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Mensajes del libro «Espíritu y el cuerpo, El»
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CAPÍTULO TRECE

EL CUERPO DE MANERA PRÁCTICA

  En el mensaje anterior vimos cuatro importantes aspectos del Cuerpo en el libro de Efesios: que el Cuerpo llega a existir por medio de la transmisión de Cristo; que el Cuerpo surgió al ser abolidas todas las ordenanzas; que el Cuerpo es un asunto de ser coherederos y copartícipes de la promesa en Cristo; y que el Cuerpo depende del Espíritu. Las palabras “un Cuerpo, y un Espíritu” indican que el Cuerpo de Cristo depende enteramente del Espíritu. Si tenemos el Espíritu, tenemos el Cuerpo. En este mensaje veremos también, basándonos en 1 Corintios 12, que el Cuerpo depende del Espíritu. En 1 Corintios 12 se nos habla del Cuerpo detalladamente.

EN CUANTO A SER ESPIRITUALES

  Muchos traductores encuentran difícil traducir 1 Corintios 12:1. Según la versión del inglés King James, este versículo dice: “En cuanto a los dones espirituales, hermanos, no quiero que seáis ignorantes”. En este versículo el apóstol Pablo usa la palabra pnéuma, que significa espíritu, como adjetivo. Algunas traducciones han añadido la palabra dones antes de espirituales para que se lea “en cuanto a los dones espirituales”. Sin embargo, esto no es muy acertado. Si Pablo hubiese querido decir esto, habría añadido la palabra dones. Otras traducciones dicen “en cuanto a los asuntos espirituales”, lo cual es una mejor traducción que hablar de “dones espirituales”, pues al usar la palabra “dones” uno restringe el asunto a la esfera de los dones. Así que, “los asuntos espirituales” implica una esfera mucho mayor, un campo más amplio. Ello no sólo incluye los dones, sino también las demás cosas espirituales. Yo prefiero traducirlo “en cuanto a ser espirituales”. Creo que es de esto que Pablo estaba hablando en este capítulo. Lo que Pablo quería decir es que todos debemos ser espirituales, es decir, que la condición nuestra debe ser espiritual. Es posible que tengamos el Espíritu, pero no seamos espirituales en un momento dado. Ser espirituales es un asunto práctico.

EL CUERPO DE MANERA PRÁCTICA

  Todos somos miembros del Cuerpo de Cristo. Pero supongamos que cuando nos reunimos como el Cuerpo, venimos de una manera descuidada, relajada y despreocupada. Si todos nos comportáramos así, ¿dónde estaría el Cuerpo? En la práctica éste no existiría. Tal vez estaría presente doctrinalmente, mas no de manera práctica. Sin embargo, supongamos que cuando nos reunimos, todos estamos llenos y rebosantes del Espíritu, y decimos: “Oh, Señor Jesús. Jesucristo es el Señor. ¡Oh, me siento tan contento esta mañana! Tengo algo del Señor para compartirles”. Esto es un ejemplo de lo que es ser espirituales. Siempre que nos reunamos como miembros del Cuerpo, debemos ser espirituales de manera práctica. Sin embargo, supongamos que nadie ora, ni invoca al Señor ni se pone de pie para dar un testimonio. En ese caso no seríamos espirituales de manera práctica en la reunión.

  Mientras Pablo escribía este capítulo, tenía claro que cuando los cristianos se reúnen deben ser espirituales. Siempre que seamos espirituales, los dones se manifestarán y muchas otras cosas sucederán. Si somos espirituales de manera práctica en las reuniones de la iglesia, tanto los dones espirituales como los demás asuntos espirituales se harán manifiestos. De este modo, tendremos el Cuerpo de manera práctica.

SER ESPIRITUALES AL HABLAR EN LAS REUNIONES

  En 1 Corintios 12:2 dice: “Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos”. Si usted permanece callado en las reuniones, entonces es un ídolo mudo. Así que todos los que asisten a la reunión de la iglesia deben ser muy espirituales. Ser espiritual significa estar desbordante. Esto es lo contrario de ser mudo. Como aquellos que asisten a las reuniones de la iglesia, debemos aclamar al Señor con júbilo. Sin embargo, nuestras aclamaciones no deben ser una actuación, sino algo espontáneo. En este versículo Pablo parecía decir a los corintios: “Ustedes eran gentiles y, como tales, eran llevados a ídolos mudos que estaban en un templo de ídolos. Eran personas mudas que no hacían ningún ruido porque estaban adorando ídolos mudos. Puesto que los ídolos no hacen ningún tipo de ruido, ustedes tampoco hacían ningún ruido. Pero ahora, al venir a las reuniones de la iglesia, ustedes se han acercado al Dios vivo, al Dios que habla, no a un ídolo mudo. Por lo tanto, también tienen que hablar”. Hablar en las reuniones es ser espirituales. Sin embargo, si ustedes no hablan en las reuniones de la iglesia, eso será un indicio de que no son espirituales.

  Supongamos que tres hermanos que viven juntos en la casa de hermanos vienen a la reunión. En la reunión los tres permanecen mudos. Cuando otros oran, ellos no dicen amén, porque no están de acuerdo con la manera en que se ora. Al regresar a casa, tal vez hablen acerca de la reunión de manera crítica. En la reunión ellos permanecían mudos, pero en casa tienen mucho que decir. Estos hermanos definitivamente no son espirituales. Sin embargo, en su propia opinión, ellos tal vez sean los hermanos más espirituales de la iglesia. La verdadera prueba de si somos espirituales o no es si hablamos en las reuniones. Hablar en las reuniones lo hará a usted espiritual.

  Supongamos que estos tres hermanos vienen a la reunión y ponen a un lado sus opiniones. Uno dice: “Señor Jesús, te amo”. Si tan sólo decimos esto, todos llegaremos a ser espirituales. Es supremamente importante expresar algunas palabras en la reunión. Por lo tanto, todos debemos aprender a hablar en las reuniones. No enmudezca. Si usted permanece mudo, eso significa que usted adora a un Dios que no habla. Nuestro Dios es el Dios que desborda al hablar, es el Dios que habla, Aquel que habla constantemente. Cada vez que usted hable acerca del Señor, de inmediato liberará su espíritu y aumentará su capacidad espiritual.

  La mejor manera en que las hermanas pueden conquistar su mal genio es que ofrezcan acciones de gracias y alabanzas al Señor en las reuniones. Pero si las hermanas están siempre calladas en las reuniones, les resultará muy fácil discutir con sus esposos en casa después de la reunión. Si sus esposos comparten en la reunión, eso las enojará. Pero si ellas comparten en la reunión, su espíritu se despertará y su mal genio desaparecerá.

  Hablar en las reuniones no es un asunto insignificante. Cuando hablamos, hacemos que el Cuerpo se manifieste de muy manera práctica. Como miembro del Cuerpo que usted es, ¿guarda silencio o desborda con palabras? ¿Es usted una persona que alaba, da gritos de júbilo e invoca el nombre del Señor? Si todos somos así, nuestras reuniones serán tan elevadas como los cielos. La reunión más espiritual es aquella en la cual todos hablan. En una reunión así todos son nutridos y edificados.

  Sin embargo, cuando guardamos silencio, fácilmente revertimos a nuestra mente y empezamos a criticar a otros. Entonces nos resultará fácil estar en nuestro yo. Cuando usted tiene una actitud crítica y está en el yo, primeramente se mata a sí mismo, luego a otros y finalmente la reunión. Insatisfecho con esto, usted va a casa y mata a su esposa, o esposo, o a su compañero de cuarto. Debido a que ciertos hermanos y hermanas estuvieron callados en la reunión, el ídolo mudo entró en ellos, y después de la reunión mataron a su esposa o esposo.

EL CUERPO EXISTE EN NUESTRO HABLAR

  Debemos hacer que nuestras reuniones experimenten un cambio radical por medio de nuestro hablar. Es cierto que somos el Cuerpo. Sin embargo, muchas veces el Cuerpo ha desaparecido de forma práctica debido a nuestra mudez. Pero el Cuerpo vuelve a manifestarse de manera práctica cuando desbordamos con palabras. Por lo tanto, el Cuerpo se halla en nuestro hablar, en nuestras aclamaciones de júbilo. Cuando nos reunimos para dar aclamaciones de júbilo, el Cuerpo se hace presente de manera práctica. Esto es el Cuerpo en función. Si todos ejercemos nuestra función, el Cuerpo estará presente. Pero si no lo hacemos, el Cuerpo desaparecerá. El Cuerpo existe en nuestro hablar.

  En 1 Corintios 12:3 dice: “Por tanto, os hago saber que nadie que hable en el Espíritu de Dios dice: Jesús es anatema; y nadie puede decir: ¡Jesús es Señor!, sino en el Espíritu Santo”. En este versículo encontramos un secreto: si no hablamos, no estaremos en el Espíritu. Pero si hablamos, enseguida estaremos en el Espíritu. Cada vez que decimos “Señor Jesús”, estamos en el Espíritu. Si no me creen, les sugiero que lo intenten. Es fácil estar en el Espíritu. Simplemente diga: “Señor Jesús”, y estará en el Espíritu.

  En 1 Corintios 12 no se nos habla del Cuerpo doctrinalmente, sino de una manera muy práctica. El Cuerpo no puede existir en la práctica si no nos ejercitamos en el Espíritu. Si no ejercemos nuestra función, el Cuerpo no estará presente, pues no somos espirituales. Pero si ejercemos nuestra función, somos espirituales y el Cuerpo se manifestará. Si comprendemos esto y lo ponemos en práctica, nuestras reuniones experimentarán un cambio radical. Estarán llenas de aclamaciones de júbilo al Señor. Un hermano dirá: “Señor Jesús”; otro: “Amén”; y alguien más dirá: “Alabado sea el Señor”. Incluso otros dirán: “Señor Jesús, te amo”. Debido a que algunos hermanos y hermanas están en la mente o en el yo, o están ocupados por un ídolo mudo, no expresan nada en las reuniones. Por lo tanto, todos tenemos que aprender a ser espirituales para que el Cuerpo pueda existir de manera práctica. Todos debemos expresar algo y ejercer nuestra función. La dificultad que encontramos es que no estamos acostumbrados a hacer esto, debido a nuestro pasado en el cristianismo y a la influencia que éste continúa ejerciendo sobre nosotros. Sin embargo, espero que podamos experimentar un cambio. Debemos desbordar con palabras todo el tiempo, sobre todo cuando nos reunamos para poner en práctica el Cuerpo. Aunque es cierto que somos el Cuerpo, éste se manifiesta de manera práctica en nuestro hablar.

LOS DONES SE MANIFIESTAN EN NUESTRO HABLAR

  En 1 Corintios 12:4 dice: “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo”. ¿Cómo se manifiestan estos dones? No se manifiestan cuando estamos callados, sino cuando hablamos. Todos debemos aprender a expresar algo por el Señor. Cada vez que usted hable, el don se manifestará. Muchas veces yo llegué a recibir luz mientras hablaba. En muchas ocasiones los hermanos me pedían que dijera algo. Según mi sentir, no tenía nada que decir. Ni siquiera sabía qué libro, capítulo o versículo debía usar. Pero en cuando empecé a hablar, recibí una palabra de parte del Señor. Mientras usted habla, algunas veces dirá cosas que antes no entendía. Por lo tanto, aprenda a expresar algo por el Señor. De este modo, los dones se manifestarán.

LOS DONES, LOS MINISTERIOS Y LAS OPERACIONES

  Después de hablar de diversidad de dones en el versículo 4, Pablo dice en los versículos 5 y 6: “Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios que realiza todas las cosas en todos, es el mismo”. Los dones vienen por el Espíritu, los ministerios son del Señor y las operaciones son de Dios. Por lo tanto, en estos versículos tenemos al Espíritu, al Señor y a Dios. En el pentecostalismo o en el movimiento carismático oímos mucho hablar de los dones, pero no de los ministerios y las operaciones. Pareciera que los que están en el movimiento carismático no saben nada de estas cosas. Los dones sirven a los ministerios, los ministerios sirven a las operaciones, obras o funciones, y las operaciones tienen como meta el cumplimiento del propósito eterno de Dios. En las reuniones de la iglesia necesitamos los dones, los ministerios y las operaciones.

LA PALABRA DE SABIDURÍA Y LA PALABRA DE CONOCIMIENTO

  En los versículos del 8 al 10 el apóstol Pablo enumera nueve dones. Sin embargo, eso no significa que sólo existan nueve dones del Espíritu. Aparte de éstos hay otros; no obstante, Pablo usa nueve dones como ejemplos. Muchas veces los que están en el movimiento pentecostal o en el movimiento carismático nos preguntan si tenemos la manifestación de los dones en nuestras reuniones. Para ellos, los dones son el hablar en lenguas y la interpretación de lenguas. Cuando nos han preguntado si tenemos o no la manifestación de los dones en nuestras reuniones, algunos hermanos han respondido de manera incorrecta, diciendo que no la tenemos. Sin embargo, en nuestras reuniones se manifiestan en gran medida los dones, especialmente el de palabra de sabiduría y el de palabra de conocimiento. Es después de mencionar estos dos dones que Pablo menciona la fe, la sanidad, las obras poderosas, la profecía, el discernimiento de espíritus, las lenguas y la interpretación de lenguas. Basándonos en el orden en que aparecen los dones en estos versículos, nos damos cuenta de que los que están en el movimiento carismático hacen de la cabeza la cola, y de la cola la cabeza. Los primeros dos dones que se mencionan no son las lenguas ni la interpretación de lenguas, sino la palabra de sabiduría y la palabra de conocimiento. Puesto que en nuestras reuniones a menudo tenemos la palabra de sabiduría y la palabra de conocimiento, debemos decir que sí tenemos la manifestación de los dones.

EL DON DE FE

  Permítanme decirles algo acerca del don de fe, el tercer don. Día a día ejercitamos nuestra fe y hablamos en fe. Si yo no tuviera fe, no podría hablar en las reuniones. A veces otros me preguntan por qué soy tan osado. La respuesta que les doy es que soy osado porque ejercito mi fe. Debido a que tengo fe, tengo la certeza de que Dios obrará y actuará conforme a la palabra que he hablado. La fe es muy convincente. No sólo nos da poder, sino también autoridad. En todas nuestras reuniones ejercitamos al menos tres dones: la palabra de sabiduría, la palabra de conocimiento y la fe. En ningún otro grupo cristiano se manifiestan estos dones tanto como en nuestras reuniones.

  Si no hablamos, no ejercitaremos los dones. Entre los nueve dones que se enumeran en 1 Corintios 12, al menos tres —la palabra de sabiduría, la palabra de conocimiento y la profecía— están relacionados con el hablar. Les repito una vez más que todos debemos aprender a expresar algo en las reuniones. Si lo hacemos, el Cuerpo estará presente. El Cuerpo existe cuando somos espirituales, y ser espiritual significa decir algo desde nuestro espíritu. El Cuerpo sólo se manifiesta de forma práctica cuando somos espirituales desde nuestro espíritu.

LA MANIFESTACIÓN DEL CUERPO-CRISTO

  El versículo 12 dice: “Así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también el Cristo”. En este versículo Pablo introduce el concepto de que Cristo es el Cuerpo. Tal vez usted esté muy familiarizado con el hecho de que en el versículo 12 vemos al Cuerpo-Cristo, al Cristo corporativo, no al Cristo individual. Es cierto que somos el Cristo corporativo. Sin embargo, si permanecemos mudos cuando asistimos a la reunión, Cristo no podrá manifestarse. Él no puede manifestarse mientras permanecemos callados. Pero si somos espirituales, hablando y ejerciendo nuestra función en las reuniones, Cristo se manifiesta. Cuando usted habla por Cristo, Cristo se manifiesta en su hablar. Si todos proclamamos a Cristo, entonces el Cristo corporativo, el Cuerpo-Cristo, se manifestará. Esto es Cristo como el Cuerpo. A fin de tener entre nosotros al Cuerpo-Cristo, todos tenemos que hablar.

FUIMOS PUESTOS EN EL LUGAR CORRECTO PARA BEBER DEL ESPÍRITU

  Ahora prosigamos al versículo 13, que dice: “En un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un solo Cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”. El Cuerpo fue formado mediante el bautismo efectuado en un solo Espíritu. En un solo Espíritu todos fuimos bautizados en un solo Cuerpo. Son muchas las expresiones que el cristianismo ha echado a perder. Cuando hablamos del bautismo en el Espíritu, algunos de inmediato lo relacionan con el hablar en lenguas. Pero no es necesario hablar en lenguas a fin de estar en el Espíritu. Yo no he hablado en lenguas desde 1937. Pero puedo testificarles con denuedo que tengo el sentir profundo de que en este momento estoy en el Espíritu. ¿Tiene usted el denuedo suficiente para afirmar que está en el Espíritu? Tenemos la certeza de que estamos en el Espíritu porque un día, hace más de mil novecientos años, fuimos puestos, fuimos bautizados, en el Espíritu. Más aún, se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Fuimos puestos en el lugar correcto para beber del Espíritu. Mientras estemos en el Espíritu, estaremos en el lugar correcto para beber del Espíritu. Por ejemplo, todos los que están en el agua han sido puestos en el lugar correcto para beber del agua. ¡Alabado sea el Señor, pues todos estamos en el Espíritu y fuimos puestos en el lugar correcto para beber del Espíritu!

  La manera de beber del Espíritu se encuentra en el versículo 3: “Nadie puede decir: ¡Jesús es Señor!, sino en el Espíritu Santo”. Siempre que usted dice: “Señor Jesús”, está bebiendo. Cuanto más diga esto, más beberá. Cuando nos reunimos, debemos invocar el nombre del Señor para beber de un mismo Espíritu. Entonces estaremos desbordando con palabras, hablando, expresando algo por el Señor y dando al Señor aclamaciones de júbilo. Si hacemos esto, es decir, si nos ejercitamos para ser espirituales, el Cuerpo estará entre nosotros de manera práctica.

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