Lectura bíblica: 4, Col. 1:18; 1 Ts. 1:5-6; 4:3-8; 5:19; 2 Ts. 2:13-14; 1 Ti. 3:16; 4:1-3; Tit. 3:5
El Espíritu que se revela en los siete libros de la Biblia, desde Colosenses hasta Filemón, es el Espíritu residente, todo-inclusivo, compuesto, procesado y vivificante, como la consumación del Dios Triuno. Es difícil llegar a ver un solo tópico o un solo tema que abarque todos estos siete libros. Colosenses nos revela al Cristo todo-inclusivo como la Cabeza del Cuerpo. El tema de 1 y 2 Tesalonicenses es una vida santa para la vida de iglesia. El tema de 1 Timoteo es la dispensación de Dios concerniente a la iglesia, y el tema de 2 Timoteo es la inoculación contra la decadencia de la iglesia. En Tito vemos el asunto de mantener el orden de la iglesia, y el libro de Filemón es una ilustración de la igualdad de los creyentes en el nuevo hombre. Sin embargo, el tema central que resulta de la suma total de estos libros es: “El Espíritu de la vida cristiana práctica”.
En los veintidós libros, de Hechos a Judas, vemos una definición y explicación completa de una Persona maravillosa. Esta Persona maravillosa es el Dios Triuno, el Padre, el Hijo y el Espíritu, hecho hombre en semejanza de la carne de pecado. Después de pasar por el proceso de la encamación, el vivir humano, la crucifixión y la resurrección, esta Persona llegó a ser el Espíritu vivificante y todo-inclusivo. Romanos lo define y lo presenta a nosotros como el Espíritu de vida, y 1 Corintios, como el Espíritu vivificante, 2 Corintios, como el Espíritu transformador, y Gálatas, como la bendición del evangelio. La bendición principal del evangelio es el Espíritu todo-inclusivo, procesado, compuesto, vivificante y residente. Efesios es un libro que trata sobre el Espíritu del Cuerpo, y Filipenses es un libro que trata sobre el Espíritu abundante de Jesucristo. Ahora queremos ver al Espíritu todo-inclusivo para la vida cristiana práctica en los libros de Colosenses a Filemón.
En Colosenses el Espíritu se revela como la fuente, el elemento y la esfera del amor de los creyentes hacia todos los santos en Cristo la Cabeza (1:4, 8). Según nuestro entendimiento natural el asunto del amor es común, pero según el hecho divino no es común. Colosenses 1:4 se refiere al amor que los santos en Colosas tenían hacia todos los santos; el versículo 8 revela que su amor hacia todos los santos era el amor en el Espíritu. Nunca pensaríamos que en Colosenses, el cual es un libro sobre el Cristo todo-inclusivo como la Cabeza del Cuerpo, el Espíritu todo-inclusivo sea definido y presentado de una “manera tan común”. Según nuestro entendimiento natural, tal vez sea común, pero en realidad es muy especial. Para que experimentemos a Cristo como la Cabeza del Cuerpo debemos tener un amor que sea hacia todos los santos. La palabra griega en el versículo 4 es pan. En los Estados Unidos hay una linea aérea que se llama Pan American. La palabra “pan” significa que abarca todo. Para experimentar a Cristo como la Cabeza del Cuerpo necesitamos tener un amor que sea hacia todos los santos.
Durante toda mi vida he viajado a muchos países y he tenido contacto con muchas y diferentes clases de personas. Todos los pueblos del mundo tienen sus propias características distintivas. Nuestro Señor ha redimido hombres de toda tribu y lengua y pueblo y nación (Ap. 5:9). Debemos preguntarnos si podemos amar a todas estas personas a quienes Dios ha redimido. Cuando yo era niño, a los jóvenes de la China se les infundió odio hacia Japón, ya que Japón invadió, dañó y subyugó a nuestro país. Sin embargo, ahora que soy cristiano, tengo que amar a mis hermanos japoneses. La historia de Europa también nos dice que Alemania, Gran Bretaña y Francia siempre han luchado entre sí. ¿Cómo pueden los redimidos de estos tres países amarse unos a otros? Usted también debe preguntarse si ama a todos, y si se siente contento acerca de cada uno de los miembros de la iglesia en su localidad.
Por nosotros mismos nunca podríamos tener un amor que sea hacia todos los santos. Este amor es en el Espíritu. Muchos historiadores seculares han dicho que el cristianismo es una religión de amor. Ciertamente el pueblo de Dios debe ser un pueblo de amor, pero ¿qué clase de amor? ¿debemos amar a otros con nuestro amor humano y natural? Necesitamos un amor que ame a toda clase de gente de toda clase de cultura. Nuestro amor no es de este tipo. Tiene que ser el amor en el Espíritu. El Espíritu es la fuente, el elemento, la misma esencia y esfera de tal amor. Después de ser cristiano por más de cincuenta y nueve años, por la misericordia del Señor, puedo testificar que amo a todos los santos de los diferentes países. Sin embargo, este amor no es mi propio amor, sino el amor en el Espíritu.
La iglesia es el Cuerpo de Cristo, el cual también es el nuevo hombre. Para este nuevo hombre la necesidad básica es única: Su amor. Es muy difícil que las personas permanezcan juntas sin amor. ¿Cómo podrían un esposo y su esposa permanecer juntos sin amor? Ninguno de ellos podría soportar tal matrimonio. Para la sociedad humana, la necesidad básica es el amor. ¿Cómo pueden los diferentes pueblos, con diferentes lenguas, de diferentes razas y de diferentes colores ser un Cuerpo y ser un solo y nuevo hombre? Sin amor es imposible. Solamente el amor une y solamente el amor nos hace a todos un solo y nuevo hombre.
Muchos dirán que el cristianismo es una religión de amor universal, pero en realidad nuestro amor humano y natural no es universal. Sin embargo, hay un amor que nosotros los cristianos tenemos en el Espíritu, que ama a todos los diferentes miembros del Cuerpo del Señor. Amamos a todos los hermanos en el Señor, de todas las culturas, de todas las razas y de todos los países. Esto no es posible por nuestro amor natural, pero existe el amor en el Espíritu, quien es una Persona maravillosa. El Nuevo Testamento no es un libro de doctrina ni un libro que nos enseña acerca del amor universal. Lo que nos revela el Nuevo Testamento es una Persona. Este amor es una Persona quien es el Espíritu todo-inclusivo; en El hay tal amor. El es la fuente, el elemento y la esfera de este amor. Si usted vive en El, El es el amor universal que le causa, le hace y le anima a amar a todos los santos poco amables.
En 1 Tesalonicenses 1:5-6 se nos dice que el evangelio predicado por el apóstol no fue predicado solamente en palabra sino también en poder y en el Espíritu Santo. El Espíritu en 1 Tesalonicenses se revela como la realidad del evangelio predicado por los apóstoles. El versículo 6 nos dice que los creyentes aceptaron el evangelio con gozo del Espíritu Santo. El evangelio fue predicado en el Espíritu, y el gozo con el cual los creyentes aceptaron el evangelio fue del Espíritu Santo. Por el lado del predicador, el evangelio fue predicado en el Espíritu, y por el lado de los que lo recibieron, el gozo fue del Espíritu. Si no hubiera Espíritu, no habría realidad del evangelio ni gozo verdadero al recibir el evangelio. Si yo no tuviera la seguridad de que mi ministerio de la Palabra fuese en el Espíritu, no ministraría. Si ministro la Palabra fuera del Espíritu, mi ministerio es en vano. Sin embargo, cuando hablo en el Espíritu nunca puede ser en vano, debido a que el Espíritu es la realidad de mi hablar.
En 1 Tesalonicenses 4:3-8 vemos que el Espíritu es dado por Dios a los creyentes para la santificación contra la fornicación. Esta santificación es en el Espíritu. Podemos decir que la santificación es para hacernos santos. Sin embargo, también tenemos que comprender lo que significa ser santo. Puede ser que usted sea muy moral, muy ético, muy puro, muy limpio, y que viva para otros, pero quizás todavía no sea santo. Ser santo es ser absolutamente para Dios. Tal vez usted sea bueno, moral, ético, puro y bondadoso, pero si usted no es para Dios usted no es santo; al contrario, usted es común. Para ser santo usted tiene que ser absolutamente para Dios.
La fornicación es el uso del cuerpo para algo fuera de Dios, mientras que la santificación es el uso del cuerpo absolutamente para Dios. La santificación está en contraste con la fornicación. Nadie podría cometer fornicación si estuviera usando su cuerpo absolutamente para Dios. Puede ser que físicamente no cometamos fornicación, pero hablando en términos espirituales, cada uno de nosotros ha cometido fornicación. La razón de esto es que no usamos nuestro ser para Dios sino para otra cosa. La fornicación espiritual es no usarse a sí mismo para Dios. Usted usa su ser para cosas fuera de Dios.
¿Cómo podemos ser una persona que solamente sea para Dios? Aparentemente es imposible, pero en el Espíritu lo podemos hacer. Cuando usted cruza palabras con su esposo o esposa, tiene que darse cuenta de que en principio, esto es cometer una fornicación espiritual. Sus labios, su lengua y toda su boca deben ser absolutamente para Dios. No deben ser usadas para cruzar palabras con el otro cónyuge de la vida matrimonial. Si usted usa su boca para cualquier cosa fuera de Dios, esto es fornicación espiritual. Su boca debe ser absolutamente para Dios y no para ninguna otra cosa. Chismear es una clase de fornicación espiritual. La única manera de escaparse de esta clase de fornicación espiritual es estar en el Espíritu. Cuando estamos en el Espíritu nunca usaríamos nuestra boca para chismear, y nunca dejaríamos que nuestra boca cruzara palabras con el otro cónyuge de nuestro matrimonio.
Primera Tesalonicenses 4:3-8 es una porción fuerte de la Palabra que nos dice que la santificación en el Espíritu está contra la fornicación. Usar todo nuestro ser para Dios sólo es posible por medio de estar en el Espíritu. Cuando estamos en la mente, tenemos muchas cosas de las cuales chismear. Cuando estamos en nuestras emociones somos impulsados a hablar de otras cosas que están fuera de Dios. El uso de nuestra boca para cualquier cosa fuera de Dios es una clase de fornicación espiritual, y la única manera de ser santificado absolutamente para Dios es por medio de estar en el Espíritu.
Primera Tesalonicenses 5:19 dice: “No apaguéis al Espíritu”. Antes de que fuésemos salvos, no teníamos ninguna clase de sensación de que alguien se estaba moviendo en nosotros. Sin embargo, desde que fuimos salvos, parece que tenemos a alguien dentro de nosotros todo el tiempo. Algunas veces tal vez parezca que alguien está observándolo o “siguiéndole la pista”. Donde quiera que usted vaya El va, tal como una sombra. Antes de ser salvo usted estaba realmente solo y nadie estaba con usted. Pero desde que usted fue salvo, hay Uno que ha estado con usted todo el tiempo. Tal vez usted quiera ir al cine, pero alguien dentro de usted le dice: “No vaya”. Parece que siempre hay alguien alrededor de usted, sobre usted, detrás de usted, o dentro de usted, hablándole. Este alguien es la Persona maravillosa, el Salvador, el Redentor, Jesucristo, el Hijo, como la corporificación del Dios Triuno, incluso el Padre, el Hijo y el Espíritu, en Su humanidad y con Su vivir humano como el Espíritu todo-inclusivo. Esta Persona es el mejor detective; El conoce cada detalle de su vida. Aun antes de que hable una palabra, El sabe lo que usted hablará. El Apóstol Pablo nos dijo que no apagáramos al Espíritu. Este Espíritu hace que nuestro espíritu sea ferviente (Ro. 12:11) y que el fuego de nuestros dones esté avivado (2 Ti. 1:6), así que no debemos apagarle. Es necesario que estemos de acuerdo con este Espíritu.
En 2 Tesalonicenses 2:13-14 vemos la salvación en la santificación del Espíritu para la obtención de la gloria de Cristo a fin de expresar a Dios. Dios nos escogió para la salvación, pero la salvación a la que aquí se refiere no es la salvación de la perdición ni de la condenación de Dios. Dios nos ha escogido para una salvación particular, y esta salvación se encuentra en la santificación del Espíritu. Esto es ser salvo todo el tiempo por medio de ser santificados mediante este Espíritu todo-inclusivo. Cuando vamos de compras, necesitamos la salvación que está en la santificación del Espíritu. Cuando vamos de compras, la mayor parte del tiempo vamos “cuesta abajo”. Muchas veces mientras subimos en los ascensores o las escaleras mecánicas de los grandes almacenes, en realidad vamos cuesta abajo. A veces cuando queremos comprar algo, hay Uno dentro de nosotros que nos dice que no compremos eso, y aun nos dice que regresemos a casa. La única Persona que nos puede salvar de comprar cosas conforme a nuestras lujurias es el Espíritu santificador.
Además, ¿quién nos puede salvar de la tentación de cruzar palabras con nuestro cónyuge? Debe ser Jesucristo, el Hijo de Dios, como la corporificación del Dios Triuno, consumándose en el Espíritu. Este Espíritu lo separa de su hábito y deseo de cruzar palabras, y esto es la santificación. Diariamente necesitamos esta clase de salvación santificadora. Necesitamos ser salvos de perder nuestra paciencia y del deseo de chismear por teléfono. Para muchas hermanas el teléfono es muy “pegajoso”. Una vez que estas hermanas toman el teléfono, es difícil que lo suelten. La única Persona que nos puede salvar de esto es el Espíritu santificador. Necesitamos una salvación diaria, práctica y presente, no por medio de gran poder ni de milagros, sino por medio del Espíritu santificador tranquilo, suave y apacible. El no pelea con nosotros ni nos obliga a no hacer ciertas cosas. El es como una paloma dentro de nosotros. Necesitamos tal salvación, y Dios nos ha escogido para esta salvación en la gracia santificadora del Espíritu.
El resultado de tal salvación es la obtención de la gloria de Cristo para expresar a Dios. Cuando somos salvos por el Espíritu santificador, somos personas bajo la gloria, y esta gloria es para la expresión de Dios. Muchos de nosotros verdaderamente amamos al Señor, pero en nuestra vida diaria cuando vamos de compras, cuando chismeamos y cuando discutimos no hay obtención de la gloria de Cristo. La gloria de Cristo es ser los hijos de Dios, quienes poseen la vida y la naturaleza de Dios para expresarle. Si somos salvos diariamente por medio del Espíritu santificador, ciertamente llevaremos la gloria de Cristo para expresar a Dios como hijos de Dios, que poseen Su vida y participan de Su naturaleza.
Según 1 Timoteo 3:16 el Espíritu justifica la manifestación de Dios en la carne. Esto sucedió en Cristo cuando El estaba en la tierra. El era Dios manifestado en la carne y esto fue justificado y verificado por este Espíritu. Hoy en día el mismo principio se aplica a nosotros, la iglesia. Dios es manifestado en nuestra carne, pero esto tiene que ser verificado, justificado y vindicado por el Espíritu todo-inclusivo. Esto quiere decir que solamente cuando vivimos en el Espíritu todo-inclusivo, tenemos una clase de vindicación, justificación y verificación de que Dios es manifestado en nosotros, la iglesia.
En 1 Timoteo 4:1-3 el Espíritu habla a los creyentes, advirtiéndoles acerca de la apostasía de los últimos tiempos. Este es el Espíritu que mora en nuestro espíritu y habla con nosotros allí (Ro. 8:9-11, 16). Necesitamos ejercitar nuestro espíritu para que se haga perspicaz y claro a fin de escuchar el hablar del Espíritu y ser guardado de los espíritus engañadores y de las enseñanzas de los demonios.
En 2 Timoteo 1:14 el Espíritu también mora en los creyentes, por medio del cual ellos guardan el buen depósito. Desde que fuimos salvos, hemos recibido en nosotros muchas cosas de Dios como cierta clase de depósito. Esto es como el depósito en un banco. Dentro de nosotros y especialmente en nuestro espíritu, tenemos un depósito divino. La vida de Dios, el Espíritu de Dios, y todas las verdades preciosas que hemos visto en el recobro del Señor han sido depositadas en nuestro ser. ¿Cómo podemos proteger este depósito? Solamente por medio del Espíritu Santo que mora en nosotros. Si somos personas que actúan, se comportan y tienen su vida en el Espíritu, todo lo que ha sido depositado en nuestro ser será guardado. Si nos olvidamos del Espíritu y andamos en nuestra carne y conforme a nuestra mentalidad, inmediatamente seremos igual que las naciones, las cuales están apartadas de Dios (Ef. 4:17-18). Si éste fuera el caso, no habría protección segura de las buenas cosas depositadas en nuestro ser. Necesitamos proteger el buen depósito por medio del Espíritu.
Finalmente, Tito 3:5 nos dice que Dios nos salvó por el lavamiento de la regeneración y la renovación del Espíritu Santo. Este Espíritu comenzó a renovarnos desde nuestra regeneración y está renovándonos continuamente, cada día y durante todo el día, para hacernos un nuevo hombre con la vida divina. Cada vez que nos reunimos para el ministerio de la Palabra en una conferencia, experimentamos la renovación del Espíritu, y regresamos a nuestras localidades como personas renovadas. Esta es la obra por medio de la cual el Espíritu santificador nos salva. En realidad, Su santificación es Su renovación.
A través de todos los puntos de los cuales hemos hablado en estos siete libros, podemos ver que el Espíritu en las Epístolas desde Colosenses hasta Filemón es el Espíritu de la vida cristiana práctica. El primer punto de la vida cristiana práctica es el amor en el Espíritu hacia todos los santos, y así llegamos al último punto, el cual es la renovación diaria por el Espíritu todo-inclusivo. Esto es nuestra vida cristiana práctica. En estos siete libros el Espíritu todo-inclusivo es el Espíritu de la vida cristiana práctica.
