
En el otoño del 1984, cuando comenzamos a estudiar la nueva manera del Señor, comencé a hablar de las reuniones de grupo. En aquel entonces no hice distinción entre las reuniones de hogar y las reuniones de grupo, porque considerábamos esos términos como sinónimos. Gradualmente, a través de nuestro estudio y práctica durante los últimos años, hemos aprendido que debemos distinguir entre estas dos clases de reuniones. Las reuniones de hogar son para nutrir y cuidar con ternura a los recién bautizados en sus casas. Nutrirlos y cuidarlos así es igual que lo que hace una madre después de dar a luz un hijo.
Por otro lado, las reuniones de grupo son más avanzadas porque su propósito es perfeccionar a los nuevos creyentes Al principio de nuestro estudio en 1984, no entendíamos muy claramente la diferencia entre estas dos clases de reuniones. Ahora lo entendemos mejor. También esperamos que haya mucho mejoramiento en los días venideros.
Las reuniones de grupo son cruciales para la vida de la iglesia. Sin las reuniones de grupo, la iglesia no puede ser muy fuerte ni crecer rápidamente. Si una iglesia local va a ser fuerte, debe ser edificada sobre las reuniones de grupo. Sin las reuniones de grupo, es difícil tener fruto que permanezca. Las reuniones de hogar tienen como su fin nutrir y cuidar con ternura a los nuevos creyentes en sus casas. Pero estas reuniones de hogar sólo sirven por un corto período de tiempo durante la etapa inicial de cuidar a los nuevos creyentes. Si hoy usted bautizara a algunos nuevos creyentes, el interés de ellos en recibir la nutrición y el cuidado en sus casas sólo duraría como seis meses. Si sigue teniendo reuniones de hogar sin tener reuniones de grupo, los nuevos creyentes dejarán de interesarse en reunirse con usted.
La iglesia debe ser edificada sobre las reuniones de grupo. Conforme a la historia del cristianismo y también a la nuestra, la fuerza de una congregación se determina aparentemente por el orador. Si una congregación tiene un orador fuerte, mientras viva tal orador, la congregación es fuerte. Pero cuando el orador se va o muere, la congregación se empieza a debilitar. Esto es muy común en el cristianismo, y nosotros también hemos tenido experiencias parecidas. Cuando una iglesia tiene a un hermano que es un buen orador y él permanece en esa iglesia por un tiempo hablando regularmente, parece que la iglesia sube a la luna. Pero cuando ese hermano se va para estar en otro lugar, la iglesia rápidamente vuelve a descender a la tierra. Parecía que la iglesia era fuerte. Pero a través de muchas experiencias nos hemos dado cuenta de que no era la iglesia misma la que era fuerte; lo que era fuerte era el hablar o la predicación. El hablar no estaba muy relacionado con la verdadera fuerza de la iglesia misma.
La verdadera fuerza de la iglesia misma depende de las reuniones de grupo, no del orador fuerte. Si las reuniones de grupo están edificadas, tener o no tener un orador fuerte, no afectará la verdadera fuerza de la iglesia. Un buen orador y su buen hablar sólo agrega otra “corona” a la iglesia. Si la iglesia es fuerte, la iglesia será fuerte ya sea que tenga o no tenga un buen orador como corona.
Cuando estuve en Taipei desde 1949 hasta 1955, hablaba en casi todas las reuniones. Aparentemente, la iglesia en Taipei era fuerte, pero con el tiempo, descubrí que mi constante hablar debilitó a la iglesia allí. En Shangai, el hermano Nee tuvo una experiencia parecida. El hermano Nee era un orador fuerte, y cuanto más hablaba él en la iglesia en Shangai, más se debilitaba la iglesia. El factor de esa debilidad fue que no se edificaron las reuniones de grupo. Tal vez nos parezca que cuanto más hable un buen orador, tanto más se fortalecerá una iglesia. Puede ser así cuando una iglesia comienza a establecerse. Pero al pasar los años, esta clase de hablar debilita a la iglesia. El buen hablar de un orador es como la buena comida preparada en un restaurante. Si uno se alimenta de comida muy rica tres veces al día, por un largo período de tiempo, no estará muy sano. Se debe hacer énfasis, no en los buenos oradores, sino en las reuniones de grupo. Esto se debe a que en realidad la fuerza de una iglesia consiste en las reuniones de grupo, y la firmeza de las reuniones de grupo depende de nuestra labor.
Al comienzo de este ciclo del entrenamiento, les animamos a ustedes a que volvieran a las casas de los recién bautizados para reunirse con ellos en sus casas a fin de nutrirlos y cuidarlos con ternura. También les animamos a llevar a los nuevos creyentes a las reuniones de grupo, después de un cierto período de tiempo que no fijamos. Sin embargo, al comienzo de este período no les aconsejamos que formaran reuniones de grupo con los nuevos creyentes. Pero ahora, debido a la práctica de los meses recientes, nos hemos dado cuenta de que lo mejor es tratar de introducir a los recién bautizados en una reunión de grupo lo más pronto posible. Si no se ha establecido una reunión de grupo, usted debe formar una reunión de grupo con el creyente recién bautizado y los otros miembros de su equipo. Si el recién bautizado es un hermano, sería bueno regresar con, por lo menos, un hermano de su equipo. En cierto sentido, regresar para verlo es según el principio de una reunión de hogar, pero después de algún tiempo esa reunión de hogar debe convertirse en una reunión de grupo.
Primero, usted debe comenzar a nutrir y cuidar con ternura al nuevo creyente. Luego, debe comenzar a practicar las cosas de la reunión de grupo, tales como la comunión, la intercesión, el cuidado y el pastoreo. Si usted bautiza a personas de otras casas, debe tratar de reunirlas en este grupo lo más pronto posible. Si no los trae a las reuniones de grupo, después de unos cuantos meses, ellos perderán su gusto y su interés por las reuniones de hogar. La reunión de grupo volverá a despertar su interés. Regresar a alimentarlos en las reuniones de hogar puede compararse con la alimentación regular llevada a cabo por una madre. Después de algunos meses de alimentar regularmente al hijo pequeño, cuando la madre intenta amamantarlo, el hijo se pondrá travieso y rehusará comer. Le gustará jugar más que comer. Pero, si algunos otros niños son incorporados, el interés del hijo pequeño revive. El caso es igual con los nuevos creyentes en las reuniones de hogar. Si ustedes vuelven a visitarlos repetidamente, después de unos cuantos meses, ellos perderán su gusto de tener tales reuniones. En tal caso, la mejor manera de cuidar de los nuevos creyentes es reunir a otros nuevos creyentes con ellos en una reunión de grupo. Ellos comenzarán a platicar unos con otros y su interés será recuperado. Al ser agrupados, ellos también comenzarán a ser edificados con otros. Llegarán a ser como brazas encendidas juntas para formar y mantener un fuego caliente. Así que, esta clase de agrupación les será de gran provecho. Por lo tanto, si tomamos a pecho la nueva manera, debemos hacer todo lo posible por reunir a los recién bautizados para formar reuniones de grupo lo más pronto posible.
El problema que existe entre nosotros hoy en día es que algunos de los grupos que han estado reuniéndose por varios meses están llenos de vejez. Les aconsejaría como personas que visitan las casas de los nuevos creyentes, que no los traigan a estas reuniones viejas. Estas viejas reuniones de grupo son como una familia china que ha emigrado a los Estados Unidos. Los mayores de la familia sólo pueden hablar chino, pero los hijos de la familia han aprendido a hablar inglés. Es difícil que los mayores cambien su idioma del chino al inglés. Pero para los jóvenes es muy fácil. Aunque los que son más jóvenes traten de enseñar a los mayores a hablar inglés, con el tiempo, los mayores seguirán prefiriendo hablar chino. Es lo mismo con las reuniones de grupo. Los mayores practican por costumbre según una manera vieja. Sin embargo, los que son más jóvenes sólo saben practicar según la nueva manera. No obstante, ellos pueden ser influenciados por los mayores. Es posible que los mayores no sean muy influenciados por lo nuevo de los nuevos creyentes, pero los nuevos creyentes podrían ser muy afectados por la vejez de los mayores. Esta clase de influencia es un problema en las reuniones de grupo; por lo tanto, es mejor tener dos clases diferentes de reuniones de grupo.
La síntesis de la nueva manera, según entendemos, es que debemos edificar las reuniones de grupo. La necesidad de edificar las reuniones de grupo es muy urgente. Pero al edificar las reuniones de grupo, les aconsejo que tengan dos grupos, un grupo viejo y un grupo nuevo. Debido a que estamos en un período de transición, cambiando de la vieja manera a la nueva, es mejor y también necesario mantener estas dos diferentes clases de reuniones de grupo. La primera clase de reunión de grupo se compondría de santos que han estado reuniéndose en grupos por mucho tiempo. La otra clase de reunión de grupo es una que se forma de los recién bautizados. La primera clase de reunión se compone de santos que están totalmente de acuerdo con la nueva manera, pero que, debido a su hábito de practicar según la vieja manera, toman la nueva manera conforme a los pasos de la vieja manera. Toman la forma de la nueva manera, pero con el hábito de la vieja manera. Finalmente, tal práctica es nada más una repetición de la vieja manera. En muchas de las reuniones de grupo que ya existían, la vieja manera de reunirse se repitió sin que nadie supiera. No debemos anular estos grupos existentes; debemos tratar de ayudarlos. Gradualmente adquirirán algunos de los aspectos de la nueva manera.
La segunda especie de reuniones de grupo es la que resulta de ir como ovejas en medio de lobos (Lc. 10:3) para encontrar a los hijos de paz (v. 6). Si salimos regularmente, encontraremos a los escogidos. Ya que nos hemos dado cuenta de la necesidad de visitar a nuestros parientes, amigos, vecinos y otros conocidos, no es muy necesario que toquemos las puertas “frías”. Sencillamente podemos hacer citas para visitar a nuestros parientes, amigos, vecinos y conocidos, y de entre éstos seguramente encontraremos unos que han sido escogidos por Dios. Cuando encontremos a los escogidos, los debemos formar en grupos lo más pronto posible.
Al formar a los nuevos creyentes en grupos, ustedes no necesitan esperar hasta que haya ocho o nueve. Podrían formar una reunión de grupo con un solo creyente que acaba de bautizarse, mas una o dos personas más que estén de visita. Entonces, poco a poco la reunión de grupo crecerá hasta llegar a ser suficientemente grande para dividirse. Ninguna reunión de grupo debe permanecer más de un año sin dividirse, así que cada año las reuniones de grupo deben duplicarse. De esta manera la iglesia crecerá y se extenderá. Al laborar así, aprenderemos muchos detalles que nos ayudarán a crecer y a mejorar nuestra práctica. En un término de tres a cinco años en todas las iglesias será puesto un buen fundamento para su crecimiento y extensión.
Mientras cuidamos a los nuevos creyentes, debemos aprender a hacer dos cosas a la vez. Al estar en las casas de los nuevos creyentes para alimentarlos, también debemos tratar de ayudarlos a comprender y a practicar la reunión de grupo. La reunión de hogar tiene como fin principalmente cuidar con ternura, nutrir y alimentar un poco a los nuevos creyentes. Pero la reunión de grupo tiene otros elementos, tales como la comunión, la intercesión, el cuidado, el pastoreo y la enseñanza mutua. Al estar con ellos, debemos tratar de añadir a la reunión de hogar estos elementos de la reunión de grupo. Cuando estos elementos son introducidos en la reunión, la reunión de hogar se convierte en una reunión de grupo. Pero esto no significa que hay que abandonar la reunión de hogar con su cuidado tierno, su nutrición y su alimentación. Todavía debemos cuidar a los nuevos creyentes según el principio de las reuniones de hogar. Pero mientras laboramos en las reuniones de hogar, también debemos laborar para edificar las reuniones de grupo. En realidad, una reunión de grupo también suplirá la necesidad de alimentar a los nuevos creyentes. La reunión de grupo en realidad es una miniatura de la vida de la iglesia porque incluye los elementos de comunión, intercesión, cuidado mutuo, pastoreo y enseñanza mutua, así como la predicación del evangelio.
Si mi esposa y yo, junto con cuatro hermanos más y sus familias, fuéramos a un lugar absolutamente nuevo, como por ejemplo Mongolia, creo que en un solo año, por medio de practicar la nueva manera, como mínimo podríamos ganar a treinta nuevos creyentes. Esto podría hacerse principalmente porque los mongoles no tendrían concepto alguno acerca de la práctica del cristianismo, y nosotros no les traeríamos nada de eso. Simplemente les predicaríamos el evangelio, los bautizaríamos y nos reuniríamos con ellos en reuniones de hogar y en pequeñas reuniones de grupo. Estaríamos absolutamente nuevos y no dejaríamos que les tocara nada de la vejez del cristianismo. Sin la frustración de opiniones y vejez, es posible ganar hasta quinientos en cinco años.
Debido a las frustraciones causadas por diferentes opiniones, se ha reducido mucho el resultado de practicar la nueva manera. Debido a las diferentes opiniones y a los ataques, mientras laboramos conforme a la manera ordenada por Dios, con una mano debemos edificar y con la otra pelear contra el enemigo, tal como lo hizo Nehemías al reedificar los muros de la ciudad de Jerusalén (Neh. 4:17). A veces, sólo una pequeña parte de nuestra fuerza puede aplicarse a la obra positiva de llevar a cabo el mover del Señor, mientras que la mayor parte debe usarse para pelear. Esta es la naturaleza de la obra en un lugar viejo.
Como sacerdotes neotestamentarios del evangelio, nosotros debemos tener una vida y un vivir santos. Esta vida santa y este vivir santo se mantiene al ser nosotros avivados cada mañana. Cada mañana debemos tener un nuevo comienzo. Pasar algún tiempo con el Señor cada mañana no significa que debamos pasar una gran cantidad de tiempo con el Señor. He practicado mucho y he encontrado que pasar aproximadamente diez minutos cada mañana con el Señor es suficiente. En este tiempo con el Señor, debemos rechazar todos los pensamientos molestos acerca de nuestras actividades. Esfuércese todo lo posible por no seguir en pos de su emoción, mente o voluntad. También es bueno no considerar muchas diferentes porciones de la Biblia durante este tiempo. Sólo concentre todo su ser en el Señor y trate de ejercitar su espíritu para invocar Su nombre. Debemos aprender a invocar Su nombre por la mañana. También es provechoso orar-leer dos o tres versículos usándolos como oración. No es necesario componer una oración; simplemente ore los versículos tal y como están. Durante estos diez minutos, es mejor evitar orar por otras cosas. En este tiempo, simplemente debemos hablar con el Señor directamente. Esta es la verdadera oración. Al tener contacto así con el Señor, algo en el ser de usted será avivado, su espíritu será animado, y usted será fortalecido para vivir una vida santa. Esto es el avivamiento matutino.
Si usted pasa más de diez minutos, puede pasar los diez primeros minutos en contacto con el Señor para ser avivado, y el tiempo adicional puede usarse para leer y estudiar la Biblia. En este tiempo de estudio es provechoso usar otras publicaciones para obtener una comprensión más completa de la Biblia. Esta segunda parte de su tiempo por la mañana es lo que llamamos la vigilia matutina. Comúnmente, en nuestro hablar combinamos el avivamiento matutino con la vigilia matutina. Pero es bueno separarlos, porque si usted sólo tiene un poco de tiempo cada mañana, debe tratar de tener un avivamiento matutino cada vez.
Después del avivamiento matutino, debemos ejercitarnos para mantenernos en el espíritu durante todo el día. Debemos actuar y hablar en nuestro espíritu. Esto es lo que significa vencer y ser victorioso. Durante el día, habrá muchos fracasos porque somos muy frágiles, inestables, indignos de confianza y poco firmes. Tal vez por la mañana subamos con mucha fuerza, pero para las diez de la mañana puede ser que ya hayamos descendido. Pero no es necesario permanecer en una condición baja. Siempre podemos ejercitar nuestro espíritu para volver al Señor. Luego debemos continuar la práctica de permanecer en nuestro espíritu por el resto del día. Esto es tener el avivamiento matutino y el vivir diario vencedor.
No sólo debemos ejercitarnos para tener nosotros mismos tal vida y tal vivir, sino que también debemos ayudar a cada uno de nuestros nuevos creyentes a tener la misma clase de vida y de vivir. Hemos aprendido que una manera muy conveniente de ayudar a los nuevos creyentes a ser avivados todas las mañanas es pasar algún tiempo con ellos por medio del teléfono cada mañana. Es mejor ponerse de acuerdo con ellos antes de llamarlos. Debido a la comodidad de hablar con los nuevos creyentes por teléfono, si nos levantamos un poco más temprano cada mañana, tendremos una manera fácil de cuidar a hasta tres personas.
Debemos practicar la manera bíblica de predicar el evangelio como sacerdotes del evangelio (Ro. 15:16). Este sacerdocio del evangelio se lleva a cabo por medio de entrenamiento. Los colaboradores y los líderes en las iglesias deben entender esto y laborar para entrenar a los santos a que practiquen el sacerdocio neotestamentario del evangelio. Debemos predicar el evangelio de una manera muy específica. Si practicamos este sacerdocio completa y cuidadosamente, tal vez obtengamos un aumento de cien por ciento cada año. Pero como mínimo, debemos poder lograr un incremento del treinta por ciento cada año.
El punto crucial de la manera ordenada por Dios es las reuniones de grupo. Cuánto éxito tengamos depende de cuánta atención y labor podamos dedicar a las reuniones de grupo. Por lo tanto, debemos esforzarnos por edificar las reuniones de grupo. Cuando las reuniones de grupo estén edificadas firmemente, la iglesia también estará muy firme.