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Mensajes del libro «Espíritu y el cuerpo, El»
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CAPÍTULO DOCE

UNA VISIÓN GENERAL DEL CUERPO

  Con este mensaje empezaremos una serie de mensajes acerca del Cuerpo. Efesios 4:4 dice: “Un Cuerpo, y un Espíritu”. Esto indica que el Cuerpo es algo que procede del Espíritu y que el Espíritu tiene mucho que ver con el Cuerpo. Sin el Espíritu, el Cuerpo no existiría. El Espíritu es la realidad del Cuerpo. El Cuerpo surge a partir del Espíritu y está constituido del Espíritu. Si conocemos el Espíritu, entonces también conocemos el Cuerpo. Si conocemos el Cuerpo, entonces ciertamente hemos experimentado al Espíritu. La mayoría de los cristianos carece de un entendimiento adecuado de que el Espíritu está a favor del Cuerpo y que el Cuerpo está a favor del Espíritu. Así como nuestra vida física y nuestro cuerpo físico son inseparables, el Cuerpo y el Espíritu también lo son. Sin vida, nuestro cuerpo físico no es más que un cadáver. El Cuerpo y el Espíritu son uno. El Espíritu es la vida, la realidad y el constituyente del Cuerpo.

  En el Nuevo Testamento hay cuatro libros que tratan acerca del Cuerpo: Romanos, 1 Corintios, Efesios y Colosenses. Colosenses no dice mucho acerca del Cuerpo porque es un libro que nos habla acerca de la Cabeza. Sin embargo, puesto que nos habla de la Cabeza, también se alude al Cuerpo, puesto que no es posible tener la Cabeza sin el Cuerpo. Efesios, por su parte, es un libro que trata acerca del Cuerpo. Sin embargo, también Efesios nos habla de la Cabeza. Así pues, en Colosenses, que principalmente nos habla de la Cabeza, tenemos la Cabeza con el Cuerpo; mientras que en Efesios, que principalmente nos habla del Cuerpo, tenemos el Cuerpo con la Cabeza. Cada uno de estos cuatro libros abarca un aspecto diferente del Cuerpo. Si hemos de conocer el Cuerpo, es preciso que conozcamos los diferentes aspectos del Cuerpo. Aunque Efesios fue escrito después de Romanos y 1 Corintios, debemos estudiarlo primero porque revela cómo el Cuerpo es producido, cómo el Cuerpo llega a existir, cómo el Cuerpo es formado y cómo el Cuerpo está constituido.

CRISTO FUE PROCESADO POR MEDIO DE LA MUERTE Y LA RESURRECCIÓN

  Efesios 1:19 y 20 dicen: “Y cuál la supereminente grandeza de Su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de Su fuerza, que hizo operar en Cristo, resucitándole de los muertos”. Así como podemos afirmar que el poder operó en Cristo, también podemos afirmar que Cristo fue sometido a cierta operación. En otras palabras, Cristo fue procesado. La palabra procesado quizás suene muy extraña a oídos de los religiosos. Los religiosos se preguntarán cómo el Señor Jesús pudo ser procesado. Sin embargo, lo que debe preocuparnos son los hechos. Cristo, quien es Dios, un día se hizo hombre, un nazareno menospreciado sin ningún atractivo físico. Un día fue crucificado y permaneció en la cruz por varias horas. Después de que murió, le traspasaron Su costado, y de allí brotó sangre y agua. Después fue puesto en un sepulcro, y tres días después resucitó. Él fue clavado en la cruz en Su carne, pero fue resucitado en el Espíritu. Él fue crucificado con un cuerpo natural, pero fue resucitado con un cuerpo espiritual. ¿No implica esto un proceso? Si no es un proceso, entonces, ¿qué es? El Señor Jesús ciertamente pasó por un largo proceso. No importa de qué manera se cocinen los alimentos, éstos son procesados. Los alimentos que comemos, aun si son crudos, han pasado por algún tipo de proceso. ¿Cómo podría la sandía entrar en usted sin antes ser cortada y procesada?

  Cristo, nuestro Redentor, fue hecho Espíritu vivificante. Nuestros conceptos son naturales y por mucho tiempo estuvimos bajo la influencia del cristianismo. No piense que puesto que Cristo llegó a ser el Espíritu vivificante, Él es únicamente grande, majestuoso y trascendente. No suponga que Él le impartiría vida a usted descendiendo sobre usted de forma electrizante. Hoy en día Cristo, como Espíritu vivificante, es semejante a una pequeña partícula de alimento procesado. Este alimento es vivificante. Todos los días soy fortalecido por el alimento nutritivo que ingiero. De la misma manera, Cristo nos imparte vida, no desde los cielos, sino desde nuestro interior. Si usted dice: “Oh, Señor Jesús, te amo”, recibirá vida. Esta vida viene hasta usted no desde el tercer cielo, sino desde su interior, porque Cristo, el Espíritu vivificante, mora en usted. Según el concepto religioso, Cristo es infinitamente grande. Sin embargo, Él no sólo es grande, pues hoy el Cristo vivificante es también muy pequeño. Debemos alabarlo por Su pequeñez. ¡Cuán pequeño es Cristo! Todo lo que comemos es más pequeño que nosotros. Por ejemplo, ¿sería usted capaz de comerse un churrasco entero, grande y grueso? No, antes de comérselo, usted tiene que cortarlo en trozos pequeños, y cuanto más pequeños sean, mejor.

  En Efesios 1 vemos que Cristo fue procesado por medio de la muerte y la resurrección, y luego entró en ascensión. El versículo 19 dice: “Y cuál la supereminente grandeza de Su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de Su fuerza”. La palabra operación es una traducción débil de la palabra griega que realmente significa “energía”. Por lo tanto, este versículo, y la primera parte del versículo 20, debería decir: “Según la energía del poder de Su fuerza, que [Dios] hizo operar en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a Su diestra en los lugares celestiales”. Aquí vemos el proceso por el cual pasó Cristo, el cual comenzó con la muerte, continuó con la resurrección y culminó con la ascensión, por encima de todo principado, autoridad, poder, señorío y sobre todo nombre. El versículo 22 dice que Dios “sometió todas las cosas bajo Sus pies, y lo dio por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia”. Éste es el proceso por el cual Cristo pasó. Después de haber pasado por este proceso y haber obtenido tanto y alcanzado una posición tan elevada, Él ahora tiene todas las cosas bajo Sus pies, y es la Cabeza por sobre todas las cosas.

FUE TRANSMITIDO A LA IGLESIA

  Las tres últimas palabras del versículo 22, “a la iglesia” son cruciales. Esto indican que todo lo que Cristo experimentó, obtuvo y alcanzó, todo ello, fue transmitido a la iglesia. Aquí la palabra a implica una especie de transmisión. Repito una vez más que todo lo que Cristo ganó y obtuvo fue transmitido a la iglesia. Cristo está por encima de todas las cosas, y ese hecho de estar por encima de todas las cosas le fue transmitido a la iglesia. Por consiguiente, la iglesia también está sobre todas las cosas.

LA TRANSMISIÓN DA ORIGEN AL CUERPO

  El versículo 23 dice que la iglesia es el Cuerpo de Cristo. Eso significa que todo lo que Cristo experimentó, obtuvo y alcanzó fue transmitido al Cuerpo. Todo lo que le sucedió a la Cabeza le ha sucedido al Cuerpo. Lo que la Cabeza obtuvo ahora le pertenece al Cuerpo. Esta transmisión es lo que da origen al Cuerpo. El Cuerpo surge a partir de la transmisión de la Cabeza. Esta transmisión ocurrió el Día de Pentecostés. En el Día de Pentecostés todo lo que pertenecía a la Cabeza fue transmitido al Cuerpo. Necesitamos recibir una visión de esto. Ni nuestra fe ni nuestra incredulidad pueden alterar el hecho de que todo lo que la Cabeza obtuvo y alcanzó fue transmitido al Cuerpo. Este evento ya ocurrió en este universo. El Día de Pentecostés el Cristo ascendido transmitió al Cuerpo todas Sus experiencias; y a partir de esta transmisión el Cuerpo llegó a existir. Todo lo que Cristo realizó, obtuvo y alcanzó no sólo es para el Cuerpo, sino que también le ha sido dado al Cuerpo.

EL CASO DE PEDRO

  Consideremos el caso de Pedro. El Día de Pentecostés Pedro, un pescador galileo, llegó a ser otra persona. Aprecio el Pedro que vemos en los cuatro Evangelios porque era franco y sincero, aunque sincero de manera egoísta. En los Evangelios Pedro era una persona muy natural y se encontraba completamente en la carne. Sin embargo, él no aparentaba otra cosa. Él era lo que era, y fue puesto en evidencia muchas veces. Parecía que nunca hacía nada bien. Sólo en una ocasión, en Cesarea de Filipo, habló de una manera clara, cuando dijo que Jesús era el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Lo que Pedro dijo en aquella ocasión fue maravilloso; sin embargo, estas palabras no procedieron de él, sino que fueron la revelación del Padre. En otras ocasiones Pedro habló de manera insensata y fue reprendido por ello. Según consta en Mateo 16, inmediatamente después de haber confesado que Jesús era el Cristo, el Hijo del Dios viviente, Pedro le dijo al Señor que tuviera compasión de Sí mismo y no fuera a la cruz. Esto hizo que el Señor lo reprendiera y le dijera: “¡Quítate de delante de Mí, Satanás!”. Pedro también dijo disparates cuando estuvo en el monte de la Transfiguración. Él parecía decir: “Señor, qué bueno es que nosotros estemos aquí. Haré tres tiendas aquí, una para Ti, otra para Moisés y otra para Elías”. ¡Qué disparate! Además, cuando los que cobraban el impuesto del medio siclo le preguntaron a Pedro si su Maestro pagaba el impuesto, y enseguida Pedro respondió que sí. Esto también le costó una reprensión. Sin embargo, el Día de Pentecostés vemos que Pedro era otra persona. Antes de aquella ocasión, él había sido osado de una manera carnal, pero en realidad era muy tímido para seguir a Cristo, pues negó al Señor tres veces. Pero el Día de Pentecostés vemos que Pedro era más poderoso que todos los poderosos de la tierra. ¿Qué fue lo que le sucedió a Pedro y que lo hizo diferente? El hecho de que le fuera transmitido todo aquello por lo cual Cristo pasó y todo lo que Él experimentó. Ese día Pedro recibió una transmisión celestial y divina. Repito una vez más que el Día de Pentecostés todo lo que Cristo experimentó, obtuvo y alcanzó fue transmitido desde el tercer cielo a la iglesia. Fue a partir de esa transmisión que el Cuerpo llegó a existir.

  Si queremos experimentar el Cuerpo hoy, es preciso que tengamos una experiencia personal de la transmisión que tuvo lugar el Día de Pentecostés. Muchos cristianos genuinos no han experimentado el Cuerpo. Aunque han sido salvos verdaderamente, no tienen el sentir de que están en el Cuerpo. Ello se debe a que no han recibido la visión de la transmisión que efectuó la Cabeza al Cuerpo. No han visto que todo lo que Cristo es, todo lo que Cristo ha logrado, todo lugar que Cristo ocupa y todo lo que Cristo posee ha sido transmitido al Cuerpo. A fin de participar de esta transmisión, tenemos que ser parte del Cuerpo. Mi carga principal en este mensaje es mostrarles que la existencia del Cuerpo depende de la transmisión que ocurrió el Día de Pentecostés. Efesios 1 declara este hecho.

  Efesios 1:23 dice que el Cuerpo es la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. Aparte del Cuerpo, la Cabeza no tiene plenitud. Debido a que Cristo es universalmente grande, Él necesita un Cuerpo muy grande que sea Su plenitud y lo exprese. Este Cuerpo surge a partir de la transmisión de Cristo. Todo lo que Cristo obtuvo y alcanzó, y todo lo que Él es, ha sido transmitido al Cuerpo.

LA ABOLICIÓN DE LAS ORDENANZAS

  Podemos afirmar que el libro de Efesios es un diccionario bíblico, pues contiene muchas expresiones nuevas. Una de ellas es “el nuevo hombre”. En Efesios 2 vemos que el Cuerpo es el nuevo hombre. Efesios 2:15 y 16 menciona juntos el Cuerpo y el nuevo hombre, diciéndonos que el nuevo hombre es el Cuerpo y que el Cuerpo es el nuevo hombre. A fin de crear este nuevo hombre y producir este Cuerpo, Cristo abolió en la cruz todas las ordenanzas, rituales y las diferentes maneras de vivir. Tanto el modo de vivir de los judíos como el de los gentiles fueron abolidos por Cristo en la cruz a fin de que fuera creado el nuevo hombre, el Cuerpo de Cristo. A fin de que el Cuerpo llegara a existir, todas las ordenanzas tenían que ser eliminadas. Todas las diferentes maneras de vivir —la judía, la británica, la estadounidense, la brasileña, la japonesa, la china y la filipina— tienen que desaparecer. Mientras siga existiendo el modo de vivir chino, no podremos tener el Cuerpo. En Nueva York hay un grupo de cristianos chinos que se jactaban del hecho de que sus reuniones tienen un sabor chino. Esto no es el Cuerpo, sino que más bien es una secta china. Asimismo, si insistimos en conservar el sabor estadounidense, seremos una secta estadounidense, no el Cuerpo. En el Cuerpo no hay judío ni griego, esclavo ni libre, sino que Cristo es el todo y en todos.

  Según la Biblia, las ordenanzas son las diferentes maneras de vivir. Es difícil para los judíos comer cerdo con los gentiles. Todas nuestras ordenanzas tienen que ser abolidas. Esto es necesario por causa del Cuerpo. Si todas las ordenanzas son eliminadas, sólo quedará Cristo. Este asunto de las ordenanzas no es nada sencillo ni superficial. Si a algunos les molesta que se grite tanto en nuestras reuniones, eso demuestra que tienen ciertas ordenanzas. En su opinión, los cristianos deben guardar silencio en las reuniones.

  En 1932 yo acompañé al hermano Nee cuando lo invitaron a compartir a un seminario Bautista del Sur en China. Aquella era la primera vez que yo asistía a una reunión pentecostal. En esa reunión algunos saltaban, otros gritaban y otros hasta rodaban por el suelo. Yo me sentí muy incómodo; para mí, eso era como un circo en el que todos hacen su propia cosa. Finalmente, el pastor tocó una campanita para que todos pararan y el hermano Nee dio un mensaje acerca del hijo pródigo. Después de aquella reunión le dije al hermano Nee: “Yo no puedo aguantar una reunión donde hay tanta gente gritando, saltando y rodando por el piso”. Yo pensé que el hermano Nee iba a estar completamente de acuerdo conmigo. Sin embargo, él dijo: “Hermano, en el Nuevo Testamento no hay ordenanzas que nos digan cómo debemos reunirnos”. Aunque al hermano Nee no le atraía este tipo de reunión, él sabía que no debe haber ordenanzas entre los cristianos. Si a usted le molestan cierto tipo de reuniones, eso indica que aún conserva ciertas ordenanzas. Aunque yo no participo en ciertas actividades en una reunión, no permito que eso me moleste. Debemos abandonar nuestras ordenanzas. En la cruz Cristo crucificó todas las ordenanzas. Por lo tanto, no debemos permitir que éstas nos perturben.

  Si usted aún conserva sus ordenanzas, el Cuerpo desaparecerá. Mientras todavía conserve alguna ordenanza, no podrá existir el Cuerpo. Hemos visto que el Cuerpo surge a partir de la transmisión de Cristo. En esta transmisión toda ordenanza es eliminada. Este asunto de las ordenanzas representaba un problema para Pedro. El Día de Pentecostés Pedro se mostró muy osado. Sin embargo, cuando se trató del asunto de comer, él encontró dificultades, pues aún seguía observando las ordenanzas acerca de la comida. En Hechos 10:9 al 16 Pedro vio en visión un gran lienzo y escuchó una voz que le decía: “Levántate, Pedro, mata y come” (v. 13). Esta voz parecía decirle: “Pedro, no debes guardar tu ordenanza acerca de la comida. Si lo haces, los creyentes gentiles serán cortados del Cuerpo. Debes abandonar tu ordenanza y comer lo que nunca antes has comido”.

  No debemos crear ninguna ordenanza. Si conocemos el Cuerpo, nunca guardaremos ninguna ordenanza ni nos sentiremos molestos con ninguna práctica. Todas las prácticas son permisibles mientras no estén relacionadas con el pecado ni con los ídolos. Si queremos practicar la vida del Cuerpo, debemos abandonar todas las ordenanzas. Sin embargo, esto no es fácil de hacer. Por ejemplo, tal vez nos guste la manera en que nos reunimos. Con el tiempo, la manera en que nos reunimos llega a convertirse en una ordenanza. Si nosotros gritamos y otros no lo hacen, o si invocamos el nombre del Señor de cierta manera y otros no lo hacen, es posible que nos sintamos molestos. Según nuestra opinión, cuanto más gritemos y cuanto más invoquemos, mejor. Sin duda alguna, nos ha beneficiado el poder gritar e invocar el nombre del Señor, pero nunca debemos hacer de esto una ordenanza. Debido a que estamos en el Cuerpo, no debemos tener ordenanzas.

COHEREDEROS, CO-CUERPO, COPARTÍCIPES

  El Cuerpo es también un asunto de ser copartícipes (Ef. 3:6). Según el griego, la palabra heredero que aparece en Efesios 3:6 debe traducirse como “coherederos”. El mismo sufijo griego aparece también antes de las palabras “cuerpo” y “partícipes”. Por lo tanto, somos coherederos, co-cuerpo [miembros del mismo Cuerpo] y copartícipes. Si queremos tener la realidad del Cuerpo, debemos aprender la lección de que el Cuerpo requiere que estemos unidos a otros. Cuanto más lo estemos, mejor. Nunca debemos aislarnos, ya que el aislamiento es contrario al principio del Cuerpo.

EL CUERPO Y EL ESPÍRITU SON ÚNICOS

  Hemos visto que Efesios 4:4 dice: “Un Cuerpo, y un Espíritu”. Este versículo no sólo revela la unicidad del Cuerpo, sino que el único Espíritu determina la existencia del único Cuerpo. Debido a que existe un solo Espíritu, existe un solo Cuerpo. No existe otro Cuerpo debido a que tampoco existe otro Espíritu. Debemos guardar la unidad, la unidad única del Cuerpo, porque tanto el Cuerpo como el Espíritu son únicos.

EL CUERPO ES EDIFICADO POR LOS MIEMBROS

  En Efesios 4:11 y 16 vemos que aunque el Cuerpo es producido por medio de la transmisión de Cristo, es edificado por las personas dotadas, esto es, por los apóstoles, los profetas, los evangelistas y los pastores y maestros. Sin embargo, el Cuerpo no es edificado directamente por las personas dotadas, sino directamente por todos los miembros del Cuerpo. Por esta razón, Efesios 4:16 dice que cada miembro ejerce su función según su medida y que el Cuerpo se edifica en amor por la función de cada miembro.

  Si juntamos todos los puntos que hemos abarcado en este mensaje, obtendremos una visión general del Cuerpo. El Cuerpo se produce por medio de la transmisión de Cristo. A fin de que exista el Cuerpo en la realidad y en la práctica, todas las ordenanzas tienen que ser abolidas. Además, debemos reconocer que el Cuerpo exige que estemos unidos unos con otros, y también que el Cuerpo se halla absolutamente en el Espíritu. Si tenemos el Espíritu, tenemos el Cuerpo. Debido a que existe un solo Espíritu, no podemos tener más que un solo Cuerpo. Estamos obligados a guardar la unidad del Cuerpo. El Cuerpo hoy está siendo edificado por medio de las personas dotadas, las cuales perfeccionan a los miembros para que ellos a su vez ejerzan su función y edifiquen el Cuerpo directamente.

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