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Mensajes del libro «Ejercicio y la práctica de la manera ordenada por Dios, El»
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EL EJERCICIO Y LA PRACTICA DE LA MANERA ORDENADA POR DIOS

MENSAJE DIEZ

APRENDER A SER HUMANOS

  Lectura bíblica: Is. 49:15; 1 Ti. 5:1-3

  La unidad de salvación de Dios es la familia (Lc. 19:5, 9; Hch. 16:31; 1 Co. 1:16a). Tenemos que aprender a ser humanos a fin de cuidar de semejante unidad. Si permanecemos en nuestro hombre natural, ésta será una tarea muy difícil. En nuestro viejo hombre natural no tendemos a amar a nadie más que a nosotros mismos. No amamos a los de edad avanzada, a los de mediana edad, a los jóvenes, a los niños, ni siquiera a los pequeñitos. Muchos cristianos admitirán que en realidad ellos no amaban a nadie antes de que fueran salvos.

  Algunos tal vez aleguen que muchos jóvenes se aman el uno al otro cuando se comprometen en matrimonio. Entonces, ¿por qué tantos se separan o se divorcian después de casarse? Ellos se separan o se divorcian porque el matrimonio deja de acomodarse a sus intereses personales. La separación y el divorcio son expresiones del amor propio. Durante el noviazgo una pareja joven posiblemente se exprese mutuamente un gran amor. Con el tiempo, el amor que verdaderamente sentían, el amor propio, llegó a expresarse. Uno quizá le dice al otro: “Soy tuyo. Te pertenezco”. Más tarde se hace obvio que en realidad él sólo se interesa por sí mismo.

EL CUIDADO ADECUADO DE LA UNIDAD DE SALVACION DE DIOS

  Para cuidar adecuadamente de la unidad de salvación de Dios, tenemos que amar a cada miembro de la familia. Tenemos que amar a cada hombre y a cada mujer, desde el más viejo hasta el más joven. Puede darse el caso de que los niños de cierto hogar sean traviesos o malcriados. En consecuencia, tal vez no queramos ni verlos. Pero si no tomamos el cuidado adecuado de esos niños, sus padres podrían ofenderse con nosotros y rechazar el evangelio de Cristo. Si hemos de ganar a toda la familia, tenemos que aprender a amar a todo tipo de personas que sea parte de esa familia: fuertes, débiles, sanos, enfermos, jóvenes, viejos y hasta pequeños.

  En 1955 y en 1957 invitamos al hermano T. Austin-Sparks a que nos visitara en Taiwan. En aquel entonces, él tenía casi setenta años de edad. Nos dijo que según su experiencia, él había aprendido que toda madre considera que su hija es la más hermosa o su hijo es el más apuesto. Si tiene una niña, es la más hermosa de la tierra. Si tiene un muchacho, es el más apuesto de la tierra. Muchas madres traían sus hijos a que conocieran al hermano Sparks. Si el niño era apuesto, él lo decía a la madre. Pero si no lo era... él se dio cuenta de que ofendería a la madre si le decía tal cosa. La madre también se ofendía si él no decía nada. Así que él resolvía la situación diciéndoles: “¡Qué niño!” Cuando las madres oían esa expresión, quedaban muy complacidas.

  Cuando vamos a visitar familias para llevarles el evangelio de Cristo, tenemos que guardarnos de ofenderlos. Debemos más bien aprender a cuidar de sus necesidades. Si no somos sabios, el corazón de los padres puede ser herido, y la puerta de su ser se cerrará para nosotros. Las palabras que digamos después de eso, no encontrarán cabida en ellos ni podrán penetrar.

LA NECESIDAD DE PREPARARNOS PARA VISITAR A LAS FAMILIAS

  Todos tenemos que aprender a prepararnos para predicar el evangelio a toda la familia. Aun nuestros ademanes deben inspirar respeto de parte de ellos. Antes de que hablemos algo, nuestras actitudes o acciones deben inspirar en ellos respeto hacia nosotros. Podríamos estar hablándole a un joven mayor de edad, y a la vez afectar a un adulto de la misma familia con nuestras acciones. Esto podría hacer que este último esté abierto a recibir el evangelio. En el momento oportuno, éste puede estar listo para hablar con nosotros debido al respeto que le hemos inspirado por la manera en que hemos llevado a cabo la visita a la familia. A partir de este tipo de ejemplo, podemos ver que se requiere mucho aprendizaje para predicar el evangelio a una familia. Cómo una familia en particular responderá a nosotros depende de nuestro comportamiento, nuestra manera de hablar y las actitudes que expresemos ante todos los miembros de esa familia. Si tomamos en serio las cosas del Señor, tendremos el deseo de ganar a toda la familia para Su propósito. Tenemos que ser muy humanos para con ellos a fin de ganarlos para el Señor.

LABORAR COMO SOLDADOS PARA GANAR LA VICTORIA

  Muchos de entre nosotros han sido criados en los Estados Unidos y han sido influenciados por la atmósfera de dejadez tan común en este país. Esto ha debilitado el carácter de muchos jóvenes. Por ejemplo, la Biblia hace una clara diferencia entre hombres y mujeres. Deuteronomio 22:5 dice: “No vestirá la mujer ropa de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que hace esto”. A Dios le agrada mantener una clara diferencia entre hombre y mujer. Sin embargo, muchos de los que han sido salvos y que aman al Señor Jesús, han sido influenciados por la manera actual de vivir. Como resultado de semejante atmósfera, la gente ha adoptado muchas cosas impropias y las han introducido en su vida diaria.

  Cuando vayamos a un hogar, es posible que haya gente de diferentes edades, hombres y mujeres. Tenemos que aprender a conducirnos apropiadamente frente a cada miembro de la familia. Si no somos estrictos en nuestro comportamiento, podemos perder nuestra posición frente a la familia. El Nuevo Testamento nos compara, a quienes amamos al Señor y estamos laborando por lo que a El le interesa, con soldados (1 Ti. 6:12; 2 Ti. 2:4). Los soldados pelean para ganar la batalla. Ellos nunca pueden dejar de comportarse como soldados. No deben hablar livianamente ni actuar descuidadamente. Toda su conducta refleja el estricto entrenamiento que han recibido a fin de cumplir sus obligaciones.

APRENDER A COMUNICARNOS CON PERSONAS DE CUALQUIER EDAD

  Al entrar en una casa debemos estar preparados para hacer que los corazones de todos los miembros de la familia estén abiertos. Esto quizá requiera que aprendamos una canción sencilla que pueda ser disfrutada por un niño. Si en esa familia hay un jovencito, tal canción atraerá al joven y ablandará el corazón de los padres. Este no es un asunto insignificante, ya que tal acción puede ser la única manera de que ellos sean conmovidos. Si descuidamos al miembro más pequeño de la familia, lo más probable es que ofendamos a los padres o les hiramos sus sentimientos, incapacitándolos así de recibir nuestras palabras.

  En los Evangelios, algunos traían sus niños al Señor Jesús. Los discípulos trataron de reprender a aquellas personas, pero el Señor recibió a los niños, los tomó en Sus brazos y los bendijo (Mt. 19:13-15; Mr. 9:36-37; Lc. 9:46-48). Parece que el Señor Jesús se hubiera olvidado de todo lo demás para simplemente ocuparse de estos pequeños. Indudablemente El estaba usando la situación para entrenar a Sus discípulos a ser humanos. Muchos cristianos hoy en día aspiran ser como los ángeles, pero el Señor Jesús no tiene interés en que lleguemos a ser como los ángeles. Todo lo que a El le interesa es que seamos humanos.

  Pablo comparte con Timoteo una extensa comunión en cuanto al trato con los diferentes tipos de personas. Primera Timoteo 5:1-3 dice: “No reprendas al anciano, sino exhórtale como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a las jovencitas, como a hermanas, con toda pureza. Honra a las viudas que en verdad lo son”.

ADAPTARNOS A TODA CLASE DE PERSONAS

  En la Biblia podemos ver que para el beneficio de otros, nosotros tenemos que aprender a adaptarnos al carácter de ellos, su edad, su temperamento, e incluso a su manera de hacer ciertas cosas. Esta necesidad es particularmente obvia en los Estados Unidos debido a que existe un amalgamamiento de todo tipo de gentes. No debemos olvidar que al salir a predicar el evangelio, no tenemos en mira individuos solamente, sino familias. Esto requiere que nosotros aprendamos a ser humanos.

  Uno de los más eficientes misioneros enviados a China fue Hudson Taylor, fundador de la Misión al Interior de la China. Cuando al principio fue él a China como misionero, se estableció cerca de la costa. Su biografía nos dice que en una ocasión, mientras estaba con el Señor cerca de la playa, él recibió la carga de llevar el evangelio a la gente de las provincias del interior de la China. Por lo tanto, a su misión él le dio el nombre de Misión al Interior de la China. Las personas del interior de la China eran muy conservadoras. Para poder ganárselos, Hudson Taylor adoptó la manera de vestir de ellos, aun al extremo de llevar en el pelo la típica trenza china. Esto muestra cuán humano era. Muchos chinos fueron convencidos por esto. Otros misioneros conservaron su vestimenta occidental, y esto ofendió a muchos chinos. Pero el hecho de que Hudson Taylor hiciera a un lado la costumbre occidental de vestirse atrajo a muchos. En su testamento él especificó que a su muerte lo sepultaran en China. Su vida nos demostró la importancia de aprender a actuar en una manera que agrade a otros.

  Todo pecador es muy humano. El que seamos humanos proviene de la mano creadora de Dios; así que hoy en día tenemos que ser muy, muy humanos. La persona más humana fue el Señor Jesús. Esto no se aprende fácilmente; pero si aprendemos a ser humanos, ganaremos mucha gente para el Señor. Si yo voy a la casa de alguno de ustedes vestido de una larga bata china y les hablo sólo en chino, ustedes pensarán que no les soy de ningún provecho a ustedes que son estadounidenses. Pero si yo visto como ustedes y hablo claramente inglés americano, ustedes posiblemente se sorprenderían mucho y se impresionarían. La primera vez que se me invitó a Tejas, empecé a oír la expresión “y’all” [pronunciado ‘yol’]. Más tarde descubrí que significaba “you all” [pronunciado ‘iu ol’; ambas expresiones significan ‘todos ustedes’]. Si usamos la expresión “y’all” cuando hablamos con los tejanos, éstos se pondrán felices con nosotros. El principio consiste en que si ustedes han de hacer que los corazones de las personas se abran, tienen que aprender a ser humanos. Todo lo que ustedes digan, todas las expresiones que usen, todas las palabras que empleen deben tener que ver con ellos. Usted podría ser muy estudiado y muy capaz de compartir las verdades bíblicas, pero si lo que expresa no es humano, sus palabras no son humanas, su actitud no es humana, no le será fácil encontrar a alguien que le escuche.

TOMAR LA MANERA BIBLICA

  Tenemos que tomar la manera bíblica. Puede ser que muchos de los que están en el cristianismo no tomen la manera bíblica, pero nosotros tenemos que tomarla. El Señor Jesús le dijo a Zaqueo: “Es necesario que pose yo en tu casa” (Lc. 19:5). Yo pienso que el Señor Jesús se quedó por lo menos una noche en la casa de Zaqueo. Si nosotros fuésemos tan humanos que pasáramos la noche en la casa de alguien, esto podría hacer que toda la familia de esa persona estuviera abierta al evangelio de Cristo. Nuestra estadía allí con ellos podría hacer que toda la familia fuera salva.

  Hace unos cuarenta años, pasé mucho tiempo en los hogares de las personas, yendo en bicicleta de casa en casa. Si yo me quedaba a comer con ellos o a cenar, esto tocaba profundamente los corazones de ellos, y así, con corazón abierto, recibían de muy buena gana lo que yo les compartiera. Después de pasar un tiempo así, ellos estaban felices de ir conmigo a las reuniones de la iglesia.

  Entretanto que estamos llevando a cabo la manera bíblica, tenemos que entender que ésta está de acuerdo con el modelo que nos dejó el Señor Jesús. La manera bíblica es muy, muy humana. Si aprendemos a ser humanos en todas nuestras acciones, llegaremos a ser accesibles a todas las personas con las que tengamos contacto.

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