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Mensajes del libro «Esfera divina y mistica, La»
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La esfera divina y mística

PREFACIO

  Este libro lo componen los mensajes presentados por el hermano Witness Lee en Anaheim, California, en una compenetración internacional de los colaboradores y los ancianos del 9 al 11 de abril de 1996.

I. NINGUNA DE LAS TEOLOGIAS ACTUALES, INCLUYENDO EL CREDO DE NICEA, RECALCA ADECUADAMENTE LOS SIGUIENTES CINCO PUNTOS CRUCIALES RELACIONADOS CON EL ESPIRITU DE DIOS EN EL MOVER DE LA ECONOMIA ETERNA DE DIOS

A. No había el Espíritu que da vida antes de la glorificación (la resurrección) de Cristo

  No había el Espíritu que da vida antes de la glorificación (la resurrección) de Cristo (Jn. 7:39b). Juan 7:37-39 dice: “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba. El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en El; pues aún no había el Espíritu, porque Jesús no había sido aún glorificado”. El trasfondo histórico de lo que el Señor dijo estaba relacionado con la fiesta de los Tabernáculos, la última fiesta anual de los judíos y la más grande. La fiesta de los Tabernáculos era una fiesta muy agradable. Se celebraba cuando los hijos de Israel se reunían para disfrutar lo que habían cosechado. Se regocijaban juntos durante siete días. El último día era el gran día de la fiesta. En ese día, para la sorpresa de los que asistieron a la fiesta, el Señor Jesús se puso de pie y clamó, diciendo: “Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba”. Esto tiene un significado muy rico, porque indica que los que guardaban la fiesta de los Tabernáculos todavía tenían sed, pues no tenían nada que satisficiera su sed.

  En el pasado y en el presente muchos grandes hombres, después de tener éxito en su carrera o empresa o después de llegar a ser famosos, pensaron que su vida todavía era vana. Ellos, tal como el rey Salomón, podían decir: “Vanidad de vanidades; todo es vanidad ... Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu” (Ec. 1:2, 14). Tener este sentir es tener sed y no estar satisfecho. El Señor Jesús, al darse cuenta de que las personas no habían sido satisfechas y de que su sed no había sido saciada, se puso de pie y clamó en el gran día de la fiesta: “Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba”. ¡Qué expresión tan grandiosa es ésta! Sólo el Señor Jesús está facultado para expresar esto. Sólo El, un hombre de un poco más de treinta años, podía decir: “El que cree en Mí ... de su interior correrán ríos de agua viva”.

  En el versículo 39 el apóstol Juan, quien escribió el Evangelio de Juan, dio la explicación al decir: “Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en El”. Aquí Juan no habla del Espíritu de Dios, ni del Espíritu de Jehová, ni del Espíritu Santo, sino simplemente del Espíritu, diciéndonos que “no había el Espíritu, porque Jesús no había sido aún glorificado”. Esto indica que había una expectativa, la expectativa de que aunque “no había” el Espíritu, vendría el momento en que estaría allí. Esto sucedería en el momento en que Jesús fuese glorificado, es decir, en Su resurrección (Lc. 24:46). El Señor Jesús era el propio Dios lleno de gloria. Pero se hizo carne, y Su gloria divina estaba escondida en la cáscara de Su carne, la cáscara de Su humanidad. Cuando El murió la cáscara fue quebrantada, y cuando resucitó la gloria que estaba escondida en El fue liberada. Con esto vemos que Su resurrección fue Su glorificación. Por tanto, en Juan 7:39 se esperaba que cuando el Señor Jesús fuera glorificado por medio de la resurrección, el Espíritu que no estaba llegaría a ser el Espíritu que ahora está.

B. El postrer Adán (Cristo en la carne) fue hecho Espíritu vivificante

  El segundo punto crucial en cuanto al Espíritu de Dios que las teologías actuales no recalcan adecuadamente consiste en que, como lo revela 1 Corintios 15:45, en resurrección el postrer Adán (Cristo en la carne) fue hecho Espíritu vivificante (cumpliendo así lo que el Señor dijo en Jn. 7:39). Por tanto, 2 Corintios 3:17 dice que “el Señor es el Espíritu”, y el versículo siguiente utiliza el título divino compuesto “el Señor Espíritu”. Lo que 1 Corintios 15:45 dice en cuanto al hecho de que el postrer Adán fue hecho Espíritu vivificante es el cumplimiento firme de la profecía de Juan 7:39 según la cual no había el Espíritu, porque Jesús todavía no había sido glorificado, no había resucitado. En la resurrección Cristo llegó a ser el Espíritu vivificante.

  Muchos pastores, misioneros, teólogos y profesores se nos oponen porque enseñamos que según 1 Corintios 15:45 Cristo como postrer Adán en la carne llegó a ser el Espíritu vivificante en la resurrección. Incluso dos colaboradores se nos opusieron en este asunto. Uno de estos colaboradores, quien con el tiempo llegó a ser un adversario, dijo que no podía creer que Cristo el Hijo fuera hecho el Espíritu vivificante. En una ocasión esta persona me dijo que creía que el Padre, el Hijo y el Espíritu eran tres Dioses. Cuando le oí decir esto, le dije que estaba enseñando la herejía del triteísmo. Le informé que la Biblia nos dice que Dios es únicamente uno. El otro colaborador estaba inquieto por tres himnos que yo había escrito sobre Cristo como el Espíritu (Himnos, #207, 242 y 318). Confesó que la Biblia dice que Cristo llegó a ser el Espíritu vivificante, pero después me advirtió que si predicábamos esto, el cristianismo nos rechazaría. Dije: “Hermano, llegué a este país con la carga de predicar y enseñar esto. Puesto que usted está de acuerdo con el hecho de que es bíblico decir que Cristo llegó a ser el Espíritu vivificante, por favor permítame enseñar esta verdad”.

  El Nuevo Testamento habla de las dos ocasiones en las cuales Cristo llegó a ser algo. Juan 1:14 dice que Dios, como Verbo, se hizo carne, y 1 Corintios 15:45 dice que Cristo, como postrer Adán en la carne, se hizo Espíritu vivificante. Debemos creer y enseñar que Dios se hizo carne y que el postrer Adán se hizo Espíritu vivificante.

C. El Espíritu compuesto es tipificado por el ungüento de la unción

  En tercer lugar, ninguna de las teologías actuales recalcan adecuadamente el punto crucial en cuanto al hecho de que el Espíritu compuesto es tipificado por el ungüento de la unción (un compuesto de un hin de aceite de oliva y cuatro clases de especias y su eficacia) mencionado en Exodo 30:23-25. El Espíritu vivificante no es sencillo, sino que es un compuesto. El postrer Adán era un hombre, y el Espíritu vivificante es divino. Por tanto, este Espíritu debe de tener dos naturalezas: la naturaleza humana y la divina. Estas dos naturalezas fueron mezcladas y hechas un compuesto, como lo indica el tipo de Exodo 30:23-25, el cual narra las instrucciones que Dios dio para que se formara el ungüento de la unción.

  Este ungüento no era un solo elemento sino un compuesto. Un solo elemento no puede ser un ungüento. El ungüento de la unción de Exodo 30 era un compuesto que constaba de un elemento principal —un hin de aceite de oliva— al que se le añadían cuatro clases de especias: mirra, canela, cálamo y casia. En tipología, el aceite representa al Espíritu de Dios. La mirra que fluye representa la muerte de Cristo, y la canela representa la dulzura de Su muerte y la eficacia de la misma. El cálamo, una caña que crece en los pantanos o lugares lodosos y brota hacia arriba, hacia el cielo, representa la resurrección. La casia representa el poder repelente de la resurrección de Cristo y la eficacia de la misma. La casia es una especie de corteza que era usada en contra de las serpientes y los insectos. Así que, la casia representa el poder, especialmente el poder repelente, de la resurrección de Cristo. Su resurrección tiene el poder de repeler a Satanás, la serpiente. Estas cuatro especias fueron agregadas al hin de aceite de oliva para formar un ungüento de cinco elementos.

  En el ungüento compuesto tenemos el número uno (un hin de aceite de oliva), el cual representa a un solo Dios, y el número cuatro (las cuatro especias), el cual representa al hombre como criatura de Dios. También tenemos el número tres, visto en el hecho de que en la cantidad de las especias había tres unidades, cada una de quinientos siclos: quinientos siclos de mirra, doscientos cincuenta siclos de canela, doscientos cincuenta siclos de cálamo y quinientos siclos de casia. Por tanto, en cuanto a las especias, había tres unidades de quinientos siclos, o sea, quinientos siclos multiplicado por tres. El número tres representa al Dios Triuno. Debemos notar que la segunda unidad de quinientos siclos estaba partida en dos (lo cual tipifica a Cristo, el segundo de la Trinidad Divina, quien fue herido en la cruz), cada una de doscientos cincuenta siclos. En la Biblia dos es el número de testimonio. Además, en este ungüento compuesto tenemos el número cinco, formado al añadir un hin de aceite de oliva y las cuatro especias. El número cinco también se ve en los quinientos siclos. En la Biblia el número cinco representa la responsabilidad. Por ejemplo, los Diez Mandamientos fueron escritos en dos tablas, cinco en cada tabla. En Mateo 25 las diez vírgenes fueron divididas en dos grupos, cinco sabias y cinco insensatas. Con todo lo anterior, vemos que los números uno, dos, tres, cuatro y cinco se usan en el tipo del ungüento compuesto visto en Exodo 30.

  El tipo del Antiguo Testamento, el cual es una especie de profecía, debe tener cumplimiento en el Nuevo Testamento. El tipo del ungüento de la unción fue totalmente cumplido en el Espíritu vivificante, el cual fue producido en la resurrección de Cristo. El postrer Adán llegó a ser el Espíritu vivificante, quien contiene la divinidad de Cristo, Su humanidad, la dulzura de Su muerte, la eficacia de la misma y el poder de Su resurrección y la eficacia de ésta. El Espíritu vivificante, por tanto, es el Espíritu compuesto tipificado por el ungüento de la unción descrito en el Antiguo Testamento.

D. El Espíritu de vida, el Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo, Cristo mismo y el Espíritu que mora en los creyentes se refieren al Espíritu compuesto que da vida

  Cristo es Cristo, y también es el Espíritu, porque fue hecho pneuma y llegó a ser el Cristo pneumático. En cuanto al Cristo pneumático, necesitamos ver que el Espíritu de vida, el Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo, Cristo mismo y el Espíritu que mora en los creyentes, mencionados en Romanos 8:2, 9-11, se refieren al Espíritu compuesto que da vida. En el versículo 2 tenemos el Espíritu de vida, y en los versículos del 9 al 11, el Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo, Cristo mismo y el Espíritu que mora en los creyentes. ¿Son éstos cinco o uno solo? El Espíritu vivificante se llama el Espíritu de vida, el Espíritu de vida es el Espíritu de Dios, el Espíritu de Dios es el Espíritu de Cristo, el Espíritu de Cristo es Cristo mismo. Además, este Espíritu que es de vida, de Dios, de Cristo y Cristo mismo mora en nosotros como el Espíritu que está allí para impartirnos vida todo el tiempo. Este es el Cristo pneumático.

  En 2 Corintios 3:17 dice: “El Señor es el Espíritu” y el versículo 18 dice que somos transformados “como por el Señor Espíritu”. El título Señor Espíritu, así como el título Padre Dios, es un título divino compuesto. El es el Señor, y también es el Espíritu. Hoy nuestro Cristo es el Cristo pneumático, el Cristo hecho pneuma, el Cristo que es tanto el Señor como el Espíritu.

  En el Espíritu mismo no había humanidad. Del mismo modo, el Espíritu no incluía los elementos de la muerte de Cristo, la eficacia de Su muerte, la resurrección de Cristo y el poder de Su resurrección. Pero el elemento de la humanidad de Cristo y los elementos de Su muerte, la eficacia de ésta, Su resurrección y el poder de ella fueron añadidos y mezclados con el Espíritu de Dios para producir el Espíritu compuesto. Hoy el Cristo pneumático es el Espíritu vivificante y consumado.

E. Los siete Espíritus de Dios

  El quinto punto crucial que los teólogos actuales no recalcan debidamente en cuanto al Espíritu de Dios en el mover de la economía eterna de Dios es los siete Espíritus (el Espíritu siete veces intensificado, cfr. la luz del sol siete veces mayor, Is. 30:26) de Dios (Ap. 1:4; 3:1; 4:5; 5:6).

  Cristo, como el postrer Adán en la carne, podía ser nuestro Redentor, pero no podía entrar en nosotros para impartírsenos como vida. Pero después de llegar a ser el Espíritu, podía entrar en nosotros como el Espíritu de vida a fin de salvarnos orgánicamente, llevando a cabo Su salvación orgánica en nosotros como el Espíritu que da vida. Específicamente, El es el Espíritu vivificante que produce la iglesia. Pero no mucho después de que fue producida la iglesia, ésta se degradó. Apocalipsis, el último libro de la Biblia, habla de la degradación de la iglesia. Por esta degradación, el Espíritu vivificante, quien es tanto Cristo como el Espíritu, llegó a ser intensificado siete veces.

  Isaías 30:26, una profecía relacionada con el milenio, dice: “Y la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol siete veces mayor”. En Isaías tenemos la luz del sol siete veces mayor, pero en Apocalipsis tenemos el Espíritu séptuple. El Espíritu vivificante es lo suficientemente fuerte para producir la iglesia, por la degradación de la iglesia, este Espíritu fuerte fue intensificado siete veces. Por tanto, Cristo no sólo llegó a ser el Espíritu vivificante sino también el Espíritu siete veces intensificado. El hecho de que los siete Espíritus sean los siete ojos del Cordero (Ap. 5:6) indica que los siete Espíritus y Cristo son una sola persona.

II. LIMITADOS POR LA TEOLOGIA IMPERFECTA Y NO BIBLICA, NO VEN LA REVELACION CENTRAL DE DIOS NI PUEDEN LLEVAR A CABO LA ECONOMIA ETERNA DE DIOS

  La Iglesia Católica, las denominaciones protestantes, las asambleas de los Hermanos, las iglesias pentecostales y los grupos libres, limitados por su teología imperfecta y no bíblica, no ven la revelación central de Dios ni pueden llevar a cabo la economía eterna de Dios, porque no tienen los cinco puntos cruciales relacionados con el Espíritu de Dios, los pasan por alto y se oponen a ellos.

  Todos debemos ver claramente la revelación central de Dios. La revelación central de Dios es Dios hecho carne, la carne hecha Espíritu vivificante y el Espíritu vivificante intensificado siete veces para edificar la iglesia, producir el Cuerpo de Cristo y llevar a su consumación la Nueva Jerusalén. Necesitamos ver que el Dios Triuno se hizo carne, la carne se hizo el Espíritu vivificante, y el Espíritu vivificante llegó a ser el Espíritu siete veces intensificado. Este Espíritu edifica la iglesia, la cual llega a ser el Cuerpo de Cristo que lleva a su consumación la Nueva Jerusalén como meta final de la economía de Dios. Esta revelación central fue totalmente pasada por alto en las teologías actuales. Los grupos que ya mencionamos no completan la economía eterna de Dios porque no tienen los cinco puntos cruciales relacionados con el Espíritu de Dios que mencionamos en este mensaje, los pasan por alto y se oponen a ellos. El recobro actual del Señor es simplemente el recobro de estos puntos cruciales relacionados con el Espíritu de Dios en el mover de la economía eterna de Dios.

  Estoy muy preocupado por todos los colaboradores y ancianos. Es posible que muchos de ellos no entiendan completamente qué es el recobro del Señor. Si alguien nos pide explicar lo que es el recobro del Señor hoy, debemos poder responder con una frase sencilla, a saber: El recobro del Señor es Dios hecho carne, la carne hecha Espíritu vivificante y el Espíritu vivificante intensificado siete veces, que edifica la iglesia, la cual llega a ser el Cuerpo de Cristo y tiene su consumación en la Nueva Jerusalén. En cuanto al recobro actual del Señor, espero que ninguno de ustedes se deje limitar ni por su teología antigua ni por su viejo entendimiento del recobro.

III. DIOS HA DE TENER UN GRUPO DE PERSONAS QUE SERAN LOS DIOS-HOMBRES, LOS VENCEDORES

  Dios necesita tener un pueblo de Dios-hombres que sean vencedores, para poder llevar a cabo Su economía eterna con respecto a la iglesia, la cual viene a ser el Cuerpo de Cristo y tiene su consumación en la Nueva Jerusalén.

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