Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Espíritu, El»
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
11 12
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

CAPÍTULO OCHO

LAS FUNCIONES DEL ESPÍRITU

(4)

  Lectura bíblica: Ro. 8:2, 5b, 9, 11, 13b, 14, 16, 23, 26-27; 1 Co. 2:4, 9-15

EN EL NUEVO TESTAMENTO: LAS EPÍSTOLAS

  En el mensaje 7 vimos las funciones del Espíritu presentadas en el libro de Hechos. En este mensaje empezaremos a ver las funciones del Espíritu en las Epístolas. Comenzaremos con Romanos y 1 Corintios.

Es la esencia de la divinidad de Cristo

  En Romanos 1:4 se revela al Espíritu como la esencia de la divinidad de Cristo. Este versículo hace mención del Espíritu de Dios de una manera muy particular que difiere del resto de la Biblia. El versículo 3 dice que Cristo era del linaje de David según la carne. Según la carne, Cristo era un descendiente de David. Luego, en el versículo 4 dice que Cristo fue “designado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos”. Las dos preposiciones según usadas en los versículos 3 y 4 están en contraste. Según la carne, en Su humanidad, Él era del linaje de David. Sin embargo, según el Espíritu de santidad, Cristo fue designado Hijo de Dios por la resurrección de los muertos. Así como la carne mencionada en el versículo 3 hace referencia a la esencia humana de Cristo, el Espíritu de santidad en el versículo 4 se refiere a la esencia de la divinidad de Cristo y no a la persona del Espíritu Santo de Dios. En Romanos la primera función del Espíritu consiste en ser la esencia de la divinidad de Cristo. Cristo posee dos esencias. La esencia de la naturaleza de la humanidad de Cristo es carne; claro está que en Su carne no existía el pecado. La esencia de la naturaleza de la divinidad de Cristo es el Espíritu de santidad. Esto indica que la naturaleza de Su divinidad es algo santo, y la santidad le pertenece al Espíritu. La esencia divina de Cristo, que es Dios el Espíritu mismo (Jn. 4:24), es de santidad, cuya naturaleza y cualidad es ser santo.

Es la ley de la vida divina

  Otra función que el Espíritu desempeña es la de ser la ley de la vida divina. Romanos 8:2 hace mención de “la ley del Espíritu de vida”. Cuando nos referimos a la ley del Espíritu estamos diciendo que el Espíritu mismo es la ley. Toda criatura posee una vida, y según esta vida cierta ley opera en ella. Un ave puede volar gracias a la ley de su vida; de hecho, el pájaro mismo es tanto la vida que posee como la ley de dicha vida. Estos tres son uno. Asimismo, con respecto a la ley del Espíritu de vida, podemos afirmar que la ley, el Espíritu y la vida son una sola cosa. Por ejemplo, a los gatos les gustan cazar ratones debido a la ley que opera en la vida de los gatos. Así pues, la vida de un gato está caracterizada por una vida que caza ratones. De la misma manera, los perros ladran debido a la ley que opera en la vida de los perros. Por tanto, la vida de un perro le insta a ladrar.

  La vida que poseemos constituye nuestra ley y nuestra persona. De hecho, cada persona en sí misma es una ley. Somos una ley en el sentido de que todo cuanto hacemos es hecho conforme a lo que somos. Por ejemplo, para algunas personas levantarse tarde es una ley natural, o sea, se levantan tarde conforme a lo que son por naturaleza. Una persona anda y habla de cierta manera porque en sí misma ella constituye su propia ley natural. El Espíritu mismo, como el Dios Triuno procesado, es la ley del Espíritu de vida, y Él es una ley que opera dentro de nosotros. El Espíritu trabaja en nosotros a fin de librarnos por medio de la ley de vida de la ley del pecado y de la muerte.

Derrama el amor de Dios

  Romanos 5:5 dice: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones mediante el Espíritu Santo que nos fue dado”. Dios se vale del Espíritu Santo para derramar Su amor en nuestros corazones. Desde el primer día que invocamos el nombre del Señor Jesús, el amor de Dios fue derramado en nuestros corazones mediante el Espíritu Santo. Esto quiere decir que el Espíritu con el amor de Dios nos da confirmación y seguridad. Aunque estemos afligidos, no podemos negar la presencia del amor de Dios dentro de nosotros.

Da a conocer las cosas relacionadas con Cristo

  Romanos 8:5 dice: “Porque los que son según la carne ponen la mente en las cosas de la carne; pero los que son según el espíritu, en las cosas del Espíritu”. Debemos preguntarnos qué son las cosas del Espíritu. Los versículos del 12 al 15 de Juan 16 nos dan a conocer tales cosas. Estos versículos nos revelan que todo lo que es del Padre, le pertenece al Hijo. El Hijo hereda todas las riquezas del Padre. Entonces, todo lo que es del Hijo es recibido por el Espíritu. Finalmente, el Espíritu nos da a conocer todas estas cosas. Basado en Juan 16:12-15, las cosas del Espíritu mencionada en Romanos 8:5 deben ser las cosas relacionadas con Cristo. Por tanto, el Espíritu tiene la función de trasmitirnos las cosas que están relacionadas con Cristo.

Es para nosotros la realidad de Dios así como Dios que nos alcanza

  Otra de las funciones que cumple el Espíritu consiste en ser para nosotros la realidad de Dios así como Dios mismo que nos alcanza (Ro. 8:9a). El Padre está corporificado en el Hijo, y el Hijo es hecho real para nosotros como el Espíritu. Finalmente, el Padre, el Hijo y el Espíritu son hechos reales por completo para nosotros por el Espíritu. El Espíritu es la realidad del Dios Triuno, y el Espíritu es el que llega a nosotros. Su venida es la aplicación del Dios Triuno a nosotros. El Dios Triuno es hecho real para nosotros como el Espíritu y es aplicado a nosotros como el Espíritu.

Es para nosotros la realidad de Cristo y Su persona

  El Espíritu es la realidad de Cristo y Su persona (8:9b). Romanos 8:9 hace mención del Espíritu de Dios y del Espíritu de Cristo. Estos dos títulos son usados intercambiablemente, lo cual quiere decir que el Espíritu de Cristo es el Espíritu de Dios. Este Espíritu es la realidad de Cristo y la persona de Cristo.

Nos resucita, nos da vida y mora en nosotros

  Romanos 8:11 revela tres funciones del Espíritu: nos resucita, nos vivifica y mora en nosotros. Este versículo dice: “Si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo vivificará también vuestros cuerpos mortales por Su Espíritu que mora en vosotros”. El Espíritu nos resucita al darnos vida, y el Espíritu vivificante nos da vida al morar en nosotros. Él mora en nosotros con el objetivo de vivificarnos y nos vivifica para resucitarnos. Necesitamos estas tres funciones del Espíritu a diario.

Guía a los hijos de Dios

  Romanos 8:14 dice: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”. El Espíritu también cumple la función de guiar a los creyentes a llevar una vida como hijos de Dios. Sabemos que somos los hijos de Dios porque somos guiados por el Espíritu. Este guiar no es algo que sucede accidental u ocasionalmente, sino que debiera ser algo habitual y constante. Es decir, en nuestra vida cotidiana debemos ser guiados continuamente por el Espíritu. Si somos guiados continuamente por el Espíritu, entonces llevaremos en la práctica una vida como hijos de Dios.

Da testimonio

  El Espíritu también tiene la función de dar testimonio. Romanos 8:16 dice que el Espíritu da testimonio juntamente con nuestro espíritu que somos hijos de Dios. En Romanos 9:1 Pablo dijo que su conciencia daba testimonio con él en el Espíritu Santo. El Espíritu da testimonio de que somos hijos de Dios. Muchas hermanas han tenido la experiencia de que cuando hacían sus compras en las tiendas, algo en su ser atestiguaba que les recordaba que eran hijos de Dios. Asimismo, el marido cuando se enoja con su esposa, también en él hay un testimonio que le dice: “No se olvide que usted es hijo de Dios”. No hay nada que frene el malhumor tan rápido como decir amén a este testimonio en su espíritu. El Espíritu testifica juntamente con nuestro espíritu que somos hijos de Dios.

Es las primicias (anticipo) de Dios como nuestra porción

  Romanos 8:23 nos dice que el Espíritu es las primicias (anticipo) de Dios como nuestra porción. Las primicias son el primer sabor, un anticipo. Dios es nuestra porción eterna, y como tal, Él se puede disfrutar y es sabroso. El Espíritu Santo, el Espíritu todo-inclusivo, constituye las primicias de todas las riquezas de Dios para que lo disfrutemos. Todo cuanto hemos disfrutado de Dios y todo cuanto disfrutamos de Él ahora es solamente un anticipo. El pleno disfrute está por venir. Disfrutaremos a Dios en toda Su plenitud cuando nuestro cuerpo sea redimido por completo.

Ayuda al interceder con gemidos y al transmitir Sus pensamientos

  Romanos 8:26 y 27 dicen: “Además, de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a Dios intercede por los santos”. Son muchas las ocasiones en las que no sabemos cómo orar, debido a que somos tan débiles, sin embargo, el Espíritu se une a nosotros, entra, para ayudarnos en nuestra debilidad. Él nos ayuda al interceder por nosotros con gemidos indecibles. Por ejemplo, a veces sentimos una verdadera carga por orar, mas no sabemos cómo decirlo; entonces, espontáneamente gemimos por esa carga sin emitir palabra alguna. A primera vista, somos nosotros los que gemimos, pero en nuestro gemir también gime el Espíritu. Esto constituye la mejor oración en la cual el Espíritu intercede por nosotros al gemir juntamente con nosotros.

  El versículo 27 menciona la intención del Espíritu. La intención del Espíritu se refiere a los pensamientos del Espíritu. El Dios que escudriña sabe cuál es la intención del Espíritu que intercede por nosotros. Es cuando tenemos la carga de orar, mas no sabemos cómo hemos de orar, que nos demuestra nuestra debilidad. En ese momento, el Espíritu que intercede, quien mora en nosotros, se une a nosotros y entra en la oración para orar por nosotros con gemidos indecibles. Esto se debe a que no sabemos qué decir. El gemir del Espíritu lleva Su pensamiento, Su mente. Gradualmente, después de esta intercesión, comenzamos a entender la situación por la cual estamos orando. En realidad, el Espíritu gime con el propósito de que seamos amoldados y conformados por completo a la imagen del Hijo primogénito de Dios (v. 29).

Es la realidad del reino de Dios en justicia, paz y gozo

  El Espíritu es la realidad del reino de Dios en justicia, paz y gozo. El reino de Dios consiste en llevar una vida en la cual somos justos con nosotros mismos, tenemos paz con los demás, y tenemos gozo con Dios. Para ser rectos con nosotros mismos es imprescindible que seamos estrictos con nosotros mismos. Además, es imprescindible que también tengamos una situación pacífica con los demás y que permanezcamos en el gozo de Dios durante todo el día. Ésta es la vida apropiada del reino. Nadie en sí mismo tiene la habilidad de llevar una vida de justicia, paz y gozo. Ésta es la razón por la cual necesitamos el Espíritu como la realidad del reino de Dios. El Espíritu de Dios es la realidad de la justicia, la paz y el gozo. Cuando tenemos al Espíritu, tenemos esta realidad y llevaremos verdaderamente la vida del reino de Dios.

Nos reviste de poder para que abundemos en esperanza, cuyo fruto es gozo y paz en el creer

  El Espíritu nos reviste de poder para que abundemos en esperanza, cuyo fruto es gozo y paz en el creer (Ro. 15:13). La vida humana no tiene mucha esperanza. Las personas deciden suicidarse porque carecen de esperanza. Ya que no tienen esperanza, sienten que no hay ninguna razón para seguir viviendo. Asimismo, Efesios 2 nos dice que antes de ser salvos, no teníamos esperanza (v. 12). Sin embargo, Romanos 15:13 nos dice que por ser creyentes, tenemos que abundar en esperanza. Puedo testificar que estoy lleno de esperanza de que la manera ordenada por Dios de reunirse y servir para la edificación del Cuerpo de Cristo florecerá y prevalecerá en la tierra.

Santifica

  Romanos 15:16 habla de la santificación del Espíritu Santo. Esta santificación no se refiere a una santificación objetiva, la santificación en cuanto a nuestra posición, posicional, sino a la santificación subjetiva, la santificación de nuestra manera de ser. Dios nos ha dado Su Espíritu a fin de santificarnos y apartarnos para Dios para Su propósito. Así pues, el Espíritu Santo se mueve, opera y actúa dentro de nosotros constantemente a fin de santificarnos.

Reviste de poder para predicar el evangelio

  Romanos 15:19 dice que Pablo predicó el evangelio de Cristo en el poder del Espíritu. Esto muestra que una función que cumple el Espíritu es la de revestirnos de poder para predicar el evangelio.

Ama

  Romanos 15:30 hace referencia al “amor del Espíritu”. Por ser cristianos no debiéramos amar a los demás con nuestro amor humano natural. Debemos amar con el amor divino, el amor del Espíritu. Nuestro amor humano natural no es universal. Sin embargo, el Espíritu opera en nosotros al darnos un amor que nos hace amar a todos los miembros diferentes del Cuerpo de Cristo (Col. 1:4, 8).

Habla y predica con poder

  En 1 Corintios 2:4 Pablo dijo: “Ni mi palabra ni mi proclamación fue con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder”. El Espíritu es el Espíritu que habla. Lo que el apóstol dijo y proclamó no fueron con palabras especulativas que provinieron de su mente, sino que fueron las que provinieron de su espíritu con la liberación y demostración del Espíritu, por consiguiente, con poder.

Revela las cosas que Dios ha preparado para los creyentes

  El Espíritu revela a los creyentes las cosas que Dios ha preparado para ellos (1 Co. 2:9-10a). El Espíritu nos revela todas cosas secretas, misteriosas, escondidas y ocultas que Dios ha preparado para nosotros. Dios nos revela las cosas profundas y escondidas por el Espíritu, ya que dichas cosas son cosas que ojos no han visto, oídos no han oído ni han subido al corazón de los hombres. Esto significa que el hombre no tiene ni la menor idea ni ha pensado acerca de ellas. Son completamente misteriosas y se hallan escondidas en Dios, y tales cosas están fuera del entendimiento humano. Sin embargo, Dios nos las ha revelado a nosotros por el Espíritu, quien todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios.

Escudriña las profundidades de Dios

  El Espíritu escudriña las profundidades de Dios (2:10b). Conocer las profundidades de Dios equivale a conocer a Cristo en Sus muchos aspectos como nuestra porción eterna. Cristo constituye las profundidades del universo, porque Sus dimensiones corresponden a las dimensiones del universo (Ef. 3:18). Únicamente el Espíritu tiene la habilidad de escudriñar las profundidades de Dios con respecto a Cristo. El Espíritu de Dios explora las profundidades de Dios en cuanto a Cristo y nos las da conocer en nuestro espíritu a fin de que las comprendamos y seamos partícipes de ellas.

Conoce las cosas de Dios

  El Espíritu conoce las cosas de Dios. En 1 Corintios 2:11b y 12 dicen: “Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Pero nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha dado por Su gracia”. Alabado sea el Señor que nosotros, los que nacimos de Dios por Su Espíritu, hemos recibido el Espíritu de Dios. Así pues, somos perfectamente aptos para conocer las cosas profundas de Dios, las cuales Él nos ha dado gratuitamente para que disfrutemos de ellas.

Enseña las cosas de Dios

  En 1 Corintios 2:13 Pablo dijo que habló las cosas de Dios “no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, interpretando lo espiritual con palabras espirituales”. Esto demuestra que el Espíritu cumple la función de enseñar las cosas de Dios. Pablo habló de lo espiritual, o sea, las cosas profundas de Dios con respecto a la persona de Cristo, con palabras espirituales, las cuales son palabras enseñadas por el Espíritu. El Espíritu enseña a los creyentes lo espiritual —las cosas del Espíritu de Dios— para tener comunicación espiritual.

Discierne y recibe las cosas de Dios

  En 1 Corintios 2:14 y 15 se nos dice que el hombre anímico no acepta las cosas que son del Espíritu de Dios y que tales cosas se han de discernir espiritualmente. Esto indica que el Espíritu discierne y acepta las cosas de Dios.

Mora en los creyentes como el templo de Dios

  El Espíritu mora en los creyentes como el templo de Dios (3:16; 6:19). Nosotros los creyentes no somos gente ordinaria debido a que, colectiva y universalmente, somos el templo de Dios. En nuestra experiencia somos hechos el templo de Dios por medio del Espíritu que mora en nosotros. Por ejemplo, la casa donde reside el rey, hace que esa casa sea el palacio real. Así pues, el Espíritu que mora en nuestro ser hace que seamos el templo de Dios.

Lava, santifica y justifica

  Otra de las funciones que cumple el Espíritu es la de lavar, santificar y justificar. En 1 Corintios 6:11 se nos dice: “Esto erais alguno; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo, y en el Espíritu de nuestro Dios”. Dicho lavamiento, santificación y justificación se refieren a algo interno y en vida. El Espíritu opera internamente en los creyentes al lavarlos, al justificarlos y al santificarlos en vida. Primero, somos lavados de las cosas pecaminosas; segundo, somos santificados, apartados, para Dios; y tercero, somos justificados, aceptados, por Dios.

Une a los creyentes al Señor al hacer de ellos un solo espíritu con el Señor

  Según 1 Corintios 6:17, el Espíritu une a los creyentes al Señor al hacer de ellos un solo espíritu con el Señor. Somos uno solo espíritu con el Señor en virtud de haber sido unidos al Él. Fuimos unidos al Señor, introducidos en una unión orgánica con Él, por medio de creer en Él (Jn. 3:15-16). Esta unión está ejemplificada por los pámpanos de la vid (15:4-5), la cual no es solamente una unión de vida, sino también una unión en vida (la vida divina). Esta unión con el Señor resucitado es posible solo en nuestro espíritu.

Habla juntamente con los santos

  En 1 Corintios 7 Pablo dijo que daba su opinión (vs. 25, 40). Además, también dijo: “Mando, no yo, sino el Señor” (v. 10), y “yo digo, no el Señor” (v. 12). En este capítulo, si bien Pablo dio su opinión en cuanto a la vida matrimonial, también dijo que pensaba que tenía “al Espíritu de Dios” (v. 40). El hablar de Pablo era el hablar del Espíritu. Aun cuando Pablo expresó su opinión, el Espíritu habló en él. Esto demuestra que el Espíritu habla juntamente con los santos.

Confiesa juntamente con los creyentes que Jesús es Señor

  El Espíritu confiesa juntamente con los creyentes que Jesús es Señor. En 1 Corintios 12:3 se nos dice que “nadie puede decir: ¡Jesús es Señor!, sino en el Espíritu Santo”. Cuando invocamos: “¡Oh Señor Jesús!”, no sólo somos nosotros los que invocamos, sino que invocamos y confesamos que Jesús es Señor juntamente con el Espíritu. Siempre que una persona invoque “Señor Jesús”, el Espíritu está allí juntamente con ella. Ésta es la razón por la cual tenemos que mandarles a las personas a que invoquen el nombre del Señor. El Espíritu está con todo aquel que invoque el nombre del Señor, y aquel que lo invoca es salvo (Ro. 10:13).

Distribuye dones espirituales a los creyentes y opera en ellos

  En 1 Corintios 12 se revela al Espíritu que distribuye dones espirituales a los creyentes y opera en ellos (vs. 4, 7-11). El Espíritu distribuye diferentes dones a cada uno de nosotros. Entonces Él opera dentro de nosotros.

Bautiza a los creyentes en un solo Cuerpo y se les da a beber

  Primero los creyentes son bautizados en el Espíritu en un solo Cuerpo. Luego se les da a beber de un mismo Espíritu (v. 13). Bautizar es sumergir a una persona en el agua, y beber agua es recibirla en el interior de uno. Esto nos muestra que necesitamos el Espíritu externa e internamente. El Espíritu es tanto la realidad del agua en la cual somos bautizados, así como el agua que bebemos.

Es la persona del Cristo resucitado para dar vida

  Según 1 Corintios 15:45 el Espíritu es la persona del Cristo resucitado para dar vida. En resurrección Cristo fue hecho Espíritu vivificante, y como tal, Él se mueve, opera y vive en nuestro ser a fin de impartirnos vida.

  Las funciones del Espíritu que hemos visto hasta ahora nos muestran mucho acerca de la capacidad que tiene el Espíritu. La capacidad que tiene el Espíritu es la capacidad de la omnipotente vida divina del Dios Triuno. Su capacidad es ilimitada.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración