
Cuando nos reunimos en cualquier tipo de reunión, tenemos que mantenernos alejados de cualquier cosa que tenga que ver con la religión. En la forma en que venimos a reunirnos puede verse cierta influencia de la religión. Algunos santos son muy conversadores en cualquier otro lugar y en cualquier otro momento excepto en el salón de reunión y durante el tiempo de la reunión. Este es el resultado del influjo de la religión. Fuera del salón de reunión tal vez sean muy conversadores y activos, pero tan pronto como entran se vuelven callados y “reverentes”, andan silenciosamente y mantienen una actitud y una postura como si estuvieran asistiendo a una actividad religiosa. Este tipo de conducta es completamente religiosa y debe ser abandonada totalmente. Tenemos que aprender a venir a las reuniones en una manera general y natural. Sólo debemos considerar el lugar de reunión como un sitio conveniente para reunirnos, no como un “santuario”.
En nuestra vida diaria, tenemos que ser personas llenas de Cristo y de la plenitud de Dios en nuestro espíritu, alabando, regocijándonos y hablando Cristo todo el día. Entonces, debemos venir a las reuniones tal como somos en nuestra vida cotidiana, llenos de gozo y llenos del Espíritu. Si no somos tales personas, somos un fracaso. Pero si somos personas que alaban, cantan, se regocijan y hablan Cristo, vendremos a las reuniones en esta tónica.
La razón por la cual nos es difícil estar alabando, cantando, regocijándonos y hablando de Cristo es que la religión ha sido implantada en nuestro ser. Como cristianos, cuando nos reunimos actuamos de manera religiosa debido a que hemos sido influidos por las cosas religiosas de nuestro historial. Esta influencia religiosa mata nuestro espíritu de predicación y de canto. El espíritu de hablar a Cristo es también apagado. El concepto de la religión ha envuelto todo nuestro ser y ha llegado a ser parte de nuestro ser. Parece que aun antes de ser cristianos ya estaba allí el concepto de la religión. Tenemos que ejercitarnos en rechazar cualquier cosa de la religión en nuestras reuniones.
Los elementos intrínsecos de la iglesia, tales como la esencia, el crecimiento, la edificación y la comunión intrínsecos, son el mismo Dios Triuno procesado y dispensador en Cristo, Su incorporación, siendo aprehendido por nosotros. Estas cosas intrínsecas se levantan en contra de nuestra disposición y de nuestro carácter. Nosotros venimos a las reuniones normalmente en nuestra disposición y carácter, y nos conducimos en cierta forma de acuerdo con la disposición y el carácter nuestros. Por lo regular, no venimos a las reuniones en nuestro espíritu, en Cristo, en un espíritu de canto, ni en una actitud de alabanza. Pero cuando vamos a las reuniones de grupo metido en la predicación, el alborozo, el canto y el espíritu de hablar a Cristo, estamos por completo fuera de nuestra disposición y de nuestro carácter. Por eso, cuando así asistamos a las reuniones de grupo, estaremos muy lejos de la religión.
Nuestra disposición y nuestro carácter nos impiden practicar la reunión cristiana apropiada; por tanto, tenemos que aprender a negar nuestra disposición y nuestro carácter. De acuerdo con la enseñanza neotestamentaria tenemos que negarnos a nosotros mismos (Mt. 16:24), nuestra vida del alma (16:26; Lc. 9:24). Negarnos a nosotros mismos es negar nuestra disposición ya que el yo está en nuestra disposición. La expresión de la persona, el yo, es el carácter. Algunas veces decimos que alguien es “un personaje”. Esto significa que cierta persona se expresa a sí misma en una forma particular que la distingue de cualquier otra persona.
Como cristianos debemos ser personas que están siempre en contra de su disposición, de su carácter. Estar en contra de nuestra disposición y nuestro carácter es negarnos a nosotros mismos. Debemos aprender a siempre vivir, comportarnos y tener nuestro ser en contra de nuestra disposición. Estar en contra de nuestra disposición es negarnos a nosotros mismos. Si no estamos en contra de nuestra disposición, no podemos tener reuniones de grupo adecuadas. Si no estamos en contra de nuestra disposición y carácter, iremos a las reuniones de una manera religiosa, entraremos a la reunión religiosamente, nos sentaremos religiosamente y en las reuniones nos comportaremos religiosamente. Toda la actividad de la reunión será totalmente asunto de religión puesto que la religión siempre corresponde con nuestra disposición y carácter. Si nos reunimos según la religión, la disposición y el carácter, no habrá Espíritu, ni Cristo, ni vida, ni hablar de Cristo. Esta es la situación del cristianismo hoy en día. Aunque muchos santos queridos aman mucho al Señor, no se reúnen teniendo al Espíritu ni a Cristo sino teniendo solamente la religión y la disposición de ellos.
Tenemos que aprender a estar en contra de nuestra disposición y carácter. Que usemos nuestro tiempo en una forma apropiada o no, expondrá nuestra disposición y nuestro carácter. Como servidores de tiempo completo nos es fácil no planear nuestro tiempo sabiamente. Cuando éramos empleados en un negocio, teníamos siempre un horario que nos servía para planear nuestro tiempo. Como empleados, ustedes no podrían ir a trabajar cuando les pareciera. Si ustedes hicieran eso, aun por poco tiempo, podrían recibir una carta de cancelación y estarían despedidos. Como servidores a tiempo completo, parecería que ustedes no tienen jefe ya que han dejado su empleo. Ustedes podrían decir que el Señor es su jefe, pero en realidad, ustedes son el jefe. Hoy ustedes podrían ir a tiempo al trabajo, pero mañana, si se siente algo cansado, puede ir un poco más tarde. ¿Quién es el jefe, Jesucristo o usted? De hecho, usted es el jefe. Yo sé que es fácil arruinarlos a ustedes como servidores de tiempo completo, porque he estado en esta línea por muchos años y he visto muchos servidores de tiempo completo. Podríamos decir que vivimos, andamos y tenemos nuestro ser en el nombre del Señor. Pero en realidad vivimos, actuamos y tenemos nuestro ser frecuentemente en conformidad con nuestra disposición.
En una ocasión le pregunté a una de las hermanas si ella desempeñaba su función en las reuniones a las que asistía. Ella respondió diciendo: “Oh Hermano Lee, usted sabe que por naturaleza yo soy una persona que no puede hablar nada en una reunión. Desde que nací soy una persona callada y no soy una persona extrovertida”. Al recibir tal respuesta dije: “Eso es solamente su disposición”. Usar la palabra disposición es agradable pero usar la palabra yo, no es tan agradable. De hecho, la disposición y el yo son muy afines. Decir que somos de cierta manera por nacimiento parece una buena excusa, pero la Biblia nos dice que cuando nos reunimos, cada uno de nosotros debe tener algo, como un salmo o un cántico para hablarlos y también para cantarlos. El Señor no está contento con que en una reunión nos sentemos de acuerdo con la manera en que hemos nacido. Algunas veces las hermanas de más edad me han dicho: “Hermano Lee, ya tenemos más de setenta años de edad. Está bien que los jóvenes griten, pero nosotros los viejos encontramos difícil hacer lo mismo”. La disposición de ellas se volvió el argumento en contra de funcionar y el argumento para justificarse. Tenemos que estar en contra de nuestra disposición. Una buena práctica para ayudar a vencer nuestra disposición callada en las reuniones es alabar al Señor nosotros mismos muchas veces durante el día, pero no en una manera que perturbe a otros o los asuste. Si vivimos una vida de alabanza al Señor, cuando vengamos a las reuniones, estaremos fuera de nosotros mismos con el disfrute del Señor. Este disfrute de Cristo nos alentará a alabar al Señor y a proclamar “amenes” cuando nos reunamos con los santos.
Estamos familiarizados con la manera tradicional de reunirse en el cristianismo. Los asistentes entran y se sientan silenciosamente, esperando que el pastor dirija los cantos, dé un mensaje él mismo o que presente a un predicador invitado. Solamente uno habla, y los demás simplemente escuchan. Esta clase de reunión anula la función de los asistentes. Pero otra forma de reunirse consiste en que cada uno entra en la reunión alabando al Señor, cantando, o diciendo “amén” al entrar. Esta reunión comienza en camino al lugar de reunión; porta el testimonio de Cristo y alegra al Señor.
La primera parte de la reunión de grupo consiste principalmente en un tiempo de canto, alabanza y oración. Esto espontáneamente introduce la comunión. Por ejemplo, un hermano podría orar por otro hermano que está enfermo y que ha perdido su trabajo. Esa oración abre una puerta para que el grupo tenga comunión en cuanto al hermano enfermo. Es posible que inmediatamente después de la oración, otro pregunte: “Hermano, ¿nos podría decir, por favor, qué tipo de trabajo hace aquel hermano?” El hermano podría responder diciendo: “El vino de China a este país hace dos años y ha estado trabajando en cierta firma como contador”. Esta pequeña conversación es un ejemplo de lo que es comunión.
Después de la comunión viene la intercesión. Algunos de los hermanos del grupo pueden empezar a orar para que el hermano consiga un trabajo. Luego, la semana siguiente, uno de los hermanos posiblemente encuentre que hay un puesto vacante para contadores en la empresa donde trabaja. Tal vez después vaya a la reunión de grupo y le pida un historial a aquel hermano para presentarlo en su empresa. Este es un ejemplo de lo que es el cuidado práctico.
Después de la comunión, la intercesión y el cuidado práctico viene el pastoreo. Quizá algunos en el grupo se den cuenta de que uno de los santos está enfermo en casa o en un hospital. Después de tener comunión, dos de entre el grupo tal vez decidan ir a visitar al hermano o hermana enfermo. Esto es la visitación como pastoreo. Espontáneamente, todas las cosas que son necesarias para ocuparse de los santos —la comunión, la intercesión, el cuidado apropiado y el pastoreo— podrían y deberían ser hechas en cada reunión de grupo.
Los asuntos de comunión, intercesión, cuidado práctico y pastoreo pueden fácilmente ser realizados en las reuniones de grupo. Pero debido a que estamos escasos de reuniones de grupo, también estamos muy escasos de estas cosas en la vida de la iglesia. Nos reunimos pero nuestra reunión no es muy práctica. Nos conducimos como actores en un servicio religioso, pero no nos ocupamos de los asuntos prácticos. Sugerimos los himnos pero tienen muy poca relación con la comunión o la intercesión. Es probable que hablemos cosas que casi no tienen que ver con el cuidado práctico, o que propongamos cosas que no tienen conexión con el pastoreo. Hablamos mucho pero hay muy poca comunión, muy poca intercesión, muy poco cuidado práctico y muy poco pastoreo. El resultado es que desperdiciamos nuestro tiempo y hacemos muy poco por cuidar de los santos, por perfeccionarlos o por edificarlos. Con frecuencia hacemos muchas cosas religiosas que no tienen nada que ver con la situación real y práctica de los santos. Por esta razón tengo la carga de luchar en contra de la vejez, los conceptos religiosos y la disposición de los santos, incluyendo la mía propia.
Las reuniones de la iglesia están en un nivel alto cuando las reuniones de grupo también lo están. En consecuencia, las reuniones de grupo son muy cruciales, y nosotros tenemos que prestar mucha atención a estas reuniones. Si las reuniones de grupo se descuidan, la iglesia también es descuidada. En las reuniones de grupo la vida de la iglesia es rescatada de la liviandad. Por medio de las reuniones de grupo, los santos, no los ancianos ni los colaboradores, se encargan de la comunión, la intercesión, el cuidado práctico y el pastoreo. En las reuniones de grupo, todas estas cosas pueden ser plenamente realizadas. Pero sin las reuniones de grupo, la comunión, la intercesión, el cuidado práctico y el pastoreo no se podrían llevar a cabo muy bien. Incluso, sin las reuniones de grupo, cinco hermanos funcionando como ancianos no podrían tener un cuidado completo de una iglesia de doscientos santos. Pero en un grupo de ocho a doce hermanos, éstos pueden cuidarse mutuamente de una manera cabal. Debido a que no hemos practicado las reuniones de grupo en los años anteriores, es posible estar en una localidad con varios santos durante años y no saber los nombres de algunos de ellos. Pero si un número reducido de santos se reúne semana tras semana en una reunión de grupo, con el tiempo, estos santos no sólo conocerán los nombres de cada uno, sino que también conocerán el ser interior y la disposición de cada uno.
Por causa de la naturaleza íntima de las reuniones de grupo, ustedes podrán descubrir que un hermano que parecía ser muy espiritual y vivir en el tercer cielo en las reuniones grandes, no es en realidad tan espiritual. Este descubrimiento debería hacer que usted orase e intercediese por el hermano, no que lo criticase. Después de ejercitarse en interceder por el hermano, es posible que usted sea conducido por el Señor a pastorear al hermano y cuidar de él en una forma práctica.
La práctica de la vida de la iglesia llegará a ser muy extensiva y suficiente en satisfacer todas las necesidades de los santos por medio de las reuniones de grupo. Hoy en día hay escasez entre nosotros debido a que se ha descuidado las reuniones de grupo. Una iglesia puede tener cien santos, pero por razón de la ausencia de reuniones de grupo, hay muy poco pastoreo, cuidado práctico e intercesión específica por los santos. La intercesión es necesaria constantemente en la vida de iglesia. Interceder es más específico que orar. Orar por los santos de una manera ordinaria es oración en sentido general. Pero orar en una manera específica mencionando ciertos casos y personas por nombre es interceder.
Cuando la iglesia practica las reuniones de grupo en una manera completa, todos los santos estarán en un grupo específico, y toda la iglesia marchará adelante principalmente por las reuniones de grupo y en las reuniones de grupo. Los ancianos de la iglesia deben supervisar las reuniones de grupo con el fin de corregirlas, mejorarlas, elevarlas, enriquecerlas y avivarlas, cuando sea necesario. Cuando cualquiera de las reuniones de grupo estén muertas o deficientes de vida, los ancianos deben laborar para avivar esa reunión de grupo.
El perfeccionarnos por medio de la enseñanza viene después del pastoreo. Es posible que retengamos el concepto religioso de que la enseñanza en las reuniones de grupo debe ser impartida por un hermano capaz de enseñar y nombrado por la iglesia para tal fin. Este tipo de reunión puede ser llamado un estudio bíblico. Pero si usted estudia cuidadosamente el Nuevo Testamento, no encontrará tal práctica en las reuniones de la iglesia. Según Hebreos 10:24-25, la enseñanza era llevada a cabo en una forma mutua. Estos versículos contienen tres palabras cruciales: “considerarnos”, “estimularnos” y “exhortarnos”. Considerarnos unos a otros no implica necesariamente enseñanza pero estimularnos sí la implica. Para estimular a alguien usted tiene que instruirlo y enseñarle. La exhortación incluye mucha enseñanza. Sin enseñanza, ¿cómo podría uno exhortar a otros? Tanto estimular como exhortar implican enseñanza. Esta enseñanza es dada por muchas personas en mutualidad, no por un solo individuo. No debe haber una persona que solamente enseña y un grupo de santos que solamente recibe enseñanza. La enseñanza debe ser llevada a cabo por todos los santos. Nos estimulamos unos a otros y nos exhortamos unos a otros. Usted me exhorta a mí, y yo lo exhorto a usted; usted aprende y yo aprendo. Cuando uno de los miembros del grupo enseña o exhorta a otro en la reunión de grupo, los otros miembros del grupo también reciben enseñanza ya que ellos también oyen la enseñanza o la exhortación. Esto es enseñanza mutua.
La mayoría de nosotros sólo sabe practicar la enseñanza al estilo de la religión en la que uno que ha estudiado y ha sido nombrado les enseña a los demás del grupo. Debido a que pensamos que no tenemos ninguna responsabilidad de enseñar y que nuestra única responsabilidad es recibir enseñanza, es posible que simplemente deleguemos en el grupo toda la enseñanza a aquellos que saben. Esta idea puede ser muy común incluso entre nosotros, pero es completamente errónea. Este concepto no es el concepto revelado en Hebreos 10:24-25. Según esta porción de la Palabra, nosotros tenemos que estimularnos y exhortarnos unos a otros en mutualidad. Por tanto, debemos hacer a un lado el viejo concepto y la vieja manera de practicar.
Hace cuarenta años en Taiwan, nosotros practicábamos las reuniones en pequeños grupos. Así que, no podemos decir que reunirnos en pequeños grupos es algo realmente nuevo entre nosotros. Pero la manera de practicar estas reuniones de grupo según las estoy presentando ahora, es completamente nueva. Por un lado, las reuniones de grupo son nuevas, y por otro, son muy antiguas. Hace dos mil años, las cosas en cuanto a cómo reunirnos fueron asentadas en la Biblia en Hebreos 10:24-25. Considerarnos unos a otros, estimularnos unos a otros y exhortarnos unos a otros, son cosas que muestran que la vida de la iglesia está llena de mutualidad. Es una vida de consideración, estímulo y exhortación mutuos.
Nuestra práctica de la vida de la iglesia en los años pasados no ha incluido que los santos se reúnan para exhortarse y enseñarse unos a otros y para enseñarse en una forma mutua. Testificar unos a otros es una cosa, pero dar enseñanza unos a otros es una cosa completamente distinta. En una reunión de grupo, un hermano podría preguntar qué significa estar vigilante. En una reunión de grupo semejante, todos pueden enseñarle al hermano que hizo la pregunta, usando algunos puntos. Todos los santos en esa reunión de grupo, deben procurar responder la pregunta en cuanto al velar. A medida que estos santos aprendan más, su enseñanza será más y más elevada.
En la reunión de grupo todos hablan y todos enseñan. La reunión de grupo le brinda la oportunidad a cada uno de que aprenda a hablar y a enseñar. En la vieja manera de reunirnos, muchos santos asistían diligentemente a las reuniones; sin embargo, el nivel de educación espiritual permanecía en el nivel elemental. La razón por la cual esto sucedía era doble: en primer lugar, la enseñanza no era consecutiva, apropiada ni adecuada; en segundo lugar, a la mayoría de los santos le fue dada muy poca oportunidad de decir algo. De acuerdo con el Nuevo Testamento, todos nosotros tenemos ciertos dones, capacidades, habilidades y funciones (Ro. 12:6; 1 Co. 12:4). Pero la vieja manera de reunirnos anuló estos dones, capacidades, habilidades y funciones. Un recién nacido tiene el don del habla por nacimiento. Después de cierto número de meses, la madre empieza a escuchar palabras inteligibles de la boca de su pequeño. Habiéndosele dado la oportunidad de desarrollarse, la habilidad de hablar se manifiesta en el niño. Ninguna madre diría a su niño: “No hables. No camines. No hagas nada de eso porque tú no sabes hacerlo. Yo sí sé cómo hacerlo, así que yo lo haré por ti”. Si la madre hiciera esto, su niño no podría hablar ni caminar después de cierto tiempo debido a que ella nunca le habría dado al niño la oportunidad de practicar el hablar o el caminar. Una madre repetidas veces anima a su hijo a decir palabras como “ma” o “pa”. Con el tiempo, después de un período de tiempo, el niño empezará a decir estas palabras, y los padres del niño estarán muy contentos.
Todos debemos hablar de parte del Señor en las reuniones. Hoy, usted tal vez no sea capaz todavía de hablar mucho en las reuniones, pero esto no significa que no tenga la capacidad de hablar; simplemente significa que su crecimiento no ha alcanzado ese nivel todavía. Usted necesita crecer más. La carga que tengo es alimentarlos a todos ustedes a fin de que crezcan Mientras yo los alimento, también estoy animándolos para que aprovechen toda oportunidad posible de practicar el hablar. Después de cierto período de estar reuniéndose podrá hablar de parte del Señor profetizando. Según el Nuevo Testamento, la función más alta en la iglesia es profetizar (1 Co. 14:1, 3-5, 12). Profetizar no es simplemente enseñar, exhortar o dar testimonios. Profetizar es proclamar al Señor, ministrar en la gente al Cristo vivo con todas Sus riquezas.
En las reuniones de grupo, todos tienen la misma oportunidad y el mismo tiempo para enseñar. Aun aquellos que son muy jóvenes en el Señor pueden decir algo como enseñanza. Esta especie de ejercicio mejorará nuestra habilidad para enseñar, y también extraerá las riquezas de Cristo que hay en cada hermano y hermana. En el caso donde una persona enseña no hay tanta riqueza como en el caso donde todos enseñan. En una reunión de grupo, una hermana que fue salva hace tres meses quizá haga una pregunta en cuanto a permanecer en la vid. Ella podría decir: “Yo no sé qué es permanecer en la vid. ¿Qué es la vid, y cómo permanece uno en la vid?” Su pregunta abre la puerta para que cada uno en el grupo diga algo. Otra hermana joven del grupo diría que, aunque ella no sabe mucho al respecto, ella sí sabe que la vid, según Juan 15:1, es el Señor Jesús. Este pequeño aporte es muy bueno, ya que esta hermana ha dado una corta enseñanza. Otra hermana que sabe un poco más podría añadir a lo que respondió la primera hermana diciendo que permanecer en la vid es permanecer en el Señor Jesús. Estas dos respuestas juntas forman una muy buena enseñanza en cuanto a permanecer en la vid. Un hermano que sabe bastante y tiene más experiencia podría decir que la palabra “permanecer” significa quedarse en un sitio. También podría decir que permanecer en la vid significa quedarnos en el Señor Jesús. Otro hermano sentado junto al primero diría entonces que nuestra necesidad es siempre quedarnos con el Señor Jesús. Cuatro hermanos han hablado unas cuantas frases cortas, pero cuando estas frases se juntan, constituyen un buen mensaje. En muchas ocasiones este tipo de enseñanza es mucho mejor que los que usted puede recibir en muchos libros cristianos. La enseñanza de estos cuatro hermanos y hermanas es buena, pero quizá todavía necesite ser reforzada, así que otro hermano podría agregar algo. Este podría decir que Cristo hoy día está en nuestro espíritu, de modo que permanecer en Cristo es permanecer en nuestro espíritu.
Después de escuchar a los santos hablar, es posible que algunos de los jóvenes no estén satisfechos con las respuestas de los santos. Estos jóvenes tal vez necesitan escudriñar algunas de nuestras publicaciones a fin de hallar lo que otros en el recobro han dicho en cuanto a permanecer en la vid. Esto es muy bueno. En los últimos sesenta y siete años, se ha publicado un buen número de libros sobre muchos diferentes aspectos de la verdad. Hay una larga historia entre nosotros de entendimiento de las verdades, y estas verdades han sido impresas. Así que, hoy en día hemos publicado muchos libros que tratan varios temas para que los creyentes jóvenes los estudien a fondo a fin de que su entendimiento en cuanto a muchas diferentes verdades sea más elevado.
La reunión de grupo no sólo abrirá el camino para que todos enseñen y todos aprendan, también ayudará a los que buscan la verdad en una forma más profunda. Cuando nos reunimos como grupo, tenemos que practicar el no hacer nada según la religión. Más bien, debemos practicar el reunirnos en una manera viva regocijándonos, cantando y orando. Luego, mientras tenemos comunión unos con otros, la intercesión será el resultado espontáneo. Se debe tener el cuidado mutuo apropiado, y también el pastoreo. Por último, se suscitarán preguntas para que todos los miembros del grupo las contesten. Esto da la oportunidad de que todos enseñen.
Todos los que están en las reuniones de grupo, incluyendo a los nuevos, deben ser ayudados a practicar todos los pasos de la nueva manera en la vida de la iglesia. El primer paso de la nueva manera es el sacerdocio del evangelio, la predicación del evangelio por medio de visitar a otros. En la reunión de grupo, debemos enseñar a los jóvenes a predicar el evangelio. Una de las hermanas en una reunión de grupo podría preguntar si cada uno de los santos en el grupo participa en el salir a visitar a otros por medio de tocar a sus puertas. De un grupo de quince miembros, siete nuevos tal vez no hayan entrado en este tipo de práctica. De modo que es necesario decir algo para enseñarles y para estimularlos a participar en la predicación del evangelio. Después de esto, es necesario darles algunas instrucciones en cuanto a la predicación del evangelio y ayudarles a formar equipos para salir.
En otra reunión de grupo, otro hermano o hermana podría decir: “Es muy bueno que todos en nuestra reunión de grupo vamos a salir para hacer que otros sean salvos y bautizados. Pero me gustaría saber si todos nosotros estamos practicando el alimentar a estos nuevos creyentes en las reuniones de hogar”. Esta pregunta tiene que ver con el segundo paso de la nueva manera, es decir, nutrir a los nuevos creyentes en sus hogares. Es posible que de quince, diez no practiquen el cuidar a los nuevos en las reuniones de hogar. Esto indica que es necesario fomentar las reuniones de hogar entre los santos y estimularlos para que tengan dichas reuniones. Luego, en las siguientes reuniones de grupo se debe hablar en cuanto al tercer paso necesario que consiste en ayudar a los creyentes jóvenes a que se reúnan en grupo con otros. Aunque algunos de los santos que están en el grupo ya se están reuniendo con algunos nuevos en los hogares de éstos, existe todavía la necesidad de traer a estos nuevos a las reuniones de grupo con los demás santos. Una vez que estos nuevos son traídos a la reunión de grupo, esto puede aumentar el tamaño del grupo de quince a veinticinco. En un grupo tan grande, es necesario subdividir el grupo en dos grupos.
Por medio de este tipo de práctica —desde predicar el evangelio tocando a las puertas a tener las reuniones de hogar con los nuevos hasta tener las reuniones de grupo— aprendemos a edificar una reunión de grupo. Esto tiene como propósito el perfeccionamiento de los santos. En un sentido, la reunión de grupo es una miniatura de la vida de la iglesia. La verdadera y práctica vida de la iglesia está en las reuniones de grupo. Si la iglesia es fuerte o si es débil depende de la fuerza de las reuniones de grupo. Por lo tanto, las reuniones de grupo son muy importantes. Si la iglesia está todavía en la etapa en la que un hombre habla y los demás escuchan, la iglesia no es muy sana. Sin las reuniones de grupo, la iglesia estará débil. La asistencia a la reunión del día del Señor por la mañana y el mensaje en dicha reunión pueden ser buenos, pero sin las reuniones de grupo la iglesia no está en realidad muy sana. La iglesia está muy sana y fuerte cuando todos los santos de la iglesia están en reuniones de grupo. Cuando todos están en las reuniones de grupo según he descrito, todos estarán practicando la vida de la iglesia en una forma adecuada y completa.