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Mensajes del libro «Entrenamiento para ancianos, libro 11: El ancianato y la manera ordenada por Dios (3)»
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CAPÍTULO DOCE

CONOCER EL CUERPO

  Lectura bíblica: Ef. 4:4; Hch. 2:42; 15:1-34; Ro. 15:25-27; 16:1-4; Hch. 19:21; 20:16; 21:12-13, 17-19; 1 Co. 1:12; Gá. 2:8-9; Hch. 18:24; 19:1a; 1 Co. 1:12; 4:6; 16:12

  Oración: Señor, te adoramos por Tu economía y por regir sobre nosotros soberanamente hoy de tal modo que todos hayamos podido reunirnos en este tiempo y en este lugar. Señor, todos aquí esperamos en Ti. Señor, te damos gracias por habernos abierto Tu Palabra en estos días. Necesitamos de Tu Espíritu, del Espíritu de gracia e, incluso, del Espíritu de súplica, para acudir a Ti en oración a fin de recibirte como nuestra gracia. Señor, esta noche tenemos nuestra mirada puesta en Ti en espera de una revelación viva. Revélate a nosotros y condúcenos a la luz. Señor, queremos conocerte y queremos examinarnos a la luz del conocimiento de Tu persona. Señor, queremos ser regulados una vez más. Oh Señor, queremos ser remodelados. Transfórmanos en lo concerniente a la visión que tenemos de Tu Cuerpo, Tu iglesia, la cual es el deseo de Tu corazón. Señor, queremos conocerte a la luz de Tu deseo, no según nuestra propia manera de pensar ni según nuestros propios intereses, sino según lo que Tú deseas. Señor, háblanos. Señor, sosiega nuestro ser y danos un corazón abierto a Ti.

  Queremos ver lo que Tú quieres que hagamos y seamos en estos últimos y cruciales días. Señor, oramos por Tu mover a Europa, incluso a Europa Oriental. Oramos por el paso que Tú vas a dar, en el cual nosotros estamos involucrados. Opera profundamente en nosotros para que cooperemos contigo y avancemos juntamente contigo. ¡Oh Señor Jesús! Sé para nosotros el Ángel de Jehová que nos acompañe a Europa —a Alemania Oriental y a Rusia—, para que Tú puedas obtener un pueblo que lleve a cabo Tu plan en la actualidad. ¡Señor, cúbrenos! Nos escondemos en Ti y bajo Tu preciosa sangre que nos lava, Tu sangre prevaleciente, la cual nos protege de las estratagemas del enemigo. Señor, reprende a Tu enemigo tal como lo hiciste delante de Josué. Necesitamos ser lavados por Ti, incluso necesitamos que nos purifiques. ¡Oh Señor Jesús! No confiamos en lo que podamos decir o hacer. Seguimos confiando en Tu misericordia. Señor, concédenos Tu rica bendición. Señor, al igual que estos tres nombres en Zacarías 1:1, en el tiempo señalado [Iddo] Jehová bendecirá [a Berequías] y Jehová recordará [a Zacarías]. Señor, creemos que éste es el tiempo señalado. Señor bendícenos y recuérdanos. Señor Jesús, ponemos toda nuestra confianza en Ti. No tenemos confianza alguna en nosotros mismos. Amén.

LOS PROBLEMAS QUE REPRESENTAN EL ORGULLO, EL PENSAMIENTO DE SER HÉROES Y LAS OPINIONES

El problema con los jóvenes es el orgullo

  Estoy feliz de que nos hayamos podido reunir en esta convocatoria para ancianos. Probablemente ésta sea la reunión más numerosa de ancianos que hasta ahora hemos tenido en los Estados Unidos. Hay quinientos treinta hermanos aquí presentes. He notado que entre los ancianos hay muchos jóvenes. Esto me alegra, pero al mismo tiempo, me preocupa. El encargo que Pablo nos dio es que las “manos nuevas” deberían ser cuidadosamente examinadas antes de ser traídas al ámbito, el círculo, del ancianato. En 1 Timoteo 3:6 Pablo dice que aquel que vigila no debiera ser un novato o un recién convertido.

  Por otro lado, es necesario que haya aprendices en el ancianato. Aprender asuntos espirituales podría compararse con el aprendizaje de un idioma. Es más fácil para un joven aprender un nuevo idioma. Una persona de más edad podría aprender un nuevo idioma, pero le será difícil perder su acento. En este sentido, es muy bueno que haya jóvenes en el ancianato. Sin embargo, también quisiera hacer una advertencia a los más jóvenes. Yo también fui joven y conozco bien qué es lo que hay en un joven que podría representar un problema. Esto no quiere decir que los mayores estemos libres de problemas. Nosotros tenemos nuestros problemas, los hermanos de edad mediana tienen sus propios problemas y los hermanos jóvenes también tienen sus propios problemas. A cada edad le corresponden sus propios problemas.

  Cuando uno es joven, el problema que tiene es su orgullo. Es muy difícil para un joven evitar cierto orgullo. En los últimos sesenta a setenta años, he venido observando tanto el recobro como la situación mundial. He descubierto que el orgullo es el problema que aqueja a los jóvenes. En los últimos setenta años, el Señor ha traído entre nosotros a muchos jóvenes brillantes, maravillosos y excelentes. Sin embargo, cerca del ochenta por ciento de estos jóvenes brillantes que el Señor trajo a nuestro medio fueron dañados por su orgullo; como consecuencia, hoy nos hacen falta servidores.

  Debido a que el recobro es real y es rico en las verdades, el mundo entero está abierto al recobro. Yo diría que especialmente toda América Central y América del Sur, junto con Puerto Rico y las islas del Caribe, está abierto a nosotros. Tenemos muchos pedidos procedentes de estos lugares para ir y ayudarles. Ello se ha convertido en una carga para nosotros. Esto nos abruma. Nos hacen falta servidores. Si tuviéramos cincuenta colaboradores capaces de ir y atender a la demanda actual, todavía no sería suficiente. En Nueva Zelanda, Australia, Corea y en el sudeste de Asia también existe tal necesidad.

  Hace apenas tres días recibí una carta procedente de Mongolia. Quiero informarles que allí hay una iglesia local conformada por unos veinticinco santos en el recobro. La mayoría de ellos son estudiantes o profesores universitarios. La manera en que ellos se reúnen y sirven se conforma completamente a la nueva manera. Ellos también me han pedido que algunos vayan a ayudarles. Estos santos en Mongolia están abiertos y ansiosos por conocer la Biblia y conocer al Señor. ¿Quién irá a ellos? Esto nos muestra nuevamente que las puertas están abiertas de par en par para el recobro del Señor.

  Las puertas también están abiertas de par en par para el recobro en Rusia. Hemos hecho imprimir un millón y medio de libros en el idioma ruso. Algunos hermanos allí nos prometieron los medios para distribuir estos libros desde Moscú hasta Vladivostok. Si unos cien hermanos apropiados (no solamente capaces sino también apropiados) fueran allá, cincuenta iglesias podrían ser establecidas a corto plazo. Pero, ¿hay entre nosotros hermanos apropiados? A lo largo de los años hemos tenido muchos jóvenes muy prometedores, muchas cosechas, pero durante su crecimiento, estos jóvenes fueron anulados a causa de su orgullo.

  El disturbio por el cual pasamos recientemente se ha convertido en un evento cíclico en el recobro del Señor. Prácticamente cada siete a diez años se ha suscitado un disturbio que ha dañado la cosecha. En 1978 hubo una tormenta que alejó a algunos hermanos muy buenos. Después, hace tres años se suscitó otro disturbio, que también alejó a algunos que eran muy útiles.

  En el pasado, el hermano Nee nos hizo una advertencia. Él dijo que muchas piezas de barro tendrían que ser quebradas en el proceso de producir las vasijas. Estos hermanos que se han visto involucrados en el disturbio reciente han sido arruinados como aquellas piezas de barro que son quebradas. Estos santos tan queridos podrían haber sido muy útiles, pero su utilidad potencial fue dañada.

  Al inicio de la vida de iglesia en el recobro, ellos eran humildes y pobres en espíritu. Ellos acudieron a este ministerio para ser enseñados, nutridos y establecidos. Estas personas verdaderamente aprendieron algo, y el Señor, en Su misericordia, les dio cierta capacidad. Pero ellos, a la postre, comenzaron a ser engañados, intentando derribar el actual ministerio en el recobro del Señor. Ellos fueron como la cosecha que crecía muy bien y que generó muchas expectativas entre los agricultores. Pero una tormenta de granizo sobrevino de improviso e hizo que la cosecha fuese dañada. Esto ocurrió durante mi ausencia de los Estados Unidos. Una tormenta de granizo vino y dañó la cosecha. Una vez que la cosecha es dañada de este modo, no es posible recobrarla.

  He visto esto muchas veces en nuestra historia en el recobro del Señor en la China continental. Cuando yo fui enviado fuera de China, no teníamos muchos hermanos apropiados que fuesen útiles para tomar las responsabilidades propias de la obra debido a esta clase de perjuicio continuo efectuado por medio del orgullo. El enemigo daña al recobro primero por medio del orgullo de las personas.

  Por esto quisiera hacer esta advertencia a los jóvenes entre nosotros. Hoy un hermano que es joven tal vez sea muy humilde y obediente porque está aprendiendo; pero no tenemos garantía alguna de que será igual después de siete o diez años. No sabemos cuál vaya a ser el resultado con este joven hermano. El orgullo es un arma mortífera de la cual Satanás se vale. Satanás tal vez no se aproveche de un joven mientras éste aprende, pero después de cierto número de años, cuando este hermano apenas haya comenzado a ser útil en las manos del Señor, Satanás procurará devorarlo valiéndose para ello del orgullo que haya en este hermano. A esto se debe que ahora, cuando más los necesitamos, nos hagan falta servidores. Espero que ustedes, jóvenes, sean impresionados con esto y se den cuenta de que el enemigo está agazapado esperando la ocasión de devorarlo a uno. Después de algunos años, ustedes habrán aprendido algo, y tendrán cierta capacidad; comenzarán a ser útiles. Ese será el tiempo en que el enemigo querrá atraparlos y devorarlos.

El problema con los de edad mediana es el pensamiento de ser héroes

  También hay un problema entre los de edad mediana. En esta reunión para ancianos, he sido preparado por el Señor para decirles algo muy práctico a los que están en una de estas tres edades: los jóvenes, los hermanos de edad mediana y los hermanos de mayor edad. ¿Cuál es el problema entre los hermanos de edad mediana? Es posible que un hermano haya venido a la vida de iglesia cuando tenía unos veintidós años de edad. Ahora, él tiene cuarenta años de edad y alaba al Señor por Su misericordia al haberlo guardado en Su recobro. Él está agradecido al Señor por Su ministerio en virtud del cual él ha sido nutrido, educado, perfeccionado y equipado. Ahora, él tiene la actitud de que sabe algo y puede hacer algo. Entonces, ¿cuál es el problema? Satanás es muy sutil. Él puede valerse de cualquier cosa según la edad que uno tenga para hacer de uno su presa y devorarlo. Los hermanos de edad mediana, después de haber permanecido en el recobro del Señor por unos dieciocho a veinte años, podrían considerarse a sí mismos como “héroes” en el recobro del Señor. Ellos piensan ser imprescindibles en el recobro.

  Debido a que yo he pasado por el recobro del Señor tanto cuando era joven como cuando era una persona de edad mediana, puedo entender estos problemas. Yo dejé mi trabajo en 1933 a fin de poder dedicar todo mi tiempo a servir al Señor. Yo era humilde porque no sabía mucho sobre la vida divina, el Espíritu, Cristo o la iglesia como el Cuerpo de Cristo. Por supuesto, para aquel entonces, yo había adquirido mucho conocimiento con respecto a los tipos y profecías contenidos en el Antiguo Testamento. Sabía que Cristo era mi Salvador, pero jamás supe que Él era la centralidad y universalidad de Dios. El hermano Nee era apenas dos años mayor que yo. La hermana Faith Chang pudo observar la relación que yo tenía con el hermano Nee y testificó que era como la de un hijo con su padre.

  Después de diez años de estar con el hermano Nee, de 1933 a 1943, pude aprender muchísimo. En 1943, habiendo sido perfeccionado y capacitado hasta cierto grado, me enfermé. En realidad, esto fue ocasionado por la misericordia del Señor. Los japoneses me pusieron en la cárcel durante un mes. Después que salí de prisión, me enfermé de tuberculosis y casi morí. El Señor, en Su misericordia, permitió que estuviera enfermo durante dos años y medio. Aprendí mucho durante aquel tiempo. Durante ese tiempo pude ver el árbol de la vida. Esto ocurrió cuando yo tenía cuarenta años de edad. En 1944, dejé Chifú, mi ciudad natal. Desde entonces, hasta ahora, no he regresado a Chifú.

  La lección que he aprendido con respecto a los hermanos de edad mediana es que ellos creen ser una especie de héroe, piensan ser alguien en el recobro del Señor y que, por ende, los más jóvenes deben atender a sus palabras. Si ustedes piensan así, tarde o temprano, llegará el día cuando el enemigo que esperaba agazapado los devorará como quien devora su presa. Entonces, les habrá llegado su fin. Le doy gracias al Señor por haberme librado de esa trampa.

El problema con los de mayor edad es las opiniones

  Ahora ya soy mayor de edad y conozco bien cuáles son los problemas con los hermanos mayores. El problema con los más ancianos es las opiniones. Un hermano mayor de edad tal vez piense que posee la experiencia necesaria; ya pasó por los problemas que aquejan a los jóvenes y a los de edad mediana. Ahora, él ha aprendido mucho. Si alguno quiere actuar, esta persona —debido a su experiencia— dirá que no se actúe; así, sus opiniones son un estorbo para la obra. Las personas de mayor edad podrían impedir el avance de una iglesia por causa de sus opiniones.

  El orgullo, el pensamiento de ser héroes y las opiniones han sido usados entre nosotros por el enemigo durante los últimos setenta años. Lamento mucho que el hermano Nee no esté aquí. Si él estuviera aquí, él asentiría una y otra vez a esto que les digo. Él les diría que lo que les digo es absolutamente correcto.

  Para ilustrar lo que les digo, quisiera relatarles un pasaje de nuestra historia. Yo fui enviado por la obra a Taiwán en 1949. En la primavera de 1950, el hermano Nee viajó de China a Hong Kong, lo cual hizo que se suscitara un avivamiento allí. Él se puso en contacto conmigo y me pidió que viajara de Taiwán a Hong Kong a fin de ayudar allí. A la mañana siguiente de mi llegada me llevó a una reunión de servicio, en la cual también estaban los ancianos, los diáconos y los colaboradores. Él me llevó a esa reunión y dijo: “Hermano Witness, conforme a la autoridad que el Señor le ha dado, haga todos los arreglos para todos los servicios concernientes a los colaboradores, los ancianos y los diáconos”. Después, se formó un pequeño grupo al cual se le encargó la compra de un terreno para la edificación de un salón de reuniones. El hermano Nee descubrió que en este grupo, conformado mayormente por hermanos de mayor edad, abundaban las opiniones personales. Un día el hermano Nee, en su sabiduría, aprovechó de cierta ocasión para decir a quienes conformaban este grupo: “En lo concerniente a la compra del terreno y la edificación de un salón de reuniones, ustedes tienen que hacerle caso al hermano Lee en todo lo que les diga”. Todos ellos estuvieron de acuerdo.

  Poco después, este grupo me invitó a un ágape que se celebraba en la casa de un hermano mayor de edad. Este hermano anciano tenía mucha experiencia, pero la abundancia de sus experiencias se habían convertido en sus muchas opiniones. Después que empezamos a comer, ellos me rogaron les diera permiso para comprar un acre de terreno. Yo les había dicho anteriormente que compraran dos acres de terreno, pero ellos pensaron que esto podría ser demasiado.

  Yo les dije que puesto que la iglesia en Hong Kong era su iglesia, esto era asunto suyo. Pero también les dije que si ellos habrían de adquirir un terreno en una gran ciudad como Hong Kong, deberían adquirir un terreno lo suficientemente grande. Les advertí que después de realizada la compra del terreno, les sería muy difícil tratar de obtener terreno adicional. Pese a ello, ellos decidieron comprar solamente un acre. Después que hicieron planes para el salón de reuniones, descubrieron que un acre resultaba insuficiente. Entonces, ellos se esforzaron por adquirir más terreno, pero, pese a que hicieron todo lo que pudieron, apenas pudieron adquirir un poco más. Esto ilustra cómo la obra del Señor puede ser perjudicada por causa de nuestras opiniones.

  En el recobro hemos sufrido una y otra vez desde 1922 hasta ahora por causa de estas tres cosas: el orgullo de los jóvenes, el pensamiento de ser héroes por parte de los de edad mediana y las opiniones de los mayores de edad. Es posible que ahora todo esté bien entre nosotros, pero estos problemas continúan latentes en todos nosotros. Es necesario que todos recibamos esta advertencia. Si somos los más jóvenes, debemos estar advertidos del peligro que constituye nuestro orgullo. Si somos de edad mediana, debemos aprender a no ser nadie. No debiéramos disfrazarnos con una “máscara” en el ancianato. Debemos ser lo que somos. Si somos los de más edad, debemos recordar que el problema con los más ancianos radica en sus propias opiniones.

  Hay un número de hermanos que laboran conmigo a fin de llevar adelante el entrenamiento de tiempo completo. A veces, aun cuando sabía cómo proceder apropiadamente, no decía nada. Puesto que los hermanos que me ayudaban expresaron el deseo de tomar un camino muy diferente del mío, preferí no decir una sola palabra al respecto. El obstáculo que las opiniones representan podría ilustrarse con el ejemplo de cinco hermanos que van en un mismo vehículo al aeropuerto de Los Ángeles. La primera decisión que ellos deben tomar es quién será el conductor del automóvil. Si ellos no han experimentado la cruz, esta decisión podría requerir mucho tiempo. Una vez que esto ha sido decidido, el conductor podría preguntar qué ruta deberá tomar. Las opiniones expresadas con respecto a la ruta que se deberá tomar también podrían hacer que ellos desperdicien mucho tiempo. Perder así el tiempo obstaculizará, impedirá y demorará la llegada de estos hermanos a su destino. A esto se debe que tengamos que estar ejercitados a fin de no expresar ninguna opinión personal si no somos los “conductores”. Lo que les quiero decir es esto: si los ancianos que conforman el ancianato no son uno, tarde o temprano ellos se “matarán” entre sí. Ésta ha sido la situación que se ha suscitado entre nosotros en diversos lugares.

  Es posible que en cierta localidad haya tres hermanos que conforman el ancianato: uno de ellos es mayor de edad, el otro es bastante joven y el tercero es de edad mediana. Por tanto, los tres problemas mencionados —el orgullo, el pensamiento de ser héroes y las opiniones— estarán presentes entre ellos. Cuando estos problemas se manifiestan en el ancianato, les habrá llegado su fin. Quisiera preguntar a los ancianos si ellos están en unidad en su localidad. Es posible que aquellos que se consideren héroes tengan una máscara puesta, pues piensan que pueden convencer a todos y subyugarlos a todos. ¡Esto es terrible! Si éste fuera el caso, ¿podría la iglesia en esa localidad ser edificada? La iglesia es destruida por esta clase de problemas.

  Hermanos, ustedes tienen que darse cuenta de que en el recobro del Señor, formar parte del ancianato reviste mucha seriedad. Si usted es joven, cuídese de su orgullo. Si usted es de edad mediana, cuídese de considerarse un héroe, de considerarse el más fuerte del grupo. Si usted es mayor de edad, cuídese de sus opiniones. En el ancianato no debiera haber orgullo, ni ellos debieran considerarse héroes, ni tampoco debieran dar cabida a las opiniones personales. Lo único que debe haber entre los ancianos es la verdad, el Espíritu, Cristo y la iglesia, que es el Cuerpo de Cristo. No queremos saber de ninguna otra cosa.

  Puedo testificar que durante los últimos dos años del entrenamiento de tiempo completo en Anaheim, entre nosotros, los entrenadores, no ha habido otra cosa que no sea la verdad, el Espíritu, Cristo y la iglesia, el Cuerpo de Cristo. Por tanto, la bendición ha estado sobre nosotros. Cuando practiquemos ser unánimes, entonces nuestro nombre será Iddo, Berequías y Zacarías (Zac. 1:1), lo cual significa que en el tiempo señalado Jehová nos bendecirá y se acordará de nosotros. En algunas localidades la bendición no está presente debido a que algunos hermanos usan una máscara; ellos no son honestos, sinceros ni auténticos. ¿Piensan ustedes que el Señor les bendecirá y los recordará si son personas así?

  En el recobro del Señor, debemos tomar el ancianato con la debida seriedad. Debemos tener temor del Señor, nuestra Cabeza. En la vida de iglesia, todos tenemos que aprender a estar sujetos los unos a los otros. No solamente los más jóvenes debieran sujetarse a los más ancianos, sino que también los ancianos debieran sujetarse a los jóvenes en el temor de Cristo (Ef. 5:21; 1 P. 5:5). Esto quiere decir que debemos honrar a Cristo como la Cabeza y tenerlo en cuenta como tal. En la iglesia, nosotros no somos la cabeza. Él es la Cabeza, y nosotros debemos tener mucho cuidado de no ofenderlo.

  Debemos tener plena conciencia de cuán serio es formar parte del ancianato. Los más jóvenes deben aborrecer su orgullo; los de edad mediana deben aborrecer todo pensamiento de ser héroes; y los de mayor edad deben aborrecer sus opiniones. Debemos esforzarnos al máximo por cumplir nuestro deber de este modo, sujetos a la economía de Dios. Debido a las experiencias que hemos tenido en nuestra historia, me parece que estas advertencias que les hago son muy necesarias. Si permanecemos en el recobro sumidos en nuestro orgullo, considerando que somos héroes o dando cabida a nuestras opiniones, seremos los primeros en sufrir por ello y, además, haremos que la iglesia sufra.

  Algunos hermanos de edad mediana usan una máscara en el ancianato. Una máscara representa falsedad; es hipocresía. Presentarse de un modo distinto al que uno verdaderamente es, equivale a ponerse una máscara. Frente a una persona, usted actúa de un modo; frente a otra, actúa de otro modo. Esta clase de fingimiento es abominable a los ojos del Señor. El Señor quiere ver sinceridad, veracidad y lealtad. En el ancianato una de las lecciones más importantes que se deben aprender es a ser veraces, fieles y sinceros. No debemos ser personas con dos caras. La hipocresía hará que usted no tenga futuro alguno en el recobro del Señor. El Señor conoce nuestro corazón. Aquellos que perduran en el ancianato son los que son honestos, fieles, veraces y sinceros.

  La carga que tengo en relación con esta reunión para ancianos es esforzarme al máximo por tener comunión con todos ustedes con respecto a los verdaderos problemas que existen entre nosotros hoy. El orgullo, el pensamiento de ser héroes y las opiniones, todos ellos son los factores que operan en secreto con un solo objetivo: dañar el Cuerpo de Cristo. Siempre y cuando yo sea orgulloso, el Cuerpo de Cristo no tendrá nada que ver conmigo. Siempre y cuando yo me considere un héroe, el Cuerpo de Cristo no estará allí. Si damos cabida a nuestras opiniones personales, el Cuerpo de Cristo se verá frustrado. Si hemos caído en cualquiera de estas tres cosas, el Cuerpo es anulado.

  En realidad, es un hecho que Cristo ha obtenido un Cuerpo; pero en la práctica concreta, este Cuerpo ha sido inutilizado, anulado y, hasta cierto grado, destruido. Cristo ciertamente tiene un Cuerpo, pero ¿dónde está el Cuerpo apropiado? ¿Dónde está el Cuerpo en pleno ejercicio de sus funciones? Si uno tiene uno de estos tres problemas —ser orgulloso, considerarse un héroe o dar cabida a sus opiniones—, en términos prácticos, el Cuerpo no estará en su localidad. Siempre y cuando este problema suyo esté presente, el Cuerpo de Cristo estará ausente.

  Ahora quisiéramos ver dos puntos cruciales con respecto a conocer el Cuerpo. Tenemos que conocer el Cuerpo tanto en el Espíritu como en la práctica.

EN EL ESPÍRITU

Un Cuerpo, un Espíritu

  Efesios 4:4 dice: “Un Cuerpo, y un Espíritu”. El Espíritu es la esencia y la realidad del Cuerpo. Según la doctrina, tal vez no sea tan bueno afirmar que el Espíritu es el Cuerpo; pero con respecto a la realidad práctica, el Espíritu es el Cuerpo. Si usted es orgulloso, el Espíritu no está presente, por lo cual el Cuerpo tampoco está presente. Si usted insiste en sus propias opiniones, el Cuerpo tampoco puede estar presente, pues sus opiniones son enemigas del Espíritu.

Todas las iglesias locales conforman la única iglesia universal

  Simplemente porque un grupo de creyentes ha decidido reunirse en una determinada ciudad, ello no implica, necesariamente, que en dicha localidad el Cuerpo esté presente. Hoy en día, en esta tierra hay muchos grupos cristianos. Quizás usted piense que su iglesia local no tiene nada que ver con otras iglesias ni debe estar vinculada a otras iglesias. Pensar de este modo hace que su iglesia local se aísle y no forme parte integral del Cuerpo de Cristo. En todo el universo, el Cuerpo es único. Existen miles de iglesias locales; no obstante, hay un solo Cuerpo. Todas las iglesias locales conforman la iglesia universal, la cual es única, el único Cuerpo de Cristo.

Todas las iglesias locales tienen un mismo y único Espíritu

  Además, todas las iglesias locales poseen un mismo y único Espíritu. El Espíritu es uno y es único. No existe tal cosa como un “Espíritu local”, así como tampoco un “Cristo local”, un “Dios local” ni una “Biblia local”; más aún, ni la enseñanza de los apóstoles ni la comunión de los apóstoles (Hch. 2:42) son locales. Ninguno de los elementos básicos que están destinados al Cuerpo son locales. Algunos asuntos administrativos pueden ser considerados como asuntos meramente locales, pero debemos darnos cuenta de que todas las iglesias locales conforman la única iglesia universal, y que todas ellas tienen un mismo y único Espíritu. Debemos, pues, reconsiderar nuestra actual comprensión de lo que es la iglesia a la luz de este hecho. Es probable que nuestro entendimiento de la iglesia carezca del debido equilibrio.

EN LA PRÁCTICA

La localidad, que es el terreno en el cual se basa una iglesia local, separa a la iglesia en cuanto a su existencia concreta, pero no divide a la iglesia en cuanto a su esencia

  Todos necesitamos conocer el Cuerpo en nuestra práctica concreta. La localidad, que es el terreno en el cual se basa una iglesia local, separa a la iglesia en cuanto a su existencia, pero no divide a la iglesia en cuanto a su esencia. En cuanto a su existencia concreta, las iglesias están separadas, pero en cuanto a su esencia son inseparables. Los santos que residen en Atlanta y aquellos que viven en Anaheim no siempre se pueden reunir como una sola iglesia. Esto es imposible. A fin de existir de manera concreta, las iglesias locales están separadas. Los santos que viven en Atlanta tienen que estar en la iglesia allá, y los hermanos y hermanas que vivimos en Anaheim tenemos que estar en la iglesia aquí. Esta separación tiene como objetivo la existencia concreta de las iglesias, pero esto no tiene nada que ver con la esencia de tales iglesias. La iglesia en Atlanta, la iglesia en Anaheim, y todas las iglesias locales son, en lo referido a su esencia, un solo Cuerpo. Esencialmente, somos un solo Cuerpo en todo el globo terráqueo. Nuestros pensamientos deben ser cambiados radicalmente. Debemos considerar nuestra iglesia local como parte integral del Cuerpo de Cristo.

Las regiones de la obra

  El hermano Nee habla acerca de las regiones de la obra en su libro Pláticas adicionales sobre la vida de la iglesia (véase el capítulo 6 titulado “El camino para la obra en el futuro”, págs. 157-173). Debemos entender que en el Nuevo Testamento, en lo referido a la obra realizada por los apóstoles, se podían distinguir solamente dos regiones. Una región era el mundo judío, y la otra era el mundo gentil. En estas dos regiones no había otras regiones subordinadas o sub-regiones.

  Pedro laboraba en la región judía, cuya área era relativamente pequeña. Pero Pablo laboraba en el mundo gentil, que era vasto e incluía diferentes países. Dichos países, tales como Asia Menor, Grecia y Macedonia, eran diferentes regiones geográficas. Roma y sus alrededores podría considerarse también como otra región geográfica. Pero el Nuevo Testamento no hace esta clase de consideración al hablar de la obra. En el mundo gentil había una sola región y un solo grupo de colaboradores.

  ¿Acaso Pablo, debido al enorme tamaño de su región, tenía algunos hermanos que se encargaran de la obra en Roma, y otro grupo de hermanos que se ocuparan de Grecia y de Macedonia? Definitivamente no había tal cosa. No había diferentes grupos de obreros bajo el control de Pablo, que laboraran en ciertas áreas específicas o sub-regiones. Pablo y los que estaban con él formaban todos un solo grupo.

Las regiones de la obra no dividen a las iglesias

  Las regiones de la obra no deben dividir a las iglesias. Aunque había regiones en el tiempo de Pablo, la región de los judíos y la región de los gentiles, éstas nunca dividieron a las iglesias.

Las iglesias del mundo gentil tenían comunión con las del mundo judío

  Las iglesias del mundo gentil tenían comunión con las iglesias del mundo judío para dar solución a los problemas en cuanto a la enseñanza (Hch. 15:1-34). Por ejemplo, algunos enseñaban que la circuncisión era un requisito para la salvación eterna. Esto, por supuesto, era erróneo. Sin embargo, Pablo no tuvo la actitud de resolver este problema por sí mismo en Antioquía; más bien, él, junto con Bernabé y otros más, fueron a Jerusalén para resolver el problema en comunión con todas las iglesias. La decisión que se tomó en Jerusalén finalmente se convirtió en una carta escrita por los apóstoles y los ancianos. Dicha carta no afirmaba que era enviada de parte de los apóstoles y los ancianos gentiles, ni de parte de los apóstoles y ancianos judíos; antes bien, Hechos 15 simplemente dice que fue escrita de parte de los apóstoles y los ancianos (v. 23), de los cuales unos eran judíos y otros, gentiles. Todos ellos fueron considerados como uno solo. Debemos ver esto.

  Las iglesias en el mundo gentil también tenían comunión con las iglesias en el mundo judío con respecto a las necesidades materiales (Ro. 15:25-27). El apóstol Pablo se esforzaba por recolectar ayuda económica y material entre los santos gentiles para los santos judíos necesitados. En esta comunión ellos eran uno, pero no creo que nuestra actitud hoy sea la misma. En ocasiones ayudamos a otras iglesias, pero tenemos el concepto de que primeramente tenemos que satisfacer las necesidades de las iglesias locales de nuestra área. Sólo cuando tenemos algún excedente económico, consideramos dar algo a otras iglesias. Pero la práctica de Pablo no fue ésta. Él sabía que los santos en Macedonia estaban en profunda pobreza; aun así, los animó a dar. La dádiva de ellos representaba su comunión nacida de una preocupación para ayudar a las iglesias en el mundo judío.

Mientras Pablo laboraba en el mundo gentil, se preocupaba por la iglesia en Jerusalén

  Además, mientras Pablo laboraba en el mundo gentil, mostraba preocupación por la iglesia que estaba en Jerusalén (Ro. 16:1-4; Hch. 19:21; 20:16; 21:12-13, 17-19). El apóstol tenía la pesada carga de ayudar a la iglesia en Jerusalén a ser partícipe de la economía neotestamentaria de Dios. Aunque el Espíritu inspiró a los santos para advertir a Pablo que no descendiera a Jerusalén, él les contestó que no le importaba su propia vida. Él se había propuesto en su espíritu ir a Jerusalén. Sin lugar a dudas, el propósito de Pablo al ir allí era ayudar a los creyentes judíos a dejar la ley, la cual pertenecía a la economía del Antiguo Testamento, y a ser partícipes de la economía neotestamentaria de Dios para que se produjera la iglesia. Esto nos muestra de nuevo que las regiones de la obra no deben dividir a las iglesias. A partir de 1984, convoqué varias reuniones urgentes de ancianos porque detecté que entre nosotros había una tendencia a la división. Sin embargo, si verdaderamente conocemos el Cuerpo de Cristo, no podremos ser divididos.

Aunque Pedro laboraba en el mundo judío, fue bien recibido por la iglesia en Corinto, la cual estaba ubicada en el mundo gentil

  Aunque Pedro laboraba en el mundo judío, fue bien recibido por la iglesia en Corinto, la cual estaba ubicada en el mundo gentil (1 Co. 1:12; Gá. 2:9). Sus enseñanzas, su obra, fueron aceptadas por la iglesia en Corinto. De no ser así, ninguno de los corintios habría declarado que era de Cefas. Este hecho constituye una clara evidencia de que el ministerio y la enseñanza de Pedro era aceptado en el mundo gentil.

Los colaboradores en el mundo judío y aquellos que laboraban en el mundo gentil mantenían una dulce y agradable comunión entre ellos

  Sin lugar a dudas, los colaboradores en el mundo judío y aquellos que laboraban en el mundo gentil mantenían una dulce y agradable comunión entre ellos. En Gálatas 2:8 y 9 leemos que Pablo y Bernabé tuvieron comunión con Jacobo, Cefas y Juan. Ellos no consideraban que estuvieran separados unos de otros, sino unidos en la comunión divina.

Apolos también fue recibido y aceptado por los hermanos en el mundo gentil

  Apolos también fue recibido y aceptado por los hermanos en el mundo gentil (Hch. 18:24; 19:1a; 1 Co. 1:12; 4:6; 16:12).

  A la luz de esta comunión, necesitamos comprender que nuestra situación actual no corresponde a lo que se presenta en las Escrituras. Recopilé todos los puntos mencionados anteriormente para presentarles un cuadro de la situación que prevalecía en la época de los apóstoles. Todas las iglesias de ese entonces eran uno en el Espíritu y en la práctica, pero no sucede lo mismo entre nosotros hoy.

  Todos los casos que les he presentado demuestran que los colaboradores en todas las regiones deben llevar a cabo una misma obra universalmente, con miras al único Cuerpo. Debemos llevar a cabo una sola obra. En el recobro del Señor no deben existir diversas obras. En el pasado tuvimos varias obras en el recobro, y esto todavía perdura entre nosotros. Existe el riesgo y el peligro de que estas diferentes obras resulten en divisiones. Tenemos que considerar nuestra situación actual a fin de que sean eliminadas las diferentes obras. Sólo debe haber una sola obra. Ni siquiera Pablo y Pedro llevaron a cabo dos obras distintas. Aunque ciertamente laboraron en regiones diferentes, ellos realizaron una sola obra, que consistía en edificar el Cuerpo de Cristo.

  Me preocupa que en el recobro del Señor, los hermanos de cierto país piensen que la obra que ellos están llevando a cabo allí es su propia obra. Luego, algunos hermanos en otro país quizás consideren que la obra que ellos están realizando es su propia obra. Esto dará por resultado que existan diversas obras. Esto nos muestra que nuestra situación es anormal; sin embargo, es posible que muchos de nosotros no nos percatemos de ello. Ciertamente la situación entre nosotros es anormal, y el mayor problema radica principalmente en que existen diferentes obras.

  Espero que examinemos nuestra presente situación delante del Señor. ¿Estamos realizando una sola obra por el bien del recobro? Si no es así, debemos permitir que el Señor nos corrija. Damos gracias al Señor que debido a las riquezas que poseemos en cuanto a las verdades, el recobro del Señor es bien recibido en todo lugar por toda la tierra. No obstante, en el mover del Señor, en Su recobro, sólo debe haber una sola obra, y no deben existir diversas obras. Sin embargo, nuestra situación actual no es así, pues tenemos diferentes obras sin estar conscientes de ello. Esto es peligroso.

  En tiempos de Pablo, debido a que no existían los medios de transporte y comunicación modernos, hubiera sido lógico que la obra fuese dividida en diversas partes; no obstante, en aquel tiempo únicamente existía una sola obra. Hoy, en cambio, los avances tecnológicos modernos han acortado las distancias y han hecho que la tierra sea como una gran ciudad. A pesar de ello no hay entre nosotros una sola obra sino muchas. Si permanecemos en esta situación, el resultado final será algo negativo. Es cierto que existe un problema entre nosotros. Espero que reflexionemos sobre nuestra situación.

  Los dos problemas que más me preocupan conciernen al ancianato y al hecho de que haya diversidad de obras. En cuanto al ancianato, todos los hermanos de distintas edades deben confesar delante del Señor su orgullo, su pensamiento de ser héroes y sus opiniones. También es necesario eliminar la diversidad de obras. Mientras persistan estos dos problemas, el recobro no podrá ser saludable ni prevaleciente. Por tanto, debemos acudir al Señor y pedirle que erradique estas dos cosas de entre nosotros. Entonces, les aseguro que el recobro será saludable y será prevaleciente, y con toda seguridad logrará el incremento numérico. Incluso en lo referido a la vida divina, veremos que nuestro estándar, nuestro nivel, será elevado significativamente.

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