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Mensajes del libro «Ejercicio y la práctica de la manera ordenada por Dios, El»
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EL EJERCICIO Y LA PRACTICA DE LA MANERA ORDENADA POR DIOS

MENSAJE VEINTISEIS

EJERCITARNOS PARA PRACTICAR LO QUE HEMOS OIDO

  Lectura bíblica: He. 10:24-25; 2 Ti. 2:2; Ef. 4:11-12; 5, 1 P. 2:9

  En esta serie de mensajes en cuanto al ejercicio y la práctica de la manera ordenada por Dios, hemos visto que nosotros debemos llevar a cabo nuestra labor cristiana según cuatro principios básicos o en cuatro pasos principales. En primer lugar, tenemos que practicar el sacerdocio neotestamentario del evangelio visitando a la gente en su hogar para predicarle el evangelio. Luego, cuando hayamos ganado algunos, debemos criarlos en una forma adecuada por medio de nutrirlos y cuidarlos con ternura en las reuniones de hogar. En tercer lugar, debemos traer estos nuevos a las reuniones de grupo para que sean perfeccionados por medio de la enseñanza mutua de todos los santos. Luego, estos santos perfeccionados pueden profetizar en las reuniones de la iglesia para la edificación orgánica de la iglesia como el Cuerpo de Cristo. Hemos dado muchos mensajes acerca de los tres primeros pasos, pero me preocupa que muchos de nosotros no hayamos estado practicándolo persistentemente según lo que se ha hablado.

LA META DE NUESTRA PREDICACION DEL EVANGELIO

  Todos tenemos que recordar que la meta de nuestra salida a practicar el sacerdocio neotestamentario no es meramente “ganar almas”. Casi todos los que predican el evangelio en el cristianismo hoy en día, lo hacen para “ganar almas”, pero en el recobro del Señor nuestra meta no es sólo hacer que los pecadores sean salvos por medio de la regeneración. Deseamos que aquellos que son salvos por medio de nuestra predicación sean también santificados, transformados y conformados a la imagen de Cristo para la edificación del Cuerpo de Cristo.

  Según Efesios 4:11 y 12, la Cabeza ascendida “constituyó unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; otros pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio para la edificación del cuerpo de Cristo”. En este versículo la palabra “para” es usada dos veces: “para la obra del ministerio para la edificación del cuerpo de Cristo”. Ya que estas dos frases están en aposición, se refieren a la misma cosa. La obra del ministerio es la edificación del Cuerpo de Cristo, y la edificación del Cuerpo de Cristo es precisamente la meta de la acción de la Cabeza de dar personas dotadas. La labor evangelística hecha por los evangelistas no es solamente “ganar almas”. Es hacer que los pecadores sean regenerados haciéndolos hijos de Dios y miembros de Cristo. Entonces Dios puede tener muchos hijos para edificar Su casa, la iglesia, y Cristo puede tener muchos miembros para edificar Su Cuerpo, que también es la iglesia. Ser edificado como casa de Dios y ser edificado como Cuerpo de Cristo son la misma cosa. Tanto la casa de Dios como el Cuerpo de Cristo son orgánicos, y la edificación de algo orgánico requiere edificación en vida. Esta edificación en vida es el aumento orgánico de la iglesia por medio del aumento de Dios en el crecimiento en vida dentro de los miembros del Cuerpo orgánico de Cristo (Col. 2:19). Nuestra meta al predicar el evangelio es salir a hacer que los pecadores sean salvos para hacerlos hijos de Dios y miembros del Cuerpo de Cristo.

  Primera Pedro 2 también nos muestra la meta del sacerdocio neotestamentario. El versículo 5 nos dice que somos “edificados como casa espiritual y sacerdocio santo”. Luego el versículo 9 dice que somos un real sacerdocio para que anunciemos las virtudes de Aquel que nos llamó de las tinieblas a Su luz admirable. “Anunciar” es predicar el evangelio. Este “anuncio” es la predicación de las virtudes de nuestro Dios salvador. Según estos versículos, la meta de la predicación del evangelio, el anuncio de las virtudes de nuestro Dios salvador, tiene por objeto la edificación del sacerdocio santo como casa de Dios. Esto no es lo que vemos en nuestra actual situación.

  Nuestro concepto en cuanto a la predicación del evangelio es muy pobre debido a nuestra tradición cristiana. Tenemos que ser humildes y reconocer ante el Señor que no tenemos el entendimiento adecuado. Aunque tenemos toda la Biblia en nuestras manos, mucha parte de nuestro entendimiento de la misma es tradicional. Cuando salimos a llamar a las puertas de las personas, no debemos mantener el viejo concepto tradicional en cuanto a la meta de nuestra predicación del evangelio. Nuestra meta al predicar el evangelio es hacer que los pecadores sean salvos a fin de que sean el material para la edificación de la iglesia como casa de Dios (1 Ti. 3:15; cfr. Hag. 1) y Cuerpo de Cristo (Ef. 1:22-23).

LA NECESIDAD DE EJERCER DISCERNIMIENTO PARA ALCANZAR LA META

  La idea central del libro de Romanos es que la obra salvadora de Dios hace de los pecadores hijos de Dios. El libro de Romanos comienza con pecadores (1:18—3:20), pero cuando llegamos al capítulo ocho, estos pecadores han llegado a ser hijos de Dios (8:14). Más aún, estos hijos de Dios, los hermanos de Cristo, han sido justificados, están siendo santificados, y finalmente serán conformados a la imagen del Hijo primogénito de Dios (8:29-30). La meta, el fin, de nuestra predicación del evangelio es que los pecadores sean plenamente conformados a la imagen de Cristo.

  Teniendo esta meta como base, cuando salimos a visitar a otros, debemos practicar el considerar a la gente según el discernimiento que el Espíritu nos da. Puede ser muy fácil hacer que alguien sea salvo haciéndolo así un niño de Dios, pero hacer que crezca y llegue a ser hijo de Dios tal vez no sea tan fácil. En la Biblia hay una gran diferencia entre “niños de Dios” e “hijos de Dios”. Juan 1:12 dice que aquellos que creen en el nombre del Señor tienen la autoridad de llegar a ser niños de Dios, pero en Romanos 8 el término “hijos” indica una etapa más avanzada de crecimiento en la vida divina. “Niños” son aquellos que están en la etapa inicial de regeneración en su espíritu humano, pero “hijos” son los niños de Dios que están en la etapa de la transformación de su alma. Ellos no sólo han sido regenerados sino que también viven y andan por medio de ser guiados por el Espíritu (8:14). Ayudar a un nuevo creyente a que llegue a ser un hijo de Dios requiere mucha labor, y algunos tal vez no puedan alcanzar esta etapa de desarrollo en esta era. Por tanto, tenemos que ser sabios y no derrochar nuestro tiempo con aquellos que no son promisorios.

  Aunque todos tenemos que estar ejercitados en el discernimiento que da el Espíritu, no debemos salir a “medir” o a calificar a cada creyente nuevo, diciendo: “Este es bueno para la edificación del Cuerpo, pero aquél no lo es”. Practicar esto es irse a extremos. De hecho, nadie sabe con certeza quién sirve y quién no. Con todo y eso, se necesita discernimiento. Hace más de veinte años, fui al centro de la ciudad de Los Angeles a un área donde había muchos borrachos en las calles. Algunas misiones cristianas se habían ubicado precisamente en esa zona para predicarles el evangelio a aquellos pobres hombres y para alimentarlos con algo de alimento físico. Con seguridad al Dios misericordioso le importan esas personas y quiere salvarlas, pero por lo general, es difícil que personas de esas sean útiles para la edificación del Cuerpo de Cristo. Ellos tienen problemas serios, y en muchos casos sus facultades humanas han sido deterioradas. No podemos alcanzar nuestra meta invirtiendo mucho de nuestro tiempo para ganar tales personas; nosotros sólo perderemos nuestro tiempo. El Señor nos dará el discernimiento apropiado, aun así, debemos tener cuidado y no “medir” a los nuevos precipitadamente.

  Los resultados de ustedes al salir a predicar el evangelio dependerán de su discernimiento. Si nadie lo deja entrar a usted, su sesión de tocar puertas pasará rápido. Luego, si una puerta se abre y sale una dama o un caballero, usted debe discernir si vale la pena invertir tiempo en esa persona. Si usted percibe que ésta tiene mucha posibilidad, usted podría quedarse con él media hora o más. Usted no debe laborar según límite alguno; más bien, debe siempre usar su discernimiento y seguir su dirección interna. Usar su discernimiento significa que usted está orando y buscando al Señor: “Señor, guíame a la puerta correcta, y a la persona correcta. Señor, Tú estás conmigo, y yo contigo. Voy a este hogar contigo. ¿Hay alguien ahí con quien Tú tienes un propósito?” Si usted va de esta manera, no estará yendo solo. Estará yendo como alguien que es uno con el Cristo vivo, quien es el que tiene el discernimiento adecuado. De este modo, usted siempre estará alerta.

  Si somos persistentes en salir a predicar el evangelio y laboramos con perseverancia, no seremos desalentados. No debemos desanimarnos ni dejarnos vencer nunca. Finalmente, bautizaremos a tres para compensar la semana en la que no hemos ganado a ninguno. Si tomamos en serio las cosas del Señor y tenemos perseverancia para salir fielmente y con regularidad, podremos tener tres o cuatro nuevos en un mes. Luego, tenemos que dejar de tocar puertas nuevas y regresar a los que ya hemos bautizado para tener reuniones de hogar con ellos y alimentarlos. Tenemos que practicar según estos principios, pero no debemos ser muy rígidos ni muy legalistas en nuestro discernimiento. Si estamos muy preocupados con nuestra evaluación de los nuevos, seremos distraídos. Lo principal es que tengamos determinación en nuestro trato con el Señor y que estemos desesperados por ganar pecadores para el propósito del Señor.

LA PRACTICA DE LOS CUATRO PASOS DE LA MANERA ORDENADA POR DIOS

  He estado hablando en cuanto a la nueva manera, la manera ordenada por Dios, por más de cinco años. Los hermanos en Taipei han recopilado todos mis mensajes acerca de los cuatro pasos de la nueva manera y los han clasificado en cuatro grupos, uno por cada paso. Después de ver tantos mensajes relacionados con cada uno de estos pasos, me dijeron que su mayor necesidad no era que yo diera más mensajes, sino que estimulara a algunos santos a practicar todas estas cosas. El sentir de ellos era que si sólo un pequeño número de santos, sesenta o setenta, saliera a practicar, sería suficiente para introducir a la iglesia en la nueva manera. Les dije que tenían razón. Esto es lo que estamos haciendo en el entrenamiento para los que sirven a tiempo completo; sesenta o setenta van a poner en práctica todas estas cosas. Esta es también la razón por la cual he escogido el título El ejercicio y la práctica de la manera ordenada por Dio s para esta serie de mensajes en el entrenamiento. Hemos oído mucho en cuanto a la nueva manera, pero quizá no estemos ejercitándonos en poner en práctica lo que hemos oído.

  En estas reuniones de entrenamiento les he encargado repetidas veces, en especial a los entrenandos de tiempo completo, que practiquen en una manera muy específica. En primer lugar, ustedes deben salir a ganar personas, pero al mismo tiempo tienen que usar discernimiento para no bautizar más de los que pueden cuidar. Luego, una vez que han bautizado a tres o cuatro, deben dejar de salir a ganar más nuevos. En lugar de eso, deben practicar el segundo paso; deben regresar para tener reuniones de hogar con aquellos a quienes han bautizado en la casa de ellos. En estas reuniones de hogar usted debe alimentar a éstos durante diez semanas, dos veces por semana si es posible. Luego, usted puede reducir la frecuencia con que los alimenta, de dos veces a una vez por semana. También les dije que al estar laborando ustedes en estos tres o cuarto que han bautizado, tal vez pierdan dos o tres. Entonces, debido a que no tendrían suficientes nuevos bajo su cuidado, podrían tocar puertas para ganar otros dos o tres. De este modo, siempre tendrán tres o cuatro bajo su cuidado todo el año.

  Después de la alimentación apropiada deben llevar adelante a estos nuevos sacándolos de sus hogares para que se reúnan con otros. Ustedes deben reunir a todos los nuevos a quienes han estado alimentando, con otros santos que vivan cerca a fin de practicar la reunión de grupo. La reunión de grupo no es sólo para alimentar, sino también para perfeccionar la función espiritual de ellos a fin de que puedan aprender a profetizar para la edificación orgánica de la iglesia.

  Usted los engendra, los alimenta y los perfecciona con la meta de que todos ellos crezcan para poder profetizar. Profetizar en este sentido no es predecir, sino hablar de parte del Señor, proclamar al Señor y hablar impartiendo al Señor en otros para la edificación orgánica de la iglesia como Cuerpo de Cristo. Estos son los cuatro pasos acerca de los que hemos compartido vez tras vez durante casi tres meses. He estado observando la situación entre nosotros y me he dado cuenta de que ustedes no están practicando como yo esperaba. Son muy pocos los que están practicando estos pasos en una manera definida.

ESTAR DESESPERADOS POR EL AUMENTO DEL SEÑOR

  En nuestras pruebas y experimentos hemos encontrado que de cada veinte hogares que visitamos, tendremos un bautizado. No obstante, para tener este tipo de éxito ustedes tienen que tomar en serio los asuntos del Señor. Usted tiene que ejercitar su fe y aun ejercer la autoridad que Dios le ha dado para orar: “Señor, éste es el tiempo en que nuestro equipo sale a ganar personas para Ti. Todos los hombres fueron creados por Ti y para Ti, y nosotros tenemos el derecho de ganar algunos esta noche”. Orar de esta manera significa que usted es serio en cuanto a las cosas del Señor y que está laborando para obtener alguna ganancia para El. Es más, usted tiene que estar desesperado por ganar personas. Anteriormente algunos equipos salían por dos horas enteras y no ganaban a nadie. Luego, cuando estaban a punto de dar por terminado el día algún miembro decía: “Intentemos una puerta más. Si no hallamos uno aquí, podremos irnos a casa”. Entonces en esa última puerta bautizaban a dos. Si no hubieran sido desesperados, no habrían ido a esa última puerta y habrían perdido a esos dos. Si todos ustedes tienen una firme determinación en las cosas del Señor, y están desesperados en cuanto al Señor, entonces de cada veinte hogares que visiten tal vez bauticen una persona.

EJERCITARNOS EN PRACTICAR LO QUE HEMOS OIDO

  Nuestro oficio cotidiano, nuestra profesión, es hablarles a otros en cuanto a Cristo, bautizarlos y llevarlos a la madurez. En la tierra hay semejante profesión tan maravillosa, pero para trabajar exitosamente en este oficio, tenemos que determinarnos con el Señor. Cuando oro, el clamor en mi corazón es: “Señor, tienes que producir la práctica de la nueva manera entre nosotros. Esta debió haber sido producida hace siglos, pero no lo fue. Debió haber sido producida hace cincuenta años cuando el hermano Nee vio este asunto, pero no fue así. Ahora Señor, yo he estado hablando por más de cinco años con respecto a la manera que Tú ordenaste, sin embargo, todavía no se está practicando completa y apropiadamente”. No obstante, esto no quiere decir que la nueva manera no sirve. Esta manera sí sirve, pero no todos tienen éxito en esta profesión. Aquellos que son desesperados tendrán éxito. Si algunos no lo logran es porque no son desesperados.

  Tenemos que entender claramente que salimos a predicar el evangelio con miras a hacer que las personas sean salvas y regeneradas como hijos de Dios y miembros del Cuerpo de Cristo. Después de bautizar a algunos, tenemos que alimentarlos. Todo el año debemos tener dos o tres recién bautizados bajo nuestro cuidado. Si hacemos esto fielmente, en un año ciertamente tendremos uno o dos que sean fruto permanente. Si cada uno de nosotros cada año tuviera uno o dos que fueran fruto permanente, sería maravilloso. No le hace cuánto fruto llevamos, tenemos que seguir laborando. Si salimos continua y fielmente durante los próximos treinta años, con el tiempo cada uno de nosotros tendrá cincuenta que serán fruto permanente. Entonces podremos ir con estos cincuenta que son fruto a ver al Señor y decirle: “Señor, he aquí mi fruto”. Sería muy bueno si de cada cien que se reúnen, cincuenta practicaran el sacerdocio del evangelio. Si no la mitad, por lo menos esperamos que una tercera parte salga. Si de cada cien santos treinta hacen esto, es posible que la iglesia tenga un aumento del cincuenta por ciento anual.

  Hace poco tuve una larga conversación con uno de los hermanos encargados en Taipei. El se reúne regularmente con un grupo de santos. En febrero pasado sólo había veinte en ese grupo, pero en agosto el número había aumentado a cincuenta; tenía más del doble. Para noviembre ese grupo había aumentado a más de ochenta. En sólo nueve meses había crecido a más del cuádruple. Entonces este hermano me dijo el secreto; dijo: “El secreto es simplemente salir a practicar los cuatro pasos de la manera ordenada por Dios”. Me dijo que la práctica de la nueva manera realmente produce resultados, especialmente en lo relacionado con los nuevos. Este hermano dijo que muchos de éstos que habían sido traídos, habían venido por la labor de los mismos nuevos. En Taiwan es posible hallar muchos que jamás han estado en el cristianismo y que nunca han oído acerca del cristianismo. Dijo que al laborar con esta clase de nuevos por sólo una hora se puede lograr muchísimo más que al laborar por muchas horas con aquellos que ya han sido cristianos por unos años. Quien ha sido cristiano por algunos años puede llegar a ser un “cristiano viejo”. Esta clase de persona puede llegar a ser uno de los casos más difíciles para que el Señor obre en ellos.

  Quiero impresionarlos y alentarlos a practicar los pasos específicos de la nueva manera. No debemos trabajar en una manera general. Quizá no estamos tan desesperados por practicar estos pasos específicos. Tal vez no tenemos un trabajo específico. Este hermano encargado de allí de Taipei estaba desesperado por tener vigilia matutina con los nuevos cada día. Por medio de esto cada nuevo creyente, en dos días después de ser bautizado, tuvo un buen avivamiento matutino y fue plenamente avivado.

  Tal vez hagamos muchas buenas obras sin tener una meta. Este hermano encargado de allí de Taipei no está interesado en otros asuntos; todo lo que a él le interesa es estas pocas cosas: engendrar nuevos, alimentarlos, estimularlos y avivarlos. Si un maestro de escuela recibe un mensaje, que su amigo está gravemente enfermo, ¿deja allí la enseñanza y va a visitar a su amigo? Si él se va por dos semanas perderá su empleo. Ni siquiera una madre puede olvidar sus responsabilidades en el hogar cuando va a ocuparse de alguien. Ella tiene el deber de estar en casa para preparar el alimento y cuidar de las necesidades de su familia. De la misma manera, nosotros tenemos que estar ocupados con nuestra tarea sacerdotal en el evangelio. Debemos darnos cuenta de nuestra seria responsabilidad de ganar pecadores para la edificación de la iglesia como Cuerpo de Cristo.

  Después de bautizar a dos o tres, usted debe dejar de bautizar y esforzarse por alimentar a éstos. Usted ha engendrado algunos niños, y ahora estos niños están bajo su cuidado. Usted tiene que alimentarlos. Si no los alimenta, está descuidando su deber. No hay ninguna excusa para dejar a sus niños sin atención. Su principal responsabilidad es cuidar de sus recién nacidos. Debe por lo menos poder completar estos tres primeros pasos con los nuevos: engendrar, alimentar y perfeccionar. Entonces ellos aprenderán a reunirse, a orar, a funcionar y a profetizar.

  Tengo una carga muy grande por alentarlos profundamente a ustedes a ejercitarse en practicar lo que ya han oído. Esta es la necesidad actual, y aún así nos es muy difícil. Todos nosotros, incluyéndome, somos “veteranos”. Tenemos un profundo historial cristiano lleno de cosas viejas. Deshacernos de esto no es fácil. Por consiguiente, existe la necesidad de que algunos de los santos locales tomen la carga y estén desesperados por ejercitarse en practicar estos pasos de la manera ordenada por Dios. Ellos deben salir con regularidad y persistencia una vez a la semana con una meta específica en cada ocasión. Deben practicar los pasos de la nueva manera —engendrar, alimentar, perfeccionar y profetizar— de un modo específico. Deben tener siempre dos o tres nuevos bajo su constante cuidado.

  De esta manera algunos de los santos locales podrán levantar nuevas iglesias. Algunos santos pueden ir a una ciudad cercana a laborar, y yo espero que los ancianos tomen la iniciativa de enviarlos por este camino. Después de medio año puede haber pequeñas iglesias de unos quince santos en algunas ciudades vecinas. Ellos producirán ancianos de entre ellos mismos.

  En la ciudad de Monterey Park, California, unos cuarenta hermanos empezaron a reunirse desde abril de 1988. Hoy, después de apenas año y medio, han aumentado a más de cien. Esa pequeña iglesia fue levantada, nutrida, edificada y establecida específicamente según la manera ordenada por Dios. En San Gabriel, California, cerca de catorce hermanos empezaron a reunirse al mismo tiempo que los hermanos en Monterey Park. Ahora, después de año y medio tienen casi sesenta en sus reuniones. También hay otra iglesia en esa área, Hacienda Heights. Estos se han estado reuniendo por casi dos años. Empezaron con unos cuantos santos y ahora tienen ciento cincuenta. Estas iglesias nacieron a través de mucho dolor. Han crecido hasta llegar a ser saludables por medio de practicar la nueva manera.

  Lucas 19 y Mateo 25 muestran que el Señor nos ha dado cierto capital y que se nos ha encargado que negociemos. El requiere ganancias de Su inversión. En Mateo 24 cada uno de nosotros es un siervo a quien el Señor ha puesto sobre Su casa. Cuando El regrese nosotros recibiremos o bien una recompensa o un castigo. En Mateo 25 somos Sus esclavos, y quiere que nosotros negociemos para El. Cuando regrese demandará que le rindamos cuentas de nuestros negocios, y nosotros recibiremos una recompensa o un castigo. Esto es muy serio. Si yo no les dijera esto, no sería fiel al Señor ni a ustedes. Sólo tengo interés en la carga que he recibido del Señor. Creo que algunos santos fieles llevarán a cabo en la tierra la manera ordenada por Dios.

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