales! El Señor Jesús les dijo a los saduceos que ellos no conocían la Biblia, que en la resurrección los hombres “ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo” (Mt. 22:30). Hoy en día en esta era existe el matrimonio, pero en la resurrección no habrá matrimonio porque todos serán como los ángeles. En la Nueva Jerusalén todo estará en resurrección. Apocalipsis 21:17b dice que la medida del muro es “de hombre, la cual es de ángel”. Esto es señal de que en ese entonces el hombre será como los ángeles. Que el hombre sea como un ángel representa el principio de resurrección. Por lo tanto, toda la ciudad estará en resurrección.

DISFRUTAR AL DIOS TRIUNO Y SER TRANSFORMADOS PARA LA EXPRESION PLENA DE DIOS

  Como constituyentes de la Nueva Jerusalén, disfrutaremos al Dios Triuno como todo para nosotros. Le disfrutaremos como nuestra morada (Ap. 21:22), como el árbol de vida que nos alimenta (22:2), como el río de agua de vida que nos satisface (22:1) y como la luz de vida que nos ilumina (21:23). Todo será Dios mismo. Finalmente, seremos totalmente transformados en oro, perlas y piedras preciosas. La ciudad misma con su calle es oro puro (21:18, 21). Las doce puertas de la ciudad son doce perlas (21:21), el cimiento de la ciudad está adornado con piedras preciosas (21:19), y la luz de la Nueva Jerusalén es como piedra de jaspe (21:11), portando la apariencia de Dios para expresar a Dios mediante el resplandor de ella.

  La apariencia de Dios es como el jaspe (4:3), y toda la ciudad tiene la apariencia del jaspe. Esto significa que toda la Nueva Jerusalén se parece a Dios, lo cual es el cumplimiento de Génesis 1:26. Dios hizo al hombre a Su imagen para expresarse a Sí mismo. Cuando llegue la Nueva Jerusalén, todo el pueblo de Dios tendrá la expresión de Dios, la imagen de Dios, la apariencia de Dios. Todo el pueblo de Dios estará totalmente transformado para la expresión total del Dios Triuno. Hoy en día cada iglesia local es una miniatura de la Nueva Jerusalén. Hoy Dios es nuestra morada, nuestro alimento, nuestra bebida, nuestra vida, nuestra luz, nuestra naturaleza y nuestro elemento para que llegue a ser lo que expresamos. Estamos siendo transformados en materiales preciosos para el edificio universal y consumado de Dios en el universo, la Nueva Jerusalén, donde todo el pueblo redimido de Dios tendrá la semejanza, la apariencia de Dios (1 Jn. 3:2).

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