
Lectura bíblica: Ro. 8:7-14, 23
Oración: Te necesitamos desesperadamente. Oh, límpianos con Tu sangre preciosa. Señor, confiamos en Tu unción. Señor, nuevamente ábrenos Tu Palabra. Nos gusta entrar en las profundidades de Tu Palabra. Señor, sé con cada uno de los que nos ayudan. Señor, unge cada parte de esta reunión. Especialmente, Señor, unge todos los testimonios. Gracias. Amén.
Romanos 8:7 dice: “Por cuanto la mente puesta en la carne es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede”. Por supuesto, nos damos cuenta de que esta porción de la Palabra no es un hablar humano ordinario y común, ni es solamente una palabra humana; pues ninguna mente humana podría hablar o escribir tal palabra. No son muchos los traductores que han interpretado este versículo de esta manera. Este hablar, o expresión, es completamente ajeno a la mentalidad humana. Podemos entender lo que es la mente, pero ¿qué significa poner la mente en la carne? Para esto, debemos descubrir qué cosa es la carne. La carne debe referirse a algo sólido, porque se puede poner algo encima de ella. Usted puede poner su mente en ella. No es simplemente el aire, y no es algo vano o vacío, por que puede sostener algo.
El versículo 7 dice: “La mente puesta en la carne es enemistad contra Dios”. Sabemos muy poco acerca de la enemistad porque hemos nacido en ella. Este versículo continúa diciendo: “Porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede”. Esto significa que no tiene la intención o el deseo o la voluntad de estar sujeto a la ley de Dios. Aun si la tuviera, no podría. El punto que nos es difícil de entender en este versículo, es qué cosa es la carne. Necesitamos ver que la carne en el versículo 7 es lo mismo que los hábitos del cuerpo en el versículo 13. Cuando nuestro cuerpo realiza cierta actividad, cuando se mueve y actúa, esa actividad del cuerpo es la carne. Esto lo comprueba el versículo 13, el cual muestra que la carne es sinónimo de los hábitos del cuerpo.
Cuando nuestro cuerpo actúa y se mueve sin el Espíritu de Dios, eso es la carne. Hoy todo el linaje humano, ya sean caballeros o ladrones de bancos, ya sean morales o inmorales, en tanto ellos realicen una actividad y actúen, se conduzcan y se muevan, ellos son carne. Todo el linaje humano es carne, porque ellos actúan sin el Espíritu. Ellos se mueven sin el Espíritu. Algunas veces ellos realizan las mejores actividades, y a veces practican las peores, pero en tanto ellos actúen según su cuerpo, ese cuerpo que practica tales cosas es la carne.
Aun si yo le sirvo una taza de té en mi hogar, y la sirvo por mí mismo, sin el Espíritu, esto es la carne. Algunas versiones de la Biblia traducen los hábitos del cuerpo como las acciones malignas del cuerpo. Y es así como muchos cristianos entienden Romanos 8:13; ellos piensan que los hábitos del cuerpo son las obras pecaminosas y los actos pecaminosos del cuerpo. Puesto que dedicarse a los juegos ilegales, a la bebida, a robar y golpear a otros son cosas pecaminosas, uno debe hacerlas morir; pero amar a los demás y servirles una taza de té no son actos pecaminosos. Esto sería considerado maravilloso debido a que esto es amar a los demás. Pero Pablo no utiliza el término obras pecaminosas; más bien él utiliza el término hábitos.
El siguiente versículo lee: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (v. 14). No se trata de ser o no ser pecaminoso, ni de ser moral o inmoral. A Dios le interesa una sola cosa: ¿se está comportando usted como Su hijo? Cuando usted sirve té a las personas, ¿les está sirviendo el té como un hijo de Dios? Si su cuerpo, que está lleno de hábitos, es la carne o no, no depende de que sus hábitos sean malignos o de su buena conducta. Todo depende de si usted está actuando por el Espíritu de Dios como corresponde a un hijo de Dios o si simplemente está actuando por sí mismo como corresponde a un ser humano ordinario y caído. Siempre que nuestro cuerpo actúa sin el Espíritu o está apartado del Espíritu, eso es la carne. Cuando nuestro cuerpo muere y es puesto en un ataúd, eso ciertamente no es la carne. Ése es un cuerpo muerto. La carne es simplemente el cuerpo en actividad. El cuerpo que actúa es la carne. Debemos notar que en este punto la luz es muy intensa. Si no respiramos por el Espíritu, aun el cuerpo que respira es la carne. ¿Qué significa poner la mente en la carne? Significa poner nuestros pensamientos en el cuerpo que actúa. Cuando nuestro cuerpo está activo, y ponemos la mente en este cuerpo que actúa, esto es, ponemos nuestros pensamientos, centramos nuestros pensamientos, en este cuerpo que actúa, esto es poner la mente en la carne. Y esto es enemistad contra Dios.
En el último mensaje vimos que nuestro cuerpo debe ser para el Cuerpo de Cristo, y que sólo podemos presentar al Señor un cuerpo que está libre de hábitos. Una vez que hemos dado muerte a los hábitos de nuestro cuerpo, nuestro cuerpo está libre para que nosotros lo presentemos al Señor. Sólo debemos presentar tal cuerpo liberado, un cuerpo desempleado, al Señor. Entonces Su Cuerpo será real para nosotros. Nuestro cuerpo es para el Cuerpo del Señor. Pero primero nuestro cuerpo debe ser liberado de todos sus hábitos. Y sólo puede ser liberado por el Espíritu. El Espíritu tiene que hacer morir cada uno de los hábitos de nuestro cuerpo. Cuando no se le ha dado muerte a nuestro cuerpo con todos sus hábitos, dichos hábitos hacen que nuestro cuerpo sea la carne. Pero cuando los hábitos del cuerpo han sido puestos a muerte, el cuerpo es simplemente el cuerpo. Entonces es bueno para presentarlo a Dios para el Cuerpo de Cristo. Pero si nuestro cuerpo practica algo aparte del Espíritu, eso hace que nuestro cuerpo sea la carne. En términos prácticos, la carne es el cuerpo lleno de hábitos. Algunos han dicho que la carne es algo carnal, que está relacionado con la carnalidad. Incluso la versión King James al traducir este versículo dice: “Porque pensar de manera carnal es muerte” (Ro. 8:6). Este tipo de traducción y entendimiento hace que nos perdamos en un bosque tupido. Casi nadie puede decirle que es lo que significa pensar de manera carnal. Creo que la mayoría sólo hemos dado por sentado el significado de la palabra carne. Nunca hemos investigado, nunca hemos revisado, nunca hemos hecho preguntas al respecto.
Ahora necesitamos leer el versículo 8: “Los que están en la carne no pueden agradar a Dios”. Ahora sabemos cómo debemos interpretar este versículo. Estar en la carne es permanecer en el cuerpo activo. Si permanecemos en nuestro cuerpo que actúa, esto es estar en la carne y esto nos hace incapaces de complacer a Dios.
Leamos el versículo 9: “Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él”. Éste es un versículo muy difícil de entender. Hay cuatro puntos que debemos aclarar; de otra manera, no se podría entender este versículo. Primero, usted no está en la carne, sino en el espíritu. No darse cuenta de que tenemos un espíritu humano es la debilidad más grande. Éste es un defecto que tienen la mayoría de los cristianos. No son muchos los cristianos que se dan cuenta de que ellos tienen un espíritu. Así que, ante todo, debemos entender que tenemos un espíritu humano. La frase mas vosotros no estáis en la carne, significa que no permanecemos en el cuerpo con sus hábitos, el cuerpo que actúa. Más bien, permanecemos en nuestro espíritu. Ésta no sólo es una palabra profunda, sino también una palabra de mucho peso. Cuando usted sirve a la gente una taza de té, ¿está usted en su espíritu? Si no está en su espíritu está en su carne. ¡Esto reviste gran seriedad! Quizás hemos leído dichas palabras en la Biblia y las hayamos dado por sentado. No las investigamos. Esta palabra significa que usted debe permanecer en su espíritu todo el tiempo. Si no es así, de inmediato usted está en su carne. Aun si sirve una taza de té, debe hacerlo en su espíritu. Debe ser una persona que permanece en el espíritu. Este versículo no significa que cuando usted llega a ser un creyente ya no está más en la carne sino en el espíritu. ¡No! Muchos creyentes genuinos están completamente en la carne; ellos no están ni una sola pulgada en el espíritu. Ni siquiera saben que tienen un espíritu. Ellos no sólo no están en el espíritu cuando se expresan con palabras desagradables en su vida matrimonial, sino incluso cuando hablan sobre asuntos de la Biblia no están en el espíritu. Al contrario, ellos están en la carne, o sea, en su cuerpo que actúa.
Segundo, la siguiente parte del versículo dice: “Si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros”. La palabra morar es diferente de la palabra permanecer. Permanecer es una expresión muy ligera; no tiene tanto peso. La palabra morar tiene como raíz la palabra casa. Podemos decir que ésta es la forma verbal del sustantivo, y se puede traducir como habitar en alguien. En Efesios 3:17 la misma raíz de esta palabra se tradujo “haga Su hogar”. Habitar en alguien significa hacer un hogar para uno mismo. Así pues, morar no es simplemente permanecer. Si yo me alojo en su casa como un huésped, puedo permanecer ahí, pero no estoy morando ahí. No estoy haciendo mi hogar ahí porque esa no es mi casa. Ésta es una palabra enfática. Las palabras si es que, indican que uno puede tener el Espíritu de Dios, pero Él no está morando en nosotros. Él está en nuestro ser, pero Él no está haciendo Su hogar en nuestro ser. Muchas veces, aunque tenemos el Espíritu dentro de nosotros, el Espíritu no reside en nosotros ni hace Su hogar en nuestro interior. Hacemos de nuestro cuerpo nuestro hogar, y hacemos del Espíritu en nuestro interior nuestro huésped. Hay una gran diferencia entre alojarse en una casa y residir en una casa. Cuando en verdad tiene el Espíritu de Dios residiendo en usted, haciendo Su hogar en usted, entonces está en el espíritu y no en la carne.
La última parte de este versículo dice: “Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él”. Ser de Cristo es una cosa y tener el Espíritu residiendo en usted es otra cosa.
Finalmente, hay un punto escondido en este versículo. Este versículo nos muestra tres tipos de personas. El primer tipo de persona es una persona que no es salva. Esto está implícito en la última oración: “Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él”. Este “alguno” se refiere a un incrédulo, a uno que no es salvo. Luego en la primera oración vemos dos tipos de personas. Una es salva, pero sólo tiene el Espíritu de Dios; no tiene el Espíritu de Dios residiendo en ella. Ella es una persona salva, pero no está en el espíritu. Luego vemos un tercer tipo, esto es, una persona salva quien también está en el espíritu, que tiene el Espíritu de Dios residiendo en ella. Si Cristo no está en usted, usted es el primer tipo de persona, es un incrédulo, uno que no es salvo. El versículo 10 se refiere al segundo tipo de persona, porque aunque su espíritu está vivo, su cuerpo sigue muerto. Ella sólo tiene la vida divina en su espíritu, mas no en su cuerpo. Pero el tercer tipo de persona también ha sido vivificado en su cuerpo. Entre los versículos 10 y 11 está la palabra y, la cual nos da un contraste. “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo vivificará también vuestros cuerpos mortales por Su Espíritu que mora en vosotros” (Ro. 8:11). Esto significa que el tercer tipo de persona también tiene vida en su cuerpo mortal. Algunos han utilizado este versículo cuando hablan de la sanidad divina. Sin embargo, he visto algunas personas muy espirituales quienes eran personas del tercer tipo, pero que estaban enfermas en su cuerpo físico. Aun así, al mismo tiempo el Espíritu de Dios quien levantó a Cristo de entre los muertos estaba dándoles vida. En el ámbito físico ellos estaban enfermos, pero en un sentido espiritual sus cuerpos estaban muy vivientes.
Hemos sido salvos y tenemos a Cristo en nuestro espíritu, lo cual hace que nuestro espíritu sea vida; pero nuestro cuerpo permanece muerto. ¿Por qué? Porque la vida divina aún no ha saturado nuestro cuerpo. La vida divina permanece en nuestro espíritu y no se ha propagado hasta saturar nuestro cuerpo. Pero luego el versículo 11 indica que el Dios del Espíritu de resurrección, Él mismo dará vida a nuestro cuerpo mortal por el Espíritu de resurrección. Aunque un hermano esté enfermo, él puede tener el Espíritu de Dios, incluso residiendo en todo su cuerpo y en todo su ser. Cuando usted tiene contacto con él, se da cuenta de que la vida divina está saturando su cuerpo mortal. Por consiguiente, el cuerpo de este hermano ya no es la carne, porque todos los hábitos de su cuerpo han sido puestos a muerte.
No estoy diciendo que aplicar Romanos 8:11 a la sanidad divina esté incorrecto, sino que aplicarlo primeramente a la sanidad divina está equivocado. Debe ser segundo. Cuando permitamos que el Espíritu de Dios haga Su hogar en todo nuestro ser, la vida divina saturará nuestro cuerpo, haciendo que nuestro cuerpo sea un cuerpo espiritual y deje de ser carne. Si éste es el caso, dicha condición nos traerá sanidad. Suponga que usted está enfermo y le pide al Señor que lo sane. El Señor quizás le diga que Él no puede sanarlo porque su cuerpo aún está muy activo. Aunque su cuerpo está enfermo, está tan activo y apartado del Espíritu que no permite que el Espíritu que habita en usted lo sature. Usted debe hacer morir los hábitos de su cuerpo enfermo. Si hace morir todos los hábitos de su cuerpo, entonces el Señor saturará su cuerpo con Su vida divina. Eso le traerá sanidad, pero eso primero lo hará espiritual y luego lo sanará. Si usted está en serio con el Señor y desea que Él lo sane, usted debe hacer morir todos los hábitos de su cuerpo. Aunque su cuerpo puede estar enfermo, al mismo tiempo es una carne fuerte. Su cuerpo se mantiene muy activo en su enfermedad.
El hecho de que poseamos la vida divina en nuestro espíritu es una cosa; y el que la vida divina se extienda a nuestro cuerpo es otra. Éstas son dos etapas. La vida divina que está en usted lo hace una persona salva, un creyente. Pero no es hasta que la vida divina que está en su espíritu se extienda a su cuerpo, saturando su cuerpo con la vida divina, que usted llegará a ser no solamente un creyente salvo, sino también uno saturado con Dios. Una persona así, con un cuerpo liberado, desempleado, es la que puede presentar su cuerpo a Dios para el Cuerpo de Cristo.
El versículo 12 dice: “Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne”. No somos deudores al cuerpo que actúa, para vivir de acuerdo a sus actividades. Si usted vive según la carne, esto es, conforme al cuerpo que actúa, usted está a punto de morir. Pero si por el Espíritu usted hace morir los hábitos del cuerpo, usted vivirá. “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (v. 14). Estos versículos nos muestran lo que significa ser guiados por el Espíritu. Significa poner nuestra mente en el espíritu y por el Espíritu hacer morir los hábitos del cuerpo que está tan activo. Entonces somos verdaderamente los hijos de Dios. En otras palabras, el versículo 14 no se refiere a que el Espíritu nos guía para que vayamos a la tienda o volemos a Nueva York o nos dediquemos al campo misionero o para decirnos con quién nos vamos a casar. Más bien, significa que cada minuto del día debemos poner la mente en el espíritu y matar, hacer morir, cada actividad y cada práctica de nuestro cuerpo, por medio del Espíritu de Dios. Ser guiado por el Espíritu es poner la mente en el espíritu para matar todos los hábitos del cuerpo. Y esto es vivir la vida de un hijo de Dios. ¿Cómo puede probarle a la gente que usted es un hijo de Dios? Poniendo su mente en el espíritu y haciendo morir todas las actividades de su cuerpo. Aun si usted sirve una taza de té a alguien, no lo hace sin el Espíritu, sino por medio del Espíritu.
Mi carga es señalarles que hasta que ustedes vivan de esta manera —poniendo su mente en el espíritu y haciendo morir todas las actividades de su cuerpo— ustedes no son las personas adecuadas para el Cuerpo de Cristo. Es al llegar a este punto en que realmente seremos personas espirituales. No seremos solamente espirituales en nuestro espíritu y espirituales en nuestra mente, sino que también seremos espirituales en nuestro cuerpo. Seremos una persona totalmente espiritual. Entonces seremos la persona adecuada que entiende por experiencia la vida del Cuerpo de Cristo.