
Oración: Señor, estamos aquí por Tu gracia. Ponemos nuestros ojos en Ti esperando que nos visites de nuevo. Señor, necesitamos que nos toques de una manera fresca. Señor, no buscamos conocimiento. Nos gusta ser Tus buscadores. Vamos en pos de Ti y te buscamos a Ti. Esta noche, Señor, introdúcenos en Tu ser, aun durante esta reunión de entrenamiento. ¡Oh, te necesitamos! Te necesitamos esta misma noche. En esta reunión, Señor, te necesitamos desesperadamente. Oh, ven y tócanos. Señor, necesitamos que nos toques. Oh, tócanos de una manera fresca hasta ser introducidos plenamente en Ti. Concédenos una dirección clara. Señor, aclara la situación para que haya un fluir de vida cristalino. Oh, no queremos ninguna mezcla. Queremos tener un fluir nítido, un fluir transparente, que provenga de Ti mismo. Señor, llévanos hacia adelante y concédenos una comunión libre y abierta para que podamos hablar algo de Tu parte. Tú mismo habla a través de todos nosotros. Amén.
Necesitamos que tres hermanos nos digan que es lo que entienden con respecto a este Entrenamiento de perfeccionamiento, ya sea a manera de testimonio, comprensión o análisis; dígannos cómo se sienten con respecto a esta clase de entrenamiento.
El primer hermano: Yo siento que estos entrenamientos que usted nos ha impartido corresponden realmente a una escuela de postgrado. Estas reuniones de perfeccionamiento ciertamente no tratan los asuntos básicos de nuestra vida cristiana. Pero esto es algo que nos ayuda a crecer en vida, después de haber llegado a cierto punto en nuestra vida, en la vida de iglesia y en la edificación. Parece que después de haber estado en Cristo y en la iglesia por algún tiempo, crecemos hasta cierto punto y, de cierto modo, nos sentimos satisfechos con nuestro progreso en cuanto a la fe y la vida. Lo que hemos visto en estas reuniones es que en cierta parte de nuestro ser radican algunos elementos que vienen a ser una verdadera frustración. A menos que podamos proseguir y vencerlos, no creceremos más. Aun cuando el Señor no está satisfecho con nuestro progreso, es probable que nosotros sí lo estemos y que hayamos llegado a un punto donde nuestro crecimiento en vida se estabilizó. Yo siento que estas reuniones de perfeccionamiento son un verdadero incentivo para nosotros, en el sentido de comprender que aún tenemos mucho camino que recorrer y también por el hecho de ver los elementos de frustración que están en nuestro ser, a fin de romper esas barreras.
El segundo hermano: No puedo evitar hacer una reflexión acerca de la manera en que estas reuniones comenzaron y la carga por la cual se originaron. Estas fueron las tres cosas que el hermano Lee observó y nos presentó al principio de estas reuniones. En primer lugar, estamos escasos del crecimiento envida. Parece que hemos estado creciendo en el recobro del Señor,pero hemos llegado al punto en el cual nuestro crecimiento se estancó. Hemos disminuido el paso; estamos estancados en el crecimiento en vida. Segundo, debido a la escasez de crecimiento en vida, en las iglesias no hay una verdadera y sólida edificación entre los santos. Tercero, también hay deficiencias en la función apropiada y adecuada de los santos. Yo siento que éstas son las tres razones de la carga que se ha originado dentro de nuestro hermano. Además, creo que éstos son los puntos que el Señor quiere que venzamos con miras a nuestro crecimiento, a la edificación entre nosotros y también con miras al funcionamiento apropiado y adecuado de los santos.
Efectivamente, comenzamos con el tema de la cultura, pero en el transcurso de las reuniones parece que el Espíritu nos estaba guiando hacia asuntos más y más profundos, que son las obstrucciones en nuestro ser.
Del tema de la cultura pasamos al de la opinión. Aunque al principio pensamos que esto podría ser el fondo de nuestro problema, después descubrimos que eso era aún superficial. Vimos que el Señor debía tocarnos de una manera más subjetiva y más profunda. Luego en las reuniones, comenzamos a tratar el asunto de la peculiaridad y, a través de la comunión, hemos oído una exposición tras otra sobre esto. En cierto sentido no tenemos la respuesta, pero se ha expuesto mucho al respecto. El hermano Lee nos dijo que no hay una respuesta fácil o una solución rápida para estos asuntos. Ante todo, nuestro rescate consiste en darnos cuenta de que tenemos todos estos problemas y, segundo, en tener la disposición de ir al Señor a fin de recibir Su misericordia y gracia de modo que seamos rescatados de estas grandes frustraciones de una manera genuina. Yo incluso siento que el entrenamiento de Filipenses ha sido como una extensión de esta misma carga. Durante todo el entrenamiento, sentí que el Señor seguía esa misma línea. En dicho entrenamiento vimos que hay un tumor psicológico que necesita ser removido. También vimos que en nuestro ser hay una lógica doméstica y cierta filosofía nacional. Aunque no entiendo completamente lo que esto representa,el Señor nos ha guiado hasta este punto. Me parece que el hecho de que estemos sentados aquí significa que el Señor desea avanzar en nosotros. Siento que estamos en tiempos y días muy críticos. Debemos realmente entregarnos otra vez al Señor para que Él vaya más allá y avance más profundamente en todos nosotros.
El tercer hermano: Concuerdo con lo que los hermanos han dicho hasta ahora. Primero el hermano Lee empezó tratando el tema de la cultura, la cual es algo que reemplaza a Cristo. Después él abordó algo más profundo al tocar el asunto de nuestra opinión, la cual nos impide experimentar a Cristo. Luego prosiguió diciendo que la cultura es general y que la opinión es algo superficial, pero que hay un problema radical. Lo que necesitamos en el recobro es vivir a Cristo. Necesitamos vivir a Cristo y también necesitamos que Su Cuerpo sea edificado. Sin embargo, hay algo en nosotros —cuya profundidad sobrepasa la cultura y nuestra opinión— que se resiste a Cristo.No nos hemos percatado de que está en nosotros y no sabemos lo que es, pero está ahí todo el tiempo resistiendo a Cristo. Yo apenas estoy empezando a ver cuánto me resisto a vivir a Cristo. Además, vimos que nuestro problema no se relaciona tanto con el pecado externo, ni con el hecho de que no somos muy espirituales, o que estamos escasos de conocimiento o que no estamos venciendo. La verdadera prueba es: ¿Estamos nosotros viviendo a Cristo y edificando el Cuerpo? Cuando me examino a la luz de esto, no me siento satisfecho. Esta peculiaridad que nos estorba o que se resiste a vivir a Cristo es algo que está en nosotros y que nosotros mismos no conocemos. Es invisible; es pequeña y real; incluso se halla escondida y encerrada. En la última sesión del Entrenamiento de perfeccionamiento, el hermano Lee declaró que es un riesgo estar en la vida de iglesia y no crecer en Cristo. ¡Esto me estremeció! Veo un peligro aquí. Estoy en el recobro del Señor y estoy en la vida de iglesia; sin embargo, es un peligro, porque si no crecemos en Cristo, entonces automáticamente nuestra peculiaridad crecerá. Yo quiero crecer en la economía de Dios, pero algo más está creciendo dentro de mí y se resiste a que yo avance en el recobro.
Estas reuniones principalmente me han dejado con la impresión de cuánto necesitamos la misericordia del Señor. Algo que el hermano nos compartió y lo cual me ayudó, fue que estar conscientes de que tenemos este problema constituye un noventa por ciento de la cura. Nunca como en estos días me había dado cuenta de que yo no vivo a Cristo. Yo estoy satisfecho si simplemente no peco. Creo que esto realmente está en línea con el entrenamiento de Filipenses. Necesitamos vivir a Cristo. También esta breve palabra sobre la necesidad de abrir nuestros corazones y nuestro espíritu es una gran ayuda. Yo sé que yo no vivo Cristo y me siento frustrado por eso; aun así, siento que aquí es donde estamos. Oramos simplemente pidiendo que el Señor nos lleve a vencer esto. Yo siento, hermanos y hermanas, que todos necesitamos ser uno con el Señor y ser uno con nuestro hermano para que nos ayuden a superar este problema. Necesitamos que el Señor nos conceda la victoria sobre nuestra peculiaridad, para que podamos vivir a Cristo y edificar el Cuerpo.
Todos nosotros debemos darnos cuenta de que la esencia de la Biblia es Cristo y Su Cuerpo. Ésta es la razón por la que consideramos estos cuatro libros —Gálatas, Efesios, Filipenses y Colosenses— como el corazón de la revelación divina. Ningún otro libro o libros nos revelan a Cristo y a Su Cuerpo, la iglesia, de una manera tan completa, adecuada y rica. Pablo aun consideró que estas palabras eran el completar de la Palabra de Dios. Él recibió una comisión con la carga de completar la palabra de Dios, esto es, completar la revelación divina con estos dos misterios: el misterio de Dios, Cristo; y el misterio de Cristo, la iglesia. En el ministerio de Pablo, estos dos misterios son la palabra que completó la revelación divina. Debemos hacer énfasis en Colosenses 1:25, donde dice que Pablo fue comisionado para completar la revelación de Dios, esto es, para revelar estos dos misterios al pueblo de Dios: Cristo como el misterio de Dios y la iglesia, el Cuerpo de Cristo, como el misterio de Cristo. Yo sí creo que es la soberanía del Señor que por casi dieciocho años Él nos ha llevado a través de tantos mensajes sobre estos cuatro libros. Primero expusimos Efesios, luego Colosenses, después Gálatas y luego Filipenses. Es en estos cuatro libros que podemos ver la compleción de la revelación divina. En todos los entrenamientos sobre estos cuatro libros, aun nosotros mismos hemos visto algo más. No podemos negar que hemos visto algo con respecto a Cristo como el misterio de Dios y con respecto a la iglesia como el misterio de Cristo. La revelación está aquí, y la luz está brillando en nuestro interior. No podemos negar esto; aun así, mi carga es que de todo cuanto hemos visto, muy poco ha venido a ser nuestra verdadera experiencia cotidiana. Todavía no podríamos afirmar con certeza que vivimos a Cristo en nuestra vida diaria. Ni siquiera podríamos afirmar que vivimos a Cristo hasta cierta medida. No importa cuán apartados estemos de este mundo, cuánto evitemos tocar algo pecaminoso, cuán piadosos seamos y cuán divina sea nuestra vida cristiana, o cuánto nos hayamos entregado al Señor y a Su recobro, debemos admitir que en nuestra vida diaria no expresamos a Cristo al grado en que Él debería ser expresado. Debemos admitir que la porción del elemento de Cristo en nuestra vida diaria no es muy grande. Yo diría que es muy pequeña. Éste es el asunto en el cual he sido condenado día tras día. Esto es lo que hace que me sienta obligado a confesar al Señor y por esto pido Su perdón. Día tras día siento que en nuestro diario vivir no hay mucho del elemento de Cristo.
Por un lado nosotros no vivimos a Cristo; por otro, nuestra vida diaria no produce mucho fruto que redunde en la edificación del Cuerpo de Cristo. El Cuerpo de Cristo se ha convertido en un término, y la edificación del Cuerpo de Cristo en sólo una clase de conocimiento. Debemos admitir que en la práctica no hay mucha edificación del Cuerpo de Cristo en nuestra vida diaria; no tenemos mucho de Cristo, y nuestra vida diaria no redunda mucho en el Cuerpo de Cristo. Aun cuando oremos, oremos-leamos la Biblia, amemos al Señor, vivamos separados del mundo, no pequemos y seamos personas bastante piadosas, todavía es necesario que nos preguntemos cuánto de Cristo hay realmente en todo esto. Es posible que usted asista a las reuniones y participe en la vida de iglesia, y aparentemente sea irreprochable. Sin embargo, usted debe examinar cuánto de Cristo hay en su vida diaria y cuánto de su vida diaria ha redundado en la edificación del Cuerpo de Cristo.
En otras palabras, todo está bien y todo es bueno, pero hay mucha escasez de Cristo, y la edificación del Cuerpo de Cristo es deficiente. Lo que llamamos la vida del Cuerpo podría ser para nosotros simplemente un tipo de vida espiritual, comunitaria o social. Quizás seamos hermanos cristianos que están afirmados sobre el terreno apropiado de la iglesia, que se reúnen en el nombre del Señor y tratan algunos asuntos espirituales. Es posible que ustedes consideren que todos esos elementos constituyan la vida del Cuerpo, pero eso no es la vida del Cuerpo. En realidad, esto es una especie de vida de iglesia en la cual no hay mucho de Cristo ni hay mucho del Cuerpo de Cristo. El Cuerpo de Cristo es simplemente el fruto de nuestra experiencia de Cristo; así pues, tiene que ser única e íntegramente Cristo. Miren la Palabra en su totalidad y aprendan a ser incomodados por el Señor referente a estos asuntos. Si leen la Biblia una y otra vez, podrán ver que todos estas cosas están reveladas allí; fueron reveladas hace más de mil novecientos años. Pablo completó esta revelación.
Ciertamente, después del ministerio de Pablo tenemos el ministerio remendador de Juan. Incluso el ministerio de Juan también ha estado ahí por más de mil novecientos años. Queridos santos, ¿no se han sentido incómodos, molestos y cargados al ver la situación actual? ¿Dónde se vive a Cristo? ¿En la iglesia ortodoxa? ¿En la iglesia Católica? ¿En las denominaciones protestantes? ¿En los pequeños grupos libres? ¿En los cristianos buscadores individuales? ¿Qué tal entre nosotros? Debemos admitir que Cristo no es expresado mucho entre nosotros. Si usted y yo fuéramos el Señor y viésemos esta situación, ciertamente estaríamos muy decepcionados. ¿Dónde puede usted encontrar un grupo de cristianos que realmente expresen a Cristo, y dónde realmente sean el Cuerpo de Cristo, como el resultado de su vida diaria? Si tenemos tal visión, nos sentiremos perturbados. Mateo 5:3 dice: “Bienaventurados los pobres en espíritu”. El versículo 4 continúa diciendo: “Bienaventurados los que lloran”. Ahora podemos ver por qué el llanto le sigue al hecho de ser pobres en espíritu. Cuando nosotros seamos pobres en espíritu, ciertamente tendremos una visión con respecto a la economía de Dios. Entonces, ¿estaremos gozosos? La situación no nos permitirá estar gozosos. Si hemos visto la visión de la economía de Dios, ciertamente lloraremos día y noche. Nosotros lloraríamos día y noche porque la situación es muy triste.
¿Dónde está lo que Dios anhela, y qué es lo que Él está buscando? ¡Cristo y la iglesia! Dios no está buscando doctrina ni teología; lo que Él anhela tener es que el verdadero Cristo sea expresado en nuestra vida diaria y que esta clase de vivir tenga como fruto el Cuerpo de Cristo. Si ustedes ven esto, se sentirán perturbados, molestos, cargados y preocupados. Parece que no hay solución alguna para este problema. Por casi dos mil años el Señor no ha podido avanzar en esto. Aun con nosotros los que estamos en el recobro del Señor, Él no ha tenido una vía libre. Muchos de nosotros hemos estado aquí en el recobro del Señor por más de diez años. ¿Dónde estamos hoy? Tal vez consideren que esta palabra es decepcionante. En realidad, toda la situación es decepcionante. Hoy los cristianos, incluso nosotros, somos tan pobres. En el nombre de Jesucristo hablamos de tantas cosas, incluso hablamos de la Biblia y asuntos espirituales; pero, ¿cuánto de Cristo hay en nuestra vida diaria? Y ¿ cuánto fruto hay que sea propio de Cristo, esto es, Su Cuerpo? Todos debemos admitir que no hay mucho de estos dos elementos.
Es por eso que necesitamos recibir este Entrenamiento de perfeccionamiento. Por supuesto, esto no es una reunión de la iglesia, sino una reunión donde podemos ver la compleción de la revelación de Dios, esto es, donde de manera real y práctica podamos ver a Cristo y lo que procede de Cristo, que es la iglesia. Este entrenamiento nos ayuda a que todos nos demos cuenta de que tenemos una gran escasez. Algo nos falta de manera crucial, esto es Cristo y el Cuerpo de Cristo. Todos debemos humillarnos. El enemigo es tan sutil que levanta éste problema o aquel para hacernos hablar sobre ello. Él tratará de atraer nuestra atención a este asunto o distraer nuestra atención a aquel otro asunto, siempre y cuando pueda mantenernos ocupados con cualquier otra cosa que no sea Cristo y el Cuerpo de Cristo. Necesitamos ofrecer muchas oraciones humildes. Es necesario que oremos: “Señor, así como Tú me has abierto Tu palabra y has abierto mis ojos para que vea Tu palabra, necesito de Tu misericordia y de Tu gracia para ser introducido en esta realidad. Necesito vivir a Cristo para que tenga como fruto el Cuerpo. Necesito de tal realidad. Señor, me darás la gracia de olvidarme de todo lo demás. Quiero olvidarme de todos los problemas, y que no me importe otra cosa que no sea Cristo y lo que procede de Cristo, esto es, el Cuerpo”. Es necesario que hagamos tal oración, una oración desesperada. Si no sienten tal anhelo urgente en su ser interior, estas reuniones simplemente los decepcionarán una y otra vez.
Consideremos nuestra verdadera situación. Conozco nuestra verdadera situación, porque la he aprendido por experiencia propia. La intención de Dios es forjar a Cristo en nosotros. Estamos tan familiarizados con esta palabra, pero ¿cuánto de Cristo está verdadera y prácticamente en nuestro diario vivir? ¡Nosotros debemos verificar esto! Por más de cuarenta años yo he ministrado a las personas que Cristo es nuestra vida y que Cristo debe ser nuestra vida, y que la intención de Dios es forjar a Cristo en nosotros como nuestro todo. Pero aun ahora, cada vez que voy a verificar ante el Señor con respecto a cuánto de Cristo hay en mi diario vivir, debo admitir que no estoy satisfecho. Debo admitir que no hay mucho Cristo. Por Su misericordia puedo jactarme de que no amo al mundo y no me involucro en el pecado. No puedo negar que verdaderamente amo al Señor y que vivo una vida piadosa. Pero, aun así, siempre que examino mi verdadera situación ante el Señor con respecto a cuánto de Cristo hay en mi vida diaria, ni una vez ha tenido un resultado satisfactorio. Después de hacer tal revisión, siempre debo confesar y me pongo a orar con lágrimas. Incluso el día de hoy tengo que pedir perdón. Cristo no se ha expresado muy adecuadamente en mi vivir diario. Aquí tengo una gran escasez. Casi todos los días esto me ha perturbado.
Debo decirles que todo el entorno, así como la oposición y el hacerles frente, no me molestan tanto. Pero una cosa me perturba mucho: la falta de Cristo en mi vida diaria. No quiero decir que en mi vida diaria no haya nada de Cristo. Sí, tengo a Cristo, pero no mucho. De las quince horas que estamos despiertos, ¿cuántas horas de Cristo hay en nuestro diario vivir? ¿Cuántas horas o cuántos minutos hemos vivido a Cristo? Yo creo que deben admitir que un noventa por ciento del tiempo ustedes no viven a Cristo. Ustedes se viven a sí mismos. No solamente ustedes hermanas se viven a sí mismas cuando están cocinando, sino también se viven a ustedes mismas cuando están hablando con las personas sobre la Biblia. Aun cuando hablan acerca de la vida de iglesia, ustedes se viven a sí mismas. Algunas veces aun cuando oran, se viven a sí mismas. Sólo en el momento en que oran hasta hallarse en el espíritu y oran desde su espíritu, es que ustedes no se viven a sí mismas. En ese momento ustedes viven a Cristo. Si ustedes vienen a hospedarse conmigo, no me encontrarán muchas faltas; pero yo estoy muy preocupado por mi escasez de Cristo. Todos debemos ver nuestra verdadera situación. ¿Cuánto realmente nos ha ganado Cristo? No pregunto cuánto Él los ha ganado al alejarlos del mundo o del pecado o del yo, sino ¿cuánto Él los ha ganado en términos de vivirlo a Él? Muchos de ustedes han estado con el Señor por años, pero si examinan su vida diaria de esta manera, descubrirán que no tienen mucho de Cristo.
Además, tenemos muchas reuniones, hasta cinco veces por semana. Pero ¿cuán real y práctico es el Cuerpo de Cristo en todas ellas? Todos debemos admitir y comprender que no es mucho. Aun cuando en las casas de hermanos o en las casas de hermanas probablemente no hay chismes, tampoco hay mucho de Cristo. Es por eso que yo estoy preocupado. Este es el recobro del Señor, pero ¿cuánto Cristo puede ver el Señor aquí en Su recobro? Y ¿cuánto de la vida del Cuerpo puede el Señor ver? Es difícil responder. Aun si fuésemos perfectos en nuestro vivir humano, ¿qué significado tiene si Cristo no está allí? ¿Usted piensa que Dios estaría satisfecho con que llevásemos un vivir humano perfecto en el cual Cristo está ausente o hay muy poco de Él? ¡Ciertamente no!
En ningún otro libro de la Biblia el escritor se muestra tan serio como lo hace Pablo en estos cuatro libros: Gálatas, Efesios, Filipenses y Colosenses. Cuando usted lee el libro de Filipenses, en particular se dará cuenta de que Pablo era serio. En ese libro él fue muy cortante e incluso descortés. Es más, usó el término perros; “guardaos de los perros” (Fil. 3:2). Yo no creo que ningún buen escritor, refinado o cortés, escribiría un libro usando este término. Si la palabra perros no estuviese escrito en la Biblia y yo lo hubiera utilizado, ciertamente las personas dirían que vengo de un país de bárbaros. Pablo también utilizó la palabra que se tradujo “mutiladores”, la cual en cuanto al lenguaje, es aún peor que la traducida “perros” (v. 2). Mutilar significa cortarse a uno mismo o mutilarse una parte del cuerpo de manera insensata. Los judaizantes consideraban la circuncisión como su gloria, pero Pablo utilizó una palabra que significa mutilación. Significa que uno se corta a sí mismo imprudentemente volviéndose desagradable. Si usted se corta su nariz, eso no es circuncisión; eso es mutilación. Pablo fue descortés porque él estaba desesperado debido a la escasez que había de Cristo. Porque él estaba desesperado, él utilizó otros términos tales como teniendo este único pensamiento (2:2). Ningún otro libro ha sido escrito con tal sentido de desesperación. Esta clase de aspiración desesperada representa el deseo de Dios. Dios está desesperado. Miren la situación. No sólo en el primer siglo sino también en el siglo XX, ¿dónde está Cristo? ¿Cuánto de Cristo puede ver Dios en Sus escogidos? ¡No mucho!
En nuestro estudio-vida de Apocalipsis 2 y 3, les hice ver que el judaísmo es satánico, el catolicismo es demoníaco y el protestantismo no tiene a Cristo. Algunos quizás se hayan ofendido por esto, pero éste no es mi hablar; es el estudio sobre Apocalipsis 2 y 3. Apocalipsis 3 nos muestra que Cristo está afuera de la puerta de Laodicea. Esto significa que ellos no tenían a Cristo. Quizás consideremos que otros son Laodicea, pero deben percatarse de que nosotros mismos también podemos estar en Laodicea. ¿Por qué? Porque Cristo no está tan presente en nuestra vida diaria. Así que, debemos condenarnos a nosotros mismos, debido a que nuestra vida diaria de alguna manera carece de Cristo. En realidad Cristo no está tan presente en nuestra vida diaria. Es por eso que he estado tan preocupado. Me preocupa ver cuán poco del elemento de Cristo hay en nuestra vida diaria práctica. Aún más, la vida de iglesia, la vida del Cuerpo, es deficiente. No tenemos mucho de lo que es la vida del Cuerpo en nuestra vida diaria.
Por varios meses he estado practicando una sola cosa: vivir a Cristo. Durante este tiempo he tenido que confesar varias veces al día. Después de cierto tiempo confesaba de nuevo y oraba: “Señor, perdóname. Durante este período de tiempo yo no te he vivido”. No había hecho nada equivocado ni nada malo. No había ofendido a nadie. Pero de manera habitual, espontánea e inconsciente yo vivía por mí mismo. Después de levantarme por la mañana, solía tener un buen tiempo con el Señor; pero inmediatamente después habitual e inconscientemente vivía por mí mismo. No percibía ninguna advertencia o recordatorio. Cuando pierdo la calma, de inmediato surge una advertencia en mi interior. Pero cuando no hago nada malo y todo está bien, simplemente vivo por mí mismo de forma habitual. Mas no percibo ninguna advertencia, condenación o recordatorio hasta después de dos o tres horas. Entonces me doy cuenta de ello y oro: “Oh, Señor, perdóname; nuevamente no estoy viviendo a Cristo”. Puesto que estoy acostumbrado a ello, no preciso de ningún ejercicio o intención para vivir de esta manera de forma habitual, espontánea e inconsciente. Simplemente vivo por mí mismo; yo no vivo a Cristo. Hoy el Señor está buscando a un grupo de personas que le vivan a Él de manera real y práctica. Éste no es un asunto insignificante, y no es nada trivial que Pablo dijese: “Para mí el vivir es Cristo” (Fil. 1:21) Pablo tuvo la osadía de declarar esto, pero yo no tengo tal atrevimiento. Debo admitir que, hasta cierta medida, para mí el vivir no es Cristo. Para mí el vivir es principalmente yo mismo. Yo no vivo un yo pecador, un yo mundano, un yo derrotado, un yo que pierde la paciencia; sin embargo, no vivo mucho a Cristo.
Entre los cristianos hoy no se habla mucho con respecto a vivir a Cristo; difícilmente se escucha un mensaje sobre este asunto. Los cristianos carismáticos hablan sobre el hablar en lenguas, sanidades, alargamiento de las piernas u otras cosas; pero difícilmente se puede escuchar un mensaje acerca de vivir a Cristo. Difícilmente se escuchará un mensaje afirmando lo dicho en Gálatas 2:20, de que ya no vivo yo sino Cristo. La gente no tiene este tipo de vivir. Aunque yo mismo he estado hablando de esto por años y años, no había notado que hay una gran carencia de Cristo en la vida diaria de los santos. Pero durante los años pasados, mi propia situación me ha preocupado seriamente, porque cuando examino mi vivir en cada sección del día, descubro que no hay mucho de Cristo. En el pasado la mayoría de mis confesiones se basaban en los errores que había cometido, pero ahora, en su mayor parte, lo que confieso es mi carencia de Cristo. Como no había hecho nada malo durante el día, al terminar el día, cuando me disponía a dormir, no tenía nada de que arrepentirme. Pero aunque no hubiere hecho nada malo, me arrepentía profundamente y me molestaba, porque no había vivido mucho a Cristo en mi vida diaria. Por el lado negativo, no había caído en el pecado, ni en la mundanalidad ni en el yo ni en el enojo; pero, por el lado positivo, no había mucho de Cristo. Lo que Dios desea ver no es una vida carente de todo lo negativo, sino una vida que esté llena de Cristo. Eso nos falta.