
En Mateo 16:18 el Señor Jesús habla de las puertas del Hades, las cuales representan el poder de las tinieblas. En la Biblia el Hades es el lugar de la muerte, donde las personas están retenidas bajo el poder de la muerte. Por lo tanto, es una región donde impera la muerte. Después que el Señor Jesús murió, Él hizo una gira por el Hades. Hechos 2:24 nos muestra que el Hades hizo todo lo posible por retenerlo. Sin embargo, puesto que Cristo es la resurrección, Él no pudo ser retenido por la muerte. La muerte no puede vencer la resurrección; al contrario, la resurrección siempre subyuga la muerte.
Las puertas se mencionan en el versículo 18, y las llaves, en el versículo 19. El enemigo tiene las puertas, pero nosotros tenemos las llaves. Las puertas no son más poderosas que las llaves; al contrario, las llaves controlan las puertas. Aunque las puertas del enemigo son mucho más grandes que las llaves, ellas están bajo el control de las llaves, así como las puertas de un edificio son controladas por las llaves que las abren y las cierran. ¡Aleluya, nosotros tenemos las llaves! Satanás podrá tener muchas puertas, pero nosotros tenemos las llaves.
Ahora debemos ver cuáles son las llaves del reino. Poco después de que fui salvo, un notable maestro de la Biblia me enseñó que las llaves del reino que le fueron dadas a Pedro eran dos. Pedro usó la primera llave para abrir la puerta del reino de los cielos a los creyentes judíos en el Día de Pentecostés (Hch. 2:38-42), y usó la otra llave para abrir la puerta del reino de los cielos a los creyentes gentiles en la casa de Cornelio (10:34-48). Todavía sigo creyendo que esta enseñanza es correcta; pero, como veremos más adelante, hay mucho más sobre este tema de las llaves.
A fin de interpretar la Biblia, debemos seguir el principio básico de tener en cuenta el contexto de cada versículo. Mateo 16 nos revela a Cristo, el Hijo del Dios viviente, la iglesia, el reino, las llaves del Hades y las llaves del reino. El versículo 21 revela lo que debe ocurrir para que Pedro sea transformado de Simón a Pedro. Para ello, el Señor Jesús tenía que ser crucificado y resucitado. Fue por medio de la crucifixión y resurrección de Cristo que Simón, hijo de Jonás, llegó a ser Pedro, un hijo de Dios. Sin este paso, habría sido imposible que Simón Barjona llegara a ser Pedro.
El versículo 22 dice: “Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reprenderle, diciendo: ¡Dios tenga compasión de Ti, Señor! ¡De ningún modo te suceda eso!”. Pedro, con buenas intenciones, le dijo al Señor que Dios debía tener compasión de Él. Este versículo es difícil de traducir. Algunos lo han traducido: “Señor, ten compasión de Ti mismo”. Según esta traducción, Pedro le estaba diciendo al Señor que fuera misericordioso consigo mismo. Otra traducción dice: “Dios tenga misericordia de Ti, Señor”. Es difícil determinar cuál es el sujeto, si es Dios o el Señor Jesús. De cualquier modo, el énfasis está en el yo. Ya sea que el sujeto sea Dios o el Señor Jesús, el énfasis recae en el yo.
El versículo 23 dice: “Pero Él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de Mí, Satanás!”. Luego, en los versículos 24 y 25, el Señor les dijo a Sus discípulos: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque el que quiera salvar la vida de su alma, la perderá; y el que la pierda por causa de Mí, la hallará”. Según estos versículos, el Señor es el modelo y el camino. Si alguno desea venir en pos de Él, es decir, tomarlo como el modelo y el camino, tiene que negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirlo.
Los versículos del 21 al 26 son necesarios para poder interpretar los versículos del 16 al 19. Como hemos visto, el versículo 18 habla de las puertas, y el versículo 19, de las llaves. A fin de conocer el significado de las puertas y de las llaves, debemos tener en cuenta los versículos del 21 al 26. Satanás sale por medio de las puertas del Hades. La primera puerta es el yo, lo cual significa que nosotros mismos somos una de las puertas del Hades por las cuales Satanás puede salir. Él puede salir por la puerta del yo, incluso cuando tenemos buenas intenciones. No importa si en nuestro corazón tenemos buenas o malas intenciones, el yo sigue siendo la primera puerta por la cual Satanás puede salir. Además del yo, los versículos del 21 al 26 también hablan de la mente y del alma, las cuales también son puertas por las cuales Satanás encuentra salida. Por lo tanto, el yo, el alma y la mente son las puertas principales por las cuales Satanás sale. Muchas veces Satanás ha podido salir por medio de su mente porque ésta se ha convertido en una puerta abierta para él.
Los versículos del 21 al 26 no sólo revelan las puertas del Hades, sino también las llaves. La primera llave es la de negar el yo. El yo es una puerta abierta, pero negar el yo es la llave que la cierra. La segunda llave es tomar la cruz. Eso significa que la cruz es una llave que encierra al yo, al alma y a la mente. La tercera llave es perder el alma. Por consiguiente, las tres llaves que vemos aquí son: negar el yo, tomar la cruz y perder el alma. Cada día debemos usar estas tres llaves. Sin duda alguna, Pedro usó las llaves en el Día de Pentecostés y en la casa de Cornelio. Pero también necesitamos las tres llaves subjetivas que se encuentran en este pasaje de la Palabra.
Los principados y potestades en los lugares celestiales son puertas del Hades; pero, además de esto, el yo, el alma y la mente son tres puertas subjetivas muy cruciales. Si estas puertas subjetivas se cierran con llave, los principados o potestades no podrán entrar.
En este mensaje mi carga no es interpretar la Palabra sino aplicarla. A lo largo de la historia, lo que principalmente ha perjudicado a la iglesia no ha sido el judaísmo o el gnosticismo, sino el yo. Martín Lutero una vez dijo que aunque le temía al Papa, temía aún más al Papa más fuerte, al yo, que estaba en su propio corazón. Nada perjudica y estorba tanto la edificación de la iglesia como el yo, el cual es la corporificación del alma y se expresa por medio de la mente. Por consiguiente, el yo, el alma y la mente son tres en uno. Y detrás de estos tres está Satanás, quien manipula el yo para perjudicar la vida de iglesia. Todos debemos prestar atención a esta palabra y aplicarla a nosotros mismos.
Algunos santos han abandonado la vida de iglesia simplemente a causa del yo. En 1948 había cierto hermano de Shanghái que estaba completamente sumido en su yo, cuya alma era una puerta abierta que nadie podía cerrar. Él tenía la ambición de ser anciano, y a menudo se quejaba de la situación de la iglesia. Un día él se puso de pie en la reunión para hablar muchas cosas negativas. Después de su hablar negativo, yo dije: “Hermano, no es necesario que perdamos nuestro tiempo. Si usted puede encontrar un mejor lugar, por favor, dígame dónde para que yo también vaya allí con usted. Pero si no puede encontrar un mejor lugar, por favor, quédese callado y permanezca aquí”. Él no tuvo nada más que decir. Después de poco tiempo, dejó de venir a las reuniones de la iglesia, empezó una reunión en su casa y contrató a un predicador ambulante. Con el apoyo económico de este hermano disidente, este predicador escribió un artículo bastante largo en contra del hermano Nee. Sin duda alguna, este hermano causó daño a la vida de iglesia. Además de esto, él mismo perdió la vida de iglesia. Esto se debió al yo. Con respecto a este hermano, no hubo ninguna edificación, puesto que no llegó a ser un Pedro, sino que siguió siendo un Barjona. Éste fue el resultado de que Satanás saliera por medio del yo.
Permítanme darles a todos ustedes una exhortación franca y amorosa: es algo muy grave ofenderse. No diga tan libremente: “Me ofendieron en la vida de iglesia. Los ancianos y otros hermanos líderes me ofendieron”. Aunque los demás lo ofendan, usted siempre debe ser el primero en sufrir. Por un lado, condeno todas las ofensas; pero por otro, debo decirle que no hay ninguna excusa para que uno se ofenda. Si no estuviéramos sumidos en nosotros mismos, no nos ofenderíamos. Si yo uso la llave de negar el yo para encerrarlo, me resultará imposible ofenderme. La razón por la cual nos ofendemos es que la puerta del yo está muy abierta y es muy prevaleciente. Por medio de la puerta abierta del yo, Satanás sale, y nosotros nos ofendemos.
Es posible que en ciertos aspectos la iglesia esté equivocada; sin embargo, no piense que la iglesia deja de ser la iglesia por el hecho de estar equivocada. Por ejemplo, cuando su hijo comete un error, de todos modos sigue siendo hijo suyo. Sea que la iglesia está en lo correcto o está equivocada, sigue siendo la iglesia. Aunque algo o alguien pueda ofenderlo, no lo use como una excusa para el yo; esto es algo que estorba la edificación de la iglesia.
Como hemos visto, Mateo 16 habla de la edificación de la iglesia y también de las puertas del Hades y de las llaves del reino. Sin las llaves, con las cuales se cierran las puertas del Hades, la iglesia no puede ser edificada. Debido a que se han usado tan poco estas llaves, la iglesia aún no ha sido edificada. Podemos hablar mucho acerca de la edificación, sin embargo, en cuanto sucedan ciertas cosas que nos afecten, se abre nuestro yo. Debido a que estamos abiertos al Hades, algo del Hades, Satanás, se presenta. ¡Cuánto necesitamos usar la llave de negarnos a nosotros mismos para encerrar el yo! La manera de evitar ofenderse con otros es que usted se encierre a sí mismo, negando su yo. Bienaventurados son aquellos que no se ofenden.
No hay excusa alguna para ofenderse. Cuando el Señor Jesús venga y establezca Su tribunal, Él nos pedirá que arreglemos cuentas con Él. Nos preguntará por qué nos ofendimos en ciertos lugares. Pero si damos excusas, el Señor no aceptará nuestros argumentos. El problema no es la ofensa; es el yo. Ciertos virus son muy contagiosos, sin embargo, ningún virus puede hacer que una mesa se enferme. Si usted se ofende, eso comprueba que usted está completamente sumido en su yo. Pero si mi yo ha quedado encerrado bajo llave, no me ofenderé no importa lo que usted me haga ni cómo me trate.
Ya les hablé acerca de ofendernos. Ahora quisiera decirles algo acerca del afecto natural. En la vida de iglesia no debe haber amistades naturales. Si usted considera a algunos hermanos sus amigos especiales, esto también es un indicio de que usted está completamente sumido en su yo. Ciertos hermanos le caen bien a usted y, al mismo tiempo, usted les cae bien a ellos. Simplemente comparten los mismos gustos. Esto es muy perjudicial y estorba la edificación. Entre los hermanos y hermanas de la iglesia debe haber un amor puro y divino, y no debe haber ningún afecto personal. Si permitimos que el afecto personal se inmiscuya en las relaciones que tenemos con los santos, esto muestra que estamos completamente llenos del yo. En la vida de iglesia no debe existir tal afecto. Para mí, todos los hermanos y hermanas deben ser iguales. Tener hermanos o hermanas favoritos es estar completamente llenos del yo, es ser un hijo de Jonás y no un Pedro. Esto perjudica la edificación.
Necesitamos recibir la misericordia del Señor, a fin de considerar a todos los santos como nuestros hermanos y hermanas, no como nuestros amigos. A fin de que la obra de edificación del Señor se lleve a cabo en la vida de iglesia, todo lo natural debe ser desechado. No debemos tener afectos, relaciones ni sentimientos naturales; al contrario, debemos tenerle temor al afecto natural y rehuirlo. Siento mucho temor cuando un hermano me expresa su amor y su afecto de manera natural. Es en esos momentos que debo usar la llave de negarme al yo. Prefiero encerrarme a mí mismo, y rehuir al afecto de ese hermano. Cada vez que se dé cuenta de que usted está alimentando el yo de cierto hermano y de que él está alimentando el suyo, debe usar la llave que cierra la puerta del yo. Si usted no cierra esa puerta, Satanás saldrá por ella, y entonces tanto usted como los demás seguirán siendo hijos de Jonás. No serán Pedros y, por ende, le resultará imposible al Señor edificar la iglesia por medio de ustedes.
Hace más de diecinueve siglos, el Señor Jesús profetizó que edificaría la iglesia. Pero ¿por qué, después de tantos siglos, aún no vemos la edificación? Debido a que nadie presta atención a la llave de negar el yo. En estos mensajes no me interesa hablar de doctrinas; lo que está en mi corazón es tener comunión con todos ustedes. ¡Oh, el yo escondido! Pedro tenía buenas intenciones, pero dentro de él se escondía el yo, el cual vino a ser la puerta para que Satanás saliese. Aprecio mucho el discernimiento del Señor. Si yo estuviera en el lugar del Señor, no habría tenido ese discernimiento, sino que habría apreciado la preocupación que Pedro sentía por mí. Sin embargo, el Señor Jesús de inmediato pudo discernir que Satanás había salido a través de la puerta del yo.
Me siento muy contento de que en las iglesias tengamos casas para los hermanos y para las hermanas. Sin embargo, por experiencia nos hemos dado cuenta de que hay dos clases de resultados cuando los hermanos viven juntos en estas casas. Algunos forman amistades naturales, mientras que otros se sienten insatisfechos y desilusionados. Sin embargo, no importa cuál sea la situación, no debemos desilusionarnos. Si nos desilusionamos, eso comprueba que estamos en el yo. El yo de aquellos que viven las casas de hermanos y de hermanas debe ser encerrado. Si el yo es encerrado, se llevará a cabo la edificación. Si usted usa la llave de negar el yo, tal vez otros se ofendan, pero usted no; más bien, será edificado porque el yo en usted habrá quedado encerrado. Todos debemos usar la llave eficaz de negar el yo a fin de encerrar el yo, el alma y la mente. De lo contrario, la edificación de la iglesia será frustrada.
El versículo 24 dice: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. La palabra sígame en este versículo es muy significativa. El “me” de sígame, indica que la persona que habla es el modelo y el camino. También indica que se trata de una persona crucificada y resucitada. Si no somos crucificados ni resucitados, no podría existir la iglesia. La iglesia llega a existir únicamente mediante la crucifixión y la resurrección de Cristo. No sólo nosotros debemos negarnos a nuestro yo, el cual es corrupto, sino que incluso el Señor debía negarse a su yo, el cual era puro y no tenía pecado. Si el Señor no se hubiera negado a sí mismo e ido a la cruz, no hubiera resucitado y, por ende, no se habría producido la iglesia. Por lo tanto, debemos seguirlo a Él. Esto significa que al igual que Él, debemos negarnos a nosotros mismos, y que también, al igual que Él, debemos permitir que otros nos crucifiquen. Sin esto, será imposible que la iglesia sea edificada. Cada vez que sintamos que estamos alimentando la vida del yo de otra persona, debemos decir: “Señor, yo te seguiré. Dejaré de tener tanto contacto con este hermano”. Si hacemos esto, la edificación de la iglesia se llevará a cabo.
Al leer esto, quizás usted sienta que no puede cumplirlo. Es cierto, no podemos hacer esto. Es por ello que debemos prestar atención a lo que dice Pablo en Filipenses 3:10: “A fin de conocerle, y el poder de Su resurrección, y la comunión en Sus padecimientos, configurándome a Su muerte”. Aquí vemos que Pablo deseaba conocer tres cosas: a Cristo, el poder de Su resurrección y la comunión en Sus padecimientos. La persona a la cual debemos conocer, según Filipenses 3:10, es la persona a la cual debemos seguir, según Mateo 16:24. Nosotros no podemos negarnos a nosotros mismos e ir a la cruz. Sin embargo, sí podemos hacer estas cosas por el poder de la resurrección de Cristo. Más aún, por medio de Su resurrección, podemos participar en la comunión en Sus padecimientos y ser configurados a Su muerte. Aunque en nosotros mismos no podemos hacerlo, dentro de nosotros está una Persona viviente que sí puede hacerlo.
En Filipenses 2:12 Pablo dice: “Llevad a cabo vuestra salvación con temor y temblor”. En el Nuevo Testamento la palabra salvación se usa de diferentes maneras. Con respecto a nuestra salvación eterna, no podemos hacer nada, pues el Señor Jesús ya hizo todo lo necesario para realizarla. Pero sí debemos llevar a cabo la salvación que hace posible que seamos edificados juntos. Por causa de la edificación de la iglesia, debemos llevar a cabo esta salvación.
Todo el libro de Filipenses es un libro que trata de la edificación. Entre los filipenses había división y faltaba edificación. Por este motivo, el apóstol Pablo escribió esta epístola para ayudarlos a ser edificados. Pablo les estaba diciendo que llevaran a cabo la edificación, puesto que dicha edificación era su propia salvación. A muchos cristianos hoy en día les falta edificación, lo cual indica que no están llevando a cabo su salvación.
Supongamos que usted vive en una casa de hermanos. Al mudarse, usted pensó que vivir con los hermanos sería algo maravilloso. Sin embargo, al cabo de poco tiempo, usted encontró que no podía llevarse bien con ciertos hermanos. No hay nada que usted pueda hacer al respecto; más bien, permanezca en la casa de hermanos para ser aniquilado. Aunque usted no puede soportar esta aniquilación, hay una Persona en usted que sí puede. Todo lo que tiene que hacer es seguirlo a Él para llevar a cabo su salvación.
Filipenses 2:13 nos dice cómo llevar a cabo nuestra salvación: “Porque Dios es el que en vosotros realiza así el querer como el hacer, por Su beneplácito”. Dios está en nosotros realizando esta obra. Nosotros simplemente tenemos que usar la llave de negar el yo y decir amén al Señor. Debemos usar la llave para encerrar el yo. Si todos aprendemos esta lección, seremos edificados juntos, y vendremos a ser un testimonio prevaleciente. Podremos testificar que aunque tenemos diferente carácter, modos de ser, temperamentos y formaciones, podemos ser uno y podemos ser edificados juntos. Esto es precisamente el asunto que el Señor está tratando en Mateo 16.
Por muchos siglos el significado de Mateo 16 ha permanecido encubierto. Tal vez hayamos leído antes este capítulo una y otra vez sin entender realmente de qué está hablando el Señor. Pero ahora el Señor nos ha dado más entendimiento para que veamos cómo la iglesia se edifica al usar las llaves. Debemos temernos a nosotros mismos y usar la llave para encerrarnos a nosotros mismos. No sólo debemos hacer esto en la vida de iglesia, sino también en nuestra vida familiar. Si usted utiliza la llave para encerrar al yo, no tendrá problemas en su matrimonio. Todos los problemas provienen de Satanás, quien sale por la puerta del yo. Cuando cerramos esta puerta, Satanás queda confinado, y no tenemos más problemas.
En estos mensajes no me interesan sólo las doctrinas; más bien, les estoy presentando lo que he aprendido durante muchos años de sufrimiento. Debemos tratar de descubrir cómo la iglesia puede ser edificada. Si dice que la iglesia se edifica por medio de la cruz y la resurrección, eso es aún muy doctrinal. Debemos avanzar más y aprender a usar la llave de negar el yo para encerrar el yo en cualquier situación. Ya sea que la situación sea favorable o desfavorable para usted, debe encerrar el yo. Independientemente de si los hermanos lo aman y lo reciben bien o si lo aborrecen y no lo reciben bien, aun así, usted tiene que encerrar el yo. Si lo hace, no habrá problemas, y podrá llevarse a cabo la edificación de la iglesia. Pero si no encerramos el yo, no habrá posibilidad alguna de que podamos tener la edificación.