
Lectura bíblica: Ro. 12:1; Hch. 20:34; 18:3; 1 Co. 9:6-15; Fil. 4:13-19; 1 Ti. 5:17
Este asunto de servir a tiempo completo ha sido mal entendido por siglos. El pensamiento predominante en el cristianismo es que ser un predicador o un pastor es una especie de profesión. Uno tiene que ser contratado para ello, y las personas pueden pagarle un salario o despedirlo. Sin embargo, conforme al Nuevo Testamento, ser una persona que sirve a tiempo completo no debiera ser equivalente a optar por una especie de profesión.
Romanos 12:1 dice: “Así que, hermanos, os exhorto por las compasiones de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro servicio racional”. En realidad, presentar nuestros cuerpos a Dios equivale a servirle a tiempo completo. Si uno no sirve a tiempo completo, ¿cómo puede uno presentar su cuerpo a Dios en sacrificio vivo? Todo nuestro ser habita en nuestro cuerpo, el cual, a su vez, está limitado por el tiempo que tenemos. Por tanto, el cuerpo es el centro de nuestro ser así como el centro de nuestro tiempo. Nuestro ser constituye lo que somos, y el tiempo, la esfera en la que existimos. Podemos cambiar de domicilio, pero no podemos salir del tiempo. Siempre permanecemos en el tiempo. Presentar uno su cuerpo a Dios significa entregarse a Él. Esto es servir a tiempo completo. Todos los cristianos debemos servirle a tiempo completo y debemos entregarnos a Él. Solamente nos entregamos a Dios nuestro Salvador y a nada más.
Consideren a aquellos aproximadamente ocho mil santos en Jerusalén que fueron esparcidos. En Hechos 8:1 dice que aparte de los apóstoles, todos los discípulos fueron esparcidos. Estos discípulos salieron a otras partes. ¿No eran ellos servidores a tiempo completo? Ellos fueron esparcidos no para realizar un trabajo, sino que Hechos nos dice que ellos fueron esparcidos para propagar las buenas nuevas (8:4). Tengo entendido que eran aproximadamente ocho mil. Un día tres mil de ellos habían sido salvos (2:41), y otro día cinco mil fueron salvos (4:4). Todos ellos fueron esparcidos para predicar el evangelio. ¿Qué eran ellos? Todos ellos eran servidores a tiempo completo. Ellos fueron esparcidos por toda Judea y también llegaron a Samaria. Aquello cumplió lo dicho por el Señor en Hechos 1:8: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y seréis Mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Esto no se llevó a cabo mediante predicadores o apóstoles, sino mediante los servidores a tiempo completo que fueron esparcidos.
El cristianismo considera que Pablo era un predicador, pero Hechos 18:3 dice que su oficio era hacer tiendas. Pablo decidió permanecer con sus colaboradores, Priscila y Aquila, debido a que ellos tenían el mismo oficio. Probablemente ellos confeccionaban tiendas juntos. Pablo no solamente ganaba dinero para sustentarse a sí mismo, sino que también ganaba dinero para sustentar a sus colaboradores (20:34).
En 1 Corintios 9:14 dice que quienes predican el evangelio también deben vivir del evangelio. Hace cincuenta años en Chifú, comenzamos a practicar la vida de iglesia sin tener un predicador contratado. Un amigo mío que pertenecía a una generación más vieja que la mía y que era una persona con mucha educación, arguyó al respecto diciendo: “¿Qué hay de malo en que una persona reciba un salario para ser predicador? La Biblia dice que todo aquel que predica el evangelio, también viva del evangelio”. Aparentemente, él tenía razón. Pero Pablo no dice que el predicador del evangelio sea pagado por alguna otra persona; más bien, dice que él vive del evangelio. Sin embargo, debido a que nadie sostenía a Pablo, él tenía que hacer tiendas. La iglesia en Corinto, a quien él servía, pensaba que él se aprovechaba de ellos, que era una persona astuta (2 Co. 12:16 y la nota 2). Por tanto, él no hizo usó de su derecho a vivir del evangelio en su relación con los santos en Corinto. Él predicó el evangelio, pero, aun así, se sustentaba confeccionando tiendas.
Pablo nos dio diversas ilustraciones con respecto a su derecho a vivir del evangelio. Él comparó su ministerio apostólico al que desempeña un soldado, un labrador, un pastor, un buey que trilla en el campo y un sacerdote que sirve a Dios al ofrecer sacrificios en representación del pueblo (1 Co. 9:7-15). Él se valió de todas estas diversas ilustraciones para vindicarse a sí mismo, demostrando que él tenía derecho a vivir del evangelio. Pero debido a que las condiciones en Corinto eran inapropiadas, él decidió no hacer uso de tal derecho.
Otro aspecto relacionado con ser una persona que sirve a tiempo completo es mostrado en Filipenses. En Filipenses 4:13 Pablo dice: “Todo lo puedo en Aquel que me reviste de poder”. Probablemente jamás hemos visto la relación que existe entre este versículo y el hecho de servir a tiempo completo. No es insignificante que alguien deje su trabajo para servir a tiempo completo. Jamás podríamos ser tal clase de persona por nosotros mismos. Filipenses 4:13 está relacionado con el hecho de que Pablo era tal clase de persona, uno que servía a tiempo completo. Nadie puede realizar esto a excepción de aquellos que lo hacen en Aquel que los reviste de poder. Todos necesitamos tal Cristo. Si ustedes están considerando la posibilidad de servir a tiempo completo, tienen que darse cuenta de que esto es posible únicamente si lo hacen en el Cristo que los reviste de poder. No piensen: “Bueno, tal vez pueda hacerlo porque en mi localidad la iglesia tiene más de ciento cincuenta personas. Ciertamente ellos pueden sustentarme”. Pensar de este modo es incorrecto. Esto sería lo mismo que ser contratado por su iglesia. Ustedes no deberían considerar este asunto de tal manera. Cuando todos esos miles de santos esparcidos salieron de Jerusalén y fueron a Samaria, ¿cómo habrían podido los samaritanos sustentar a tantos? ¿Cómo podrían todos ellos haber obtenido un empleo? ¿Quién los sustentó? Ellos tienen que haber vivido del evangelio. Ellos hicieron esto en Aquel que los revestía de poder.
El ejemplo más elevado de uno que sirve a tiempo completo fue el Señor Jesús. Hasta los treinta años de edad, Él se ganó el sustento como carpintero. En todos esos años Él tenía un empleo, pero después, a los treinta años de edad se dedicó a servir a Dios a tiempo completo. Nadie le pagaba un salario y nadie le contrató.
En el desierto, Él fue tentado por el diablo con respecto a la fuente de Su sustento (Mt. 4:1-4). El Espíritu le llevó a enfrentar esta tentación. Él no tuvo que enfrentar tal tentación debido a que hubiera hecho algo malo, como algunas veces sucede con nosotros. Muchas veces hemos sido tentados a causa de nuestros errores, pero el Señor Jesús fue llevado por el Espíritu a enfrentar tal tentación. Esta tentación fue una prueba para demostrar que Él era apto para ser el Rey del reino de los cielos.
El ayuno practicado por el Señor también respondió a la dirección del Espíritu, y Su ayuno le puso en posición de ser probado. Él no comió por cuarenta días y, entonces, tuvo hambre. Fue en ese momento que el diablo le tentó instándole a realizar un milagro para que las piedras se convirtieran en pan (v. 3), a fin de que demostrara que Él era el Hijo de Dios y que Dios verdaderamente estaba con Él. Pero el Señor Jesús se rehusó a hacer tal cosa.
Cuando ustedes sirvan a tiempo completo, a veces el Espíritu también los guiará a pasar hambre, poniéndolos en una situación en la que no tendrán nada de comer, nada que los sustente. En ese tiempo, serán tentados por el diablo quien les dirá: “Tú eres un siervo de Dios. Ciertamente puedes orar pidiendo que Dios haga algún milagro en beneficio tuyo”. El alimento siempre ha sido una trampa usada por el diablo para atrapar al hombre. El Señor Jesús, en términos humanos, era sustentado principalmente por Sus seguidores, principalmente mujeres. Estas mujeres no solamente lo sustentaban a Él, sino que además proveían sustento para Sus otros seguidores (Lc. 8:2-3). Pedro, Jacobo y Juan dejaron el oficio de pescar y se volvieron “locos” seguidores de Jesús. Ellos viajaban por todas partes, visitando las aldeas sin tener un lugar donde quedarse y sin tener la seguridad de obtener algo de comer.
A ellos simplemente les gustaba estar con esta Persona. El Señor era como un gran imán que los atraía hacia Sí mismo, cautivándolos con Su propia persona. El Señor les había dicho: “Las zorras tienen madrigueras, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar Su cabeza” (Mt. 8:20). Aunque Él no tenía un lugar de reposo, los discípulos simplemente querían estar con Él dondequiera que Él estuviera. La riqueza de ellos era simplemente estar con Él sin preocuparse por su propio sustento.
Los que dejan sus trabajos para servir a tiempo completo deben ser honestos con sus padres. Díganles que ustedes no saben de dónde vendrá su sustento. Díganles que su sentir es que el Señor quiere que ustedes le sirvan a tiempo completo, y que ustedes seguirán a Jesús y le servirán. Los esposos que han recibido el encargo de servir a tiempo completo también tienen que tener comunión con sus esposas con toda honestidad y no prometerles seguridad. Tales esposos no pueden asegurarles a sus esposas que les proveerán seguridad alguna. Todo lo que pueden hacer es pedirle que ella elija, junto a usted, servir a tiempo completo.
¿Le desilusionan estas palabras? Si es así, entonces deberían retornar a sus antiguos trabajos. Miles de personas recibieron ayuda de parte del Señor, fueron sanadas por Él y fueron salvas por Él; pero al final, únicamente ciento veinte permanecieron con Él. En aquel tiempo, el pueblo judío amenazaba continuamente a todos los seguidores de Jesús, pero estos ciento veinte no tuvieron temor a tales amenazas. Durante diez días no hicieron otra cosa que orar. Ustedes podrían preguntarse cómo es que ellos vivían, pero ellos simplemente vivían. La Biblia es un libro maravilloso. No nos dice cómo estas personas recibieron su sustento, cómo sobrevivieron; pero el hecho es que ellos sobrevivieron. ¿Todavía están dispuestos a tomar este camino? No hay promesa alguna de que alguien habrá de sustentarlos. Nadie les rogará que lo hagan ni tampoco los pondrá en una nómina de pagos. Simplemente háganlo en Aquel que los reviste de poder.
Cuando yo comencé a servir a tiempo completo, nadie me contrató. La iglesia era pequeña y no podía ofrecerme sustento alguno. De hecho, quienes sustentaban la iglesia éramos mayormente mi hermano y yo, pues nosotros éramos los únicos que recibíamos buenos salarios. Aquello ocurrió hace más de cincuenta años, cuando la situación financiera mundial era muy pobre. En aquel entonces, el nivel de vida era muy bajo, y era muy difícil ganar dinero. Un maestro de escuela secundaria sólo ganaba entre doce a quince dólares al mes, con lo cual bastaba apenas para sustentar a dos o tres personas. Era muy difícil para cada familia ahorrar algún dinero. Yo sabía esto, y los demás me recordaban que era principalmente yo y mi hermano quienes sustentábamos la iglesia. También hubo otras personas que me recordaban que si yo renunciaba a mi trabajo, necesitaría que otros me sustentaran. Algunas personas me dijeron: “Ahora eres tú quien sustenta la iglesia. ¿Cuando te conviertas en una persona que requiera de sustento, ¿quién te sustentará?”. Yo no sabía quién habría de proveerme el sustento, pero tomé la firme resolución de vivir de la manera más sencilla posible. Siempre y cuando pudiese sobrevivir, lo demás no me importaba. Esa era mi intención. Yo había recibido el encargo de renunciar a mi trabajo a fin de dedicarme solamente a predicar a Jesús.
En caso de que ustedes no reciban el sustento necesario, podrían “hacer tiendas”; tienen un buen ejemplo en el caso de Pablo. Quizás nosotros seamos personas que para los demás resultamos extrañas y peculiares, personas que son un misterio para los demás. Ellos dirán: “¿No es éste tu oficio?”. No, no lo es. Pablo confeccionaba tiendas e incluso tenía colaboradores, Priscila y Aquila, que ejercían el mismo oficio. La iglesia en Roma (Ro. 16:5) y en Éfeso (1 Co. 16:19; cfr. Hch. 18:18-19, 26) se reunía en casa de ellos. Ellos estaban absolutamente dedicados a los intereses del Señor; aun así, ellos todavía hacían tiendas.
Otro versículo que nos habla sobre servir a tiempo completo es 1 Timoteo 5:17: “Los ancianos que presiden bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en la predicación y en la enseñanza”. “Doble honor” quiere decir que ellos requerían de doble sustento. Es necesario sustentarlos, pero ello no quiere decir que tenga que pagárseles. No existe una sola palabra en el Nuevo Testamento, ni siquiera el menor indicio, que nos diga que la iglesia pagaba a alguien para que fuese su predicador o su anciano. Aun así, Pablo nos dijo que había ancianos que se dedicaban a servir a tiempo completo y que necesitaban que otros los sustentasen.
La última parte de este versículo dice: “Mayormente los que trabajan en la predicación y en la enseñanza”. Preparar mensajes para todas las reuniones ciertamente requiere de la dedicación a tiempo completo de un anciano. Si ustedes todavía tienen un empleo, no podrán laborar tan bien en su tiempo libre, después de las horas de oficina o durante los fines de semana. Necesitan servir a tiempo completo con miras a laborar en la Palabra. Pablo dice que aquellos que trabajan en la predicación y enseñanza de la palabra son dignos de más que doble honor. Aquellos que presiden bien son dignos de doble honor, y los que trabajan en la predicación y enseñanza de la palabra son dignos de más que doble honor. No debieran considerar servir a tiempo completo como una profesión. No se consideren predicadores a quienes la iglesia tiene que pagar. Simplemente consideren seguir este camino al ser guiados por el Señor.
En principio, debemos comprender que toda persona salva debe servir a tiempo completo. Ésta es la razón por la cual Pablo tiene la base para exhortarnos a que presentemos nuestros cuerpos a Dios. Toda persona salva tiene que ser un servidor a tiempo completo, uno que presenta su cuerpo a Dios. Presentar nuestro cuerpo a Dios en realidad significa presentar nuestra propia persona. Algunas veces ustedes dirían que si bien su cuerpo está presente, ustedes mismos están en algún otro lugar. En realidad, su persona siempre va allí donde va su cuerpo. Allí donde va su cuerpo, va también su persona, su ser. Pero no pueden decir que allí donde va su ser, también va su cuerpo. Por tanto, presentar el cuerpo es simplemente presentarse ustedes mismos a Dios. Puesto que usted es salvo, tiene que presentarse a Dios. Cuando lo haga, el Señor le dirigirá a tomar un empleo para ganar dinero o a predicar el evangelio sin ganar dinero; todo depende de cómo el Señor le guíe a uno.
Sin embargo, hoy en día, debido a nuestro concepto humano, designamos como servidores a tiempo completo a aquellos que han dejado sus empleos para predicar el evangelio; pero no consideramos que aquellos que tienen un empleo sean servidores a tiempo completo. En realidad, todos aquellos que tienen un empleo también debieran ser servidores a tiempo completo. Hay algunos hermanos que tienen un empleo y que en realidad no son servidores a tiempo completo. Ellos se sirven a sí mismos a tiempo completo, y no son servidores de Dios a tiempo completo.
Algunas veces, cuando tal persona ha ganado mucho dinero, está feliz con Dios, con la iglesia y con los ancianos, por lo cual decide girar un cheque a manera de ofrenda. Primero, se le ocurre girar un cheque por diez mil dólares. Después, se dice a sí mismo: “Un momento, ¿cómo podría la iglesia necesitar diez mil dólares? Es demasiado. Esto sería una necedad. Ésta no es la manera apropiada de administrar el dinero, así que será mejor que gire un cheque por cinco mil dólares”. Cuando su esposa se entera que él piensa girar un cheque por cinco mil dólares a nombre de la iglesia, le dice: “La iglesia no necesita tanto; bastaría con mil dólares”. Así pues, firman el cheque y después almuerzan juntos. Durante el almuerzo la esposa le pregunta cuánto tienen depositado en su cuenta corriente; cuando el esposo le dice que el dinero lo tienen en forma de bonos, ella no está de acuerdo en vender parte de esos bonos. Luego, el esposo le dice que en la cuenta corriente solamente tienen mil doscientos dólares, así que ella responde: “¿Te atreverías a girar un cheque por mil dólares cuando solamente tenemos mil doscientos en esa cuenta? ¿No sabes que Marcos, nuestro hijo, necesitará quinientos dólares mañana para pagar la matrícula de su escuela?”. A lo cual el esposo responde: “Si ese es el caso, será mejor que giremos un cheque por quinientos dólares y anulemos el que habíamos firmado anteriormente”. Finalmente, ambos están de acuerdo en ofrendar a la iglesia quinientos dólares.
Tal persona dedicada a ganar dinero ciertamente no es una persona que sirve a Dios a tiempo completo. A lo largo de la historia de la iglesia, e incluso entre nosotros, han habido algunas personas —no muchas— que eran verdaderos servidores a tiempo completo para Dios ganando dinero para Él valiéndose de sus trabajos seculares. Ellos ganan diez mil dólares, pero solamente gastan dos mil para cubrir sus necesidades y dan el resto al Señor. Por tanto, ellos también son servidores a tiempo completo.
Todo santo debiera ser un servidor a tiempo completo. Toda hermana que es ama de casa también debiera ser una servidora a tiempo completo. Tenemos la reputación entre la mayoría de cristianos de ser personas que aman al Señor. Muchas hermanas casadas pretenden, e incluso declaran, amar al Señor. Pero a la postre se pone de manifiesto que lo que ellas verdaderamente aman es a sus hijos. Ellas ni siquiera aman a sus esposos tanto como aman a sus hijos. Tal hermana que declara que ama al Señor, pero que en realidad ama a sus hijos más que al Señor, no es una persona que sirve a tiempo completo. Si una hermana es verdaderamente una servidora a tiempo completo, a ella le dará lo mismo que sus hijos vivan o que el Señor se los lleve. Por tanto, ser un servidor a tiempo completo no es nada fácil. Será necesario que ustedes declaren: “Todo lo puedo en Aquel que me reviste de poder. Ya sea que tenga a mi esposo y a mis hijos, o los pierda, puedo soportarlo en Aquel que me reviste de poder. Soy una servidora a tiempo completo”.
Debido a que yo fui quien propuso que Taiwán produjera quinientos servidores a tiempo completo por año, me preocupa sobremanera que al adoptar tal práctica se vayan a añadir muchos que son descuidados, ociosos, personas que sólo saben comer pero que no saben trabajar. Ya he visto a algunos que son así. Cuando ustedes alientan a los santos a servir a tiempo completo, esta clase de persona tomará la iniciativa de decir: “¡Maravilloso! Serviré a tiempo completo. Así no tendré que trabajar. No tendré que ir a la oficina en cierto horario. Puedo dormir todo lo que quiera. Nadie me molestará ni nadie me despedirá, pues nadie me habrá contratado. Una vez que declare ser un servidor a tiempo completo y la iglesia consienta en ello, entonces viviré así el resto de mis días”. A los tales, no les aseguren que la iglesia atenderá a sus necesidades, pues ello habría de arruinarlos.
Servir a tiempo completo significa entregarnos incondicionalmente al Señor. Es posible que sus ingresos sean cinco veces más de lo que necesite; así que, usted gasta sólo una quinta parte de su sueldo para su sustento y el resto lo ofrenda al Señor. Es muy trivial hablar de diezmar como lo practican los adventistas, pues esta práctica pertenece al Antiguo Testamento, a la ley. En el Nuevo Testamento no se trata de presentar sólo el diezmo, sino nuestro cuerpo, o sea, todo nuestro ser, lo cual incluye todo lo que somos, todo lo que tenemos, todo lo que podemos hacer y todo lo que podemos ganar financieramente. En otras palabras, no se trata de una décima parte, sino de darlo todo.
Tenemos que enseñar esto y promoverlo al máximo. Pablo era tal clase de persona, al igual que Aquila y Priscila. A ellos no les interesaba ninguna otra cosa; ellos estaban consagrados absolutamente al Señor. Incluso aquello que obtenían para su sustento diario era también para el Señor. Si ellos no se hubieran preocupado por su sustento, habrían muerto. Si ellos murieran, no podrían vivir para el Señor. Todo cuanto hacían, incluso ganarse el sustento para sobrevivir, era también para el Señor. Ellos no hacían nada para sí mismos.
Tenemos que elevar el estándar de la verdad bíblica concerniente al tema de servir a tiempo completo. Espero que todos nosotros seamos recobrados en lo que respecta a nuestro entendimiento de esta verdad. No piensen que esto es algo insignificante. La Biblia nos revela algunas verdades de manera directa y nos revela otras mostrándonos algunos casos específicos. Ninguno de los versículos que leímos nos habla directamente de servir a tiempo completo, pero en ellos vemos reflejados todos los casos de personas que servían a tiempo completo. En todos esos casos percibimos la verdad de que toda persona salva tiene que entregarse incondicionalmente a Dios, tiene que servirle a tiempo completo, independientemente de lo que ella haga.