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Mensajes del libro «Espíritu con nuestro espíritu, El»
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CAPITULO SIETE

LA IMPORTANCIA DE NUESTRO ESPIRITU

  Lectura bíblica: Zac. 12:1b; Pr. 20:27; Job 32:8; Jn. 4:24; 2 Ti. 4:22a; Ro. 8:11; Ef. 2:22; Ro. 8:4b; 12:11; 1 Co. 2:11a, 15a; Hch. 17:16; 19:21; 20:22; Ro. 1:9; Ap. 1:10; 4:2; 17:3; 21:10; Hch. 18:25

BOSQUEJO

  1. A los ojos de Dios [el espíritu] está catalogado al mismo nivel que los cielos y la tierra—Zac. 12:1b.
  2. En nuestra adoración a Dios—Jn. 4:24.
  3. Cristo y el Espíritu moran en nosotros y hacen de nuestro espíritu la morada de Dios—2 Ti. 4:22a; Ro. 8:11; Ef. 2:22.
  4. En nuestro andar cristiano—Ro. 8:4b.
  5. En nuestro servicio al Señor—12:11.
  6. Sólo el espíritu del hombre sabe las cosas del hombre, y el hombre espiritual discierne todas las cosas—1 Co. 2:11a, 15a.
  7. Los apóstoles vivían en su espíritu:
    1. Pablo—Hch. 17:16; 19:21; 20:22; Ro. 1:9.
    2. Juan—Ap. 1:4; 4:2; 17:3; 21:10.
    3. Apolos—Hch. 18:25.

  Debe impresionarnos la necesidad de conocer adecuadamente nuestro espíritu. Ya vimos que en la creación Dios puso mucha atención a la creación de nuestro espíritu. Génesis 1:1 dice que Dios creó los cielos y la tierra. Luego el versículo 2 muestra que el universo sufrió un daño por causa de la rebelión de Satanás, diciendo que llegó a estar desordenada y vacía y que las tinieblas estaban sobre la faz del abismo. Génesis 1 muestra lo que Dios hizo para restaurar el universo. Con el fin de recobrar la tierra, Dios produjo la luz e hizo que la tierra seca apareciera en el tercer día. Luego creó todo género de vida vegetal y animal. Cuando Dios creó al hombre, el ambiente donde éste viviría ya había sido totalmente preparado.

  En la creación, Dios preparó un huerto para el hombre. Dios puso al hombre en el huerto, lo cual indica que ese huerto sería el lugar donde el hombre viviría. En el huerto del Edén había muchos árboles deliciosos a la vista y buenos para comer. El hombre fue puesto en medio de ese huerto, ante el árbol de vida, al lado del cual había otro árbol, el árbol de la ciencia del bien y del mal (Gn. 2:8-9). Este huerto presentaba un escenario completo de toda la tierra. El árbol de vida representa a Dios, y el árbol de la ciencia del bien y del mal representa al maligno, a Satanás.

  Dios puso a Adán en el huerto y le pidió que escogiera bien lo que comería. Le señaló que todos los árboles, entre ellos el árbol de vida, eran buenos para comer. Sin embargo, también le dijo que de un árbol, es decir, del árbol de la ciencia del bien y del mal, no debería comer (vs. 16-17). El conocimiento, el bien y el mal son tres cosas negativas. La vida es lo único positivo. A la larga, el conocimiento, el bien y el mal producen muerte. El árbol de vida puede sacarnos de la muerte, pero el árbol de la ciencia, del bien y del mal produce muerte.

  Dios creó al hombre de una manera maravillosa para que el hombre tuviera contacto con Dios, contuviera a Dios y recibiera a Dios como vida para expresarle. Génesis no sólo dice que Dios creó al hombre a Su imagen y según Su semejanza, sino que también narra cómo lo creó. Primero, del polvo de la tierra Dios hizo una estructura. Luego sopló en esa estructura humana Su aliento de vida (2:7). El aliento de vida es el mejor material que Dios podría usar para crear algo. ¿Qué otra cosa podría ser más preciosa que el aliento de Dios, el aliento de vida? Y Dios sopló este aliento de vida en la estructura humana. ¡Esto es maravilloso!

  Después de entrar en la estructura humana, el aliento de vida vino a ser parte de esa constitución humana. Primero fuimos constituidos con el polvo por fuera y luego con el aliento de Dios por dentro. La estructura externa es el cuerpo del hombre, y el aliento interno de vida es el espíritu humano. El cuerpo humano y el espíritu humano se combinaron y así se produjo un alma viviente (Gn. 2:7). La palabra hebrea traducida “aliento” en Génesis 2:7 es traducida “espíritu”, esto es, espíritu humano, en Proverbios 20:27. En Job 32:8 el espíritu del hombre y el aliento de Dios están en aposición. Un ser humano es un alma compuesta de dos órganos. El órgano externo es el cuerpo; el órgano interno es el espíritu, el cual es el aliento de vida. Por tanto, en 1 Tesalonicenses 5:23 vemos que el hombre está compuesto de espíritu, alma y cuerpo.

  Todo lo que existe en el universo puede ser dividido en dos categorías principales. En la primera categoría está todo lo material, todo lo físico. En la segunda categoría está todo lo espiritual. Para tocar las cosas materiales es necesario usar el cuerpo, el órgano externo. Para tocar a Dios el Espíritu y todo lo espiritual, es necesario usar el espíritu, el órgano interno. En la cultura moderna del mundo de hoy, a la gente por lo regular le importa sólo lo material y no presta atención a lo espiritual. Sin embargo, en la Biblia se recalca lo espiritual y se menosprecia lo material. Más aún, la Biblia dice que debemos darle muerte a las prácticas del cuerpo (Ro. 8:13) y cuidar de nuestro espíritu. Tenemos que elevar nuestro espíritu.

  Si un ser humano vive por las prácticas del cuerpo, es muy bajo, como una bestia. Pero si un ser humano vive por el espíritu, es muy elevado, más elevado que los ángeles. Muchos incrédulos viven de una manera muy baja, mediante las prácticas del cuerpo. La mayoría de ellos no conocen su espíritu, pero algunos conocen una parte de su espíritu, o sea, la conciencia humana. Algunos de ellos viven según su conciencia. Esto significa que viven en parte mediante su espíritu, así que están en un plano más elevado. Hoy día a los creyentes se nos encarga que nos neguemos a nosotros mismos, es decir, que neguemos nuestra alma, y que hagamos morir las prácticas de nuestro cuerpo. Entonces vivimos por el espíritu, andamos por el espíritu y hacemos todo según el espíritu. Romanos 8:4 dice que debemos andar según el espíritu.

  Ahora queremos ver la importancia de nuestro espíritu. En todo el universo, Dios es lo más importante para nosotros. Dios tiene la preeminencia. Aparte de Dios, nada es tan importante como nuestro espíritu. Si algo es importante significa que es indispensable, que es necesario tenerlo. Podemos prescindir de todo, menos de Dios y de nuestro espíritu. Ninguna otra cosa es de importancia vital. Pero debemos tener a Dios y nuestro espíritu. Primero, Dios es el Espíritu para nosotros. Luego, tenemos un espíritu con el cual podemos tocar a Dios el Espíritu, recibirle y contenerle. El vive en nuestro espíritu con el fin de ser uno con nosotros.

I. A LOS OJOS DE DIOS [EL ESPIRITU] ESTA CATALOGADO AL MISMO NIVEL QUE LOS CIELOS Y LA TIERRA

  A los ojos de Dios, el espíritu humano está catalogado al mismo nivel que los cielos y la tierra. Dos versículos de la Biblia hablan con respecto a este asunto, Zacarías 12:1 e Isaías 42:5. Zacarías 12:1 dice claramente que Dios extendió los cielos, fundó la tierra y formó el espíritu del hombre dentro de él. Los cielos son para la tierra; la tierra es para el hombre, y el hombre tiene un espíritu para tocar a Dios. Sólo con nuestro espíritu podemos tener contacto con Dios.

II. EN NUESTRA ADORACION A DIOS

  Nuestro espíritu es importante para tener contacto con Dios, y tener contacto con Dios es adorarle. No podemos tocar a Dios sin adorarle. Dios es el objeto de nuestra adoración, y la adoración humana debe hacerse tocando a Dios. Si adoramos a Dios, tenemos contacto con El. Podemos tener contacto con Dios por medio de nuestro espíritu. El Señor Jesús dijo a propósito en Juan 4:24 que Dios es Espíritu y que debemos adorarlo en nuestro espíritu. Adoramos a Dios ejercitando nuestro espíritu. Si queremos vivir una vida llena de significado, debemos tener contacto con Dios. El es nuestro origen y nuestro espíritu es el órgano espiritual con el cual podemos tocarle.

  Nuestra vida física consiste en ejercitar nuestro cuerpo. Sin embargo, vivir sólo físicamente no es más elevado que la vida de una bestia. Si queremos vivir una vida mejor, una vida más elevada, tenemos que ejercitar nuestro espíritu, el cual se produjo a partir del aliento divino de vida. La función principal de este órgano espiritual es tener contacto con Dios, adorar a Dios.

  Este conocimiento básico de la Palabra santa debe impresionarnos. Estamos en el proceso de ser entrenados para ser creyentes normales de Cristo. La vida de un creyente normal incluye el servicio o adoración que se le debe rendir al Dios Triuno, y en todo nuestro servicio debemos tener contacto con Dios en nuestro espíritu.

III. CRISTO Y EL ESPIRITU MORAN EN NOSOTROS Y HACEN DE NUESTRO ESPIRITU LA MORADA DE DIOS

  Nuestro espíritu es importante debido a que en este espíritu moran en nosotros Cristo y el Espíritu y hacen de nuestro espíritu la morada de Dios (2 Ti. 4:22a; Ro. 8:11; Ef. 2:22). Si no tenemos a Dios en nuestro espíritu, nuestra alma también estará vacía. El alma fue hecha como un vaso cuyo contenido debería ser Dios. Romanos 9 dice claramente que los seres humanos somos vasos para Dios, recipientes cuyo contenido debe ser Dios (vs. 21, 23). Hoy día el Dios Triuno está corporificado en Cristo y es hecho realidad como el Espíritu. En nosotros moran tanto la corporificación como la realidad de Dios, y permanecen en nosotros como el contenido de nuestro espíritu. Debido a que el Dios Triuno mora en nosotros, los seres humanos somos la morada de Dios.

  El contenido del hombre debe ser el mismo Dios creador, el Dios Triuno. Cuando El nos creó, nos dio un órgano en el cual podemos recibirle, tomarle y contenerle para que El pueda entrar en nosotros y ser nuestro contenido. Una casa vacía es una casa miserable. El que mora en nosotros es el Dios Triuno. El Nuevo Testamento dice que Dios mora en nosotros (1 Jn. 4:16), y hasta nos da detalles. Decir que Dios mora en nosotros es muy general. Necesitamos la corporificación y la realidad de Dios. Cuando Dios es corporizado, llega a ser Cristo (Col. 2:9). Cuando Dios es hecho realidad, llega a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Por tanto, hoy en día Cristo y el Espíritu moran en nosotros y hacen en nosotros Su habitación (Ef. 2:22). ¡Es maravilloso que Cristo viva en mí! ¡Es muy hermoso y agradable que el Espíritu vivificante viva en mí! Deberíamos exclamar: “¡Cristo vive en mí y hace Su hogar en mí!” (Ef. 3:17). “¡El Espíritu mora en mí!”.

  Puesto que Cristo y el Espíritu habitan en nosotros, somos las personas más elevadas del universo. Estamos en la misma categoría de Dios. Llegamos a estar al mismo nivel de Dios, muy por encima de los ángeles. Debemos alegrarnos de ser los seres más elevados del universo y de estar al mismo nivel de Dios. Debemos comprender que estamos al mismo nivel de Dios debido a que nacimos de El (Jn. 1:12-13). El que nace de un gato, es gato. Uno es el que origina y los demás son los hijos. Los hijos están al mismo nivel de la madre. Si la madre es humana, de seguro todos los hijos serán seres humanos. Nosotros nacimos del gran Dios, así que llegamos a ser Dios en Su vida y naturaleza, pero, por supuesto, no somos como El en Su Deidad. Estamos al mismo nivel de Dios. El es nuestro gran Originador, y nosotros somos Sus hijos. El se hizo Dios-hombre para que el hombre llegase a ser hombre-Dios. Al final, El y nosotros llegamos a estar en la misma categoría, en el mismo nivel, y llegamos a ser de la misma clase.

IV. EN NUESTRO ANDAR CRISTIANO

  En nuestro andar cristiano debemos andar según nuestro espíritu (Ro. 8:4b). Cuando me hagan una pregunta, no debo contestar según mi alma, sino según mi espíritu. Así llego a ser un hombre espiritual. Nuestro andar cristiano es un andar espiritual. Nuestra alma debería estar bajo la dirección del espíritu y nuestro cuerpo debería estar al servicio de nuestra alma. Así seremos hombres espirituales que andan, viven y existen según su espíritu.

V. EN NUESTRO SERVICIO AL SEÑOR

  Pablo dijo que él servía a Dios en su espíritu (Ro. 1:9). Luego nos encargó que fuéramos fervientes en nuestro espíritu para que podamos rendir a Dios el servicio más excelente (Ro. 12:11). Si no ejercitamos nuestro espíritu, no podemos vivir la vida cristiana ni podemos servir a Dios.

VI. SOLO EL ESPIRITU DEL HOMBRE SABE LAS COSAS DEL HOMBRE

  En 1 Corintios 2 leemos que sólo el espíritu del hombre sabe las cosas del hombre (v. 11a) y que el hombre espiritual juzga todas las cosas (v. 15a). Sin nuestro espíritu, no podemos saber quiénes somos. Los incrédulos no saben quiénes son ellos, de dónde vienen ni a dónde van. Para saber las cosas del hombre, el hombre necesita su espíritu. Confucio enseñó que si el hombre quería vivir una vida muy elevada, tenía que atender a su conciencia. Si atendemos a nuestra conciencia, podremos comprender que está relacionada con alguien que está en los cielos. Nuestra conciencia es parte de nuestro espíritu, y nuestro espíritu está relacionado con Dios. Sin nuestro espíritu no podemos entender las cosas del hombre. Si utilizamos nuestro espíritu para entender las cosas del hombre, seremos guiados a Dios. Esto nos llevará a tener contacto con Dios. Nuestro espíritu es el órgano espiritual con el cual podemos conocer todo lo relacionado con el hombre y también, a la larga, todo lo relacionado con Dios.

VII. LOS APOSTOLES VIVIAN EN SU ESPIRITU

  En la vida de los primeros apóstoles también podemos ver la importancia del espíritu humano. Todos ellos vivían en su espíritu.

A. Pablo

  El apóstol Pablo era una persona que vivía en su espíritu (Hch. 17:16; 19:21; 20:22; Ro. 1:9).

B. Juan

  En el libro de Apocalipsis Juan dijo cuatro veces que él estaba en su espíritu. El estaba en su espíritu cuando vio la visión de las iglesias (1:10). Estaba en su espíritu cuando vio la visión del destino del mundo (4:2). Estaba en su espíritu cuando vio la visión de la gran ramera, Babilonia la grande, que representa al cristianismo degradado (17:3). Luego dijo que estaba en su espíritu para ver la Nueva Jerusalén (21:10). Para ver estas cuatro grandes cosas, era necesario que Juan estuviera en su espíritu. Debemos estar en nuestro espíritu si queremos ver todas las visiones celestiales.

C. Apolos

  Hechos 18:25 dice que Apolos era de espíritu fervoroso. El enseñaba las escrituras con fervor. Esto nos muestra que todos los apóstoles vivían en su espíritu. Nosotros debemos seguir el ejemplo de ellos y también vivir en nuestro espíritu, es decir, debemos comportarnos, obrar y andar según nuestro espíritu, y actuar, pensar y hablar siempre según nuestro espíritu. Por último, como muestra 1 Corintios, seremos hombres espirituales (2:15a). Entonces llevaremos una apropiada vida de iglesia y nuestras reuniones serán adecuadas y provechosas.

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