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Mensajes del libro «Economía neotestamentaria de Dios, La»
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CAPITULO VEINTISEIS

LA NUEVA JERUSALEN: LA CONSUMACION MAXIMA Y FINAL

  Lectura bíblica: Ap. 21:1-2, 9-11

  Hemos visto que la tercera sección de la economía neotestamentaria de Dios se encuentra en el libro de Apocalipsis. En Apocalipsis vemos los siete Espíritus como la intensificación del Dios Triuno en la iglesia vencedora, la cual se consuma en los candeleros de oro en esta era, y en la Nueva Jerusalén en la eternidad. Esta es la finalización de la economía neotestamentaria de Dios. La Nueva Jerusalén es la consumación máxima y final de siete cosas principales: de toda la revelación divina de las sagradas Escrituras, del propósito eterno de Dios, del propósito de Dios en cuanto al hombre, del mezclar del Dios Triuno con Su pueblo redimido, regenerado y transformado, de los tipos, figuras, y señales positivos de las Escrituras, de los candeleros mencionados en las Escrituras, y de todos los edificios de las Escrituras.

LAS ENSEÑANZAS TRADICIONALES CONTRA LA CONSUMACION MAXIMA Y FINAL

  Leyendo la Biblia podemos ver a Dios. Aunque Dios es un misterio, la Biblia nos lo revela de una manera grande y clara. La Biblia también nos muestra el origen del universo. No es necesario que vayamos a tientas como ciegos para conocer el origen del universo, y no necesitamos que Darwin nos diga nada. Cuando abrimos la Biblia, el primer versículo nos dice que Dios creó los cielos y la tierra. La Biblia también nos dice de dónde proviene el hombre. El hombre proviene de Dios y fue creado por Dios. Cuando yo era joven, cada vez que leía la Biblia recibí mucho conocimiento y revelación, pero siempre estaba tratando de saber el resultado, el fruto, de los sesenta y seis libros de la Biblia. Según las letras impresas, todos podemos ver que lo último de los sesenta y seis libros de la Biblia es la Nueva Jerusalén.

  Sin embargo, todos nosotros hemos sido influenciados hasta cierto punto por las enseñanzas tradicionales del cristianismo, las cuales dicen que la Nueva Jerusalén es una mansión celestial. Cuando yo era un joven creyente había un canto del evangelio sobre la Nueva Jerusalén, que decía a la gente cuán bueno era el cielo. Según este himno las calles del cielo eran de oro, y las puertas eran de perlas. Según las enseñanzas tradicionales, la Nueva Jerusalén es tal mansión física y celestial. Este concepto ocupó mi pensamiento, de modo que creí que la Biblia concluía en una mansión celestial. Con nuestra mentalidad ocupada por tal concepto, nunca pensaríamos que la Nueva Jerusalén es la consumación máxima y final de toda la revelación divina. Ya que este punto es la conclusión de la Biblia, lógicamente debe de ser la consumación máxima y final de la Biblia, pero las enseñanzas tradicionales envenenaron nuestro entendimiento.

  Como joven creyente el pensamiento que adopté fue que la Nueva Jerusalén era simplemente una mansión maravillosa, y nunca di lugar a otro pensamiento acerca de la Nueva Jerusalén. Uno de los maestros que tuve en la asamblea de los Hermanos nos dijo que en Juan 14 el Señor Jesús dijo que El iba a preparar una mansión celestial. Después de preparar esta mansión, El regresaría. Ya que aún no había regresado, significaba que aún no había acabado Su trabajo de preparación. Este maestro entonces dijo que, ya que el Señor Jesús ha tomado casi dos mil años en preparar tal lugar, qué admirable, maravilloso y excelente debía de ser ese lugar. Yo recibí esta enseñanza y la creí. Estaba contento, y alabé y agradecí al Señor que El estuviera preparando un maravilloso y excelente lugar para mí. Este concepto ocupó mi mente acerca de la Nueva Jerusalén, pero por otro lado preguntaba: “¿Cuál es el resultado, cuál es la consumación máxima y final, de estos sesenta y seis maravillosos libros de la Biblia?” Para entonces había aprendido muchos de los tipos y de las profecías de las Escrituras, pero no sabía cuál era el resultado de la revelación divina. La razón es que este resultado, esta consumación, había sido eliminado por las enseñanzas tradicionales del cristianismo. Difícilmente hay algún lector de la Biblia que entienda de una manera correcta y adecuada los últimos dos capítulos de la Biblia. Muchos cristianos no dedican mucho tiempo a estos dos capítulos debido a que piensan que estos dos capítulos son un relato de la mansión celestial.

  Los escritos de dos hermanos en particular me dieron mucha ayuda y me abrieron una pequeña puerta o una ventanita para que yo pudiese entrar en el verdadero significado de la Nueva Jerusalén. Gerhardt Tersteegen, en algunos de sus himnos, se refirió a la Nueva Jerusalén de una manera más profunda. El hermano T. Austin-Sparks también mencionó algo acerca del significado espiritual y divino de la Nueva Jerusalén. Sin embargo, no fue sino hasta hace como cuarenta años que yo verdaderamente comencé a adentrarme en el significado de la Nueva Jerusalén. En 1963 escribí varios himnos acerca de la Nueva Jerusalén, los cuales figuran actualmente en nuestro himnario (Himnos, #450, 451, 454-456, 457 y en Hymns, #979). Para 1963 el Señor me había dado un entendimiento casi completo de esta última gran señal de la Biblia. Para entonces abandoné todo pensamiento de que la Nueva Jerusalén fuera una cosa física. Si usted considera la Nueva Jerusalén como una cosa física, hace de la Biblia algo bajo, insignificante y desprovisto de sentido. Sabemos que la Biblia contiene la revelación divina; por lo tanto, la conclusión de tal revelación debe de ser muy alta y muy significativa. Puedo testificar que para 1963 estaba plenamente seguro de que la Nueva Jerusalén es una señal completamente espiritual, celestial y divina, y no algo físico.

  Si usted es una persona considerada, tal vez se pregunte por qué Dios creó al hombre, salvó al hombre, y escogió y predestinó al hombre. Si usted es una persona que piensa, también tiene que considerar por qué Dios es triuno, el Padre, el Hijo y el Espíritu. ¿Por qué el hombre tiene un cuerpo, un alma y un espíritu? ¿Cuál es el propósito y cuál será la consumación máxima y final de todas estas cosas? En principio, tenemos que darnos cuenta de que nuestro Dios es un Dios que tiene propósito. El no es un Dios de insignificancias sino que El es una Persona que considera bastante y que tiene un propósito. Tenemos que ver y darnos cuenta de cuál es la consumación máxima y final de Su propósito, no solamente en el universo sino especialmente en el hombre. La respuesta a todas estas preguntas se encuentra al final de la Biblia, y la respuesta es la Nueva Jerusalén.

  La Nueva Jerusalén es la consumación de toda cosa positiva. No tiene nada que ver con las cosas negativas tales como Satanás, los ángeles caídos, los demonios, la muerte, el pecado, la obscuridad, el sepulcro, el Hades ni el lago de fuego. No tiene nada que ver con ninguna de estas cosas negativas. En el lado positivo, sin embargo, la Nueva Jerusalén es la consumación máxima y final de Dios, de la salvación de Dios, de la redención de Cristo, de la transformación del Espíritu, y de cada cosa positiva de la Biblia. Todas las cosas positivas de la Biblia tienen su consumación en la Nueva Jerusalén, de la cual se tratan los dos últimos capítulos de toda la Biblia. Dios, la Trinidad, el Cordero, la lámpara, el árbol de la vida, el agua viva, el trono y el Espíritu, están entre los muchos puntos positivos que han sido compuestos para hacer una sola entidad universal, eterna, divina, espiritual y celestial. La Nueva Jerusalén ciertamente no es una ciudad física. La Nueva Jerusalén es algo divino, espiritual y celestial.

  La Nueva Jerusalén primero es una señal y finalmente, una consumación. Todo el universo necesita una consumación. Aun Dios mismo necesita una consumación. También tiene que darse cuenta de que aun usted necesita una consumación. Muchas hermanas que son madres tienen el deseo de llegar a ser consumadas en buenos hijos. La mayoría de las madres siempre están pensando en tener niños buenos, niños mejores o los mejores niños. Según su modo de pensar, su futuro, su gozo, su fortuna y su destino serán sus niños. Sin embargo, todas las madres necesitan tener un cambio en la manera de pensar en este asunto. Todos necesitamos considerar la verdadera consumación: la Nueva Jerusalén. Todos debemos testificar que la Nueva Jerusalén es nuestra consumación. Ciertamente yo seré consumado allí, y espero que todos mis hijos y mis nietos serán consumados en la Nueva Jerusalén. La Nueva Jerusalén es la consumación máxima y final.

LA CONSUMACION MAXIMA Y FINAL

De toda la revelación divina de las sagradas Escrituras

  La Nueva Jerusalén es la consumación máxima y final de toda la revelación divina de las sagradas Escrituras. La conclusión de los sesenta y seis libros de la Biblia se encuentra en los últimos dos capítulos de ésta, que tratan de la Nueva Jerusalén. La Nueva Jerusalén es el desenlace “final” de los sesenta y seis libros. Los sesenta y seis libros de la Biblia abarcan muchísimas cosas que se consumarán en una sola: la Nueva Jerusalén. Cada cosa positiva de la Biblia tendrá un solo resultado: la Nueva Jerusalén. Algunos de nosotros tenemos que estudiar la Nueva Jerusalén para encontrar todos los detalles de la revelación divina que se pueden ver allí.

Del propósito eterno de Dios

  La Nueva Jerusalén también es la consumación máxima y final del propósito eterno de Dios. La Biblia nos revela a Dios, y este Dios a quien poseemos es un Dios que tiene un propósito. El no carece de intención sino que tiene un propósito, y la consumación de Su propósito eterno se ve en la Nueva Jerusalén. Se puede ver sólo el resultado, el desenlace, del propósito eterno de Dios en la Nueva Jerusalén. En la Nueva Jerusalén vemos que el mismo Dios que está sentado en el trono es nuestro Dios redentor, de cuyo trono procede el río de agua de vida como nuestro suministro y nuestra satisfacción. Esto nos describe cómo el Dios Triuno —Dios, el Cordero, y el Espíritu simbolizado por el agua de vida— se imparte a Sí mismo en Sus redimidos que están bajo El como Cabeza (lo cual está implícito en la autoridad del trono) por la eternidad.

Del propósito de Dios en cuanto al hombre

  La Nueva Jerusalén también es la consumación máxima y final del propósito de Dios en cuanto al hombre. Dios se encarnó para redimirnos, y se hizo un Espíritu vivificante para entrar en nosotros, a fin de saturarnos, empaparnos, para Su propósito final en cuanto al hombre. Debemos cooperar con Su saturación para que El pueda llevar a cabo Su propósito en cuanto a la creación del hombre.

  Estaría bien si pudiésemos ser transformados de una vez para siempre por una sola gran saturación del Espíritu. Sin embargo, Dios lo hace a la manera de vida, y lo consumará en la Nueva Jerusalén. Nuestra salvación, nuestras experiencias espirituales, y nuestra transformación se consumarán en la Nueva Jerusalén.

  Los siete Espíritus como intensificación del Dios Triuno están en la iglesia vencedora. Nos es difícil ver la iglesia vencedora hoy en día, pero por la eternidad la Nueva Jerusalén será la consumación vencedora de la iglesia, y todos nosotros, los creyentes, seremos sus constituyentes.

  Sin la Nueva Jerusalén no hay respuesta a ninguna pregunta en el universo. Una vez que usted ve la Nueva Jerusalén, tiene la respuesta a toda pregunta. ¿Para qué Dios creó, redimió, transformó, perfeccionó y glorificó al hombre? Para la Nueva Jerusalén. Dios mismo quiere consumarse en la Nueva Jerusalén y quiere que usted esté con El en esta consumación. Esta es la respuesta. La Nueva Jerusalén es la respuesta. Es la consumación máxima y final del propósito de Dios en cuanto al hombre.

Del mezclar del Dios Triuno con el hombre

  Además, la Nueva Jerusalén es la consumación máxima y final del mezclar del Dios Triuno con el hombre. Si Dios no tuviese un propósito, sería una tontería que El se mezclara con nosotros. Pensamos que Dios nos molesta frecuentemente, pero consideremos cuántas molestias le damos a El. Por ejemplo, tal vez ciertos padres tengan tres hijos, y no hay manera de que ellos puedan conducir a uno de ellos. Este es el travieso. Como nuestro Padre, Dios tiene billones de hijos. Entre estos billones de hijos, muchos de ellos son traviesos. ¿Es fácil para Dios conducirlo a usted como Su hijo? Debo testificar que no es muy fácil que mi Dios me conduzca. Tal vez pensemos que cierto cristiano es un buen hijo de Dios. Sin embargo, en realidad nosotros no sabemos la verdadera situación. Hay un proverbio que dice: “Sólo los padres conocen a los hijos”. Solamente nuestro Dios, el Padre, nos conoce. Si Dios no tuviese un propósito que llevar a cabo, sería una tontería que El sufriera tanto. El se tomó las mayores molestias no solamente para salvarnos, sino también para unirse a nosotros y para mezclarse con nosotros.

  Cuando todos lleguemos allí como la Nueva Jerusalén al cielo nuevo y a la tierra nueva, estaremos en un éxtasis. ¡Estaremos locos hasta el extremo! La Nueva Jerusalén es mucho mejor que una mansión física y celestial. Es el mezclar pleno del Dios Triuno con Su pueblo redimido, regenerado y transformado. En tipología, el mezclar de Dios con el hombre puede ser visto en Levítico 2:4 con la oblación, es decir, la ofrenda de harina, compuesta de flor de harina mezclada con aceite. Toda la Nueva Jerusalén será de flor de harina mezclada con aceite. El coro del himno 976 (en el himnario inglés) dice que la santa ciudad es la expresión completa de Dios en la humanidad. La humanidad es la flor de harina y Dios es el aceite. La Nueva Jerusalén venidera será una gran ofrenda de harina, una gran torta, hecha de flor de harina mezclada con aceite. El Dios Triuno se está mezclando con nosotros hoy en día y este mezclar se consumará en la Nueva Jerusalén.

De los tipos, figuras y señales positivos de las Escrituras

  La Nueva Jerusalén también es la consumación máxima y final de los tipos, figuras y señales positivos de las Escrituras. En Génesis 2 vemos el árbol de vida, un río, oro, bedelio y ónice, y una pareja: Adán y Eva. En la Nueva Jerusalén también vemos el árbol de la vida, el río de agua de vida, oro, perla y piedras preciosas, y una pareja divina teniendo el Cordero como Esposo y Su pueblo redimido como Su esposa. También, en el Nuevo Testamento Jesús hizo muchas señales. Su encarnación, Su muerte y Su resurrección eran señales. El pan de vida, el agua viviente, la puerta para las ovejas, y el Pastor, son señales. Todas estas señales se consumarán en la Nueva Jerusalén.

De los candeleros mencionados en las Escrituras

  La Nueva Jerusalén es la consumación máxima y final de los candeleros mencionados en las Escrituras. El candelero del tabernáculo representa a Cristo mismo (Ex. 25:31-37). El candelero del templo representa al Cristo agrandado (1 R. 7:49). El candelero mencionado en Zacarías 4:2 representa al pueblo de Israel. Finalmente, los candeleros mencionados en Apocalipsis 1 representan las iglesias (vs. 12-13, 20). Cristo en Su encarnación era un candelero, y fue agrandado en Su resurrección. Como el pueblo de Dios, los hijos de Israel eran también un candelero, y como el pueblo escogido de Dios, las iglesias son los candeleros. El agregado de todos los candeleros será la Nueva Jerusalén. La Nueva Jerusalén en figura es una montaña de oro (Ap. 21:18) como un pedestal. Cristo es la lámpara sobre el pedestal (Ap. 21:23) y Dios es la luz dentro de El (Ap. 22:5). En el primer capítulo de Apocalipsis están los siete candeleros, las iglesias, y en los últimos dos capítulos está el candelero único: la Nueva Jerusalén, que es la consumación de todos los candeleros.

De todos los edificios mencionados en las Escrituras

  Finalmente, la Nueva Jerusalén es la consumación máxima y final de todos los edificios mencionados en las Escrituras. En la Biblia se encuentra la edificación del tabernáculo (Ex. 25:8-9), la edificación del templo (1 R. 6:1-2), la edificación de Jerusalén (Sal. 122:3), la reedificación del templo (Esd. 3:8-9), la reedificación de Jerusalén (Neh. 2:17), y en el Nuevo Testamento la edificación de la iglesia. El Señor Jesús nos dijo en Mateo 16:18 que El edificaría Su iglesia sobre la roca, y Pedro nos indicó en su Epístola que todos nosotros somos piedras vivas para el edificio de Dios (1 P. 2:5). Además, Pablo nos dijo que él era un perito arquitecto que había puesto el fundamento de Cristo, y que todos nosotros necesitamos edificar sobre este fundamento con oro, plata y piedras preciosas (1 Co. 3:9-12). La Nueva Jerusalén es la consumación máxima y final de todos los edificios mencionados en la Biblia y la consumación de la obra de edificación de Dios por todos los siglos.

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