
Este libro contiene una serie de mensajes que fueron dados en el verano de 1983 en Irving, Texas. Estos mensajes abarcan los aspectos principales del recobro del Señor, a saber, el recobro de la impartición del Dios Triuno como vida en Su pueblo redimido, a fin de que Dios pueda expresarse plenamente en la tierra.
La palabra recobro implica que algo que existía anteriormente en un estado normal, se perdió o se arruinó; por tanto, existe la necesidad de volverlo a su condición original. Muchos cristianos consideran que el recobro del Señor es simplemente un recobro de doctrinas, prácticas y experiencias espirituales que han sido dañadas o perdidas, tales como la justificación por fe, la vida de santidad, el presbiterio, el bautismo por inmersión, diversos aspectos de la vida de iglesia, etc. Ciertamente estos elementos forman parte del recobro del Señor, pero no constituyen el aspecto central.
Para conocer el aspecto central del recobro del Señor, necesitamos recibir la revelación completa de la Biblia. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo se revela claramente que el propósito, la intención y la meta de Dios es que el hombre sea Su expresión. En ellos también se ve claramente lo que Dios ha realizado para lograr dicha meta y cómo Satanás, el enemigo de Dios, corrompe y destruye lo que Dios ha realizado. Finalmente, los dos testamentos revelan cómo Dios opera, después de la destrucción que Satanás produce, a fin de recuperar Su expresión; dicha obra constituye el tema fundamental del recobro del Señor. Dios planea y realiza algo; luego, Satanás lo destruye; pero al final, Dios lo recobra.
Génesis 1:26-27 revelan que el hombre fue creado a la imagen de Dios; es decir, que el hombre fue creado para expresar al Dios Triuno. El Antiguo Testamento, que es un modelo o tipo, y el Nuevo Testamento, la realidad o cumplimiento de dicho modelo, revelan que Dios desea que el hombre llegue a ser un pueblo que lo exprese plenamente en la tierra. En la era presente, este pueblo es el templo de Dios (Ef. 2:21-22) y también el Cuerpo de Cristo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo (Ef. 1:22-23). Esta entidad corporativa, la iglesia, es la manifestación de Dios en la carne (1 Ti. 3:15-16). La expresión máxima del Dios Triuno consumará en la Nueva Jerusalén, donde todo el pueblo redimido de Dios será una entidad colectiva que expresa a Dios por la eternidad.
El enemigo de Dios aborrece la expresión de Dios y la ha dañado y arruinado extensamente. Por eso, hoy en la iglesia existe la necesidad de que haya un recobro de Su expresión. ¡Que todos oremos por esto!
Benson Phillips Irving, Texas Agosto de 1983
No obstante, después de setenta años, Dios intervino para llevar a cabo una obra de recobro; El vino a recobrar lo que se había perdido. Al recobrarse la expresión de Dios, la magnitud de ésta no fue como la de la original, pero la calidad fue más elevada. Los hombres dan mucha importancia al tamaño de las cosas, pero Dios se interesa por la calidad. Al leer Esdras, Nehemías, Hageo y Zacarías vemos que el pueblo que regresó de la cautividad había sido profundamente quebrantado por Dios, y su moral y carácter espirituales fueron más elevados que la de los hijos de Israel antes de la edificación del templo. En cierto sentido, Salomón no era muy moral, pues tenía muchas concubinas. Esto es terrible, y pone en evidencia la corrupción de ese rey sabio. No hay duda de que él fue muy sabio; sin embargo, era una persona corrupta. ¡Tenía una moralidad muy baja! No obstante, después de la cautividad, en el recobro, el carácter del pueblo de Dios se elevó significativamente. Si evaluamos a Esdras y a Nehemías, tendremos que admitir que estos líderes fueron puros y morales, y su carácter era más elevado. Así que, la calidad del recobro del Señor fue más elevada que la que existía anteriormente.
El Antiguo Testamento se inicia con el primer Adán, quien es Adán mismo, y el Nuevo Testamento comienza con el postrer Adán, quien es Cristo. El modelo presentado en la Biblia empieza con el viejo hombre, pero la realidad producida en el Nuevo Testamento comienza con el nuevo hombre. Decir que Cristo es el postrer Adán significa que El da fin al linaje adámico, puesto que fue el último del linaje de Adán. El viejo hombre fue destruido en Cristo. Además, Cristo es el segundo hombre, lo cual significa que hay un nuevo comienzo. Por consiguiente, vemos que el modelo empezó con el primer Adán, y la realidad comenzó con el último Adán, el segundo hombre. Al leer el Nuevo Testamento vemos a Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham; éste es un nuevo comienzo. Tal como el primer Adán se reprodujo hasta llenar la tierra, también el postrer Adán, Cristo, produjo muchos miembros, Sus creyentes, para llenar toda la tierra. Con este Cristo, que produjo muchos miembros, Dios realizó Su propósito. A partir de Pentecostés se comenzó a edificar la iglesia, el templo de Dios. Lo que se produjo esta vez no fue el modelo, sino la realidad de dicho modelo.
Pero al poco tiempo, así como lo había hecho en el Antiguo Testamento, Satanás se infiltró de nuevo para arruinar a los creyentes, ya que los corrompió y rebajó la norma del carácter cristiano. A consecuencia de esto, los cristianos llegaron a ser exactamente como los hijos de Israel habían sido en el Antiguo Testamento; se volvieron idólatras y abandonaron a Cristo por otras cosas. Luego, Satanás destruyó la iglesia y se llevó a los creyentes cautivos a Babilonia. Esta es la razón por la que Babilonia existe no sólo en el Antiguo Testamento, sino también en el Nuevo Testamento. En Apocalipsis 17 vemos a Babilonia la Grande, la cual incluye tanto al catolicismo como a sus hijas, que son todas las denominaciones protestantes. En el Antiguo Testamento Babilonia era sólo un modelo, pero en el Nuevo Testamento, Babilonia la Grande es la realidad de dicho modelo. Por supuesto, estas palabras son ofensivas para la cristiandad; sin embargo, no somos nosotros sino la Biblia la que menciona a la gran ramera y a sus muchas hijas. Debido a que tales palabras ciertamente constan en el Nuevo Testamento, deben de referirse a personas reales. ¿Quién es la gran ramera hoy? ¿Y quienes son sus hijas? Si esto no se refiere a la Iglesia Católica Romana y a todas las denominaciones, entonces ¿a quién se aplican estas palabras? Veamos la situación actual. ¿No existe una gran ramera que comete fornicación constantemente? En la Biblia, esta fornicación significa que el pueblo de Dios se ha apartado de El yendo en pos de otras cosas que no son Dios, del mismo modo que una esposa puede abandonar a su esposo por otra persona. La Biblia nos dice que en el universo Dios mismo es el Esposo único, y que Su pueblo es Su esposa (Is. 54:5; Jer. 31:32). Cristo es el Novio y, como tal, vino por la novia (Jn. 3:29).
En 2 Corintios 11 Pablo dice que él había desposado a los creyentes con un solo esposo, presentándolos como una virgen pura a Cristo; y al final de la Biblia, en Apocalipsis 19, vemos la boda de Dios y Su pueblo. El pueblo de Dios comete fornicación cuando abandona a Dios y va en pos de otras cosas. El catolicismo se alejó de Dios y fue en busca de algo más; bajo este mismo principio, las iglesias protestantes se han alejado de Cristo el Señor yendo en pos de cosas ajenas a El. Por tanto, a los ojos de Dios, el catolicismo es la gran ramera, y las denominaciones y divisiones protestantes son las hijas de la gran ramera.
Debido a esta situación, es necesario efectuar un recobro. En tiempos antiguos el pueblo fiel de Dios fue llamado a salir de Babilonia y regresar a Jerusalén. Ese fue el recobro efectuado en el Antiguo Testamento. Actualmente también existe la necesidad de salir de Babilonia la Grande y regresar a la vida apropiada de iglesia.
Cuando el pueblo de Dios fue capturado en el Antiguo Testamento, se perdieron todas las cosas santas. En el modelo descrito en el Antiguo Testamento, Nabucodonosor, rey de Babilonia, destruyó el templo con su ejército, llevó cautivos a los hijos de Israel y también se apoderó de los utensilios del templo. En el recobro, se devolvieron de Babilonia a Jerusalén (Esd. 1:7-11) todos los utensilios del templo, los cuales representan diferentes aspectos de Cristo. Así que en el Nuevo Testamento, cuando Satanás llevó cautivos a los santos neotestamentarios de regreso a Babilonia la Grande, también se apoderó de todas las cosas santas, es decir, de los diferentes aspectos de Cristo. En el catolicismo, es difícil que las personas conozcan la verdad respecto a Cristo como nuestra justicia, como nuestra santidad, como nuestra vida y como nuestro suministro de vida. Todas estas cosas se han perdido, y ahora el Señor desea recobrarlas. El no sólo quiere llamar a Su pueblo fiel a que salga de Babilonia y regrese a la vida apropiada de iglesia, sino que también desea recobrar todos los diferentes aspectos de Cristo que se han perdido. Hemos dado mensaje tras mensaje con el fin de recobrar nuestra experiencia de todos los aspectos de Cristo.
El recobro del Señor está realmente entre nosotros, y aunque su tamaño es bastante pequeño, la norma de su carácter es más elevada que el cristianismo. En el recobro del Señor se debe guardar y mantener una norma elevada de carácter. Muchos me han preguntado: ¿Quiere usted decir que todos los demás cristianos están corrompidos y únicamente los de la iglesia local no lo están? Eso no es lo que estoy diciendo. Si alguien se corrompe, ciertamente ya no está en la realidad del recobro del Señor. Cualquier cosa y cualquier persona que se corrompa, ya no está en el recobro. Las iglesias locales se componen de creyentes que han sido recobrados de su corrupción y traídos a la vida de iglesia pura. La iglesia local no es una organización ni un grupo religioso; más bien, la iglesia local es la vida de iglesia pura, el testimonio puro de Jesús. Si nos corrompemos, ya no estamos en la realidad del recobro del Señor.
Esta es la razón por la que en el Nuevo Testamento el apóstol Pablo no toleraba ninguna clase de inmoralidad. En 1 Corintios 5 Pablo exhortó a la iglesia a que no se asociara con personas inmorales. La iglesia, el testimonio puro de Cristo, no debe tolerar ninguna impureza ni inmoralidad; antes bien, debe ser pura. Una vez que la iglesia se corrompe, pierde su naturaleza y posición como testimonio del Señor. Al hablar de las iglesias locales, nos estamos refiriendo a los que aman genuinamente a Cristo, aquellos que sólo buscan a Cristo. A lo largo de todos los siglos, estos creyentes son los verdaderos constituyentes de la iglesia local. Tenemos que salir de Babilonia y alejarnos de toda corrupción y degradación.
Algunos me han preguntado: ¿Está usted diciendo que no hay verdaderos cristianos en la Iglesia Católica ni en las denominaciones protestantes? Claro que sí hay. No obstante, veamos otra vez la tipología del Antiguo Testamento. Muchos hebreos se quedaron en Babilonia; incluso Daniel también estaba allí. Aunque Daniel no tuvo la oportunidad de regresar, no nos olvidemos que él abría sus ventanas tres veces al día para orar hacia Jerusalén (Dn. 6:10). El no pudo salir de Babilonia, pero se había consagrado absolutamente al recobro. Sinceramente creo que el recobro fue fruto de su oración, ya que oró mucho en Babilonia para que el pueblo de Dios saliera de allí.
Los términos reformación o restauración no son tan adecuados; la palabra apropiada es recobro. Según el concepto humano, Martín Lutero fue quien inició la reforma, pero Dios lo usó para recobrar sólo un aspecto de Cristo, que es la justificación por fe. De hecho, lo que se recobró fue el aspecto de Cristo como nuestra justicia, pues dicho “utensilio” se había perdido. Ese utensilio del templo santo había sido llevado a Babilonia por el catolicismo; por eso, Dios usó a Martín Lutero para recobrarlo. La justificación por fe es, en realidad, experimentar a Cristo como nuestra justicia. Ese aspecto era uno de los principales utensilios en el templo de Dios, pero lamentablemente se perdió cuando el catolicismo se apoderó de él; por consiguiente, Dios usó a Martín Lutero para recobrar dicho utensilio.
De hecho, el recobro comenzó con la presencia de Pablo en la tierra. El escribió 2 Timoteo para recobrar, ya que en aquel tiempo la iglesia había sido arruinada. Así que, Pablo escribió 2 Timoteo para recobrar la vida de iglesia, que se había corrompido, y vacunarla con la verdad. Ese fue un recobro.
El apóstol Juan, quien escribió sus libros aproximadamente 25 años después de Pablo, también escribió para recobrar. El Evangelio de Juan, sus epístolas, y el libro de Apocalipsis, todos fueron escritos para recobrar. Cuando leemos las epístolas a las siete iglesias en el libro de Apocalipsis, podemos notar que éstas son epístolas de recobro. Algunas de las iglesias se habían corrompido y habían perdido su testimonio, así que las siete epístolas fueron escritas con la finalidad de recobrarlas. El recobro comenzó desde el fin del primer siglo, y no se ha detenido hasta el día de hoy. Al leer la historia de la iglesia podemos ver que el recobro ha ido avanzando siglo tras siglo, y podemos trazar la línea del recobro del Señor desde el final del primer siglo hasta hoy. Este recobro ha ido aumentando constantemente y nunca se ha intensificado tanto como en el presente. Aunque el recobro del Señor ya estaba presente aun antes de Martín Lutero, no era notado por la gente del mundo porque estaba escondido.
La historia muestra que la Iglesia Católica mató a más cristianos que el Imperio Romano; esto significa que mientras el Señor estaba efectuando una obra de recobro en aquel tiempo, la Iglesia Católica mataba a las personas que participaban en dicho recobro. No obstante, el recobro siguió avanzando de una manera firme y sólida durante los siglos que se halló bajo el Imperio Romano y bajo la Iglesia Romana. La Iglesia Romana usó a los gobernantes seculares para matar a las personas del recobro, y la Iglesia de Inglaterra quemó en la hoguera a muchos fieles. Madame Guyon, que estaba en el recobro, fue encarcelada por la Iglesia Católica. John Bunyan, el autor de “El progreso del peregrino”, fue perseguido por la Iglesia de Inglaterra. Estos son ejemplos de personas que estuvieron en el recobro.
Hace dos siglos y medio, el recobro de la vida de iglesia empezó a tomar forma con Zinzendorf, pues él practicó la vida de iglesia en Bohemia como parte del recobro del Señor. Posteriormente, en Inglaterra, la Asamblea de los Hermanos recibió aún más luz respecto a la iglesia y ellos practicaron la vida de iglesia de una manera aún más completa que Zinzendorf. En la actualidad nosotros también estamos practicando la vida de iglesia. Zinzendorf practicó la vida de iglesia en el siglo dieciocho, la Asamblea de los Hermanos la practicó en el siglo diecinueve, y nosotros la estamos practicando en el siglo veinte. Consideramos que éstos son tres pasos o etapas: la práctica de Zinzendorf, la práctica de la Asamblea de los Hermanos, y ahora la práctica que tenemos entre nosotros. Por supuesto, a medida que progresa, el recobro ha ido creciendo y enriqueciéndose.