
Lectura bíblica: He. 10:24-25; 2 Ti. 2:2; Ef. 4:11-12
En este mensaje queremos tener más comunión acerca de las reuniones de grupo.
Hebreos 10:24-25, 2 Timoteo 2:2, y Efesios 4:11-12 nos revelan mucho. Por medio de estas tres porciones de la Palabra podemos adquirir alguna comprensión del propósito de las reuniones de grupo.
Hebreos 10:24-25 dice: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. Si deseamos ser estudiantes serios de las Escrituras, tenemos que analizar el lenguaje conforme a la construcción gramatical. Muchos cristianos consideran la santa Palabra de modo muy liviano. Los abogados leen la ley de modo muy serio. Los nueve miembros de la Corte Suprema de los Estados Unidos estudian la ley analizándola a fondo. Nosotros debemos ser igualmente cuidadosos en nuestro estudio de la Palabra de Dios.
En el versículo 24 la palabra “estimular” es un verbo, “al” consta de una preposición y un artículo definido, y “amor” es un sustantivo. Nos consideramos para estimularnos al amor y a las buenas obras. El versículo 25 no dice: “No dejéis”. Dice: “No dejando”. Esto indica que este versículo no es una oración nueva. Para entender el versículo 25, debemos referirnos a lo que modifica. “No dejando” es una frase adverbial que modifica “considerémonos” en el versículo 24. La manera de considerarnos unos a otros es reunirnos. No debemos dejar de asistir a las reuniones de la iglesia.
En 2 Timoteo 2:2 dice: “Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fíeles que sean idóneos para enseñar también a otros”. Lo que Timoteo oyó de Pablo fue palabras sanas (2 Ti. 1:13). Timoteo debía encargar a hombres fieles estas sanas palabras. La palabra “encarga” no sólo significa dar algo a alguien, sino que también implica mucho entrenamiento. En el monte Sinaí, Dios no sólo dio la ley, sino que también encargó la ley a los hijos de Israel. De esa manera los entrenó.
Efesios 4:11-12 dice: “Y el mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”. La Cabeza ascendida, Cristo, quien ahora está en los cielos, constituyó a unos apóstoles; y a otros, profetas; y a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos. Este perfeccionamiento es para algo, lo cual significa que produce cierto resultado. Es para la obra del ministerio, es decir, para la edificación del Cuerpo de Cristo.
Vamos a los pecadores para traerles el evangelio e infundirles con Cristo. Luego estos pecadores llegan a ser hijos de Dios y miembros de Cristo (1 Co. 12:12, 27; Ef. 5:30). Los ofrecemos a Dios, y ellos llegan a ser los sacrificios en nuestro sacerdocio (Ro. 15:16). Por medio de nuestra predicación, por medio de nuestro sacerdocio del evangelio, ellos son regenerados, es decir, son convertidos de pecadores a hijos de Dios; estos hijos de Dios son los muchos hermanos de Cristo. Los muchos hermanos de Cristo son Sus muchos miembros que constituyen Su Cuerpo orgánico. Este es el primer paso de la manera ordenada por Dios.
Debemos considerar a los nuevos creyentes como nuestros niños. Tenemos que alimentarlos. Como niños recién nacidos ellos anhelan la leche de la Palabra a fin de crecer para salvación (1 P. 2:2). Para su salvación inicial necesitaban creer. Pero ahora, para su salvación continua, necesitan el crecimiento. Ellos crecen por medio de ser alimentados. Nosotros los sacerdotes neotestamentarios debemos tomar la responsabilidad de regresar a sus casas para tener reuniones de hogar con ellos, para alimentarlos solamente, tal como una madre amamanta a su niñito por cierto período de tiempo.
En la sociedad de hoy, las madres cuidan a sus niños en casa por algunos años. Luego, cuando tienen aproximadamente tres o cuatro años, son considerados como niños preescolares. Inmediatamente después de esto irán al jardín infantil. Después del jardín infantil, pasarán por la primaria, la secundaria, la preparatoria y la universidad. Estas son las etapas para su perfeccionamiento. Para que alguien llegue a ser una persona apropiada, existe la necesidad de perfeccionamiento. En los Estados Unidos uno no puede hacer mucho teniendo sólo una educación al nivel de secundaria. Uno debe saber al menos un oficio. Si es posible, es mejor que una persona obtenga una educación universitaria de cuatro años. Sería mejor aún si por dos años asistiera a una escuela para graduados para conseguir su maestría. Ni siquiera esto es tan bueno como estudiar unos cuantos años más para conseguir su doctorado. En los Estados Unidos esto se considera la cumbre de una educación adecuada.
Es necesario recibir una educación adecuada. En términos bíblicos, esto quiere decir que los santos que están creciendo necesitan ser perfeccionados. Anteriormente eran pecadores, pero mediante nuestra visita para llevarles el evangelio, ellos abrieron sus corazones y recibieron una infusión de Cristo por medio de la santa Palabra. El entró en ellos, y ellos fueron regenerados. La regeneración traslada a los pecadores, sacándolos de Adán y poniéndolos en Cristo. En Adán eran pecadores caídos. Ahora han sido trasladados, mediante la regeneración, para estar en Cristo. En Cristo ya no son pecadores, sino que son hijos de Dios, niños de Dios, los muchos hermanos del Hijo primogénito de Dios, Cristo (Ro. 8:16, 29; He. 2:12).
Estos nuevos hermanos de Cristo también son los miembros de Su Cuerpo místico y orgánico. Con todo y eso, son infantes. Todavía no saben comer, así que nosotros tenemos que alimentarlos. Después de que los bautizamos en el Dios Triuno, tenemos que volver a sus casas tan pronto como sea posible. Si los invitamos a asistir a una reunión, tal vez no puedan porque son infantes. Nosotros tenemos que ir a las casas de ellos para tener reuniones de hogar con ellos. En el libro de Hechos se ve esta práctica. Después de que tres mil personas fueron salvas el día de Pentecostés, inmediatamente comenzaron a reunirse en sus casas (Hch. 2:41-42, 46). El propósito por el cual se reunían en los hogares era poder ser alimentados. Esto continuó practicándose entre ellos por un período de tiempo (Hch. 2:46-47; 5:42).
En cada una de las iglesias locales debe de haber algunos hermanos avanzados que hayan sido perfeccionados por las personas dotadas. Ahora ellos deben continuar el perfeccionamiento por medio de su comunión con las personas recién salvas. En realidad, todos los santos que están en una iglesia local deben hablar una lengua celestial para que los niños recién nacidos puedan aprender a hablarlo. Todos sabemos que en cualquier casa cada niño adquiere el idioma que se habla allí.
Cuando llegué a este país, noté que en diferentes regiones tenían expresiones diferentes. Todos hablaban inglés, pero tenían diferentes maneras de expresar la lengua inglesa. La primera vez que fui invitado a Tyler, Tejas, oí la expresión “y’all” [pronunciado iol]. No entendí qué significaba la expresión “y’all”. Más tarde, supe que era la manera tejana de decir “you all” [pronunciado iu ol, significado: “todos ustedes”]. Un idioma es muy contagioso. Lo que nuestros nenes van a hablar depende de lo que hablemos nosotros.
¿Cómo podemos estimularnos unos a otros sin hablar? Si vamos a la reunión y nos sentamos en silencio, ¿será esto un estímulo? No es de dudar que para poder estimular a otros se requiere que hablemos. Tal vez un hermano diga: “¿Leíste la Biblia esta mañana?” Incluso esta frase tan corta estimulará a los oyentes. Tal vez regresen a casa con la carga de levantarse temprano y leer la Biblia. Cuando todos hablamos en una reunión, consideramos que ésa fue una buena reunión. Si no participamos en el hablar en cierta reunión, tal vez nos parezca que esa reunión no fue muy buena.
Ahora necesitamos considerar la manera de tener las reuniones de grupo. Efesios 5:18 nos dice que debemos ser llenos en espíritu. Nosotros, los creyentes que amamos al Señor Jesús, quienes buscamos Su propósito y tenemos una carga por Su recobro, debemos ser personas que están llenas en su espíritu todo el día. Debemos ser llenos del Dios Triuno, quien ahora es el Espíritu todo-inclusivo para nosotros. Cuando estemos llenos por dentro, ciertamente expresaremos en palabras algo que procede de nuestro espíritu. Efesios 5 nos exhorta a ser llenos, hablando y cantando. Nuestro hablar y nuestro cantar no pertenecen al lenguaje común. Podemos hablar o cantar un salmo, que es un trozo largo de poesía. Tal vez sea como el Salmo 119, el cual tiene ciento setenta y seis versículos. Hay veintidós secciones y cada sección se compone de ocho versículos. Son veintidós las letras del alfabeto hebreo. Cada sección del Salmo 119 es conforme a una letra del alfabeto hebreo. Podemos hablar o cantar un himno, que es un poco más corto que un salmo, o podemos hablar o cantar un cántico espiritual, que es aun más breve.
Necesitamos hablar y cantar estos salmos, himnos y cánticos espirituales aun desde mucho antes de ir a la reunión. Incluso en nuestra casa, es muy bueno hablar y cantar. Tal vez el esposo diga: “Esta es mi historia y mi canción, siempre alabando...” Luego, tal vez la esposa responda: “...al Salvador” (véase Himnos, #24), o puede ser que ella diga: “El velo lo crucé ya. Siempre aquí la gloria está”. Luego el esposo responde: “¡Aleluya! Hoy yo vivo en la presencia de mi Rey” (véase Himnos, #52). Si estamos llenos en espíritu, tendremos algo que decir. Puede ser que la reunión de grupo comience a las 7:30 p.m., pero si una pareja comienza a cantar a las 6:00 p.m., o sea, a la hora de cenar, la reunión de grupo ya se habrá comenzado. Tal reunión podrá continuar mientras ellos van juntos en el carro para reunirse con los otros santos.
Si voy al lugar de reunión y nadie más ha llegado, no debo sentarme en silencio y esperar la llegada de otros. Debo comenzar a hablar, orar o cantar. Tengo conmigo al menos un ángel, así que no estoy solo. La Biblia dice claramente que cuando Pedro fue liberado de la cárcel y fue a la casa de María, algunos que estaban allí pensaron que era su ángel (Hch. 12:15). El Señor Jesús dijo que hasta los pequeños en el reino de los cielos tienen ángeles (Mt. 18:10). La reunión de grupo puede comenzarse muy espontáneamente por medio de hablar, alabar o cantar.
El Nuevo Testamento no nos da los detalles de las reuniones de grupo, pero en los versículos que hemos mencionado hay algunas “ventanitas” por las cuales podemos mirar la práctica de las reuniones de grupo. Estas nos ayudarán a ver lo que sucedió en las reuniones de grupo en los días antiguos. Al considerar la Palabra, podemos ver que había mucha comunión, mucha intercesión unos por otros, mucho cuidado mutuo y mucho cuidado pastoral. La comunión trae consigo una conciencia de la condición y situación de otros. Esto nos llevará a orar unos por otros. Luego, esto hará que nos visitemos unos a otros para cuidarnos mutuamente. Por medio de la comunión tal vez sepamos que un hermano ha tenido un choque en su automóvil. Esto hace que oremos por él y su familia. Luego puede ser que consideremos sus necesidades materiales y que tengamos la carga de suplir la necesidad relacionada con su salud. Todo esto no debe hacerse de manera formal. Debe ser un resultado espontáneo del Espíritu. Espero que de aquí en adelante podamos tener todas nuestras reuniones de grupo según tal manera orgánica.
Para el perfeccionamiento de los santos, se necesita enseñanza en las reuniones de grupo, y en las reuniones de grupo todos son maestros. No debe haber ningún maestro en particular. Incluso una persona que fue salva hace dos semanas puede ser un pequeño maestro. Después que ha habido algo de comunión, intercesión, cuidado mutuo y cuidado pastoral en el ejercicio del espíritu en la reunión de grupo, puede ser que de repente un hermano haga una pregunta. Tal vez pregunte qué es la dispensación de Dios. Es posible que todos los ojos se dirijan al hermano más maduro en la reunión, pero tal vez sea mejor que una persona recién salva conteste al hermano. Esto le da la oportunidad de hablar. Este hermano recién salvo podría decir: “La dispensación de Dios es para que El se distribuya en nuestro espíritu”. Supongamos que tal persona ha sido salva desde hace sólo uno o dos meses. Todos serán animados por su hablar. Es mucho mejor si seis o siete santos hablan por unos cuantos minutos que si una sola persona habla mucho tiempo. Esta manera de enseñar es rica y todo-inclusiva. Sus muchos aspectos son mucho mejores que una reunión donde sólo una persona habla. Si todos hablan, todos los santos estarán contentos y todos aprenderán. Esta es la manera en que todos podrán ser perfeccionados. Si hay alguien que tenga un nivel muy alto del conocimiento espiritual y de la experiencia de vida, él puede dar una conclusión de tal vez diez minutos.
Si los santos asisten a esta clase de reunión cuarenta y cinco veces al año, todos recibirán mucha enseñanza. De esta manera los nuevos creyentes serán perfeccionados. Además, debido a que ésta es una reunión de grupo, muchas cosas serán realizadas. Tal práctica es la manera adecuada de tener comunión, de interceder, de compartir el cuidado mutuo, de pastorearnos y también de perfeccionarnos unos a otros por medio de la enseñanza mutua.
Si estamos experimentando las riquezas de tal reunión, es posible que tomemos la carga de dar el primer paso de la manera ordenada por Dios, o sea, ir a visitar a otros. Luego debemos cuidar a los nuevos creyentes que hemos ganado. Esto significa que la reunión de grupo llevará a cabo el servicio de la iglesia. Finalmente, esto hará que la reunión de grupo sea sencillamente una miniatura de la vida de la iglesia.