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Mensajes del libro «Ejercicio y la práctica de la manera ordenada por Dios, El»
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EL EJERCICIO Y LA PRACTICA DE LA MANERA ORDENADA POR DIOS

MENSAJE NUEVE

MUCHO FRUTO Y FRUTO QUE PERMANECE

  Lectura bíblica: Jn. 15:5, 8, 16; 1 Ts. 2:19-20

  Oración: Señor, volvemos otra vez a Ti. Creemos que Tú nos has reunido en Tu nombre. Señor, hemos visto Tu hermosura y hemos sido cautivados. Te amamos, y por tanto, amamos a los pecadores. Porque te amamos, estamos interesados en los pecadores. Señor Tú amaste al mundo y viniste para salvar a los pecadores. Nosotros también queremos tener ese amor y esa carga. Recurrimos a Ti para esto. Señor, atráenos para que corramos en pos de Ti. Señor, derrota al enemigo y rescátanos de su usurpadora mano y del engañoso mundo. Señor, estamos aquí porque Tú has estado con nosotros. Te conocemos y te amamos. Amén.

PASAR POR MUERTE Y RESURRECCION PARA LLEVAR MUCHO FRUTO

  En este mensaje voy a seguir compartiendo en cuanto al sacerdocio neotestamentario del evangelio. En Juan 15:5 el Señor dice: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto”. Debemos prestar mucha atención a las palabras “mucho fruto”. Aquí el Señor no sólo se refiere a fruto, sino a mucho fruto. Solamente llevar fruto no es suficiente; tenemos que llevar mucho fruto. En el versículo 8 el Señor dice: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto”. Llevar fruto no es suficiente para glorificar al Padre, para expresarlo. Para expresar al Padre, para glorificarlo, tenemos que llevar mucho fruto.

  Esto puede verse en el caso de un clavel. Antes de que florezca, su belleza y su gloria no están expresadas. Pero cuando florece, el clavel es glorificado y su belleza es expresada. Cuando Cristo fue crucificado en la cruz, todos Sus opositores le menospreciaron. El fue inmolado, pero a los tres días resucitó de los muertos. En resurrección se le apareció a María junto a la tumba y le dijo: “Vé a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios” (Jn. 20:17). A través de Su muerte y en Su resurrección El fue glorificado; y en la glorificación del Hijo, el Padre fue también glorificado. En Su muerte y resurrección, El llevó mucho fruto; El produjo a Sus discípulos como Sus muchos hermanos para expresar y glorificar al Padre.

  Hoy en día, al escogernos y designarnos, El nos envía a que vayamos y llevemos fruto. Sin embargo, llevar fruto requiere el proceso de muerte y resurrección. El Señor Jesús pasó por dicho proceso; El abrió el camino. Hoy en día debemos seguirlo a El permitiendo que seamos inmolados. No podemos practicar el sacerdocio neotestamentario del evangelio de una manera natural; más bien, tenemos que pasar por el proceso de muerte y resurrección. Cuando oímos de tocar puertas en las casas de otros para predicar el evangelio, tal vez consideremos que eso es algo fácil o común y que cualquiera puede hacerlo. No obstante, si seguimos saliendo a visitar a la gente semana tras semana, con el tiempo, pasaremos por muerte.

  Salir solamente una o dos veces, o treinta o cuarenta, no servirá. Un árbol frutal que lleva mucho fruto ha pasado por muchas pruebas y sufrimientos. No es cosa simple ni fácil salir a tocar a las puertas de otros y hablarles del Señor Jesús. Por un lado, para un árbol es fácil llevar fruto debido a la vida en él, la cual produce fruto. Por otro, un árbol sólo puede producir fruto una vez por año. Que usted vaya a tocar puertas para predicar el evangelio durante tres meses, puede ser fácil. Pero que usted salga consistentemente por años, puede agotarlo. No creo que el Señor le ordene salir todos los días; una vez a la semana sería suficiente. Además, usted no tiene que salir todos los meses; diez meses al año sería suficiente. Usted podría salir durante cuatro meses, y luego descansar uno. Luego, podría salir de nuevo por cinco meses. Si hace esto consistentemente, a la larga tal vez se canse y se desanime.

  Llevar fruto no es fácil. Es por esto que el Señor compara nuestra predicación de El con llevar fruto. Predicar es fácil; pero llevar fruto no es tan fácil. Debemos seguir yendo a predicar el evangelio durante un año entero, no importándonos si llevamos fruto o no. Podemos salir durante cinco meses en el primer semestre del año sin que ganemos a nadie. Luego, en el segundo semestre, después de salir durante cuatro meses y medio sin traer a nadie quizá pensemos que no tenemos esperanza, y desistamos. Tal vez digamos: “Esto no funciona. Olvidémonos del asunto. He desperdiciado mi tiempo”. He visto suceder esto muchas veces.

  Yo fui salvo en la primavera de 1925. En ese año empecé a salir al campo con pequeños folletos que yo mismo había escrito. Esto lo hice repetidas veces, y con todo no gané fruto alguno. Entonces mi paciencia y perseverancia llegaron a su límite, y simplemente desistí. Los he animado a ustedes a ir a visitar a la gente y a buscar muchas diversas maneras de hacerlo. Pero, ¿qué va a hacer usted si después de salir durante todo un año no ha ganado fruto? Temo que se va a quedar en casa y va a dejar de salir. Tal vez pierda su interés y su confianza y diga: “Esto no funciona”. Sin embargo, si después de salir por un año sin conseguir nada, aún sale el siguiente año, estoy muy seguro de que producirá algún fruto el segundo año. Incluso si no consigue nada el segundo año, todavía tiene que salir el tercer año. Me preocupa mucho que algunos de ustedes se lleguen a desanimar y dejen de salir.

  No espero que ganen una persona cada año, pero sí espero y tengo plena confianza que en un período de tres años ganen al menos uno. Si cada uno ganara uno en tres años, tendríamos un incremento anual del treinta y tres por ciento. Esto significa que si tenemos noventa que se reúnen, después de un año ellos aumentarían a ciento veinte. Luego, después de otro año, estos ciento veinte aumentarían a ciento sesenta. Según la historia cristiana, nunca ha habido una iglesia que haya tenido un aumento del treinta y tres por ciento anual. Esto parece que fuera lento, pero que cada uno gane una persona cada año es realmente rápido. Si esto hacemos por diez años, tendremos el índice de crecimiento más alto en toda la historia cristiana. Si una iglesia de doscientos cincuenta aumentara en un tercio por año, toda la población de la tierra sería ganada en menos de sesenta años.

LABORAR PERSISTENTEMENTE CON PERSEVERANCIA PARA LLEVAR FRUTO QUE PERMANEZCA

  Estas cifras son exactas, pero no tengo la misma confianza en nuestra práctica porque no tenemos paciencia. Nos desanimamos muy rápido y desistimos. Debemos ser diligentes en nuestra intención de llevar fruto. Si sólo salimos una vez por semana, durante cuarenta y cuatro semanas al año por tres años completos, podríamos ganar a seis como fruto que permanece. No quiero decir con esto que sólo va a bautizar a seis, sino que de entre los que usted bautice, seis llegarán a ser fruto que permanece. El Señor Jesús dice: “Os he puesto para que...llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca” (Jn. 15:16). El deseo del Señor es fruto que permanezca. El problema es que nosotros nunca hemos desarrollado el hábito de laborar con persistencia por un largo período de tiempo. Esperamos aprender la nueva manera, practicarla durante dos meses y ganar mucho fruto. Si esto no sucede, nos desanimamos. Tenemos que aprender a tomar el camino lento de llevar fruto.

Aprender practicando

  He estudiado mucho e incluso he experimentado bastante con la nueva manera. Puedo asegurarles a los santos de todas las iglesias que ellos tendrán mucho éxito si son fieles en salir dos o tres horas a la semana, cada semana, durante cuarenta y cuatro semanas en el año. Al practicar esto los santos, van a aprender muchas cosas. En los últimos sesenta años no he aprendido muchas cosas de otros. He aprendido simplemente por la práctica. Nadie me enseñó cómo escribir las notas de pie de página. Nadie me enseñó a escribir una poesía, una canción o un himno. Hace más de sesenta años empecé a escribir; escribí un pequeño folleto sobre la maravillosa manera de ganar almas. Aquel escrito fue en cierta medida infantil, pero continué a lo largo de los años practicando y practicando y practicando. Con el tiempo escribí el himno “Glorioso Cristo, Salvador mío” (Himnos, #39). Si usted practica persistentemente, finalmente aprenderá la manera adecuada.

La necesidad de que los ancianos animen a los santos

  No espero que todos los santos salgan, pero sí espero que los ancianos tomen la carga de estimular a uno de cada tres santos a practicar la predicación del evangelio en esta manera. Dejen que los demás descansen. Algunos son demasiado viejos, algunos son demasiado jóvenes y otros son demasiado débiles, pero todos son hermanos y hermanas amados. Debemos amar a todos los queridos santos, igual a los débiles que a los fuertes.

  Si los ancianos son diligentes, tengo la certeza de que pueden estimular a una tercera parte de los santos a predicar el evangelio por medio de ir adonde está la gente. Si ustedes toman esta palabra, no necesitan más enseñanza. Solamente necesitan practicar. Para manejar una bicicleta ustedes no necesitan ninguna enseñanza; sólo necesitan practicar una y otra vez. Finalmente, manejarán muy bien la bicicleta. Es así como yo he aprendido, de modo que tengo la confianza de que ustedes no necesitan más enseñanza; simplemente necesitan practicar. Les aseguro que si continúan practicando con diligencia, pueden ganar a dos hermanos nuevos sólidos en un año. Tal vez no sea necesario que vaya en equipo; usted podría hacerlo solo.

  Usted debe ser muy definido y persistente. Si nadie va con usted, de todos modos debe ir de parte del Señor una vez a la semana por dos o tres horas. No se necesita tanta enseñanza. ¡Simplemente vaya! Si hay una puerta, toque ahí. Si hay personas en las calles, hábleles. Practique todas las formas posibles. En un año, usted puede bautizar por los menos a diez, y de éstos, dos serán fruto que permanezca.

  Si los ancianos animan sólo a la tercera parte de los santos, en un año este tercio se puede triplicar. Si cincuenta son animados, quizá bauticen a más de quinientos y traigan a la vida de la iglesia por lo menos un centenar como fruto que permanece. No obstante, para hacer esto, estos cincuenta tienen que salir por dos o tres horas cada semana durante diez meses en el año. De otro modo no podemos esperar éxito alguno. Hoy día en los Estados Unidos nos es fácil hacer esto. Tenemos tantas “puertas abiertas” en las cuales podemos tocar, aquéllas de las personas que conocemos. Por medio de estas “puertas abiertas”, creo que muchas más puertas se nos abrirán. Una “puerta abierta” abrirá otras dos puertas. No tenemos que preocuparnos por cuántas personas bauticemos; ¡sencillamente laboramos, laboramos y laboramos!

Ganar a toda la familia

  Cuando salga a visitar a la gente, no se preocupe por el número, ocúpese de la familia. Nuestra meta no es solamente conseguir individuos. Nuestra meta es ganar a toda la familia. Cuando le hablamos a la gente, nuestras palabras deben abrir el camino para toda la familia. Si ellos son sólo una pareja, debemos tener como meta, no meramente ganar a la esposa o al esposo, sino ganar a ambos. Si la esposa está encinta, debemos tener la intención de ganar también a ese pequeño. Debemos ganar a todos los miembros de la familia.

  Este mensaje es muy práctico. Simplemente salgan y practiquen. Salgan diez meses en el año, una vez por semana, dos o tres horas. Intenten esto con paciencia. No estén preocupados por los números; sencillamente presten atención a la práctica continua. Les garantizo que lograrán bautizar a diez, y de los diez dos permanecerán. No se preocupen por los otros ocho. Aunque ellos no vengan a la vida de la iglesia, estarán en la Nueva Jerusalén.

  Cuando vayan, procuren siempre ganar a toda la familia. Si usted le predica el evangelio a un joven de diecisiete años de edad, tenga en cuenta a los padres de él. Por bautizar a este muchacho, usted puede arruinar su labor sobre la familia entera. Usted tiene que usar su sabiduría para decidir si debe bautizar o no a este joven. Si usted no lo bautiza, no quiere decir que lo está desechando. Es más bien una especie de preparación para ganar a sus padres y a la familia completa. Si usted sale persistentemente, podría ganar por lo menos dos familias sólidas cada año.

Formar una nueva iglesia local

  Tenemos que salir en una manera que esté de acuerdo con la Biblia. En el entrenamiento de tiempo completo, hemos puesto a los entrenandos en equipos de tres. Hemos enviado dos equipos, cada uno de ellos a unas ocho nuevas ciudades y les hemos dado instrucciones de lo que debían hacer. Ellos tienen que ir a esos lugares a tocar puertas para que la gente sea salva y bautizada, pero sin el interés de que logren bautizar un gran número de personas. Después de dieciséis semanas de labor estos seis santos podrían conseguir por lo menos diez o doce que sean fruto permanente. Cuando ellos bautizan a alguien, inmediatamente tienen que nutrirlo antes de salir de la casa de él. Entonces tienen que concertar una cita con él para regresar a visitarlo. Deben visitarlo de nuevo en tres días máximo. Deben comenzar inmediatamente a tener reuniones de hogar con los recién bautizados. Deben regresar frecuentemente y con regularidad para tener reuniones de hogar.

  Al llegar el primer día del Señor, deben traer a los nuevos de estas nuevas localidades a una reunión de la iglesia en esa zona para que tengan una impresión de la iglesia. Luego, el siguiente día del Señor, ellos deben reunir a todos estos recién bautizados en sus nuevas localidades. Los seis entrenandos pueden reunirse en el día del Señor para participar de la mesa del Señor con tres o cuatro recién salvos y bautizados en esa nueva localidad. De este modo, después de una o dos semanas se levantará una nueva iglesia. Esto no significa que todos los que vengan a la mesa del Señor van a ser fruto permanente. Por un lado, los entrenandos se reunirán con los nuevos en las reuniones de hogar, en reuniones de grupo pequeño, y en el día del Señor; por otro, ellos seguirán saliendo para traer más nuevos durante el resto de las dieciséis semanas. Debido a que los entrenandos salen por lo menos tres veces por semana, ellos pueden ganar como mínimo ocho en su nueva ciudad, en dieciséis semanas. Luego, cuando ellos se vayan al final de este período de entrenamiento, podrá haber una pequeña iglesia de ocho o doce miembros en esa ciudad, y las iglesias del área pueden dedicar tiempo a ayudarles y a enseñarles. De esta forma estos nuevos pueden tener contacto con las iglesias cercanas para tener comunión. Después de unos dos meses tendremos otro período de entrenamiento, y algunos entrenandos nuevos pueden ir para ayudarles.

  Esta es la manera práctica que estamos tomando para formar nuevas iglesias locales. Después de cuatro meses, espero que tengamos siete u ocho iglesias pequeñas nuevas establecidas en las ciudades circundantes. La manera bíblica consiste en que las iglesias locales son fundadas a partir de un pequeño grupo. No mucho después del día de Pentecostés, vino persecución sobre los miles de creyentes que estaban en Jerusalén, y fueron esparcidos (v. l). Hechos 8 nos dice que, con excepción de los apóstoles, todos los santos que estaban en Jerusalén fueron esparcidos. No conocemos los detalles, pero se nos dice que estos miles de santos “que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio” (v. 4). Adondequiera que ellos iban, predicaban el evangelio, y sin duda alguna, ellos establecían iglesias. Si usted va a una nueva ciudad, y tres o cinco empiezan a reunirse con usted, todos los allí presentes son una iglesia local. Si practican la manera ordenada por Dios, verán la propagación de las iglesias. Con el tiempo, toda ciudad podrá tener una pequeña iglesia.

  Mi carga en este mensaje es que ustedes, los que salen a practicar el sacerdocio neotestamentario del evangelio, no molesten ni critiquen a aquellos que no salen. Al mismo tiempo pediría a los que no salen que dejen a los demás en libertad de salir, y que no los critiquen. Entonces el Señor logrará lo que El quiere. Lo que he estado compartiendo con ustedes es sólo una cuarta parte de la vida adecuada de la iglesia. Debemos salir de esta manera sólo una vez a la semana. Así, nos quedan muchos días libres para el resto de la vida de la iglesia, o sea, las reuniones grandes en el día del Señor, la reunión de oración, las reuniones de grupo pequeño, etc. Si practicamos el sacerdocio neotestamentario del evangelio, la iglesia será como una vid, propagándose continuamente en la tierra. Debemos ser sencillos y tomar la manera bíblica, la manera ordenada por Dios. No debemos tratar de hacer demasiado en poco tiempo. Debemos ser equilibrados y constantes. Debemos salir fielmente una vez cada semana por dos o tres horas. Mientras practicamos, aprenderemos a discernir a la gente, a decir las palabras correctas, y a preparar el camino para ganar a toda la familia.

Conducirnos sabiamente

  Como joven o como jovencita, usted debe tener el tono adecuado cuando va a hablar con la gente. No hable con la gente de una manera liviana o descuidada. Aunque sea joven, usted debe tener cierta dignidad de modo que ellos lo traten con respeto. Sus palabras deben ganar el respeto de ellos. Entonces depositarán su confianza en usted. Aunque ellos tengan más edad y usted sea más joven, ellos lo respetarán y aceptarán lo que usted les diga. Todos ustedes deben aprender esto; es muy importante. No digan cosas en una forma liviana o apresurada. Si logran que la gente confíe en ustedes, siempre podrán volver a visitarla.

  Una vez que usted gane a una persona, no pierda de vista que la meta es ganar toda la familia. Por lo tanto, en sus palabras, en su expresión e incluso en su tono de voz, usted tiene que aprender a expresar sobriedad y dignidad para ganar la confianza de las personas. De esta manera podrá volver a visitarlas. Nunca espere tener un trabajo fácil. Simplemente labore con consistencia y persistencia, y al laborar, haga uso de su sabiduría en cuanto a cómo laborar. Cada día de trabajo debe preparar el camino para el futuro. Ningún agricultor espera sembrar hoy y recoger al siguiente día. Esto está en contra del principio ordenado por Dios en la naturaleza. Usted tiene que ser cuidadoso y diligente para hacer todas las cosas en la forma apropiada para que su cosecha crezca. Con el paso del tiempo usted recogerá una cosecha.

  Los ancianos deben hacer todo lo posible por animar a los santos a practicar el sacerdocio neotestamentario del evangelio. Deben poder lograr que por lo menos una tercera parte de los santos haga esto. Si son más los que se levantan, maravilloso. Pero si el Señor hace que una tercera parte de los santos practiquen el sacerdocio del evangelio, el resultado será maravilloso. No debemos tratar de bautizar demasiadas personas apresuradamente. Tenemos que predicar el evangelio y ministrar a Cristo a otros con mucho discernimiento. Entonces gradualmente la iglesia recogerá una cosecha. Después de cinco años, la práctica del sacerdocio neotestamentario del evangelio llegará a ser prevaleciente sobre la tierra.

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